El crepúsculo asomaba por el horizonte y la noche fue tan larga como la misma penumbra, inconmensurable y demasiado tormentosa para su turbada alma. En otras palabras, caótica, impredecible y llena de lágrimas. Era un ser despreciable y no merecía más de lo que el destino le daba.

-No me odies, por favor- susurró a la nada y observando el amanecer, sobre la copa de ese frondoso árbol -Te lo suplico, no me odies- bebió de la botella en su mano, el bosque era inmenso y se había perdido en él -No me odies-

Se hundió en los sucesos de esa noche. Lo poco que había logrado, lo poco que había conseguido, lo perdió y en un instante. Lo perdió todo. No sabía como regresar para poder continuar con su vida y fingir una inexistente normalidad, no tenía nada, otra vez.

-¡Se puede saber! ¿¡Qué fue ese espectáculo horrible que acabas de interpretar!?- reclamó su esposa ingresando a la habitación de ambos -¡Eres un irrespetuoso!- él iba de un lugar a otro recogiendo las pocas pertenencias que tenía allí -¡Le faltaste el respeto a todos!- no la miraba, sólo quería largarse de ese lugar -¡A mis padres, a mis hermanos, a nuestros hijos!- su voz se quebró -¡Y sobre todo, a mí!- ahogó el llanto cubriendo su boca con ambas manos -¡Soy tu esposa, Keilot y te guste o no, debes respetarme!-

-Lo hago- se detuvo para poder hablar con tranquilidad -O al menos, lo intento- despeinó su cabello, se sentía tan perdido en ese entorno -Yo no te amo, Rei y lo sabes- suspiró agotado -Eres la madre de mis hijos y te lo agradezco, pero no te amo, jamás lo hice y jamás lo haré- su sinceridad era cruda, pero real -Nunca estuve de acuerdo con este matrimonio, no lo elegimos...- la miró con culpa -Yo no lo elegí, pero el mal está hecho y te juro que, haría todo lo posible para solucionarlo-

-Nunca te desharás de mí-

Lloraba por todos los años de sufrimiento a su costa, por todas las humillaciones y el amor mal gastado.

-Nunca, eres mi esposo y siempre estaremos juntos-

-¡No quiero estar contigo! ¿¡Qué no lo entiendes!?- la sostuvo de los brazos para verla a la cara -¡Esto no es sano para nadie! ¡Entiendelo, Rei! ¿¡Por qué te aferras a esto!?-

-¿Dormiste con ella?- no le importó en lo más mínimo lo que dijo -¿Dormiste con Gaia?- eso era lo único que quería saber.

-No, no lo hice- era cierto, la verdad se reflejaba en sus ojos -Ella jamás estaría conmigo, porque es tu hermana y nunca te traicionaría así-

-¡Ella es una embustura y oportunista!- refutó sin piedad -¡Una alcohólica, que no puede sobrellevar el hecho de que siempre será una eslava y usa eso a su favor, para atraer a los hombres como una encantora!- la detestaba y mucho -¡Maldita, la desprecio!-

-¡No la llames así!- sometió su brazo con fuerza -¡Será una esclava, pero tiene más principios que todas las mujeres juntas de este país?- rió irónica al escucharlo.

-¡Eso es lo que te hizo creer! ¡Es una cualquiera y eres consciente de ello, sólo que te niegas a verlo! ¡Hipócrita!-

-¡Retira tus palabras!- advirtió, afianzado su agarre -¡Retira tus palabras, Rei!- repitió, evitando perder la cordura.

-Seguro que se acostó con Sukuna y tú aquí, defendiendo su honor- continuó con rabia -O con Toji, que finge ser su mejor amigo o con Kylar, ya que pasaron toda la tarde juntos- se removió de dolor, pero volvió a reír como una psicópata -O con Velkan, por algo se quiere casar con ella, ¿No te parece?- el dolor en su brazo era inhumano, pero no iba a flaquear, no permitiría ser humillada de nuevo -Eres un idiota, Keilot, un idiota cegado por una mujer que le abre las piernas a cualquiera-

No quería escuchar más, ella era una maldita y siempre lo fue, pero ahora había sobrepasado todos los límites.

