Día 25. Erótico
Pareja: Viktor Krum/Colin Creevey
Colin se movía detrás del cristal, sabía los movimientos precisos que debía hacer para que el alfa que estaba detrás se volviera loco de placer.
Pero para él ya solo eran movimientos mecánicos, se acarició su entrada lubricada y vio como el alfa se corría manchando el cristal que los separaba.
Tenía cinco minutos para que lo limpiaran y llegara otro cliente, su vida ahora era aquella. Tocarse y calentar a alfas que pagaban por ver a omegas desnudos y celenturientos.
Pero sabía que todo podía ser peor, y que ahora había llegado a un remanso de paz donde los tenía detrás de un cristal y no sobre su cuerpo.
Algunos hechizos cubrían todas las marcas de mordiscos que le habían hecho en los primeros años. Pero aquellas solo mostraba el daño externo, el interno solo lo podía ver él, y nunca desaparecía.
Voldemort había ganado aquel 2 de mayo de 1998, él había sido capturado junto a todos los omegas, los que habían sido sangre pura había sido enlazados inmediatamente con los generales mortífagos alfas, los nacidos de muggles, o sangre sucias como eran llamados ahora, fueron para disfrute del resto de mortífagos de más bajo nivel.
Colin solo tenía destellos de aquellas primeras noches, su mente le protegía del horror que había vivido. Pero no le libró de lo que vino después.
Perdió a Dennis, los separaron después de una semana de continuos abusos.
Él se quedó solo, en una habitación donde le provocaban el celo a diario, donde era montado y denigrado sin descanso, y su dueño se lucraba con él.
Todo su cuerpo tenía las marcas de los dientes de aquellos días, nunca desaparecerían.
Luego pasó a manos de un beta, Dolohov. No era más que un trozo de carne pero al menos fue el que le puso un cristal de por medio.
—Estás demasiado usado y marcado, así no me sirves—le dijo con repugnancia.
Colin no dijo nada, hacía mucho tiempo que no hablaba. Hablar siempre era doloroso.
—Lanzadle un glamour para tapar el destrozo—le dijo a un par de brujas.
Colin cerró los ojos, pero por primera vez algo que venía de esas personas no le hacía daño.
Su piel lucía impoluta, como una vez fue, le lavaron, le peinaron, y le dieron de comer.
Días de un sueño sin ser interrumpido, Colin tuvo miedo, tuvo mucho miedo.
Después supo qué era lo que querían de él, engordarlo lo suficiente para que luciera saludable.
Casi no tuvieron que explicárselo, él lo vio con sus propios ojos. Allí bailaban, se contoneaban y provocaban a los clientes.
Y supo que él no podría hacerlo, que lo echarían de allí para de nuevo a ser sometido por cualquiera.
Dolohov le llevó a un omega precioso, Angel, su piel era completamente oscura y brillante, su sonrisa blanca y perfecta; pero supo que también usaba un fuerte glamour en su rostro. Le enseñó cada uno de los movimientos que él debería reproducir, tuvo paciencia, le dedicó horas y cumplidos.
—Eres precioso, tendrás muchos clientes.
Colin se consideraba todo menos precioso, de hecho, ya no se consideraba nada. Era incapaz de pensar en su vida pasada, bloqueaba los recuerdos de su infancia, de su hermano, de sus padres, del mundo que ya nunca volvería a conocer porque Voldemort y sus mortífagos lo habían destruido.
Pero Colin era un superviviente, no habría podido durar todos aquellos años si no lo fuera.
Hizo un trabajo lamentable comparado con Angel. Pero a los tipos detrás del cristal parecía darles lo mismo, querían verlo desnudo, tocándose, provocándoles aunque fuera de un modo lamentable.
Colin con su eterno cuerpo aniñado, su corona de rizos rubios y sus enormes ojos azules tenía un buen público y clientes habituales.
A cada día, a cada cliente se sentía más seguro, más provocativo e insinuante, se sentía protegido tras aquel cristal y Dolohov nunca le obligó a traspasar ese límite.
