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NejiTen month día 2

Agosto 02/2021

Prompt: Harry Potter / Superhéroe

Universo alterno

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Disclaimer: Naruto no me pertenece, de lo contrario el NejiTen sería oficial.

Disfruten la lectura.

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Saga "Harry Potter"

Parte 1 de 4


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Día 02. Harry Potter

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Escuchó a sus compañeros de Slytherin hablar sobre ir a hacerle una broma a los primíparos de Gryffindor y solo continuó con su atención en el libro que leía, pocas cosas se le antojaban menos que tener que desacomodarse por algo tan absurdo como ir a meterse con recién llegados que apenas y se estaban familiarizando con la escuela.

Los escuchó una vez más invitarlo a unirse y solo negó, definitivamente prefería seguir leyendo un rato. La sala común de su casa se quedó vacía y en su mente agradeció el silencio, así como la soledad. Había avanzado un par de capítulos cuando muchas risas hicieron presencia, no eran sus compañeros de año los que habían entrado, eran los novatos de su propia casa los que llegaban después de finalizar las clases y al parecer consideraban una gran idea gritar y reír por todas partes, arrojando incluso algunos objetos al suelo sin molestarse en recogerlos, seguros que alguien como ellos no tenía porqué desgastarse en tal tarea y que para eso habría algún sirviente o algo similar que se encargara después.

Chasqueó la lengua, decirles que bajaran el volumen era simplemente inútil por lo cual prefirió levantarse e irse a dar una vuelta por el castillo. Pensó inicialmente en irse para el Gran Comedor, pero estaba primero el tema del ruido y segundo la cuestión que no había prestado la suficiente atención a sus compañeros para saber en dónde se llevaría a cabo la broma que habían mencionado y no quería estar presente cuando la realizaran. Si su tío se llegaba a enterar que por su culpa los Slytherin habían perdido puntos lo castigaría cuando estuviera de regreso en la mansión por vacaciones, eso después de alegrarse de que los estúpidos de Gryffindor hubiesen recibido su merecido, pero igual se enojaría con él.

Su siguiente idea fue la biblioteca, pero la bibliotecaria no lo tenía entre sus afectos por la casa de la que era parte, y a pesar de todo a veces llamaba la atención que alguien como él pasara tanto tiempo en el lugar, por lo cual no le parecía una opción. Así que trató de pensar en una tercera opción, un lugar que fuera silencioso, le permitiera leer en paz o al menos estar consigo mismo por un rato.

¿A quién trataba de engañar? Desde que había salido de la sala común de su casa sabía el lugar exacto al que quería dirigirse, solo que no le gustaba admitirlo y por eso siempre buscaba otras opciones. Exhaló pesadamente antes de dirigirse a las escaleras e ir al séptimo piso, al lugar que había descubierto en su tercer año y que de alguna forma se había convertido en su refugio personal, en el lugar en el que meditaba y se recargaba a sí mismo para poder continuar.

La puerta apareció frente a él y tomó el pomo de una vez, cerró tras de sí adentrándose en la estancia en la que solamente había un objeto en todo el centro. Se quitó la túnica y la dobló pues el verano estaba cada vez más cerca y en ese salón estaba haciendo más calor de lo habitual, desapuntó también las mangas de su camisa y las recogió para liberar sus antebrazos. Dejó el libro junto a su túnica y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, observando fijamente el objeto antes de cerrar los ojos y empezar a respirar lentamente tratando de relajarse un poco.

Abrió los ojos pasados unos minutos y clavó su mirada en el reflejo. Viéndose solo, sentando en medio del salón, dejó que los segundos fueran pasando y poco a poco la imagen empezó a cambiar, dejando de ser él solo el que aparecía. Podía ver a su padre, verse a sí mismo en su casa durante las vacaciones de navidad y ellos dos junto al árbol a punto de abrir los regalos.

Escasamente respiraba mientras las imágenes seguían avanzando, conteniendo su emoción a los sucesos que le eran mostrados y cuando todo se volvió oscuro a su alrededor supo que era hora de regresar a su habitación, buscó su varita para hacer un lumos, encendiendo la punta y así poder guiarse hasta la salida, apagándola tan pronto estuvo en el pasillo pues la luz refulgía en las farolas. Ni siquiera tenía hambre por lo cual se saltó la cena para ir directamente a la cama.

Cerró las cortinas que rodeaban su cama e hizo un hechizo para que nadie se atreviera a molestarlo, dejando de nuevo que su cabeza se fuera a lo que había visto y a ese detalle que era común en la mayoría de las visiones que el espejo de Oesed le daba, el color de su corbata y el escudo en su túnica no coincidían con el que portaba en la realidad.

Su tío era un Slytherin orgulloso de serlo y todo el tiempo mientras él era educado en casa lo escuchó repetirle incesantemente que era su deber continuar con el legado familiar y obviamente seguir glorificando el apellido. A fin de cuentas, ellos eran Hyūga y su apellido era conocido en todo el mundo mágico por ser siempre los mejores.

