MALDITOS BASTARDOS
Cara B
2ª parte
Se sentía nervioso, intranquilo, su cuerpo cada vez más y más caliente, el sudor recorriendo su piel en gotas infinitas siendo absorbidas por su ropa. Su respiración agitándose más y más, leves punzadas le recorrían el bajo vientre. Suspiró aguantando una de esas punzadas y se abanico.
La puerta se abrió y se tensó con un gruñido durante un segundo hasta ver a la vieja matriarca de los Uchiha, era una mujer anciana y sabia.
–Mi niño –Habló maternal– Estás cerca ya.
–¿Cerca de qué?–Preguntó confuso. Como no estuviera cerca de pillar alguna enfermedad.
–De tu celo, pequeño.–Le llamaba de forma cariñosa siempre, mientras liberaba su agradable aroma a bizcocho, adoraba el aroma de la vieja omega, le recordaba a su hogar... Cuando su amorosa madre vivía y les preparaba dulces.
–¿Celo? ¡No! Tengo... Tengo que detener esto. No puedo sufrir un celo, nunca he sufrido ninguno.– Eso le ponía ansioso... Un celo en territorio enemigo, ni siquiera se había permitido sufrir uno estando en su clan. Eso sería su perdición... Los alfas buscarían montarle, anudar y llenarle de su semen, y él... Él desearía que le hicieran todo eso, se pondría ansioso para que se lo hicieran, se ofrecería él mismo para conseguirlo, esa era la terrible naturaleza de un omega. Le querrían preñar y él estaría deseando que lo hicieran... –¡No! Dame algo para evitarlo.
–Sssht... Tranquilo– Le frota el brazo para calmarlo, mientras libera más de su relajante aroma.– No hay nada de malo en ser omega y dejarse llevar. El celo no es malo... He sufrido muchos a lo largo de mi vida.
Sentía cierta lastima por el joven albino, pero no había nada que hacer. Lo mejor es que lo aceptara de la mejor forma posible, esa sería su nueva realidad a partir de ahora.
–¿Qué no es malo? Cualquiera de esos alfa de fuera podrá entrar y yo estaré deseando que entre para saciar mi calentura. Y encima me van a cargar de crías que no deseo, obligándome a llevarlas en mi interior y a traerlas al mundo.
–Los cachorros son buenos, ahora no lo ves pequeño, pero cuando lo sientas en tu interior lo amarás como nunca has amado a nadie... Ya verás. Se de lo que hablo.–Ella había tenido muchas camadas a lo largo de su vida fértil y quería a todos y cada uno de sus hijos. Hizo que el alto omega se sentará en el camastro y le acarició el pelo.–No luches contra ello, déjate llevar.
Una vez el joven estuvo más calmado y se aseguró de que comiera y bebiera, salió de ese cuarto. Le faltaba tan poco que sólo que un alfa entrara en la habitación y liberara sus potentes feromonas, entraría ya en celo de forma inmediata. De hecho ya hasta empezaba a lubricar por su entrada, había visto la mancha de humedad en sus pantalones.
Dirigió sus pasos hacia su líder para darle las nuevas.
–El omega Senju esta casi a punto.
–¿Cuánto le falta, un día... Dos?
–¡Horas! Calculo que esta misma noche estará dispuesto para iniciar la cópula.
–Comprendo. Avisaré a mi hijo. Asegúrate que ningún alfa soltero vigile su celda.– El aroma de un omega en celo era demasiado tentador como para que un alfa no enlazado pudiera resistirlo. Por mucho que sus hombres fuera obedientes, el instinto dominaba, sobretodo en un momento donde las hormonas de un omega eran tan potentes y llamativas que invitaban a la cópula, tampoco ayudaba que el omega cuando sentía un alfa dispuesto lo llamara y se ofreciera. No, sería demasiada tentación, todos los machos no emparejados se volvían demasiado frenéticos ante la tentación de un omega dispuesto a entregarse de forma mansa a los bajos instintos sexuales.
