Capitulo 3. La Madriguera

Con un golpe seco, Silver se dio cuenta que había llegado a donde quiera que se supone que estuviesen yendo. Había permanecido todo el trayecto con los ojos cerrados con fuerza, intentando contener las lágrimas que de forma silenciosa recorrían su mejilla mientras su cabeza se apoyaba sobre alguien de complexión más fuerte que la suya, que la rodeaba con sus brazos temiendo que en cualquier momento sus piernas dejaran de sujetarla.

Abrió los ojos y se encontró totalmente rodeada. Al principio dio un respingo hacia atrás, pero empezó a reconocer los rostros más jóvenes que la miraban con curiosidad, A los primeros que vio fue a los Gemelos Weasley, pues eran de su mismo curso, aunque nunca habían hablado, pues ellos siempre estaban demasiado ocupados en hacer bromas junto a su amigo inseparable Lee y ella no llamaba la atención solo por no molestar. Siguió recorriendo con la mirada a los demás y vio a Hermione Granger, Harry Potter y al lado otro Weasley. Ron. El trio era dos años más joven que ella, siempre iban juntos y se les veía muy unidos. Todos conocían el nombre de Harry Potter claro, pues era conocido como el niño que sobrevivió y había conseguido la caída del Que no debe ser nombrado perdiendo tristemente a sus padres, pues éste los asesinó cuando apenas tenía un año de edad.

A su lado, el hombre que Silver estaba segura que era quien la había sujetado de forma cariñosa mientras desaparecían de allí, la hablaba, pero Silver no estaba prestando atención a lo que la estaba diciendo. Veía como con recelo, se acercaba a ella. Creo que tenía miedo de que empezase a gritar o algo parecido, pero Silver no era capaz de saber que la pasaba, Estaba petrificada. Quería moverse, pero su cuerpo no la respondía. Quería hablar, pero de su boca no salían las palabras ...

Estaba ... Estaba sola. Rodeada de gente, pero sola.

De repente lo que el Señor Weasley temía, ocurrió. Las piernas de Silver flaquerón haciendo que cayese a peso muerto sobre sus rodillas. Harry y uno de los gemelos acertaron a agarrarla antes de que perdiese el conocimiento.

Unas voces de fondo, hicieron que Silver volviese en sí. Pero no abrió los ojos, La pesaban demasiado, y temía que, si lo hacía, sus peores temores se hiciesen realidad. Por un momento pensó que todo había sido un sueño, que se despertaría a la mañana siguiente al partido en la tienda que compartía con Tonks y Kingsley y volvería con ellos después de desayunar a casa de su tía antes de la vuelta a Hogwarts. Pero habían sido más de dos voces las que había hecho que volviese en sí y aunque reconocía alguna de ellas, no eran para nada familiares.

- Es normal que se haya desmayado Ronald, ¿te imaginas que hubieses hecho tú en caso de que hubiese sido alguno de tus hermanos, o tu padre? - dijo Hermione con tono de reproche.

- Pero no sabemos si la ha pasado algo. Es más, Tonks está considerada como una de las aurores más prometedoras de los tiempos, no creo que haya vuelto al combate si no supiese lo que está haciendo - contesto el pelirrojo sintiéndose atacado.

- Aun así, - intervino Harry mientras se sentaba al pie de la cama donde estaba acostada Silver - no deja de estar con gente completamente desconocida para ella y sin saber si le ha pasado algo a Tonks. Hasta que no tenga noticias de ella, es lógico que reaccione así - concluyó este último.

Hubo un silencio solo interrumpido por el intento de alegato del pelirrojo.

- Bueno, vale, lo único que quería decir es que igual había sido una reacción un poco exagerada... - dijo Ron rápidamente, dando por terminada la conversación.

Silver, que ya no se aguantaba más se movió y abrió los ojos. Sin pensar en lo que hacía dijo en alto.

- Vuestro amigo tiene razón, he actuado como una cría - mientras las palabras salían de su boca haciendo que los tres amigos dieran un respingo hacia atrás se incorporó poco a poco en la cama donde la habían acostado.

- ¡Has despertado! ¡Menos mal! - dijo Hermione acercándose de nuevo a donde se encontraba Silver. ¿Cómo te encuentras?

- Siento si os he asustado, no era mi intención - mintió Silver. Sabía que les tomaría por sorpresa si de repente se ponía a hablar sin antes hacer algún ruido, y aun así lo había hecho.

