día dos woo
nota: el prompt que usé para este día es scar (cicatriz). hice trampa(?, así que esto es en realidad scar(let), que significa escarlata. en fin
CONTEXTO: esto toma lugar después del primer capítulo de perfect places, un poquito después del principio del segundo capítulo. Específicamente entre la fiesta de bienvenida ("""fiesta""") y la parte cuando jean y armin hablan por teléfono.
SÍGANME EN TWITTER arroba jearmimi. hago muchos chistes de mierda jaja
Edit: le agregué las cursivas jaja datazo
disfruten.
Después de que notas algo, es imposible no notarlo todo el tiempo.
Jean no puede evitar ver cosas rojas en todos lados, todo el tiempo. Es un poco inconveniente, porque ni siquiera es su color favorito, pero bueno. No hay nada que pueda hacer.
Es bastante inconveniente, porque cada vez que ve un auto rojo pasar por la calle, no puede evitar seguirlo con la mirada, o cuando una persona vistiendo de rojo está en la misma sala que él, se descubre a sí mismo distraído.
Eso se arregla usando anteojos de sol en la calle, pero no puede hacer lo mismo en la oficina.
Tiene su lado bueno, porque cuando lleva a sus sobrinos al parque, los viste de rojo y listo, no tiene forma de perderlos entre la multitud de niños.
Lo sobrelleva.
Eventualmente se olvida de esto, es decir, pasan meses.
Se olvida hasta que regresa a casa, hasta que los ve a todos otra vez. La fiesta de bienvenida en casa de Sasha lo ayuda a recordar el problema que tiene con ese color. En ningún momento abandona sus pensamientos, incluso piensa en que ahora lo nota con más fuerza.
Y el tema es que no recuerda su problema con el rojo porque hay rojo, sino por la escasez del mismo. Más bien diría que no hay nada de nada. Y Jean se encuentra decepcionado.
Más todavía porque sus intentos de provocarlo terminan en fracaso y, tal vez, es él quien queda de ese color, pero eso no cuenta porque no puede verlo.
Va a ver a Armin. Armin es bueno resolviendo problemas. En su subconsciente sabe que esta no es la solución que busca, pero sirve por ahora.
Va a su casa, sin avisar, y tiene recuerdos de un año atrás. Después tiene recuerdos de la fiesta de verano y sacude la cabeza, porque no importa si el rojo está en él, porque, otra vez, no puede verlo.
—Estoy bastante seguro de que ya hablamos de esto —dice Armin cuando le abre la puerta.
—Sí, pero creí que quedaba perdonado si traía merienda —responde Jean sonriendo.
—No traes nada —señala.
—Traje dinero, para pedir algo para cenar.
Armin finge pensarlo– está seguro de que lo hace para molestarlo, y luego lo deja pasar. Suben al departamento en silencio y Jean nota que está vistiendo una camiseta roja debajo del buzo negro que tiene. Es rojo y es Armin, pero no es lo que busca.
Ah, entonces busca algo.
Se niega a aceptar la relación entre Armin y el color, a pesar de que es claro. La negación es una increíble habilidad que lleva años desarrollando.
Llegan al departamento, pasan. La música en la tele está en pausa y la notebook de Armin está abierta en la mesita ratona delante del sofá. ¿Lo interrumpió mientras estaba ocupado?
—¿Qué estabas haciendo? —pregunta Jean, dejando su abrigo en el perchero.
—Oh, nada importante —responde y cierra la computadora—. ¿Quieres beber algo?
—Estoy bien, gracias.
Ambos se sientan en el sofá en silencio. La música no es reanudada.
—¿Y a qué viene tu repentina visita?
Jean siente el calor subir por su cuerpo, como si hubiera mentido y ahora lo han descubierto, a pesar de que ninguna mentira abandonó su boca. No todavía, al menos.
—Pues...
¿Quería verte? ¿Quería estar contigo? ¿Quería verte rojo? Nada de eso le suena a una buena respuesta.
—Ajá —le da pie Armin cuando tarda mucho en responder.
Jean se encoge de hombros—, ¿qué tienes ganas de comer?
Armin no indaga más, pero Jean sabe que no tiene que descuidarse porque, cuando menos lo espere, va a volver a preguntar.
—Todavía no tengo hambre.
Jean asiente.
Odia lo fácil que llegan los silencios entre ellos últimamente. Lo peor es que no se le ocurre cómo disiparlos.
Voltea a mirar al otro; a Armin no parece molestarle el silencio, de seguro porque está concentrado en su celular.
—Así que, ¿qué hacías antes de que llegara?
—Nada interesante —responde apenas.
Hay algunos momentos en silencio y Jean cambia de lugar sus piernas.
—¿No me preguntarás qué hice hoy?
