Brisa de mar


Capitulo 8


Una cortina de culpa y vergüenza le ensombrece los días siguientes, impidiéndole verse con Inasa. Si Shoto rumia lo suficiente los últimos eventos en su vida, caería en cuenta de que todo es una cadena de malas decisiones que ha tomado inconscientemente. Sin embargo, es el último acontecimiento el que activa en él las alarmas e inicia una serie de recuerdos.

Una suerte de suciedad se le impregna en la piel y es incapaz si quiera, de comer al lado de su familia y verlos al rostro. Las palabras de su maestra en la escuela no han dejado de revolotean en su mente. Un omega que mantiene relaciones fuera del matrimonio, es un ser sucio al que los alfas solo usarían. Tan igual a un omega de burdel. Si en algún momento Tenya supiera de aquel desliz con Inasa, no habría duda que rompería su compromiso, incluso el matrimonio ya consolidado de ser preciso.

Y aquello terminaría por completo con su reputación. Shoto sabe que su familia le repudiaría y no habría alfa que lo quisiera.

–¿Shoto? –sale de sus pensamientos al llamado de su madre. La omega le mira con intriga y luego, señala a lo alto– no llego a esa rosa.

El menor se acerca cuidadosamente al arbusto. Aun si es pequeño en relación a un alfa, es más alto que su madre y siempre ha ayudado en las tareas en que la mujer no puede llegar por su tamaño.

Toma la rosa y la corta para ella.

–Gracias.

Las manos delicadas de la mujer quitan las espinas de la flor, una a una, con mucha paciencia. Shoto se mantiene a su lado en el jardín, incapaz de dejarla sola, como siempre lo está.

Sola, encerrada en casa.

De pequeño ha sido muy pegado a ella, sujetándole siempre del kimono de un lado a otro, corriendo tras de ella cuando desaparecía un instante de sus ojos. De grande, aquello había menguado, junto a los ánimos de la mujer; que inestable, empeoró tras la partida de Natsuo y las habladurías en la ciudad sobre el hecho.

La vivacidad de ella se había ido apagando de a pocos y ahora, siendo mayor, le era fácil deducir que fue su padre el que ocasionó aquello.

Su familia siempre fue apegada a las costumbres y reglas que rigen en las relaciones alfa-omega. Enji Todoroki es lo que se esperaría de un alfa. Alguien fuerte, recto, rudo. Su madre, por otro lado, era una omega dulce, frágil, dócil. Seres tan opuestos, pero que la sociedad mandaba, debían complementarse.

Y él, creciendo en medio de esa familia, ha creído ciegamente en eso. Incluso ha juzgado a su hermano mayor, al ver la insistencia con la que rompía las reglas; y es absolutamente irreal que, en solo meses, él las haya roto también.

No ve más el matrimonio de sus padres como él estándar que esperaría recibir y teme que aquello sea algo originado por los matrimonios arreglados, en donde ambos solo están obligados al otro por su palabra.

–Andas muy pensativo. –comenta sin verle.

Shoto suspira.

–Hay muchas cosas en mi cabeza –inicia con la verdad– ahora que sé que me iré pronto –finaliza con una mentira.

Rei sonríe mirando la rosa entre sus manos.

–Sé que estarás bien, eres un buen omega, Shoto.

Un buen omega que tiene la preocupación de que su alfa no se entere de que no será el primero.

Un buen omega que quisiera vivir por una vez fuera de lo establecido.

–¿Qué sucedería... –duda– si no me casara?

Aquello termina por captar la atención de su madre, que le mira finalmente, indescifrable.

–La única manera en que el matrimonio no se dé, es que Tenya te rechazara –dice con suavidad, luego, vuelve la vista a su rosa.

Hay una larga pausa en la que apenas oyen la respiración del otro y el sonido de las olas del mar rompiendo en las rocas de fondo.

Shoto suspira suave, aunque con pesadez. Una parte suya, hubiera esperado que su madre leyera entre líneas. Poder liberar un poco las preocupaciones de su pecho; pues, los alfas como Tenya, dan su palabra y la cumplen sin importar qué. Si se rompiera el compromiso, seria, sin duda alguna, culpa suya.

Que es lo que ha insinuado.

–Es normal tener un poco de temor, pero Tenya es un buen alfa –continua su madre– Todo estará bien.

–¿Tú lo estarás?

La mujer sonríe melancólica, volviéndose hacia su hijo. Acaricia su mejilla.

–Pensé que moriría de tristeza el día que Natsuo se fue, pero sigo aquí, viva, bien.

Shoto recuesta el rostro en el hombro de su madre, ella le abraza con cariño.

