6: A la miseria le gusta estar acompañada. PARTE DOS.

Estaba adolorido en las piernas, los muslos, y en especial su abdomen. Su crisantemo aún sensible. Parpadeó un par de veces, todavía la bruma de la confusión cegándolo. Largos cabellos negros desparramados por la almohada, fusionándose con los suyos; labios rosas pálido, apenas abiertos y largas pestañas color noche.

¡Vaya! Qué excitante vista. Wei Ying jamás permitió que un cliente se durmiera a su lado. Concluido el servicio, era tan tan, finito. Extraño. Extraño despertar acompañado, extraño el sentimiento confortable y de comodidad que Wei Ying atribuía a Lan Zhan.

Notó que su mano derecha se aferraba con uñas a la túnica del cultivador. Parecía ser que, por cortesía, Lan Zhan había permitido que Wei Ying lo tomara a él como un salvavidas. Por eso se quedó con él. Por lástima, en consecuencia, quedándose dormido por la atribulada actividad.

¿Por qué otra razón se quedaría alguien como Lan Zhan con Wei Ying? Lan Zhan era la viva imagen de la rectitud, la nobleza. La personificación de lo puro y santo. Como buen cultivador que sirve al prójimo, auxilió al pobre prostituto que ha sido drogado.

Repentinamente, apreció la culpa. ¿Qué le ha hecho a Lan Zhan? Se suponía que el día de ayer el cultivador se reuniría con él para esclarecer algunas dudas de su pasado.

No para que lo jodieran.

Riquísimo por cierto.

¡Pero ese no era el punto! Muy pocos clientes han logrado que alcance el orgasmo. Tanto así que podía contarlos con los dedos de sus manos.

¿Por qué tenía que ser uno de ellos tan atractivo, bondadoso, agradable y perfecto como lo era Lan Zhan? ¿Por qué tenía que ser como su tipo?

Qué desastre. La ha cagado.

Empero, lo que era más desconcertante, ¿por qué le importaba tanto lo que Lan Zhan podía pensar de él? ¿Será por la pésima impresión que le dio ayer? ¡Por favor! Lan Zhan sabe que es un prostituto. Se le insinuó un poquito en modo de broma hace apenas dos días y además lo ha visto desnudo. Todo está mal.

Wei Ying es una persona descarada a niveles impensables, era parte de su encanto. Sí, pero incluso si lo es, se lo guardaría por un tiempo ante la persona que le gusta para después mostrarlo con mayor naturalidad. ¡Oh! Así que es eso.

¡Esto es un agonizante desastre! Un problema a la vez, ¡por favor! ¡No quiere morir por segunda vez!

Tan cegador como los rayos del sol, Lan Zhan se despertó.

Wei Ying, comprendiendo abruptamente su realidad y la atracción que emprendía por el cultivador, se encogió como un camarón bajo las sábanas, y dijo:

—Lo siento —¿por qué Lan Zhan no podía ser como otros clientes? Tal vez su vergüenza sería nula, tal vez si no se tratase de él, podría ser igual a otros—. Lo siento, de verdad. No quería que pasara lo que... —Wei Ying titubeó—, bueno, ya sabes. Que pasara eso.

Las bonitas cejas de Lan Zhan se fruncieron.

—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué te encontrabas en ese estado?

—¡Ah! Esas fueron drogas. Son gajes del oficio.

—¿Te sucede seguido?

—No realmente. A veces algunos clientes quieren que el servicio se "extienda" un par de horas más. No lo permito. De hecho está prohibido. Por lo que usan drogas para inhibir cualquier conducta racional de parte de nosotros.

El rostro de Lan Zhan era solemne. Sin embargo, Wei Ying apreció los delineados labios de Lan Zhan apretarse.

—¿Quién lo hizo?

—No lo sé. Pero lo averiguaré pronto. Lamento que te hayas visto involucrado.

Lan Zhan negó.

—Entonces no fue tu culpa.

Wei Ying lo miró apenado.

—No es la forma que esperaba reencontrarme con un amigo. ¿Todo bien?

—Mn, todo está bien, Wei Ying. No te preocupes.

