3.- Diablo.
Ahora te diré lo que hice por ti
50.000 lágrimas que lloré
Gritando, engañando y sangrando por ti
Y todavía no me escuchas (Me hundirás)
No quiero tu mano esta vez, voy a salvar a mí mismo
Tal vez me despertaré por una vez (Despertar por una vez)
No atormentado diaria derrotado por ti
Justo cuando pensé que había llegado al fondo
Me muero de nuevo
Voy bajo (Pasando por debajo)
Ahogamiento en ti (ahogamiento en ti)
Estoy cayendo siempre (Falling siempre)
Tengo que romper
Me estoy hundiendo
Evanescence - Going Under
Ten Shin Han no se caracterizaba por ser el más sociable de su círculo, y menos hábil cuando se trataba de lidiar con mujeres, pues era algo que no le interesaba. Pero Launch era… diferente, si la palabra podría abarcar la descripción. Era cierto que jamás se manifestó entre ellos una relación concreta que se pudiera describir con palabras precisas, pero el vínculo estaba a su pesar. Nunca le pidió seguirlo, pero ella siempre estaba ahí, encontrándolo donde sea que fuera.
En las reuniones que tuvo con sus amigos a lo largo del tiempo, Yamcha siempre le insistía con lo mismo: "aprovecha ahora que está loca por ti, es muy bonita y yo creo que te quiere de verdad, el día de mañana no se sabe si ella se canse ".
"La experiencia ha hablado amigo", pensó en responderle, pero consideró que ya tenía suficiente castigo con ver a lo largo de los años que Bulma era absolutamente feliz con un ex enemigo y ahora aliado.
Pero su propia vida era otra cosa. El saber que Gokú pertenecía a la raza sayajin le resultó absolutamente liberador, la explicación de su inalcanzable objetivo de igualarlo en duerza y superarlo por fin tenía bases razonables e incuestionables, pues le generó una resignación sin culpa. Sin embargo, eso no quería decir que no pudiera cumplirlo con sus semejantes, los seres humanos, disputándose el primer lugar siempre contra Krillin. Eso era una prioridad, una que no podía entender Launch, ni siquiera si le hubiera interesado explicárselo. Solo dejaba que sus acciones hablaran; el hecho de irse y ella encontrarlo, de no expulsarla de su espacio, solo dejar que permaneciera ahí acompañándolo, dejándose curar las heridas ocasionadas por el entrenamiento, de no decir nada a favor o en contra, responder el llamado a él ya Chaoz a comer, de simplemente estar ahí aun cuando se fuera otra vez y repetir el ciclo por años.
Luego de ser revivido al terminar el conflicto contra Freezer, eventualmente ambos se acercaron en todos los aspectos debido a la convivencia, y surgió lo que ya es sabido quien conoce el comportamiento humano. Tratar con ambas personalidades era todo un desafío, y un ejercicio interesante para pulir sus habilidades sociales; no ser tan adusto con la demás gente que se llevara una mala impresión de su persona en el futuro, además de que él amaba los retos imposibles. La chica le despertaba una pasión que le quemaba, eso estaba claro. Con ella descubrió cuestiones íntimas que no creyó posibles que existieran en su interior. Al principio cada encuentro sexual era tímido, a veces desenfrenado, o no era suficiente, y aunque trataba de alejarse para no distraerse, la lujuria siempre terminaba venciéndolo, recompensando luego sus fuerzas al crecer su concentración y su tranquilidad, puesto que ya no pensaba en romper su código de celibato a cambio del poder en las artes marciales, ya podía dejarlo de lado del entrenamiento y pasar a lo que competía.
Sin embargo, todo se fue a la mierda un día, poco tiempo después de la batalla contra Majin Boo. En su rutina de entrenamiento como siempre, oculto en una cueva en solitario, de pronto escuchó a lo lejos sonidos de gritos, maldiciones y disparos.