Esa noche, le informaron que el prisionero Senju estaba llamando desesperado, mientras un intenso aroma dulzón salía de su cuarto... Era la hora. Envió a su hijo Izuna.
–Te dejarán comida fuera del cuarto, para que podáis alimentaros sin sentirte amenazado.– Un alfa que estaba apareándose con un omega durante el celo del segundo, mostraba un instinto posesivo y sumamente territorial, protegiendo que ningún otro alfa llegara para quitarle al omega y así asegurar que la camada que pariría "la hembra" sería suya.
Cuando Izuna entró al cuarto le golpeó un ambiente denso y cargado de feromonas, gruñó con fuerza notando como sus instintos más primitivos emergían y su mente racional desaparecía.
–Omega– Soltó en forma de gruñido gutural.
Fue respondido con un llamado necesitado, que pretendía ser suave sin conseguirlo, después de todo la voz de Tobirama era muy grave y eso se notó en ese llamado omega. Más el alfa siguió sintiéndose igual de excitado o más al sentirse correspondido en el deseo por esa hembra en celo. Poco después lo vio, el omega se había arrancado la ropa en un intento por quitarse esa sensación incomoda y pegajosa de encima y estaba retorciéndose en el suelo, buscando satisfacer su necesidad frotándose. Más se detuvo al oler al alfa que había entrado en su espacio, un alfa que estaba respondiendo a su llamada fértil. Le mostró los dientes y volvió a llamarle ¿Sería ese macho el adecuado para calmarle?
De un salto estuvo al lado del omega y le agarró del cuello, mientras también mostraba sus dientes y rugía con fuerza, no permitiría que esa hembra le cuestionara, le demostraría que él era el macho adecuado y que era un alfa fuerte y capaz de cuidar una manada. Él sería su pareja y el padre de las crías que ese omega terminara gestando. Y funcionó, el albino soltó un arrullo y terminó rindiéndose y aceptándole como pareja. Se había girado y se estaba ofreciendo, mostrando su muy lubricada entrada. Se arrancó la ropa y lamiendo una vez ese lubricante que segregaba el omega, saboreando ese dulce y adictivo sabor, introdujo su duro miembro en esa entrada. Un gemido de necesidad y satisfacción fue liberado por parte de ambos. No tardó en empezar los movimientos de cópula, duros, fuertes, salvajes... Sabía que el omega necesitaba esa estimulación brusca e intensa para calmarse y sentirse satisfecho, también para estimular una mayor fertilidad en la hembra, su hembra.
El omega llegó a su orgasmo y le apresó el falo en ese lubricado interior que parecía absorberle, embistió con rudeza un par de veces más y su nudo creció quedando aprisionado en ese interior, mientras su semen era liberado de forma abundante en potentes chorros. Mientras los dos estaban en ese momento de frenesí, descubrió sus dientes y mordió en las glándulas de aroma de la nuca del omega, clavándose con fuerza para dejar una buena marca en su omega. Notó el enlace en su interior, la conexión con su pareja estaba hecha. El albino había gruñido por el profundo mordisco y se había quedado quieto de forma instintiva mientras liberaba pequeños lloriqueos hacía el que ahora era su alfa.
Tobirama, disfrutaba del apareamiento con ese macho. En un principio había querido retarle, saber si era el adecuado para un apareamiento, saber si ese macho era fuerte y le podría aportar buenas crías, si era decidido, si era valiente, si proveería por él y si, el macho era agresivo y decidido, no se había acobardado ante su reto y se había lanzado a dominarle y demostrarle que era su próximo alfa. Le aceptó encantado. Y tras esa primera cópula, que le había calmado la dolorosa necesidad y le había saciado como jamás se había sentido satisfecho... Ahora tenía su grueso nudo apretando contra sus paredes y su caliente y abundante esperma llenándole su interior como un bálsamo calmante y agradable. Le pertenecía a ese buen espécimen de alfa, notaba la conexión que se había establecido entre ese y él, era fuerte e irrompible. Definitivamente le había tocado un buen alfa, aunque su constitución no era grande, si que era muy fuerte, podría cuidarles bien a él y al cachorro que engendraran.