Había tal sinceridad que su corazón se sintió calentito. No sabía la maquinaria que Lan Zhan estaba articulando. Wei Ying no conoce ni recuerda a Lan Zhan.

—Ya que estamos en confianza —pasó fácilmente de página—, ¿no te sientes incómodo de estar aquí?

Dentro de la cama de un prostituto, semi desnudo, con un hombre, pensó Wei Ying. En su cabeza, eso sonó muy "manga cortada".

—No —dijo Lan Zhan—, ¿cómo estás tú?

Los ojos color plata de Wei Ying se abrieron con sorpresa.

—Ya te dije que estoy acostumbrado.

Una vez más, las cejas de Lan Zhan se fruncieron. No sé permitió expresar sus pensamientos.

»No sientas pena por mí. Odio eso. Lo odio mucho«. Wei Ying sonrió en cambio.

—¿Capturaste al fantasma que viniste a exorcisar?

Decidió cambiar el tema para eliminar la compasión cálida en los ojos de Lan Zhan.

—No.

—¿Por qué?

Wei Ying se acomodó en la cama, listo para oír un largo chisme.

—Es escurridizo.

—Así somos todos en Ciudad Fantasma.

—Wei Ying —voz ronca—. Ven conmigo. Yo te cuidaré.

De nuevo la incertidumbre encadenando su corazón. ¿Por qué este hombre estaba tan dispuesto a perturbar su acomodada vida?

—Sé cuidarme solito. Mejor dime a quién estás buscando. Quizá lo conozco.

Después de un incómodo silencio, con voz suave y mecánica, Lan Zhan inició su anécdota. Al parecer, cerca de dos meses atrás en una de las ciudades de Gusu, habían acontecido una serie de homicidios. Seis mujeres se encontraron sin vida en distintas áreas. Tenían en común su juventud y hermosura, sin embargo, el homicidio de dos hijas de una familia acaudalada fue lo que llamó la atención de los ancianos del clan.

Por su parte, Lan Zhan estuvo investigando, determinando que no se trataba de una serie de homicidios comunes, sino más bien que fueron cometidos por un fantasma poderoso y resentido.

Los cadáveres de las mujeres tenía una mordida en la esquina de su cuello como si le hubieran chupado la sangre.

Lan Zhan siguió el rastro, otra joven murió en las afueras de una ciudad, y la última a dos días de un pequeño pueblo de ciudad fantasma. Lan Zhan contó diez homicidio en un mes.

—Pronta resignación a sus familiares. ¿Sabes qué aspecto tiene el fantasma?

—Ojos rojos y pequeños. La nariz como una pera. Alto y muy ágil. Lo he encontrado dos veces. La primera vez fue aquí.

—¿Aquí? ¿Podrá ser que es un cliente del palacio?

—No estoy seguro. Lo perseguí de camino hacia el edificio. Entré siguiendo su esencia resentida hasta llegar a tu...

—¡Ah! ¿Estás insinuando que soy yo?

El rostro ceñudo de Lan Zhan le dejó en claro a Wei Ying que no pensó en esa posibilidad y se negaba a que fuese esa.

—Supongo que no —Wei Ying dio una risa nerviosa—, ¡por eso te veías sorprendido aquella vez! Estabas esperando un fantasma horrible y sanguinario, en cambio me encontraste a mí, ¡ja, ja, ja!

El semblante glaciar de Lan Zhan se mantuvo durante la risa de Wei Ying.

—¡Deberías estar feliz! En lugar de encontrar cobre hallaste oro. Es decir, un viejo amigo.

No hubo respuesta de su acompañante.

—Ejem. La segunda vez que lo atrapaste, ¿también fue cerca del palacio?

Negación.

—Estaba en un establecimiento. Lo perseguí hasta las afueras de la ciudad, pero se desvaneció en una nube gris. Su sangre seguía fresca. Sé que aún permanece aquí.

Wei Ying tuvo una sensación extraña. Un hombre de ojos pequeños. Un latente cliente suyo. Diez asesinatos en un mes. Sentía que le faltaba una pieza del rompecabezas. Se sentó súbitamente, desconcertando a Lan Zhan.