-Ahhh… - Suspiró alzando la cara al techo. - No puede ser, otra vez. - Se levantó con fastidio, saliendo de la cueva y volando donde habían instalado su casa cápsula.
Rápidamente aterrizó en una pradera, y corrió a la velocidad del sonido en medio del bosquecillo, oculto por los árboles, la discreción seguía siendo esencial. En un instante se enteró de lo que pasaba.
La rubia (Kushami) estaba dentro de una trinchera rodeando la casa. Chaoz se encuentraba dentro de esta, haciéndole señas de saludo a él por la ventana. Era encargado de cuidar que Ranchi (cabello índigo) no estornudara, solo en lo que volvía de meditar pero obviamente la misión falló. El escenario no era nada fuera de lo común; la policía blindada tratando de detenerla y ella lanzando granadas y disparando una ametralladora. Ya iba a acercarse a sacarla de problemas otra vez cuando notó algo extraño; esos no eran policías, sino militares. - ¿Qué está…? - Algo no andaba bien, se quedó oculto entre la línea fronteriza de bosquecillo al claro. La rubia accionó un detonador sostenida en su mano enguantada que hizo explotar la tierra debajo de los autos guerrilleros, cuyos pasajeros desconcertados al ver que el humo los rodeaba y no veían nada, no pudieron percibir que con increíble velocidad ella se acercaba armada con un cuchillo acerrado de caza que en medio de la distracción, alcanzaba a un conductor por la ventana y lo degollaba, lo mismo con el compañero, y ya estando en posesión de la camioneta, se metió, tomó las armas de los cadáveres y disparó a través de las ventanas, usando a aquellos como escudo cuando respondieron fuego, repitiendo el proceso hasta alcanzar al tercer vehículo más grande, el camión blindado de pasajeros donde venía el escuadrón, el cual respondió hasta que se acabaron las municiones, pero ella de alguna manera logró entrar a matar a los cinco soldados que se encontraban ahí. Todo había pasado en cuestión de minutos y luego, el silencio absoluto.
Ten estaba a punto de salir a revisar que alguien siguiera con vida, cuando repentinamente, la puerta de acceso se abrió de golpe dejando bajar unas botas militares. Y ahí estaba ella, solo que diferente si eso era posible; bañada en sangre caminó alejándose tranquilamente mientras sacaba una cajetilla de cigarros colocándolo en la boca y lo encendía con un fósforo, el cual dejó caer, provocando una explosión más grande a sus espaldas que no se molestó en ver. Así parecía tranquila y pacífica, completamente relajada.
Y entonces salió de su escondite. - ¡Ah, hola Ten! - Lo saludó alegremente al verlo acercarse. - ¿Ya acabaste con tu entrenamiento de hoy?
-Sí, así es. - Una explosión de fondo en medio de la pradera, y ella ensangrentada, fumando, como otro día más. - Chaoz. - Lo llamó alzando la voz. - Prepara la cápsula, nos vamos.
- Sí Ten, - Respondió, inexpresivo, corriendo a encapsularla. Y el tríclope juntó el ki suficiente para manipular la materia y apagar las llamas dejando el campo abierto una vez más en silencio. Mientras esto ocurría, creyó por una fracción de segundo ver de reojo una pequeña sonrisa en el rostro de Launch.
Solo les tomó quince minutos trasladarse volando a una zona mucho más apartada, esta vez desértica y llena de cañones rocosos, instalándose al borde de un acantilado para tener una mejor posición estratégica. Él y Chaoz decidieron estar fuera con el pretexto de seguir entrenando y conocer el panorama de cerca, mientras Launch en casa se desvestía poniendo la ropa en la lavadora y se duchaba, dejando el agua correr por la coladera junto con tierra, fango y sangre seca . En medio de su actividad estornudó, abriendo paso a Ranchi, quien al salir con la bata a su habitación y vestirse se fijó en el reloj de pared, fue a preparar la cena para cuando llegaran sus compañeros, aunque se extrañó un poco al asomarse por la ventana y ver el ecosistema. Cinco minutos después de poner la mesa, aquellos regresaron, sentándose a comer completamente en silencio.
