Brisa de mar
Capítulo 2
Izuku suelta una risita que le remese el abdomen.
¿Cortejo?
¿Acaso alguien seguía usando esa palabra?
Estaba seguro de habérselo oído decir a Shoto alguna vez, que ese alfa tan distinto en clases sociales hubiera elegido esa palabra con precisión, solo le dejaba en claro que era el destino quien les había hecho encontrarse.
–¿Y qué le respondiste?
–Que estoy comprometido.
–Tan rápido lo rechazaste –hace un puchero triste.
–¿Cómo podría aceptarlo? Estoy comprometido –repite nuevamente.
–Al menos conocerlo.
–¿Con qué fin?
–No lo sé –finge pensar– Tal vez... ¿Enamorarte?
–Estoy comprometido. –reitera, con expresión cansada de que el mensaje no le llegue a su amigo.
Izuku suelta un suspiro. No dice más, continúan el camino por el mercado de la zona, debe entregar unas verduras a un restaurante cercano.
El tema no vuelve a tocarse, sabe que la posición de su amigo no cambiara y es que ambos pertenecen a mundos distintos. Izuku no viene de una familia adinerada, sino de una que trabajaba la tierra. Sus padres jamás le hubieran obligado a engatusar a un alfa de renombre, mucho menos, imponerle un noviazgo, ellos fueron felices permitiéndole escoger y se quedaron tranquilos luego de que eligiera a Kacchan.
Algo que quisiera para Shoto, es que encontrara el amor de la misma manera en que él lo halló en Katsuki.
Incluso, no le importaría que fuera como su hermano, Touya, cuando huyo con su mejor amiga.
–¡Hey!
–No –Shoto murmura bajito al ver al alfa del día anterior agitar el brazo a unos metros de ellos, acercándose entre la multitud.
Izuku ve su aspecto y le reconoce como el alfa del que le ha contado minutos atrás. Ríe de ver la incomodidad en su amigo contrastando con la energía del otro.
Tan opuestos.
–Solo háblale un poco. –susurra.
–Imposible.
–Hola. –Inasa saluda cordial ya a su lado.
–Adiós –se despide de Izuku, ignorando al alfa.
Se da la vuelta, caminando calle arriba. Da pasos largos, golpea hombros del resto de personas que a esa hora se aglomeran en el mercado.
–¡Espera! –le toma de la mano.
–No me toques –jala de su brazo con fuerza. Inasa alza las manos– no puedes hacerlo.
Continúa caminando.
Los pasos del alfa siguen tras él. Shoto los oye ahí, constante. Entra a una callecita, que le lleva a un intrincado laberinto de pasajes.
El alfa mantiene el paso tras él.
–Deja de seguirme.
–Solo quiero que hablemos.
–No puedo hablar contigo.
–¿Por qué?
–¿Por qué?... Porque soy un omega emparejado, no puedo hablar con alfas.
–¿Emparejado? No veo una marca en tu cuello –comenta haciendo énfasis con un dedo que roza la nuca del omega.
Shoto siente un escalofrío que le recorre la espalda entera ¿Cómo ha osado tocar su nuca? Frunce los labios, se exaspera y voltea molesto, empujando la mano que el alfa aún mantiene sobre su piel. En el movimiento, también golpea a otro alfa que pasa por el lugar, haciéndole derramar su vaso de cerveza.
En su afán de huir, ha entrado por la callecilla de las cantinas.
Ahí donde hay muchos ebrios y la prostitución se abre paso en los rincones.
–¿Qué tenemos aquí? –dice el hombre ebrio, sujetándole el mismo brazo que le hizo derramar su cerveza encima– no estarás pensando huir y dejarme así, ¿No?
–Suéltalo –se entromete Inasa.
–No es asunto tuyo, largo.
–Suéltalo. –repite, sus feromonas flotan en el aire. Shoto las siente, el alfa huele a mar y aunque se confunden con la brisa que llega de la costa, siempre mantiene las notas de alfa en ella.
–¿Qué sucede?
Shoto ve como se acercan más personas, todas ebrias, amigos del que le sujeta, supone.
Lo último que quiere es ocasionar una pelea, un escándalo donde recalquen el motivo por el que él, un omega, estaba en un lugar como ese. Respira hondo, dispuesto a disculparse y pagar por la ropa del hombre de ser necesario, pero antes que formule sus disculpas, llega el golpe de Inasa al alfa que le mantiene sujetado.
–¡Corre! –grita a la par que le toma de la mano.
Los gritos embravecidos no se hacen esperar tras ellos. Algunos vasos salen aventados, golpean los muros, el líquido le salpica los pies y el fuerte aroma a cebada colma su olfato. Shoto no se detiene, aun si trastabilla en el camino de tierra, presiona fuerte la mano de Inasa, temeroso de caer y que la turba le tome preso.
