Partitura XII

Cuando se vio al espejo al día siguiente, se sintió aliviado. La bofetada del día anterior no había dejado marca, aunque la zona sí dolía si la presionaba. Sin duda, su padre adoptivo, había perfeccionado la fuerza de sus golpes para evadir represalias legales.

Después de arreglarse, bajó a desayunar y actuó normal; para molestia de William, quien no dejaba de lanzarle su mirada despectiva. Por supuesto, esto y la tensión que el jefe de familia parecía tener, alertaron a Lewis y Albert. Algo había sucedido.

Liam no dijo mucho, solo comentó a Lewis que había recibido una reprimenda y un bofetón por llegar tarde. De ahí en fuera, el resto lo guardó para sí mismo y se fue a su trabajo.

Cuando llegó a la academia con el teclado en mano, se sorprendió de encontrar a Sherlock en el recibidor desde la primera hora.

— ¡Hola, Liam!

— Sr. Holmes, qué inusual verlo desde tan temprano — sonrió con burla.

— Es Sherlock.

— ¿Se cayó de la cama?

— Algo así.

Hubo un silencio que se prolongó. Hasta que Liam habló con el objetivo de seguir su camino.

— Espero no le haya dolido. Si me disculpa.

Dio un paso a su izquierda, pero su camino fue interferido una vez más por el moreno, quien dio un paso a la derecha, o izquierda, desde su perspectiva. Una sonrisa socarrona se dibujó en los labios de Liam.

— ¿Todo bien?

— Eso mismo te pregunto ¿todo bien? ¿te ocasioné problemas?

— No. ¿Qué le hace pensar eso, sr. Holmes?

— La forma en que te fuiste, parecía que ya tenías planes.

— Le recuerdo, señor Holmes que fui yo quien sugirió salir precisamente porque no tenía compromisos previos.

— Cierto — fingió darle la razón. Ambos sabían que Liam no daría más explicaciones al respecto— ¿Y por qué el repentino trato formal?

— Estamos en el recibidor.

Sherlock le arrebató el teclado y le sujetó de la muñeca, llevándolo a la azotea, tal cual aquel día en que le había dado un masaje en los hombros. Liam se dejó guiar sin oponer resistencia alguna, aun cuando en su interior, sabía que debía hacerlo. Al llegar, Sherlock soltó su reto:

— Ya no estamos en el recibidor.

— ¿Tanto te molesta que te hable formalmente? — una sonrisa burlona se asomó en su rostro, mientras apoyaba su índice flexionado sobre sus labios, fingiendo ocultar su sonrisa.

— ¿Todo bien? — repitió la pregunta.

— Sí. ¿Todo está bien contigo? — intentó cambiar el foco de la atención.

Sherlock posó su mano sobre la mejilla marfilada, provocando un casi imperceptible sobresalto en el rubio, reacción que lo alertó.

— Yo no soy quien tiene un golpe en la cara.

El hijo del sol sabía que alardeaba. Una total mentira. No había enrojecimiento, ni moretón, ni hinchazón. Sherlock quería sacarle la verdad que, de alguna forma, lograba ver en sus ojos.

— ¿De qué hablas? ¿Fumaste algo raro después de que te dejé?

— No. Nada de nada, ojalá lo hubiera hecho — terminó por negar con una sonrisa, sin despegar su mano.

Liam quedó prendado de la sensación. Por el contrario del dolor que había tenido el día anterior en la zona. Ahora sentía una suavidad inusual dentro de las rasposas manos del violinista. También se percató de lo eran cálidas que eran y el aroma a tabaco que las envolvía.

— Quería preguntarte una cosa — dijo retirando su mano.

— Desde que nos encontramos, no has dejado de hacerlo ¿me pregunto que podrá ser? — comentó en un tono ligeramente sarcástico.

— Hay una canción…

De repente, sonó el celular de Sherlock.

— Maldición — colgó el teléfono — Sobre… —volvió a sonar.

El proceso repitió un par de veces más hasta que Liam intervino.

— Será mejor que contestes, podría ser importante.

— Lo haré luego. Liam… la canción de anoche… — desvió sin hacerlo.

— ¿Cuál?

Sherlock observó al rubio, quería preguntarle por aquella melodía de la cual buscaba al anónimo dueño; pero una parte de él, aunque anhelaba y estaba casi seguro de que el compositor, no podría ser nadie más que Liam, sentía que no debía hacer trampa. No contra él. Bien había escrito Oscar Wilde alguna vez "Lo peor es un enemigo tonto. Un enemigo inteligente, si lo somos también, no dejará de apreciarnos por eso y combatirá siempre con nobleza contra nosotros". Aunque por supuesto, no eran enemigos, pero sus contiendas musicales los volvían en cierto modo, cómplices y antagonistas en el escenario. Lo cual, lo llevaba a dirigir su pensamiento a que Oscar Wilde tenía razón.

Anteriormente, ya le había comentado a Liam que podría ser su músico misterioso, pero el hijo del sol no dio su brazo a torcer entonces y no lo haría ahora. Cuando Lestrade le pidió tocar el dueto, Liam había dejado claro que solo alguien digno, escucharía y tocaría su composición. Es decir, debía resolver el acertijo antes de siquiera tener la oportunidad de escuchar la melodía. Lo cual, lo llevó de vuelta a esta contienda. Debía demostrarle que había resuelto el acertijo que creó para él.

— On brûlerà.

Por un momento, un destello de sorpresa se reflejó en ambos pares de ojos.