Al llegar la hora de ir a dormir, le manifestó a Ten que se sentía "algo ansiosa", por lo que le gustaría estar en su habitación esa noche. - Lo siento Launch. - Le respondió en tono serio pero con gesto sereno y firme. - Mañana Chaoz y yo probaremos una técnica que hemos estado creando, queremos ver su eficacia, así que tenemos que levantarnos temprano.
-Oh. - Bajó la mirada azul un poco decepcionada. - De acuerdo, entiendo.
- Que descanses. - Su tono amable tan conocido.
- Igual. - Volvió a su habitación cerrando la puerta.
Al día siguiente la rubia salió al baño para alistarse completamente, y cuando se encontró en el comedor dando los buenos días, su desayuno ya se encontraba servido por Ten, sentado a la mesa, esperándola. Le extrañó porque eso no era común en él. - ¿Y Chaoz? - Pocas veces que preguntaba por él.
-Todavía no despierta, aún duerme. - Fue la respuesta.
- ¿Es todo lo que desayunarás? - Levantó una ceja.
- Por el momento no tengo hambre.
- De acuerdo. - Se sentó y comenzó a servirse un poco de café.
No pasaron ni dos minutos cuando comenzó. - ¿Y qué fue todo eso de ayer?
-Ah, lo de siempre. - Habló con la boca llena. - Simplemente un alboroto de tantos, ellos querían pasarse de listos, e hice que me las pagaran. - Tragó y sorbió más café.
- ¿Lo habitual? - Repitió incrédulo. - Lo usual es que vengan policías o caza recompensas, pero este fue el ejército.
-Je jeje - Se rió. - Esos no eran militares. - Dio otro bocado. - Eran simplemente mercenarios.
- Peor aún. - Reafirmó. - Esos sujetos no pelean con honor, no tienen reglas más que el dinero… - Un flashazo en la mente, y luego abrió mucho los ojos. - ¿Fue eso, no? Les robaste y te buscaban.
- Si, y no. - Movió la cuchara de un lado al otro.
- Y ahora están muertos
-Sí, bueno.- Tragó el último bocado. - Son gajes del oficio. - Terminó sin darle importancia, como si fuera otro día, otro dólar.
A lo que Ten hizo el ademán de levantarse de golpe, conteniéndose y se puso serio de nuevo. - ¿Qué significa sí y no?
-Que sí robé y me buscaban, de nuevo, pero no a ellos. - Terminó su café, levantándose para dejar los trastos en el fregadero y volviéndose a sentar. - Verás, todo comenzó con los torneos en las pasadas olimpiadas hace unas semanas. Ya sabes que hay una gran cantidad de dinero extranjero fluyendo debido al turismo, y resulta que uno de estos sujetos era un mafioso muy importante que compró una mansión enorme con la única intensión de vacacionar, imagínate mi sorpresa. Naturalmente fue muy tentador para mí dejarlo en la ruina.
- De que robes lo entiendo, yo ya lo sabía al conocerte. - Cada vez creía menos soportar esta afición suya. - Pero asesinaste a siete personas…
- Nueve. - Lo interrumpió, contando con los dedos. - Dos en una camioneta, dos en la otra y cinco en el autobús blindado.
- Las que sean. - Terminó tajante. - El punto es que asesinaste.
- ¿Y? No es la primera vez que lo hago. - Comenzó a cruzarse de brazos, apoyando los pies en la mesa. - Ya te conté mi vida justo antes de conocer a Gokú e ir a Kame House
- Sí Launch, pero aun así… - Por fin se levantó de la mesa. - Yo nunca te había visto asesinar, y menos a sangre fría. - Era cierto, desde integrarse como una más del grupo de amigos, ocasionalmente robaba, pero no lo otro, y menos al saber de él. Le dio la espalda mirando por la ventana. - Y me siento afortunado de no conocerte en esa etapa.
