Todo reconocible de Obey Me! es propiedad de sus creadores y la franquicia de Shall we Date? NTT - Dating Sims de NTT Solmare Corporation.

Los personajes originales y algunas cuantas licencias creativas son de mi autoría.

Nota:

Bien, aquí vamos empezando con el juego.

Quería hacer una breve introducción de mi MC el "prologo", pero sé que fue algo muy superficial... Al mismo tiempo es mi forma de ir desarrollando a mi persona con forme avanza la historia. Sé que mi MC no debería de tener tanto protagonismo en sí misma, porque los que importan son los sexy demonios, pero como soy incapaz de hacer one-shots con MCs neutrales para que se indentifiquen las lectoras... Esto es como una catarsis.


Obey Me! The Charmed One

Lección 01 - La Real Academia de Diavolo

La oscuridad se había sentido eterna, pero poco a poco comenzaba a recuperar la conciencia.

—¿Dónde estoy…?

La chica abrió los ojos, confundida y volteó alrededor. Por un breve instante pensó que estaba en un tribunal por culpa del accidente automovilístico. Luego cayó en cuenta de que eso sería imposible. Aunque sí estaba en una habitación que lucía como una corte y había varios hombres que la estaban mirando.

Finalmente, el hombre que estaba en el asiento superior comenzó a hablar:

—Bienvenida a Devildom, Lorelei —saludó animadamente, pero ante la cara de confusión de la chica, cambió su expresión—. Oh, lo lamento. ¿Te sientes confundida, no es así? —preguntó ahora con preocupación—. Bien, es entendible. Después de todo, acabas de llegar y como humana es probable que necesites un poco de tiempo antes de adaptarte al mundo demoniaco…

La chica en cuestión se quedó en silencio, observando alrededor como si aquello fuera una mala broma. Su pregunta ya había sido respondida, pero la respuesta no había sido satisfactoria. ¿Devildom? ¿Mundo demoniaco? ¿A caso había muerto y se había ido al infierno? O era una muy mala broma o hasta allí habían llegado años de ateísmo.

—Supongo que podía comenzar introduciéndome —volvió a hablar el hombre, imposiblemente alto y musculoso—: Mi nombre es Diavolo —se presentó, esbozando esa sonrisa amable que no parecía abandonar su rostro. El tipo tenía unos ojos amarillos que brillaban como los de los gatos. ¿Lentillas tal vez? Además, era pelirrojo y de tez bronceada—. Soy el soberano de todos los demonios, todos aquí me conocen y un día no muy lejano seré coronado como el rey de Devildom —añadió, al mismo tiempo que señalaba por un gran ventanal el cual tenía una vista impresionante hacia lo que parecía ser el lugar del que estaba hablando: —Esta es la Real Academia de Diavolo… Aunque le llamamos simplemente RAD para abreviar. En estos momentos estás en la sala de juntas, el corazón de la academia. Aquí es donde nosotros, los oficiales del consejo estudiantil, llevamos a cabo las reuniones y coordinamos los asuntos importantes. Yo soy el presidente del consejo, por supuesto… —continuó con la explicación.

—¿Por qué estoy aquí? —preguntó, interrumpiéndole. Sin embargo, no fue Diavolo quien respondió en esta ocasión.

—Te lo explicaré —dijo con condescendencia un tipo casi tal alto como el otro, pálido y de cabello oscuro. Sus ojos rojos le produjeron un escalofrío.

—Lorelei, él es Lucifer. Es uno de los demonios más poderosos y el Avatar del orgullo —intervino de nuevo Diavolo—. Él es el vicepresidente del consejo estudiantil y mi mano derecha, no sólo en título, te lo aseguro —añadió animadamente el soberano—. Además de eso, es mi amigo más confiable.

—Las adulaciones no te llevarán a ningún lado, Diavolo —le cortó en seco el susodicho.

—¿Ah…?

La mueca en el rostro de Lorelei era indescifrable a esas alturas. Todo lo que creía saber de los demonios, según la religión católica, no le estaba cuadrando ni un poco en esos momentos. Había invertido buena parte de su tiempo en estudiar la historia y varios textos religiosos, no solo del catolicismo, para poder defender su posición de no creyente y ahora estaba ahí, frente a Lucifer y otros demonios más, entre los que se incluía uno que presuntamente era algo como el príncipe sucesor a la corona del infierno.