Ciertamente, ya no sabe que temer. Si la posibilidad de que Tenya se entenderé y le rechace, o que el matrimonio se consume y deba obligarse a llevar una vida al lado suyo.

Y si lo piensa detenidamente, quizás el rechazo fuera lo mejor que podría pasarles a esas alturas; aunque no está seguro de si llevando el título de omega sucio, Inasa le mantendría a su lado como hasta ahora. No sabe si quiera, que es lo que el alfa piensa de él a ese punto o que espera de ellos. En un inicio pidió cortejarlo y eso implica un compromiso, aun así, aceptó seguir acercándose a sabiendo de que él ya tenía uno.

Ha llegado a pensar incluso, que solo lo está usando.

Que no dista mucho de lo que él está haciendo.

–Oh –escuchan una vocecita desde la casa. Se separan lento y ven a Izuku de pie en el entablado– Buenas tardes –saluda con una leve reverencia –Traje algunas legumbres y Fuyumi me permitió pasar, siento mucho interrumpir.

–No te preocupes –responde su madre, afable.

Izuku esboza una sonrisita, sintiéndose cómodo. Sus ojos posan sobre su amigo.

–Hace mucho no te ve...

–¡Vayamos afuera! –Los otros dos omegas cambian el gesto a uno de sorpresa al oírle alzar la voz –digo, te acompaño de regreso –se retracta en tono más bajo.

Rei le suelta y permite que su hijo se retire junto a su amigo. Ambos menores se despiden con educación antes de salir de casa. Shoto lleva el ritmo, acelerando el paso hasta alejarse de la casa.

–Estas yendo muy rápido –se queja Izuku, sujetándole del brazo. El ritmo desciende y pueden andar con mayor tranquilidad – ¿Y qué fue eso? Nunca te he oído alzar la voz, tu madre y yo nos sorprendimos mucho –ríe.

Shoto suspira suave, dejando atrás la tensión de que Izuku casi lo delata sin saberlo siquiera. Encoge los hombros, sin responder más.

–Hace mucho que no te veo –prosigue, terminando la frase de minutos atrás– ¿Sucedió algo?

El más alto sopesa su respuesta, no sabiendo exactamente que contar, o que tanto. Izuku es su amigo, lo conoce desde pequeños, cuando su madre trabajaba como sirvienta en casa; sin embargo, Inasa no es un tema que hablaría con libertad incluso con él.

Porque sí, Izuku fue quien incentivo su acercamiento, no por eso debió hacer lo que vino después.

Vuelve a suspirar, esta vez largo y profundo.

–Este es mi último verano aquí –y decide contar lo único que podría– Tenya vendrá por mí en sus vacaciones e iré a vivir con su familia hasta nuestro matrimonio.

Lo que sigue, es una pausa larga en la que los dos solo caminan calle abajo, hacia el mercado en donde trabaja Izuku. El silencio que se cierne, es apabullado por el cuchicheo de las personas que va en aumento. Los primeros puestos de venta aparecen a ambos lados de la calle.

–Bueno –suelta con pesar– es algo que sucedería en cualquier momento.

Shoto asiente, con la misma resignación con la que han salido las palabras de Izuku.

De pronto, le oye una risita.

–Mira –apunta arqueando sus cejas. Shoto sigue la dirección hasta el puesto de productos de mar, donde Inasa está de pie, observándolos.

El omega detiene su andar, esquiva la mirada. Exhala profundo, con aun más pesar.

–¿Sigues huyendo de él? –ríe bajito.

No responde.

Le sigue resultando incomodo mentir, aunque sería peor decirle la verdad.

–Sabes –continúa hablando Izuku– sobre lo que dije la última vez que nos vimos, lo siento –dice serio, tomándole de las manos– cada quien vive las cosas a su manera y no veo que este mal que quieras permanecer al lado de un solo alfa toda tu vida.

–No tienes que disculparte –menciona sincero.

Aun cuando en su momento le molestara un poco sus palabras, lo cierto era que, sin ellas, jamás hubiera conocido a Inasa.

–¡Oi, Deku! –la voz ronca de Katsuki rompe entre ambos– deja de perder el tiempo y mueve tu trasero aquí, que no puedo solo con tanta gente –se queja el alfa dos puestos más adelante.

Izuku rueda los ojos

–Espero nos veamos antes de que partas a Tokio –Lo abraza, antes de seguir con su camino– Estoy cerca, Kacchan, ¿por qué tienes que gritar?

Shoto permanece viéndoles un instante. La dinámica de sus amigos es totalmente distinta a la que sus padres guardan. Incluso cuando Katsuki grita y es rudo, es notable que no tiene mala intención en el gesto. Muy distinto a su padre, cuando él alza la voz, el aroma de su madre se vuelve agrio y su postura se tensa. Ha visto siento de veces a Izuku responderle a Katsuki, incluso de mala gana; a su madre, nunca.

