Capítulo I: El inicio.

New Mewni, 1920.

New Mewni es una ciudad en crecimiento, en cada calle el progreso de la civilización hace auge de ser una proeza y la humanidad se extiende por cada sitio, los grandes rascacielos del centro, los edificios de los alrededores, las elegantes casas y autos de las zonas residenciales eran una constante en los periódicos, una gran constante en las fotografías de primer plano y revistas, la verdad era muy diferente a la de las fotos, diferente y deprimente.

En la zona alejada del centro, en donde las pequeñas calles se pierden en los baches y smog de las empresas, en medio de la oscuridad que era una constante en cada espacio para las personas en sus desgracias, en esos pequeños departamentos, de papel tapiz irrelevante acompañado por el canteo de la madera que sonaba con cada paso que se daba, en las altas horas de la noche con el tik tak de un pequeño reloj de bolsillo se encontraba en su pequeña cocina, modesta en cuanto más con pocos electrodomésticos un niño, un niño totalmente solo calentando un poco de leche en una olla.

Él intentaba esperar mirando la ventana que daba a la inmensidad de las vigas del tren y su paso elevado, más allá, el ladrillo adornaba el posible paisaje; era el suburbio de la floreciente New Mewni, y en ella, todas las pobres almas olvidadas del capitalismo y víctimas de la gran depresión encontraban refugio; de su pensamiento fue absorto cuando un llanto notorio lo trajo a su realidad otra vez.

El impúber de apenas 13 años con su meñique sintió la calidez de la leche, con paciencia apagó la ornilla de la cocina para traspasar el líquido del metal de la olla a un biberón; con lo mismo lo cerró y salió de la cocina por una de las viejas puertas de roble que se encontraban allí, llegando a la pequeña habitación, un sillón doble muy destartalado, con una insípida luz de la lámpara, proveniente de una cuna de madera, con cobijas muy finas la razón del mismo sobresalía.

-Ya, ya Mariposa, tranquila hermanita - sonrió cargándola para darle su biberón.

En sus brazos y por su estatura él realmente se veía corto para poder acomodarse, sin embargo, al estar allí lo hizo para retornar a la ventana para mostrarle lo que su pequeña vista podía.

-Estamos bien, mira, nadie te llevará de mi lado…- le sonrió al mirar como por la distancia encontraba la oscuridad en la constante de su vida - mamá nos cuida desde arriba, ¡Así es!-

Le mostraba lo poco que se rescataba de las estrellas con la contaminación lumínica, en la distancia profunda una solitaria estrella se escapaba con su luz. En ella posó su vista a la par que la nena terminaba su biberón. El moreno, con sus alegres ojos café la miró, sin lágrimas, sin llanto la marcó en su hombro para que expulsara sus gases.

Al mirar la fotografía solitaria de la cocina encontró un retrato antiguo, en ella se veía un hombre de pecho ancho, fortaleza en los brazos con un bigote perfectamente recortado, sonriente mientras mantenía sus brazos cruzados en la espalda; a su lado se encontraba la mujer; de cabello ligeramente ondulado y una sonrisa pacífica.

-Mira Mari - señaló a la bebé- son papá y mamá, di… "papá"-

Ella miró la foto con inocencia, intentó pronunciar palabras pero no pudo, sólo sonidos sin sentido salían de su infantil boca.

-Vamos Mari - le dijo sonriente - tienes dos años, intenta decir "mamá", di..má...ma..-

La niña nuevamente balbuceó cosas sin sentido que hicieron reír al otro; con eso en mente miró a sus padres;

-Probablemente hablas siciliano y yo no entiendo - le sonrió para llevarla nuevamente al cuarto contiguo; dentro ya, se preparó para que estuviera cómoda, le limpió delicadamente el rostro, al mirar el calendario notó que mañana era Domingo, sonrió para asentir para sí mismo, al mirar a un lado vió el nuevo tiraje del diario local, grandes lotes del mismo apañados allí.