-¡Keilot!- aquella voz llena de desesperación le congeló el alma -¿¡Cómo te atreves!?- el filo de un puñal obstaculizó su visión y él llevó una mano a la empuñadura de su espada por mero reflejo -¡Suéltala!- exigió, sin bajar la guardia, desde que llegó a ese país siempre iba armada -¡Suéltala y baja esa mano!- su mirada era fría y muy peligrosa -Suelta a mi hermana, ahora-

Sus ojos cambiaron por completo, ahora eran verdes y brillantes, los ojos de un ser celestial.

-¿Qué clase de hombre eres?-

Continuó, cuando reaccionó de lo que había hecho completamente consternado. Intentó golpear a su esposa.

-Gaia, yo...-

Las palabras que querían salir de su boca, no podían justificar su error, se desconocía totalmente y no podía remendarlo.

-¡Cállate! ¡Vine aquí hablar con ustedes, para aclarar lo que sucedió en la cena y gracias a los dioses que llegué a tiempo!- lo apuntó a la cara protegiendo a su hermana con todo ser.

-Por favor...- se removió incómodo y muy culpable -No es lo que parece, yo jamás...-

-¿¡Qué!? ¿¡Qué es lo que parece!?- no quería escucharlo -¡Que eres un egoísta que solo piensa en sí mismo!- tragó la amargura que sentía en la garganta -¡Un misógino y mujeriego, que lo único que hace es faltarle el respeto a su esposa, a sus hijos y a esta casa!- dio un paso y ellas otro, sus palabras lo estaban destazando -¡No te acerques!- un aura muy extraña la rodeaba y eso no era bueno -¡No sé que diablos ocurre contigo!- la mujer detrás suyo, lo único que podía hacer, era llorar -¡Pero jamás podría estar con alguien como tú! ¡Moriría antes de estar con alguien como tú!- lo aniquiló -¿¡Lo entiendes!?- no respondió, le dolía el alma y era un dolor tremendo -¡Que me avisen cuando estés cerca, Keilot!- arrojó el arma al suelo cuando sus palabras lo destrozaron -¡Porque no quiero volver a verte!-

Volteó a ver su hermana y la abrazó con todas sus fuerzas. Un abrazo que ella no respondió, pero que la llenó de consuelo en un instante.

-Todo estará bien, Rei- susurró en su oído -Siento mucho que tengas que pasar por esto-

Se apartó un poco, limpió sus lágrimas, acarició su mejilla y se marchó, introduciéndose al bosque en plena oscuridad.

-Vete de aquí, Keilot- lo corrió antes de que pudiera disculparse -Quiero que te vayas de aquí y no vuelvas nunca más, esto se acabó- fue lo último que dijo antes de quedarse solo.

-No me odies, por favor-

Abrazó sus piernas acercándolas al pecho y ocultando su rostro en ellas, después de regresar de aquel tormento.

-Por favor, lo siento- no había parado de llorar y beber desde que se marchó de esa habitación -Perdóname, pero no puedo estar contigo, el amor me duele y mucho- suprimió el llanto, no podía romperse, no más -No puedo amarte y lo siento, Keilot-

Lloró tanto que se quedó dormida, siendo vigilada muy de cerca, por un par de temibles ojos rojos y que esperaban, pacientemente, el momento oportuno para dar su estocada.

-¡Ay! ¡Dioses!- todo era un desastre, fuera y dentro de esa casa, Gaia no aparecía por ningún lado -¿¡Dónde está!?- caminaba de un lado a otro dentro del recinto principal -¡Señor!- se precipitó hacia él cuando la puerta fue abierta -¡Padre!- era la primera vez que lo llamaba así -¿¡Dónde está!?- miró a todos allí y entre ellos, sus cuatro hermanos -¿¡La encontraron!?-

-No, lo siento- la sostuvo de los brazos cuando la vio flaquear -Tranquila, Rei nos comentó. que en la noche habló con ella y que la vio marcharse al bosque- indicó, aplacando los nervios, necesitaba mantenerse compuesto -Mandé a mis mejores hombres a buscarla y...-

-Señor- lo interrumpieron, era uno de ellos -Lo siento, pero...- le extendió un haori manchado de sangre -Encontramos esto, creemos que puede ser de ella-

-No es verdad...- tomó el objeto con las manos temblorosas -¿Algo la atacó?-

-Eso parece, señorita Dea- palideció y casi perdió el equilibrio, pero su padre rodeó sus hombros con fuerza -Estamos haciendo todo lo posible por encontrarla-

-Hagan lo posible y más que eso- ordenó, sin querer escuchar excusas -Encuentren a mi hija, sana y salva o no regresen- esa sería su última palabra.

