Ondas en el agua
Capítulo 6. Alegato
Nota del autor: Bueno, una escena perdida más. Al final no he tenido que esperar a que empiece la cuarta temporada. En realidad esto tendría que ir entre la primera y la segunda que publiqué, pero bueno. No tenía claro si reordenar los episodios podría ser más confuso aún para el lector. Además, si resulta que publico alguna más, quedará fuera de orden también, así que lo he dejado como estaba y añado nuevo episodio. Solo tened en cuenta que cronológicamente va detrás de "Entre líneas 03. Culpas".
=Tras FBI S02E16 "Safe Room"=
—Mike Helton ha salido de quirófano. Su estado es grave pero los médicos son optimistas.
Jubal había abordado a Isobel al salir de una reunión. Los dos caminaron juntos por el pasillo. Ella asintió y suspiró.
—Me alegro. Espero que salga de ésta.
Lo dijo sinceramente. De verdad no creía que aquel hombre mereciera morir.
—Yo también —contestó Jubal tragando saliva, consternado. Este caso parecía haberle acertado de lleno—. Supongo que el fiscal va a presentar cargos...
Isobel le hizo un gesto incrédulo.
—Por supuesto. Secuestró a una menor, Jubal.
—Eso... —carraspeó, pasándose la mano por la nuca— es difícilmente discutible, sí—estuvo de acuerdo—. Pero solo- Solo es un hombre desesperado por encontrar a su hija desaparecida... —se detuvo y la miró a la cara— Quiero ayudarlo, Isobel.
Ella puso una expresión frustrada. Le hizo un ademán con la cabeza para que la siguiera. No era un tema para tratar en medio del pasillo. Los dos entraron en la salita más cercana, la de escucha de interrogatorios.
—Jubal... —empezó paciente Isobel, dejando en la mesa la carpeta que llevaba en las manos.
Él cerró la puerta y no la dejó continuar. Se plantó delante de ella. Cuando hacía eso parecía más alto aún.
—Quiero hablar con el fiscal —expuso llanamente.
Esta conversación iba a ponerse difícil.
—Jubal, secuestró a una menor —repitió Isobel— y amenazó con matarla.
—Chloe resultó sana y salva.
—No gracias a él...
—Porque nosotros no fuimos lo suficientemente rápidos —discutió Jubal, determinado—. Si hubiéramos encontrado antes a su hija, Helton habría liberado a Chloe y se habría entregado sin ofrecer resistencia.
—¿Estás seguro de eso? —inquirió ella con un tono afilado.
Jubal se exasperó un poco. Isobel no se lo iba a poner fácil, por supuesto.
—No tenía ningún otro motivo para retenerla —argumentó—. Y me consta que Helton no quería hacerle daño. Tú no viste cuando ella lo atacó, y te aseguro que esa chica lo molió a golpes. Menuda fiera... —Hizo un gesto expresivo con sus cejas—. Pero él solo se la quitó de encima. Ni siquiera se le escapó un revés defendiéndose. No tengo claro que, en el momento de la verdad, hubiera apretado el gatillo.
Isobel frunció el ceño, disgustada.
—Fuiste tú el que recomendaste entrar, maldita sea —protestó, abriendo las manos.
—El riesgo seguía existiendo. No me iba a jugar la vida de esa niña a que yo tenía razón. Pero si hubiese podido, me habría jugado la mía —le aseguró Jubal, señalándose el pecho con énfasis.
Isobel parpadeó, impresionada de la convicción con la que lo dijo.
—He hablado con Chloe y con su padre —añadió él—. Ni siquiera ellos piensan que deba ser castigado. No van a presentar cargos particulares.
—Pero es un delito muy grave —se encogió de hombros Isobel—. No puede quedar impune.
—No, por supuesto. Pero tampoco es justo que le caigan veinte años. ¿Quién va a cuidar de su hija? Ahora que más lo necesita, después de lo que ha tenido que pasar... —su mirada quedó perdida y horrorizada durante un segundo, para luego enfocarse de nuevo, más determinada aún—. ¿Para eso la ha salvado? ¿Para ahora dejarla completamente sola?
Stephanie, la hija de 16 años que Helton los había obligado a localizar a base de amenazas, había pasado tres semanas cautiva, drogada y forzada a prostituirse. Y cuando había enfermado, sus captores la estaban dejando morir. Había pocas cosas que Jubal no haría por salvar a su hija de una situación así.