Tras esa primera monta vinieron otras, sin descanso casi... Sólo para dormir unas pocas horas y alimentarse con lo que le proporcionaba su alfa. Y así habían pasado tres días muy intensos, tres días donde al final se había desmayado tras el último orgasmo mientras notaba al alfa anudar de nuevo en su dolorida entrada. Una sonrisa en su rostro antes de abandonarse al mundo de los sueños, su interior estaba tan lleno del esperma de su macho.
Izuna salió del interior del omega tras disminuir su nudo, se dejó caer al lado del inconsciente cuerpo de su omega, respirando algo acelerado y sintiendo el cuerpo mojado de su sudor. Observó al durmiente, detallando las miles de marcas hechas durante el frenesí sexual, mordiscos, arañazos, chupones... Y él estaba igual, pues su omega había resultado ser muy intenso en la cama, igual de intenso que era en batalla. El semen salía en un fino hilo de la entrada enrojecida de Tobirama, su propio miembro estaba enrojecido e irritado de tantas montas durante tantos días seguidos... Los omegas en celo eran criaturas insaciables, ¡y como había disfrutado de ese echo! Aunque ahora estaba sumamente agotado... Más agotado que si hubiera estado entrenado o batallando todo un día sin descanso. Suspiró con una sonrisa en los labios... "Benditos omegas y su celo"
Tobirama despertó tras un día después, se sentía diferente. Sentía como la mente de alguien más, como las emociones de otra persona muy ligadas a la suya. Al removerse y estirarse supo el motivo, sentía la punzada en su cuello y al palpar sintió la herida curándose de una mordida. Apretó los puños y golpeó el suelo con fuerza mientras gruñía. Se había enlazado con un alfa durante su celo, eso le cabreaba. Y su molestia creció, seguramente estaría preñado de un jodido alfa. Toda su piel ya no olía sólo a él. Sintió una presencia acercarse, su vello se erizó y la marca en su cuello pulsó, era el alfa que le había marcado. Su alfa.
–Ya has despertado... Bien.
–Tú, jodido Uchiha. ¿Cómo te has atrevido a marcarme?
–No oí que te quejaras... Más bien gemías por más.
–Estaba en celo, por vuestra culpa.– Le miró con rencor– Sabes que un omega en celo no es consciente.
–Pues ahora ya eres consciente que me perteneces y me darás cachorros, Senju.
Gruñendo se lanzó a atacarle. Más el Uchiha se apartó con una sonrisa y agarrándole de un brazo lo giró de nuevo hacía él.
–QUIETO OMEGA– Le ordenó usando la voz de mando.
Intentó luchar contra el instinto de obedecer a la voz del alfa, pero le estaba costando, todo su cuerpo temblando por el esfuerzo hasta que al final no pudo más, para su consternación, de su garganta sonó un sonido de calma que usaban los omegas para tranquilizar a su alfa en situaciones así.
Bajó la mirada mientras se rendía apretando los puños, el instinto de ser sumiso con su alfa era demasiado fuerte para resistirlo mucho rato, escuchó el sonido satisfecho del Uchiha ante su entrega.
–Así me gusta, hembra. A partir de ahora compórtate, soy tu alfa y harás lo que yo quiera.– Le resultaba satisfactorio ver esa actitud en el altivo albino, le excitaba tanto que no pudo evitar liberar feromonas haciendo notar su estado, su pene se estaba erectando. Pues si el tenía una reacción, su omega también la tenía al sentir la suya.
Olió las feromonas del alfa y vio como sus pantalones se apretaban en la zona de la ingle. Su propio cuerpo respondió a su alfa, sintiéndose excitado y lubricando en espera para recibir lo que su macho le daría. Y enseguida terminó con su espalda en la mesa, donde el alfa le bajó los pantalones hasta sacárselos de una pierna. Mientras Izuna solo se bajaba los suyos un poco y doblándole las piernas sintió como se adentraba en su interior. Desvió el rostro para no verlo, mientras intentaba no pensar en eso y, en como su omega interior aceptaba y disfrutaba de lo que su macho le hacía.