Durante los años en los que fue educado en el hogar, su institutriz le había explicado la diferencia de cada una de las casas y su tío había hecho un par de comentarios al respecto, como el hecho que más le valía no ser un mediocre como los Hufflepuff, que los Gryffindor estaban absurdamente sobrevalorados, y que si bien no tenía nada en particular contra los Ravenclaw, Slytherin era la casa de los Hyūga y más le valía quedar elegido en esta. O se tendría que atener a las consecuencias.

Por ese mismo motivo el primer día al llegar al castillo y ser dirigidos al gran comedor para esperar que el sombrero seleccionador los clasificara, se dedicó a enfocar todos sus pensamientos en que tenía que hacerle honor a su apellido y quedar en la casa que estaba destinada para él. No le importaba prestar atención a la casa que eran enviados los demás, escuchaba de lejos los aplausos desde las mesas cada vez que se nombraba a donde iría el nuevo estudiante. Cuando su turno llegó avanzó a pasos seguros sin detener lo que pasaba por su cabeza.

- Mmmmm — lo escuchó pronunciar con un tono meditativo — ¿estás seguro qué es lo que quieres? — como no había prestado atención antes, no estaba seguro si en algún otro caso el sombrero había hablado directamente con el estudiante y menos en el tono de murmullo que ahora tenía, de modo que nadie más escuchara lo que pronunciaba

- Es a donde pertenezco — contestó en un susurro

- No, es a donde te han hecho creer que perteneces — el sombrero se quedó callado y él temió lo peor mientras esperaba, de nuevo deseando con toda su fuerza que la respuesta fuera la correcta — si es lo que quieres — dijo de mala gana en su tono característico subiendo la voz — ¡Slytherin!

Él exhaló aliviado y se dirigió a la mesa en la que todos los estudiantes con corbatas de color verde aplaudían, algunos incluso le dieron palmadas en la espalda claramente orgullosos que alguien de su apellido siguiera la tradición y llegara a la casa más importante, según ellos, de todas.

Ese era el cambio en los colores que se reflejaba en las visiones que le daba el espejo, el sombrero ese día había dudado entre Ravenclaw, que era más adecuada para su personalidad estilo de vida, y Slytherin que era la esperada por su tío. Siempre se veía en ese mundo ideal con la corbata azul, porque ese era el verdadero deseo de su corazón, la casa en la que estaría a gusto y las imágenes siempre le mostraban que su padre se habría sentido orgulloso de tener un hijo que valorara más el conocimiento que la astucia.

Pero su padre estaba muerto y él era un Slytherin.

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Observó el caldero frente a ella y fue al armario para buscar el ingrediente que le faltaba, frente a este se quedó inmóvil intentando recordar cuál era el hongo saltarín y cuál el hongo de la muerte pues siempre los confundía. Estiró la mano dubitativa entre los dos frascos, pues el profesor la estaba observando y teniendo en cuenta que estaba en su sexto año ya debería saberlos diferenciar. Se mordió el labio y entonces le pareció notar que uno de los frascos se movía ligeramente, por lo que ese fue el que agarró y dio un ligero gritito emocionada al darse cuenta que efectivamente era el que necesitaba.

Abrió el frasco feliz y entonces todos los hongos que estaban allí guardados empezaron a saltar, esparciéndose por todo el suelo mientras ella maldecía en su mente por haber olvidado que los hongos saltarines tenían ese nombre por algo. El profesor rodó los ojos mientras las risas de varios estudiantes se escuchaban, escuchando incluso un siseo bajo que le recordaba que ella no debería estar allí y que jamás lograría encajar del todo en ese mundo.

- Señorita Ama, espero deje todo recogido antes de abandonar el aula — ella asintió resignada mientras hacía oídos sordos a las risas que continuaban.

Pociones no era su fuerte, bueno, de hecho poco a poco había ido a descubriendo qué cosas del mundo mágico se le daban bien y cuáles no. Si tenía en cuenta que era la primera maga de su familia y que muchas cosas la habían anonadado al descubrir no solamente que era una bruja, como por ejemplo el correspondiente paseo por el callejón Diagon para comprar sus implementos mientras sus padres trataban de no lucir tan absortos y estupefactos como ella, sino todo lo que había implicado llegar a ese castillo y empezar a estudiar formalmente unas materias completamente diferentes a las que ella había conocido cuando iba al colegio normal.

Porque recordaba con exactitud todo, desde el profesor Maito Gai que había asistido a su casa con esa carta que cambiaría por completo su vida mientras les explicaba tanto a ellas como a sus padres qué era lo que estaba pasando y la razón para estar allí, el haber ido al banco con muchas personas de pequeño tamaño y aspecto extraño que después supo se llamaban duendes. Luego ir por las tiendas en medio de mucha gente vestida de forma diferente a lo que ella estaba acostumbrada y finalmente finalizar esa tarde con la compra de su varita.

