Capitulo 6. Con F de Fred

Fred entró en la casa después de un rato de que lo hubiesen hecho su hermano y Harry, vio a la señora Weasley fregando el suelo de la cocina mientras canturreaba. Pero no había ni rastro de Silver y de los demás. Molly levantó la vista y miró a su hijo, y antes de que Fred pudiese empezar a contarle su versión de lo que había pasado, esperando así frenar un poco el sermón que esperaba de su madre, esta le sonrió y le dijo:

- Ginny ha ido a ayudar a Silver a cambiarse de ropa y me la bajará para lavarla. Los demás están ayudando a tu padre en el granero. Tu padre como siempre experimentando con objetos 'muggles' ya sabes … ¡luego me dice que no se le va de las manos! ¡NO NI NA!

- Esto... - empezó diciendo el pelirrojo sin saber muy bien como continuar.

- Silver ha dicho que ha sido un accidente unas mil veces. Así que decide si quieres subir a ver cómo está o prefieres unirte al festival que tendrá preparado tu padre - dijo guiñándole un ojo.

Sin decir nada más Fred, empezó a subir las escaleras en dirección a la habitación de Charlie, que es donde Silver dormía, mientras penaba en una forma que no sonara estúpida de pedir disculpas, si es que la había... Al llegar a la puerta, oyó como Ginny y Silver hablaban y casi sin quererlo se paró en seco y no pudo evitar quedarse tras la puerta escuchando...

- Gracias por ayudarme Ginny, me había dado la impresión de que estabas molesta conmigo, y creo saber por qué … dijo mientras dejaba que Ginny la ayudase a quitarse el body sin tocar la nariz que, aunque ya no sangraba y estaba en su sitio, todavía dolía … - pero no tienes nada que temer. Para nada es lo que te estás pensando.

- Sabes … ¿Cómo lo sabes? - contestó incrédula mientras posaba el body en la silla del fondo. - Siento como me he comportado estos días, espero que me perdones.

- No pasa nada. En sí, cuando salí de la habitación, les dije a los chicos que iba en tu búsqueda, pues sabía que tenía que quitarse esos pájaros locos de la cabeza, pero me sentía un poco rara, y preferí darme una vuelta hasta el sauce y dejarlo para más tarde. Está claro que me equivoqué claramente, - dijo riendo y señalándose la nariz amoratada.

- Hermione me contó el comentario de mi hermano .. dijo la chica en bajo. Yo creo que … - pero antes de que acabase la frase, Silver dijo.

- Bueno, lo que yo quiero dejar claro, es que entre Harry y yo jamás habrá sentimientos del tipo que tu te estás pensando. Pero ni por su parte ni por la mía … expresó Silver haciendo una negación exagerada con los brazos.

- ¿Y si la hay qué? - dijo de pronto la pelirroja - no sería tu culpa. Tu eres muy guapa y Harry ... bueno que Harry es el típico chico que les gusta a todas, y no lo digo porque sea conocido mundialmente por lo que le pasó … yo no me he comportado bien contigo. Y te pido disculpas.

Silver abrazó a Ginny sinceramente, y una vez separadas, soltó entre risas...

- Además, ¿tú de verdad me ves con alguien como Harry? - dijo mientras daba una vuelta sobre si misma haciendo el estúpido para que Ginny se riera. - A mí me gustan más altos... que lo sepas - y la sacó la lengua mientras se miraba en el espejo el moratón que le había salido en la cara.

Tras la puerta Fred, que al principio no se había enterado de que hablaban las chicas, tropezó chocando con una de las macetas con plantas medicinales que tenía su madre repartidas por el pasillo y sin esperar a que le descubriesen, salió corriendo escaleras arriba y se metió en su habitación. Él al igual que Ginny, se había puesto celoso de la relación de Silver y Harry. Sabía perfectamente que su hermana pequeña estaba 'obsesionada' con Harry desde el minuto en el que lo conocieron en el andén nueve y tres cuartos cuando el se acercó a ellos pues no sabía cómo se accedía al andén 9 y 3/4. Pero todavía estaba intentado descubrir que le pasaba a él. Durante todos estos años, es cierto que si había visto a Silver en las clases que compartían, en la sala común, apartada de todos detrás de sus enormes libros y le había llamado la atención, pero a pesar de lo que todo el mundo pensaba, era más tímido de lo que hacía ver...

