Jearmin week 2021 día 4: usando la ropa del otro/compartiendo una cama. uh, como dice el título del cap(?

CONTEXTO: esto toma lugar antes perfect places, armin tiene 18 y jean uhhh creo que 21. no recuerdo(? creo que 20 actually. no hay mucho más contexto jaja podría decir más cosas, pero me las guardo para cuando actualice perfect places(? ahh otra cosa, a christa le gusta ver a una banda que siempre toca en bares horribles y todos la juzgan por eso(?

advertencia: menores bebiendo alcohol (does anyone care? esto no es el fandom yword)

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disfruten.


Había pensado hace tiempo qué quería hacer para su cumpleaños. Solo eso, no los detalles de la organización.

—¿Una disco? —cuestiona Eren decepcionado—. No puedo entrar.

—Yo tampoco —ríe Connie.

—Yo iría —dice Christa.

—También eres menor de edad —señala Ymir, levantando una ceja.

—Ah, vamos, ni siquiera piden identificaciones.

—En esos bares nefastos a los que te gusta ir no piden —responde ella—, en las discos sí lo hacen.

Armin hace una mueca y mira al resto.

—Yo iré —dice Sasha y parece ya estar emocionada—, nunca fui a una.

—Uh, sí, nosotros también nos sumamos —dice Jean, refiriéndose a Ymir también.

—Supongo —no le atrae la idea.

Queda Mikasa, pero cuando Armin la mira, ella ya tiene una expresión de disculpa. No lo va a decir, pero seguro que ya decidió no ir por Eren. En fin.

Está bien, son cuatro, la pueden pasar bien igual. Además, lo más importante es que fuera Jean.


El festejo de su cumpleaños dieciocho comienza bien. Se reúnen en la casa de Eren, cenan, le preparan un pastel. Es divertido.

Ymir y Jean traen alcohol, lo cual no debería sorprenderle.

—¡Tu primer trago como adulto! —exclama Sasha y Armin ríe.

—Pero ya tomé alcohol antes.

—No como adulto —señala Eren.

Ymir le prepara vodka con jugo, porque jugo tiene poquito. Armin le da un trago largo.

—Dios, me vas a matar con esto —hace una mueca luego de tragar.

—Pero morirás como adulto —ríe ella.

Juegan al Uno hasta casi las doce de la noche.

—¿Te cansaste de perder? —bromea Armin cuando Jean se levanta de su silla. Llevaba cinco rondas seguidas perdiendo.

—Ya está acostumbrado —dice Eren. Los demás ríen y Jean hace una mueca.

—En realidad, ya es hora de irnos.

—¿A dónde? —pregunta Christa decepcionada.

—La disco —responde Jean, poniéndose la chaqueta. Ymir y Armin suspiran—. ¿Qué? ¿Ya no tienen ganas? Qué pena, muévanse.

—Parece que a ti te sobran ganas —masculla Ymir, pero igual se abriga. Gira a Armin—. Vamos, cumpleañero, antes de que se llene de gente.

Se despiden de todos y Sasha, que había estado silenciosa todo ese tiempo, suelta un eructo cuando apenas salen de la casa de Eren.

—Mierda, ¿qué te pasa? —reprende Jean.

—No seas caradura, idiota, si tú también lo haces —reprende Ymir a Jean.

—Ah, lo siento —ríe Sasha—, mucha cerveza.

Armin no puede evitar notar cómo se tambalea Sasha. No va a permitir que lo vomite.

Llegan al auto de la madre de Jean. Armin camina veloz, tratando de superar los pasos largos de Ymir para tomar primero la manija de la puerta. Casi logra, excepto que sus manos se tocan.

—Mierda —susurra Jean riendo y se mete al auto.

—¿Qué haces, cumpleañero? —Ymir pregunta entre dientes, sonriendo. Armin le devuelve la sonrisa, aunque le sale un poco temblorosa.

—Es mi cumpleaños.

—Sí, estoy al tanto.

—¡Vamos, Ymir! —interviene Sasha—. Déjalo a él.

—Sí, siempre vas tú ahí —agrega Jean.

Ymir frunce la nariz, suspira y sube en el asiento trasero.

—Te lo cedo solo porque es tu cumpleaños —dice ella..

—Wow, Ymir, que regalo más detallista —se burla Armin, tentando su suerte.

—Espero que lo recuerdes para mi cumpleaños.

Jean arranca riendo. Armin lo mira de reojo y ríe apenas también. Respira profundo y se acomoda en el asiento. Ymir nunca deja a nadie sentarse adelante cuando Jean conduce, así que aprovecha esta ocasión.

