Hola hermosas, aquí seguimos con otro capítulo más, muchas gracias por llegar hasta aquí, ya casi vamos de salida, espero que continúes hasta el final. Los personajes de Candy Candy no me pertenecen, sin embargo los utilizo para hacer una historia que pueda entretenerlas un poco, lo hago sin fines de lucro puro entretenimiento. NO es apta para menores de edad o para personas que son sensibles al tema adulto, así que por favor te pido de la manera más atenta que te retires. NO acepto "Bajo tu responsabilidad" porque repito no es para personas menores de edad, gracias por comprender. Comenzamos!

LEJOS DE TI

CAPÍTULO 36

ANTHONY Y CANDY SE CONVIERTEN EN PADRES

Todos los meses se había mantenido trabajando. Aquel día su cuerpo le solicitaba descanso, más que en otras ocasiones, necesitaba sentarse por un momento pero las personas que habían sido trasladadas por la guerra habían comenzado a llegar por montones y el escaso personal que había en el hospital la obligaba a seguir trabajando a pesar de su avanzado estado.

-Andy, será mejor que descanses. – Le dijo Candy a su tía cuando la vio que se sentó por un momento.

-Mira quien lo dice, llevas toda la mañana trabajando. – Le dijo Andrea a su sobrina, intentando sonreír para ocultar su cansancio.

-Lo sé, pero tú estás a punto de tener a tu hijo. – Le dijo de nuevo la menor para que ella supiera que estaba abusando de su salud. Albert le decía lo mismo todos los días cuando se levantaba a iniciar una nueva jornada laboral. A pesar de trabajar solo seis horas al día sabía que no eran suficientes para sacar los heridos que llegaban diariamente al hospital.

-Tú también, y no faltas ningún día que te toca laborar. – Decía Andy intentando distraerla de su preocupación, sin embargo Candy no estaba tranquila con verla en ese estado, la veía pálida y sus labios de pronto habían perdido su color. Su frente comenzaba a sudar a pesar de la nieve que comenzaba a caer de manera intensa aquella mañana.

-Pero a mí me falta aún mucho para que nazca mi hijo. – Dijo Candy quien a pesar de tener tan solo tres meses de embarazo ya comenzaba a notarse aquel abultamiento debajo de su uniforme de enfermera. – Además a ti te faltan muy pocas semanas para recibir a tu hijo. – Decía Candy insistente en que su tía debía cuidarse más de lo que lo hacía.

-Estoy bien Candy, no te preocupes. – Dijo limpiando su frente para levantarse de su lugar y continuar con la atención de los enfermos.

De pronto el paso tranquilo que Andy había mantenido los últimos meses se había detenido abruptamente al sentir un fuerte dolor en su vientre bajo, mientras un quejido lo suficientemente alto para que Candy lo escuchara.

-¡Andy! – Dijo realmente preocupada por su tía, acercándose a ella para sostenerla del brazo cuando vio que se dobló por el dolor que le había provocado una contracción.

-Estoy bien Candy. – Dijo Andrea una vez que sintió que aquella punzada tan repentina había disminuido de la misma manera que había llegado.

-¿Segura? – Preguntó Candy no muy convencida de ello.

-Segura. – Le respondió Andy con una sonrisa que intentaba ser creíble, sin embargo ella misma como médico sabía que no era común. Candy vio cómo su tía comenzaba a alejarse de la sala de descanso y cuando llego a la puerta que de salida se aferró del marco de la puerta al sentir una contracción aún más intensa, una contracción que la obligó a gritar sin el ánimo de asustar a su sobrina, quien sabía que al estar embarazada también no era bueno un susto para ella.

-¡Andy! - Gritó Candy una vez más. - ¡Susan, ve por favor por el doctor Leonard! – Dijo Candy a la otra enfermera que estaba en la sala, la cual salió de inmediato al ver que la doctora Ardlay necesitaba atención de inmediato. – Tranquila… vamos siéntate aquí. – Dijo Candy ayudándola a ir de nuevo al sillón del cual se acababa de levantar.

Un grito de nuevo llegó a sus oídos en cuanto sintió que una nueva contracción llegaba con más insistencia a su cuerpo.

-¡Doctor! – Decía Candy realmente angustiada por su tía. Saliendo hasta la puerta para buscar impaciente a cualquier médico que ayudara a su tía.

-Tranquila Candy. – Decía Andy intentando controlar con su respiración las contracciones que la dejaban descansar algunos minutos entre una y otra. – Estoy bien, solo que creo que mi bebé ya quiere nacer. – Dijo de nuevo intentando ser fuerte. Una nueva contracción la obligó a deformar su rostro por el dolor.

-¿Estás bien? – Preguntaba Candy sentándose a su lado, tomando su mano para que Andrea la apretara cada que iniciara una nueva contracción. Candy comenzaba a contar los segundos que pasaban entre una y otra para poder informar al médico en cuanto llegara a atenderla.

-Sí… - Dijo Andrea pujando una vez más al sentir que otra contracción se hacía presente. Candy sintió el fuerte agarre entre sus manos y pudo contabilizar cada que tanto volvían aparecer entre una y otra.

-¿Cómo está? – Pregunto el Dr. Leonard al ver que la joven médico estaba en labor de parto.

-Las contracciones se presentan cada tres minutos doctor. – Respondió Candy de inmediato al médico, dando la presión arterial y todo lo necesario para que fuera internada como paciente en ese mismo momento.

-¿Presión arterial normal? – Preguntó el médico a la enfermera, tomándolo como un tipo test para la rubia.

-Normal para su estado. – Respondió Candy, mientras comenzaba a caminar junto al médico una vez que habían colocado a Andrea en una camilla.

-Bien, enfermera Brower. – Dijo el Dr. Leonard a la pecosa. – Hasta aquí llega usted por hoy. – Le dijo mirándola a los ojos. Candy lo vio no muy convencida, ya que no quería que la separaran de su tía.

-Pero doctor… - Dijo una vez más preocupada. – Yo quiero ir con ella. – Dijo de nuevo.

-No te preocupes Candy. – Dijo Andy con una sonrisa de lado. – Estaré bien, avisa a Albert por favor. – Pidió de nuevo la doctora mientras el médico entraba con ella a la sala de parto. Candy asintió al pedido de su tía, mientras veía cómo era ingresada a la sala.

-Susan, tú me asistirás el día de hoy. – Le dijo a la enfermera que estaba enseguida de ella. La seria chica asintió preparándose para asistir al médico.

Candy se alejaba de la sala para ir a la recepción y poder así comunicarse con Albert, quien no estaba en la mansión, sino que había ido como cada día a la oficina para trabajar.

-Amor, buenos días. – Respondió Anthony el teléfono al estar Albert ocupado en ese momento.

-Anthony, ¿Dónde está Albert? – Preguntó con preocupación en su voz. Anthony de inmediato reconoció la voz de angustia que tenía Candy en esos momentos.

-¿Qué sucede amor? – Preguntó el rubio de inmediato. – Andy ¿Está bien? – Preguntó de inmediato al imaginar por qué preguntaba por Albert. - ¿Tú estás bien? – Agregó angustiado también por ella.

-Yo estoy bien amor. – Dijo Anthony como respuesta para tranquilizar a su esposo. – Pero Andy entró en labor de parto. – Dijo para que Anthony se encargara de avisar a su tío.

-Entiendo, voy por Albert y vamos para allá, te veo al rato. – Dijo Anthony para colgar de inmediato y dirigirse a la oficina de Albert.

Albert hacía una seña para que Anthony entrara a su oficina, mientras continuaba hablando por teléfono. Anthony hacía una seña para que terminara rápido con la llamada, cosa que a Albert le pareció extraño ya que era una llamada muy importante, sin embargo cuando Anthony le hizo una seña con sus labios que se traba de Andy, de inmediato buscó una excusa para disculparse con su interlocutor y llamarle después.