—¿Quieres que pregunte? —No hizo nada interesante tampoco, así que es para nada esa pregunta. Niega—. Ah.
Ni sabe para qué vino. Armin ya había sido claro con él, ¿por qué sigue insistiendo?
Jean mira su celular y ve que son las ocho en punto.
—Pediré algo para cenar —anuncia—. ¿Tienes ganas de algo específico?
Armin se encoge de hombros.
—Te noto silencioso —murmura Jean, sin desviar los ojos de su celular.
—Y yo te noto hablador —devuelve, mirándolo—. Como cuando tienes algo para decir, pero no quieres hacerlo.
—Claro que no —bufa.
—Claro que sí.
—Ah, ¿sí? Entonces, ¿qué quiero decir?
Jean no sabe qué respuesta espera. Siendo Armin, puede ser cualquier cosa. Le da curiosidad.
—Conociéndote, tal vez viniste a invitarme a salir —ya no le da curiosidad—, y como te dije que no saldríamos, viniste a quedarte en casa conmigo.
Jean bufa. Uh, esa no es una respuesta inteligente. Piensa algo, piensa algo, piensa algo...
Vuelve a bufar.
—¿Eso es un sí? —se burla Armin.
—Es un no hay nada bueno para comer.
—Ajá —sigue burlándose—, maravillosa forma de cambiar de tema.
Basta, basta. Deja de sonrojarte, idiota.
—Ay, ¿te estás poniendo rojo? —Armin suelta una risa—, bueno, ya, lo siento, no quería ponerte incómodo.
—Oh, no, no estoy para nada incómodo —Jean no sabe distinguir si miente o no—, está interesante el tema. ¿Qué harías si esa resulta ser la razón por la que vine?
Su intento de pasar sus nervios de él a Armin es fallido, porque él otro no iría por ese lado de la conversación si no estuviera listo para responderle.
—Te diría que tu perseverancia es admirable y un poco aburrida —responde sonriendo—, ¿qué pasa, Kirchstein, esto es lo mejor que tienes?
Jean no puede evitar soltar una risa. ¿Armin Arlert, molestándolo así? El mundo está de cabeza.
—Gasté todos mis recursos en la fiesta, ¿recuerdas? —Armin abre la boca, pero él sigue hablando—, en la del verano, no esta última.
—Ah, qué suerte, porque si tus recursos eran los de esta fiesta, te digo que estás flaqueando.
—Es que no me esforcé —miente y devuelve su atención al teléfono.
Armin resopla divertido y se acerca más a Jean. Se sienta a su lado, mirando el teléfono del otro también.
—¿Qué hay de bueno?
Jean no quiere mirarlo, Armin está demasiado cerca y le parece demasiado pronto como para hacer un movimiento.
—Pues... ¿Pizza? —Jean lo ve de reojo negar—, ¿hamburguesas? ¿Sushi? ¿Tacos?
—Ya te dije que no tengo hambre todavía —responde.
—¿Y cuándo tendrás hambre?
Se encoge de hombros y Jean suspira, reclinándose en el sofá.
—Esperemos, entonces.
Deja su celular a un costado y mira a Armin, que lo está mirando de vuelta. Sonríe apenas y sus ojos están distintos, como entrecerrados, pero no exactamente.
Y si Jean suma todo lo que él dijo antes con su cercanía y su expresión de ahora, llegaría a la conclusión de que Armin quiere que lo bese.
Él se gira a la vez que Jean estira su mano y se levanta antes de que lo alcance. Tal vez es una señal. Tal vez el destino le está diciendo que no es el momento.
—¿A dónde vas? —pregunta Jean, levantándose y siguiéndolo.
Armin lo mira por encima de su hombro y resopla, riendo. ¿Qué mierda significa eso?
Jean se detiene en sus pasos. ¿Y ahora qué? ¿Por qué es tan difícil saber qué piensa Armin? Mejor dicho, ¿por qué no puede decir qué quiere?
Ya hace un tiempo que nota que Armin hace lo que quiere, cuando quiere. Le parece feo decirlo, pero sospecha que manipula un poco a los demás y, últimamente, a él.
No es algo que le moleste, en realidad. A Jean no le gusta perseguir a la gente, pero por alguna razón, es entretenido con Armin.
—Eso no es una respuesta —insiste Jean.
—Claro que sí.
—No es válida para mí.
—¿Y qué sería válido para ti? —pregunta Armin mirándolo. Está cruzado de brazos, apoyado en la pared y sonriendo, y debe ser otra invitación a que lo bese, porque el énfasis en esa palabra fue un poco raro y, a esta altura, Jean ya está buscando cualquier excusa para poder besarlo.
