MALDITO BASTARDOS

Cara A

2ª parte

La paz era un echo, Madara Uchiha y Hashirama Senju habían pactado un acuerdo para parar las guerras entre ambos clanes. Y contrario a lo que creyó los shinobis de cada clan estuvieron de acuerdo con esa decisión que fue aceptada como un bálsamo calmante que recorrió a todos y cada uno de los integrantes Senju y Uchiha en dicha reunión de paz. Tampoco tuvieron, en ambos clanes, dificultades para relacionarse de forma amigable, como si todas esas matanzas y derramamiento de sangre nunca hubieran ocurrido, como si nunca hubiera ido con ellos. La amistad surgió, las charlas informales, las risas, compartir hoguera, comida y bebida de forma animada con ninjas con los que hacía apenas días buscabas pelear hasta la muerte.

Su hermano estaba más que satisfecho y pasaba muchas horas reunido con el alfa Uchiha, alejados de todos y de todo. Imaginaba que pactando los puntos de paz o el siguiente curso de acción al comprobar que la convivencia era posible entre los del abanico y los Senju. Él por su parte no quería ni imaginar cual iba a ser lo siguiente que decidirían ambos líderes. Poco después se anunció...

Y ahora estaban enfrascados en la construcción de esa nueva aldea donde nos trasladaríamos ambos clanes. ¿Podían ir las cosas peor? Desde mi punto de vista no, o quizás estaba equivocado cuando poco tiempo después la aldea ya era una realidad, una aldea llamada Konoha que iba creciendo cada vez más con la incorporación de nuevos clanes y familias.

Hashirama se convirtió en el Hokage y nos nombró a los dos líderes Uchiha y a mi, sus consejeros. Con lo cual tuve que soportar a esos dos hermanos alfa de forma diaria.

Mi descontentó con todo era palpable, mi rabia hacia ese clan no había desaparecido. Quería librarme de esa lacra, estaba seguro que todos eran unos cabrones sedientes de sangre, traicioneros, taimados, vengativos... Cualquier día se girarían en nuestra contra porque estaban llenos de odio. Y con eso en mente empecé a intentar que la gente de mi alrededor también desconfiara de ellos, que los odiara tal como yo lo hacía. Pero pronto mi propio clan me dejó de lado, estaban hartos de escucharme despotricar contra los Uchiha, de que les dijera que no se podía confiar en ellos y que nos apuñalarían por la espalda o nos someterían a sus crueles genjutsu, y de que, cuando nos diéramos cuenta de que estábamos bajo su influencia ya sería demasiado tarde.

Pero mi clan empezó a ignorarme, habían trabado amistad y relaciones de compañerismo con los del sharingan, me dejaban de lado y me recordaban que los tiempos de guerras entre clanes habían sido abandonados hacía algunos años atrás, que estaban en paz con todos los clanes que conformaban Konoha.

Busqué ayuda en otros clanes para contarles sobre mi desconfianza hacia los del abanico, pero tampoco era tomado muy en serio. Era triste que nadie confiara en mi criterio, sabía de lo que hablaba... Lo había sufrido en mis propias carnes cuando era un poco más joven.

Un día mi hermano pidió hablar conmigo en privado.

–Se lo que estás haciendo, Tobirama.

–Sólo intento evitar que alguien salga herido...– ¿Por que todos estaban tan ciegos?– Los Uchiha son peligrosos y lo sabes tan bien como yo, o lo sabrías sino...

–Tobirama, silencio.– Le había cortado antes de que pudiera continuar.

Le entristecía que su menor aun estuviera traumatizado por lo que sucedió años atrás. Por mucho que el albino dijera que no, estaba claro que aun le recorría una intensa rabia hacía los Uchiha. Ya hacía tiempo que estaban en época de paz, pero Tobirama seguía alejándose de todos los alfas que intentaban cortejarlo. Nunca buscaba intimidad con nadie, ni siquiera se había permitido sufrir ningún celo... Era igual que cuando su padre vivía y le despreciaba si mostraba algún rasgo de que era un omega. Suspiró para si... Necesitaba forzar la curación de su hermano menor, si lo conseguía, Tobirama sería feliz, aunque le costaría superarlo. Pero tenía alguien en mente, alguien que había mostrado una sensibilidad que no esperaba, alguien de confianza y que siempre mostraba respeto por su hermano.

Le miró y vio esa mirada en alerta permanente y desconfiada, en un rostro que sería sumamente hermoso sino mostrara ese rictus severo y distante, una cara que gritaba bien alto "NO TE ACERQUES" a todo aquel que quisiera estar un poco cerca de ese Senju, ni siquiera a él le permitía la misma cercanía que tenían antes de que le abusaran. Le miró con una sonrisa triste, sabía que no le perdonaría por lo que iba a hacer... Pero quería que Tobirama, su adorado hermano, fuera feliz, se lo merecía.

–Voy a casarte.

–¿QUÉ? ¿Qué jodida broma me estás gastando, Hashirama?

–No es broma, tus palabras me han orillado a esto.

–No digo nada que no crea cierto.