Era George el que le siempre iba de avanzadilla por la vida, hablando con unas y otras, y Fred, al sentirse apoyado con el comportamiento de su hermano, le seguía mucho el juego, lo que le hacía parecer tan desinhibido como él. Había sido George también el que había arreglado una cita entre Angelina y Fred, para que la compañera de cuarto de ésta, Katie Bell, accediera a ir con George a Las tres escobas en una de sus salidas a Hogsmeade. Fred sabía que Angelina era muy guapa, pero solo la veía como una compañera más de equipo, y así se lo había hecho saber en alguna ocasión más en que la chica le había dicho de salir. Sin embargo, con Silver era diferente. Desde que la habían recogido en los mundiales, un escalofrío recorrió su cuerpo. La había sujetado entre sus brazos durante todo el trayecto, separándose justo en el momento de la llegada y cambiándose de sitio con su padre, pues quería evitarse los comentarios que haría su hermano gemelo si le veía. Quería protegerla, y por primera vez en su vida, había intentado días más tarde ir de avanzadilla y hacerle una broma acerca de su pelo pensando en que así después podría sacar un tema de conversación con ella y afianzar cualquier tipo de relación, pero como siempre le pasaba cuando improvisaba, le había salido mal. La joven había salido corriendo y había vuelto al cabo de un rato acompañada de su hermana pequeña con el pelo sujeto en dos trenzas que disimulaban la variedad de colores que la cubría la cabeza. Para colmo, el día que Arthur les comunicó que Tonks estaba a salvo y volvería a casa, Silver había preparado una cena deliciosa, y había ido a buscarlos al campo donde jugaban quiddich. Cuando la había visto llegar, había hecho varios movimientos espectaculares intentando llamar su atención, con la mala suerte que en uno de ellos, por estar mirando si ella le veía, había chocado contra Harry, y con el broche de la capa que se ponía para jugar, había dado a su amigo en la frente haciéndole un cote profundo. Al aterrizar ella se fijó en el corte, y cariñosamente le aconsejó curárselo. ¡Como hubiese deseado estar magullado de pies a cabeza en ese momento para que ella le tocara...! Claro que el comentario posterior de su gemelo al regresar a la casa, le había dolido como si de un mordisco de serpiente se tratara … pues había insinuado entre bromas la posible atracción de Silver y Harry. Por suerte, nadie a su alrededor pudo notar lo que ese comentario provocó en él, pero desde ese momento, sin pararse a pensar si de verdad ese sentimiento entre ellos existía o no, se había distanciado totalmente de la joven e incluso se había comportado como un auténtico imbécil, cuando ésta solo había intentado ser amable con él.

Debió de estar bastante tiempo sentado sobre la cama reflexionado sobre esto, pues no se enteró de la llegada de su gemelo.

- ¡Ah! ¿estás aquí? Pensé que igual estabas disculpándote - dijo el gemelo menor mirando de reojo a su hermano mientras se quitaba la camiseta y los pantalones.

- Estaba pensando que voy a decirla - dijo Fred con una voz de ultratumba - no sé qué se dice cuando quieres decir que has sido un jodido subnormal - terminó diciendo mientras se tumbaba en la cama llevándose las manos a la cara.

- Creo que eso mismo. ¡Siento haber sido un jodido subnormal! - dijo riéndose George, que parecía que ya no estaba enfadado. - Creo que Silver quería ponerse otra sudadera como la que llevaba estos días de Charlie porque así puede quitársela y ponérsela sola sin que la roce la cara. Si te das prisa, puedes ofrecerle la tuya, que total, nunca te la pones … - y mientras le decía eso, le guiñaba un ojo y se metía en el baño dispuesto a ducharse.

Fred se levantó de la cama, y abrió el armario rápidamente. El corazón se le iba a salir del pecho, quería que Silver llevase su sudadera, le encantaría que oliese a ella y no quería que nadie la ofreciese la suya antes que el. Cuando la encontró salió de la habitación y bajó a toda prisa escaleras abajo pero cuando se encontró frente a la puerta de la habitación donde ella se encontraba de nuevo se paró en seco. No sabía si ella querría llevar su sudadera. Ni si quiera sabía se merecía que le perdonase … La puerta se abrió de golpe y tras ella Silver le miraba con asombro. Llevaba unas mallas negras de deporte que la marcaban la silueta y arriba una camiseta de tirantes de color rojo intenso. Fred se quedó mirándola, y al ver que no arrancaba a hablar fue Silver la que tomó la iniciativa.

- Hola - dijo ella, mientras le miraba.