-Di pá..pá - intentó nuevamente mientras se colocaba un dedal decorado como un conejo para hacerla de juguete - vamos Mariposa -

Ella lo miró varios minutos de frente, con su sonrisa simplemente lo miró frontalmente:

-Papá…- para luego caer dormida en su cuna.

Ante eso, el moreno parpadeó y sonrió, con cuidado apagó la luz para recostarse en el sillón y cubrirse con una manta, después de todo, en esa soledad e inmensa oscuridad debajo de la puerta se colaba la luz de las estrellas.

En otro barrio, más al centro, en la Pequeña Italia, un restaurante cerrado se encontraba con el único comensal restante, en un cuarto reservado acompañado del lujo de un tocadiscos y una mesa de billar; ante él estaba una copa de vino, el cabello blanco hacía juego con su elegante camisa, el chaleco de vestir gris y los pantalones de similar tonalidad.

-Mio amore - llamó en voz baja mientras a su lado tomaba asiento una mujer de cabello verdoso y ondulado, con un modesto vestido morano le dejaba una botella - por favor, dile a tu sobrina que vayan a casa juntas, así yo podré...ocuparme de mis negocios-

-Globie - le sonrió dándole un beso en la mejilla - no te quedes hasta muy noche, te necesitamos en casa Meteora y yo -

Él sonrió para tomar la botella, la mujer dejó aquella instancia mientras avanzaba hacia la cocina del establecimiento, en ella, un hombre regordete rubio con su delantal de cocina y uniforme blanco se encontraba algo manchado con salsa de tomate, con él, una mujer de hermosa cabellera azul grisáceo se encontraba ya acabando de limpiar la vajilla usada en el local.

-Querida Moon- entró la mayor - ya es hora de irnos, Gabrieglo se quedará un poco más, River querido, ¿y tu niña? -

El rubio mayor dejó de lado el último plato limpio, para quitarse el mandil y sonreír asintiendo.

-Afuera barriendo, iré por ella -

Ambas asintieron mientras conversaban de cosas triviales, afuera, en el amueblado con un vestido verde claro más arriba de la rodilla con unas medias de colores y una sonrisa perpetua, allí una rubia de 13 años de edad se encontraba tarareado una canción a la par que acababa de barrer.

-Hola caramelito - sonrió abrazándola y retirando la escoba de sus manos - ya es hora de que te vayas con tu tía abuela Eclipsa y tu mamá -

La rubia bostezó con mucho cansancio asintiendo para abrazar a su rechoncho padre, dejó de lado eso para sobarse los párpados intentando mitigar el sueño, pero no lo lograba, se acercó a la barra, tomó un grueso abrigo gris y se dirigió a la cocina.

Dentro ambas mujeres sonreían llevando algo de comida en sus manos, la rubia se acercó y preguntó.

-¿y el tío Gabrieglo? -

Eclipsa se colocó a su altura para sonreirle moviéndole el cabello.

-Irá más tarde a casa conmigo, por ahora, debes ir a dormir, mañana hay que ir a la iglesia y preparar todo el local para la comida….-

La rubia asintió un poco cansada de esa rutina, todos los domingos hacían ese trajín; pero las tradiciones familiares son importantes, al menos, eso se repetía mientras se alejaba hacia la puerta trasera para salir, afuera, con un cigarro en la boca un hombre joven miró hacia atrás.

-Hola señorita Star -

-Bona sera (Buenas noches) Giorno - sonrió la niña dándole un abrazo a su pierna mientras miraba el espacioso patio trasero, allá en la lejanía había un taller de autos arriba un cuarto en el que todos los adultos tenían permitido ir menos ella, porque era menor; finalmente, en la esquina casi de salida un garaje de madera donde estaban algunos autos que siempre llegaban y salían, algunos con otros colores y placas, muy curioso.