–¡Basta! Te vas a casar con Uchiha Izuna. No se hable más.– Ordenó con firmeza. Sentía ser así con su hermano, pero creía firmemente que Izuna podría ayudar a Tobirama a superar su trauma.

–¿Me vas a obligar a casar con ese jodido Uchiha?

–Ese jodido Uchiha es un buen muchacho y un buen alfa, y quizás pueda ayudarte. Además estás creando problemas y tensiones con los Uchiha.– "Y con toda la aldea" Pensó para si. Pues ya iban varios shinobis que se quejaban del albino escupiendo su bilis contra compañeros y amigos que formaban parte de dicho clan– Ésta es una forma de demostrar que todos queremos vivir en paz.

–Yo no.– Siguió mostrando su rencor.

–¡Basta, Tobirama! Eres alguien racional y creo que puedes apreciar lo bueno que ha traído éste tratado de paz.

–Si tanto te gustan los Uchihas y la paz, cásate tu con uno de ellos. Con Madara por ejemplo.

–No digas tonterías, somos dos alfas y nuestra unión no será aceptada...

–¡Ja! ¿Ahora te importa que seáis dos alfas? Pero bien que te abres de piernas y gimes como omega cuando ese alfa Uchiha te monta.

La cara de su hermano fue de sorpresa para luego mutar a una de cabreo, que él conociera tal relación no se lo esperaba.

–Os he visto, olido y escuchado... ¡Es repugnante Hashirama! Eres un alfa, pero te dejas someter por otro y te comportas como un bajo...– Pero su hermano airado le cortó antes de que lo dijera.

–¿Qué Tobirama? Venga dilo... ¿Me comporto como un omega? ¿Es eso lo que ibas a decir? ¿Y tu qué, hermano? Eres un omega que se comporta como un alfa, ¿O lo tuyo si que está bien?– Le puse un dedo en el pecho, acusador– Eres tu el que es incapaz de aceptar su género. Se muy bien que soy un alfa y, porqué tengo claro que es lo que soy, es que soy capaz de dejar instintos y orgullo de lado para buscar lo que amo y quiero. ¿Sabes que Tobi-chan? Tu no odias a los Uchiha, tu te odias a ti mismo. Dejaste que padre te aplastara con su desprecio y dejaste que te afectara. Buscabas tanto su reconocimiento y su amor que dejaste que te destruyera completamente. Te avergüenzas tanto de ti mismo, de tu naturaleza, que no has sido capaz de superar lo que te ocurrió, ni tampoco te dejas ayudar...

Se sentía triste por no haber podido proteger a su hermano de la crítica y el desprecio de Butsuma, de ver como cambiaba para conseguir esa pizca de reconocimiento paterno, ese rostro orgulloso que mostraba el patriarca Senju por tener hijos fuertes y de los cuales poder presumir. Y por eso mismo no superaba su trauma por la violación. Butsuma le enseñó a ser fuerte, a no ser omega, a no dejarse llevar por su instinto y a ser el mejor y, esos malditos alfas que le violaron le quitaron todas estas creencias que le inculcó padre, todo ese poder que hacía creer a su hermano intocable, casi como si fuera invencible. Definitivamente, Tobirama por si mismo no superaría eso, porque tampoco aceptaba que era omega y que, al igual que cualquier otro género, tenía debilidades y le podían herir. Seguramente se culpaba a él mismo de la violación por no haber sido todo lo fuerte que le enseñó padre a ser. Y no sanaba porque creía que todo lo tenía que solucionar por si mismo, porque era fuerte para hacerlo... Suspiró dolido por su pequeño hermano, le había tenido paciencia pero era el momento de aclarar las cosas y darle ese empujón que requería.

–Tobi-chan, déjame decirte que sino me caso con Madara públicamente, es por el bien de la aldea, aun es todo demasiado reciente como para realizar un acto así sin que seamos juzgados y peligre todo lo conseguido hasta ahora; pero que no lo haga publico no significa que no nos pertenezcamos.– Giró un poco su cuerpo y apartándose el pelo le mostró su nuca, con una marca bien visible.– Madara tiene una igual en su nuca. La tenemos que ir renovando cada poco tiempo porque se cicatriza y desaparece de nuestra piel.

Volvió a arreglar su pelo y a ponerse bien el cuello del haori. Su hermano parecía estupefacto.

–Amar no es de débiles, ni de cobardes. Tampoco lo es saber dejarte llevar por la persona querida, ni reconocer que deseas sus brazos a tu alrededor y acurrucarte en su pecho de vez en cuando. Eso es un acto de confianza extrema, tanto hacía la otra persona como hacía ti mismo. Yo confío en lo que soy y en mi propia fuerza, no necesito que otros me recuerden lo que puedo o no puedo hacer, tampoco necesito su aprobación. Y a la vez se que esto no lo puedo hacer en solitario, por eso confío en vosotros y en Madara para arroparme cuando lo necesito– Le puso una mano en el hombro, de forma suave pues sino sabría que su hermano se apartaría para rehuir el contacto– Por cierto, la boda será a finales de la próxima semana.

