Traición eso fue lo que sus oídos registraron ese día cuando cayó el anochecer. La luna fue testigo de lo mucho que a ella le dolía percibir salir de su lecho de amor, los gritos y gemidos de placer. El placer del pecado que, ni en sus más terribles pesadillas creyó haber imaginado.
Entró de golpe en su habitación, sorprendiendo al par de in eles postrados en su cama con dosel e intentó por su bien no enfocar tanto tiempo su visión, en los brazos fuertes y toscos de su mentiroso esposo. Esos brazos que tantas veces durante la guerra, fueron refugio ante el miedo y la desesperación. Los brazos que por años la tomaron a ella con esa misma pasión en la que ahora la gura esbelta y delgada de Astoria Greengrass se cernía en los brazos sucios y adúlteros de Ron.
—No— emitió ella con voz ahogada por la tristeza y se llevó ambas manos a su boca en re ejo por la sorpresa — ¿Cómo pudiste… — agrega con sus ojos cristalinos ante el impactante escenario.
Ron Weasley aleja sus manos de la mujer en cuestión y se levanta bruscamente, trata torpemente con tela de seda blanca cubrir su incriminatoria desnudez.
— Her… Hermione, no.. amor no es lo que piensas.
— Maldito mojigato — articula Astoria, quien sin ninguna vergüenza se levanta del colchón, — amor no es lo que piensas — se burla de su amante mientras se coloca la ropa interior. — Abre los ojos Granger… esto… ha estado pasando por años.
La castaña tamborilea sus ojos entre los dos cuerpos sudorosos. Primero con desilusión pues no termina de creer lo que sus ojos marrones acaban de presenciar. Después la realidad la golpea como un bludger loca .
—¡Cierra la boca Greengrass!— contraataca Ronald — Hermione nena, yo te juro que…
Ella opaca el sonido y nota como algo brilla en la mano izquierda de la mano temblorosa de su esposo. Su alianza de bodas. Su mirada cristalina se ensombrece. — Fuera de mi casa — le dice a este, mientras su mirada se desliza en dirección a la bruja rubia — Tú, y tu zorra. Ahora.
El ambiente es tan tenso que ninguno de los tres fue capaz de percatarse ante el sonido de alguien más apareciendo en el domicilio. Alguien quien aprendió después de la muerte de sus padres, que la traición se paga con la muerte.
— No.
Astoria palideció.
Hermione miró la figura detenerse junto a ella en el marco de la puerta. Con ambas manos dentro de los bolsillos de su larga gabardina negra. Con su aura petulante y su semblante serio. Sus ojos grises, su mirada triste demostraban un dolor desolador, agudo y penetrante.
– ¿Malfoy?.
– Hola Granger...linda casa. – respondió arrastrando las palabras, sin siquiera voltear a mirarla pues su mirada posaba fieramente en la rubia que estaba medio desnuda, su prometida.
—Tú.. tú ¿lo...
— Si, Granger lo sabía— respondió fríamente — sabía que mi dulce y frágil prometida tenía algunos… fetiches. Frunció el ceño mientras se encogía de hombros. — lo que no imaginé fue que fuesen tan repugnantes. — envió una mirada asesina a Weasley.
— Draco, querido déjame...
El rubio apretó la mandíbula y rechinando los dientes le espetó: —Cierra la maldita boca Astoria.
La joven rubia emitió un sonido ahogado. Al mismo tiempo que Draco sacaba de los costados de su costosa gabardina, una pistola en tintes grises con la culata color negro. Su mano cubierta por un guante de cuero a juego sujetando fuertemente el mango y tirando de ella, cercando el gatillo y rodeándolo con su dedo índice...
— Dame una maldita razón… Sus palabras eran cuchillos envenenados que clavaban sus cuchillas en todos oidos de los presentes.
Inocentes o no, lanzó su amenaza.
— .. que me convenza he de aclarar… de otro modo, jalare el gatillo querida.
Draco era bueno batiéndose en duelo, esquivando, lanzando, protegiendo y contraatacando. Pareciera lógico que al querer vengarse por su orgullo herido tomará el camino fácil y utilizará un Avada Kedavra. Pero esto iba más allá de un movimiento de varita. No arriesgaría su reputación reformada en Londres mágico por una mujer malagradecida y porque no, como dijo Granger: una zorra.
Sabía de antemano que al utilizar este método al menos podría borrar sus huellas. Sin embargo, después de todo, él tampoco piensa salir con las manos limpias de la situación. Y prefere mil veces la cárcel muggle a esa inmundicia mágica que hacen llamar prisión.
— Por favor. Malfoy — súplica Granger con una mirada de terror… —Baja eso.
Draco tiene la mirada perdida entre el par de magos que se encuentran a su frente. Y Hermione teme que las palabras de Astoria sean tan ciertas al punto de que Malfoy haya llegado a caer tan bajo. Mira a Ron con la misma expresión de terror y lo confirma, mientras que la rubia intenta inútilmente protegerse detrás de este.
El sonido de la vaina detonante, resonó en las cuatro paredes de concreto. La pólvora se impregnó en un guante de cuero. Y Greengrass emitió un grito lleno de miedo.
La bala rebotó en el suelo.
— ¡Quédate quieta!.
— Vamos huron… Ron trago. — No seas cobarde. Deja que ella se vaya.
— Ronald … — Hermione alzó la mano haciéndole entender que se callara — guárdate tus palabras.
— Malfoy — intento tomarlo por el brazo — Vamos… baja el arma. ¿está bien? .. créeme, no valen la pena.
Al tacto, Draco sintió que su rabia sucumbió al leve tacto de la castaña. Suspiro cansado pensando en las palabras que la chica dorada había citado: … no valen la pena..
Sin soltar su agarre del arma la mira de soslayo y ve en sus ojos marrones aterrados que al igual que él, ella tiene el corazón destrozado.
Mira de nuevo a la mujer a la que le hubiera jurado amor eterno y deja caer su brazo tenso a su costado. ¿ En qué estaba pensando?
— No quiero volver a verte.
Hermione lo miró perpleja mientras tiembla y se da cuenta que por los nervios cerró los puños y enterró las uñas en las palmas de sus manos. Tendrá que curarlo más tarde. Poco a poco, siente como su cuerpo va liberando presión y toma su mano izquierda entre sus dedos de su otra mano y desliza la argolla de oro de su cuarto dedo — Que te aproveche Ronald. Me voy.
Sale del lugar, a pesar del dolor constante en su pecho. Triunfante no puede evitar pensar que se liberó de un maldito cobarde. Cuando camina por la acera siente una sombra ir detrás de ella. No mira, ni retrocede pensando en qué puede ser Ron quién la esté persiguiendo.
— ¡Granger!. – Malfoy le grita — ¡Granger! !¡Maldita sea!. ¡Detente!
— ¿Qué demonios quieres?¿ Acaso no ves que ya tuve sufiente, ahí adentro?… — ella le responde mientras sigue caminando y percibe que él ha acelerado paso – que pretendes eh… casi me da un maldito infarto ... .eres un..
—Gracias.
Ella se detiene en seco. Lo siente acercarse, pero no hace nada por alejarse, entones ella peinsa que para que el le ofrezca su agradecimiento, quizá el este igual de destrozado que ella.
