— Me quedaré contigo durante las vacaciones.
Severus levantó la mirada del pergamino en el que escribía.
— No es necesario —contestó seco.
— Nadie ha dicho que lo sea. Pero quiero hacerlo.
— Tu familia no creo que esté de acuerdo con que no vayas a casa por navidad.
Regulus le lanzó una mirada exasperada. Y sacó de su bolsillo la carta que había recibido de casa el día anterior.
— Lee.
Severus sintió un escalofrío de repulsión nada más empezar a leer. Incluso la letra de aquella mujer rezumaba maldad.
"Vamos a tener el honor de ser los anfitriones de la primera reunión de un grupo selecto de hombres que van a debatir sobre cómo mejorar la sociedad mágica basándose en las antiguas tradiciones" "Nos gustaría que te quedaras en el colegio, no queremos distraer a nuestros invitados con minucias de eventos familiares."
La carta seguía y seguía hablando de valores y de pureza de sangre. No preguntaba por su salud ni hacía mención alguna a que echaría de menos ver a su hijo pequeño. Por una vez, Severus sintió pena por Regulus. Al menos su madre siempre le había demostrado amor, siempre había sido bien recibido por ella al volver de la escuela.
Le tendió la carta de vuelta, sin alterar el gesto.
— Podemos aprovechar las vacaciones para trabajar.
Regulus extendió la mano para tomar la carta y levantó una ceja a lo Black, en muda pregunta.
— Pompfrey dijo que unos veinte días. Si empezáramos ya, cuando volviéramos a las clases en enero habría pasado lo peor y nos habría dado tiempo a trabajar en tu control.
El joven empalideció.
— No estoy preparado, Severus.
— Nunca vas a estarlo. Pero estaremos prácticamente solos, será más fácil. Le pediremos ayuda a madame si es necesario —argumentó.
Había un brillo distinto en los ojos de Severus. Regulus no podía evitar pensar que era él quien conseguía que la pena dejara un rato la cara de su amigo. Y además tenía razón, era el mejor momento.
— De acuerdo. Pero en que acabes con eso vamos a hablar con ella.
Tomaron el té de nuevo con Pompfrey, empezaban a sentirse más cómodos en el despacho de la sanadora que en el de su jefe de casa. La mirada azul de Poppy era aguda mientras sorbía su té despacio, observando a los dos muchachos hablando entre ellos, trazando un plan para sus vacaciones.
— ¿Cree que es mejor bajar la dosis o la concentración de la poción? —le preguntó Severus, enseñándole las notas que había elaborado sobre el tema.
— Ambas opciones son buenas, la proporción de adormidera es lo importante. He estado pensando en otras pociones para tomar que te ayuden a contrarrestar los efectos de la bajada de poción en tu sistema.
Regulus movió la cabeza negativamente, mirando a Severus, que habló por él.
— Tenemos poco tiempo, lidiaremos con el síndrome de abstinencia.
Poppy dio otro sorbo a su té antes de dar su opinión.
— Estoy de acuerdo, pero tenéis que comprometeros a venir dos veces al día para un chequeo. ¿Vais a probar el yoga?
Le sorprendió ver a Regulus sonreír ante la mención del yoga. Esta vez fue Severus el que frunció los labios.
— Ya hemos empezado a practicar. A Severus le está costando un poco más —explicó con una sonrisa juguetona.
— Bueno, no todos los métodos valen para todas las personas —contestó un poco guasona, sonriendo tras su taza.
Severus los fulminó a los dos con la mirada.
— Empezaremos con la toma de hoy —dijo, revisando sus notas—. Quizá quiera hacerle un examen previo como referencia.
Afirmó con la cabeza, terminando su té para ponerse en pie. Regulus salió de la oficina sin decir nada más. Antes de seguirle, Poppy se detuvo junto a Severus, le puso la mano en el hombro y le habló bajito.
— No va a ser sencillo, Severus, vas a necesitar paciencia.
Severus no respondió, pero tampoco se movió para quitar la mano de la sanadora. Ella dio un pequeño apretón antes de salir con su varita en la mano.