Y luego de esas palabras se marchó dejando a su hermano allí pensando, Tobirama no había reaccionado al irse.

Tobirama vio alejarse a su mayor y se quedó allí, pensando en todo lo que Hashirama le había dicho. Siempre había creído que de los dos él era el más fuerte, mentalmente hablando, el que no necesitaba nada y que su hermano moreno era frágil y delicado, que su mente era manipulable y débil. Y ahora veía que estaba tan equivocado, Hashirama era fuerte, era decidido, era valiente y no temía mostrar lo que guardaba en su corazón. Hashirama nunca necesito la aprobación de su progenitor, por eso le plantaba cara y peleaba con él cuando no estaba a favor del curso de acción que decidía Butsuma, en cambio él aceptaba todo lo dicho por padre, sin cuestionarle, y así se creía fuerte. Que estúpido había sido y, según parecía seguía siendo estúpido actualmente.

Los días pasaron rápidos para Tobirama que parecía distraído y medio ido mientras paseaba por la aldea o entrenaba, su cabeza estaba en otro lugar, más específicamente en su mente se reproducían las palabras de su hermano una y otra y otra vez, mientras las interiorizaba y analizaba. También lo intercalaba con recuerdos del pasado, los entrenamientos a los que le sometía su padre, sus desprecios por ser omega y como él se esforzaba más y más en ser todo lo que su progenitor deseaba; llegando a despreciar su naturaleza, al igual que su padre lo hacía. Y ahí estaba, siendo un adulto joven que nunca se había permitido el contacto intimo con nadie, ni mujeres beta u omega, ni hombres beta o alfas. De hecho no permitía ningún tipo de contacto con nadie que no fuera su hermano mayor, y desde esa vez ni eso, o que no fuera contacto causado por alguna batalla, después de todo en el cuerpo a cuerpo era imposible no estar tocando y que te tocara tu rival.

Por otro lado, en el bando Uchiha, Madara no se tomó muy bien la decisión de su pareja y amante, Izuna simplemente se había quedado callado y taciturno.

–¡No jodas, Senju! Tu no puedes decidir algo como un matrimonio porque si... Y menos si incluye a alguien de mi clan, en especifico mi hermano. Si deseas un Uchiha ya te proporcionaremos uno que desee casarse con ese loco albino.

–Madara, es mi hermano de quien estás hablando... Más respeto– Lo encaró.

–¿El mismo respeto que has tenido tu al decidir por Izuna?– Se cruzó de brazos con una mueca que mostraba sus dientes. No se acobardaría ante Hashirama, por mucho que fuera el dios de los shinobis.

–Es por el bien de...

–¡Patrañas! Es por el bien de Tobirama. A mi no intentes engañarme con que es por el bien de la paz, ni la aldea... Porque habían otras maneras de actuar.

–Es mi hermano, Mady... Esas soluciones son demasiado... No quiero perderlo. ¿Qué harías tu si fuera Izuna el que estuviera en esa situación?– Entendía el enfado de su pareja, pero amaba a su hermano, muchísimo.

La cara de Madara se ablandó, él haría lo que fuera por ayudar y proteger a Izuna.

–Te entiendo... Más o menos, pero no puedes tomar esa decisión.

–Lo se...– Suspiró. Había actuado precipitadamente sin hablarlo antes con los Uchiha. Miró al alfa más bajito y le sonrió apesadumbrado, se disculparía y tomaría otro rumbo con Tobirama.

–Lo haré. – Dijo decidido Izuna, por fin dando su voz al asunto. Hashirama sonrió al más joven y sintió como si le quitaran 10 años de encima, satisfecho y muy agradecido con el joven azabache es como se sentía.

–Gracias Izu, se que te estoy pidiendo mucho... Pero estoy desesperado, mi hermano cambió demasiado, está lleno de odio y resentido... Creo que tu podrías ayudarle– Tobirama había peleado siempre con Izuna, en las peleas había aprendido a no tenerle miedo al joven Uchiha, a tener contacto con él... Su cuerpo y su mente estaban acostumbradas a su olor y su presencia, aunque hubiera sido mediante la guerra. También fue Izuna el primero que ayudó a Tobirama luego de la violación, lo acunó en sus brazos, lo llevó a lugar seguro y lo calmó con su aroma. Tobirama no temía al pequeño alfa, por eso era el adecuado. Además de la paciencia y la tranquilidad que mostraba hacia su hermano el Uchiha.

–No corras tanto... Si mi hermano se casa con el Senju, es una boda sólo, no le marcara sino lo desea y tiene que haber unos acuerdos. No pienso tolerar que se ate de por vida a alguien que quizás siempre le vaya a odiar y nunca le permitirá que ejerza sus derechos de alfa. –Puntualizó Madara.

Era normal que el líder Uchiha pidiera tales acuerdos. Un alfa tenía sus necesidades, lo mismo que un omega que se permitiera seguir su naturaleza. Sería cruel condenar a Izuna a marcar a Tobirama si éste jamás le permitía fungir como alfa, eso es aparearse con el omega y calmar sus celos conjuntamente. Si Izuna marcaba a Tobirama y éste seguía en sus trece de no dejarse tocar, ni tener celos nunca... El alfa también estaría condenado a no tener vida sexual de nuevo, pues no podría tocar a otro omega o beta que no fuera el suyo. Lo mismo les ocurría a los omegas, pero dado que Tobirama parecía darle igual no tener contacto carnal con nadie, para él no sería ningún castigo.