Luego, se dio cuenta. Incomodidad. Incredulidad, una mezcolanza de emociones, una naciente ira. Lo engañó, ¡las engañó a todas!

Comenzó a reírse. No era su característica risa cantarina. Dulce y vibrante. No. Fue una risa exánime. Insuflada de coraje, casi sarcástica.

—¿Wei Ying?

—Dime Lan Zhan —le llamó, interrumpiendo su seca risa—, si yo te mostrase algún retrato de las mujeres fallecidas, ¿las reconocerías?

Lan Zhan observó la mirada taimada de Wei Ying.

—Sí.

—De casualidad ¿fue hace dos noches que lo atrapaste?

—Mn.

Silencio.

—¡Lan Zhan! ¡Vamos, levántate! Tienes que ayudarme.

Wei Ying brincó de la cama.

—¡Necesitamos papel, tinta y pluma! ¡Oh, oh! ¡Tengo que hablar con Bing qing! ¡Muévete, Lan Zhan! Se nos agota el tiempo. ¡Tenemos que visitar algunas amigas!

—¿Wei Ying sabe quién es?

El mencionado detuvo sus danzas por la habitación y le sonrió ampliamente a Lan Zhan. Estaba ansioso.

—Lan Zhan, en estos precisos instantes, la perspectiva que tenía de alguien ha sido revolucionada por ti. Y no sé porqué no me cuesta admitirlo —. Mentiroso. Gran mentiroso—. Me siento engañado. ¡Estoy feliz! Y enojado. Sin embargo, si todo sale bien, más de uno saldrá beneficiado de esto, Lan Zhan, te lo garantizo.

Lan Zhan dio una profunda mirada.

—Tienes un plan —Lan Zhan se levantó de la cama con tal gracia que se asemejó a una deidad del invierno.

—¡En efecto, ¡a trabajar!

Dos horas más tarde, Wei Ying estaba vestido con su mejor hanfu rojo, tenía un cinturón plateado que acentuaba su delicada cintura, maquillaje natural, labios rosas como flores de cerezo y usaba una corona que dejaba al descubierto su rostro y orejas.

Algunas luciérnagas esparcidas por su habitación, siendo la única fuente de luz.

La puerta se deslizó. Con pasos lentos, el señor MinLing entró al cuarto, sorprendido por el surrealista ambiente de Wei Ying iluminado por varias luciérnagas.

—Qué gratificante bienvenida.

—No hemos tenido una cita decente, señor MinLing. La decoración va por parte de la casa.

El señor MinLing se acercó a Wei Ying y lo abrazó con grato deseo.

—Wei Ying, mi amado Wei Ying. Tengo tanto que contarte.

—A mí me encantará oírte.

Con Wei Ying podía estar seguro. Sorisa risueña en los apetecibles labios.

—Mi amor, estoy ansioso de recibir tus atenciones. Sin embargo, me temo que tengo terribles noticias.

—¿Si?

—Dime Wei Ying, ¿te haz acostado con alguien el día de hoy?

El rostro de Wei Ying mostró consternación. ¿Él? ¿Un prostituto? ¿Acostado con alguien? Se rio irónico.

—¿Hoy? Permíteme pensar —e hizo como si estuviese pensando con rigor.

—Wei Ying. No estoy jugando, hablo enserio.

Wei Ying vio el rostro depresivo del señor MinLing, parecía un alma en pena. Wei Ying bufó por su tontada.

—Eres el primero esta noche.

Apareció una sonrisa de satisfacción.

—Wei Ying, huye conmigo —MinLing apretó ambas manos de Wei Ying—, un cultivador me está persiguiendo. Quiere matarme. He arreglado todo, sólo me faltas tú.

Wei Ying apartó sus manos del fantasma.

Sonrió, sin embargo, el brillo no llegó a sus ojos.

—Las últimas dos veces que vinistes estabas sangrando. ¿Se debió a ese cultivador que intentó eliminarte?

—Sí...

Wei Ying acarició con ternura el cabello castaño del señor MinLing.