Por más que se haya hecho la idea durante toda su vida de que aquel es el tipo de matrimonio que mantendrá, es recién ahora que le duele aceptarlo.

Parpadea despacio, despabilando, y nota nuevamente a Inasa, que continúa observándole de pie, en medio de las personas. Shoto le da una sonrisita tímida antes de dar la vuelta y salir del mercado, de regreso por donde vino.

Avanza a paso normal, dejando atrás el tumulto, viendo los puestos ir desapareciendo de a pocos y nota unas pisadas seguirle. No gira a ver, no hay necesidad, solo continúa andando hacia el lugar en donde tantas veces se han encontrado. Traspasa el arco de arbustos que decoran el sendero hacia el lago; sin embargo, en vez de seguirlo, se pierde entre los árboles.

Lar ramas secas crujen bajo sus pies, el gorgoteo de algunas aves resuena desde las copas y podría continuar con su caminar, si no es por la mano de Inasa que coge la suya y le detiene. Finalmente se gira, dándole la cara.

–Han sido muchos días sin verte –exhala el alfa– ¿hice algo mal?

Shoto niega rápido.

–Anduve ocupado –miente con la mirada baja.

En silencio, sus aromas se acompasan, como si para ambos esa cercanía fuera suficiente para desalojar sus preocupaciones. Inasa coloca el nudillo de su índice bajo la barbilla del omega, alzándole el rostro.

–¿Es solo eso?

El omega traga hondo.

¿Cómo decirle sus preocupaciones? ¿Sus miedos?

Imposible. Incluso si Inasa conocía su compromiso de antemano, se le hace irrespetuoso comentar sus dilemas con otro alfa con él.

–Sí –y miente una vez más. Le toca el rostro, desliza la mano por la línea de su mandíbula– no quise preocuparte, lo siento.

Inasa sonríe con más paz y le toma la mano, besando su palma. Es como una corriente eléctrica que le desestabiliza y aprovecha ese segundo en continuar haciendo estragos en él: Besa sus labios.

Lento y calmado.

Aun así, Shoto empieza a percibir la devastación que el alfa origina en él y el camino cuesta abajo se traza, sumergiéndole dentro de malas decisiones. Las feromonas revolotean con mayor intensidad, entibiando la fuente de deseo en ambos. Agita sus cuerpos, calienta sus vientres. Cree que está por perderse otra vez, porque las palabras de su maestra ya no están en su mente, ni los años de educación en casa.

Mucho menos Tenya.

Las manos recorren al otro insistentes, llegando a un punto de desesperación en que dos extremidades son insuficientes y una boca incapaz de saciar el hambre que se tienen. El beso se torna fogoso, luchando por saciar esa sed del otro que les atormenta. Solo se han poseído una vez, pero sus cuerpos se añoran como si se hubieran pertenecido toda una vida, desembocando en ese encuentro fortuito en medio del bosque, en el que no importa la suciedad, ni los insectos, ni la falta de comodidad.

Ambos luchan frenéticos solo a intensas de unirse.

–Te extrañe –confiesa el alfa, devorándole el cuello. Jadeando anhelante.

Han sido solo días que le saben a milenios.

Shoto no da replica, aunque su sentir fuera el mismo. Quiere concentrarse de lleno en ese momento, disfrutar plenamente en inconsciencia. Otra parte suya, discrepa y trae a colación aquello que le atormenta. Dando como resultado, que por momentos se niega sin mucha eficacia. Porque, aunque su boca diga "no, no, no" sus manos continúan desnudando al alfa entre los arbustos.

Él mismo lo hace, desatando su obi, aferrándose al cuello de Inasa, enredando las piernas en su cadera.

El alfa le recibe con alegría y deleite. Sostiene su cuerpo con firmeza, asegurándole que no lo dejará caer.

Nunca lo haría.

Y todo termina por reducirse a un baile apretujado entre gemidos y capas de sudor. Shoto se hunde en las feromonas de Inasa, como si del mar se tratara, ahogándose en el oleaje, pero sin buscar ser rescatado. Toman ritmo muy rápido, haciéndose uno en esa danza. Los labios de Inasa queman, las manos grandes raspan sus lugares correctos y "no, no, no", pero continúa retorciéndose a su lado, ansiando más de sus movimientos, más de su aroma, más de su cariño.

–Inasa... Inasa...

