28. Primero
Pareja: Teddy/James
Los hermanos Potter eran famosos por ser los omegas más conocidos del mundo mágico, regalo de que su padre los hubiera salvado a todos unas pocas de veces.
Pero como contrapartida, toda familia con un alfa quería casarlos con uno de sus hijos.
Harry estaba literalmente sobrepasado con las propuestas matrimoniales.
—Una cabra—dijo levantándose de golpe de la mesa.
Charlie trató de calmar a su omega, pero Harry cada vez estaba más nervioso con el tema.
—Nos quieren regalar una cabra que caga oro.
—¡Una Haje! Nunca he visto una, no lo caga, da oro en vez de leche—dijo impresionado Charlie, dándose cuenta de la mirada verde y venenosa de su marido—. No digo que lo aceptemos.
—Yo quiero que mis hijos se casen por amor, como tú y yo—suspiró Harry, ganándose una caricia del pelirrojo—. Pero temo que un día estas propuestas no lleguen por las buenas.
—Descuartizaré al que ose tocar a uno de mis bebés sin su consentimiento.
Los ojos de Charlie se tiñeron de rojo, y Harry supo que cumpliría y entonces aquello sería una locura de sangre y venganza.
—De momento el que me preocupa es James.—Harry tiró la carta con la propuesta matrimonial de la dichosa cabra—No para de salir, y está tan loco como sus tíos.
Charlie no podía negarlo, su hijo estaba siguiendo la estela fiestera de los gemelos.
—Confío en Teddy, ese chico es el único sensato de la familia.
Ambos asintieron sabiendo que su ahijado siempre cuidaría de James, lo había contenido de sus mayores locuras desde que pequeño.
—¡Salta!—gritó Teddy desde la multitud en la pista de baile, James estaba sobre un podium de la última discoteca de moda del callejón Knockturn.
James le miró con una sonrisa en los labios y se lanzó de lleno sobre la multitud. Sintió manos donde un omega no debería sentir ninguna mano, pero mentiría si dijera que no le gustó.
Al final fueron los brazos de Teddy los que le sujetaron con fuerza. Ambos sonrieron y se sonrieron en mitad de una marea de cuerpos.
—¡Fiesta en casa de Nico!—le gritó uno de sus primos en el oído a James, y sus ojos se abrieron como platos. Las fiestas de Nicolas Zabini eran las mejores de todo Londres, solo sabías como entrabas nunca como salías.
Miró a Teddy, y este asintió, además, que lo que pasaba en la mansión Zabini se quedaba en la mansión Zabini. Y esa noche solo prometía ser memorable.
A la mañana siguiente James no podía con su cabeza, ni todo el alijo de poción contra la resaca de Teddy fue suficiente para quitarle el dolor.
Y todos hacían demasiado ruido al comer, parecían puñeteras cabras pastando.
Fue entonces cuando su padre gritó como una maldita banshee.
—¿Qué es eso que tienes en el cuello?—gritó Harry viendo una marca rojísima en el cuello de su primogénito.
James levantó la cabeza y sintió como le dolía el cuello, total, la cabeza le dolía más y ni se había dado cuenta.
Y entonces miró a Teddy que desayunaba con ellos, estaba completamente blanco y mirándole el cuello.
—¿Quién te ha marcado?—Charlie tenía los ojos tan rojos como su pelo, y estaba empezando a ponerse en rollo alfa arranca cabezas.
—¡Ha pasado!—se lamentaba Harry entrando en bucle, y cuando entraba en bucle podían pasar horas así.—¡Han marcado a mi niño, han marcado a mi niño!
James recordó como la noche anterior había sido una locura total, como había acabado en una orgía monumental, y como Teddy estuvo a su lado todo el tiempo. También recordó la peleita alfa que se produjo casi al final, y a Teddy sacándole de allí para llevarlo a una habitación a solas. Y...
Y si Teddy estaba blanco, James se puso rojo, lo habían hecho, después de tanto tiempo jugando con fuego, lo habían hecho, y Teddy le había marcado.
—He sido yo, estoy enamorado de James y quiero casarme con él—dijo Teddy levantándose de golpe.