Asintió al líder Uchiha.

–Esta bien Mady... Sólo será una ceremonia oficial.

Izuna se mordió el interior de la boca. Ese era un buen trato, pues si las cosas no funcionaban con Tobirama no estarían condenados. Pero a su vez ralentizaría todo el proceso para ayudar al albino, o intentarlo.

El día de la ceremonia llegó. Izuna se vistió con un kimono negro con el emblema Uchiha en la espalda y las solapas. Todo estaba preparado y Hashirama, como el Hokage iba a presidir y enlazar a la futura "pareja", eso si su hermano se dignaba a aparecer.

Suspirando aliviado lo vio llegar, llevaba un kimono de ceremonias usado en el clan Senju, algo sencillo realmente. Para nada se iba a vestir como una "novia", él no haría nunca tal cosa... Y menos sin estar en acuerdo con lo que había decidido su mayor. Pero si que parecía dispuesto a cumplir con la orden dada por su líder.

Y ahí estaba tieso como un palo al lado del que iba a ser su "marido", ese Uchiha que durante años fue su mayor rival. Cerró los ojos mientras su pie se movía de forma disimulada con impaciencia y sus puños se apretaban con fuerza debajo de sus largas mangas. No había querido presentarse, pero al final el deber moral y con su hermano, clan y aldea ganó. Interiormente, no pensaba reconocerlo, el discurso de su hermano había hecho mella en él y muy en el fondo reconocía que tenía razón, estaba roto y lleno de odio. Había actuado mal en la aldea y hacia los shinobis que la conformaban y, odiaba sentirse débil tal como había insinuado su hermano, insinuación que tras mucha meditación descubrió que era acertada. Él era el débil, el estúpido, el que se había dejado manipular, el que no había afrontado su trauma, el que buscaba la aprobación de su progenitor a cualquier costo. Quería ser fuerte por si mismo, sin depender de la aprobación de nadie, quería mejorar y dejar de temer, quería cambiar y ser feliz y alcanzar una verdadera fuerza. Y ese fue el motivo de que al final accediera a esa boda con ese alfa raquítico pero buen guerrero, en el fondo admiraba mucho a Izuna Uchiha. Era fuerte, era rápido, era ágil... Él era el más adecuado para soportar como "compañero", Hashirama fue listo e hizo una elección muy racional.

Luego de esa boda, y de ese día de "celebración" donde el Uchiha ni se le acercó, sólo le dedicó alguna mirada respetuosa y alguna sonrisa suave, como si no quisiera molestarlo, se trasladaron a vivir juntos por petición de Hashirama. Después de todo ahora eran un matrimonio les había dicho, por suerte no añadió nada sobre cuanto tardarían en proporcionarle sobrinos.

–Escoge una habitación, Tobirama. Yo me conformaré con cualquier espacio.

No tuvo problemas en escoger un buen cuarto, amplio y luminoso. Aunque si le asombró el Uchiha. Realmente había temido que tendría que volver a enfrascarse en una batalla con ese alfa pues le exigiría un apareamiento, hacer valer sus derechos como alfa pidiendo una consumación para cerrar el contrato matrimonial y que a la vez les serviría para enlazarse como las parejas alfa-omega solían hacer. Pero Izuna Uchiha parecía ajeno a todo eso, no se mostró ansioso por copular con él, la verdad es que ni parecía tener interés en su persona. Tampoco se mostró dominante, ni impositivo. El alfa estaba relajado y en calma, con una sonrisa suave en su rostro pacifico y relajado.

Una vez escogida su habitación, el Uchiha había pasado por su lado sin hacerle mayor caso, ni tener la intención de entrar en su habitación escogida, parecía que realmente iba en serio.

–Buenas noches, Tobirama Senju. Que descanses, si necesitas cualquier cosa estaré en el cuarto al final del pasillo. – Y caminando de forma pausada ahí se metió, en su espacio, tal como le había dicho. Sin trucos, sin pretender nada con él... Era extraño y más teniendo en cuenta el mal concepto que tenía de los alfas Uchiha.

Los días fueron pasando y la convivencia entre ellos era buena, le parecía asombroso. Al principio él estaba en tensión y a la defensiva ante el alfa. Pero Izuna le hizo notar, mientras bromeaba, que cuando peleaban estaban a la par pues eran iguales en poder y fuerza, que nunca se había comportado tan tenso hacia él. Eso le hizo pensar, si antes nunca había temido al pequeño alfa... ¿Por qué ahora si? El azabache tenía razón su fuerza era igual... ¿Para que temerle si podía plantarle cara o pararlo cuando se sintiera verdaderamente amenazado? Además ¿Por qué habría de sentirse amenazado por alguien que era su igual? Después de esa reflexión las cosas fueron a mejor, su trato acabó siendo cordial hasta que llegó un momento que se comportaban como si fueran compañeros shinobis.