Cuando el último suspiro se expande en medio del bosque, la culpa vuelve como yunque sobre los hombros del omega. Shoto se promete que ese será el último encuentro de ese tipo que tengan, pues no es correcto como omega, ni como persona comprometida. Pesa también, la poca idoneidad del lugar en el que ha sucedido.

¿Qué dirían las personas si alguien les encontrara?

Sería un omega vulgar, sucio y lujurioso. Uno que abría tan fácilmente las piernas, que poco le importaba el lugar. Uno que ningún alfa quisiera a su lado.

Y quizás, Inasa podría ser englobado en ese grupo.

Sin embargo, dos días después, es él mismo quien le demuestra que sí hay un alfa que quisiera estar a su lado con todo eso y caen nuevamente víctimas de sus deseos en el mismo lugar.

Suceso que se repite con éxito no una ni dos veces. Hasta llegar al punto en que Shoto, lejos de acentuar el arrepentimiento en su interior, pierde el sentimiento de culpa. Cayendo en cuenta que aquello no es desfachatez ni poca vergüenza, pues no lo haría nunca con otra persona. Es algo superior, que no siente por Tenya y por ello, ha pasado rápidamente a segundo plano.

Comprendiendo finalmente, lo que tantas veces hablaba su hermano, Touya. Porque ahora, puede admitir sin temor a equivocarse, que está enamorado de Inasa.

Seca los rastros de sudor de su cuerpo con un pañuelo. Inasa sacude su yukata y obi, quitando todo rastros de tierra y ramas secas que se hayan podido adherir a la tela. Incluso en un ambiente abierto como ese, el aroma de sus feromonas entremezcladas se mantiene percibible.

Inasa extiende el yukata, acercándole el agujero de la manga, donde Shoto ingresa su brazo. Luego, hace lo mismo con el otro. Cruza los bordes de su yukata alisando la tela, dejándola prolija y cerciorándose que no quede ningún rastro de ese encuentro sobre ella. Inasa le entrega el obi, a cambio, recibe el pañuelo. Pequeño pedazo de tela que se ha vuelto sus posesiones más preciadas en esos días, pues lleva impregnado fuertemente el aroma de su omega.

Guarda el pañuelo y continúa vistiéndose, mientras, ve a Shoto terminar de atar su obi. Muerde las comisuras de sus labios, ocultando una sonrisa. Es inevitable no sentirse feliz con todo lo que está sucediendo entre ellos.

Inasa es un alfa que se emociona ante posibilidades que se forman en cada uno de sus encuentros.

Posibilidades que, hasta hace poco, eran ínfimas.

–No quiero que te vayas –dice caprichoso, atrapando al omega entre sus brazos.

Shoto sonríe, recibe su calor con gusto y las feromonas delatoras de sus emociones. Sus brazos también le bordean, acurrucándose contra su pecho. Él también quisiera permanecer el día entero a su lado, amanecer juntos sería una de las alegrías más grandes que podría tener. Está seguro que Inasa sería el tipo de alfa que le daría todas las atenciones que él pidiera, quizás, hasta engeridor como sus hermanos lo eran. Imagina que él también lo seria, si hasta ahora han llegado tan lejos por algo que ambos quieren.

Sin embargo, ahora debía decir adiós.

Desata el nudo en el que se han envuelto, acariciando los brazos del otro mientras se suelta con pocas ganas, hasta quedar solo tomados de las manos.

–¿Has oído del Awa Odori? –pregunta el alfa.

–El carnaval.

–Sí –sonríe emocionado, echando a andar hacia el sendero– será la próxima semana y me preguntaba... si quisieras ir.

Una pizca de emoción se le pinta en el rostro. El awa dori es un festival de danza que suele darse en la región, dura tres días de puro baile y alcohol. Incluso ahí, siendo una ciudad pequeña, lo festejan a lo grande.

Un festival del que solo ha oído.

–Hay demasiadas personas –confiesa.

Inasa rueda los ojos, bufa.

–Logramos meterte a un burdel, creo que podemos con esto –se para frente a él, sujetándole de la cintura– vamos, es solo una vez al año.

Shoto duda, es un evento con demasiada gente y sin duda podría captar la atención de alguien. Por otro lado, es quizás la última oportunidad que tenga de asistir a ese festival antes de su matrimonio.

Suspira derrotado.

Al final, lo peor que podía hacer, ya ha sido hecho.

Asiente.

Inasa suelta un grito de emoción, le carga besándole el rostro entero. Shoto solo ríe, como se empieza a hacer usual cada que está con él.


Nota de la autora:

Como el capítulo anterior se adelantó a lo que tenía planeado, he tenido que reestructurar nuevamente el fic T.T así es como salió este capítulo más corto de lo que debía ser, pero con el preámbulo a lo que viene.

Gracias por comentar!