Día 4. Destino
Pareja: Scorpius/Albus
—¡Dejadme!—escuchó Albus al fondo del callejón.
La voz era fina y delicada como lo sería la de un omega, pero el tono era tan firme y autoritaria como la del más alto dignatario de la ciudad.
Todo le decía que debía irse de allí, no era asunto suyo, bastantes problemas tenía ya.
—Si me tocáis aunque sea un pelo, lo pagareis con vuestra vidas.
Aquel omega era tremendamente osado, no se amenazaba a tres hombres en esas condiciones, cualquier lo sabía. Al menos no eran alfas. Albus se acercó con sutileza, pasar desapercibido era uno de sus talentos.
Vio mejor la escena, sin duda era un omega, pero su rostro estaba a oscuras debido a la capucha de su túnica. Pero sí podía olerlo hasta desde aquella distancia, y también que los otros tres se lo iban a cenar.
Albus miró al principio de la calle, por allí aún pasaba la suficiente gente para que ese omega tuviera una oportunidad. Pero conocía a esos tres, eran los rateros más imbéciles del barrio, pero también violentos. Y ese omega olía verdaderamente bien.
De nuevo escuchó la voz de su hermano James "No te metas donde nadie te llama, y llegarás a viejo."
De hecho ya estaba por irse, solo había sido pura curiosidad por esa voz tan fuera de lo común para la situación.
—¡No me toques!—Le dio un manotazo al que le quiso agarrar, pero un leve quejido lastimero tras lo que debió ser un fuerte agarre hizo a Albus cabecear fastidiado. ¿Qué demonios hacía un omega en un callejón como ese?¿Es que no se daba cuenta de lo peligroso que era darse una vueltecita en solitario?
—Buenas noches, chicos.—Saltó al lado de los rateros, Albus era el único alfa de su familia, James y Lily eran betas y tenían las manos más ágiles robando a los transeúntes sus bolsitas de monedas. Los tres hermanos Potter eran bien conocidos por todos los rateros de aquel lado de la ciudad.
Y por ello, los tres betas soltaron rápidamente a su presa, pero no se separaron.
—Nosotros lo hemos visto antes.—Se quejó el más joven.
Albus sonrió, tenían razón, la ley de la calle solía ser esa, era del primero que lo viera.
—Demasiado para vosotros, en el fondo os estoy haciendo un favor.
El omega seguía con su rostro oculto, su olor era demasiado delicioso, comenzó a plantearse si todo eso no lo estaría haciendo para quedarse con el omega a solas.
Un alfa contra tres betas podría estar reñido, pero el que llevaba la voz cantante decidió que no merecía la pena.
—Nos debes tres monedas de plata, Potter.
Los betas le pasaron por los lados dándole los consabidos empujones, pero sin llegar a ser ofensivos. A veces la fama, o la mala fama, era lo mejor.
Cuando se fueron, se concentró en el omega.
—¿Qué haces tan solo por aquí, bonito?
—No me hables así.—Parecía que ese omega no se amedrentaba contra nadie.
A Albus no le solía gustar hacer eso, pero un omega insolente era una cosa nueva. Dejó ir un buen puñado de feromonas, y con una amplia sonrisa vio como el omega temblaba un poco.
—Vamos a hacer esto, tú me das tu bolsa, y yo te acompaño caballerosamente hasta la entrada del callejón.—El omega alzó un poco el rostro, y Albus consiguió ver una respingada nariz y unos ojos claros—No me digas que no es un buen trato.
—No voy a darte absolutamente nada, ratero—dijo dignamente el omega, a Albus cada vez le daba más curiosidad, ¿de dónde había salido?
En el fondo sí pensaba que le estaba ofreciendo un trato justo, esos tres iban a hacer algo más que llevarse su bolsa. Y la capa era de buenísima calidad, unas pocas monedas no le iban a suponer mucho.
—¿Nadie te ha dicho nunca que para ser un omega eres excesivamente insolente?
—Constantemente.—Aunque no lo veía, supo que sonreía.
—¿Entonces, bonito, a qué acuerdo llegamos? El rescate ha sido digno de una recompensa.
—Tú me dejas salir, y yo te perdono la vida—dijo magnánimo—, es el mejor trato que vas a tener en tu vida. Y por su tono dejaba claro que lo pensaba de verdad.
—Me gusta más mi trato, sinceramente—sonrió Albus, le gustaba ese omega.
—No llevo dinero, así que difícilmente podríamos llegar a tu trato.—Como muestra abrió levemente su túnica mostrando su cinturón donde no colgaba ningún tipo de bolsa.
—Seguro que tienes algo que puede interesarme.—Albus en el fondo se refería a algo económico, pero el omega lo malinterpretó, y por primera vez lo notó un poco asustado a través de su olfato.
Albus podría ser un ladrón, pero no abusaba de omegas, no era un animal, y por algún motivo no quería que ese omega pensara mal de él.
—Tu nombre, eso puedes darme por mi heroico gesto.
El omega dudó, era duro el condenado. Pero en vez de contestarle, se retiró la capucha. Y Albus cayó de rodillas al suelo inmediatamente.
—Le pido perdón, alteza. Nunca quise hacerle daño.
Ante él, con sus rubísimos cabellos, estaba el príncipe Scorpius Malfoy, heredero al trono, y el omega más hermoso de todo el reino.
Pero daba igual su belleza, Albus podía darse por muerto, había tratado de robar al príncipe, y eso le iba a costar caro.
—Dijiste que me ibas acompañar a la entrada, estoy esperando.
Albus se puso de pie, y se colocó a su lado, pero siempre con la mirada gacha.
—Por supuesto, alteza.
—Mi nombre es Scorpius, llámame así.
Albus le miró, su sonrisa era hermosa y sincera.
—Mi nombre es Albus.
—Albus Potter.—Albus tragó duro, iban a tener que abandonar la ciudad esa misma noche—Escuché como ellos te llamaban.
El paseo era corto, pero a Albus le supieron a kilómetros.
A punto de llegar, Scorpius se paró y volvió a ponerse la capucha.
—Considérate pagado, ya tienes mi nombre.
Albus quiso disculparse nuevamente, pero Scorpius con un solo dedo le calló.
—Pero si quieres más pagos me vendría bien un guía y al parecer un escolta para conocer mejor mi reino, ¿estás interesado?
Albus le miró, bello, de un delicioso olor, y tan poderoso como nadie.
—Por supuesto, pero hay que cambiar esa túnica.
Scorpius miró su túnica y le dedicó una amplia sonrisa.
—Consígueme una y ven a buscarme mañana a la calle del sur a esta misma hora.
Era una orden, y Albus asintió.
Lo vio marcharse, y él comenzó a sonreír.
Cuando se lo contara a sus hermanos no le iban a creer, y pensó que quizás ese secreto fuera mejor guardarlo para él y para su príncipe.
Ellos están destinados.
Nada más que decir.
Jijijij
Hasta mañana.
Besitos
Shimi
