Día 2. Rechazo
Pareja: Ron/Blaise
Ron no quería ir a aquel baile, pero nadie le había escuchado. En su familia todos eran omegas, y eran muchos, muchísimos.
No, no había querido ir a ese baile de presentación. O lo que era en realidad, un escaparate para mostrar omegas y que los alfas los eligieran.
A Ron no lo había elegido nadie, absolutamente nadie. Y él sabía que eso ocurriría, era demasiado alto para ser omega, demasiado fuerte, demasiado varonil. Era un desastre como omega y ningún alfa lo querría alguna vez.
Pero su madre había insistido hasta la saciedad y ahora estaba allí, solo y rechazado por un gran número de alfas.
Salió a tomar el aire, porque las feromonas de alfas y omegas en el interior era demasiado para él.
Escuchó unas risas demasiados conocidas a su lado, Harry había conseguido al Alfa del que siempre había estado enamorado, y Draco le alzaba en volandas en el baile del momento.
Solo necesitaba un lugar tranquilo y solitario, y pasar allí el mayor tiempo posible para después irse a casa.
Lo encontró y le gustó al momento, tranquilo, cercano y los suficientemente oculto para que nadie le molestara.
Se sentó dejándose caer soltando un sentido suspiro. Aunque sabía cómo acabaría, el no haber sido elegido traería consecuencias a su familia, por suerte la única que quedaba por casar era Ginny, y ella ya tenía una lista de pretendientes esperándola a que se presentara.
Él difícilmente abandonaría la casa familiar, aunque la idea no le apasionaba, era la única opción que les quedaba a los omegas rechazados socialmente, eso, o que alguien fuera directamente a por ellos. Las demás opciones de salir de la casa paterna eran escasas y sobre todo poco recomendables.
Sus padres jamás se lo permitirían.
Volvió a escuchar las risas de las parejas, y sin darse cuenta se cruzó fuertemente de brazos malhumorado.
Quizás porque estaba molesto no se dio cuenta de que ya no estaba solo.
—¿No te gusta la música?—Su acento era suave, demasiado suave para ser inglés, pero igualmente Ron se sobresaltó.
Tan solo se encogió de hombros, no había hablado nunca con un alfa a solas fuera de su familia, y no sabía muy bien qué esperaba que dijera.
—Un poco anticuada para mi gusto—sonrió, era un alfa muy apuesto, su piel morena y sus ojos de un suave color marrón eran muy llamativos, pero su sonrisa completamente blanca le hicieron mirarse los pies.
¿Por qué le estaba hablando?
El alfa se acercó un poco más, y le extendió la mano.
—Blaise Zabini—se presentó.
Ron miró su mano enguantada, lentamente descruzó sus brazos y extendió su propia mano enguantada.
—Ronald Weasley.
Blaise miró sus manos, y Ron intentó retirarla, tener la mano más grande que la de un alfa era algo realmente poco atractivo. Pero este no se la soltó, no hasta que el decoro estaba a punto de romperse.
—¿Tienes algún baile disponible?—dijo mirando su cartilla de bailes completamente vacía.
Ron agradeció que fuera su tremendo sonrojo fuera menos evidente. Sencillamente asintió, y de nuevo, el alfa le tendió la mano.
Cuando Ron se levantó aceptando su propuesta, le superaba por al menos cinco centímetros. El pelirrojo estaba intentando protegerse del consabido rechazo, lleno de excusas vagas, que recibiría. Pero este no llegó, y no pudo evitar mirar a Blaise.
Su sonrisa parecía sincera, ¿de verdad iban a bailar con el resto de parejas?
Ante su estupor, y no solo el suyo, así lo hicieron.
Bailaron, al principio Ron solo era capaz de mirar hacia el suelo, no quería ver las miradas del resto, su rechazo y las sonrisas maliciosas de algunos.
Pero Blaise, que le estaba contando que venía de Italia a pasar unas vacaciones en casa de un amigo, no paraba de ofrecerle una amena conversación entre paso y paso.
Cuando acabó la canción, Ron se inclinó agradeciendo el baile, pero el italiano le pidió otro, y luego otro, y luego ya dejó de pedírselos y bailaron hasta que se agotaron y las mejillas de Ron estaban sonrojadas; y no por la vergüenza por primera vez en su vida.
Blaise se ofreció caballerosamente ir a por unas bebidas, y Ron no se dio cuenta de que estaba sonriendo hasta que Harry se lo dijo.