No rompe el contacto visual y da un paso más cerca. El hecho de que Armin no lo esquive le parece una buena señal.
—Sería válido que me digas qué piensas —pregunta Jean y, oh, qué ingenuo de su parte pensar que Armin le dará una respuesta directa.
—Pienso en muchas cosas —lo está disfrutando, le gusta hacer trampa en las preguntas y seguir esquivando a Jean hasta el último momento.
—¿Piensas en mí? —debe estar sonrojado ahora, porque le parece una pregunta demasiado empalagosa.
—Sí y no.
¿Qué significa eso?
—¿Qué significa eso?
—Ya te dije hoy que estás hablador, ¿no?
—Y tú demasiado silencioso —repite Jean cruzándose de brazos y sonriendo—, te recuerdo que no leo mentes, Arlert, ese eres tú.
—Oh, ¿yo leo mentes? ¿Desde cuándo?
—Ah, ya sabes, desde siempre —responde riendo.
—Qué sorpresa —le sigue la broma—, ¿alguna otra cosa que deba saber?
Que quiero besarte.
Armin suelta una risa y Jean lo mira entrecerrando los ojos.
—Uh, ¿lo dije...?
—¿En voz alta? Por supuesto —sigue riendo y el otro enrojece—. Ah, vamos, ¿por qué te pones rojo? Lo dijiste a propósito.
—¡Claro que no!
—No le creo a la gente que "piensa en voz alta" —hace comillas con las manos.
—No necesito que me creas —Jean bufa y se acerca más, apoyando una mano en la pared e inclinándose sobre Armin—, solo necesito que digas si puedo besarte o no.
—Te encanta hacer ese tipo de preguntas vergonzosas, ¿no?
Al fin, al fin, el rostro de Armin obtiene un poco de color, un suave rosado sobre sus mejillas y su nariz, pero no es suficiente para Jean.
—¿Entonces?
—¿Tengo que decirlo? —sigue avergonzado.
—Pues, claro, no leo mentes —ríe apenas.
Armin se tapa el rostro riendo y Jean se sorprende del placer que le provoca tener el control de la situación. El otro se destapa el rostro y estira sus labios.
—¿Eso es lo mejor que puedes hacer? —no pierde la oportunidad para burlarse.
—¡Jean! —ríe Armin y sus mejillas son un poco más rosas, pero no rojas—. Está bien.
Respira profundo.
—Quiero que me b–
Se inclina sobre él y corta sus palabras con su boca. No necesita que lo diga del todo, tampoco es tan cruel.
Los labios de Armin son fríos o tal vez los de Jean están más calientes que los ajenos, pero no le importa tanto cuál sea la respuesta, lo que le importa es que están ahí, pegados a los suyos, otra vez.
Y tal vez debería tomarse un momento para pensar en porqué tiene tantas ansias desde hace seis meses de besarlo, pero ahora no será el momento.
Problema para el Jean del futuro.
Da un paso hacia Armin y tiene ganas de abrazarlo y tocarlo, pero siente que si suelta la pared, va a derrumbarse sobre el otro. Tal vez a Armin no le moleste eso.
De seguro que no le molesta, por él estira sus brazos y abraza su cuello, seguro poniéndose de puntitas y pegando su torso al de Jean. Lo siente abrir su boca y acariciar su labio con su lengua tan despacio que Jean tiene que separarse y suspirar, porque ya no recuerda si está respirando o no.
Se separa más y lo mira. No es suficiente.
—¿Te gustaría tomar asiento? —susurra Armin, rozando sus labios con cada palabra.
—Uh, claro.
Jean se sienta en el sofá y Armin no pierde tiempo en sentarse en su falda, a horcajadas.
—Hola —sonríe.
—Hola —devuelve Jean.
Se miran a los ojos, se sonríen. Siguen besándose. Jean acaricia la cintura de Armin, hasta que el borde de su ropa comienza a levantarse por el movimiento; no pierde un segundo en meter sus manos y acariciar su espalda desnuda mientras acaricia sus labios con su boca. Los besa y los muerde, tal vez un poco más fuerte de lo necesario, pero él no se queja y, en todo caso, lo está disfrutando, o eso cree Jean, por los suspiros que suelta.
Armin tiene sus manos en su cuello y su mejilla, desliza las yemas de sus dedos por su piel y le hace cosquillas, pero tampoco está mal.
Esto se siente tan correcto, que Jean espera que puedan permanecer así por siempre.
—Ya me dio hambre —murmura Armin, separándose de golpe—, ¿hamburguesas, dijiste?
Por siempre resultó poco tiempo.
Jean lo mira haciendo una mueca y Armin vuelve a besarlo apenas antes de separarse.
Sus labios están rojos, escarlata. Le parece suficiente.
gracias por leer!
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