- Eh, Hola. Venía... bueno igual ibas a algún lado... - dijo l medio tartamudeando.

- Si, iba a buscarte - dijo ella dejando la puerta abierta y echándose a un lado indicando al gemelo que si quería podía entrar.

- ¿A mí? - dijo Fred, aceptando el ofrecimiento, y cerrando la puerta detrás de sí.

- Si, quería agradecerte que me trajeses cargada en tu espalda. No es precisamente un paseo desde allí - dijo la joven mientras se miraba los pies que no dejaba de mover en circulos.

¿Estaba escuchando bien? Después de lo mal que el se había portado y de haberla roto la nariz, todavía ella le estaba dando las gracias. Le vino a la mente el recuerdo el momento en que mientras la sostenía en su espalda, ella había encontrado por casualidad en uno de sus movimientos para no caerse, aquella cicatriz que tenía en el cuello. Se la había hecho de niño, mientras jugaba con George. Ya desde pequeños fueron muy traviesos, y como siempre George había sido de los dos, el que menos miedo tenía a las cosas. Tanto había sido así, que cuando tenían cinco años, habían ido a la ladera de detrás de la casa a jugar a que eran jugadores profesionales del quiddich, y en un tiro de la pelota, esta se había quedado enganchada de una de las ramas de uno de los árboles. George, que ya en otras ocasiones había recogido la pelota, le dijo a su hermano que esta vez le tocaba a él, con tan mala suerte, que la rama donde se apoyó se partió, clavándose en el cuello del muchacho. Su madre les tuvo castigados ya no sabe ni cuantos días. La cicatriz apenas se veía a no ser que supieras donde estaba y era la única marca que diferenciaba a un gemelo del otro. Al principio, Silver había tocado la cicatriz y había apartado la mano como temiendo que el joven se disgustara, pero Fred sintió un agradable cosquilleo al notar como los suaves dedos de la joven tocaban su piel, por lo que había fingido observar algo a su izquierda para que ella se volviese a encontrar con la marca. Y como si de una señal se tratase, ella había vuelto a acariciar la zona, esta vez haciendo circulos a su alrededor. Fred hubiese estado dispuesto a cargarla durante horas con tal de seguir sintiendo sus dedos recorriendo su cuello.

- Yo bueno, también te estaba buscando a ti - dijo el pelirrojo, volviendo en sí. - Creo que estabas buscando una sudadera amplia y yo esta nunca me la pongo. Si te gusta, puedes quedártela. No es tan nueva como la de Charlie, pero creo que te quedará genial - añadió finalmente sonrojándose un poco.

- Es perfecta, gracias. Y con la F bordada... ¿tu madre tiene buenas tácticas para identificaros eh? - dijo Silver mientras se colocaba la sudadera con cuidado de no rozarse la nariz - ¿Bueno, y que tal me sienta?

- No creo que conozca a nadie que le quede mejor - dijo Fred que la veía preciosa. - Por cierto, siento lo de tu nariz, y bueno, todo. No he sido precisamente el mejor de los anfitriones durante estos días, y hoy creo que lo he rematado - prosiguió el gemelo.

- Has conseguido que mi pelo pegue con algo... - rio Silver, mientras se señalaba su amoratada nariz.

Mientras ella se señalaba la nariz, Fred en un impulso, se acercó hasta quedar en frente de la chica y la agarró dulcemente la cara, apoyando suavemente sus labios sobre la frente de la joven. Tras unos segundos, en los que le pareció que ella había contenido la respiración, se separó y se quedó mirándola fijamente a los ojos. Así permanecieron hasta que la puerta sonó y les hizo volver en sí.

- Oye Silver - decía Ginny mientras abría la puerta y entraba en la estancia - ¡Anda Fred, no sabía que estabas aquí! Genial porque os buscaba a los dos... ¡Silver! ¡Tu pelo! ¿Cuándo has conseguido volver a tu color natural? - exclamó la chica al ver que ésta tenía el cabello completamente rojizo.

Silver se dio la vuelta para comprobar en el espejo, que efectivamente, su pelo había a vuelto a la normalidad. Después miró a Fred, que parecía tan sorprendido como ella. ¿Acaso lo había provocado él? Es verdad que durante los segundos en los que había apoyado sus tiernos labios sobre ella, sintió una sensación que desconocía hasta ahora. Esa sensación como cuando después de mucho tiempo estás en casa. Y se sintió bien. Se sintió mejor que bien.