- ¿Eh, qué quieres decir? - Bajó los pies para levantarse y plantarle cara. - ¿Qué ojalá no me hubieras conocido?
- No, launch. - Suspiró y se giró para verla. - Si no que…
- ¿Sabes una cosa? - entonó molesta, levantando los puños apretados a la altura del pecho, frunciendo el ceño. - Yo no debería que hacer esto si no fuera la única con agallas para resolver el problema de no morirnos de hambre.
- ¿Qué? - Él levantó la ceja. - ¿De qué hablas ?, ¿Cómo que… morirnos de hambre?
-Al principio creí que Chi Chi era una fastidiosa con Gokú, pensé "Déjalo ya perra, se casó contigo, ¿qué más quieres?", Pero luego comprendí. - Su postura cambió al bajar los brazos. - Cuando fui revivida junto con los demás prometí reformarme. Si, ambas lo prometimos. - Se adelantó a cualquier cuestionamiento. - Conseguimos un empleo y por primera vez conocí el dinero honesto. Pero la mierda seguía ahí, siempre administraba el dinero para mantenernos, siempre para pagar cuentas como comida, el alquiler o los créditos, pero por más que me esforzaba en mi deber no había recompensa, nunca obtuve los frutos merecidos de mi arduo trabajo, y entonces pensé en ti. - Lo miró fijamente. - A los guerreros no les importan las inquietudes cotidianas de la vida común. Es difícil vivir honestamente en la ciudad, así que te busqué y al encontrarte fue que todo volvía a como antes. Al menos al principio, yo sé que tú y Chaoz se mantienen de la naturaleza, aislados de la civilización no tienen que preocuparse de lo mundano, están más allá de eso. Pero, ¿y qué hay de mí? - Le cuestionó al final.
- Tú misma acabas de admitir que no necesitas robar y mucho menos asesinar para gozar de una vida tranquila y pacífica. - Su postura reflejaba honor y templanza. –Por lo que no entiendo tu actuar.
- Nunca has entendido a nadie. - Le respondió sin más. - Eres uno de los protectores del planeta; tan valiente, honorable, resiliente, serio, pacífico, imperturbable, proteges a los inocentes, y aun así no puedes contra el miedo. - Sus palabras calaron, pues él frunció el ceño y tensaba la mandíbula en silencio. - Yamcha dejó las peleas, Krillin formó una familia, - Se fue aproximando lentamente hasta acortar la distancia entre ambos. - Hasta Gohan trascendió y tiene a su esposa e hija. Así que dime, - estaban tan cerca que podían sentir y saborear el aliento del otro. - ¿Qué tiene de malo vivir una vida normal como todo el mundo?
El diablo tentándole de nuevo con su figura curvilínea, el amplio escote, muslos gruesos, esos labios, la mirada esmeralda seductora, ese cabello que recordaba a la codicia del oro. La breve cintura y sus caderas ceñidas lo han hecho caer antes, peo esta vez no, hoy no retrocedió. - No estoy hecho para eso. - Respondió impasible.
-Hm. - una media sonrisa se dibujó en el hermoso rostro. - Lo sé. - posó las manos sobre el amplio y fornido pecho. - Eres capaz de salvar a todo el mundo pero no te comprometes a nada. - Le susurró. - Los proteges pero no puedes de acercarte y favorecer a nadie por encima de los demás. - Ten sintió la punta fría del cañón de una pistola posarse en su costado derecho. - Yo sabía que si los mataba al fin me hablarías francamente. - Acercó los labios al oído. - Eres un puto egoísta.
- ¿Vas a disparar? - Preguntó, siempre manteniendo la calma.
- ¿Y para qué? - Al fin se apartó, guardando el arma detrás de su pantalón. - Sé que te mueves a la velocidad de la luz.