-¿Qué sucede? – Preguntó a Anthony, quien de inmediato abrió la puerta de la oficina para que Albert lo acompañara.

-Candy acaba de hablar, dice que Andy entró en labor de parto. – Dijo el rubio menor para de inmediato dirigirse a la salida del corporativo y tomar su auto para llevarlo al hospital.

-¡Vamos! – Dijo Albert preocupado por Andrea. - ¡Le dije que ya no debía estar trabajando! – Decía angustiado por la salud de ella.

-Tranquilo tío. – Dijo Anthony intentando calmarse también él para poder darle ánimo a su tío y que se tranquilizara. – Por un lado hay que agradecer que estaba en el hospital al momento de que ocurrió. – Dijo de nuevo el menor, buscando el lado bueno de la situación.

Anthony condujo de manera segura, sin embargo a pesar de la rapidez con la que lo había hecho para Albert había sido una eternidad, ya que comenzaba a sentirse impaciente por llegar al lado de su esposa.

-¡Candy! – Dijo en cuanto vio a la rubia quien se paseaba de un lado a otro impaciente por que llegara.

-¡Albert! ¡Anthony! – Dijo Candy ya más tranquila al ver a su esposo y a su tío llegar hasta ella.

-¿¡Cómo está Andy!? – Preguntó Albert una vez que llegó hasta ella. Anthony también iba detrás de él, abrazando a su esposa en cuanto llegó hasta ella.

-No te preocupes. – Dijo Candy a Albert para que se tranquilizara. – Ya está siendo atendida. – Dijo para tranquilidad del mayor.

-¿Estás bien amor? – Preguntó Anthony a su esposa al sentir que su cuerpo temblaba nervioso.

-Ahora lo estoy. – Dijo Candy una vez que Anthony la tenía entre sus brazos, respirando aliviada al sentir el aroma de su esposo a su lado, era algo que había notado en el embarazo que el aroma que tenía el cuerpo de su esposo la tranquilizaba de una manera muy especial, era como si necesitara tenerlo cerca para sentirse plena y completa.

-¿Qué han dicho? – Preguntó Albert realmente angustiado por su esposa.

-Tranquilo Albert. – Dijo Candy dirigiéndose al mayor. – El doctor Leonard, hace unos momentos me avisó que Andrea tardaría mucho en dar a luz ya que era normal al ser primeriza, así que es mejor que nos sentemos a esperar. – Dijo sonriendo a Albert, quien no estaba muy convencido. – Ella está en buenas manos, hay que agradecer que estaba en el hospital cuando todo sucedió. - Dijo de nuevo. Albert sonrió y volteó a ver a su sobrino quien le sonrió porque tenía razón en lo que decía la rubia.

Dentro de la sala de parto el doctor Leonard había revisado detalladamente a la doctora Ardlay.

-¿Cómo estoy doctor Leonard? – Preguntó Andy en un respiro que había tenido entre sus contracciones.

-Todo transcurre normal doctora Ardlay. – Respondió el médico con su seriedad característica. – Parece que entró en labor de parto hace horas. – Le dijo dirigiendo una mirada de reproche a la rubia, quien sintió pena porque ella misma se había dado cuenta de que así había sido. – Veo que usted ya estaba enterada. – Volvió a decir realmente molesto con su actitud.

-Hace como dos horas comencé con las contracciones, sin embargo pensaba que podía manejarlo un poco más. – Dijo consciente de que había sentido ya varias contracciones antes de que comenzaran a acelerar.

-Pudo ocasionar una desgracia para su familia. – Dijo el médico intentando hacer conciencia en la rubia de que había hecho mal.

-Lo siento. – Dijo apenada. – Lo que sucede es que no podía dejar a mis pacientes. – Dijo como disculpa.

-Es verdaderamente loable su labor doctora, sin embargo tiene que entender que usted también es humana. – Dijo el médico con una sonrisa. Andy comenzó a sentir que otra contracción venía con mayor fuerza y no podía controlarla esta vez. – Tranquila, aún le faltan unas horas. – Dijo el doctor Leonard de nuevo. – Enfermera, prepare al equipo médico y los instrumentos necesarios para el nacimiento del bebé de la doctora Ardlay y por favor no la deje sola ni un momento. – Dijo de nuevo el médico para tener todo listo al momento que Andrea estuviera lista para tener a su hijo.

En la sala de espera, Elroy ya estaba sentada con su rosario en mano para pedir por Andy y el bebé que esperaba, lo mismo hacía Juliette quien estaba junto a ella, rezando ambas tranquilamente, mientras Candy y Annie seguían fielmente a sus rezos. Los caballeros estaban con Albert, quien parecía que quería hacer un hueco en el piso del hospital por el recorrido que tenía por el mismo sitio.

-Tranquilo tío, o tendrás que cambiar el piso del hospital. – Dijo Stear a modo de broma, intentaba aligerar el ambiente tenso que se presentaba en la sala de espera. Albert sonrió a su comentario, sin embargo no dejó de caminar.

-Sr. Ardlay. – Dijo Susan quien venía a informar de los avances del parto.

-¡Dígame señorita! - Dijo Albert acercándose a la enfermera, mientras Candy se acercaba a ella para ver que sucedía.

-Su esposa está bien, solo que aún no está preparada para iniciar el parto. – Dijo con la seriedad que la caracterizaba. – Un momento más saldré a dar más noticias al respecto. – Dijo saliendo de la vista de todos. Albert quedaba en las mismas con la misma preocupación que había tenido desde que se enteró que su bebé nacería.

Unas horas después volvió a salir Susan, esta vez venía acompañada del Doctor Leonard, se veía que venía cansada lo que indicó a Candy que el bebé había nacido.

-¿Señor Ardlay? – Preguntó una vez que vio a Albert de espaldas frente a las señoras que continuaban rezando.

-¿Mi esposa? – Preguntó ansioso.

-La doctora Ardlay se encuentra muy bien. – Dijo el médico que venía enseguida de ella. Albert sintió que le habían dado un gran respiro al escuchar eso.

-¿Y mi hijo? - Preguntó con impaciencia, había estado preocupado por su esposa, pero al saber que estaba bien lo hacía ahora enfocarse en lo segundo por lo que había temido esas horas. Era cerca del atardecer cuando le habían salido a informar del nacimiento de su hijo.

-Hija. – Dijo el médico con una sonrisa una vez que se había quitado el cubre boca que llevaba en su rostro, mostrando una sonrisa tranquila en su rostro. Candy lo observaba agradecida y el médico le dedicó a la rubia de la misma forma una sonrisa. – La doctora acaba de tener a una hermosa pequeña que está ansiosa por conocer a su padre. – Dijo de nuevo el médico. – Y por lo que sé también quisiera conocer a su prima mayor. – Dijo guiñando un ojo a Candy quien estaba bastante impaciente por ver a la pequeña.

-¡Una niña! – Dijo emocionado Albert, sentía que su corazón se saldría de su pecho al escuchar aquella noticia que le daban. - ¡Es una niña, tía abuela! – Decía emocionada al momento que volteaba a verla. - ¡Señora Williams! – Decía con el corazón alborotado.

-¡Bendito Dios! – Decía Elroy y Juliette al mismo tiempo, haciendo el gesto de agradecimiento mientras volteaban ambas hacia el techo del hospital.

-¡Otra nieta! – Decía Michael realmente maravillado. Tenía la ilusión de que fuera un niño ya que en su familia se había caracterizado por tener puras niñas y tenía muchas ganas de que naciera el varoncito, sin embargo sabía bien que una pequeña niña era una bendición para su familia, sonrió al ver que con esta pequeña si podría disfrutarla no como con Candy, quien por muchos años la habían creído muerta. Limpio una lágrima de sus ojos y abrazó a su esposa besando sus cabellos realmente emocionado.

-Puede acompañarme. – Dijo Susan para llevar a Albert a conocer a su hija y estar con su esposa quien estaba consciente y esperaba por ver a su esposo.

