Día 21. Represión

Pareja: Harry/Ron


—Harry, corre, vienen por la derecha—le gritó Neville, pero podría ser cualquiera todos llevaban el rostro cubierto por un pasamontañas oscuro.

Harry corrió a todo lo que le daban sus piernas, si le cogían no solo pasaría toda la noche en los calabozos, le expedientarían, y el temor de fondo de saber lo que les ocurría a algunos omegas en la cárcel era uno de los motivos por los que habían salido esa noche a protestar.

Salvo que habían sido acorralados, asediados y habían tenido que disgregarse en pequeños grupos.

Contaban con ser muchos, eran muchos, pero ellos no querían que se unieran, no querían que protestaran, solo querían tenerlos dominados. Y ellos, los omegas, estaban hartos, estaban más que hartos. Querían acabar con todo eso.

Querían puestos de trabajo igual que cualquier persona, querían poder decidir sobre sus celos, sobres sus embarazos, querían negarse a matrimonios concertados por sus familiares, querían derechos que siempre les habían sido negados.

Querían salir del control de los alfas que los trataban como meros trozos de carne destinados a la reproducción o el placer.

Estaban hartos de los abusos que sufrían desde niños y hasta el día que morían. Querían sus cuellos libres de marcas, querían no ser marcados sin su consentimiento y supresores de calidad.

Estaban cansados, estaban hartos y estaban enfadados.

Y por eso ellos iban pertrechados con sprays con los que habían hecho pintadas en el Ministerio. Si por Seamus hubiera sido ahora estaría ardiendo, pero finalmente le habían convencido para dejar el fuego y la destrucción como último recurso.

Harry corría pero tenía a tres detrás de él, la mayoría de los aurores eran betas o alfas de muy bajo nivel, los poderosos miraban desde sus despachos como todos corrían bajo el son de su música.

Y la música en los oídos de Harry era atronadora.

Giró a la izquierda de nuevo, y vio una puerta, rezó a Godric Gryffindor porque estuviera abierta, era su única salida antes de que llegaran, habían lanzado un cerco antidesaparición, y les habían cerrado todas sus opciones.

La puerta estaba abierta, y Harry sonrió, estuvo casi a punto de quitarse el pasamontañas, pero reprimió el impulso y solo siguió corriendo.

No tenía ni idea de donde se había metido, pero tenía que encontrar un lugar donde esconder y esperar.

Abrió puertas, buscó opciones y los escuchó entrar.

Ya estaban allí, el pánico le dominó unos instantes, pero se repuso, porque el instinto de supervivencia siempre era más fuerte.

"Busca, busca, busca" se apremiaba a sí mismo, y lo vio, era un armario, no más que una alacena bajo unas escaleras. Era pequeño, no podrían mirar allí, o era lo que él esperaba. Y se coló dentro cerrando la puerta con una escueta rendija donde vio unos momentos después un par de piernas pasar.

Se tapó la boca, intentando controlarse a sí mismo.

Y pasaron de largo, Harry debía quedarse allí el tiempo suficiente para que se fuera, ¿pero cuánto tiempo era eso?

Controló su respiración, y se retiró el pasamontañas sintiendo la liberación sobre su rostro. Apoyó su mejilla sobre las rodillas, y sintió todo el cansancio de golpe.

¿Dónde estarían sus amigos? ¿Habrían podido escapar?

Lanzó un pequeño tempus para ver la hora, y pensó que era momento de salir de allí. Sus piernas se sentían entumecidas por la postura, poder estirarse adecuadamente fue una sensación muy placentera.

Salvo que cuando se estiró por completo, le vio. Unos de los aurores estaba allí, frente a él, recostado contra la pared como si le estuviera esperando.

Las pupilas se le dilataron por el miedo, su nariz olfateó entrando en pánico al darse cuenta de que no solo era un auror, sino de que era un alfa, y de que le estaba esperando para cazarlo cuando saliera de su ratonera.

La intención de Harry era huir, pero se vio atrapado por los ojos azules del auror, su cabello corto y pelirrojo bajo la luz del atardecer le conferían un aire de corona.

"Huye, Harry, huye"se decía internamente, pero su cuerpo no reaccionaba, ante un alfa, un omega se doblegaba, estaba en su naturaleza, entregarse mansamente. Pero Harry no era manso, Harry no se entregaba ni se entregaría.

El alfa descruzó sus tobillos, y caminó hacia él, Harry miró hacia la salida, ¿llegaría? Lo dudaba.

Presa y cazador estaban calculando sus opciones, Harry no iba a ganar.

Y el cazador ganó hasta llegar a él, lo evaluó de arriba a bajo, y Harry se sintió desnudo, indefenso, asustado. Odiaba tanto esa sensación.

El auror era alto, alto y fuerte como cualquier maldito alfa, y solo acercándose a él, le hizo retroceder hasta chocar con la pared.