—En nombre de todos los estudiantes que asisten a esta gran y ancestral escuela, te ofrezco la más cordial bienvenida, Lorelei —declaró Lucifer con una sonrisa arrogante.

—¿En nombre de los estudiantes? —repitió, incapaz de entender lo que ocurría ahí. Solía ser bastante perspicaz, pero todavía tenía esperanza de que aquello fuera solo una mala broma o quizá estaba teniendo una pesadilla y en realidad estaba hospitalizada por el accidente.

—Diavolo cree que los demonios deben de empezar a fortalecer sus relaciones con el mundo humano y celestial, por lo que, como primer paso, ha decidido establecer un programa de intercambio —comenzó a explicar el hombre—. Como parte del programa, hemos mandado a algunos de nuestros estudiantes al mundo humano y otros al reino celestial. Así mismo, acogimos como estudiantes a algunos ángeles y algunos humanos. Creo que puedes hacer las deducciones necesarias a este punto, ¿cierto?

—Si por acoger se refieren a no dejarme morir, supongo que sí —replicó la chica, acomodándose los lentes que se habían resbalado mínimamente por su nariz.

—Fuiste escogida para participar en este programa. A partir de este momento eres una estudiante de intercambio, ¿entiendes? —aclaró Lucifer con seriedad.

La aludida hizo una mueca. ¿En serio nadie le iba a explicar lo del accidente? ¿Y qué iba a ser de su vida en el mundo humano? No podía simplemente desaparecer y dejar botado sus estudios… Aunque si lo pensaba bien, ¿no llevaba semanas pensando justamente en eso?

—Estarás aquí durante un año. Realizarás el trabajo y las tareas asignadas por los superiores de la academia. Al concluir el año, espero que escribas un documento sobre tu experiencia y desarrollo en Devildom —añadió, explicando más su situación.

—¿Escribir un ensayo? —curioseó algo confundida de que su estadía ahí sonaba realmente a seguir metida en la escuela.

—No te estoy pidiendo una tesis… —replicó con una risa burlona, ganándose una mirada de reproche —. No me mires así. No es como si te fuéramos a dejar a tu suerte en esto. Naturalmente, necesitas que alguien te ayude, y creo que ese alguien debe de ser mi hermano Mammon. Él es el Avatar de la avaricia y… ¿cómo explicarlo…? —titubeó—. ¡Oh, bueno! No importa, te darás cuenta tú misma —concluyó, para después sacar un móvil, muy parecido a los de pantalla táctil del mundo humano.

—Toma esto —se lo entregó—. Se llama D.D.D. y es como un teléfono celular, funciona igual a cómo funcionan en tu mundo y este es para tu uso mientras vivas aquí —explicó—. Ahora, úsalo para llamar a Mammon —pidió sin más.

Lorelei hizo lo indicado y puso el altavoz:

"Yooo" —saludó un tipo al otro lado del teléfono.

—¿Hola? —saludó Lorelei, confundida. ¿Cómo se suponía que debía de interactuar?

"¿Uh? ¿Quién demonios eres?" —preguntó confuso—. "Definitivamente no eres Lucifer"

—Soy una… ¿una humana? ¿Estudiante de intercambio? —quiso explicar, pese a que ni ella misma estaba segura de cómo era todo aquello.

"¿Una humana?" —gritó al otro lado del auricular, luego se escuchó una risita y un suspiro—. "¡Uff! Menos mal, ya me estaba asustando, pensando que era Lucifer de nuevo. Debiste de decirlo desde el principio" —reprendió con tono jocoso—. "Entonces, ¿qué asuntos tienes que tratar con el Gran Mammon?"

—Pues… De acuerdo con Lucifer, ahora estas a cargo de cuidarme —dijo, volteando a ver al susodicho. Diavolo seguía ahí y había otros hombres más, pero ninguno le transmitía la misma energía que Lucifer.

"¡Ni de broma! ¡No voy a ganar nada con eso! ¿Y a qué te refieres con que me encargaré de cuidarte?" —se escucharon las quejas de Mammon al otro lado del teléfono—. "¡Ah! ¡Suficientes encargos me han hecho! ¡Tú puedes cuidarte sola, ¡suerte!" —concluyó, intentando dar por finalizada la conversación.