—Pobrecito MinLing, ¿puedo saber por qué te está cazando?

El señor MinLing se recostó en la rodillas de Wei Ying.

—S-sólo, es que... Necesitaba la sangre, ¿entiendes? —le dijo sin dar mayor información, sin ahondar en el tema—, no importa.

—¿La sangre, señor MinLing? —el hermoso fantasma siguió mirando a su cliente.

—Somos fantasmas, Wei Ying, algunos hacemos cosas porque necesitamos hacerlas, ¿no?

—¿Está diciendo que usted mató a alguien?

El cuerpo de MinLing se tensó.

—Somos fantasmas. En ciudad fantasma se cuida cada quien a su manera —este se giró, admirando el rostro de Wei Ying—, he tenido que asesinar para sobrevivir.

Este último mes me he pasado un poco la cuota. No mato más que una persona al año, fui descuidado, por eso necesito huir.

—Tienes razón, en ciudad fantasma, nos cuidamos a nuestra manera. A quien están persiguiendo es a usted, señor MinLing. ¿Qué tengo que ver en sus asuntos?

Los ojos del señor MinLing ardieron en furia al oírle.

—Porque me amas. Y yo te amo. Somos el uno para el otro.

—¿En qué momento le di a entender eso?

Los ojos del señor MinLing se inyectaron de sangre. Su iris apenas un punto negro.

—No juegues conmigo, Wei Ying. ¿Qué no es, si no amor, lo que sientes por mí? Tus señales siempre fueron claras. Las sonrisas, las bromas, tus caricias...

La única persona que no lo juzgó con la mirada o tembló de miedo.

—Yo —Wei Ying sonrió— sólo cumplía con mi deber.

—¿A qué te refieres?

Las caricias pararon.

—No iré con usted a ningún lado, señor MinLing.

Wei Ying se levantó, deslizó la puerta de su habitación en un azote.

—He visto a un cultivador rondando por la ciudad, debería tener cuidado. Gracias por venir.

—¿¡Wei Ying!? No puedes hacerme esto. Lo eres todo para mí. Te amo tanto que incluso gasté todos mis ahorros para comprar una pastilla del amor y que ambos tuviéramos un hijo. Pero ese cultivador... Arruinó mis planes, Wei Ying, cielo, recapacita. Piénsalo mejor.

Risa seca. ¡Ah! ¡Fue este hijo de puta quien lo drogó! ¿¡Lo quería engatuzar con un hijo!? ¿Pretendía que él fuese la madre? ¡No, no, no! Si iba a tener hijos en un futuro sería con un hombre guapo, no con una ardilla, ¡sólo así él sería capaz de dar a luz unos hijos!

—De acuerdo a las normas del Palacio Flor de Loto, usted será expulsado, señor MinLing.

MinLing se quedó estático, no creyendo sus palabras. ¿Wei Ying no le quería? ¿No era amado? Sintió que una serpiente se subía por su espalda, pánico.

Por impulso, el señor MinLing agarró el colgante con la borla pintada de morado que descansaba olvidada en el tocador de Wei Ying. La respiración de Wei Ying se aceleró de golpe, su rostro se retorció a medida que el señor MinLing apretaba el colgante.

—Me lo dijo Li, esta es tu alma.

Lo apretó en un puño y Wei Ying se sostuvo el pecho como si le hubieran atravesado una aguja en el corazón.

Corrió hacia la campana de emergencia para pedir ayuda, no obstante, el señor MinLing apretujó con ahínco la borla. Algunas grietas asomándose por el artefacto.

—Maldito... —dijo con dificultad el joven fantasma. Lágrimas saladas bajando por sus mejillas—, ¡en definitiva hubieras sido un mal padre!

—¿Vendrás conmigo?

—Púdrete.

—Me decepcionaste, Wei Ying. Yo de verdad te amaba.

—Pues qué culero amor.

Wei Ying escupió los zapatos de MinLing.

Entonces, el colgante se volvió polvo en las manos de MinLing.

Pasaron dos años desde que Wei Ying empezó a trabajar como prostituto y su relación con madam Jia Li se estrechó.