El azabache también le proponía cada mañana ir a entrenar, para recordar viejos tiempos le decía. Finalmente, cuando ya estaba muy estresado... Eran esos primeros días que estuvo tan tenso en todo momento, acabó aceptando. Eso contribuyó a que su relación terminara como unos compañeros shinobis que convivían en una misma casa.

Si definitivamente su relación, al pasar las semanas, terminó siendo buena. Tenía confianza con el Uchiha, al recuperarla durante sus entrenamientos y por las palabras que le dedicaba el joven alfa. Además descubrió una mente astuta, curiosa y veloz en el azabache. Le gustaba hablar con el otro, dialogar y compartir ideas, Izuna le ayudó con algunas de sus creaciones aportando nuevos conceptos y puntos de vista, haciéndole notar posibles fallos o rebatiendo sus errores. Si, tenía que reconocerlo... El maldito Uchiha le caía bien. Y seguía sin intentar nada físico con él.

Los días seguían pasando, una vez recuerda a Izuna encerrarse en su habitación al llegar con su hermano, que le ayudaba a andar. Su frente perlada en sudor y sus dientes apretados. Su hermano también venía con ambos Uchiha. ¿Qué le sucedía al Uchiha? No olía a sangre.

–Llévatelo, Hashirama. Llévalo a tu casa...– Gruñó con los dientes apretados, mientras jadeaba con dificultad antes de que su hermano lo acompañara a su cuarto y se encerraran dentro.

–Va a entrar en celo– Respondió su hermano, antes de instarle a marcharse juntos de esa casa que estaban compartiendo con el joven alfa Uchiha.

Su hermano preparó una habitación en su hogar para él. Izuna había entrado en celo y estaría un día y medio sufriendo el dolor que le causaría el celo, aunque él no había olido esa condición del alfa porqué Izuna antes de entrar en el hogar que compartían se había bebido una infusión para que sus feromonas no fueran liberadas y que así no se viese afectado, según le comentaron. También le habían dicho que el joven alfa azabache había rehusado buscar a algún trabajador del sexo, en éste caso omegas, tanto machos como hembras, y mujeres betas que no deseaban pareja, ni ser marcados y se les pagaba para saciar a alfas necesitados y/o con el celo, o a betas que buscaran unos instantes de diversión... Cualquiera que requiriera sus servicios y les pagara la suma acordada.

–Maldito tonto, pensando en mi bienestar en un momento así...–Musitó para si mismo en esa recamara de la casa de Hashirama. Mientras una suave sonrisa se posaba en sus labios, misma que se dio prisa en quitar, mientras parpadeaba confuso por sus pensamientos hacia el azabache con el que estaba casado.

Durante ese día y medio que estuvo con su hermano, pensó en Izuna. En lo considerado que era con él, en como le trataba de forma normal como a un compañero o amigo más, en como le hablaba y bromeaba... Y eso le gustaba, su confianza había crecido gracias al Uchiha. Ahora ya permitía que su hermano volviera a tocarle y abrazarle, odiaba admitirlo, pero Hashirama había tenido razón. Incluso había dejado a Izuna tocarle sin pensar en que el tacto le repugnaba, la verdad es que encontraba placentero y agradable su olor y su toque, cuando le ponía una mano en un hombro o le acariciaba una mejilla. Toques sin ninguna otra intención que la simple amistad entre amigos o compañeros shinobis. Y últimamente había estado ansiando que esos toques se dieran de forma más seguida o se prolongaran más en el tiempo.

Y por eso otra pregunta empezó a surgir en su mente, una pregunta que le resquemaba y cada día le cabreaba más y más el no encontrarle respuesta.

¿Por qué no mostraba interés físico en él? ¿Es que acaso no le encontraba atractivo?

Y la posible respuesta a eso le molestaba en demasía, hacía días que ya había vuelto a su hogar, el celo del alfa ya había pasado y seguía sin acercarse a él de forma que no fuera como simples camaradas.

Si, definitivamente, Izuna no le encontraba atractivo. Izuna sólo le veía como a un amigo más, un compañero shinobi, uno con el que estaba casado y compartían hogar... Y aun así ni una jodida muestra de interés, ni un simple aroma a excitación cuando se le acercaba. Se estaba empezando a frustrar... Muchísimo.

Eso si, el Uchiha siempre le decía lo mismo antes de pasar por su lado para dirigirse a su cuarto. Cada día, cada semana, cada mes que pasaba... La misma frase, una frase que podía ser dicha para ser educado, pero en la boca del pelinegro sonaba totalmente sincera.

– Buenas noches, Tobirama Senju. Que descanses, si necesitas cualquier cosa estaré en el cuarto al final del pasillo– Pero ya está, ni una mirada sugerente, ni pupilas dilatadas por la lujuria de verlo; aunque claro con esos profundos ojos negros cualquiera diferenciaría entre iris o pupila. Ni siquiera liberaba su aroma mostrando algo, cualquier cosa... ¿Se había casado con él para contentar a Hashirama? ¿Por lastima? No lo entendía... Y le daba rabia.