—Dile que ni lo piense… —amenazó Lucifer al escuchar aquellas palabras.

—Lucifer te está llamando —informó Lorelei.

"¡Pfff! ¡Olvídalo! ¿En serio piensas que el Gran Mammon va a escucharte solo porque estás intentando asustarme con ese nombre?" —se burló el aludido.

—¡Tienes diez segundos! … Diez, nueve… —intervino Lucifer, levantando la voz lo suficiente como para que Mammon le escuchara.

"¡Ya voy!" —gritó antes de cortar la llamada.

—Bien, esa fue una buena conversación —comentó Lucifer.

—Preferiría que tú me cuidaras… —respondió casi sin pensar. Pese a que no conocía a ninguno de los presentes, el que mayor seguridad le inspiraba era él. Claro que también le inspiraba terror y quizá era eso lo que le hacía sentir segura.

—Te ves más asustada ahora, huh…—comentó el aludido, extrañado por aquella mezcla tan contradictoria entre lo que decía verbalmente y lo que decía su expresión.

—Bueno, si de repente te llevaran a un lugar desconocido y luego te dijeran que te va a cuidar un completo extraño, seguramente tú también te sentirías algo ansioso, Lucifer —intervino Diavolo—. Sin embargo, Mammon no es el único en el que dependerás, Lorelei. Los demás también ayudarán… ¿no? —volteó a mirar a los demás hombres—. ¿Por qué no introduces al resto de tus hermanos, Lucifer? Es mejor que lo hagas tú —pidió el soberano de Devildom.

—Sí, supongo… Por mucho que me disguste la idea de hacerlo, tienes razón —concedió Lucifer y volteó a ver al resto con un gesto de desaprobación.

—¡Oh! No puedes hablar en serio —habló de repente uno de ellos—. Deberías de sentirte honrado de poder presentar a un hermano tan dulce y adorable como yo —se quejó, haciendo un puchero que ciertamente lo hacía ver adorable. Si bien ese hombre no era tan alto como los demás, sí era hermoso en toda le extensión de la palabra. Sus ojos eran como el ámbar y su cabello muy claro, de un tono rubio ceniza.

—Este de aquí es Asmodeus —habló Lucifer, señalándolo—. Él es el quinto de los hermanos y el Avatar de la Lujuria.

—¡Awww!… No puedo creer que ignoraras lo que acabo de decir y no sólo eso, sino que te refieres a mí como "este de aquí", ¡eres un grosero! —siguió quejándose, visiblemente indignado por la actitud de su hermano mayor.

—Hmph. Al menos no te ignoró completamente, ¿cómo crees que yo me siento? —terció el otro hombre, uno rubio, ligeramente más alto que Asmodeus, pero no tanto como Diavolo o Lucifer. Sus ojos eran verdes y su expresión delataba lo consternado que estaba ante toda la situación.

Lucifer suspiró, casi con resignación.

—Y este otro es Satán, el cuarto… —le presentó finalmente—. A simple vista parece un demonio responsable y con las ideas claras, pero las apariencias engañan —advirtió.

—Ajá, soy ese "otro", ¿no? —se quejó—. Un gusto en conocerte, Lorelei. Soy Satán, Avatar de la Ira —se introdujo a sí mismo con bastante educación y amabilidad.

—¿Avatares de la Ira y la Lujuria? —dijo casi ingenua, asumiendo lo que sería el resto. Había siete pecados capitales, por lo tanto, habría siete hermanos, que a su vez debían fungir como los siete gobernantes del infierno si algo recordaba bien de las historias que había leído alguna vez. Claro que igual podía estar totalmente equivocada, ya que esos demonios eran el consejo estudiantil de una academia para demonios…

—¡Sí! Eso mismo… Deja te damos una demostración —saltó Asmodeus de su asiento, acercándose a ella para verle mejor—. Lorelei, ¿podrías mirarme a los ojos por un momento? —pidió—. Está bien, no voy a lastimarte. Anda, no seas tímida… —insistió ante el titubeo de la joven.

Lorelei le miró a los ojos como se lo pidió, pero, aunque notó lo hermoso que era ese demonio, nada pasó.