–Algún día... Uchiha... Algún día...– Le amenazó sin intentar ninguna acción física en su contra. Y el muy maldito sólo se rió de él y sus amenazas, mientras seguía penetrándole.
Durante meses estuvo aguantando que Izuna Uchiha le tomara siempre que quería, pues su lado omega estaba satisfecho con que su macho calmara su necesidad de contacto en esa primera fase de recién enlazados y, más tarde, el deseo causado por las hormonas del embarazo. Realmente Izuna jamás le maltrató, pero se sentía humillado de ser tratado como a un omega emparejado y que su lado animal aceptara eso y lo disfrutara.
La primera vez que sintió a su cría moverse se quedó congelado y llevó su mano a su estomago, y si, lloró de emoción. Era una sensación que jamás había sentido, una sensación de plenitud y de amor extremo hacía ese nuevo ser que estaba vivo en su interior. Su macho también parecía satisfecho y le llevó prendas para realizar un nido. Su trabajo, en esa zona blanda y segura fue impecable y satisfecho se tumbó en ese confortable nido recién realizado.
Los meses siguieron pasando y un día se despertó agitado y nervioso, había llamado a su alfa y no había permitido que ese azabache, su macho, se separara de él. Horas más tarde comprendió el motivo de todo su actuar, de su nerviosismo... Estaba de parto.
Jamás había sentido un dolor tan grande, la tortura se extendió durante horas y horas, sudor, sangre, gritos y lágrimas... Para al final poder tener a su pequeño cachorrito en brazos. Miró a su alfa y éste estaba satisfecho consigo.
–Lo has hecho bien, omega... Es un cachorro grande, fuerte y saludable.–Después de esas palabras, su macho le había besado en la coronilla y les dejó descansar–Se llamará Obito.
–Obito... –Musitó con cariño mientras besaba a su pequeño y se acurrucaba junto a él en el nido para darle su calor y de mamar.
Obito resultó ser un cachorro grande y fuerte, de pelo negro, piel blanca y ojos como la noche. Era el orgullo de su alfa y del clan Uchiha. Habían puesto sus expectativas en su cría y si, él sentía el gran poder que poseía Obito, pero también tenía claro que aunque su pequeño parecía un Uchiha... Había sacado características Senju. Esa bondad y esa manera de ser dulce y bondadosa... le recordaba tanto a su hermano menor, a Itama y también parecía tener algo de Hashirama. Obito en esencia era Senju y eso significaba que aunque sería poderoso, su desarrollo sería tardío... Y eso podría molestar a los Uchiha y sus expectativas.
Su segundo celo llegó poco después de que su cría cumpliera dos años, dándole tiempo al omega de criar al bebé antes de tener que ocuparse de engendrar a otro.
Como esa primera vez, Izuna le montó y él se entregó de buena gana. Pero esta vez no se dio fecundación.
–A veces pasa...– Dijo la matriarca que cada vez era más anciana e iba más encorvada– Son los nervios de destetar al primer cachorro. Su cuerpo se está habituando a que ya no tiene que preocuparse tanto de su cría y que dentro de poco podrá embarazarse de nuevo.
Pero en el segundo celo tampoco hubo suerte. Creía que Izuna le iba a despreciar y ese sería su fin, después de todo aun recordaba las palabras de Tajima Uchiha sobre que sino les era útil le matarían o lo entregarían de prostituta para todo el clan. Más Izuna no lo hizo.
–Quizás no puedas darme más crías... Por ahora. Pero sigues siendo MI omega, de mi propiedad, Tobirama Senju– Además, y eso no lo añadió. El albino le agradaba como omega, era excitante y atractivo y su olor adictivo; También su cría amaba a su madre.