Y así pasaron algunos días más. Se sentía cada vez más molesto y tenso. Y liberaba gruñidos durante sus funciones de ayudante del Hokage y consejero. Su hermano le envió a misiones notándole tenso, creyendo que tanto papeleo le había estresado y necesitaba liberar adrenalina. Pero eso no había funcionado, pues volvió con la misma cara arrufada y con sus gestos bruscos.

–Hermano, ¿Estás bien? –Le preguntó al fin. Luego de las quejas de otros empleados y shinobis ante su agresividad y malos modos.

–Si.– Un monosílabo seco y liberado entre su apretada mandíbula.

–¿Estás seguro? Sabes que puedes contarme lo que sea...–La mirada afilada le hizo encogerse en su silla y un aura de depresión le rodeo–... O no. No pasa nada sino quieres.

El hilillo de voz de su mayor y como parecía compungido, le hizo soltar aire de forma sonora.

–Los-los alfas sois muy sexuales, ¿verdad?

–Bueno– No sabía que era peor, que no le hablara o que le hiciera esa comprometida pregunta– S-si, cuando encontramos a nuestra persona amada lo somos. Lo mismo que los omegas–Le aclaró, tampoco quería que viera a los alfas como máquinas de sexo– Las parejas enlazadas y que se aman es lo que tienen.

Él con Madara tenían verdaderas maratones sexuales. El Uchiha era terriblemente potente y apasionado. Todo un portento sexual, pero no se quejaba... Adoraba esa faceta de su pareja en la intimidad, aunque luego le costara permanecer sentado.

–¿Todos los alfas son así o depende del clan o del individuo en cuestión?–Volvió a cuestionar sin mirar al moreno, la verdad es que la daba la espalda y miraba por la ventana.

A su menor le estaba costando esa charla, lo notaba en su tensión y en como se retorcía las manos. Sonrió, no sabía que estaba haciendo el pequeño alfa Uchiha pero funcionaba. Hacía ya muchos meses que estaba sintiendo esa mejora en Tobirama, el como se dejaba abrazar y tocar, el como empezaba de nuevo a sonreír, también empezaba a relacionarse con otros Uchiha que no fueran Madara e Izuna y lo hacía sin tener una obligación laboral. Definitivamente su decisión de casarlo con Izuna fue la mejor que pudo tomar. Respiró antes de seguir contándole.

–Verás un poco si depende de cada clan, he comprobado que hay alfas más apasionados que otros; pero también es cosa de cada individuo. También el deseo o atracción o estima que pueda sentir por su contraparte... Son una serie de factores que suman en el deseo sexual.

Vio a su hermano bajar la cabeza y sus parpados esconder un poco su rojiza mirada.

–Entiendo...–Había musitado en tono suave.

La comprensión llegó a su mente, así que su plan había funcionado tan bien que Tobirama deseaba más, aunque parecía que Izuna no intentaba nada, ningún tipo de aproximación.

–¿Izuna no...?

–No es nada, olvida esta charla– Y aquí iba intentando huir. Se levantó y lo agarró de la muñeca a su albino hermano.

–Tobirama, por favor... Quiero ayudarte.

La reticencia en el cuerpo de su menor era grande, aunque al final tras un largo suspiro se relajó.

–No tenemos ese tipo de relación. Es más como mi compañero de vivienda, alguien con quien comparto el jodido espacio.– Y ahí estaba el motivo de la molestia de su hermano, escuchándola escapársele mientras hablaba, el tono cortante en según que palabras era revelador. Sonrió para si, ahora entendía todo.

–Hay veces que una persona no actúa para respetar a la otra y quizás sólo espera un indicio de que sus acciones no molestaran.

–O quizás es que lo considera repulsivamente feo, o inadecuado para ser su pareja y sólo es capaz de verlo como un amigo.–El disgusto en su voz.

Era claro que Izuna no lo encontraba interesante ni apto como posible pareja, y le costaba entender porque ese hecho le resultaba tan molesto... La verdad es que si lo entendía, el alfa Uchiha le gustaba y sentía un calorcito recorrerle el cuerpo cuando lo tenía muy cerca, escuchaba su profunda voz u olía su agradable fragancia natural. Eso era nuevo para él, desde que empezó a limar sus asperezas con el azabache, el recelo fue sustituido por cada vez más atracción hacía el joven alfa. Quería ser un omega con el del sharingan, que le notara, que le cortejara, que tuviera interés en aparearse con él y en montarle. Pero el maldito Uchiha no le hacía caso.

–No creo que sea eso. Estoy seguro que está siendo cuidadoso y está esperando una señal por parte de ese omega.– Su hermano le miró anhelante, la emoción bailándole en los ojos.

–No se como ser omega...

–Sólo suéltate, Tobi-chan. Llevas demasiado frenándote, tomándote las pastillas que te hice para no tener celos. Fui culpable de tu problema al cumplirte ese capricho, soy cómplice de esconder lo que eres como si ser omega fuera un crimen.– Le miró con decisión– No voy a seguir cometiendo ese error. A partir de ahora se terminó, no voy a fabricarte más píldoras. Ser omega no es nada malo... Creo que tu mismo has podido darte cuenta de eso.