—… Un momento… Esto es raro, Lucifer… —el demonio frunció el ceño, luego volteó hacia donde Diavolo y su hermano mayor—. ¿Están seguros de que esta humana tiene alma? —cuestionó como si le estuvieran jugando una broma a él.

Por su parte, Lorelei enarcó una ceja y después sonrió, negando ligeramente con la cabeza. Quizá no tenía alma. No le sorprendería, cosas peores le habían dicho antes y en su proclamada herejía lo había dicho más de una vez, aunque siempre en broma, principalmente porque no creía en dicho concepto. ¿Sería posible realmente no tener alma? ¿Y eso qué significaba?

—Sí… Siempre y cuando asumamos que Beel no la ha devorado —bromeó un poco Lucifer, a sabiendas de que era imposible que un ser humano existiera sin tener un alma.

—¡Nope! No he devorado ninguna alma… todavía —se defendió otro de los hombres presentes.

—Posiblemente deberíamos de advertirte, Lorelei, que debes cuidarte de la mirada de Asmodeus. Sus ojos tienen el poder de encantar a las personas para manipularlas a su gusto. Si no eres cuidadosa puede seducirte y una vez que estés bajo su encanto hará lo que quiera contigo —dijo Satán.

—¡Ey! No andes diciendo cosas como esas tan a la ligera —reclamó Asmodeus, nuevamente ofendido, a lo que Lucifer suspiró con fastidio por el numerito que estaban montando sus hermanos.

—¿Terminaron ustedes dos? —les reprendió ligeramente—. Como sea, ese con la expresión molesta es Beelzebub. El sexto de nosotros —presentó al ¿pelirrojo?... El cabello de ese demonio eran mechones desordenados de un tono casi naranja y sus ojos violetas. Era bastante musculoso y más alto que Lucifer, casi como Diavolo.

—Lucifer, tengo hambre —rezongó, no muy interesado en lo que ocurría en la sala.

—Que lastima —respondió Lucifer—. Ahora, compórtate con propiedad… —le reprendió.

—Soy Beelzebub, el Avatar de la Gula —se presentó, apenas volteando a ver a la dichosa humana.

—Entonces… —volvió a hablar Lucifer—. Hay siete de nosotros en total y yo soy el mayor. Mammon, el segundo de nosotros es con el que hablaste y estará aquí pronto. Mis otros hermanos no están aquí en este momento, pero… bueno, ya los conocerás más tarde, en un mejor momento —concluyó antes de cederle la palabra a Diavolo.

—Durante tu estadía en Devildom, los siete hermanos te dejarán utilizar sus poderes, y para mantenerte a salvo te quedarás con ellos en La casa de las lamentaciones —dijo Diavolo, visiblemente entusiasmado con la idea.

—Dijeron que había más humanos, ¿no? —le interrumpió Lorelei, dudosa de cómo estaban procediendo las cosas—. ¿Dónde estarán el resto? ¿O todos compartiremos la misma suerte? —indagó, sintiendo un deje de recelo ante la idea. Finalmente, ella era hija única, se había criado sin muchas atenciones parentales y desde que había entrado a la universidad se había ido de casa de sus padres para vivir sola en un piso sólo para ella. No le agradaba la idea de compartir espacio con alguien más y algo le decía que aquello terminaría como los dormitorios de las fraternidades…

—Solamente hay otro humano y él ya está instalado en las habitaciones de la residencia Purgatory Hall junto a los estudiantes de intercambio del Reino Celestial… —respondió Lucifer—. Tú te instalarás con nosotros. La casa de las lamentaciones es lo que podrías describir como una mansión. Ahí vivimos mis hermanos y yo. Hay bastante espacio y tendrás tu propia habitación si es lo que te preocupa. Aunque he de advertirte que es lo que en tu mundo conocían como una mansión embrujada —dijo tranquilamente, esbozando lo que pretendía ser una sonrisa maliciosa—. Aunque supongo que no habrá ningún problema para que tú, una humana, viva ahí.

—No es eso lo que me perturba, no le tengo miedo a los fantasmas —masculló entre dientes la chica, sintiendo un deje de inconformidad al tener que compartir el espacio con un montón de hombres demonios. Definitivamente, aquello tenía un aire de dormitorio de fraternidad y las pocas veces que había asomado la nariz a esos lugares en su universidad, lo había odiado.

