Partitura VI.

Al cabo de unos días, Sherlock pasó en la mañana, por fuera de aquella casa donde solía escuchar su anhelada melodía. Para su deleite, estaba sonando; para su infortunio, no llevaba su violín. Se maldijo por no haberlo llevado, así que no le quedó más que detenerse a escuchar. Su juego seguía corriendo, no tocaría la puerta.

Un poco molesto consigo mismo por retarse a ese juego, volvió corriendo por su violín. Pero cuando regresó, las luces de la casa estaban apagadas, parecía que quienes fueran que vivieran ahí, habían salido. Le dio una patada a la pared de la casa y se dirigió a la plazoleta que quedaba a un par de cuadras. Aun molesto, quiso tocar un poco para calmarse, su elección no fue otra que Capriccio No. 24 de Paganini.

No muy lejos de ahí, William y su hermano Lewis, percibieron un sonido de exquisita complejidad. Sin duda, el dueño era un violinista espléndido. William se hizo rápidamente una idea de su identidad. Ya había escuchado, aunque fuera una vez, a alguien capaz de producir un sonido así.

Rio para sus adentros. Un capriccio solo podría ser tocado como se debía por una interpretación o un músico caprichoso. Era una pieza caracterizada por su alta dificultad y singular belleza auditiva. Muy demandante y al igual que su nombre señalaba: caprichosa.

William y Lewis se abrieron paso hasta el origen de la melodía y encontraron ahí, en una banca en el fondo del parque, al muchacho desaliñado cuya interpretación les había robado sus pensamientos por algunos minutos.

Cuando Sherlock terminó de tocar, escuchó algunos aplausos. Volteó inicialmente con desdén, pero su expresión se iluminó cuando notó de quién se trataba.

— ¡Liam!

— ¿Es esta la melodía que estás aprendiendo? — le molestó.

— Mi error al expresarme así aquella vez — se disculpó.

Lo cierto era que Sherlock se sentía algo arrepentido de haber mencionado eso para deshacerse de Lestrade. Sentía que, por haberlo hecho, se había ganado un muro invisible entre él y Liam. Un muro que quería derribar.

— Tocar esta canción ahora fue solo…

— ¿Un capriccio? — completó.

Sherlock sonrió.

— Podríamos decirlo así.

En realidad, una de las cosas que había impulsado a Sherlock a tocar capriccio, no había sido solo para calmarse por no encontrarse con aquel pianista, sino que, esperaba practicar Capriccio para en los próximos días, impresionar al joven frente a él. Quería su atención.

— ¿Pasé su examen, maestro?

— La interpretación tiene algunos fallos menores.

— Te equivocaste en algunas notas — acusó Lewis.

— Se parecen mucho — señaló Sherlock cínico — Pero, ya que el público es difícil hoy, ¿Alguna petición?

La invitación, el ser puesto a prueba, todo era parte del mismo capriccio. O quizá, subestimaba su sentir. ¿Cuánto dura un capricho? Se preguntó.

Los hermanos permanecieron en silencio, hasta que William habló.

— No quisiera intervenir en tu interpretación. Elige tú.

Ahí estaba de nuevo ese muro invisible. Sintió un cosquilleo en el estómago, ese muro le gustaba al tiempo que le disgustaba. Quería su atención a toda costa, sin embargo, derribar los impedimentos eran parte del encanto. Observó la expresión severa del hermano menor y el rostro calmo del mismo Liam. Quería sacarlos de balance por un momento. Si lo hacía, haría ceder ese muro.

— Bien, tocaré lo que pienso al verte.

La frase por sí misma provocó en ambos hermanos que alzaran ligeramente una de sus cejas, sin embargo, mientras William acompañó el gesto con una sonrisa de lado, Lewis frunció sus labios y desvió la mirada, incómodo.

De repente, una canción conocida universalmente se expandió por aquella plazoleta. Varias personas se pararon a escuchar, mientras el azabache mantenía una mirada afectuosa y una sonrisa burlona totalmente dirigidas a William.

La expresión en el hermano menor se había descompuesto entre la ofuscación y bochorno. Era incómodo simplemente estar parado con ellos. Mientras que la de Liam se dividía entre la turbación y la complacencia cuando My heart will go on engalanó el lugar.

Los dientes de Sherlock se asomaron en una sonrisa presuntuosa que dirigió al pianista, quien, negó con la cabeza mientras se reía con disimulo. Estaba consciente que era una broma, para divertirse a sí mismo, a él y para divertirse con la ahora endiablada expresión de su hermano.

No terminó My heart will go on, conectó la melodía con otra canción como diciendo "esta es la verdadera".

Era una canción que no había escuchado. Una algo melancólica, que dejaba suspenso en su impresión, como un misterio a resolver. Como humo que le envolvía y nublaba su vista hacia su objetivo. Extrañamente, era una melodía que destilaba testosterona y una fuerte añoranza que luchaba por mantener su enfoque y no perder de vista su objetivo. Si había una pieza que pudiera expresar lo que sentía en ese momento, por la situación y el joven frente a él, era esa.

El violinista, no estuvo seguro si había sido por los anaranjados rayos de sol crepuscular, pero la piel marfil del pianista lucía enrojecida. Sus miradas se mantuvieron fijas la una en la otra, una vez más, esa conexión extracorporal y el cosquilleo en sus cráneos se presentaron.

Quería tocar con él y hablar por horas. Estaba a nada de detenerse y llevárselo a la academia, el lugar más cercano con un piano. Pero no lo hizo. Sus dedos no se detenían y no lo hicieron hasta que terminó.

Un silencio de menos de un segundo se interrumpió por los aplausos no solicitados del publico desconocido, que, irrumpieron en su espacio y tiempo con el pianista.

Se sentía casi ofendido por la intromisión, pero comenzaron a lloverle comentarios de entre la multitud. Intentos de otros por establecer una conexión con él que no tenían. Trató de librarse de ellos, pero no lo logró a tiempo.

Dirigió su mirada hacia el pianista y cuando le encontró, el rubio se despidió con un ademán de mano y continuó su andar con su hermano, dejando al insatisfecho moreno encargarse del público que había reunido.

Sherlock chistó molesto. No había tenido oportunidad de invitarlo o invitarse a su casa. Pero eso cambiaría pronto.


Gracias por leer!

No pude evitar hacer la referencia al titanic es como un chiste local en el fandom de yuumori. A propósito, la tercera melodía que toca Sherly, es la que toca en su práctica de violín en el anime.