Su varita era de olmo y pelo de cola de unicornio, o eso le dijo la persona que se la vendió porque ella todavía sentía que le hablaban en un idioma diferente al suyo y que estaba en algún tipo de ensoñación o alucinación e iba a despertar en cualquier momento para darse cuenta que era una muggle nada más y que la magia no existía, tampoco la palabra muggle.

En el tren había visto a todas partes y se había subido temerosa, era la primera vez que se iría lejos de casa. Si bien la idea de estudiar en algún internado lejano había cruzado alguna vez su mente, jamás pensó que de verdad se haría realidad y menos que iba a ser en una escuela como a la que se dirigía. Muchos de los compañeros que también eran de primer año se veían tan deslumbrados como ella por las instalaciones, otros se mostraban petulantes o engreídos y veían a los demás con superioridad por sorprenderse por tan poca cosa.

Frente al sombrero se asustó al principio, ¡era un sombrero que hablaba! No solo eso, era un sombrero que leía la mente o algo así y de acuerdo a eso decidía a donde iba cada uno. Escuchó atentamente a donde enviaban a cada uno y no le pasó por alto que esos que más antipáticos parecían eran enviados a Slytherin, que eran los de verde. Cuando llegó su turno se sentó y trató de no mostrar el miedo que le producía el sombrero y ocultar cualquier posible pensamiento que no quisiera que leyera, por si acaso.

- Interesante, muy interesante — lo escuchó y subió los ojos como si de esa forma pudiera verlo — hay muchas cosas en ti, podrías estar en Hufllepuff o Gryffindor — ella seguía en la fase que le hablaban en otro idioma — no tienes idea de lo que te hablo

- Lo siento — se excusó de una vez

- Oh no, no te disculpes. Es de valientes aceptar lo que no saben — ella sintió que se sonrojaba ante el cumplido — ¡Gryffindor! — La mesa en la que todos tenían bufandas rojas con dorado estalló en aplausos y tal y como habían hecho los estudiantes antes que ella se dirigió hacia ese lugar, siendo recibida con sonrisas y palabras de bienvenida.

Le gustaba su casa, a medida que ese primer año escolar había ido avanzando se había empezado a familiarizar poco a poco con todas las cosas extrañas que tenía el lugar, como las escaleras que se movían, el cuadro que le pedía una contraseña para dejarla entrar a la sala común o algo que para todos los demás era tan simple como la comida en la mesa que aparecía sola y que siempre era deliciosa.

Fue precisamente en la clase de pociones donde escuchó esa expresión que no entendió al principio, sabía que no era nada bueno, nada bueno podía salir jamás de la boca de un Slytherin y menos cuando estaban en grupo, se decían serpientes pero eran solo varios cobardes que actuaban en montón, cuando alguno estaba solo no solía decir gran cosa.

Recordaba claramente las tres miradas clavadas en ella, una de un color muy claro que era casi blanco, una negra como el carbón y una de un raro color violeta, pero todas tenían el mismo dejo de superioridad cuando el sangresucia fue escupido en su dirección por el de ojos violeta. Era algo despectivo y la forma en que sus compañeros de casa salieron a defenderla y decirles a las malditas víboras que se metieran en sus propias cosas lo remarcaba.

Ella se había ido sintiéndose dolida aunque no lo entendiera y había buscado a Gai, el profesor que la había llevado allí y le preguntó qué significaba tal palabra, viéndolo fruncir sus enormes cejas y preguntarle en dónde había escuchado tal expresión. Ella negó, diciendo que la había leído por ahí pero el hombre no le creyó y de nuevo le pidió que le diera los nombres exactos de aquellos que le habían dicho eso.

Ella volvió a negar, diciendo que no lo haría, tan solo quería saber el significado y nada más. El hombre se lo explicó y tras esto levantó el pulgar en su dirección y le sonrió, diciéndole que no debía prestarles atención a tales comentarios y que la sangre jamás diría nada de la clase de mago que era una persona. Había muchos sangrepura que no aportaban gran cosa a la sociedad más que seguir con un sistema clasista y retrógrado, y había muchos como ella que habían cambiado la historia de la magia.

Ahora en su sexto año ella había comprobado que esas palabras eran ciertas y no se dejaba amilanar cuando se referían a ella despectivamente solo por su origen, era una buena bruja y el sombrero la había enviado a la casa correcta.

Mientras perseguía a los últimos hongos que todavía saltaban de lado a lado en el aula seguía pensando precisamente en ese tema, en cómo algunos se creían superiores sin tener ningún mérito más allá de un apellido y cómo al haber estado rodeados siempre de magia habían hecho que algo que para ella seguía siendo algo espectacular y que nunca dejaba de sorprenderla, algo cotidiano y casi aburrido.

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¡Hola! Esto es un fourshot que continuará en el día 9, 20 y 22.

¡Nos leemos mañana!

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Recuerden que sus comentarios son bien recibidos en un review, en mi twitter (idamariakusajis) e instagram (idamariakusajishi) estaré retuiteando y subiendo en historias todo lo que sea publicado sobre este hermoso mes.

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Att: Sally K