Por su parte, para Isobel era obvio que Jubal, como padre de una niña que era, se sentía identificado con Helton de manera visceral. Pero también tenía que reconocer que eso no le quitaba razón. Reflexionó unos momentos.
—Estoy de acuerdo contigo... —concedió por fin Isobel, y a Jubal le pareció ver un rayo de esperanza—. Pero debió pensarlo antes de presionar tanto —añadió con pesadumbre.
Jubal retrocedió.
—No... Yo debí haberle hecho pensar sobre ello —replicó con voz ronca y posándose unos dedos en la frente, angustiado—. El hombre estaba al filo de una crisis nerviosa. Dudo que pudiera pensar con claridad. Pero- Pero a mí no se me ocurrió en el momento —reconoció, avergonzado.
Culpable. Otra vez, pensó Isobel. Jubal tenía graves problemas con la culpa. Como había ocurrido con Maya Depriest. Algo se encogió dentro de ella. Era doloroso ver cómo era injusto consigo mismo.
—Nada de esto es culpa tuya, Jubal —le aseguró con empatía.
Intentó ponerle una mano en el brazo, pero él se retiró. Pareció aún más abochornado.
Se sentía decepcionado consigo mismo. Él era quien había llevado la negociación. Debería haberle dicho todo aquello a Helton, apremiarlo a reflexionar sobre aquellas consecuencias, antes de recomendar el ataque. Pero no lo había hecho y la situación había tenido que resolverse con aquel padre afligido recibiendo varios balazos debido a ello. Podría haber muerto. Hizo un esfuerzo y se obligó a salir de esa línea de pensamiento. No servía de nada en ese momento.
—Mis errores son lo de menos. —Levantó la cara y la miró directamente—. Hay que conseguir un trato con el fiscal para Helton porque, de no ser por él, su hija Stephanie ahora estaría muerta. Eso es un hecho. —afirmó tajante. Su mirada se fue encendiendo—. También nos ha llevado a salvar a una docena de chicas más. Y a desmontar una trama de tráfico sexual. ¡Todo eso debería contar para algo! —exclamó, alterado—. Si la ley cae sobre Helton con todo su peso por un secuestro como éste, ¿qué se deja para los que realmente hacen daño... como el de Stephanie y las demás chicas que hemos rescatado?
Para descontento de Jubal, Isobel suspiró, negando con la cabeza.
—También estoy de acuerdo con eso, créeme, pero el fiscal no accederá. Sería peligroso reducir una sentencia basándose en eso —explicó mirándolo a sus obstinados ojos, intentando hacerlo entender—. Mandaría el mensaje equivocado: que tienes que hacer amenazas de muerte para que las fuerzas del orden hagan su trabajo.
Jubal le echó una mirada crítica.
—Eso es exactamente lo que ha ocurrido.
Bam. Justo en el clavo, como siempre. Isobel lo intentó y no consiguió del todo reprimir una sonrisa.
—Todo esto ha hecho quedar muy mal al NYPD —siguió insistiendo ella—. El fiscal no va a querer enemistarse con todo el Departamento de Policía.
La desazón envolvió a Jubal porque tuvo que admitir que Isobel estaba en lo cierto. El fiscal no querría tocar aquello ni con un palo. Ni siquiera uno largo. Guardó silencio. Ella lo miraba con sus grandes ojos negros, expectante. Casi tuvo la sensación de que esperaba que él diera con la solución. Procuró despejar su mente y lo reconsideró desde ese otro punto de vista.
—El fiscal y el NYPD podrían enfocarlo como una oportunidad —comenzó—. En lugar de llevarlo a juicio y convertirlo en un circo mediático, polarizante e impopular (se va a liar una muy gorda con esto, y lo sabes) —dijo con mayor énfasis—, pueden ofrecerle a Helton un acuerdo discreto y clemente. Mientras, aprovechar para anunciar todo lo que se va a hacer para evitar que esto vuelva a ocurrir —afirmó cada vez con más vehemencia—. No hace falta siquiera reconocer que ha sido un error y depurar responsabilidades. Solo detectar qué se puede mejorar en el protocolo de personas desaparecidas, y arreglarlo. No digo que sea fácil, pero es lo que la gente va a exigir: que se haga algo... Y, como me dijo no hace mucho una persona muy juiciosa: "Tenemos que hacer algo porque, la próxima vez, podríamos no tener tanta suerte" —concluyó, con la respiración agitada y los ojos tan brillantes que era imposible apartar la vista de ellos.
