27. Lobos
Pareja: Fenrir/Bill
(Continuación de 5. Familia y 26. Deseo)
Los clanes se habían reunido, Ryddle parecía haberse ganado muchos enemigos, y como había dicho Lucius, seguirían a Remus si él los comandaba.
Pero no habían ido solo los clanes, lobos solitarios se habían unido a la asamblea, Fenrir era uno de ellos.
Solitario, salvaje y a un pelo de cachorro de perder su humanidad. Siempre a medio transformar escuchaba todo con su espalda pegada a un árbol.
Fenrir era un delta, había sido expulsado de su manada, y desde entonces no había buscado a otra, ni lo haría, muchas gracias.
Estaba estupendamente solo, pero Ryddle era un hijo de puta al que se la tenía jurada. Lucharía, y si podía se llevaría a algunos de sus capullos por delante.
Un movimiento a su derecha llamó su atención, eran extraños los lobos pelirrojos, pero allí había una enorme manada de lobos con el pelo rojo en multitud de tonalidades. A Fenrir le recordó al bosque en otoño, y sintió una inquietud al notar la añoranza de su territorio.
Entonces lo vio, era alto, y su pelo largo, rojo estaba trenzado con cuero. Su rostro tenía una cicatriz bastante reciente, pero no restaba su atractivo.
Fenrir se obligó a dejar de mirarlo. Pero su olfato decidió que rastrearlo era necesario. No olía a nada, un beta. Pero era demasiado bonito para ser un beta.
Fenrir miró al frente, aunque su visión periférica era para ese lobo. Los lobos bonitos traían problemas, por los lobos bonitos uno se metía en problemas, como ese bonito y rubio que Remus tenía a su lado.
Ese omega había provocado que el siempre reticente a la guerra Remus, la buscara para defenderlo.
Fenrir era lo suficientemente viejo para saberlo, allí olía a alfa cogido por los huevos.
Él una vez tuvo a su propio omega, y lo perdió cuando perdió el liderazgo de su manada, el omega no lo acompañó.
Un alfa caído, era el que había sido derrotado y se convertía inmediatamente en un delta, y ningún omega querría algo con un delta. Él, sin duda, no quería nada con omegas interesados.
Pero sus ojos se fueron a aquel beta bonito, lo vio mirándolo. Bonito y fiero, esa noche cuando la cerveza corriera, él se lo montaría. Una noche, una noche no mataba a nadie.
Y la cerveza corrió, Fenrir presentó sus respetos al nuevo líder y se coló en las sombras cercanas al pelirrojo.
Estaba hablando con los betas de la manada de Lupin. Sus ojos brillaban al ritmo de las hogueras. Hasta que le vio, no trataba de disimular. El gesto era claro, una invitación a que se perdieran en el bosque y copularan hasta el alba.
El gesto de desagrado del pelirrojo no le quitó lo bonito. Lo persiguió con la mirada toda la noche, el rojito estaba abusando del alcohol y cada vez se le veía más fiero. Se le estaba poniendo durísima solo de imaginarlo.
Hasta que el señorito rojo fuego fue hacia él hecho una bestia.
Así era como le gustaban a Fenrir, peleones.
—Deja de mirarme—le gruñó.
—Imposible, te comería entero.
El pelirrojo bufó, y le metió un cuchillo bajo la nuez.
—No-me-mires.
—Podría hacer algo más que mirarte—le retó Fenrir.
—Ves esta cicatriz—se tocó la cara—, ni te cuento como le quedaron los huevos al idiota que se atrevió a decirme algo como lo que me has dicho.
Fenrir se clavó un poco el filo del cuchillo para acercársele a la boca.
—Si sigues así solo me la pondrás más dura.—Para demostrarle que iba totalmente en serio le clavó la polla en la pierna.
El pelirrojo vio correr la sangre por su cuello.
—Vente conmigo esta noche y te comeré tanto el culo que te haré correrte solo con mi lengua.
La nuez del beta subió y bajó con nerviosismo.
—Vamos al bosque y te haré aullar como el primer día que te transformaste.
Ambos se miraban, midiéndose.
—¿Todo bien, Bill?—Otro de esos numerosos pelirrojos se acercó con cara de problemas.
La mano grande de Fenrir se fue a la cadera de Bill, este bajó el cuchillo.
—Perfectamente—repuso, haciendo gruñir de anticipación a Fenrir que lo apretó más contra sí mismo.
A solas con su pelirrojo este le encaró.
—¿Y además de hablar saber hacer algo más?
Fenrir sonrió de ese modo casi animal, ese beta iba a ser lo mejor de todo aquel baño de sangre que sería la guerra entre clanes.
Lo arrastró hasta el bosque y cumplió cada una de sus palabras, le hizo correrse aullando a la luna solo con su lengua.
Entonces el aroma extremadamente dulce le golpeó tirándole al suelo.
El olor de ese beta era imposible, los betas no tenían aromas de ese tipo. Prácticamente no olían. Y este apestaba a un dulce empalagoso, uno que se fundía sobre Fenrir como caramelo calentándolo a otro nivel.
—¿Eres un gamma?—preguntó Fenrir con los colmillos completamente desenfundados.
Bill se colocó sobre él derribándolo, un gamma, un maldito gamma chorreando sobre él.
Si Fenrir evitaba a alguien más que a un omega era a un gamma. Los gammas eran la perdición de los delta, sus parejas naturales, capaces de camuflar su olor, con una fuerza y agresividad dignas de un lobo puro.
Y el pelo rojo los cubría ahora que se había destrenzado, ocultándolos de la luna, creando un nido de intimidad.
—Y tú serás un delta muerto si no me follas ahora mismo—ladró Bill desnudando sus colmillos completamente dispuesto a cumplir su amenaza.
Fenrir gruñó clavándose en el gamma.
El olor empalagoso lo cubrió uniéndose con el suyo, ácido y picoso.
Lo apretó tan fuerte que podría romperlo pero quien lo estaba rompiendo era el gamma a él y nunca lo había disfrutado tanto.
Habría guerra, habría sangre y muerte asegurada, pero esa noche solo eran un delta y un gamma disfrutando la última noche de calma antes de la tormenta.
Y los descubrió el alba, a ellos y a todos los amantes del bosque. Los cuernos sonaron, Fenrir le dio la mano a Bill que aún estaba recostado sobre la hierba húmeda.
Ambos se besaron con violencia.
—¿Lucharás conmigo?—dijo con voz de sed de sangre el gamma.
—Hasta que uno de los dos caiga—gruñó Fenrir con la misma sed.
Y ambos corrieron para juntarse con el resto de los que saldrían esa mañana a acabar con el clan Ryddle.
En el omegaverse lo más común son los alfas, betas y omegas, pero hay un mundo más allá. Siempre me han atraído los gamma, depende de a quien leáis los encontraréis en un escalón más bajo que a los omega, más débiles, con celos y pudiendo engendrar.
Pero hay para otros que están por encima, fuertes, fieros y capaces de camuflarse, con embarazos muy peligrosos para ellos.
Sus parejas naturales serían los deltas, alfas caídos, al modo alfa/omega.
Pero ya os digo, esto son versiones y hago la mía propia.
Espero que os haya gustado.
Siento que el final de agosto está demasiado cerca, y aún no tengo suficiente de historias omegaverse. Ayudaaaaa.
Hasta mañana.
Besitos
Shimi.