Siempre le gustó mirar por la ventana mientras viaja, pero esta vez no puede evitar que sus ojos se desvíen hacia otro lado, precisamente a su izquierda. Mira de reojo por el retrovisor y ambas están concentradas en su celular. Bien.

La disco abre a la una, pero les parece bien llegar antes así no esperan tanto para entrar. El problema es que, cuando Jean dobla en la esquina anterior a la del lugar, ya hay personas haciendo fila para entrar.

—Huh —dice Sasha, mirando fijo—, ¿tal vez se forman para otra cosa?

—Sí, uh, no lo creo —responde Ymir.

Estacionan y bajan casi al lado del fin de la fila. Armin no puede suprimir la mueca que tiene y Jean le da un empujón suave.

—Seguro avanza rápido una vez que abra —dice y Armin sonríe apenas.

Se paran en la fila. Charlan un poco, tratan de entretenerse. Sasha no tarda en comenzar a hablar con las personas paradas delante de ellos.

Una corriente de viento pasa con fuerza.

—¿Dejaste el abrigo en el auto, idiota? —cuestiona Ymir cuando Jean tiembla.

—Hará calor adentro, es incómodo tener que cargar con una campera —trata de defenderse, pero pierde veracidad con los tembleques.

—Ten —Armin se desata el buzo que lleva en la cintura y se lo da.

—¿Estás bien? Tú nunca tienes frío —ríe apenas Jean. Se pone la prenda veloz, luchando un poco por acomodarlo. Le queda ajustado, pero parece casi de su talle. A Armin le queda grande.

—Ah, no, tengo un poco de calor —responde, desviando sus ojos del cuerpo de Jean, tratando de ser lo más natural posible. Ninguno responde y Armin gira a los otros, que lo observan con una ceja levantada—. ¿Qué? Tomé bastante alcohol.

—Oh, entonces mi vodka hizo efecto.

—El suficiente.


Eventualmente, logran entrar. Está bastante lleno el lugar y caminan entre la gente hasta que encuentran un espacio no abarrotado. Segundos después, Jean e Ymir desaparecen.

—¡A dónde fueron! —le grita Armin a Sasha por encima de la música sin dejar de mirar alrededor.

—¡Alcohol! —devuelve ella.

No están ni cinco minutos y ellos ya van a buscar bebidas. No le sorprende.

Regresan con botellas pequeñas de cerveza y un vaso de plástico de un litro de algo.

—¡Es champagne! —grita Jean—, ¡por tu cumpleaños!

—¡Y porque todavía no bebes cerveza! —agrega Ymir, estirándole una botella a Sasha.

—¡Es un asco! —se defiende Armin, riendo.

—¡Algún día te gustará, recuerda mis palabras! —concluye ella y los cuatro ríen.

El champagne está bueno, Armin no recuerda nunca haberlo probado. Toma un trago y después otro y, de pronto, queda medio vaso.

—¡Si quieres compartir, no nos enojamos! —bromea Sasha y él ríe, estirándole la bebida.

Es divertida la disco.

En un principio, Armin pensó que tal vez sería aburrido. Música demasiado alta y gente ebria en todas partes, pero la realidad es que eso es lo que menos nota. Sus ojos giran, entre sus amigos y por la bebida, pero cuando se desorientan, siempre llegan al punto de partida. Debe ser porque Jean está parado enfrente de él.

En realidad, no. Está ebrio, no va a perder tiempo mintiéndose.

Sus ojos están pegados a él porque quieren estarlo. Es su cumpleaños, no se va a privar de hacerlo.

Aunque si mira a otros lugares de vez en cuando, como, para que no sea raro el contacto visual a cada rato. Son alrededor de las cuatro de la mañana y cuando quiere devolver su mirada al otro, se da cuenta de que Jean no está.

—¡Fue al baño! —le dice Ymir.

Va a buscarlo. Probablemente no pasó mucho tiempo desde que se fue, pero va de todas formas. No suena mal tener un momento de relativa tranquilidad a solas con Jean.

El baño está en un entrepiso y tiene que atravesar unas escaleras de caracol para llegar. No le parece muy seguro, más teniendo en cuenta lo mareado que está.

Encuentra a Jean sentado en un banco con la cabeza entre las piernas.

—¿Estás bien? —pregunta en voz normal. La música no llega tan fuerte ahí.

Jean salta apenas cuando siente la mano del otro en su espalda y después lo mira, sonriendo.

—¡Claro! —se ve pálido y sudoroso—, uh, solo vomité un poquito, ¡pero estoy de diez!

—Creo que es hora de que nos vayamos —sonríe Armin y lo ayuda a ponerse de pie—. ¿Quieres seguir vomitando?

—Suena tentador, pero estoy bien —bromea.

Bajan las escaleras, Armin bastante nervioso porque Jean va delante suyo y baja los escalones de dos en dos. Por suerte, no se cae.