-Padre, necesito aire- hiperventilaba, se estaba ahogando -No puedo respirar- llevó una mano al pecho intentando inhalar todo el aire que pudiera -No respiro-

-¡Ino! ¡Rei!- sus hijas estaban tan nerviosas como ella -¡Ayudenla, por favor! ¡Y acompañenla a tomar aire!- la sostuvieron de los brazos, estaba a punto de colapsar -¡Yuta!- lo llamó al verlo correr fuera del recinto, tenía que encontrar a su hermana -¿Dónde está tu madre?-

-No la he visto, padre, lo siento- se disculpó con una pequeña reverencia y siguió al trote -¡Toge! ¡El caballo, ahora!- montó con una destreza inigualable -Keilot y los demás se encuentran en el bosque e iremos con ellos- asintió a sus hijos, lleno de orgullo -Te esperamos allí-

-Encuentren a su hermana- no dijo más -Ruti- detuvo a una de las sirvientas al pasar -¿Has visto a la señora Naoko está mañana?-

-Si, señor- ningún sirviente lo miraba a la cara y no tenía razones para ello, no lo comprendía -Se encuentra en el jardín exterior del ala oeste alimentando a los peces-

-Gracias, Ruti- se inclinó en señal de respeto -Sigue trabajando- inhaló y exhaló, profundamente -Más te vale que mi hija esté bien, bruja maldita o te mataré-

Murmuró entre dientes, empuñando su espada y caminando en esa dirección.

Encontró el rastro, lo encontró, pero después de apartarse de ese grupo de estúpidos que sólo estaban retrasándolo y en especial, su hermano, que se encontraba urgido de regresar a casa.

Había huido de algo muy grande, estaba seguro de ello y el rastro de sangre lo había llevado a ese lugar. Sólo rezaba a todos los dioses de que estuviera sana y con bien o se volvería loco, al igual que lo hizo en la noche.

-Gaia- susurró por lo bajo ingresando a esa estrecha cueva -Gaia- volvió a decir y un pequeño bulto entre las sombras llamó su atención, era ella -¡Gaia!- se arrastró como puedo y la volteó con cuidado -Gaia, bonita- escuchó su respiración y estaba viva -Gaia, amor...- palmeó su rostro, despacio, ya que tenía una enorme herida en la cabeza -Despierta, mi vida- descansó una mano en su mejilla y a los pocos minutos, abrió sus preciosos ojos -Eso es...- la incorporó con cuidado -¿Qué pasó?- se veía pérdida y confundida.

-No lo sé- su mente estaba en blanco -No sé como llegue aquí- lo miró de reojo -¿Quién eres?-

Tocó su cabeza, aturdida. No recordaba nada, ni siquiera, a él.

Sus hermanas la escoltaron a una pequeña habitación privada después de que recobró la compostura. Era muy unida a Gaia, demasiado y se estaba volviendo loca sin tener razones de ella.

-Dioses, les imploro...- suplicó a cualquier deidad que quisiera escucharla -Que mi hermana esté bien, se los suplico- las palmas de sus manos permanecieron unidas desde que ella desapareció -Gaia es lo único que tengo y lo último que tenía, por favor, quiero que vuelva-

-Dea- Rei se posicionó de cuclillas ante ella -Lo siento- se disculpó, inclinando su cuerpo hasta tocar el suelo con las manos -Lo lamento, he dicho cosas horribles de ti y sobre todo, de Gaia- no quería mirarla, la vergüenza inundaba su alma -Pero ella me defendió de Keilot y me llamó hermana a pesar de todo, lo siento mucho- cuanto se había equivocado.

-Por favor, Rei- sus manos temblaron al querer incorporarla -No es necesario que hagas esto, te juro que no- la aferró de los hombros para verla a la cara -Tú no tienes la culpa de esto y no tienes porque disculparte-

-Yo...- titubeó -Yo, no... No sé que decir- confesó entre temblores -Pero mi madre sí, ella es capaz de todo- Ino cubrió su boca de la impresión y el impacto que aquello le produjo -Es muy cruel y despiadada cuando quiere, no tiene límites...- desvío el rostro para no romper en llanto -Si a Gaia le sucede algo, yo...-

-¡Apareció!- Lai azotó la puerta de ese lugar -¡Keilot la encontró en una parte oculta del bosque!-

Corrieron en esa dirección sin dejarlo terminar. Era evidente que tenía algo más que decirles, pero no querían oírlo, Gaia era más importante que cualquier cosa.