Siempre habían sido rostros desconocidos, rostros que no le decían nada, rostros similares unidos por muecas de lujuria y placer.
Hasta que llegó él, un rostro enormemente conocido, no solo porque lo hubiera conocido en persona sino porque ya era famoso en el mundo mágico antes de que este cayera en la oscuridad.
Viktor Krum, allí, pagando para verle toquetearse.
Y lo hizo, porque eso era lo que ahora era Colin, un cuerpo para ser mirado, un espectáculo para otros.
Pero de algún modo fue peor, él lo había admirado había corrido tras el campeón de Durmstrang fotografiando cada una de sus hazañas, y ahora estaba allí con sus ojos negros llenos de deseo.
Colin se movió, se olvidó de quién era, le hizo su mejor espectáculo. Pero el alfa no se tocó en ningún momento, solo lo miraba con un inmenso bulto en los pantalones.
Día tras día iba, le miraba y no hacía nada más. Solo mirarle.
Colin estaba sorprendido, ¿a qué iba allí? Pero en el fondo qué más daba, estaba allí, estaba pagando y él estaba bailando.
Aunque debía reconocer que una parte de su ego, ese que ni siquiera creía que había sobrevivido estaba molesto.
¿Es que no le excitaba lo suficiente? Y si era así, ¿por qué repetía con él? Que buscara a otro omega al que mirar. Pero no, no buscaba a ningún otro, solo a él.
Un día Colin tan solo se sentó, estaba harto de aquello, para que hacer todo el show si ese alfa no hacía lo que correspondía. Se sentó junto al cristal apoyando su hombro.
Krum nunca se quejó porque nadie le llamó la atención.
Después vinieron las señas, pequeñas, el cristal no les dejaba oírse, supo que Krum seguía jugando al Quiddicth, que le habían contratado en un equipo inglés, y que no tenía omega.
Supo que de algún modo le deseaba pero que no sucumbía a la tentación. Colin supo que se sentía menos solo desde que iba Viktor, desde aquellas extrañas conversaciones. Supo que le gustaba, que necesitaba verle todos los días, supo que quería ser otra persona para poder salir de allí y estar con él.
Supo muchas cosas, pero ninguna era posible.
Molesto, irritado, volvió a bailar para el alfa, dijo que le obligaban, que le estaban mirando, aunque fuera mentira. Vio el dolor en los ojos negros de Viktor, pero como tampoco podía dejar de mirarle. Se tocó para él como no había hecho con nadie, de verdad, lo quería al otro lado del cristal. Y sin embargo, sabía que era el único alfa allí que nunca querría traspasar aquel cristal.
Viktor dejó de ir durante dos semanas, con todo lo que Colin había vivido, con todo lo que había sufrido, se sintió estúpido al darse cuenta de que estaba llorando por él. Le echaba de menos, se echaba a sí mismo de menos.
Y entonces apareció de nuevo, no dijo nada, no hizo ninguna seña, tan solo miraba cada poco hacia la puerta como si estuviera esperando a alguien.
Y desde luego que apareció alguien, pero no uno, sino muchos. Estaban encapuchados, pero todos llevaban un rayo en sus pechos, un rayo dorado.
Cuando vieron a Krum y luego a él, se quedaron paralizados. Primero rompieron su cristal, Colin se quedó hecho un ovillo en una esquina, pero le estaban sacando de allí a rastras.
Miró a Viktor, y este solo asintió, le estaba diciendo que fuera con ellos. Después vio cómo uno de los que llevaban el rayo, le lanzaba un hechizo a Viktor, dejándolo inconsciente y con una enorme brecha en la frente.
Gritó tratando de ayudarle, de ir hasta él. Le daba igual estar completamente desnudo e indefenso, no podía dejarlo allí.
Pero alguien le zarandeó, le pidió que se callara. Colin no lo hizo, y fue aturdido por un hechizo.
Cuando volvió a la consciencia, lo primero que notó fue que no le dolía la cabeza y que estaba completamente vestido. Lo siguiente fue que Dennis estaba a su lado.
¿Estaba muerto?
—Colin—le abrazó su hermano—, por fin despiertas.