Albert entro a la habitación con mucho cuidado, encontrándose con los ojos azules de su esposa, quien lucía verdaderamente cansada. Él le sonrió enamorado y ella correspondió a su gesto.

-Es hermosa mi amor. – Le dijo con los ojos llenos de lágrimas, feliz por haberlo convertido en padre. Albert se acercó realmente emocionado, para tomar entre sus brazos a la pequeña que estaba moviéndose inquieta enseguida de su esposa.

-Es realmente hermosa. – Dijo Albert conmovido al conocer el rostro de su bebé. – Tan hermosa como tú. – Le decía besando sus labios con delicadeza.

-Yo creo que se parece a ti. – Dijo Andrea riendo traviesa al ver el fino perfil que su bebé tenía, muy similar al de su esposo. Albert juntaba con cuidado su frente con la de su pequeña para susurrarle cuanto la amaba.

-No importa a quien se parezca, es perfecta. – Le dijo una vez más. La bebé pataleaba sin quedarse quieta, era una bebé bastante activa para acabar de nacer.

Cuando la familia entró a conocer a la pequeña Elroy era la más ansiosa por conocer a su nueva nieta, entrando primero que todos para llegar hasta Albert quien seguía sosteniendo a su pequeña, ya que la bebé seguía inquieta viendo a su padre a los ojos.

-¡Es igualita a Rosemary! – Dijo en cuanto vio a la pequeña rubia de ojos verdes que tenía Albert entre sus brazos. Anthony sintió un vuelco en su corazón al escuchar la comparación que Elroy hacía de la bebé de Albert. Acercándose con lentamente a ella de la mano de su esposa. – Mira Anthony, cuando nació tu mamá era igualita a… - Dijo Elroy deteniéndose un segundo al pensar que no le habían revelado el nombre de la pequeña.

-Anabelle. – Dijo Andy con una sonrisa. Albert asintió asegurando que así era.

-Anabelle Ardlay. – Confirmó Albert quien seguía meciendo a su hija con ternura.

-Bienvenida Anabelle. – Dijo Anthony tomando la mano de la pequeña con delicadeza, mientras sonreía al rostro tan tierno y sonrosado de la pequeña, naciendo en ese momento en Anthony un cariño muy especial por aquella pequeña que le decían era muy parecida a su madre.

Candy observó cómo el rubio se quedaba viendo con tanta ternura a su pequeña prima, sonriendo también al pensar que también esa pequeña era su prima y que casualmente se parecía a la mamá de Anthony recordando que un día él le había dicho que sus ojos le recordaban a los de su madre.

Anthony abrazó a Candy emocionado y acarició su vientre con ternura, emocionado porque pronto llegara el día en el que ellos también se convirtieran en padres. Candy le sonrió con ternura, adivinando lo que su esposo pensaba, no hacía falta que hablara para saber lo que su mente proyectaba, aferrándose a su pecho buscando el calor que su esposo le daba.

La familia Ardlay había comenzado a crecer de manera rápida, los padres primerizos habían comenzado uno detrás de otro y poco a poco iban aprendiendo cómo cuidar a sus pequeños. Juan y María tenían a sus pequeñas gemelas Julia y Juanita, después había nacido el pequeño de Archie y Annie, Arthur, después nació la niña de Terry y Mack, Julieta, ya que también eran considerados de la familia, después nació el pequeño de Stear y Patty, Alan por último la pequeña Anabelle de Albert y Andrea.

Los únicos que faltaban en convertirse en padres eran Dorothy y José quienes estaban programados también para la fecha de Candy y Anthony, a pesar de que el primer matrimonio tenían más tiempo de casados no habían podido concebir hasta que regresaron de la boda de los rubios, sin embargo José había decidido quedarse en México hasta que naciera su hijo ya que Dorothy no la había pasado muy bien que digamos.


Con el nacimiento de Anabelle, Anthony había estado más al pendiente de Candy, diciéndole que no le gustaría que ella trabajara hasta que estuviera a punto de tener a su pequeño, ya que temía por su salud, sin embargo Candy le decía que no lo haría de no ser necesario ya que también sentía que su tía se había arriesgado mucho al momento de tener a su hija.

-Buenos días princesa. – Saludó Anthony a su esposa, aquella mañana era domingo, lo que quería decir que ninguno de los dos tenía que trabajar.

-Buenos días mi príncipe. – Le decía Candy aún adormilada, sin embargo el escuchar simplemente su voz la hacía sonreír y sentir que su día sería maravilloso.

-¿Cómo dormiste? – Preguntó abrazándola con cariño. Candy sonrió dejándose querer por aquel joven que estaba verdaderamente enamorado de ella.

-Bien… - Dijo riendo por las cosquillas que él le provocaba con sus caricias. – Pero ahora que desperté estoy mucho mejor. – Dijo mirándolo a los ojos para encontrarse con esa mirada tierna y a la vez apasionada que él ponía sobre ella.

-¿Tengo algo que ver con ello? – Preguntó travieso mientras besaba su hombro desnudo, mientras se aferraba a su vientre abultado, el cual era más notorio cada día.

-Creo que tiene que ver todo con usted señor Brower… - Dijo Candy cerrando sus ojos para emitir con un gemido esas palabras que salían de su boca estremeciendo su piel.

-Entonces, creo que puedo hacer algo para que su mañana sea mejor señora Brower. – Dijo con coquetería, seguro de que él era el que despertaba esas emociones en su pecosa, que era solo él el que podía hacerla estremecer y reaccionar de esa manera, lo podía ver en su piel, lo escuchaba en su respiración que comenzaba a ser más pesada y agitada conforme su cuerpo comenzaba a moverse con insistencia contra el suyo.

-Sí… - Dijo Candy completamente despierta, llena de deseo como últimamente lo estaba sintiendo, cada mañana, cada noche o cada tarde sentía la necesidad de estar con su marido, sentía que su cuerpo aumentaba su temperatura no solo al tenerlo cerca, sino al recordar cuando podía la intensa mirada que él depositaba en ella. Anthony sonrió por la respuesta tan necesitada que salía de sus labios, comenzando a estimularla desde la espalda para poder entrar en ella desde aquella posición.

Acomodó sus glúteos sobre su pelvis mientras buscaba la entrada al paraíso, entrando lentamente para estimularla cada vez más. No hubo necesidad de hacer mucho movimiento que pronto estaba dentro de ella una vez más, provocando en ambos un gemido de placer que los enloquecía cuando estaban unidos y formaban un mismo ser.

-Me encanta hacerte el amor. – Dijo Anthony en su oído, provocando que Candy se estremeciera no solo por el contacto que sentía entre sus piernas, sino por la voz tan sensual que gemía en su oído.

-Y a mí me encanta que lo hagas. – Respondió Candy a sus palabras, segura de que esas simples palabras aumentarían el deseo y la manera de amar de su príncipe de las rosas.

Anthony comenzó a moverse lentamente, no quería lastimar a su pecosa, así que sus movimientos eran lentos y de alguna manera a pesar de que era una tortura tomarla con esa lentitud, provocaban al mismo tiempo un intenso placer en ambos.

La mañana había comenzado de una manera intensa, Anthony disfrutaba una vez más del cuerpo de su esposa, mientras ella sentía que moriría de placer al sentir cómo él la hacía disfrutar, buscando no solo su propio placer, sino buscando la manera de que ella fuera la que primero alcanzara llegar al punto álgido de la pasión.

Una vez más Candy terminó primero que él, sin embargo Anthony continuaba con sus movimientos para asegurarse que así había sido, que ella llegaba primero que él para después concentrarse en el movimiento de sus glúteos al momento de invadirla con un poco más de fuerza, acelerando sin ser muy brusco sus movimientos para poder terminar dentro de ella una vez más, le gustaba ver cómo la parte posterior de su esposa golpeaba con su cuerpo cuando entraba en ella, era un movimiento que le provocaba un placer inmenso en su cuerpo y que evitaba ver antes de que ella culminara su acto. Una vez logrado su objetivo nada lo apartaba de aquella zona tan voluptuosa que ella poseía y que era algo que él admiraba bastante en ella.