—Aun así, pese a que viviremos juntos, debes de poder contactarnos en cualquier momento utilizando tu D.D.D. La información de todos nosotros está guardada en tus contactos. Puedes llamarnos o mandar mensaje si necesitas algo…

—¡Voy a mandarte un mensaje para que veas cómo funciona! —intervino Diavolo, claramente emocionado y haciendo que el dispositivo en las manos de Lorelei vibrara ante la notificación.

—Lindo… —murmuró al ver el sticker en esa aplicación de mensajes que le recordaba vagamente al Whatsapp del mundo humano. No lo pudo evitar. Sintió una incomodidad en el estómago al recordar cómo sus últimos mensajes habían sido ignorados y quedado en 'visto'… Quizá aquello había sido lo mejor. Nadie la iba a echar de menos en el mundo humano.

—¿No es genial, Lorelei? Ahora eres amiga del futuro Rey de Devildom —comentó Satán, mandando también un mensaje y haciendo que saltara una burbujita con su notificación.

La chica suspiró y siguió mirando alrededor. Algo le decía que aquello era puramente protocolo y aunque quisiera preguntar o decir más, no iba a obtener respuestas de momento. Antes de adentrarse en otros temas, tocaba escuchar las explicaciones de cómo funcionaría su vida ahí.

—Bien, creo que eso es todo por el momento y parece que el idiota ha llegado finalmente —dijo Lucifer, sacándola de sus pensamientos y contradiciendo lo que acaba de pensar, al mismo tiempo que señalaba a un hombre de tez bronceada y cabello blanco que entraba campantemente a la habitación.

—¡Ey! ¿Quién te crees que eres, humana? ¡Debes de tener mucho valor para invocar al Gran Mammon! —exclamó altaneramente el recién llegado. Ese era de complexión esvelta y poco más bajo que Satán. Sus ojos azules tenían una gradiente que iba hacia el dorado… Hermosos, a decir verdad—. ¡Escucha, porque solo lo voy a decir una vez! Si valoras tu vida, me vas a dar todo el dinero y cosas de valor que tengas en tu posesión en este instante —exigió—. De lo contrario, te quitaré esa expresión bobalicona que tienes en la cara, de niña pija…

—¡Mammon! —le gritó Lucifer—. ¡Cállate o te voy a golpear! —declaró al mismo tiempo que le daba un golpe tan fuerte que tiró al menor al piso.

—¡GAH! ¡EY! ¿Qué te piensas? ¡Pensé que realmente me ibas a dar la oportunidad de callarme antes de golpearme! —se quejó Mammon, levantándose con algo de dificultad por el dolor.

—Lorelei, este es Mammon, Avatar de la Avaricia. Es amo y soberano de la avaricia en todas sus formas. Cuando le agrada alguien, ese alguien es bañado en riquezas, pero también cuando le disgusta alguien o decide terminar su relación, esa persona se queda en la quiebran, sin un solo Grimm en su poder… —contó Satán.

—¿Grimm? —cuestionó, haciendo la deducción por sí misma, pero buscando una corroboración por parte de alguien.

—Grimm es el tipo de moneda que utilizamos en este mundo —le explicó Lucifer.

—¿Mi dinero del mundo humano no tiene valor aquí? —preguntó algo preocupada de no tener fondos. Aunque no es que tuviera la gran fortuna en el mundo humano, había estado trabajando y ahorrando el suficiente tiempo para no tener que depender de nadie. No quería hacerlo ahora.

—No te debes de preocupar por eso. Lord Diavolo tendrá todos tus gastos básicos cubiertos y si necesitas algo más, puedes pedirlo o trabajar para tener algo adicional —le tranquilizó el mayor de los hermanos, esbozando una ligera sonrisa.

—Otra cosa sobre Mammon es que es un masoquista —molestó Asmodeus—. Esa parte es importante —insistió riendo.

—De hecho, y tengo el trabajo perfecto para mi hermano el masoquista —dijo Lucifer.

—¡Ey! Dejen de decir mentiras. No pedí que me golpearas y no soy un masoquista —se quejó Mammon, haciendo un puchero de inconformidad.