Le daba igual si había muerto, no quería dejar de abrazar a su hermano. No le importaba el motivo, pero lo que vio sobre el hombro de Dennis le llamó la atención.
Parecía un campamento, un campamento lleno de gente que llevaba ese rayo dorado en el pecho.
—Viktor—recordó.
—Está bien, ¿ves?—le sonrió Colin señalándole a un lado.
Y efectivamente estaba bien, estaba bien y a su lado.
Sus ojos completamente negros le miraban expectante, y Colin dejó los brazos de su hermano para lanzarse a los de Viktor.
Había soñado tanto con eso, y era más de lo que esperaba. Viktor los apretaba y le daba su olor tranquilizador, le acariciaba los rizos, y Colin fue consciente de todo lo que había hecho, avergonzándose de golpe.
—No, ya no—le dijo Viktor con ese acento suyo tan marcado—. Aquí no tienes que avergonzarte de nada.
—Eres libre, Colin—dijo Denis emocionado—. Somos libres, y esto es la resistencia.
A Colin le costaba entender por la emoción, pero cuando vio acercarse varios rostros conocidos todo tomaba sentido.
Harry Potter, Hermione Granger y Ron Weasley se habían acercado hasta ellos dándole una cálida sonrisa.
—Me alegro de que ya estés con nosotros, Colin—le dijo Harry abrazándole—. Siento que hayamos tardado tanto en encontrarte.
Estaban vivos, Colin siempre pensó que Harry había muerto, pero al parecer no era tan fácil matarle, y estaba reuniendo un ejercito cada vez más grande.
Un ejercito lleno de agentes dobles, como el caso de Viktor, como Draco Malfoy que había llegado herido pero con una tanda importante de betas hijos de muggles liberados.
Dennis se fue cuando uno de los hermanos mayores Weasley apareció también herido, Charlie. Dijo que luego se lo presentaría, pero supo que Dennis y Charlie estaban juntos por el tremendo beso que se dieron.
Y Viktor estuvo todo el tiempo a su lado, viéndole asimilar toda aquella información.
—Este es nuestro campamento principal, pero tenemos muchos más—le confirmó.—Algunos podemos infiltrarnos por la relación de nuestras familias con los mortífagos, aún así es complicado. Siento no habértelo podido decir, pero era mejor que no lo supieras.
—Lo entiendo—sonrió. Pero se sentía avergonzado, a Viktor nunca le atrajo, era liberador y triste a partes iguales. Se miró por primera vez y vio sus marcas, allí no usaba ningún glamour.
Bajó su cabeza humillado, con un solo vistazo todo el mundo sabría lo que él era.
—No, no bajes la cabeza—se la alzó Viktor—. Esas marcas, son marcas de guerra. Has luchado y estás vivo. Eres fuerte, eres realmente fuerte.
—Pero.—No quería llorar, no quería hacer el ridículo, pero aquello era demasiado para asimilar.
—No he pasado por lo que tú has pasado, pero sí he visto lo que eres capaz de hacer, lo valiente que fuste al querer protegerme cuando no supiste que estaba con ellos—Viktor le había tomado las manos—. Ahora, ¿me dejarías estar a tu lado? Del modo que tú quieras, por supuesto. ¿Me dejarás protegerte y luchar cuando sea necesario?
Colin le miraba con los ojos muy abierto.
Asintió, porque durante todas las semanas que Viktor estuvo detrás del cristal lo sintió más cercano que a nadie en su vida. Porque quería volver a vivir, volver a ser él, aunque ya no se acordara de qué era eso. Y le gustaría hacerlo a lado de ese alfa.
—Han llegado Pansy y George—escuchó que gritaban—. Necesitan ayuda, traen heridos.
Todos se movilizaron, y Colin se levantó, vio a Viktor asentir. Aquella era su nueva vida, y la iba a aprovechar todo lo que pudiera.
¡Qué me gusta una parejita rara!
Esta me la quedo como secundaria para otra historia segurísimo.
¿Os convencen?
Hasta mañana.
Besitos.
Shimi.