- Perdona si te ha molestado lo que he dicho antes... soy Ronald Weasley, pero todo el mundo me conoce como el bocazas inoportuno de turno. Encantado. - dijo ruborizándose.

Silver le sonrió con ternura.

- Tranquilo, es lo que pensabas, y yo también lo pienso, así que no te disculpes. Yo soy Silver. Mucho gusto. Aunque ya os conocía de los pasillos de Hogwarts - mientras decía esto último se acercaba al borde de la cama para incorporarse.

- Mis hermanos me han dicho que también empiezas sexto, aunque la verdad dicen que has pegado un gran cambio este verano - dijo Ron mientras la ayudaba a ponerse de pie.

- ¿Estás segura que no quieres quedarte otro rato acostada? - dijo Harry con cara de preocupación. - Estoy seguro que la Señora Weasley no tendrá problema en traerte la comida a la habitación.

- Segura - dijo Silver mientras se calzaba las zapatillas - además, necesito saber si alguien tiene noticias de mi tía y de Kingsley. ¿Por cierto, donde estoy? - preguntó mientras se recogía el pelo en una coleta. Con las prisas, el aire y los revolcones que se había pegado tenía una maraña por pelo como para ir con él suelto por la vida ...

Estás en mi casa, bueno en la de mis padres ya sabes ... - dijo rápidamente Ron mientras la hacía un gesto con la cabeza en dirección a la puerta - La Madriguera.

Mientras los tres amigos y Silver se dirigían escaleras abajo hacia la cocina de aquella peculiar casa donde se encontraban los demás integrantes, Silver les bombardeaba a preguntas sobre lo sucedido en los mundiales.

- Veo que has recuperado las fuerzas - dijo el señor Weasley cuando Silver apareció detrás de Harry. Molly querida, creo que tanto Silver como los demás necesitamos comer esas deliciosas tortitas que has hecho para encontrarnos en plenas facultades.

- Ahora mismo - dijo la mujer que estaba al lado del fregadero de la cocina - Querida, siéntate ahí, ahora mismo os sirvo el desayuno. Por cierto, soy la señora Weasley.

- Encantada ... ¿Saben algo de mi tía? - pregunto de forma directa Silver. Antes de que nadie pusiese contestar a su pregunta vio su reflejo en una cacerola del tamaño de una mesa que colgaba de la pared de la cocina y comprobó que su cabello había adoptado todos los colores de la paleta, haciendo que su pelo pareciera el vómito de un unicornio. De forma instintiva se llevó las manos a la cabeza intentando ocultarlo.

Oh Dios - empezó a tartamudear- mientras ladeaba la cabeza de lado a lado -

En la habitación donde había estado acostada no había espejos, y como hacia cada mañana al despertar, se había recogido el pelo, sin fijarse si había quedado mejor o peor ... ¿Por qué nadie la había dicho nada?

¿Ocurre algo querida? - dijo amablemente la señora Weasley. ¿Te encuentras bien?

En ese momento, los gemelos Weasley entraron corriendo en la cocina.

- ¡Cuantas veces o tengo que decir que no corráis por la casa! - grito la señora Weasley que había conseguido agarrar por los pelos la jarra de zumo que al pasar uno de los gemelos había empujado.

- Buenos días a ti también mamá - dijeron entre risas al unísono. Luego volvieron sus miradas hacia Silver. George la guiño un ojo mientras cogía del plato central de tortitas unas cuantas para él y otras cuantas para su hermano.

- Nos tienes que decir que hechizo has hecho para que te quede el pelo así - dijo Fred entre risas mientras se servía zumo en un vaso.

Silver, notó como se sonrojaba y una presión le subía por el pecho impidiéndola respirar. Mientras se miraba los pies, le susurró a Hermione en un tono que aún no sabía cómo la chica había conseguido oírlo, que la dejase salir al baño pues ésta estaba rodeada en el escaño por ambos lados y sin decir nada más, desapareció mientras los demás desayunaban.

Se miró al espejo varias veces sin dar crédito a lo que veían sus ojos. Si es verdad que no controlaba sus emociones y que esto provocaba que su pelo cambiara de color sin quererlo, pero jamás la había pasado nada igual.

Durante más de diez minutos, intentó concentrarse para volver a poner el pelo unicolor, pero estaba tan agitada, que era incapaz de concentrarse. La puerta sonó a su espalda.

- ¿Silver? - era una voz angelical la que sonaba al otro lado de la puerta. ¿Puedo pasar?