Se aferró a sus caderas una vez que sintió que su cuerpo no soportaba más aquella entrega, sintiendo como su cuerpo se rendía a su propio placer, impulsando sus caderas dentro de ella una y otra vez hasta que por fin terminó alcanzando su liberación de una manera intensa, tan intensa como cada una de las entregas que se proporcionaban cada día, tan intensa como las primeras noches que habían pasado juntos y que no terminaban con su pasión, sino por el contrario la seguían aumentando haciendo que cada uno deseara más y más del otro.

-¡Ahhh! – Fue lo único que pudo decir Anthony una vez que terminó de hacerle el amor. Candy seguía aún con la mente en blanco, disfrutando las reacciones que su cuerpo le proporcionaba cuando estaba perdida en su cúspide de placer.

-Te amo… - Dijo Candy enamorada, se sentía feliz, plena, dichosa, cada vez que él la amaba ese sentimiento de felicidad se situaba en su cuerpo de una forma intensa, con deleite, simplemente era lo mejor el sentirse amada por él, sentirse satisfecha, protegida, cuidada, valorada, eran los sentimientos que el rubio le despertaba en su cuerpo.

-Y yo a ti mi amor… - Le dijo Anthony buscando sus labios para besarla con intensidad.

Se levantaron para darse un baño juntos, aprovechando esa nueva cercanía entre los dos para volver a demostrarse las ansias que tenían por sus cuerpos, la sensualidad de su esposa era algo que él disfrutaba y admiraba, por lo tanto no se cansaba de demostrárselo en cualquier oportunidad que tenían, sabía que pronto el médico les daría la indicación de detener su actividad física y a pesar de que sería muy difícil hacerlo sabían bien que era para el bien de su pequeño, pero mientras tanto debían aprovechas.

-¿A dónde quieres ir? – Preguntó Anthony una vez que ya estaban cubiertos por sus ropas.

-Iremos a comer con la tía abuela y el resto de la familia. – Dijo Candy como si Anthony no se acordara de ello.

-Ya lo sé. – Dijo despreocupado. – Pero quiero salir con mi linda esposa a solas esta mañana. – Dijo besando su boca con recato. Candy sonrió por su dulzura, le maravillaba la manera en la que podía cambiar de un momento a otro, ya que minutos atrás la había poseído con verdadera pasión y en esos momentos era dulce y tierno de nuevo.

-Tengo ganas de un helado. – Dijo Candy emocionada.

-¿Helado? – Preguntó Anthony un poco confundido ya que a pesar de que estaba cerca la primavera aún no era tiempo de que los heladeros abrieran sus negocios. Candy asintió con una sonrisa, como si de una niña se tratara. – Bien, entonces vamos a buscar un helado para mi princesa. – Dijo llevándola de la mano para salir de la habitación y ayudarla a bajar las escaleras. – Pero primero vamos a desayunar. – Le dijo para llevarla a desayunar fuera.

Llegaron a un restaurant muy cerca de la gran plaza en donde decidieron sentarse al lado de la calle y poder ver así pasar a las personas que disfrutaban su domingo, familias iban y venían de diferentes partes y ambos veían que los niños reían y jugaban con sus padres. Aquella imagen les llenaba a ambos de alegría el corazón al imaginarse que pronto serían ellos los que andarían así con su pequeño.

-¿Puedes imaginarte a nuestro hijo? – Preguntó Candy perdida en la imagen que le regalaban un par de pequeños que corrían libres mientras sus padres estaban sentados cuidándolos a lo lejos.

-Por supuesto. – Dijo Anthony seguro. – Será una niña. – Dijo con una sonrisa, viendo a los ojos a su esposa seguro de lo que decía. – Una hermosa niña con pecas y rizos rubios, con ojos color verde y un sonrisa tan hermosa que hará que nuestros días se hagan todavía más coloridos. – Dijo con ternura, se había imaginado a la pequeña Candy, recordando la fotografía que un año atrás había visto en el expediente que tenían en el hogar de Ponny. – Será tan inquieta y traviesa como su madre, tendrá su alegría y su espíritu noble y altruista y ese ángel tan grande para conquistar a los chicos. – Dijo de nuevo. Candy sonriendo con ternura lo veía realmente sorprendida por la manera en la que él describía a la pequeña que se imaginaba sería su hija.

-Se escucha más como si me describieras. – Dijo comenzando a reír al reaccionar a sus palabras. Anthony sonrió ante sus palabras.

-Sería maravilloso ¿No crees? – Preguntó Anthony con una sonrisa radiante. Candy negó de inmediato, lo que causó confusión en el rubio.

-La señorita Ponny y la hermana María siempre se quejaron de mi comportamiento. – Dijo Candy apenada al recordar todos y cada uno de los dolores de cabeza que les había provocado con su inquietud y curiosidad natural. – Además, la tía abuela siempre dijo que mi forma de ser no era la apropiada para una señorita. – Decía recordando las palabras que había escuchado un día en la matriarca mayor de los Ardlay.

-La tía abuela tendrá que aguantar a nuestra hija. – Dijo Anthony despreocupado. – Además nosotros nos encargaremos de ella y si sale igual a su madre, yo seré el más feliz con ello. – Dijo de nuevo el rubio, sonriendo a su esposa para que no temiera si eso llegaba a ocurrir. Candy sonrió ante las palabras de su esposo, segura de que así sería y de que tal vez le tocaba pagar las que había hecho siendo una niña.

Después de haber buscado un helado por todas partes sin éxito se habían dirigido a la mansión Ardlay donde cada domingo se reunían para comer en familia, incluso Terry llegaba a comer con ellos junto a Mack y Julieta. Los Cornwell por supuesto estaban presentes con sus esposas y sus pequeños, quienes cada día estaban más grandes, lo mismo que Albert quien cargaba a su pequeña Anabelle mientras Andrea descansaba.

Candy llegaba con Anthony quien la llevaba abrazada, luciendo orgulloso el estado de su esposa que cada semana era más evidente.

-¡Gatita! qué barbaridad cada vez que te veo aumentas más… - Dijo Archie, sin embargo la mirada de Anthony lo detuvo de inmediato. – Tu belleza… - Dijo con una sonrisa, mientras Candy lo veía convencida de que no eran esas sus palabras.

-Ya sé que cada vez estoy más gorda Archie. – Le dijo Candy a su primo.

-Pero te ves más hermosa mi amor. – Le dijo Anthony ante la mirada apenada de Archie.

-Es verdad Candy, te ves hermosa. – Dijo Archie sincero, era verdad que estaba más gorda cada semana, sin embargo también era verdad que se vería realmente hermosa en su estado.

-Todas las damas se ven hermosas embarazadas. – Dijo Stear saludando a la rubia con cariño. Candy lo miró agradecida. – Sobre todo cuando se refiere a nuestras esposas. – Dijo besando a Patty mientras ella cargaba a su hijo.

Las familias comenzaban la comida de manera tranquila, entre consejos para los Brower y anécdotas de los que habían debutado como padres recientemente, llenando de historias divertida la tarde, haciendo que disfrutaran una vez más con su familia.

-¿Para cuándo nace su hijo? – Preguntó Terry a Anthony.

-Faltan aún cinco meses. – Respondió el rubio quien tenía bien memorizada la fecha en la que había dicho el médico que podría presentarse el parto.

-Aprovecha que aún puedes dormir. – Dijo Terry, quien demostraba que su hija había salido bastante nochera, esto era que le gustaba dormir de día y llorar de noche.