Suben escalones improvisados hasta la calle que lleva a la colina. Cuando no hay más ruidos y sienten que nadie les sigue, se detienen. Shoto apoya una mano en el muro de una casa, la otra va a su cintura; respira ahogado, el pecho agitado de más. No corría así desde que dejó de jugar con Izuku y Katsuki en la escuela básica.
Una carcajada rompe el silencio. Inasa ríe ahogado mirándolo. Se aproxima a él y frota la manga de su camiseta en su frente, secando las gotas de sudor.
–No hagas eso –da un paso atrás, acomoda su cabello– Debo irme. –anuncia Shoto, retomando el camino.
De esa calle hacia su casa está cerca. Sin embargo, es detenido por un tirón suave en la manga de su yukata.
Mira sobre el hombro.
–Te defendí, ¿Puedo pedir un agradecimiento al menos? –Shoto no responde, lleva los ojos a donde su mano le está sujetando la tela. El alfa comprende y le suelta. – Solo quiero saber tu nombre.
El omega da la vuelta, agita el cabello recibiendo la brisa fresca y continua su camino.
–Todoroki Shoto – murmura bajo, pero lo suficientemente audible para que el alfa lo sepa.
...
–¿Entonces...?
–¿Entonces?
Izuku rueda los ojos.
–Le disto tu nombre ¿Y? ¿Qué dijo? ¿Te invito a salir?
–¿Por qué lo haría?
–Porque aceptaste su cortejo.
Su vista se pierde entre los tomates que vende Izuku.
¿En qué momento hizo eso?
–No acepté, le di mi nombre por cortesía, eso es todo. Estoy comprometido, Izuku.
–Ahí vas otra vez –resopla fuerte– Sabes, antes de que aceptara a Kacchan, anduve con otros alfas. Estoy seguro de que para Kacchan fue igual. No puedes simplemente aceptar un compromiso y ligarte a alguien para siempre sin haber conocido el mundo, Shoto.
–No es correcto.
–Tenya es un alfa. Está solo, en un país extranjero, ¿Crees que no ha salido con otros omegas?
–Tú lo has dicho, es un alfa, yo un omega.
–Muy bien, lo intente –se pone de pie– El día que estés marcado, criando a diez hijos y aburrido de solo haber conocido a un alfa en tu vida, te acordaras de este día. Ahora, fuera, que las verduras no se venden solas.
Izuku agita las manos alejando a su amigo del puesto de verduras. Shoto se retira sin oponerse. Sale calle arriba, de regreso a su casa, en el borde del peñasco que colinda con el mar.
No puede creer lo que Izuku le ha dicho. Ellos se han conocido en la escuela y sí, en algún momento le ha visto ser cercano a otros alfas, pero jamás hubiera imaginado que entre ellos hubiera sucedido algo más que amistad. Es decir, su relación con Katsuki tiene poco más de un año, pero ambos se conocen desde niños, desde bebés. Solo supuso que lo suyo habría sido algo pactado desde siempre.
Pactado, una forma distinta de llamar un contrato.
A veces olvida que no todo el mundo se rige bajo las reglas de su familia.
La brisa bate su cabello y la tela extra de su yukata. Siente el mar en su nariz y con ello, el recuerdo de Inasa la tarde anterior, cuando sintió su aroma potente. Observa el horizonte, desde esa altura en la colina, puede ver los barcos flotando en el mar, otros atracados al muelle. Intenta adivinar cuál será el de él y un malestar le recorre.
Porque es un omega comprometido y no debería pensar siquiera en otro alfa cuando hay un contrato de por medio en donde se le entrega su vida a otra persona.
El resto de sus años, al lado del alfa que eligió su padre.
"–Tenya es un alfa. Está solo, en un país extranjero, ¿Crees que no ha salido con otros omegas?"
Mentiría si dijera que nunca ha pensado en ello, mucho menos, que ha barajado fuertemente la posibilidad que sea cierto. Pero Tenya es un alfa y ellos tienen permitido todo, incluso asistir a burdeles a entretenerse; no necesariamente por sexo, solo una conversación o ver los shows de baile y canto.
Pero sigue siendo burdeles, donde omegas y betas coquetean con ellos.
Para él, aquello seria inimaginable. Poner un pie en un lugar de esos, seria únicamente para quedarse ahí dentro.
"–El día que estés marcado, criando a diez hijos y aburrido de solo haber conocido a un alfa en tu vida, te acordaras de este día."
Cierra los puños, labios fruncidos.
Traga hondo y da la vuelta, calle abajo, hacia el malecón. Izuku tendrá la culpa de lo que resulte de esa decisión, por meter ideas que no debería en su cabeza.
A cada paso que da cuesta abajo, el cuerpo le tiembla de los nervios y en más de una ocasión, sus pies se resbalan en el camino empinado de tierra. No cae, pero llama la atención de algunas personas, lo que termina por aumentar sus nervios de ser visto.
