Partitura X.
Avanzaron al ritmo del reloj, abriéndose paso por la tarde dorada, casi en llamas. Aquel cosquilleo que sentían en toda su piel, no abandonaba sus cuerpos. El caminar, era ligero, casi flotando. Sherlock se sentía encantado; William, fuera de sí mismo.
Mientras avanzaban, Sherlock le pidió pasar por el parque. Le invitó una bebida de la máquina expendedora y le hizo tomar asiento en una banca cercana, quería que se relajara.
Le dedicó una sonrisa y, con la atenta mirada del rubio sobre sí mismo, abrió el estuche de su violín y lo dejó en el suelo, abierto. Se colocó en posición.
— Dame unos minutos — sonrió.
Comenzó a tocar Beautiful World de Utada Hikaru. Ocasionalmente, se daba el lujo de que su mirada huyera hacia el muchacho con hebras de sol, pero la retiraba a la brevedad, para conseguir su objetivo. Pronto, los transeúntes les fueron dejando monedas dentro del estuche.
William no tardó en percatarse de lo que estaba haciendo. Probablemente, su petición de invitarle a salir, había sido tan improvisada, que Sherlock no llevaba dinero consigo ese día. Sintió su consciencia pesarle por comprometerlo así. Sin embargo, no esperaba que hiciera algo como eso. Se puso de pie y se alejó.
Sherlock notó que Liam se estaba yendo y sintió algo en su interior estrujarse. Sin embargo, tampoco quiso parar de tocar. Continuó con su melodía hasta terminar y, al notar varias parejas entre la audiencia, hiló enseguida The one you love de L.P.
El público le rodeó en un semicírculo y se permitió que la melodía fluyera desde su memoria hasta sus dedos. De repente, percibió movimiento a su lado y al dirigir la vista a su costado, vio a Liam colocando un atril y un teclado que conectó en uno de los enchufes de la máquina expendedora.
El de ojos zafiros, sintió su alma volver a su cuerpo cuando Liam regresó a su lado. En el momento en que la melodía del rubio, se unió a la suya, no supo por qué, pero por su mente pasó una única frase "Es él".
Ni siquiera estaba seguro de qué continuaba a ese "es él", ¿él era quién? No podía concentrarse responder esa pregunta, porque estaba absorto en la melodía y en "él".
Mientras pensaba y tocaba, su mente no le daba tregua, lanzaba aún más preguntas a la vez. Ahora, se preguntaba ¿de dónde habría sacado el teclado? Pero no paró de tocar. Continuó envolviéndose en esa atmósfera que ambos estaban creando.
Cuando terminaron la canción, otra lluvia de aplausos, monedas y billetes aterrizó sobre el estuche de su violín. Y, antes de que pudiera establecer un nuevo contacto con "él", su "él", escuchó una nueva melodía iniciar: On brûlera de Pomme.
Liam tocaba la melodía introductoria y Sherlock se apuró en acompañarle con el violín. Conocía la canción. Su corazón latió muy rápido.
William comenzó a cantar con un grato francés:
On brûlera toutes les deux
En enfer, mon ange
J'ai prévu nos adieux
À la Terre, mon ange
Et je veux partir avec toi
Je veux mourir dans tes bras
Que la mer nous mange le corps, ah
Que le sel nous lave le cœur, ah…
Lo que narraba era básicamente una confesión ¿cierto? Una letra que hablaba sobre dos personas que se irían al infierno por tener una relación homosexual, contaba como una ¿no es así? ¿Realmente Liam quería decirle eso? Otro poco y sentía que su corazón se asomaría por su pecho de lo fuerte que le estaba latiendo. Pero no sucedió.
Entre la melodía, la voz de Liam y las miradas que Sherlock no podía evitar pasear por la silueta del rubio, crearon la atmósfera adecuada para que más personas se acercaran a disfrutar de la breve presentación. Al terminar, aún más monedas llegaron a su estuche. Con una rápida mirada, evaluó que había juntado una cantidad suficiente para invitar una cena decente.
Agradecieron al público y empezaron a recoger sus cosas. Poco después se pusieron en marcha. Y en el camino, ya casi al llegar a su destino, Sherlock preguntó:
— ¿De dónde sacaste el teclado? Estoy seguro de que no lo traías cuando viniste conmigo
— Mientras tocabas, vi a uno de los alumnos de la academia. Le dije que se lo entregaría mañana.