— ¿Qué hay con ella? — la sonrisa que mostró fue tan suave como los rayos de sol que lo precedían. Y su voz se presumía con una aparente apatía.

— No había ninguna pareja ¿cierto?

Sherlock mismo se sintió traicionado por su propia boca con esa ultima afirmación. No era ese el acertijo que se había volcado a resolver. Él mismo desconocía por qué habría emergido ahora. No pasaba a menudo que hablara de más. Pero ya que había salido, confrontaría todo de una vez.

— Esa canción comenzaste a tocarla de la nada.

— Cierto ¿y?

— Me estabas poniendo a prueba ¿cierto?

— Pensé que sería divertido que, para variar en ese acto, te acoplaras tú,

— No hablo solo de eso.

— Ah, ¿no? ¿Y de qué más hablas?

Fue ahora el sonido del celular de Liam, el que sonó.

— Disculpa — dijo antes de contestar.

Sherlock quedó como una sombra en pausa. Tenía ganas de tomar el aparato y arrojarlo lejos, alguien se había entrometido en su juego. Sin embargo, ya le había arrebatado algo ese día, no era muy bueno volver a hacerlo.

— Sí, lo traje. Descuida, ya estoy en la academia, espérame en el vestíbulo. Te lo llevaré enseguida.

El hijo de la luna prestó atención. En esa academia se empeñaban en arrebatarle su tiempo con Liam. Solo suspiró, el eclipse había acabado y debían separarse de nuevo.

— Tendrás que disculparme — dijo quitándole el teclado — Debo entregar esto.

— ¿Podemos hablar después de clases?

Liam pareció pensarlo unos segundos y accedió.

— Salgamos de nuevo hoy —propuso.

— Claro, hoy sí traje dinero. Te invitaré a un buen lugar — se burló de sí mismo.

— No necesita pagar por mi sr. Holmes. Hoy podría ser yo quien pague, pero acepto la invitación.

No le dio más tiempo a hablar, desapareció dejando a un muy animado Sherlock.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Más tarde, por la noche, volvieron a reunirse. Una conversación ligera de camino a un bar. El tema real se abordaría al llegar. Avanzaron con un caminar tranquilo, con ligeros balanceos, casi imperceptibles, pero que, ante un ojo experto, reflejaban la complicidad y timidez típica de dos "quedantes".

Entraron al bar, era un ambiente informal, con medias luces, música en vivo, bebidas y comidas variadas. Se sentaron en una mesa que les proveía de una maravillosa vista al escenario y por supuesto, la privacidad suficiente para no ser constantemente importunados.

— Sobre lo que hablábamos en la mañana… — reinició Sherlock — El que me acoplara, la habilidad, el llegar a la verdad. Me pusiste a prueba en todo eso — no se molestó en preguntar, se lo estaba afirmando.

Había tenido toda la tarde para pensar en cómo abordar ambas partes del acertijo, como eludir por breves momentos el traspié de la mañana.

— Suena a que me tomé muchas molestias, sr. Holmes.

— Sherlock — corrigió.

— Como si hubiera creado un acertijo para ti.

— Como si lo hubieras hecho, sí.

Ambos se sonrieron cómplices y antagónicos.

— ¿Y? En el hipotético caso de haberlo hecho ¿Cuál sería tu respuesta? — preguntó con su voz de terciopelo, casi acariciándole el oído.

Esa pregunta detonó un cosquilleo en el estómago de Sherlock, las afamadas mariposas. Y un hormigueo intenso en todo su cráneo, una descarga eléctrica que lo… incitaba.

Debía responder, pero había algo más en la pregunta. ¿Liam hablaba de las dos partes del acertijo o solo de una? En primer lugar, ¿Había una segunda parte o todo el tiempo había estado imaginándolo?

El sonido de la música captó la atención de ambos, distrayéndolos brevemente de su conversación. Estaban tocando Écoute chérie de Vendredi sur Mer, una canción sensual que narraba sobre el amor, los tiempos, el ritmo, el miedo. En las pantallas, pasaban el video original. Un video igualmente sensual, donde el amor no discriminaba entre sexos, solo era amor.

Sherlock no creía en las coincidencias, pero sin duda, si necesitaba una señal, era esa. Incluso, una parte de él, le hizo pensar que tal vez, Liam había arreglado la aparición de esa canción. Así que, si ese era caso, no lo incitaba…

— El significado de la canción, los aros de humo, el tema de tu familia.

El hijo del sol le dio una sonrisa atrayente, mientras sus rubíes se enmarcaban más cuando entrecerró sus párpados, como siempre, como si lo tuviera en la palma de su mano.

…Lo seducía.

De una u otra forma, sintió un dejavú. Estaba seguro de que no había ido antes, ahí con él, no habían hablado de ese tema, pero, definitivamente, algo se sentía familiar.

Sherlock liberó desde el fondo de su garganta un gutural sonido de hartazgo, casi como si diera un grito de guerra y continuó.

— Respecto a esa canción, una parte de mí, siente como si fuera capaz de ir al infierno solo para estar contigo.

— No digas eso — negó con la cabeza.

Esas palabras turbaron a Liam, resonaron en lo más profundo de su alma. Una vez más, quería hacerse presente la sensación de estar bajo el agua. ¡Pero no debía pasar! ¡No con él!

— Y otra parte dice "ya lo hiciste" y yo solo puedo responderle "lo haría de nuevo.

Liam permaneció atónito ante sus palabras.

— Lo haría de nuevo.

Continuará...


Mei, muchas gracias por la canción ^^
Feliz navidad!