—Él tiene tu alma, ¿cierto? Por eso no puedes irte ni dejar este lugar —Wei Ying permitió que madam Jia Li peinara su cabello esa noche.

Wei Ying necesitaba conocer un poquito más a la persona por la que se había atado la soga al cuello. Hizo algunas preguntas en el pasado, madam Jia Li le confesó que el señor MinLing era su hermano, que al momento de convertirse en fantasma fue el primero rostro que vio. También que sólo podía viajar ciertos días fuera de ciudad fantasma y tenía que regresar obligatoriamente al Palacio Flor de Loto. Le mostró sus tatuajes, demostración de su maldición que la ataba al prostíbulo. Así, con lentitud se fueron revelando los secretos.

Para Wei Ying ya no era suficiente con saber que ella era "buena".

—Sí. Sé dónde la esconde, mas no puedo tocarla.

—¿No quieres que la consiga por ti?

Las acciones de madam se detuvieron. Sonrió melancólica.

—La cosa que estés planeando, deténla. No necesito que me salven, ¿de acuerdo? Preocúpate por proteger tu propia alma, la tienes expuesta al exterior... Como si fuese un... no sé, ¿no te apena?

—¡Ja! ¿Mi alma? ¿Quién pensaría que esa cosita fácilmente olvidable es mi alma?

—Eres muy descuidado, No puedes dársela a nadie, ¿entiendes? La única manera de eliminar a un fantasma como tú es si alguien la destruye.

—Escuché que los fantasmas le dan su alma a las personas que aman, sus amados los terminan traicionando y al final mueren.

—¡No permitas que nadie la tome!

—¿Por qué no dices las cosas de frente? Temes que el señor MinLing la robe. ¡Descuida! Lo tendré tan hechizado con mi lindura que no podrá molestarte. ¡Yo te protejo!

Una sensación incómoda se plantó en el pecho de madam Jia Li.

—Gracias, Wei Ying.

No es que Wei Ying no entendiera. Ante los ojos de madam Jia Li, su propio mal era su hermano, no estaba en sus planes eliminar alguien de su sangre.

Wei Ying no puede desobedecer las órdenes de madam Jia Li, está en su contrato. El empleado debe subordinarse al jefe. ¿Qué podía hacer para que las tres partes —madam Jia Li, el señor MinLing y él— estén satisfechos?

Wei Ying tomaba las decisiones más drásticas que su cabeza lograba rescatar, sí, pudo tomar una decisión razonable, una en la que él no se sintiera tan insatisfecho. Pudo haber escapado del Palacio y dejar a su suerte a madam, pero, no concebía la idea de dejar a alguien sufrir cuando tuvo la posibilidad de salvarlo. No estaba en su lista de opciones la autopreservación, la frase "primero tú y después tú" la consideraba egoísta.

No quería que madam Jia Li muriera. No quería ser propiedad del señor MinLing. No deseaba entregar su libre albedrío.

Tenía que devolver la mano amiga que le habían tendido.

En ese momento, ser prostituto sonaba la opción más factible.

Era un sacrificio justo, ¿por qué la sensación de insatisfacción?

Las manos de madam temblaban.

Wei Ying cayó sobre la cama. Lo mató. El señor MinLing mató a Wei Ying.

MinLing sintió una presión en el pecho. Su mundo dando vueltas.

Las cortinas bailaron salvajes a culpa del viento. Antes de que pudiese asimilar sus actos, sus horribles actos, una espada exquisita, delicada y resplandeciente atravesó su pecho. MinLing vio la mirada oro del perpetrador que lo había estado hostigando estos últimos días.

El movimiento fue silencioso, rápido y conciso. No tuvo tiempo de verlo venir.

La espada vibró, ondas azules se extendieron por la habitación, luego el señor MinLing cayó al suelo, sus piernas se disolvían en arena. Cuando su cabeza estuvo apunto de desaparecer, una luciérnaga, la más grande y brillante se plantó en su nariz y tildó luz.

—Ja, ja, adiós Jia Li.

Despareció.

Las luciérnagas brillaron.