- Bien. - Se alejó, cruzando la estancia llegando al inicio del pasillo del fondo. - Iré por Chaoz, nos vamos a entrenar.
- ¡Espera! - Lo detuvo. Al girar para mirarla, pudo ver la clara decepción y tristeza dibujada en su mirar. - Entonces todo este tiempo, ¿Por qué no me dijiste ?, ¿Por qué no me convenciste que me fuera ?, ¿Por qué me dejaste estar así nada más?
- No lo sé. - Se sinceró. - Supongo… creo que se siente bien el saber que a pesar de mantenerte aislado de todos y todo, haya alguien esperando siempre lo mejor de ti sin perder la esperanza, alguien a quien le importes, que realmente se preocupa, aun si no es recíproco . - Y con esto desapareció por el pasillo, consciente que todo lo dicho tenía que, tarde o temprano, ser expuesto, y reprochándose mentalmente por ello. Encontró a Chaoz parado en el umbral de la puerta de su habitación, inexpresivo como siempre, solo observando. "ya sé, ya sé", pensó respondiendo a la conexión telepática del hombresillo. Cuando ambos caminaron de regreso a la entrada principal, encontrando la sala de estar, comedor y cocina vacíos, simplemente salieron de la casa en silencio y volaron al horizonte, para una vez más, perfeccionar el entrenamiento.
Launch muy rápidamente y en silencio volvió a su habitación en lo que Ten iba por Chaoz, y solo cuando los escuchó irse fue que se dejó caer de rodillas al suelo, que se mojaba con lágrimas que recorrían sus mejillas. Cerró los párpados tan fuerte que se le arrugó la piel mientras lloraba apretando los dientes, tratando de reprimir la voz. Un par de minutos después ya estaba caminando de un lado a otro, trasladando sus pertenencias de aquí para allá, metiéndolo todo en su gran y antigua maleta viajera, sacando sus armas del clóset y agrupándolas en el suelo. El clásico "¡PLOP!" sonó al hacer uso de las cápsulas guardadas siempre en su cajilla dentro de su bolsillo derecho, empacando los objetos. Solo dejó fuera una mochila roja sencilla, la que llenó de comida y una botella de agua procedente de la nevera. De la puerta de esta arrancó una hoja de una libreta de Post It que colgaba en un pequeño tablero, en la parte superior, y tomando el bolígrafo encajado también en este escribió algo, dobló la hoja y la guardó en su bolsillo izquierdo. Acto seguido salió de la casa corriendo y lanzó otra cápsula, liberando una motocicleta a la cual se montó y aceleró, dejando atrás todo su pasado, prometiéndose férreamente nunca volver.
"Eres capaz de salvar a todo el mundo pero no te comprometes a nada", "los proteges pero no puedes de acercarte y favorecer a nadie por encima de los demás". No pudo más que admitir que las palabras de la rubia calaron tan profundamente que su capacidad se redujo al mínimo en el entrenamiento, no pudo concentrarse en lo más mínimo. Al finalizar la rutina volvieron con los últimos rayos de sol a sus espaldas, aterrizando frente a la casa y cruzando la puerta.
-¡Se ha ido! - Escuchó exclamar a su compañero al pasar por la puerta de la habitación a la suya.
- Ya volverá, siempre hace lo mismo. - Dijo sin importancia, dirigiéndose a la cocina por agua.
- No Ten. - Le respondió Chaoz , ahora parado en el comedor. - Su habitación está vacía.
- ¿Qué? - fue rápidamente a verificarlo por sí mismo y efectivamente, la habitación estaba completamente vacía, sin futón, sin alfombra, sin ningún mueble. - Mmm… Debió ir a Kame House. - Seguía renuente. - De ahí se trajo las cosas, y cuando se calme, volverá. - Suspiró con cansancio. - Otra vez.
"No lo creo", pensó Chaoz interrumpiendo la conexión telepática, pero no dijo nada. Era la primera vez que ella se había ido así, con todo y muebles. - Es una lástima, ¿No ?, - dijo al fin. - Me gustaba lo que cocinaba.