-¡Déjenme!- escucharon su grito de terror fuera del jardín principal -¡Maldita sea! ¡Suéltenme!- una multiplicidad de gemidos agónicos los asustó -¿¡Quiénes son todos ustedes!?- les arrojaba cualquier cosa que tuviera al alcance, entre ellos, rocas y ramas sueltas -¿¡Y dónde diablos está mi hermana!?-

No sabían como, pero les había dado una terrible tunda a todos ellos a pesar de llevar las manos atadas. Era un animal salvaje y dispuesto a defenderse de cualquier ataque.

-¡Gaia!- se arrojó hasta ella al verla en ese estado -¿¡Estás bien!?- la inspeccionó de arriba a abajo, su cuerpo tenía múltiples golpes y heridas -¿¡Dónde estabas y qué sucedió contigo!?-

-¿Quienes son todos ellos, Dea?- no había bajado la guardia -¿A dónde estamos?- se mareó un poco y se estremeció de dolor, llevando una mano a su cabeza -¡Atrás!- advirtió a Toji, Keilot y Yuta que dieron un paso en su dirección -¡O los volveré a golpear!- quedaron inertes en su lugar -¿Otra vez nos vendieron?- preguntó con pesar.

-¿Cómo?-

Respondió confusa y observándola como si fuera una extraña, ¿Qué diablos estaba pasando?

-Eso era lo que quería decirte, Dea- habló Lai desde su sitio -Ella no recuerda nada- sus ojos se hicieron gigantes, no podía ser cierto.

-No puede ser- susurró impactada y levantando una mano delante de su rostro -Te doy vida- pronunció y nada pasó -Curo las cicatrices del declive- otra vez y nada -Liberate- quería liberar su mente, pero no dió resultado -Magia rara- afirmó, mirándola a los ojos y observando un halo rojizo en su interior -Alguien la hechizó-

-Y aquí está la culpable- habló la voz de su padre y apuntando a su esposa con una catana -Libera a mi hija del hechizo que le pusiste-

-Te dije que yo no lo hice, Hanibal- respondía indiferente y sin una pizca de temor -Es más, puedes preguntarle a mi madre, estuve toda la noche con ella-

-¡No mientas!- acercó su arma un poco más -¡Liberala de la maldición!- estaba dispuesto a cortarle la cabeza sino admitía la verdad -¡Te advertí lo que haría contigo si intentabas otra vez maldecirlas!-

-¡Padre!-

Exclamaron todos sus hijos, horrorizados, excepto una de ellos que se veía cada vez más perdida, ¿Qué hacía ese hombre allí? ¿Dónde diablos estaba?

-¡Hanibal!- la voz de mamá Kori calmó la tempestad -Naoko será muchas cosas, pero jamás fue una mentirosa y tendrás que creele, porque está diciendo la verdad- se acercó a ellos a paso firme -Ven aquí, linda- extendió una mano a la joven en cuestión -¿Qué fue lo que te pasó?- nadie le había cuestionado exactamente eso.

-No lo sé, mi mente está muy confusa- respondió con dolor -Lo único que recuerdo, es ver plumas negras y ojos rojos corriendo detrás de mí- movió su cabeza de un lado a otro para mitigar el suplicio -Creo que eran aves-

-¿Cuervos?- indicó su hermana -Vimos cuervos al llegar aquí, recuerdo eso y es más, parecía que estaban siguiéndonos-

Observó alrededor y extrañamente, en ese momento, no había ningún animal de esa clase cerca.

-Las únicas personas capaces de manipular animales a su antojo, son los ninjas de las aldeas ocultas del norte- explicó su padre, tan sabio como siempre -¿Usted cree que alguien usó un genjutsu sobre ella, mamá Kori?-

-No lo creo, estoy segura- la miró a la cara -¿Conociste a alguien en el pueblo, cariño?-

-¿Fui al pueblo?- miró a todos allí -¿Qué lugar es este?- dirigió sus ojos a su hermana -¿No estamos en Keisalhima?-

-No, huimos a Nipón hace más de dos meses- era evidente, no recordaba nada -Gaia, trata de recordar, es importante- la alejó un poco de mamá Kori -¿Quién te hizo esto?, tenemos que saber quién fue, así encontramos la solución -

-No lo sé, Dea- no había forma de poder recordar.

-Akatsuki-

Pronunció Keilot con una voz tan profunda, que no parecía la suya y miró a su esposa con ganas de querer asesinarla.