-No te preocupes, creo que disfrutaré también mucho esos días y noches. – Dijo Anthony con una sonrisa, seguro que si tenía una niña sería el papá más tierno y consentidor que pudiera haber, de la misma forma si tenía un hijo, no importaba el sexo del bebé lo único que importaba era la ilusión que tenía de cargar a ese pequeño y pequeña, darle todo el amor que pudiera darle, disfrutar cada momento como su padre no lo había hecho con él, que Candy fuera para ese ser todo lo que su madre no había podido ser para él.

Anthony era una persona que pensaba que la mejor etapa de su vida era la que estaba viviendo, después de haber conocido a Candy había aprendido a hacerlo, a pesar de los años separados y de la tristeza que tenía en su corazón por no tenerla a su lado había disfrutado los días de Colegio, sin embargo sabía bien que los mejores tiempos que había pasado en su vida eran los momentos compartidos con su querida pecosa.

Cuando llegaron a su mansión, ambos caminaban tomados de la mano lentamente, con una sonrisa que reflejaba la felicidad que ambos compartían.

-¡Au! – Un pequeño grito sorprendió a Anthony cuando iban subiendo las escaleras rumbo a su habitación.

-¿Qué sucede amor? – Preguntó Anthony ante la pequeña queja de su esposa.

-¡Au! – Obtuvo por respuesta.

-¿Te sientes bien? – Preguntó un poco más preocupado, buscando la manera de ayudarla a subir las escaleras sin lastimarla más.

-Sí, lo que sucede es que el bebé se está estirando. – Dijo Candy con un poco de incomodidad en su voz. Anthony la ayudó a llegar hasta su habitación. Hasta ese momento él nunca había sentido el movimiento de su bebé, cuando lo había intentado Candy le decía que se estaba moviendo, sin embargo él no lo percibía aún, por más que le decía que se movía de dos lados al mismo tiempo como si el pequeño manoteara y pateara a la par. Candy estiró su mano para que él sintiera como aquel pequeño buscaba más espacio del que podía obtener en su vientre.

-¡Se está moviendo! – Gritó Anthony entusiasmado al sentir cómo su pequeño comenzaba a tener menos espacio dentro de Candy y por ese motivo él podía sentirlo perfectamente.

-¿¡Lo sientes!? – Preguntó Candy maravillada porque estaba acostumbrada a que le decía que no lo sentía.

-¡Puedo sentirlo! – Decía mientras colocaba ambas manos sobre el vientre de Candy, el cual se deformaba de arriba y abajo. - ¿Te duele? – Preguntaba un tanto inquieto al ver la forma que tomaba el vientre de Candy.

-No. – Decía Candy con una sonrisa. – Pero se siente extraño. - Una patada se sintió por debajo de su vientre, y poco después se sintió una de la parte superior.

-¡Wow! ¡Está pateando! – Decía realmente emocionado por sentir a su pequeño. – Es maravilloso saber que dentro de ti hay un pequeño ser parte tuya y mía. – Decía conmovido, viendo a los ojos a su esposa, para después besar su vientre con ternura.

-Lo sé, es maravilloso pensar que hemos formado un nuevo ser, un ser tan pequeño y hermoso que dependerá de nosotros. – Decía Candy mirando como su esposo acariciaba su vientre, ambos totalmente ilusionados con la espera de su hijo. Disfrutando cada minuto juntos y de cómo ahora comenzaba a sentirse por ambos.

-¿Siempre se mueve tanto? – Preguntaba impresionado por el movimiento del bebé.

-¿Bromeas? – Preguntó Candy con una pequeña risita. – Se mueve mucho más cuando eres tú el que le habla. – Decía la rubia mientras veía su vientre.

-¿De verdad? – Decía Anthony emocionado.

-De verdad, es muy inquieta cuando escucha la voz de su papá. Creo que escuchó lo que dijiste en el restaurant. – Dijo la rubia, recordando las palabras de su esposo, por ello se había referido a bebé como una niña.

-Creo que si será igual que su madre. – Dijo Anthony con una sonrisa tan radiante que contagiaba a Candy con ella.

Aquella noche la entrega de la joven pareja fue muy tierna e intensa a la vez, ambos mezclaban todos los sentimientos que tenían en su corazón, descubrían sus cuerpos una vez más, sin embargo había algo diferente en aquella entrega, algo que se sumaba a todos los sentimientos que ambos tenían y que hacían de esa noche algo especial.

-Te amo. – Dijo Anthony aún dentro de ella. Candy lo miraba totalmente enamorada, maravillada por todos los sentimientos que podía lograr sugieran en ella, no solo era la pasión, el deseo o incluso lujuria lo que podía ver en sus ojos en ese momento, sino que la ternura, la dulzura y el amor mezclados hacían el conjunto perfecto para sentirle realmente realizada como mujer.

-Y yo te amo a ti Anthony. – Le dijo Candy sin soltarlo de su cuello.

Un nuevo beso, una nueva entrega, palabras tiernas al oído, la fórmula perfecta para iniciar otra sesión nocturna, una que estaba lejos de terminar aquella noche.

Los días iban pasando, mientras Anthony seguía buscando el helado para su pecosa, no se le había olvidado que días atrás le había prometido uno, sin embargo no había encontrado por ningún lado, así que todos los días cuando salía de la empresa se daba la vuelta por la plaza para ver si veía a algún heladero por ahí, hasta que por fin encontró a uno.

-Buenas tardes, señor. – Saludó con entusiasmo.

-Muy buenas tardes joven. – Respondió el buen hombre.

-¿Podría hacerme un favor? – Preguntó Anthony emocionado por la sorpresa que le llevaría a su esposa.

El hombre lo escuchó con atención, sonriendo por las intenciones que tenía aquel joven que se vería era motivado por el amor que tenía a cierta dama pecosa que lo esperaba en casa.

-Lo que sea por el amor joven. – Respondió a Anthony quien sonrió ilusionado y verdaderamente agradecido.

En la mansión de los Ardlay donde se encontraba la pecosa en compañía de toda la familia, incluso sus abuelos estaban ahí ya que sus padres acababan de llegar de México para estar al pendiente de los últimos meses que tendría su hija en espera, habían decidido viajar con tiempo para poder cuidarla y mimarla en su espera.

-Buenos días familia. – Saludó Anthony con su hermosa sonrisa, ubicando a su esposa en el acto.

-¡Anthony! – Dijo Candy quien no lo esperaba tan temprano ese día. Anthony la recibió en brazos y besó su frente con ternura.

-¿Puedes venir un momento? – Preguntó a su esposa sin dejar de sonreír. Todos los miraban con la misma mirada traviesa que Anthony ponía al ver a su esposa.

-¿Qué sucede? – Preguntó Candy un tanto confundida.

-Te he traído algo. – Dijo igual de emocionado.

-¡Una sorpresa! – Dijo Candy cual niña chiquita. Anthony asintió. Los demás se acercaron a la pareja para acompañarlos hacia donde Anthony llevaba a Candy.

Cuando salieron de la mansión el viejo heladero sonaba la campanilla que avisaba que los helados venían en camino.

-¡Helado! – Dijo Candy emocionada, tenía días que deseaba con desesperación comer un helado. - ¡Te acordaste mi amor! – Decía abrazándolo con fuerza, intentando alcanzar su cuello como antes, sin embargo el peso que representaba su vientre le impedía hacerlo.

-Siempre me acuerdo de lo que quiere mí princesa. - Le dijo Anthony abrazándola por aquella zona en la que antes había una estrecha cintura y que por el embrazo tan notorio ya no existía.

La besó con delicadeza en los labios provocando un sonrojo en su rostro por la pena que le daba ante la presencia de la familia. Anthony sonrió de lado con dulzura como diciéndole con su sonrisa y su tierna mirada que no debía avergonzarse por demostrar su amor de esa manera tan delicada. Candy asintió entendiendo su mirada.

-¡Que rico, helado! – Dijo Stear emocionado, fue el primero que se acercó a pedir al señor heladero uno de vainilla.