Cuando llega a la calle empedrada que dibuja al malecón, respira hondo. Se tranquiliza pensando que nadie tiene idea de lo que hace ahí más que él. Observa los asientos de madera ocupado por parejas y amigos que conversan. Otras personas solo van de paso y algunos niños juegan corriendo de un lado al otro. Intenta tomar el valor que necesita, el cual no es mucho, pues sabe que, con caminar, es suficiente para que capte la atención de quien quiere.
Y también sabe, que aquello está mal.
Un omega emparejado no debe salir con otros alfas, sería una falta de respeto... Aunque, por otro lado, como dijo Inasa, él no tiene una marca, solo es un compromiso.
Y hablar con un alfa no debería ser tan malo si incluso Izuku lo ha hecho.
Exhala suave y da el primer paso en la calle más llamativa de la ciudad. Mira muy casual todo lo que sucede a su alrededor sin prestar verdadera atención en ello, solo pierda la mirada entre la vía y el mar.
Nada sucede, su corazón empieza a calmarse.
Quizás, ha partido ya lejos. Total, es un hombre de mar, nunca permanecen mucho tiempo en un mismo lugar.
Vuelve la vista al camino, avanza pateando una piedrita lo que queda del trayecto. Al llegar a la siguiente calle, subirá de regreso a casa. Podrá decirle a Izuku que lo intentó y no funcionó, ya no es culpa suya el no poder conocer "el mundo".
–Shoto –Oye su nombre en esa voz profunda que, aunque ha oído solo dos veces antes, la reconoce.
Mira hacia su derecha, en el bote blanco de líneas azul y roja. Inasa está de pie ahí.
Shoto hace una reverencia suave en saludo. El alfa sonríe.
–¿Qué haces por aquí?
–Paseo.
–¿Estas libre? Quiero que veas algo.
Shoto observa alrededor, las personas van y viene sin prestar mucha atención. No sabe si alguien note su presencia o pase desapercibido. Seria arriesgado que alguien lo vea ahí.
–Ven. –Le llama, esturando una mano en invitación.
Y él la toma.
–Deja los zapatos o podrías resbalarte.
Deja sus geta tradicionales de madera en el muelle y sube descalzo al navío, sin soltar la mano de Inasa. El barco se remese de lado a lado, es suave, pero suficiente para desestabilizar a un novato.
Camina por el costado hacia la proa, ahí donde el barco se vuelve un triángulo muy agudo. Ve el mar de cerca. Nunca ha estado a ese nivel antes. Conoce de una playa cercana en donde algunas personas van a bañarse, sin embargo, él nunca ha ido. Los omegas no deberían exponer sus cuerpos ahí, dijo su padre cuando Izuku lo invito una vez.
El agua se ve tan cristalina y refrescante que, piensa, quizás algún día pueda bañarse en ella.
–Mira hacia allá –Inasa señala no en dirección al horizonte, sino hacia su izquierda, a la cima de la colina, en el barranco.
A su casa.
–Todas las mañanas desayuno en este lugar, porque puedo verte salir al balcón.
Shoto traga hondo, oyendo las olas romper en el cuerpo del barco. La brisa salada mueve su yukata.
¿Alguna vez alguien se ha interesado así en él?
–Debo irme –la cordura vuelve a él en el instante que su corazón se emociona por la declaración. Suelta la mano de Inasa y camina de regreso al muelle.
–Espera –Le sujeta antes que resbale por el movimiento del agua –¿Por qué siempre huyes? –Shoto entorna los labios– Oh, sí, sí, comprometido. Ya recuerdo.
Ríe.
–Suéltame, por favor.
–No –sujeta con más fuerza su mano –y no confundas esto, no quiero tocarte, pero es deber de un capitán velar por la seguridad de su tripulación.
Shoto no discrepa aquello, tampoco quiere caerse al mar. No es así como ha imaginado algún día bañarse en esas aguas.
Con la ayuda de Inasa llega hacia la popa y baja despacio hacia el muelle.
–¿No merezco un agradecimiento por ayudarte a no caerr al agua? –pregunta tanteando la misma suerte de la ultima vez. Shoto continúa colocándose las geta– ¿Estás libre esta semana?
Es obvio hacia dónde se dirige esa pregunta y su respuesta debería ser la misma que ha dado durante esos días. Ya salió de su zona de confort por un instante, hizo algo que no debía al estar en ese barco a solas con un alfa, dejo que su corazón se emocione con el interés de Inasa; ahora es momento de retomar su vida.
–El sábado estoy libre –pero es precisamente por todo eso, que simplemente no puede.
Sabe que aún hay más por conocer en su vida.
Continuará...
Nota de la autora:
Uní dos capítulos y espero no estar yendo muy rápido.
Aclarar que las Geta son las sandalias de madera tradicionales japonesas. También que el "Debo irme" de Shoto será la frase del fic jajajaja no se cuantas veces la tengo repetida en lo que llevo el borrador.
Siguiente capitulo, la primera cita... chan, chan, chan...