Cuando Wei Ying conoció al señor MinLing, creía que era un pobre hombre que no convergía con la sociedad, por lo que no pudo evitar sentir lástima por él y tratarlo como a un niño, era tan inútil que venía a visitar a madam Jia Li para exigir dinero.

¿Quién diría que este patético hombre era el malnacido quien asesinó a sus compañeras prostitutas, quien se osó a drogarlo, intentó embarazarlo y manipularlo? ¡Ahg! ¡Qué furia!

Ya no está.

Un par de formidables manos lo tomaron de los hombros y él sonrió.

—¡LAN ZHAN, LAN ZHAN! ¿CÓMO ME SALIÓ? ¡¿Fui realista?! Creo que debería dedicarme a esto.

Las esquinas de lo labios del cultivador se levantaron y asintió en respuesta. Algunas luciérnagas bailaron, algunas otras se apagaron lentamente hasta extinguirse y desaparecer, y otras se convirtieron en bellas mujeres, incluyendo a madam Jia Li.

Algunas chicas no podian creer que su asesino siempre fue el señor MinLing. Por eso el miedo irrazonable. La pesadilla ha pasado.

Madam Jia Li miró a los ojos a Wei Ying, casi preguntado "¿y ahora qué?", Wei Ying también le miró con la misma intensidad. No lo sabe, de su parte, estaba seguro que iba a averiguarlo.

—Oye, Lan Zhan, ¿por qué no me platicas quién es ese Wen Yuan? —Wei Ying arrastró a Lan Zhan a la salida, alejándose del palacio Flor de Loto.

—Será un placer —coincidió el cultivador.

Por hoy no se preocuparía por el desenlace de alguien aparte de él. Solo por hoy no quiere ser un héroe. Wei Ying quiere saber quién fue y averiguar qué hará a partir de ahora.

Lan Zhan lo acompañó a cualquier parte durante un mes. Le contó su primer encuentro, sus bromas de juventud, su historia, una guerra y la pérdida de personas a las que quería. Que su nombre de cortesía era Wei WuXian. De los Wen y Wen Yuan. Le contó sobre "el patriarca Yiling" y su trágico final, con respeto y delicadeza. Wei Ying sintió que la historia era ajena a él, como un libro que se lee. Como si Wei WuXian y el patriarca Yiling fueran personajes de una obra de teatro.

Una noche antes de que el mes concluyera, Wei Ying le dijo a Lan Zhan que a partir de mañana, él continuaría su viaje solo.

—Wei Ying. Pero...

—¡Nada de peros! —Wei Ying bebió de su cerveza, estaban en un local cerca de la secta Qinghe Nie—, desde tu llegada, mi vida se puso patas arriba. ¡No digo que sea malo! Es sólo que... Lo que creía que era verdad resultó ser una mentira. Si quiero seguir adelante de la forma en que estoy, yo...

Lan Zhan aspiró renuente a dejarlo.

—Necesitas procesarlo —soltó el cultivador—. Yo entiendo.

Wei Ying sonrió satisfecho. Esa noche fue un poco loca. Invitó a Lan Zhan a beber, ¿quién se duerme con un traguito de alcohol y luego se pone borracho?

Cuando los primero rayos del sol emergieron del horizonte, Wei Ying se despidió de Lan Zhan con un abrazo.

—¡Lan Zhan, Lan Zhan! ¡No me busques, yo te busco! —prometió.

La promesa se cumpliría, regalando desviaciones de qi a más de un cultivador del clan Lan.

F I N

Mini teatro:

Melodramatico reencuentro de Wei Ying con Lan Zhan.

*Wei Ying con una rosa en sus labios.*

Wei Ying: hola wapo, ¿a qué hora sales por el pan?

Lan Zhan: a las dos de la tarde.

¡Falta el epílogo!

Spoiler: cómo arruinar una cita.

Por favor téngame paciencia.

¿Qué les pareció?

Por si lo olvidaron, esta historia es Mpreg, por si no les gusta —lo cuál es respetable—, les recomiendo dejar la historia hasta aquí.

¡Adiós, adiós! ¡Nos leemos pronto!