-Tranquilo Stear. – Dijo Anthony al ver la emoción de su primo, sabía que eran también su debilidad. – Primero las damas. – Agregó el rubio con su esposa de la mano para alentarla a pedir su sabor favorito.

-Chocolate, por favor. – Dijo Candy con ansia, deseosa de probar por fin aquel postre que se le había estado negando por el clima de Chicago. El bebé comenzó a moverse de manera entusiasta en cuantos sintió que su madre probaba aquel delicioso sabor dulce y helado que le llegaba a su boca. - ¡Se está moviendo! – Dijo con una risa alegre. Anthony tocó su vientre riendo con ella al entender que su pequeño estaba disfrutando del helado.

-¡Se mueve Joaquín! – Dijo Roxanne quien de inmediato se había acercado a tocar el vientre de su hija, ya que siempre que intentaban sentirlo el pequeño dejaba de moverse como por arte de magia.

-¡Te atrapamos! – Dijo Joaquín feliz de sentir por fin las patadas de aquel ser que sería su nieto. Tanto Roxanne como Joaquín emocionados derramaron sus lágrimas de felicidad al recordar ambos cuando Candy se movía en el vientre de su esposa.

-Así te movías tú cuando estabas en mi vientre. – Dijo Roxanne con la voz en un hilo, visiblemente emocionada por sus recuerdos.

Candy sonrió triste por aquella manera de hablar de su madre, sintiendo su dolor en el acto. Joaquín y Anthony se dieron cuenta de ello y de inmediato Joaquín habló para evitar que aquella tarde tan alegre se convirtiera en una triste y llena de recuerdos.

-Tu madre siempre se quejaba porque no la dejabas dormir. – Dijo Joaquín, quien poco a poco con su manera de hablar tan alta y un tanto brusca llamó la atención de todos incluso de su esposa. – Pero pronto no te conformaste con ello, sino que tampoco a mí me dejabas dormir. – Le dijo comenzando a reír por las noches en las que su esposa lo levantaba motivada por algún antojo.

-¿Por los antojos? – Preguntó Anthony uniéndose a su suegro para continuar con la distracción a su esposa y su suegra.

-¡Por los antojos! – Dijo Joaquín siguiendo a Anthony. - ¿Te ha pasado? – Preguntó a su yerno.

-Me ha pasado. – Respondió Anthony con una respuesta. – Tan es así que no descansé hasta encontrar a un heladero, lo bueno que Don Isaac se compadeció de mí y aceptó acompañarme. – Dijo viendo como su esposa se cruzaba de brazos para hacerle un pequeño reclamo por la manera en la que se había aliado a su padre. Anthony sonrió de nuevo y besó la punta de la nariz de su esposa.

-No se quejen. – Dijo Roxanne ya más tranquila, aquel comentario había funcionado a la perfección. – Eso es el poco trabajo que les toca a los maridos. – Dijo viendo con una sonrisa a su esposo. – Así que tienen que hacerlo sin chistar. – Le dijo nuevamente. Joaquín comenzó a reír por el comentario de su esposa, comentario que siempre le hacía ella desde que esperaban a Candy.

-Tienes razón mi vida. – Dijo Joaquín besando su mano. – Es parte de lo poco que nos toca. – Dijo abrazándola con ternura.

Anthony sonrió ante aquel gesto que veía de su suegro con su suegra, ¿Cómo no tratar él a su esposa de la manera tan tierna, si su suegro trataba con el mismo amor y delicadeza a su esposa a pesar de su forma a veces tosca de actuar? ¿Cómo no tratar a su esposa de esa manera si los vagos recuerdos que tenía de sus padres juntos, era a su padre abrazando y sonriendo a su querida esposa?

-Bien ¿Ya podemos pedir? – Preguntó Stear rompiendo por completo aquella atmósfera melancólica que se había comenzado a formar y si no hubiera sido por Anthony y Joaquín tal vez se hubiera logrado. Toda la familia comenzó a reír, incluso la tía abuela estaba feliz y dispuesta a saborear un helado.

-¡Stear, no le des al niño! – Dijo Patty como reclamo a su esposo, en cuanto vio que el pequeño estaba chupando gustoso la cucharilla con la que Stear tomaba su helado.

-¡Vamos querida! Alan está encantado con el helado de vainilla. – Dijo Stear defendiéndose al haber acercado un poco de helado a su hijo, el pequeño que apenas tenía cuatro meses se había aferrado con esmero al dulce y helado sabor que le daba su padre.

Stear tenía varios días que había aumentado su apetito y era algo que toda la familia había notado, sin embargo él creía que era por el trabajo y las trasnochadas que le hacía pasar Alan, sin embargo aún no se enteraban que tanta actividad física que habían hecho al reanudar sus noches de pasión habían rendido fruto nuevamente.

-¡Vaya hay reunión familiar! – Dijo Terry quien llegaba de la mano de Mack y cargando en sus brazos a su pequeña Julieta. – Buenas tardes. – Saludó a cada uno de los presentes.

-Buenas tardes Terry. – Dijo Anthony feliz de verlo llegar, saludando a Mack y tomando entre sus brazos a la pequeña Julieta quien ya comenzaba a dar los brazos.

La tarde se convirtió en una pequeña fiesta, logrando que el heladero vendiera casi todo su producto, feliz porque era el primer día que salía a vender y creyó que tal vez no le iría tan bien en su venta. Anthony le pagó como si hubieran consumido todo el helado que llevaba y un poco más por haberlo acompañado hasta la mansión y haberlo desviado de su ruta.

-Muchas gracias joven Brower. – Le dijo con agradecimiento al rubio, quien le sonrió agradecido de vuelta.


Las semanas continuaban su curso y pronto Candy dejó de trabajar en el hospital a pedido de su esposo, cada vez la veía más cansada y el peso que representaba su embarazo iba en aumento.

-No es bueno que te esfuerces tanto, princesa. – Le dijo el día que lo habían hablado y a pesar de la negativa que Candy presentaba ella misma sabía que no era bueno para su salud, ya que efectivamente se sentía muy cansada cuando llegaba de trabajar al tener los pies inflamados por estar tanto tiempo de pie.

Roxanne y Joaquín habían apoyado a Anthony en su decisión y pronto no le quedó más a la pecosa que quedarse en su casa para esperar la llegada de su primogénito. Por las noches Anthony se dedicaba a amarla con delicadeza ya que pronto sabía bien no podría hacerlo por un buen tiempo.

Aquella tarde se habían retirado temprano a su habitación, se habían despedido de todos porque Anthony se sentía un poco cansado, era viernes y otro día no trabajaría.

-¿Te encuentras bien? – Preguntó Candy un tanto preocupada por él, se había dedicado a trabajar con mayor entusiasmo para no dejar ningún pendiente a su tío los días que permanecería a su lado.

-Estoy bien hermosa. – Le dijo con una sonrisa, componiendo su cansancio de inmediato. – A partir del lunes me quedaré aquí a tu lado. – Le dijo tranquilamente. Candy abrió los ojos sorprendida, ilusionada pero a la vez sin comprender lo que había decidido.

-Trabajaré desde casa. – Le dijo de nuevo, besando la punta de su nariz. – El lunes iremos con el médico y me quedaré para cuidarte hasta que nazca nuestro bebé. – Le dijo con entusiasmo, faltaban dos meses para que llegara el día y quería estar todo ese tiempo con ella porque no quería que tuviera algún contratiempo. Candy sonrió ilusionada por la noticia.

-¡Anthony! – Le dijo feliz. – No era necesario que lo hicieras. – Dijo de nuevo. – Pero me alegra mucho que así sea. – Dijo a pesar de que tenía a sus padres ahí junto a ella le gustaba saber que su esposo pasaría más tiempo con ella.

Anthony la besó con infinita ternura, recostándola de lado en la cama para continuar besándola mientras poco a poco comenzaba a descubrir su cuerpo, lentamente, con sensualidad y sutileza mientras sus labios comenzaban a recorrer su espalda ya desnuda, disfrutando el calor que su cuerpo comenzaba a desprender por las estimulaciones que él le hacía.