-Sí, pero será mejor que volvamos a la caza. - Respondió. - Nos servirá mucho de ejercicio.
- Si, está bien. - Finalizó mirándolo fijo. Era extraño que reaccionara de manera tan casual e indiferente, no era natural en alguien como él, pero lo dejó pasar sin apartar su interés.
Pasaron cinco días, a lo que Ten, de manera casi poco menos que agradecida se levantó de muy buen humor y le pidió a su pequeño compañero que empacara, pues habían decidido irse.
-¿Iremos a ver a Launch a Kame House? - Preguntó.
- No. - Respondió. - Ella está mejor allá. Nosotros en cambio tenemos otro camino que recorrer.
Ten lo había pensado día y noche, repasando el reproche de Kushami en su mente una y otra vez, resolviendo que tenía razón de llamarle egoísta. Entonces decidió finalmente partir con el pequeño a otro lugar lejano, una aldea en medio de las montañas, al menos así no se mantendrían tan aislados. Algunos habitantes se reunirían poco a poco para aprender de él y convertirse en sus discípulos, y con el paso del tiempo abrir el conocido Dojo del Estilo Tenshin. Así el destino le llevaría a Yurin, su más reciente perdición.
...
Varios días han pasado ya desde la firma convenio entre Cápsula Corp. Y Green Energy, y varias sesiones sexuales intensas también, pero Vegeta seguía insatisfecho. Claro que confiaba en su amada como nadie más, era recíproco, pero no así mismo en los demás que la rodeaban. Había detenido su pequeña actividad madrugadora solo para marcar el territorio propio que representaba el cuerpo de su mujer. Pero pasadas seis noches volvía a la gran y silenciosa biblioteca particular. Sin encender las luces se sentó en un lujoso sillón guinda con amplio respaldo alto de madera tallada que parecía un pequeño trono. Cruzado de brazos y piernas, en medio de la penumbra silenciosa ya llevaba largo rato pensando en sus posibilidades; ¿Por qué seguía persistiendo la idea si ya se había resignado al inevitable destino de su raza?
Ya solo quedaban cuatro sayajin de sangre pura vivos; él mismo, su hermano Tarble, Kakaroto y Broly. Ya no había nada qué hacer, y sin embargo, no dejaba de pensar…
"¿Y si existieran más?", Agitaba la cabeza negando lo imposible, la improbable posibilidad, "pero y si ...", "Ya basta, Broly fue un caso aislado", "pero entonces, ¿qué sigue?, ¿dejarlo nada más pasar así, la extinción segura y ya?, ¿todo acaba aquí? ". Si había algo contra lo que ni el propio príncipe podía luchar era la naturaleza del entorno, ni la biología del tiempo. Sus hijos Trunks y Bra representaban el cincuenta por ciento de los genes sayajin y terrícolas, en eso no había problema, pero, ¿y si ellos tuvieran descendencia con humanos? ¿Qué pasaría? El primer caso ya estaba registrado y documentado por la misma Bulma al contratar al propio Gohan en la compañía. Su hija Pan representaba tan solo un cuarto de su genética sayajin, que hasta el momento no hubiera nada destacable en sí mismo. Pero ¿Qué debería hacer?, ¿Dejar que la historia siguiera su curso o intervenir solo un poco para torcer el camino a su favor? La primera opción significaba dejar que la línea sanguínea se extinguiera, ignorando los efectos genéticos que esto traería a su paso. Claro que habría humanos con poderosas cualidades, pero aquellos parásitos no se merecían el regalo que se les otorgaría. Además, no sabía hasta qué punto se potenciaría a ambas razas si con el paso de las generaciones y el mestizaje, la suya quedaba rezagada a solo uno por ciento.