Isobel lo miró con la boca entreabierta. El ímpetu, la pasión que había despedido Jubal, habían sido arrolladores. La habían dejado alborotada por dentro, además de lo halagüeño que había resultado que hubiera recordado y aludido a las mismas palabras que ella le dijo en su día. "Una persona muy juiciosa". Vaya... Pudo notar que tenía el rostro ruborizado. Mientras, él la estudiaba un tanto desconcertado, como si no supiera interpretarla. Isobel necesitó un esfuerzo especial para recuperar su compostura, cosa que no era nada habitual. Tomó aire. Hacía mucho calor allí.
Jubal no supo ver más allá de la expresión de asombro de Isobel. Solo esperó su respuesta, ansioso.
—Me alegra ver que tienes bien preparados todos tus argumentos —dejó caer Isobel, casi sonriendo—. No sabía que tuvieras estas aptitudes para las sutilezas políticas, por cierto.
A Jubal no le hizo gracia, pero controló su irritación. Isobel lo vio fruncir los labios, dar un corto y desconfiado paso hacia atrás. Parecía pensar que se estaba burlando de él.
—Mira —dijo muy serio—, si tú decides que el FBI no debe llevar estas cuestiones ante el fiscal, lo entiendo perfectamente, pero quiero que sepas que voy a ir a hablarlo con él, aunque sea a título personal.
No dio margen a discusión. Isobel lo contempló mientras dejaba que las llamas de la convicción de Jubal prendieran libremente dentro de ella. No se percató, pero algo más prendió allí. Él le sostuvo la mirada.
—Está bien. Hablaré con el Subdirector Adjunto.
—Oh- ¿En serio? —dijo Jubal realmente sorprendido. Empezó a sonreír, al producirse en su interior una agitación inesperada —. Vaya... gracias.
—No hay de qué... —Isobel decidió ir incluso más allá—. Y si el Subdirector no está de acuerdo... Iremos los dos a hablar con el fiscal.
Tanto su elocuente mirada como sus palabras atrajeron a Jubal tan poderosa e irresistiblemente como un imán. Espera, ¿qué demonios ha sido eso...?
Isobel observó que Jubal se había quedado inusualmente quieto y sin palabras. Sin aliento. La miraba de un modo intenso, casi ávido. De pronto, una sombra de algo como aprensión pasó fugaz por su rostro, y él bajó los ojos de inmediato. Isobel no pudo sino preguntarse qué había sucedido, pero no dio con la respuesta. Entonces Jubal asintió con aire casual.
—Genial... Eeeh... ¡Gracias! Gracias. Ya me contarás qué opina el Subdirector, ¿no?.
—Claro —respondió ella, algo confusa.
Isobel se sentía intrigada, pero Jubal volvió a sonreír, aunque un tanto torpe, y salió de la sala, tal vez algo apresuradamente.
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Nota del autor: Me encanta hacer discutir a éstos dos. Jeje. Al final del capítulo emitido, se deja insinuado que Mike Helton ha muerto. Pero, dado que estaban intentando reanimarlo, me acojo a licencia poética y propongo que lo consiguieron y logró sobrevivir, de modo que creo que la escena no quedaría totalmente fuera de canon. Por cierto, en parte la he escrito para quitarme el mal sabor de boca que deja el final del capítulo, que vaya tela... ¿No os da la sensación de que a veces los guionistas de esta serie disfrutan haciendo sufrir a sus protagonistas? A mí sí, sobre todo a Jubal. ;P
Venga, ¡animaos a dejar algún review! Que estoy deseando charlar de la serie de FBI con alguien. Por aquí nadie la ha visto, más que yo...
Me interesa saber si la escena, con las referencias mencionadas, se entiende aunque no se haya visto el capítulo recientemente. Y quien identifique cuándo dijo Isobel en la serie lo de "Tenemos que hacer algo porque, la próxima vez, podríamos no tener tanta suerte", gana una piruleta gigante virtual. ^^