Harry comenzó a tener un tic en el ojo derecho, el bucle iba ascendiendo a ataque en toda regla. Charlie se levantó agarrando por el cuello al que casi consideraba un hijo.
—Tú...
—Yo también le quiero, y quiero casarme con él—se interpuso entre ellos James.
Albus y Lily estaban con las bocas abiertas mirando el espectáculo.
—Mi niño...—seguía Harry a lo suyo.
—Yo estoy enamorado de ti desde que fuimos a aquella acampada en el río—dijo Teddy con los ojos rojos por la atragantada que le estaba dando Charlie pero mirando a James.
—Yo también—repuso emocionado el omega.
—Papá, vas a matar al alfa de James—le dijo Albus a Charlie, mientras Lily abanicaba a Harry.
Teddy tenía marcas en su cuello, pero abrazaba a James como si llevaran siglos sin verse. Ellos estaban metidos en su propia película ajenos a lo que sucedía alrededor.
—¿Esto no es incesto?—preguntó Harry metido en su propio drama.
—En realidad Teddy y James no son familiares—señaló Albus, siempre con una respuesta que en el fondo nadie quería.
—¿Lo estrangulo, cariño?—se acercó Charlie pidiéndole autorización a Harry para matar a su ahijado.
Pero todos los presentes les miraron, en realidad era evidente que se querían, y en el fondo, Teddy siempre había cuidado de James.
—¿De verdad os queréis?—preguntó Harry.
Teddy miró a su padrino con una pequeña esquirla de culpabilidad.
—Él siempre ha sido lo primero para mí.—Sonaba tan cursi como en realidad lo era.
—Y tú para mí.—Se le encaramó James del cuello dolorido.
—Bueno, si es por amor.—Harry se encogió de hombros calmando a su propio alfa.
—¿Si es por amor podemos estar con quien queramos?—preguntó Albus ganándose la mirada de todos, especialmente preocupadas de parte de sus padres.
—Claro, hijo, siempre os lo hemos dejado claro.
—¿Sin importar quién sea?—volvió a preguntar
—Claro—contestó Charlie.
—¿Ni quién sea su familia?
—Sí—dijeron cada vez más dudosos.
—Yo me quiero casar con Scorpius Malfoy, llevamos dos años saliendo juntos, pero como papá...
—¡No, Malfoy no!—gruñó letal Charlie.
—Pero dijisteis...
—¿En serio Malfoy?—Harry miraba a su hijo alucinando. Los Malfoy eran tema tabú en su casa, el padre de Scorpius había sido un antiguo novio de Harry.
Albus asintió, y Harry le sugirió que dejara el tema de momento, hasta que su otro padre se calmara.
—Lily, ya que estamos, ¿tú también tienes que contarnos algo?—se rio nervioso Harry—Lo que nos faltaba es que nos dijeras que te quieres casar con Snape.
La risa se le congeló cuando la chica asintió.
—¡Podría ser tu abuelo!—gritó Charlie—Me niego, me niego completamente. Prefiero al de la cabra.
Los hermanos se miraron sin comprender.
—Yo a quien quiero es a su hija, Lucrecia. Es la alfa más guapa y atractiva que he conocido en mi vida, y es súper inteligente, y cuando sonríe yo…
—Primero ella tiene que fijarse en ti—se rio James, ganándose una mala mirada de su padre.
—Vete a la mierda—dijo la chica levantándose y saliendo airada de la habitación.
—¡Qué! No sabe ni que existe, Lucrecia no se fija en omegas.—Levantó los brazos en son de paz.
Harry se dejó caer en lo brazos de Charlie, miró a sus hijos, los que aún quedaban en el comedor, y eso incluía a Teddy, al que consideraba casi como uno.
Mientras se casaran por amor, ¿quién eran ellos para interponerse? Ahora solo le quedaba dejarle muy claro a Charlie que él solo tenía ojos para su alfa, y que lo que pasó con Malfoy solo había sido una tontería.
Y Harry sabía muy bien como convencerle, pero mejor fuera de la vista de sus hijos.
¡¡Solo quedan tres días!!
Hasta mañana.
Besitos
Shimi