Se acercó a la puerta, y la abrió dejando pasar a Ginny, que la miraba con una expresión comprensiva.

- No te preocupes por los comentarios que puedan hacer los zotes de mis hermanos - dijo cuando cerró la puerta tras de si - No lo hacen con maldad, pero como creo que ya comprobaste de mano de mi hermano Ron, los hombres de la familia Weasley, no fueron dotados de sutileza. Además, a mí me gusta mucho como tienes el pelo - dijo intentando quitarle importancia.

- Nunca me había pasado antes. Y no soy capaz de quitármelo - susurró Silver mientras resignada se apoyaba sobre el lavabo.

- No entiendo, ¿quieres decir que no te lo has puesto así porque te gusta? La verdad que con todo lo que pasó en los mundiales, no me fijé en ti hasta que llegamos a La Madriguera, pero pensé que, por la oscuridad de la noche, no se verían bien los colores.

- No, yo al igual que vosotros soy pelirroja natural. Pero al igual que mi tía Tonks soy Metamorfomaga. Lo único, que yo aún no he conseguido controlarlo, y cuando me pongo muy nerviosa el pelo me cambia de color. Hasta ahora, siempre me cambiaba a un solo color, pero esta noche ... no sé qué ha pasado.

- Es normal, con la cantidad de cosas que pasaron anoche... hubo un momento que yo pensé que no llegaríamos al traslador - dijo la joven mientras se giraba hacia la ventana situada a su izquierda. - Bueno, ahora que ya estás más tranquila, - soltó de repente girándose hacia Silver ¿por qué no intentas de nuevo volver a tu color de pelo natural? Como tardemos mucho, los glotones de mis hermanos no van a dejar una sola tortita.

Silver se puso frente al espejo, pero todos sus intentos fueron en vano. Siempre que se alteraba, luego la costaba mucho volver a su estado inicial, a veces, su color de pelo volvía cuando menos se lo esperaba. Pero según Tonks, a ella la había pasado también. Era parte de la transición.

Cansada de seguir perdiendo el tiempo, cogió dos gomas de su muñeca, y con mucha maña, se hizo dos trenzas de boxeador en el pelo. Los colores se veían entrelazados los unos con los otros, y al menos a Silver, le gustaba más. Miró a Ginny que la levantó los dos pulgares mientras la sonreía en señal de aprobación, y ya más tranquila volvió con ella a la cocina.

Al entrar, Fred tenía los ojos pegados al plato de tortitas. Silver se dio cuenta de las miradas asesinas que le lanzaba su madre cuando se movía medio centímetro. Se sentó al lado de Hermione de nuevo, y se sirvió varias tortitas y un vaso de zumo de naranja además de leche. Mientras desayunaban, Hermione le preguntó si podía hacerle esas trenzas algún día, pues ella nunca era capaz, y la vez que lo intentó con magia, tuvo que cortarse varios mechones de pelo pues solo consiguió hacerse nudos. Silver se sentía bastante culpable pues sabía que el comentario de Fred seguramente no había sido intencionado y su forma de reaccionar había sido desproporcionada. Al fin y al cabo, ¿Qué tenía cinco años para dejarse afectar por semejante chorrada?

Sin pensarlo dos veces, soltó - Soy Metamorfomaga. Por eso me exalté tanto cuando me vi el pelo. Nunca me había pasado nada parecido hasta ahora, pero no soy capaz de controlarlo ... - mientras hablaba todos la escuchaban atentamente, sin articular palabra. Alguno de ellos, como Fred, con la boca abierta por el asombro - Me encantaría decirte algún tipo hechizo que te solucione ese mal corte de pelo que llevas Fred - dijo Silver mirando al gemelo y dejando entrever una sonrisa malévola - pero como ves, lo mío viene de fábrica. Tu seguro que has pagado porque te hagan ese desastre - concluyó la joven dejando salir una carcajada desde lo más adentro de su ser.

Todos los demás soltaron una risotada, que acompañó a la de la joven, relajando el ambiente y haciendo que, aunque solo fuera durante unos minutos, Silver se olvidase del motivo real por el cual estaba rodeada de toda aquella gente, que la había aceptado como una más, pero que no era su familia.

En otras circunstancias, estaba segura que La Madriguera, hubiese sido un lugar perfecto donde pasar los últimos días antes de su regreso a Hogwarts.

En otras circunstancias ...