Día 11. Trabajo

Pareja: Severus/James


No era el peor trabajo del mundo, pero servir cafés y tés no era para lo que Severus había nacido. Él quería algo más, pero como omega, y más precisamente como omega pobre tenía demasiadas pocas posibilidades.

—Un americano, y un té matcha—le dijo el siempre sonriente Regulus. Ese chico era todo un rayo de luz, todo lo contrario que Severus, que era lo más parecido a una tormenta oscura. Sin embargo se llevaban sorprendentemente bien.

Regulus hablaba por los dos, peleaba por los dos, y además le quitaba a los clientes más pesados.

En el fondo su compañero, y único amigo, para ser sinceros, no necesitaba ese trabajo, solo lo estaba haciendo para fastidiar a sus padres.

Pero quién era él para juzgar a nadie, cada uno tenía sus motivaciones y la suya era poder mantenerse a sí mismo.

Lo único malo era que ser cercano a Regulus traía regalo, de hecho traía cuatro regalos muy pesados.

Su hermano y ligón Sirius, el chulo de James, el graciosillo de Peter, y el crush de Regulus, aunque él no quisiera admitirlo, el despistado de Remus.

Cuatro alfas que se pasaban todas las tardes y a los que Severus no aguantaba.

Solo sabían hacer jaleo y entretenerlos de su trabajo. Según ellos iban a apoyar a Regulus, pero en el fondo Severus sabía que solo iban a perder el tiempo y como sabía que no les iban a echar, se aprovechaban.

Así que los café y los tés raros, junto a cuatro alfas que se hacían llamar a ellos mismo los merodeadores, idiotas, eran su día a día.

—Quejicus, hazme un corazoncito en el café—se burló Sirius. Odiaba que lo llamara así, pero mientras más le molestaba más se lo decía.

Severus decidió que lo mejor era ignorarlos, concentrar toda su energía zen en que sus voces le entraran por un oído y le saliera por otro.

—Yo quiero un trozo de tarta de chocolate—se les acercó Remus a la barra, el siempre seguro Regulus, se volvía todo un idiota cuando ese alfa larguirucho y poco atractivo, según Severus, se le acercaba.

No entendía muy bien qué veía en él su amigo, y sobre todo, el poco caso que ese alfa le hacía.

De hecho, si Regulus quisiera, su mejor candidato era James, que no dejaba de mirarlo nunca.

Allí se olía a triángulo amoroso a la legua, y más tarde o más temprano iba a explotarles a todos en la cara.

Severus esperaba tan solo no estar por allí.

Le dio una taza a Sirius con lo que parecía el dibujo sobre la espuma de una caquita sonriente, y sus amigos comenzaron a reírse del alfa. Eso le pasaba por pedir tonterías y meterse con él.

—En el fondo sé que me quieres, omeguita.

Severus se fue a tirar la basura, y no vio como Regulus reñía a su hermano.

Iba pensando en cómo jugársela de nuevo a Sirius, cuando escuchó la voz de alguien que no quería volver a ver en su vida.

—Te has escondido muy bien, pero al final te he encontrado.

A Severus le temblaron las piernas, había recorrido medio país huyendo de ese alfa, y finalmente le había encontrado.

Tom siempre le encontraba.

Sus padres básicamente le habían vendido a ese alfa, una práctica totalmente anticuada e ilegal en el presente. Pero que Tom Ryddle se había tomado como su reto personal.

—Vamos a casa—le dijo mientras le agarraba por el brazo con excesiva fuerza.

—Yo no voy contigo a ningún lado, no soy nada tuyo.—Severus quería sonar fuerte y decidido, Tom odiaba cuando no se doblegaba como un omega débil y vulnerable.

—Creo que esta vez voy a tener que dejarte más claro hasta qué punto eres mío.—Su voz de alfa hizo a Severus odiarse, no pudo evitar temblar, y dejarse arrastrar. Estaba seguro de que esta vez le costaría más escaparse.

—Yo que tú le soltaba.—La voz conocida de James llenó el callejón donde estaban los contenedores de basura.

—Fuera de aquí, niño.

Tom le agarró más fuerte del brazo arrastrándolo contra su voluntad, y vio como James se acercaba a ellos.

—¡Que le sueltes!—Nunca había escuchado su voz de mando, pero Severus hubiera caído de rodillas si no estuviera siendo tironeado por Tom.

James le tomó el otro brazo, que era lo que le pillaba más a mano, y de buenas a primeras el omega se vio zarandeado por los dos alfas.

James Potter era un chulito de bar, pero Tom era peligroso, de verdad peligroso.

—¿Has estado regalándote a otros?—Severus no pudo ni contestar cuando fue duramente abofeteado por el que se creía su alfa.

Nunca había visto a James con esa cara, soltó a Severus y se lanzó contra Tom. Nunca había visto a dos alfas pelear, y no le gustó lo más mínimo. Se quedó completamente paralizado por las feromonas agresivas, al menos hasta que vio a Tom noquear a James, y querer morderle.

No pensó, porque si hubiera pensado quizás no lo hubiera hecho. Pateó en plena cara a Tom, dejándolo más que dolorido,sorprendido.

Vio en sus ojos un claro brillo homicida, y supo que o huía en ese momento o quizás no pudiera hacerlo nunca más.

Pero James le dio la oportunidad que él por sí mismo no iba a tener.

—Llama a los demás, Severus, diles que vengan.

Lo lógico hubiera sido llamar a la policía, pero Severus le obedeció, salió corriendo hasta el local, y no hizo falta que dijera nada, los tres jóvenes alfas salieron corriendo, seguidos por el otro omega.