Sintió como le olía, como absorbía toda su esencia. Sus piernas comenzaron a temblar, y el maldito omega que vivía en él le traicionó, giró su cuello mostrando su glándula.

Sumisión.

—Silencio—le susurró el alfa—. Aún te están buscando.

Harry rápidamente le miró, sus ojos eran tremendamente azules, y por primera vez desde que había comenzado todo aquello, se dio cuenta de que al empujarle le estaba ocultando de los otros aurores.

Había sabido todo el tiempo que Harry estaba allí escondido, por lo que él era un alfa y sus compañero serían betas. Le había olido, le había olido perfectamente.

El espacio entre los dos era mínimo, Harry le llegaba a la altura del esternón, y solo hacían contacto visual cuando el alfa bajaba la mirada.

En pequeñas bocanadas, Harry captó su aroma, olía a algo que le recordó a su infancia, a pastel de calabaza, y a Navidad.

Harry se concentró en su propia respiración, no quería oler al alfa, no quería sentirse seguro con uno de ellos.

Solo quería irse de allí.

—Nada por aquí—gritó haciendo temblar a Harry.

Después escuchó a los otros aurores repetir la misma frases.

Y por fin ocurrió, sintió el cuerpo del alfa separarse, que le produjera un vacío no era relevante.

—Vete—le apremió—. Sal por aquella puerta.

Harry se le quedó mirando sin moverse, pero el alfa le tomó por el hombro y le movió con apremio pero sin violencia.

—¿Por qué?—preguntó Harry, ¿por qué un auror, por qué un alfa le estaba ayudando a escapar?

Cuando el pelirrojo sonrió, Harry sintió sus tripas dar un vuelco. Nunca había sentido eso, ni con un alfa ni con ninguna otra persona.

—Tenéis que seguir luchando, y tenéis que ganar.—Y esa frase le entregó demasiadas cosas, sobre todo valor para tomar el pomo de la puerta.

Se giró un momento antes de abrir la puerta, el alfa le miraba, y le sonreía, ¿puede ocurrir así? ¿Así de rápido?

No lo supo, salió corriendo cubriéndose el rostro con el pasamontañas.

Ron esperó a sus compañero.

—Pequeño cabrón escurridizo, casi lo teníamos—dijo uno de sus compañeros.

Ron solo asintió, pero esperaba que ese omega hubiera corrido lo suficiente para que pudiera llegar a salvo con sus amigos.

Desde que lo olió supo donde estaba, pequeño y agazapado lo protegió de los otros, hasta que tuvo el valor para salir.

Y cuando lo hizo sin esa horrible tela que ocultaba su rostro confirmó lo que su olfato le había dicho.

Le gustó, no solo por el hecho de ser un bonito omega de ojos verdes, pequeño y vulnerable, sino porque olía a verano, olía a juegos con su familia, olía a sus mejores recuerdos. También olía a pintura, a rabia y a miedo.

Sabía por lo que esos omegas luchaban, y Ron quería que lo consiguieran, por ellos, por la memoria de su hermano Bill. Ningún alfa tenía derecho a hacer lo que le habían hecho a su hermano, ningún omega debería sufrir esa suerte, y solo de pensar que el que tenía contra su pecho, oculto de sus compañeros sufriera algo así, le hizo querer desgarrar algunas gargantas con sus propios dientes.

Él se había hecho auror para proteger, no para intimidar, extorsionar y oprimir.

Dos semanas después volvió a verlo y él omega le reconoció, Ron no llevaba su rostro cubierto. Con un guiño de ojo les mostró una ruta segura de escape, y vio como su omega se quedaba rezagado, le estaba esperando. Ron corrió hacia él.

—Gracias—dijo el omega, —¿cuál es tu nombre?

—Ron, me llamo Ron.

Solo podía ver sus ojos verdes, y sus suaves labios, pero ambos se convirtieron en una sonrisa.

—Yo soy Harry.

A Ron le gustó de inmediato su nombre, Harry.

—Corre, Harry, aquí ya no es seguro.

Harry se giró para ver a sus amigos que le esperaban, pero le tomó por la solapa de su uniforme azul.

Ron no lo había esperado, pero Harry le dio un pequeño beso en los labios, tan corto, tan fugaz, pero tan intenso, que le tuvo sonriendo como un idiota.

—Hasta la próxima manifestación, Ron.

Y lo vio correr, pequeño y rápido, sonrió tocándose los labios.

Por supuesto que estaría allí en la siguiente, y en todas las que le fueran posible. No solo les ayudaría en todo lo que fuera posible. Quería un poquito más de lo que Harry le quisiera dar.


Cositos lindos.

Este finde estoy celebrando mi cumpleaños, que publicaré desordenadamente, pero si no voy al día, habrá capítulos dobles más adelante. ¡Todo por el omegaverse!

Hasta luego o mañana.

Besitos

Shimi