—Mammon, vas a estar a cargo de esta humana. Eres responsable de ella y todo lo que necesite durante su estadía aquí —declaró el mayor de los hermanos—. Espero que cooperes sin quejas…

—¿Y por qué yo?

—Casi siento celos de ti… —murmuró Asmodeus.

—¡Bien! Si tienes celos, ¿por qué no lo haces tú, Asmo?

—¡Ni de broma! Me da flojera ser niñero —respondió enseguida.

—Pensé que estabas celoso —refunfuñó Mammon, resignándose a su suerte.

—Sólo ríndete, Mammon, no tienes escapatoria —le dijo Satán—. Sabes de sobra que no puedes decirle que no a una orden directa de Lucifer…

—Pero ¿por qué tengo que ser yo? ¿Por qué no se lo piden a Beel? ¿Por qué no lo hace él? —dijo Mammon, intentando utilizar aquello como su última carta.

—No creo que este sea un trabajo para Beel… Si lo hiciéramos, bien podríamos pedirle que se comiera a la humana de una vez —intervino Asmo.

—Mm, sí, no puedo prometer que no me la vaya a comer —alegó Beel a su favor, riendo un poco.

—Eres un inútil, ¿sabías? —siguió quejándose Mammon.

—Mammon… —dijo Lucifer con tono amenazante. Sin embargo, Lorelei ignoró por un momento la discusión para cuestionar algo que la estaba preocupando.

—¿Comer como canibalismo? —preguntó la chica, intrigada por esos comentarios que seguían haciendo sobre comerla.

—No es así —la tranquilizó Diavolo—. Los demonios consumimos comida a diario, como cualquier otro ser vivo, pero también consumimos almas. Las almas son algo muy particular para nosotros, algo exquisito, como un manjar que nos nutre de otra manera. Aumenta nuestro poder y alarga nuestras vidas. Aunque todo depende de la calidad del alma… En todo caso, Beel tiene un gran apetito y aunque consumir un alma humana es tentador, puede satisfacerse con comida —explicó el soberano.

—Como sea… Mammon será el que se haga cargo de ti, ¿no es así? ¿O tienes alguna queja, Mammon? —volvió a interferir Lucifer, al mismo tiempo que un aura oscura lo rodeaba. La energía que emitía el demonio en esos momentos era una advertencia para cualquiera que valorara su vida.

—¡Ugh! ¡Los odio! ¡A todos! … —gritó Mammon con frustración—. Está bien, lo haré… —se resignó y caminó hacia Lorelei para hablarle frente a frente—. Muy bien, humana, escucha bien. Por mucho que no quiera cuidarte, no me queda otra opción. Esto es un fastidio, como una piedra en el zapato, y soy un tipo demasiado importante como para hacerme cargo de estas cosas, pero es una orden de Lucifer, así que lo haré… Lo único que pido a cambio es que no me causes problemas, ¿entiendes?

—Está bien —aceptó Lorelei sin más, evaluando todavía la situación.

—Bien, es bueno escuchar que eres tan cooperativa —sonrió Mammon—. Mientras hagas lo que te diga, no te meterás en problemas, ¿entiendes? —continuó sonriente—. No se te olvide quien de los dos está a cargo, ¿sí?

—Eh… —Lorelei quería reclamar, protestar o cualquier cosa, pero no se sentía en posición de hacerlo.

—Bien, ya decidimos quien te va a cuidar, así que lo siguiente a tratar son las tareas que se te asignarán —intervino Lucifer, llamando su atención de nuevo.

—¿Qué tipo de tareas? —lo animó a hablar.

—Buena pregunta… —concedió Lucifer, sonriendo—. Tus tareas serán para pulir tu alma, para adquirir la fuerza necesaria para resistirte a los demonios y poder vivir entre ellos —explicó tranquilamente.

—¿Mi alma? La que dijeron que no tenía… —contestó, poniendo cara de circunstancia y mirando a Asmodeus de reojo.

—Fue solo una broma —se defendió el aludido, riendo nerviosamente por temor a la reprimenda de Lucifer.