Tobirama movió los ojos de forma nerviosa y le volvió a mirar. Volvió a insistir en algo que sabía que su menor ya había interiorizado, que que aun parecía costarle.

–La verdadera fuerza no está en ser de un género en especifico. La verdadera fuerza está en aceptarse y luchar seas omega, alfa o beta. Nadie está por encima de los otros. – Le recordó al ver su momento de nerviosismo. Tobirama le sonrió de forma suave y asintió con decisión.

–Tienes razón. –Levantando la cabeza y con una mirada decidida en esos ojos rojos– Soy Tobirama Senju, segundo al mando del clan Senju por derecho propio y mano derecha del Hokage, uno de los shinobis más fuertes de Konoha y soy omega.

Orgulloso miró como Tobirama se iba con la cabeza en alto a seguir con sus tareas o quizás a su hogar a encarar al que era su marido. Su hermano estaba completamente "curado", había sido un largo proceso para llegar a ese momento. Y agradecía la ayuda de Izuna, que era el que le había acabado de quitar la venda en los ojos a su menor durante todos esos meses de convivencia. La espera para restaurar el orgullo que su padre le hizo perder, y que luego el abuso empeoró, había sido larga.

Se sentó satisfecho en su silla mientras miraba por la ventana, un paso más y el proceso de aceptación de su hermano estaría completo, sólo faltaba ese único paso... El de aceptar su deseo por el alfa Uchiha, por querer un apareamiento con Izuna. Igualmente una pregunta surcó su cabeza... ¿Los cachorritos saldrían de pelo azabache o saldrían albinos como Tobirama? No lo sabía, pero lo que si tenía claro es que él sería el tito más enrollado del mundo, en cambio su pareja seguro que le apodarían tito Madara 'El Ogro'.

–Hashirama... Deja de soñar despierto y trabaja– Le golpeó su pareja en la cabeza.

–Definitivamente serás el tito ogro.– Le replicó ofendido, mientras un puchero muy marcado se formaba en sus labios.

–¿Tito?–Levantó una ceja. ¿Su pareja había enloquecido o es que seguía en sus sueños?

–Tobirama e Izuna, ya sabes.– Lo dijo como si fuera lo más obvio del mundo. ¿Cómo podía Madara no entender algo como eso?

–No digas tonterías. Sabes que no tienen ese tipo de relación. Mi hermano no toca al tuyo porque no lo aceptaría...– ¿Qué maldito sueño estaría teniendo su Senju?

–Quizás por ahora no lo han tenido... Pero tiempo al tiempo, y no creo que tardemos mucho en verlo.– Sonrió y volvió a recostarse en su silla. Tenía ganas de tener sobrinitos dado que al ser él un alfa y Madara también, no podrían tener cachorros.

–Ponte a trabajar. No estamos todos haciéndolo para que tu estés durmiendo, idiota.

–Pinti i tribijir... –Imitó con burla, pero en un susurro tan flojito que sólo podría escuchar él mismo, tampoco era tan suicida como para hacer cabrear al líder Uchiha. Que amargado era su Mady.

Un estremecimiento lo recorrió al sentir una respiración en su cuello y un fuerte chakra aplastante junto a un aroma dominante.

–Te he escuchado Hashirama. Esta noche te voy a castigar... No se como podrás sentarte mañana. Ya verás.– Le susurró a su vez con voz gutural en el oído. Hashirama había tragado saliva sonoramente. Luego se marchó dejándole allí en su oficina con los papeles por revisar.

Esa noche en su hogar, Tobirama e Izuna cenaron juntos y con una amena charla.

–¿Estás bien? – Le había preguntado el alfa durante varias veces en la cena. Y su respuesta fue afirmativa, porque lo que le ocurría era que estaba nervioso.

Izuna lavó los platos y luego como siempre, le soltó la frase. Esa misma frase que llevaba escuchando tantos y tantos meses. Pero esa vez añadió algo nuevo.

–Dices que estás bien, pero durante toda la noche te he notado nervioso, Tobirama. Tu aroma me lo dice.

–Sólo es que estoy algo inquieto.

–Esta bien, que descanses entonces.

Y ya está... Otra vez ignorándole, sin mirarle como algo más... Y él sintiéndose nervioso por estar cerca suyo y por sus nuevos pensamientos y deseos. Y el otro... Ni enterado. ¡Maldito Uchiha!

Se plantó delante con los brazos cruzados y una mirada afilada y molesta.

–¿Tobirama? – Esa postura ciertamente hostil– Si deseas entrenar, preferiría dejarlo para mañana por la mañana.

–¡Uchihas!– Levantó la mirada al cielo y los dos brazos también. Y aun más al ver el levantamiento de ceja confundido del azabache.– ¿Por qué no me miras?

–Lo estoy haciendo, Senju.

–No de la forma que tendrías que mirarme.– Izuna había parpadeado confundido.– Tampoco liberas tu aroma hacia mi.

