Le sacaron de clase el quince de diciembre. No olvidaría nunca la cara de McGonagall cuando Slughorn entró en su clase y le dijo algo al oído. Se veía descompuesta, un gesto que tardaría muchos años en volver a verle.
— Señor Snape, acompañe por favor a su jefe de casa.
Lo supo, supo de inmediato que a su madre le había ocurrido algo. Recogió sus cosas rápidamente y salió tras el compungido profesor de pociones. Antes de salir, sintió la mirada de Lily clavada en su espalda.
Caminaron en silencio hasta la oficina de Dumbledore. Al entrar, se encontró con una mujer con uniforme de auror, el director y madame Pompfrey.
— Buenos días, Severus. —El director se puso en pie para recibirle e indicarle un asiento junto a la sanadora— Lamentablemente, esta oficial no es portadora de buenas noticias.
La auror Sakelby se aclaró la garganta antes de comenzar a hablar, con la mirada ligeramente por encima de la cabeza de Severus.
— Siento comunicarle que anoche nos fue reportado, desde la policía muggle de Cokeworth, el fallecimiento de la señora Eileen Snape. Al parecer, ayer por la tarde varios vecinos denunciaron gritos y golpes en su domicilio y, cuando se personaron en el domicilio encontraron a la señora Snape sin pulso a consecuencia de diversos traumatismos. El señor Tobías Snape fue detenido allí mismo y acusado del homicidio de su esposa. Al tratarse de un muggle, será su justicia la que se haga cargo.
En el despacho se hizo un denso silencio. Severus no podía reaccionar, hasta que sintió la mano de Poppy en su espalda y vio sus ojos azules llenos de lágrimas.
— La auror Sakelby ha tenido a bien recordarnos que te falta aún un mes para ser mayor de edad. Como responsable de ti durante el curso escolar, he solicitado que nos dejen nombrar a una persona que te acompañe a través de los trámites que sean necesarios. —Dumbledore le miró sobre sus gafas, señalando el pergamino que tenía sobre la mesa— Poppy se ha ofrecido.
Escuchó a los adultos hablar, pero su cerebro dejó de asimilar nada. Supo que se levantó y caminó, acompañado de Pomfrey y de Slughorn, hasta la enfermería. El olor del té le sacó de su estupefacción y observó la oficina de la sanadora como si saliera de un sueño.
— Lo siento muchísimo, Severus.
Miró a Poppy, entumecido. Los ojos azules se veían más bordeados de arrugas que la última vez que había estado allí mismo, sentado delante de una taza de té. Mecánicamente, tomó la taza y se la llevó a los labios.
— Conocí a tu madre bastante bien —Poppy consiguió esbozar una sonrisa triste—. Estudiamos juntas, aunque en casas diferentes. Coincidimos en el club de Gobstones.
Siguió bebiendo, sin levantar la mirada, en modo automático, hasta que unos pasos apresurados y una llamada le hicieron levantar la cabeza.
— ¡Severus! ¿Qué ocurre?
Clavó los ojos en Poppy con una pregunta en la cara.
— Le mandé una nota diciéndole que estabas aquí y lo necesitabas. Os dejaré solos.
Y salió apresurada de la oficina, cerrando la puerta tras ella. Regulus dejó sus libros sobre la mesa y se acercó a sentarse junto a su amigo.
— ¿Quieres contarme?
Los ojos de Severus estaban brillantes cuando se levantaron de nuevo a mirarle.
— Mi padre asesinó ayer a mi madre.
Regulus se echó hacia atrás en la silla como si le hubieran golpeado en la cara.
— Salazar bendito...
Intentó mantenerse a distancia, respetar el espacio de Severus, pero no pudo. El rostro de su amigo estaba descompuesto por la pena, pero necesitaba desahogo. Agrandó la silla mágicamente y se sentó pegado a Severus, quitándole suavemente la taza de la mano.
El contacto de la cálida mano de Regulus sobre su nuca rompió una compuerta. Se abrazó a sí mismo y comenzó a llorar desconsolado. Sintió un brazo pasando sobre su hombro, permitiéndole apoyarse contra un pecho y sentir que no había ningún mal en llorar a gritos, porque había perdido a su madre.