—Que alfa tan apuesto—le felicitó su amigo. Ron sonrió mirando al alfa en la barra donde servían las bebidas.
Lo era, y parecía no importarle los defectos de Ron como omega.
—Es agradable—contestó sencillamente, porque lo era.
Harry sonrió, eran dos amigos muy extraños, el pequeño e hiperactivo moreno, y el grandullón y taciturno pelirrojo, pero amigos inseparables.
—¿Crees que irá mañana a ver a tus padres?—preguntó Harry.
Pero Ron no tuvo tiempo a poder decir ni siquiera que no lo creía, cuando fueron interrumpidos por una voz molesta y maligna.
—¿Cuánto le han tenido que pagar tus padres a ese alfa para que te saque a bailar?—preguntó jocoso Zacarías Smith, seguido de dos omegas más—. Ah, se me olvidaba que tus padres no pueden permitirse gastar ni un knut en ti.
Las risas de los omegas siempre eran molestas, pero esa vez Ron no les contestó, ni siquiera lo hizo Harry que siempre le defendía.
—Caballeros, no es de buena educación envidiar lo ajeno.
Los tres omegas parecían completamente avergonzados, ser amonestados por un alfa era una humillación pública.
Pero Ron, aunque no le miró, no pudo evitar sonreír un poco.
—Agua con gas—le ofreció a Ron.
Para después extender su mano a Harry y presentarse cordialmente.
—Veo que has conocido a mi omega, amigo.—Apareció Draco rodeando la cintura de Harry al que se le pusieron unos ojos de enamorado demasiado llamativos.
—Encantador—lo elogió Blaise.
Ron sintió unos celos que nunca había sentido por su amigo, no de ese modo. Claro que le hubiera gustado ser como Harry, pequeño, encantador y correcto. Pero que se lo dijera el alfa que llevaba toda la noche bailando con él le hizo sentir peor que las palabras de Zacarías lo habían hecho.
—Entonces debes conocer a Ronald, Draco—le introdujo Blaise.
—Por supuesto, buenas noches, Ronald.
Ron hizo una inclinación de cabeza, ¿cuánto quedaría para que acabara el baile?
—Si nos disculpáis, esta es la canción favorita de Harry—se excusó Draco llevándose en volandas al moreno.
—¿Me disculparás si no bailamos esta canción?—dijo sonriente Blaise—. Hace años que no bailo tanto y estos zapatos me están matando.
Ron asintió, y miró a los lados. En cuanto el alfa le dejara, quería encontrar la ruta de escape menos humillante.
El problema era que desde allí no la había, todos verían como Blaise se marcharía.
Salvo que no lo hizo.
—¿Volvemos a nuestro rincón secreto?
Ron lo miró atónito, ¿qué le pasaba a ese hombre?
Pero le siguió hasta el lugar donde se habían conocido.
Ron trataba de seguirle la conversación, Blaise era dueño de uno de los viñedos más grandes e importantes del sur de Italia, el tema le apasionaba y por un momento, Ron casi pudo visualizarlo por sus magnificas descripciones.
—Debe ser precioso—reconoció—. Yo me ocupo de los terrenos de mis padres, este año nuestras calabazas han sido las más grandes de la región.
Blaise lo miró curioso, un omega que trabajaba la tierra, Ron quiso meterse debajo de ella en esos momentos. Los omegas no hacían esas cosas, tocaban el piano, tejían y bordaban, aprendían idiomas y cosas por el estilo, no se llenaban las uñas de tierra.
—Eres sin duda un omega peculiar—. En ningún momento fue dicho como un insulto, pero Ron estaba tan acostumbrado a ellos, que le costaba no verlo como tal.
—Ya me dijo Draco, que su omega tenía un amigo que me sorprendería.
Y en ese momento, Ron se dio cuenta de lo que pasaba.
Sin poder evitarlo se levantó de golpe, ¿cómo había sido tan estúpido? Claro que sus padres no tenían dinero para pagar a un alfa, pero sin duda Draco Malfoy que pertenecía a la familia más rica de todo el lugar, sí.
Ron sabía lidiar con el rechazo, con que nadie le viera en el mejor de los casos, pero eso era nuevo, y era cruel, aunque hasta cierto punto se había sentido bien. Ahora se sentía completamente mal.