-Creí que estabas cansado. – Dijo Candy con su voz sensual, haciendo a un lado su cabello para que él tuviera acceso a la parte posterior de su cuello.

-Nunca estaré cansado para ti. – Le dijo aferrándose a su cuerpo por su espalda, desnudándose él por completo para recostarse nuevamente detrás de ella y comenzar a estimularla.

Levantó su pierna izquierda con su brazo izquierdo con cuidado, apartándola para tener libre acceso a su zona, entrando poco a poco en ella, con lentitud y cuidado. Candy gimió con recato al tenerlo dentro y Anthony ahogó un gruñido al sentir el calor consumir su zona intima cuando estuvo por completo dentro de ella. – Nunca me cansaré de esto… - Volvió a decir gimiendo en su oído, gemido que despertó aún más el deseo vivo de Candy.

La rubia comenzó a mover sus caderas para anunciarle que podía comenzar a moverse, mientras Anthony se perdía en ese movimiento de su cadera, movimiento sensual y sexy que ella provocaba para que continuara invadiendo su cuerpo.

La manera de hacer el amor había cambiado por completo entre ellos, debían hacerlo con cuidado, de pie e incluso ella sobre él, sin embargo era lento y tierno, pero no por ello dejaba de ser extremadamente bueno para ambos, sobre todo para la rubia quien era la que necesitaba más que nunca aquel tipo de contacto y Anthony feliz la complacía ya que también obtenía ganancia con su entrega.

-Te amo tanto pecosa. – Le decía mientras entraba una y otra vez en ella, sintiendo como Candy se removía al mismo tiempo que continuaba con el movimiento de sus caderas para encontrarlo a él a medio camino.

-Y yo a ti Anthony… te amo… - Le decía Candy gimiendo su nombre, disfrutando aquel contacto que hacía que su sangre se concentrara en el centro de su cuerpo, buscando la manera de que emergiera de ella para terminar una vez más con aquel calor que la consumía por dentro cuando estaba con él.

El clímax llegó una vez más a ellos al mismo tiempo, terminando ambos cansados por aquella demostración de amor que se daban, era verdaderamente maravilloso estar de esa forma con la persona que tanto amaban y ellos habían sabido aprovecharla muy bien.

El lunes por la mañana, llegaron muy temprano a su revisión médica y como era de suponerse el médico les daba las últimas recomendaciones que debían seguir para llegar a un parto tranquilo y sin complicaciones, entre ellas estaba la suspensión completa de las relaciones maritales y eso fue algo que a pesar de saberlo decepcionó a ambos.

-Es algo que ya esperábamos. – Dijo Anthony a Candy como intentando convencerse de ello.

-Lo sé. – Dijo Candy con una sonrisa traviesa, sabía lo que le podía a su esposo hacer eso. – Pero podemos buscar otras maneras. – Dijo Candy apenada con sus propias palabras.

-¿Otras maneras? – Preguntó Anthony un tanto confuso por lo dicho. Candy asintió con el rostro totalmente enrojecido.

-En el hospital nos han dicho algunas maneras… - Decía tímida. Anthony ponía atención a lo que decía. – Para… tú sabes… - Decía Candy apenada. Anthony sonrió ante la timidez de su esposa.

-No te preocupes amor, creo que podré esperarme hasta que podamos hacerlo. – Dijo comprensivo por lo que sabía temía su esposa revelar, él también había escuchado alguna vez de ese tema. Candy sonrió por la manera que él la comprendía, comenzando a caminar hasta el automóvil.

Los días siguieron su curso y aquella tarde Candy se sentía más cansada de lo normal, su peso era extremadamente pesado para su cuerpo, así que decidió irse a dormir temprano en compañía de su príncipe que no la dejaba mucho tiempo a solas.

-Descansa mi amor. – Le dijo besando su frente. – Yo velaré tu sueño. – Le dijo mientras la observaba como lentamente caía en el más profundo sueño.

-Amor, veo a Candy muy cansada. – Dijo Roxanne a Joaquín.

-Tienes razón, yo también la veo muy cansada. – Dijo Joaquín, quien también había visto como su hija se dormía platicando con ellos.

-¿Crees que ya ha llegado la hora? -Preguntó Roxanne con temor, era algo que le había quedado desde el nacimiento de Candy.

-Todavía le faltan algunas semanas. – Dijo Joaquín pensativo. – Sin embargo hay que estar más al pendiente de ella de ahora en adelante. – Dijo de nuevo para tranquilizar a su esposa. – Mañana hablaré con Anthony al respecto. – Dijo mientras caminaban a su habitación para también descansar.

Anthony aquella noche no pudo dormir, se la había pasado pensando en el estado de su esposa, ya que no le había gustado verla tan cansada. Había velado su sueño casi toda la noche, viéndola dormir apaciblemente hasta que el cansancio lo venció entrada la mañana.

-¡Anthony! – Dijo Candy levantándose de pronto al sentir que su vientre comenzaba a sentirse sumamente duro.

-¿¡Estás bien!? – Preguntó Anthony casi de inmediato al escuchar la voz angustiada de su esposa.

-¡El bebé! – Dijo con miedo. Anthony puso su mano sobre el vientre de Candy y sintió lo que ella le decía.

-Tranquila amor. – Dijo Anthony intentando no asustar más a su esposa, sin embargo él sentía que el corazón se le saldría del pecho por la preocupación que sentía.

Anthony se levantó y salió por sus suegros, quienes estaban aún dormidos en su habitación.

-¿Qué sucede? – Preguntó Joaquín, quien fue el primero que escuchó el sonido de la puerta.

-Lo siento Don Joaquín, lo que sucede es que Candy… - Dijo el rubio, mal terminó de decir su nombre que Joaquín salió de la habitación para ir al lado de su hija, seguido de Roxanne quien se despertó apresurada al escuchar la voz de Anthony dentro de su habitación.

-¿Qué sucede hija? – Preguntó Joaquín inquieto. Anthony y Roxanne venían detrás de él.

-El bebé. – Decía Candy visiblemente angustiada. Roxanne fue la que primero tocó el vientre de Candy y pudo sentir la dureza que se reflejaba en su vientre.

-Creo que has entrado en labor Candy. – Dijo Roxanne intentando calmarse.

-Es mejor ir al médico. – Dijo Anthony listo para salir, se había cambiado en lo que sus suegros estaban con la rubia.

-Vamos. – Dijo Joaquín ayudando a Anthony a llevar a Candy hasta el automóvil, mientras Roxanne iba detrás de ellos.

Al llegar al hospital Candy de inmediato fue admitida para una revisión, sin embargo por la hora aún no llegaba el médico que la atendía. Los minutos pasaban lentos para Anthony quien estaba en la sala de espera junto a sus suegros.

-Señor Brower. – Dijo la enfermera que se acercaba al rubio.

-Dígame. – Dijo de inmediato el rubio, necesitaba noticias de Candy.

-El médico ya llegó y en estos momentos está revisando a su esposa. – Dijo la joven que se veía estaba tranquila.

-¿Cómo está ella? – Preguntó de nuevo el rubio.

-En un momento le informaré lo que el médico diga. – Dijo la joven como respuesta, dirigiéndose de nuevo hacia la sala donde estaba Candy con el médico, dejando a Anthony angustiado al igual que a sus suegros.

Varios minutos después que a Anthony y a los padres de Candy les habían parecido horas llegó nuevamente la enfermera.

-Sr. Brower. – Le habló de nuevo con seriedad. – El médico dice que acaba de iniciar el proceso de parto de su esposa, estaremos avisando conforme avance el proceso. – Dijo simplemente y de nuevo desapareció de la sala de espera sin darle tiempo a reaccionar a ninguno de los presentes.