-¿¡Ellos están aquí!?- cuestionó, apuntándola -¡Contéstame, Rei! ¿¡Esos idiotas caza recompensas están aquí!?-

Ese nombre, el que pronunció, pertenecía a una organización criminal quienes eran los más fieles lacayos de la familia, siempre y cuando, existiera un buen dinero de por medio.

-Sí- respondió avergonzada y bajando la mirada -Keilot, yo jamás quise hacerle daño, es solo que...-

La bofetada que recibió en el rostro, no la dejó excusar sus viles acciones. Fue Dea, ella la había golpeado.

-¡Tú! ¡Eres la peor de todas las personas de esta casa! ¡Eres peor que tu madre!- apuntó a ambas, eran despreciables, pero ella lo era mucho más -¡Y no saben el monstruo que han despertado!- acercó sus manos, inconscientemente -¡Nunca tendríamos que haber venido aquí! ¡Vivimos sin ustedes toda nuestra vida y vamos a seguir haciéndolo!- hiperventilaba de rabia -¡Más negro que la oscuridad, más rojo que la sangre!- recitó.

Estaba agotada de que todas las personas que las rodearan, las lastimarán de alguna y por pequeño que sea, se los haría pagar. No más sufrimiento y humillaciones, no lo iba a tolerar, no más.

-¡Dea, no!- su hermana quiso detenerla pero los brazos de Keilot la rodearon, era peligroso -¡Alguien haga algo!-

Suplicó, intentando salir de su agarre. Él no la escuchó, solo corrió con ella a un lugar seguro y lejos de allí, después de cargarla sobre su hombro. Tenían que huir y dejarlo todo atrás, ya no tenía nada que lo atara a ese lugar, solo sus hijos y volvería por ellos más tarde.

-¡Perdido en la corriente del tiempo!- continuó, invocando energía oscura entre sus palmas -¡Junto con tu poder y el mío!- sus ojos se convirtieron en los de un ser celestial.

-¡Busquen refugio!- ordenó la cabeza del clan, esperando lo inminente -¡Nos matará a todos!-

No imaginó que sería tan poderosa e inconmensurable como su difunta esposa. Todo alrededor perdió el brillo, el color y comenzó a temblar, ya que ella robó la energía del entorno para utilizarla en su contra y no quedaría nada después de eso.

-¡Aniquilaremos a todos aquellos que quieran interponerse en nuestro camino!-

Mujeres y niños huyeron o buscaron refugio, asistidos por los más fuertes guerreros de la casa, no podían enfrentar a algo tan grande como eso. La magia del dragón estaba a punto de ser liberada y tenían que escapar.

-¡Duerme!- contraatacó otra voz y ella cayó al suelo, inconsciente, sin poder terminar aquel mantra -Lo siento, preciosa-

La cargó en sus brazos con mucho cuidado después de que el ambiente aplacó y regresando todo a la normalidad.

-Pero tenía que hacerlo-

Suspiró agotado, su poder era pequeño comparado con el de ella, pero tenía el Hakari consigo y podía suprimirlo de alguna manera inexplicable.

-Señor Hanibal, creo que...-

-Si, vayanse- la miró por última vez -Cuando despierte, iré a verla y solucionaremos lo de su hermana-

Le apartó un rizo del rostro con adoración, ya que podía ver a Keilot alejándose con Gaia a todo galope y sin poder despedirse de ella como merecía, la había secuestrado. Ese era otro asunto a solucionar lo antes posible, él era el esposo de su hija Rei y no permitiría esas faltas bajo su techo.

-También dile a Gojo que hablaremos con respecto a lo del matrimonio- se acercó un poco más para hablar por lo bajo -No voy a consentir que se case con él, teniendo en cuenta que su esposa Mei aún sigue con vida-

-Entiendo, señor-

Carraspeo un poco para pasar el mal trago, ¿Cómo podía saber eso?, era como un secreto de estado la desaparición física de esa mujer del clan.

-Mandaré un mensajero cuando lleguemos al clan y ella despierte- la acomodó mejor en sus brazos -Gracias por su hospitalidad-

-Vayanse ya- los corrió sin ningún tipo de formalismos -Solo quiero que ellas estén bien, sean felices y permanezcan a salvo-

Volteó incólume para dar la cara a todo su clan, ella quiso atacarlos y destruirlos sin piedad. Ahora él, como su padre, trataría de solucionarlo.