Por supuesto que no le gustaba a ese alfa, ¿cómo iba a gustarle? ¿Un alfa que aparece de la nada, obvia todas sus anomalías, y lo trata no bien, sino más que bien delante de todos? Le habría costado una buena suma de galeones al heredero de los Malfoy.
Decidió que le daban igual las normas, los protocolos y lo que estuviera considerado correcto.
No tendría que haber ido a ese baile.
Al día siguiente le dolía la cabeza, pero el campo no perdonaba y en el fondo a él le gustaba más estar allí que en el interior de su casa.
Un gran sombrero de paja evitaba que se le pelara la piel sensible, pero aún así los rayos de sol de ese día eran intensos y sus antebrazos fuertes ya estaban tomando un preocupante color rojizo.
—¿Es aquí donde salen las calabazas más grandes de toda la región?—Ron levantó tan rápido la cabeza que se cayó de culo en una posición nada digna, pero había reconocido esa voz aunque solo la hubiera escuchado unas pocas horas la noche anterior.
—¿Qué haces aquí?—Desde luego eso no era lo que se había esperado Blaise, pero le sonrió y le dio una mano para que se levantara del suelo.
Ron la tomó y se alzó, aprovechando por primera vez los centímetros de altura que le sacaba.
Quizás fuera un omega atípico, pero nadie tenía derecho a reírse de él. No se lo merecía.
—Ayer te fuiste de un modo preocupante, solo quería saber que te encontrabas bien.
—Claro, pensé que Draco solo te habría pagado por una noche, no que esto se extendiera en el tiempo.
Ron se sacudía la tierra de los pantalones, ante la perpleja mirada de Blaise.
—¿Disculpa?
—Por bailar ayer conmigo, y mantenerme entretenido.—Se cruzó de brazos, sobre todo cuando Blaise se acercó más a él.—Supongo que no quería que su omega se distrajera con el raro de su amigo, y qué mejor manera que ponerle un alfa encantador al retortero.
Blaise le miró, le miró de verdad, y casi podía sentirlo traspasarle aquellas ropas gruesas y sucias. Aquello se estaba volviendo incluso más raro que la noche anterior.
—No niego que Draco sería capaz de cualquier cosa por ese Harry, si vieras sus cartas, ya pensaba que era la mismísima encarnación de la perfección hecha persona.—Su sonrisa era demasiado seductora—Pero me temo que solo me habló de ti, nunca me propuso algo como lo que sugieres, y sin duda, no necesito ningún knut de ese loco enamorado.
—Ya, claro.—Aquello era completamente ridículo, y más el modo en el que el alfa le miraba. Hasta que Ron se dio cuenta de que sus mangas estaban completamente remangadas, y el cuello de su camisa dejaba ver demasiada piel enrojecida por el sol y llena de pecas.
—Draco sabe que mis gustos en omegas no son tradicionales, no me gustan esas pequeñas criaturas encantadores y que parecen a punto de colapsar en cualquier momento.
Ron se abotonó la camisa y bajó las mangas lo más rápido que pudo.
—No hay omegas como tú, eres especial.
—Querrás decir raro.
—Raro, especial, único—llámalo como quieras—Me gustaría conocerte más.
Y ese conocerse puso nervioso a Ron que nunca había sentido las feromonas de excitación de ningún alfa a su alrededor.
—Yo...
—Anda, vamos a hablar con tus padres para poder pedirles formalmente cortejarte.—Sonrió mucho más inocentemente.
—¿Cortejarme?—Repitió Ron—¿Formalmente?
—¿Prefieres enseñarme esas calabazas gigantes?—le dijo seductoramente, y Ron se adelantó en tres grandes zancadas hacia su casa.
Su cortejo duró cuatro meses, y su boda fue de los mejores días de su vida, pero nada fue comparable a cuando tras un largo viaje llegaron a los viñedos de su esposo. Aquello le iba a gustar, le iba a gustar muchísimo.
Pero lo que le sorprendió y le hizo comprender mucho mejor los peculiares gustos de su alfa fue conocer un su suegra.
Era la omega más alta, más atractiva y con el carácter más fuerte que Ron había conocido en su vida, se había casado cuatro veces, y se saltaba los principios que regían a todos los omegas.
Ron no podía haber encontrado un lugar y una familia mejor, quizás haber asistido a ese estúpido baile no fue tan mala idea finalmente.
Creo que los Bridgerton me afectaron demasiado jejejej.
Segundo día.
Nos vemos mañana.
Besitos
Shimi