Anthony sentía que su corazón se encogía por la preocupación de imaginarse a su esposa sufriendo como un día había escuchado sufrir a María y a Annie cuando tuvieron a sus hijos, se sentía culpable por no estar junto a ella para animarla que todo estaría bien y poder así darle valor para no afrontar sola el proceso.

-Tranquilo Anthony. – Dijo Roxanne, quien era la que más controlada estaba. – Candy estará bien. – Decía con una sonrisa de lado, le preocupaba su hija, pero sentía que todo estaría bien y debía hacérselo ver a su esposo y a su yerno quienes estaban verdaderamente angustiados por la rubia. Anthony sonrió agradecido a las palabras que le daba su suegra.

Pasaron algunas horas desde que les habían dicho que Candy había iniciado su proceso de parto y aún no tenían noticias de lo que sucedía o lo que había sucedido ahí dentro.

-Anthony. – Dijo Joaquín al rubio, mientras Roxanne había ido por algo para alimentarlo, ya que no había querido moverse de ahí ni un solo minuto. No tengo hambre, había sido su respuesta. - ¿Ya avistaste a tu padre y a los demás de la familia? – Preguntó a su yerno.

Anthony volteó a ver a su suegro como si acabara de pensar hasta ese momento que debía avisar a los demás.

-La verdad que no he tenido cabeza para hacerlo. – Dijo honesto, para él lo más importante era Candy y su hijo y al no tener noticias de ellos se la había olvidado por completo de avisar a su familia.

-No te preocupes, yo tampoco tendría cabeza para más. – Le dijo con una sonrisa sincera. – Yo me haré cargo. – Dijo Joaquín de nuevo para que Anthony se tranquilizara. En eso estaban cuando el médico venía en compañía de la misma enfermera que había salido horas atrás.

-¡Doctor! – Dijo Anthony de inmediato, levantándose para interceptar al médico sin dejarlo llegar hasta ellos. - ¿¡Cómo está mi esposa!? ¿¡Mi hijo!? – Dijo impaciente, mientras el médico le sonreía con simpatía.

-Tranquilo Sr. Brower. – Le dijo con una paciencia que ya quisiera el rubio en esos momentos. – Todo ha salido bien a fin de cuentas. – Dijo tranquilamente.

-¿Cómo están? – Volvió a preguntar con un poco más de tranquilidad, el miedo que había sentido todas esas horas se había convertido en emoción.

-El parto estuvo complicado. – Comenzó a explicar el médico, mientras Roxanne y Joaquín se acercaban a ellos para escuchar su explicación. – La Sra. Brower aún no estaba lista para tener a sus hijos cuando llegó al hospital. – Dijo el médico anunciando de la manera más tranquila que había sido más de un bebé el que había recibido.

-¿Hijos? – Preguntó Anthony emocionado cuando escuchó aquella palabra de los labios del doctor.

-¿No sabía? – Preguntó campante. Anthony negó. – Así es, ha tenido dos hermosos varoncitos. – Dijo con una gran sonrisa. – Felicidades. – Decía de nuevo. – Lo que sucede es que el parto fue difícil. – Volvió a repetir. – Pero después de todo este tiempo pudimos lograr que la Sra. Tuviera a los dos pequeños sanos, el detalle es que tendrán que permanecer en observación ya que nacieron antes de tiempo. – Dijo de nuevo el galeno.

-¿Están bien? – Preguntó Anthony preocupado.

-¡Oh sí! – Dijo el médico con una sonrisa. – Están en perfectas condiciones, el detalle es que al ser prematuros debemos estar más al pendiente de su evolución. – Dijo sin dejar de sonreír. – Permanecerán unos días más en el hospital. – Anunció de nuevo para retirarse momentos después.

-¿Señorita y mi esposa? – Preguntó Anthony a la enfermera.

-Su esposa está descansando, el parto fue complicado para ella. – Dijo la enfermera, con esas palabras volvió la angustia en el rubio, eso y saber que sus hijos debían estar bajo observación lo ponía muy triste. – Cuando despierte podrá entrar a verla. – Añadió la enfermera.

-¿Puede dejar entrar a mi yerno, por favor? – Dijo Joaquín, quien también estaba preocupado por Candy, sin embargo comprendía que Anthony debía estar mucho más inquieto.

-Si me promete que no dirá que yo lo dejé entrar. – Dijo la enfermera con una sonrisa cómplice con el rubio quien le agradeció su gesto.

-¡Gracias! – Le dijo a la joven y a sus suegros, quienes lo veían impacientes porque fuera con Candy a su lado.

Anthony sentía que sus pies se ponían pesados mientras caminaba apurado hacia donde le había indicado la enfermera, su corazón latía acelerado y su respiración era entrecortada.

Continuará…

Hola hermosas, avanzamos y poco a poco llegamos al final de la historia, y no me digan que es muy pronto porque es la más larga que he escrito, las recompense con capítulos muy largos, pero creo que ya es hora de terminarla, espero les haya gustado el capítulo, muchas gracias por leer hermosas como siempre les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.

Mía8111. Hola hermosa, muchas gracias por tus bendiciones y sobre todo muchas gracias por leer, aprecio mucho que estés atenta a las actualizaciones y sobre todo que me dejes un lindo comentario. Igualmente para ti, mis mejores deseos y bendiciones hermosa.

TeamColombia. Hola hermosas que bueno que les gustó el capítulo y sobre todo gracias por estar al pendiente de la historia, les mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones a cada una de ustedes.

Mayely León. Hola hermosa, aquí andamos gracias a Dios, como siempre intentando ser puntual con las actualizaciones. Espero que estés muy bien, tú y toda tu familia, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

Aminaabud. Hola hermosa, con gusto yo buscaría una y otra vez la palabra "despistado" con tal de ver a mi adorado inventor jajaja. En este llegaron los bebés de nuevo y los rubios se vuelven papás. Muchas gracias por leer hermosa, como siempre te mando un fuerte abrazo.

Rose1404. Hola hermosa, muy buena noche. Me alegra saber que tu fin de semana anterior ha sido bueno, espero este sea igual o incluso mejor, lo deseo de todo corazón. Muchas gracias por leer, me alegra que te haya gustado, espero este no haya sido la excepción. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

Julie-Andley-00. Hola hermosa, ha sido de todo un poco en el capítulo, que bueno que te gustó. Gracias por los elogios, espero que este también te haya gustado. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

leh2001. Anthony es un chico completamente fuera de este mundo, lindo y detallista que siempre piensa en lo mejor para su esposa y los demás. La luna de miel para este par creo que será eterna jajaja. También espero que tengas un excelente fin de semana hermosa. Saludos y bendiciones como siempre. P.D. Ya pasamos los 1000! (pensé que no llegaría)

Ster Star. Hermosa! que bueno que te gustó el capítulo, creo que tendrás que volver a leer para que te decidas cual te gustó más? jajajajaja no me molestaría, así como no me molestaría que volvieras a comentar jajaja. Muchas gracias por leer y apreciar cada uno de los detalles, cuando eso sucede siempre es un aliciente para continuar escribiendo. Stear es un amor y no podía dejar de expresarlo al momento del nacimiento de su bebé, ¿Qué te puedo decir? Es un Ardlay jajajaja tierno como ellos solos. Muchas gracias por tu abrazo de oso, te mando uno igual de grande, saludos hermosa y bendiciones. Excelente fin de semana.

María José M. Hola hermosa, que bueno que te gustó el capítulo. ¿Qué te digo? Stear es para mí jajaja así como Anthony es para Candy, Stear me gusta para mí jajajaja aquí se inauguraron como padres los descendientes principales y pues comienza la odisea para ellos. Muchas gracias por comentar y sobre todo por leer. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

Muchas gracias a cada una de las lectoras que se toman la molestia de leer y seguir esta historia, gracias por estar al pendiente de la actualización, les mando mis mejores deseos y mis más profundos agradecimientos.

GeoMtzR.