-Bona sera Giorno (salió detrás Eclipsa con su sobrina Moon, a la par que el mencionado se colocaba recto saludando con un gesto de su sombrero; allí mientras se alejaban en la caminata Star pudo divisar algo extraño para ella.

-¿Por qué Fabricio no vino a trabajar hoy?-

-Enfermó querida- comentó Moon con la mayor naturalidad - no lo veremos en un tiempo

Dentro, se encontraba el hombre de traje elegante, con River sentando a su diestra y varios jóvenes adultos con él, entre ellos, destacan los trajes elegantes, los sombreros y el olor a cigarro que se elevaba por toda la estancia.

-Mañana no olviden darle su parte a la madre de Fabricio, hijo bueno de Sicilia-

Todos asintieron, al lado de Gabrieglo se encontraba alguien de delgada complexión, casi esquelética, con un cabello extravagantemente platinado, y una mirada muy cansada, con un libro en las manos mientras anotaba anunció.

-Lo haré yo Don Gore - comentó con mayor naturalidad

-Muy bien Romulus -

Todos dentro asintieron, River suspiró mirando hacia la puerta donde el muchacho montaba guardia desde hacía algún tiempo, ahora verla vacía era muy extraño. En el camino a casa, la niña miró hacia el cielo, con esa resplandeciente estrella que le señalaba su brillo detrás de toda esa enorme ciudad.

Era ya domingo, día de ir a la Iglesia para todos los creyentes en la ciudad, casi a las 7 de la mañana cuando acababa la primera encontramos en la escalinata al moreno, con una camisa blanca y un pantalón de vestir azul marino, a su lado, descansando debajo de la sombrilla se encuentra su hermana menor, arreglada con un vestido blanco. Al ver al primer grupo de personas salir y descender el graderío de la gran catedral de la ciudad, empezó a llamar.

-Daily News, ¡Daily News!, El alto congreso secciona sobre el voto femenino hoy en las altas cámaras, ¡De primera mano! -

Pocos se detenían para comprarle un ejemplar, recibía algunas monedas en sus mano, después de algunas horas, en las que corría y venía cuando le solicitaban se sentó, en sus manos tenía un biberón preparado para su hermana, era casi ya las 11 de la mañana, cuando un auto blanco se detuvo frente a la catedral, de ella, bajó un hombre imponente, de traje elegante y negro con una cobortaba larga, que se dejaba caer con su fina tela, a su lado lo acompañaba una mujer de vestido negro entrero, con un profundo belo que le cubría el rostro, del auto dos personas bajaron siendo que se encontraban un par de guardias armados, y en brazos de la mujer una bebé de 1 año aproximadamente, con dismimulo caminando, detrás, de otro auto un hombre regordete, con un traje cuidadosamente limpio y una barba dorada como el sol al lado de una mujer alta y de distinguido porte.

-Mira Mari - él la tenía en brazos jugando con ella - ese es un V12, un motor como los que yo hago en la fábrica -

La bebé sin entender nada volvió a dormitar en los brazos de su hermano, después de tanto tiempo era sorprendente para algunos que el sonido de los autos, el replique de las campanas o el mismo barullo de las personas dialogando no despertaran a la pequeña, sin embargo, para su hermano era algo normal.

Atrás de todos, con un vestigo de color menta con diseños rosados y unas sandalias verde menta, acompañada de un sombrero con un velo que le cubría el rostro un poco, la menor de todos caminaba con su larga cabellera rubia.

El dorado de su cabello atrajo la atención de Marco, en él vió como si el sol se refleja contra sí, ninguna moneda de ningún valor que tuviera en las manos podría equiparar eso, sin embargo, al ver los autos, el tallaje de la ropa rápidamente apartó su vista, probablemente terminaría en problemas por ver demasiado a la rubia, sin suponer que en sus horas de angustia, esa misma luz sería la guía del camino.