—Claro que tienes alma y, cómo explicó Diavolo, a los demonios le gustan las almas humanas. Hay almas que son mejores que otras. Deja lo explico de una forma diferente a como lo hizo Diavolo… Las almas que valen la pena son como jemas brillantes, nos atraen y queremos tenerlas. Las almas reflejan la esencia de la persona, su personalidad y carácter. Las almas que no valen la pena son como piedras o pedazos de carbón… en el caso de verlas como alimento, las almas que no valen la pena saben mal, no aumentan nuestro poder ni nos alargan la vida. Aun así, no nos haría daño consumirlas —le dijo calmadamente, dando todos los detalles que pensó necesarios para satisfacer la curiosidad de aquella humana por el momento.

—Entendido —asintió Lorelei, esbozando una ligera sonrisa. Estaba segura de que el asunto era más complejo, pero la información recibida era suficiente para que se diera una idea inicial.

—Los demonios utilizarán todas sus habilidades y conocimiento para tentar a los humanos con buenas almas para obtenerlas. Los demonios que asisten a la RAD tienen como tareas pulir sus habilidades para tentar a los humanos. En otras palabras, o los humanos son tentados y pierden sus almas o los demonios son derrotados y dejan al humano en paz —continuó explicando—. Puedes decir que cada encuentro es una batalla experimental…

—¿Y si pierdo? —preguntó consternada.

—No hay penalidad para ti en este contexto… Como estudiante de intercambio tu alma está protegida y ningún demonio puede apropiarse de ella —le dijo, aunque luego añadió con una sonrisa: — ¿O quieres que piense en algún castigo especial? —bromeó, sonriente y tétrico, causando un sonrojo en Lorelei —. Bien, bien, no me mires así, era una broma. No lo tomes tan en serio. Además, no vamos a dejar que te enfrentes a demonios tú sola. Al fin y al cabo, tú no tienes poderes mágicos como otros de los estudiantes de intercambio del mundo humano —añadió—… Así que mis hermanos y yo te dejaremos usar nuestro poder. Cuando lo necesites, puedes utilizar tu D.D.D. para llamar a cualquiera de nosotros, te asistiremos en cualquier momento mientras estés en el Devildom.

—Yo quiero decir de una vez que si alguien se las come no será mi culpa —intervino Mammon.

—Hablando de comer, tengo hambre, Lucifer —se volvió a quejar Beel.

Lorelei suspiró. Por varios minutos había parecido que estaban hablando solamente ella y Lucifer, pero ahí seguían el príncipe y los hermanos. ¿Podía realmente acostumbrarse a vivir con tanta gente?

—Supongo que todo estará bien… —murmuró para sí misma y miró a Diavolo quien sonreía alegremente.

—Lorelei, estarás bien con Lucifer y sus hermanos. Es mi sueño que tanto humanos como ángeles y demonios puedan convivir en paz, en harmonía. Todos juntos como amigos… Y espero que puedas cooperar y ayudarme —dijo sin perder la sonrisa—. Un año, es todo lo que te pido, Lorelei.

La chica le miró, pensando que habían hecho un grave error al escogerla a ella para eso, pero suponía que podía poner un poco de su parte ahora que estaba ahí. Un año no era tanto tiempo como le gustaría.

—Claro, con gusto —respondió finalmente, devolviéndole la sonrisa.

Tras unos minutos más en los que le hicieron firmar algunos papeles y le explicaron más normas sobre el mundo en el que ahora se encontraba, como las diferencias en la comida y todo lo demás que la podía dañar, Lorelei y Mammon se fueron juntos a La casa de las Lamentaciones. Satán se fue a la biblioteca a buscar algunas cosas. Asmodeus dijo que tenía cosas que hacer para su club de fanáticos. Beel fue a por algo de comer con dinero que le dio Lucifer, el cual se quedó a trabajar más tiempo con Diavolo.


Notas finales:

Bueno, guiarme con el juego ha sido más tardado de lo que pensé, pero dentro de lo que cabe me gustó, aunque cambié uno que otro dialogo y puse mi propia lógica con lo de las almas y porque Beel se comería un alma. Estaba pensando un poco que el asunto funciona como en Black Butler y la forma en la que los demonios consumen las almas y porque les gustan unas más que otras y así.

Ojalá lo disfrutaran aunque fuera un poco. Si juegan el juego, espero que lo estén disfrutando. Personalmente ya me lo terminé hasta el momento (Lección 60, final de la tercera temporada) y por eso necesito más y me puse a escribir y leer de nuevo desde el principio.