CONTEXTO: esto toma lugar en la semana entre el final del capítulo 2 y el principio del capítulo 4. Jean está viviendo con Ymir y todavía no tiene una relación oficial con Armin, pero están en eso.
Ehhhh no sé qué más
gracias por los comentario en los caps anteriores, me hacen reír JAJAJ 3
disfruten.
—¿Estás seguro de que está bien que venga? Ymir…
—Sí, no te preocupes, está en el trabajo, además, le avisé que vendrías a cenar.
Armin lo mira dudoso, pero igual lo sigue dentro del departamento.
—¿Y a qué hora…? Wow, esto es muy lindo —dice Armin, mirando a todos lados.
—Sí, Connie dijo lo mismo —ríe Jean.
Se quita la campera y la tira en el sofá.
—¿Quieres que te muestre mi habitación?
—Suenas como si me hubieras traído a la casa de tu madre.
—Ah, fue lo que prometí, ¿no? Bastante cerca.
Armin ríe y lo sigue por el pasillo hasta su puerta. Se miran y Jean sonríe antes de abrirle.
—Uh —suelta Armin y ríe apenas—, parece que ya tenías planeado qué haríamos.
—Puede ser —está cruzado de brazos y apoyado en el marco de la puerta, mirándolo—, ¿qué opinas…?
Da un vistazo adentro, pero no puede evitar que sus ojos regresen. Armin comienza a reír y Jean frunce el ceño.
—La puta madre —masculla y camina veloz a la bolsa transparente sobre su cama. Tiene un papel encima que dice no se coge.
—Creo que tus intenciones eran buenas —concede Armin y se acerca para espiar dentro de la bolsa.
—No puedo creer que se tomó el tiempo de escribir un cartel —bufa Jean impresionado.
—Yo no puedo creer que te tomaste el tiempo de organizar esto.
—Aw, vamos, sabes que soy romántico —responde riendo. Deja la bolsa en el suelo y se sienta en la cama.
Armin se sienta también, mirando fijo la bolsa. Jean suspira y la abre. Hay velas, pétalos de rosa y otras cosas más.
—Dios, Jean, ¿cuánto gastaste en esto? —pregunta haciendo una mueca.
—No es relevante.
—No tienes que invertir para que tengamos sexo, ¿sabes? —Armin ríe apenas.
Jean ríe también, pero deja de hacerlo cuando siente la mano del otro sobre su rodilla. Lo mira y se encuentra con los ojos de Armin.
—Oh– ah, ¿era una indirecta? —él asiente y Jean ríe avergonzado—, um, bueno, si quieres…
No pierde tiempo en besarlo, en sujetar su mejilla y reclinarlo hacia atrás, quedando Jean encima.
Acaricia sus labios con su boca y se aleja, porque si hay algo que le encanta de Armin– además de muchas otras cosas, es que él tenga que acercarse. Que se estire y busque su boca, aunque la diversión no le dura mucho porque el otro abraza su cuello, tirando de Jean y manteniéndolo cerca.
Se acuesta junto a Armin, de costado, acariciando sus costillas por debajo de su ropa, contándolas con las yemas de sus dedos.
—Me haces cosquillas —ríe Armin.
—¿Te molesta? —suspira Jean contra él.
—Me distrae.
Jean suelta una risita y Armin la interrumpe con su boca, mordiendo su labio.
—Au.
—¿Te molesta?
—No, especialmente —lo muerde más fuerte—. Au– bueno, duele un poquito.
Ambos ríen antes de volver a besarse. Armin baja sus manos y acaricia el estómago de Jean, tratando de hacerle cosquillas, pero parece que él lo disfruta, entonces tira de su camiseta hasta que el otro se sienta en la cama y se la quita, tirándola al suelo.
Armin se sienta sobre él, buscando su boca, pero conformándose con su cuello, recibiendo suspiros a cambio. Jean acaricia su cadera y sus muslos, pero sus manos se congelan cuando Armin sujeta su barbilla con una mano y lo besa, un poco brusco, un poco impropio de cómo se imaginó que Armin actuaría en esa situación.
—Ah– —no es una queja.
Armin toma los extremos de su propia camiseta y se la quita y Jean no puede despegar sus ojos del movimiento ni evitar acariciar cada extremo de piel que queda libre.
Pero a la vez que la camiseta de Armin se une a la de Jean en el suelo, el sonido de la puerta del departamento abriéndose llega a ellos.
—Mierda —jadea Jean casi contra los labios de Armin.
Ambos suspiran y Armin se sienta a su lado en la cama, no sin antes tomar su celular para ver la hora. Mira al otro y lo encuentra cruzado de brazos, como si estuviera por hacer capricho.
—¡Ya llegué, hijos de puta! —grita Ymir pateando la puerta de Jean, seguro de paso yendo a la propia.
—Puedo cerrar con llave —propone Jean y Armin sonríe incómodo.
—Creo que es capaz de tirar la puerta abajo —responde mientras se estira a tomar la ropa del suelo.
—Oh, sí, totalmente —dice y recibe su camiseta.
—¡Espero que estén vestidos! —anuncia Ymir antes de abrir la puerta de Jean—. Eh, llegaron más lejos de lo que creí.
Armin se está acomodando la camiseta y Jean está otra vez cruzado de brazos.
—Sí, muchas gracias por la sorpresa —masculla él.
—Todo un placer para mí —sonríe, inclinándose en el marco de la puerta—. Entonces, ¿qué cenaremos?
Jean la mira con los ojos entrecerrados e Ymir sonríe con satisfacción. Armin los mira a ambos y se aclara la garganta.
—Iré al baño —anuncia, levantándose de la cama.
—No puedes acompañarlo, Jean —se burla Ymir y él rueda los ojos.
Ella le deja paso al otro para que pase y camina lejos de la puerta de la habitación. Jean se viste y después la sigue, encontrándola en la cocina.
—Estoy bastante seguro de que saliste antes del trabajo —murmura él mientras saca los ingredientes para preparar la cena.
—En realidad —Ymir lo mira sonriendo—, no te dije que saldría una hora más temprano.
—No entiendo porqué eres tan cruel conmigo.
—Pues, Jeannie, si yo no cojo, tú tampoco.
—Oh, ¿entonces tenía permitido hacerlo cuando tú lo hacías? —bromea él e Ymir suelta una risa.
—Eso sonó raro —comenta Armin, parado en el umbral de la cocina.
—¿No estás acostumbrado a que lo seamos? —pregunta ella.
—Me sigue sorprendiendo, son como… a veces actúan como si fueran gemelos.
Ymir y Jean se miran.
—¿Es un cumplido? —cuestiona Jean.
—No, verdaderamente.
—Ah, prefiero tomarlo como uno —dice Ymir, sacando una lata de cerveza de la heladera. Le ofrece a Armin y él niega, y le deja una a Jean.
—Oh, bueno —ríe él, abriéndola y dándole un trago.
—Así me aseguro de que no pase nada bajo mi techo —ríe ella, saliendo de la cocina.
—¡Ymir! —reprende Jean, avergonzado. Después mira a Armin, que está tratando de reprimir su risa—. Puedo guardarla para más tarde.
—Nah, sería un desperdicio.
Armin está saliendo de la cocina cuando lo escucha murmurar.
—Gracias.
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saludos