Sopesando la segunda opción, la única palabra que se le ocurrió: clonación. Tenía la tecnología sobrante como para realizarla en un chasquido, el material base era el problema, sin mencionar la nula variabilidad incluso entre cruzas de solo cuatro ejemplares, u ocho a lo más. Reproducción con los habitantes del planeta Sadala del universo seis; ni pensarlo, aparte de las implicaciones sociales familiares y de conquista, ignoraba si tal hecho fuese viable debido a las diferencias espaciales entre una y otra realidad. Pedir a las Súper Esferas del Dragón restaurar el planeta Vegeta y su población a antes del complot de Freezer; era muy arriesgado. Tendría que cumplir el deber de gobernar a su gente, y claudicar al trono no era opción, pues no podría dejárselo a alguien tan débil como Tarble; ambos serían ejecutados si se negaban a formar un linaje sayano puro, y por traición racial al tener familia legítima mestiza. Eso y además le temía a la venganza de Bulma, que era suya y ya no podía imaginarse su vida sin su familia. De verdad los amaba, lo cual generaría un motín que provocaría el decorramiento de su familia y por tanto la eliminación de su título. Definitivamente les servían más muertos que vivos, y no necesitaba a todo el planeta vivo.
A continuación la idea principal se mezclaba con otros pensamientos secundarios planteados más recientemente. Inquietud que se originó apenas nacer Bra; la imaginaba ya adolescente, casi idéntica a su madre, tratando de escoger al mejor partido del mundo para formar su propia familia, "como si alguien fuese mejor que un sayajin", pensó. De todas formas no se podía poner exigente, el tipo que quisiera tomarla por esposa tendría que sino vencerlo, por lo menos resistir una paliza de su parte y vivir para contarlo. "Qué patético, el príncipe rebajado a tener que interactuar siquiera con estos animales", pensaba. Y sin embargo no podía ignorar que posiblemente serían la salvación de su pueblo, pues si bien la mayoría vivía a base de la violencia y el sexo, conceptos similares a los del propio, seguía sin gustarle algo de esta podrida especie; su afición enferma por lo material. Ni siquiera le importaba el concepto de dinero, crédito o economía, pero tenía muy en claro que los humanos vivían para acumular; también eran competitivos; probar constantemente quién era el mejor, dentro de sus capacidades obviamente. El sentirse superior a otros para estar bien consigo mismos era lo esencial, sobre todo si los otros se daban cuenta y comenzaban a envidiarse por ello. Eran colectivos, no individualistas, como los sayajin, "Y eso les traerá su perdición" siempre se decía irónicamente.
No se sintió para nada cómodo jugando las reglas del juego ya establecidas en un mundo tan primitivo y débil, estaba acostumbrado a hacer las suyas. A la vez el instinto de su raza lo llamaba no solo a ser el más fuerte de todos, sino también el más poderoso. No, claro que no tenía que rebajarse a los vulgares juegos terrícolas, pero tampoco permitiría que hombres insignificantes como Alison Mesquieu pasaran de él como si nada, pues no era el primer multimillonario en desairarlo. Claro que con Bulma no le faltaba nada, pero como hombre de familia y macho de su raza debía tener algo puramente suyo.
El planeta Tierra era su nuevo hogar, y si tenía que adaptarse a las reglas terrícolas para demostrar que era el mejor en todos los aspectos, entonces aceptaría el reto; algo generado y producido por él nada más.
Así que quedaba una última opción, pero primero tenía que experimentar con ensayo y error. - Hm. - Se rió por lo bajo, - Hm hm hm… no puedo creerlo. - Se dijo así mismo. - Je je je… je je je… ¡Ja, ja, ja, ja! - Poco a poco se fue apagando la risa. - Maldición, no puedo creer que precisamente ahora necesito de esos inútiles. - Se levantó del sillón tomando finalmente una decisión. Posó las manos sobre la cintura, viendo el amanecer por los inmensos jardines traseros de la mansión Brief. - Además, con lo débiles que murieron Nappa y Raditz, será fácil controlarlos en caso que algo salga mal.