Rieron cómplices mientras entraban al restaurante y ordenaban su cena. Entonces, Sherlock se animó a preguntar algo más.
— Honestamente, pensé que te irías y me dejarías ahí — rio — ¿Por qué volviste?
Liam inclinó la cabeza ligeramente, comunicándole su desconcierto con la pregunta.
— ¿Por qué me iría así?
— Porque me puse a tocar en medio del parque para conseguir dinero e invitarte a cenar.
— No le veo el problema. Además, sentí compasión, no eras bueno en eso — fanfarroneó.
Les sirvieron la comida y mientras tomaban sus respectivas hamburguesas, Sherlock contestó el alarde con una pregunta, en el mismo tono.
— ¿Disculpa?
— ¿Por qué piensas que toqué On brûlera?
Por dentro, Sherlock sintió un estremecimiento ante la mención de esa canción, pero también, por el tono y momento en que lo dijo, decepción. Dicho sentir, terminó de instaurarse cuando Liam contestó su propia pregunta.
— Había una pareja de chicas bien vestidas entre el público, una le acababa de dar un anillo a la otra. Además de la ocasión, obviamente tenían dinero.
— Qué calculador — le elogió con una sonrisa torcida — Pero, admito que tienes buen ojo para eso — comentó ocultando un "admito que eso me gusta" en sus palabras.
Sherlock intentó hacer memoria y no podía recordar a las chicas de las que William hablaba. Probablemente, porque estaba muy distraído pensando en muchas cosas a la vez.
— Antes, ya había hecho toda clase de cosas para sobrevivir con mi hermano. Conseguíamos más que tú en el mismo tiempo — siguió burlándose, aunque Sherlock lo interpretó como un intento por distraerlo.
La forma en la que había sido enunciada la frase, le indicaba al moreno que, había muchas cosas que aun desconocía del rubio. Así que decidió indagar.
— Creí que venías de una familia muy acomodada.
— No es como piensas, yo soy adoptado — confesó con una expresión aburrida y la mirada fija en su bebida, mientras se echaba una patata frita a la boca.
— Había oído que los Moriarty habían adoptado a alguien, pero pensé que era otro de tus hermanos — comentó mordiendo su hamburguesa y lamiendo uno de sus dedos para limpiarlo de la salsa que se le había embarrado.
— ¿Otro?
— Sí. Mycroft, mi hermano — explicó su parentesco como acto de confianza, mientras tomaba una servilleta— Me dijo que eran cuatro hijos. El día que te vi en el parque, asumí que tú y Lewis eran hermanos de sangre. Se parecen demasiado.
— Sí lo somos. Lewis y yo fuimos adoptados por la casa Moriarty.
— Entonces, adoptaron a dos de ustedes y no solo uno. No lo sabía.
Liam negó con la cabeza.
— Aunque nos adoptaron a dos, la idea es que se sepa solo de uno.
Eso último, llamó la atención de Sherlock. El moreno arqueó una ceja, como pidiéndole, explicarse mejor.
— Me adoptaron porque vieron que tenía talento para el piano. Y cuando lo hicieron, me cambiaron el nombre.
Sherlock no tardó mucho en unir las piezas. Y en un tono sombrío, preguntó:
— ¿Cómo se llaman tus otros hermanos?
— Me pusieron igual que a uno de sus hijos biológicos.
Respondió William a la verdadera pregunta oculta.
El silencio pesado y áspero se presentó entre los dos. Pero el moreno, no permitió que se alargara:
— Ellos quieren que tú…
Liam asintió y colocó su dedo índice sobre sus labios que esbozaban una sonrisa melancólica, pidiéndole con ese gesto silencioso, guardar el secreto.
— Quieren que gane el patrocinio y el renombre para los Moriarty.
— Pero no serás tú quien lo reciba — resolvió— Será William quien consiga las becas, aparezca en las presentaciones públicas, etcétera.
Sherlock reflexionó en la incomodidad de Liam cuando Lestrade lo presionaba para participar en el recital y en cómo huyó cuando tuvo la oportunidad. Su cansancio y estrés. Todo encajó.
— Ya veo. No se supone que tu aparecieras dando un recital — hizo una pausa — ¿Por qué permites algo como eso? — inquirió Sherlock con una mirada evidentemente disgustada, aunque no con él, por supuesto.
— Porque, como tú, yo tampoco quiero ser músico.