–Estoy tranquilo, no tengo porque incomodarte con mis emociones.

Bufó exasperado, pero que menso era el Uchiha para según que aspectos.

–¿Por qué no muestras interés por mi?¿O por qué no quieres tocarme? ¿No me consideras un omega apto para ser tu maldita pareja?

–Nunca me lo has pedido. Tampoco querías mi interés. Y no creo que te sientas cómodo con mi cercanía... Al menos a ese nivel.– Ahora fue su turno de cruzarse de brazos y mirar al otro afilando su mirada. ¿Le daba su espacio y por eso mismo le reclamaba?

–¿Me estás diciendo que si te lo pido lo harás? ¿Cómo si me tuvieras que hacer un favor? Oh, pobre Tobirama vamos a copular con él porque nadie más se va a interesar en hacerlo.

–¿Ahora empleas el sarcasmo, Senju? No te queda. Tampoco que te hagas el ofendido. Hasta ahora despreciabas cualquier tipo de acercamiento que no fuera luchando o de amistad. ¿Y de pronto me reclamas porque he respetado tu decisión? ¡Que tenga el sharingan no significa que pueda leer las jodidas mentes de los que me rodean!

Parpadeó, el Uchiha tenía su punto. Negó... No le iba a dar la razón, tenía su orgullo.

–Es igual. Reconoce que no me encuentras atractivo como omega.

–Sino te encontrara atractivo o no me agradaras, no habría aceptado lo que me pidió tu hermano. Ni loco me habría casado contigo en ese caso... Pero nunca me has pedido que te tocara.

Otra vez el Uchiha tenía su punto de razón. Maldito Uchiha y su astucia. Espera... ¿Creía que era guapo? ¿Y una posible pareja para él?

–Tócame, Uchiha.

–¡Soy Izuna para ti! ¡Tu marido!– Mientras se acercaba acabando con la distancia entre ellos. –No quiero que te arrepientas después. Quiero que tengas claro que si empiezo a tocarte no creo que pueda parar, llevo muchos meses aguantando por ti, esperando a que me pidieras que actuara como un alfa contigo, tu alfa. Te quiero como a mi omega. Deseo una unión completa contigo, nada de medias tintas... O todo o nada, marcarte y que me marques. Quiero formar una familia a tu lado.– Se detuvo cuando sus torsos se tocaban y levantó una mano acariciando esa mejilla marcada con la pintura roja, un toque suave, furtivo, anhelante.– Tobirama, si tu también deseas eso... Déjame ser tu alfa, se mi omega. En cambio, si lo que buscas es sólo probar, una diversión pasajera... No me tortures más y acabemos con esta farsa de matrimonio, que cada uno continúe por su lado. Porque estar aquí, contigo, viéndote cada día y saber que sólo querrías que fuera un polvo ocasional me dolería demasiado. Lo quiero todo contigo, entrega absoluta por ambas partes.

Su corazón latió ante aquellas palabras y por fin entendió las palabras que Hashirama le dedicó muchos meses atrás:

"Amar no es de débiles, ni de cobardes. Tampoco lo es saber dejarte llevar por la persona querida, ni reconocer que deseas sus brazos a tu alrededor y acurrucarte en su pecho de vez en cuando. Eso es un acto de confianza extrema, tanto hacía la otra persona como hacía ti mismo"

Izuna le amaba y lo decía en voz alta, en voz decidida, mirándole a los ojos, sin decaer ni mostrar indecisión. Sabía lo que deseaba con él y lo proclamaba alto y claro.

–Si– Dijo.

–¿Si a que, Tobirama?

–Si a una vida a tu lado, si a darlo todo, si a ser tu omega y que tu seas mi alfa.– Una sonrisa en su rostro dedicada al alfa azabache. Le amaba y quería lo mismo. Nunca más iba a esconder su naturaleza, aprendería a disfrutarla al lado de su alfa, de su igual.

Esa noche se amaron, Izuna fue delicado y paciente, tomándose todo el tiempo del mundo y él, lo disfrutó tanto. Eso no era sexo, Izuna le hacía el amor. Pero esperaron a su celo para realizar todo el ritual que les ataría hasta que la muerte les separara, ¿Se podía amar tanto a alguien como él e Izuna se amaban?. Y unos meses más tarde la respuesta a esa pregunta fue 'si'. Estaban esperando cachorros y se sintieron eufóricos de felicidad, no los conocían y ya amaban a esas pequeñas criaturas que se formaban en su útero.

Estaba realmente satisfecho con su vida y su pequeña manada. Y todo gracias a que Hashirama le obligó a convivir en esa farsa de boda con su alfa. Tenía tanto que agradecer, a su hermano y a Izuna por haberse tomado el tiempo en ayudarle a superar las enseñanzas de su progenitor y el trauma del abuso.

Miró a sus pequeños jugar con su padre y sonrió, mientras se acariciaba su levemente hinchado vientre.

–Vuestro padre es el mejor, pequeños. Estoy deseando que nazcáis para que podamos conoceros. –Habló a esas crías que estaban esperando.

Si, eso era la felicidad.

FIN CARA A