Pasaron años, antes de que en un celo, Tobirama volviera a quedar preñado. Una protección de su cuerpo dijo al anciana. Quizás para evitar el desgaste de engendrar y parir cría tras cría o quizás algo que necesitaba ser curado en su interior antes de poder concebir de nuevo.
Su vientre crecía más y más, no le faltarían muchos meses para dar a luz a esa segunda cría. Pero había algo que le molestaba muchísimo. El como los alfas Uchiha machacaban y se burlaban de su cachorro Obito porque no estaba al mismo nivel que los demás niños Uchiha. Y como su alfa apoyaba esas burlas, porque no las detenía, y permitía que se apretara de esa forma a su pequeño. Obito era orgulloso y se esforzaba por estar igual a los demás e incluso superarlos, y cuando conseguía esforzarse era muy bueno con las técnicas empleadas y su energía y chakra muy superior a los demás niños Uchiha. Pero aun no había activado el sharingan y eso era motivo de decepción para Izuna, él desde muy pequeño había conseguido activar el doujutsu ocular, mientras que Obito contaba con poco más de 6 años y seguía sin ser capaz.
–Alfa, es tu hijo... Nuestro cachorro, pero todos se burlan de él y tu no los detienes– Ahora entendía lo que una vez le intentó explicar su madre. Se ama tanto a tus pequeños que todas las enseñanzas anteriores sobre rudeza y educación con mano dura se olvidaban.
–Es un blando y un llorica. Necesita endurecerse y salir a pelear por su vida le enseñará a no ser tan emotivo y compasivo con los que le intenten matar. Por kami, parece que en vez de parir tu a ese cachorro lo haya parido tu hermano mayor– Le soltó hosco.
–No te dejaré, no pienso perder a mi cría por tu orgullo.– Se cuadró. Si había algo que un omega protegiera por encima de todo, incluso del lazo y las ordenes de su macho, eran sus crías.
–Tu no harás nada, omega–Ordenó antes de girarse y salir. Se llevaría a Obito a la batalla.
En desesperación y rabia, Tobirama recordó al gran guerrero que era antes y se sobrepuso a la marca, su omega interno le había cedido el mando con la desesperación de perder a su amado cachorro. Agarrando una katana se lanzó a por Izuna, el que era su alfa, el que le mordió hace años atrás sin aceptar esa marca, el odiaba a los Uchiha y su instinto le había obligado a mostrarse dócil y sumiso ante su pareja enlazada no escogida. ¡Eso se terminó! Defendería a sus bebés.
Izuna era un buen guerrero también y había notado las intenciones. Golpeó a Tobirama con un rodillazo y un puñetazo, lanzándolo contra la pared del fondo, pero el omega no se quedó quieto y, unos kunais fueron lanzados en su dirección. Con una sonrisa prepotente los esquivó, la maternidad y todos esos años como omega sumiso habían ablandado a Tobirama Senju, pero sus ojos se abrieron incrédulos y su rostro se crispó de dolor mientras se encorvaba hacía delante. De su boca una fina línea de sangre se escapó y miró a su pareja sin creérselo. Éste le observaba con frialdad, como lo había mirado en la época en que peleaban entre ellos cuando sus clanes se encontraban.
–Tobi-rama... Mi omega, si que te amé... Cuida de nuestros pequeños– Se había apoyado en una pared para no caerse y fue resbalando hasta sentarse en el suelo.
–Púdrete, inmundicia Uchiha.–Escupió con rencor hacia el azabache.
–¡Je! Nuestros cachorros también son eso que tanto odias...– Musitó cada vez más débil.
–Son hijos míos, mitad Senju. Y eso es lo único que cuenta.– Se dispuso a apartarse e irse.
El alfa le agarró antes de poder evitarlo y tiró de él con fuerza. Acabó arrodillado por la fuerza del otro, después de todo aun estaba su poder sellado. Sintió el beso con sabor a sangre encima de sus labios y un tirón en su pecho doloroso antes de sentirse libre, su chakra recorriéndole de nuevo por su cuerpo.