-Tío Gabrieglo - la pequeña rubia se coló entre los adultos tomando su mano - mira, una bebé -

El aludido se sorprendió cuando miró hacia donde el dedo señalaba, en ella, vió a un joven moreno, sentando anunciando diarios mientras cargaba a la niña en sus brazos, definitivamente era muy jóven para que fuera su hija, y sobre todo, demasiado parecidos en cuanto a físico para que no sean familiares, al acercarse, encontró su mirada con la del jóven que, a diferencia de lo esperado sonrió cálidamente.

-Oh querido - la mujer que lo acompañaba se acercó para saludar a los niños - Hola pequeño -

El aludido sonrió.

-Buenos días señora, ¿Qué le puedo ofrecer? -

Ella le sonrió para mirar a su esposo:

-Mira Globie, es muy educado -

El mayor asintió sin cambiar su mirada estoica, cuando se acercó más de la mano de Star, ella curiosa vió que era un chico delgado, moreno y un destacable lunar en la mejilla. Ante eso miró entre los diarios para ver:

-¡Tienes los cómics de Action¡ - dejando la mano de su tío le tomó los hombros para sacudirlos dejándolo algo perplejo - ¿Tienes el de PonyWarrior de esta semana? ¡Debes tenerlo! -

Ante eso el moreno que seguía con su hermana en brazos sonrió. La chica era muy alegre, con una sonrisa muy linda y que dejaba relucir su cabellera en su fino ropaje, ante eso él asintió algo nervioso por lo cerca que estaba.

-Eh…- miró a su lado - tengo sólo uno, normalmente los leo yo pero…- extendió la mano para tomarlo y dárselo - puedes tenerlo tú, después de todo veo que te gustan mucho -

La rubia no cabía de la emoción, pegó el grito en el cielo siendo que los guardias se alertaron un poco, Gabrieglo levantó su mano para despreocuparlos, Moon y River se acercaron para tomar a estar, su madre habló primero:

-Star no te alejes así - con voz moderada y firme.

-Oye jovencito - River se acercó para ver el periódico - ¿Tienes el diario de hoy con las tiras cómicas? -

Marco asintió extendiéndole con su mano libre un ejemplar nuevo, el rubio sonrió para susurrarle:

-Con esto ya no me aburriré en el sermón -

Ante eso sonrió el castaño, Gabrieglo se acercó, metió su mano en un bolsillo interior asustando a su esposa y a su sobrina, pero, Star se acercó para decirle:

-¿Me vas a dar el dinero tío Gabrieglo?-

El aludido le extendió un billete de 10 dólares, mismo que le dió a la rubia que a su vez.

-Quédate con el cambio muchacho, ahora todos, dentro -

Ante eso la rubia le dio el billete y sonrió.

-Me llamo Star - le extendió el dinero - y ten, esto es para ella -

Sin que nadie lo note, la rubia le dió uno de sus lazos que él recibió gustoso.

-Yo soy Marco, ¡Estoy aquí todos los Domingos! -

Ella sonrió para entrar en la iglesia, ese día, para el moreno, cada domingo sería especial. Dentro, por su lado, la caja fúnebre se encontraba en la mitad de la gran capilla, en el frente, una madre desconsolada que clamaba ante el padre que dirigía el servicio.

-Ay mi Fabricio, mi Fabricio, mi hijo -

A su lado, acomodando los lentes le dejó un sobre el calavérico hombre que respondía al nombre de Rómulus, dentro, una persona tomaba nota.

-Ese es el don…- susurró y cuando el mencionado saludó con Romulus - y ese, es el consilieri...alias Rómbulus…- anotó viendo los rombos en su corbata.

Al salir, en la marabunta de gente el moreno no volvió a ver a la rubia, no lo haría, pero dentro de sí, cuando ya al medio día recogió sus cosas, con su hermana en el brazo sonrió, porque algo dentro de ella le hizo feliz, algo dentro esa niña tan energética le recordaba algo que hacía mucho no había tenido, un sentimiento de ser infantil.

Continuará