Tom no tuvo nada que hacer, serían más jóvenes y menos experimentados, pero eran cuatro, y muy motivados.

Regulus estaba abrazado a Severus mientras veía toda la escena. Debía reconocer que Remus le sorprendió, ese chico que siempre estaba en las nubes, de un par de golpes dejó a Tom tirado en el suelo.

—¿Quién es ese?—le preguntó Regulus impactado.

—Alguien con quien mis padres hicieron negocios, y el negocio era yo.

—¿Es tu alfa?—dijo sorprendido Sirius.

—Él nunca será mi alfa, pero se cree con derecho porque les pagó a mis padres, desde entonces estoy huyendo.

—Peter, llama a tu tío.

—James, le hemos dado una paliza a un tipo, no sé...

—Llámale—intervino Remus—. Este alfa está haciendo tratos ilegales de compra de omegas, eso es más grave que un par de golpes entre alfas.

Escuchó a Regulus suspirar, si ya estaba enamorado, ahora idolatraba al alfa. Severus no pudo evitar mirar a James, pero este no estaba mirando a Regulus, sino que le estaba mirando a él.

Si no fuera porque apareció, Severus ya estaría rumbo a ninguna parte.

—Gracias.—Severus se separó de Regulus, y se acercó a James—Yo...

—Buena patada—sonrió James, y esa sonrisa hizo a Severus temblar, pero no como le hacía temblar Tom, sino bien.

—¿Qué patada?—se acercó Sirius a James, interponiéndose un poco entre él y Severus.

—Me lo ha quitado de encima dándole una patada en la cara.

—¿Quejicus?—se sorprendió Sirius, mirándolo de arriba a abajo.—Ya te dije que este omega valía su peso en oro.

Severus los miró a ambos, y no pudo evitar sonreír. Eran unos pelmazos, pero eran sus pelmazos.

El tío de Peter resultó ser policía, y bastante importante. Después de horas, los dejaron ir de la comisaría. Y le aseguraron que ese alfa no volvería a molestarle nunca más.

Todos volvieron juntos hasta la cafetería donde se había quedado Regulus trabajando y se moría de curiosidad por saber cómo había acabado todo.

Severus estaba agotado, solo quería meterse en la cama y que ese día pasara. Sentía un alivio tan grande que hasta las tonterías de Sirius le hicieron reír.

—Creo que me quedaría más tranquilo si te acompañara uno de ellos a casa—dijo Regulus. El movimiento fue tan rápido que Sirius y James se empujaron al adelantarse como voluntarios.

James retó a su amigo con la mirada, y por primera vez vio a Sirius Black, el más ligón de todo el lugar dar un paso hacia atrás.

—Mañana te acompaño yo—le dijo guiñándole un ojo a Severus, ganándose un gruñido de parte de James.

Regulus se rio, pero a Severus tantas atenciones le resultaban innecesarias, él podía volver solo, lo había hecho siempre.

Para devolvérsela a su amigo, Severus sonrió de lado.

—Yo me quedaría más tranquilo si a ti te acompañara también alguno de ellos.

Después de un fuerte empujón por parte de Sirius, Remus chocó contra su hermano, haciéndolo sonrojar encantadoramente.

Severus no pudo evitar mirar a James, pero de nuevo, este no estaba enfocado en el otro omega, sino en él.

De nuevo el estómago le dio un vuelco, pero de los buenos.

Sabiendo que Tom le dejaría tranquilo, al menos durante una buena temporada, aquel trabajo no le pareció un lugar tan malo para quedarse.

Regulus le guiñó un ojo cuando Remus y él se fueron, y los tontos de Sirius y Peter comenzaron a hacer el idiota emulando a una pareja de enamorados tomados del brazo yéndose hacia otro lado.

Finalmente solo quedaron James y él, caminando hasta su casa que no se encontraba lejos de la cafetería.

—Cuando iba a buscarte al callejón en realidad quería preguntarte algo—dijo el alfa un tanto nervioso para su estilo habitual.

Severus no había caído hasta que James lo había dicho, pero no había otra explicación para que James hubiera llegado tan pronto, y le hubiera podido rescatar. Había ido tras él.

—¿Sí?—preguntó demasiado curioso.

—¿Te gusta Sirius?—Eso era lo último que esperaba escuchar Severus. ¿Sirius? Sirius era un grano en el culo, aunque James, a su manera también lo era.

—Tú le gustas, y si él te gusta a ti me apartaré.—Se subió las gafas en un gesto muy suyo, pero se paró en seco a mirarle—Pero si no es así, ¿puedo invitarte a salir?

Severus estaba alucinando, él había interpretado que a James le gustaba Regulus, y en ningún momento había entendido que a Sirius le gustaba él.

Al parecer el triángulo había cambiado de posición, y se dio cuenta de que no era capaz de contestar a esa pregunta. Aún no.

—Esperaré, tengo paciencia, muchísima paciencia.—James le besó en la mejilla cuando le dejó en la puerta de su casa, para alejarse caminando hacia atrás y sonriendo—Pero que sepas que yo soy mucho mejor partido que ese pardillo.

Severus rio, rio de verdad como hacía tiempo que no hacía.

No era el mejor trabajo del mundo, pero sí había encontrado a un grupo de personas fuera de lo común.


Más que un Severus/James es un Severus por casi todos jejejej.

Ya, súper occ pero me lo pide el omegaverse, espero lo sepáis perdonar.

Hasta mañana.

Besitos.

Shimi.