Se separó de Izuna que le miraba con una liguera sonrisa, con el asombro en su mirada.
–Ahora si eres completa... mente coff coff... libre, Senju Tobirama.– Luego le soltó sin fuerza ya, muriendo.
Se miró las manos notando el chakra recorrerle con intensidad cada extremidad. Izuna le había quitado la técnica de sellado que le impedía usar chakra. Se dio la vuelta con la katana llena de sangre del alfa y salió de esa cabaña que había sido su cárcel, no debía perder tiempo.
Obito seguía en el campo de entrenamiento, corrió hacía allí con su velocidad, era un poderoso shinobi aunque estuviera visiblemente embarazado. Cortó el cuello del instructor y cargó a Obito en sus brazos.
–¿Mamá?– Dijo mientras se agarraba fuerte a su alta madre.
–Tranquilo, nos vamos pequeño.
Los gritos de alarma no se hicieron esperar, concentrando chakra lanzó un poderoso dragón de agua antes de activar el Hiraishin no jutsu, había tenido marcas en las inmediaciones de su clan, estaba seguro que ahí continuaban... O esa era su esperanza.
Enseguida reconoció el lugar, su territorio, su hogar. Entró corriendo encontrándolo desierto.
–¿Qué? ¿Dónde...? – Eso no le haría desfallecer. Bajó a Obito – Vámonos cariño, tienes que seguir mi ritmo. Tenemos que irnos rápido de aquí.
Empezó a correr y saltar de rama en rama, sujetándose el vientre. Su hijo le seguía el ritmo sin problemas.
–Venga sólo un poco más Obito.– Le animaba al sentir su cansancio.
Estaba siguiendo el rastro de su hermano, era un aroma que tenía guardado en la memoria, un aroma que significaba casa y seguridad. Llegó a una gran construcción, una alta muralla estaba ante él y no se lo pensó dos veces, entrando en el lugar. Fue detenido por unos shinobis que no conocía y portaban un extraño símbolo en su bandana que no reconocía, pero ignoró todo eso y pidió ver a Hashirama Senju.
–¿Quien lo demanda? ¿Quien pide ver a nuestro Hokage?
–Soy Tobirama Senju, su hermano.
Los guardas se habían quedado asombrados. Habían oído historias de Tobirama Senju, pero también que éste murió hace uno años atrás. Igualmente alguien fue a avisar al Kage de Konoha.
Bastaron unos minutos para que Hashirama fuera a comprobar quien estaba usando el nombre de su adorado hermano difunto.
–¿Estoy viendo un fantasma? ¿Mis ojos me engañan mostrándome lo que deseo ver?– Estaba asombrado de lo que veía ante él.
–No hagas drama, Hashirama.– Dijo con voz hosca, tal como era él.
Hashirama sonrió, ese era su hermano menor. Fue corriendo a abrazarle hasta que notó el gran bulto en su estomago.
–¿Estás embarazado?– No podía creérselo. Su hermano había desaparecido hacia más de 7 años atrás y ahora volvía con un crío enganchado en sus pantalones y un abultado vientre de preñado.
–Tengo que contarte muchas cosas– Miró a su alrededor y a todos los curiosos que se estaban congregando por la zona.– Pero aquí no, en un lugar más privado.
–Si, por supuesto, Tobi-chan.– Sentía mucha curiosidad por saber que le había sucedido a su menor en ese tiempo– Te llevaré a mi despacho, pediré que no nos molesten y de paso te revisaré. Me preocupa tu estado y el de ese pequeño que estás gestando... Por no hablar del cachorro que se aferra a ti.
–Es Obito, mi hijo. Pero te contaré más en privado, te lo contaré todo.
Hashirama le precedió hasta su despacho, donde pidió algo de comida y bebida para su hermano y el cachorro. Una vez se lo trajeron pidió no ser molestados.