Las chicas los esperan al pie de las escaleras, algo preocupadas. Jean pasa un brazo sobre el hombro de Ymir y la sacude apenas.

—¿¡Listas para seguir bailando!? —grita. Ella lo mira haciendo una mueca de asco y aleja el rostro de él.

—Ugh, vomitó, ¿verdad? —le pregunta a Armin y él asiente—. Bueno, creo que es hora de irnos.

Salen de la disco y el frío de la calle los recibe, despertándolos y sacándoles la borrachera.

—Ah —Jean se sacude con un escalofrío y voltea a Armin—, ¿puedo pedirte tu buzo, otra vez?

—Claro —se lo vuelve a desatar y se lo da.

Caminan despacio hasta el auto.

—Entrega las llaves —dice Ymir, estirando su mano a Jean. Él hace una mueca y se las da.

—No le digas a mi mamá.

—¿Tú conduces? —pregunta Sasha, sentándose en el asiento delantero, huyendo de Jean.

—No, Sasha —responde sarcástica—. Pónganse los cinturones.

—No se vale chocar a propósito —bromea Jean.

—No me tientes.

Tal vez no fue sarcasmo lo de Ymir o tal vez también está bastante ebria. Armin agradece con fuerza que casi no haya autos ni gente en la calle.

Ymir los lleva primero a la casa de Sasha, la deja en la puerta y cuando ella entra, sigue de largo.

—¿Te llevo a tu casa o te quedas también en lo de Jean? —pregunta Ymir sin despegar los ojos del camino—, por favor, di que te quedas.

—¿Por?

—No quiero hacerme cargo de él —responde seca.

—Oye, no es como si estuviera muerto —se queja Jean.

—Eh, estás cerca.

Armin suspira—. Claro, está bien.

Ymir para en el semáforo y lo mira por el retrovisor.

—¿Al menos la pasaste bien?

Sus ojos se encuentran con los de ella.

—Mejor de lo que creí —ríe apenas.

Poco después llegan a la casa de Jean. Ymir se mete en la habitación de la hermana de él y Armin no pregunta.

—Michelle no está —explica Jean de todas formas—. Solo mi mamá está en casa y debe estar durmiendo.

Él asiente. Entran a la habitación de Jean en silencio.

—¿Me prestas algo para dormir? —pregunta Armin. Jean le deja ropa en la cama y después va al baño.

Se cambia veloz mientras el otro no está. Cuando Jean vuelve, él va al baño.

Antes de volver a la habitación, se toma un segundo para mirarse en el espejo. La camiseta vieja de Jean le queda grande, totalmente distinto de cómo le quedaba su buzo al otro. Le parece que le queda bien. No se ve ridículo, pero no puede evitar pensaren que sí lo es, porque el hecho de que esté usando la ropa de Jean no significa nada, pero se siente como todo.

Regresa con un sentimiento de derrota.

—Apaga la luz —murmura Jean, acostado en su cama, del lado de la pared, dejando un claro espacio para Armin.

Él obedece y se acuesta a su lado. Es pequeña la cama y por más que quiera esforzarse en no tocar al otro, es imposible, porque Jean ya está dormido y pareciera que se cuerpo se derrite, ocupando más y más lugar, echando al otro.

Armin pasa su brazo, el que se empeña en rozarse con el de Jean, por debajo de su cabeza y mira al techo, porque de pronto ya no siente sueño ni ebriedad. Se siente inquieto. Se pone de costado, de un lado, del otro. Mira el rostro de Jean, trata de imitar su respiración y la calma que el otro tiene, pero no puede.

Vuelve a girar en la cama. Recoge las piernas y las estira. Gira y regresa a la posición inicial, con su brazo bajo su cabeza. No va a poder dormir si sigue moviéndose. ¿Despertará a Jean?

Se congela y cree que sí, que lo despertó, pero Jean solo gira en la cama, hacia Armin. Él lo mira fijo, aguantando la respiración, pero el otro está dormido y no tiene dudas de eso.

Jean gira sobre él, apoya su cabeza sobre su hombro y su brazo, pasa un brazo por su pecho y su pierna sobre las del otro. Armin está seguro de que lo va a babear, porque ronca con la boca abierta. Pero, sinceramente, no podría importarle menos.


gracias por leer!

ehh mañana es el último día que participo porque no me gustaron los prompts jaja LISTO, LO DIJE, ME PARECIERON UNA PORONGA.

por eso mismo, haremos con mimi (arroba _eremimi en twitter) una jearmin week CIEN POR CIENTO EN ESPAÑOL, con prompts cursed, juegos de azar y mujerzuelas. sígannos en twitter para no perdérsela ahre

chau