–Obito, pequeño. Debes tener hambre. Siéntate aquí– Lo hizo sentarse en el sofá con la bandeja de comida– Mientras hablaré con tu tio Hashirama.
La mirada de su pequeño, grande, oscura y llena de vida miró con asombro a ese hombre moreno tan alto. Le sonrió y saludó.
–No sabía que tenía otro tío– Habló con ilusión en su voz, mientras admiraba a su hermano mayor. Obito siempre había sido un niño muy sociable.
–Yo no sabía que tenía un sobrino tan guapo– Hashirama le revolvió el cabello al menor y le dio un dulce, la perdición de su pequeño.
–Obito, primero la comida... – Le remarcó con cierta dureza pues conocía a su pequeño.
–Si, mamá– Con un puchero fue a sentarse y a comer todo lo que le habían llevado.
Aprovechando que su hijo estaba distraído, primero comiendo y luego durmiendo después de la extenuante carrera de huida tras el entrenamiento al que le sometían los Uchiha. Le contó toda su historia tras haberse ido esa mañana para acabar con esa amenaza en sus territorios, el como los Uchiha le emboscaron y... Todo lo demás hasta llegar a ese momento.
–Me temo que ahora la guerra llegara a estas puertas. Maté a Izuna y a muchos otros Uchiha durante nuestra huida.– Su hermano había creado esa aldea para proteger a las nuevas generaciones, una forma de conseguir la paz entre clanes según le había contado, y por su culpa los Uchiha atacarían– Lo siento, pero no podía permitir que mi cachorro muriera, además ahora tendré otro y seguro que le harían lo mismo. No deseo que ninguna de mis crías pase lo que sufrimos nosotros y nuestros hermanos.
Su hermano se acercó a su lado y puso una mano en su vientre, concentrando chakra.
–Es un niño, y está sano. Eso es lo único por lo que te has de preocupar ahora. Preocúpate por esta nueva cría que vendrá y por Obito. ¿Tienes nombre para el cachorro?
–Había pensado en llamarle Kagami...– Mientras miraba la mano de su hermano en su vientre desprendiendo una calidez que le relajó.
–Lo que te hicieron los Uchiha... No puedo perdonarlo. Si vienen, encontraran todo el poder de Konoha para recibirles. No sufras más y descansa, aquí estáis a salvo, hermano.
Gratitud por su mayor es lo que sentía, le sonrió como sólo lo hacía ante él.
–Gracias, Hashirama.
–No tienes que agradecer nada, Tobi. Eres mi amado hermano. Vamos quiero presentarte a alguien y mostrarte donde viviréis.
Esa misma noche, Tobirama durmió junto a su pequeño en la casa familiar de su hermano, donde conoció a su cuñada Mito Uzumaki, una omega fuerte y con carácter, muy astuta y a su pequeño hijo. Le agradaron mucho, era una bonita familia lo que formó su hermano.
Esa noche durmió tan en paz y descansó tan bien como no lo había hecho en años. Y al despertar se sentía completamente descansado y libre.
Su hermano le proporcionó un buen hogar al lado del suyo, se sentía como en casa en Konoha, tanto él como Obito, que enseguida hizo amigos.
Su hermano le encontró una buena ocupación, ser su mano derecha, un trabajo en el que enseguida destacó. Aportando nuevas leyes para mejorar la aldea y nuevas ideas, como por ejemplo una academia donde enseñar a las nuevas generaciones, un cuerpo ninja especializado con los mejores shinobis de cada campo al cual llamó cuerpo Anbu, un cuerpo policial para proteger el interior de la aldea y evitar los pequeños conflictos. Mejoras que fueron enseguida aceptadas y aplaudidas. Si definitivamente se sentía como en casa en Konoha, no le fue nada difícil adaptarse, ni a él ni a Obito. Su pequeño estaba tan feliz.
Pero no todo podía ser felicidad, como descubrió poco después...
CONTINUARÁ...
En breve la tercera parte y final. Gracias por las lecturas y espero que os guste.
