Los siete aprendizajes de Daphne Greengrass

Por Nochedeinvierno13


Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling.

Esta historia participa en "Casa de Blanco y Negro 2.0" del Foro "Alas Negras, Palabras Negras".

Condiciones: Aprender y serie de viñetas.


5

Quinto año

En su quinto año en Hogwarts aprendió que fumar no era lo suyo.

Daphne Greengrass estaba familiarizada con el tabaco, las hojas de mandrágora y el polvo de belladona, pues había crecido viendo a su madre fumar en su larga pipa. Por lo que no le pareció mala idea fumar con Pansy mientras hablaban de lo que harían en el verano que estaba en puerta.

Ella le dijo que los cigarrillos se los había conseguido Warrington; a Daphne no le sorprendió, ya que desde el año anterior sabía de su negocio con productos muggles.

Se sentaron en el techo del invernadero número tres; miles de ojos plateados las miraban desde el cielo. Pansy encendió el cigarrillo con la varita y se lo llevó a los labios carnosos. Inhaló y exhaló el humo por la boca; luego, se lo extendió.

—¿Enserio piensas llevar Theodore Nott a París?

Daphne arqueó una ceja.

—¿Qué tiene de malo?

Los ojos de su amiga se perdieron en el horizonte. Las copas de los árboles eran monstruos deformes en la oscuridad; el campo de quidditch estaba desierto.

—Solamente preguntaba.

—¿Por qué lo preguntaste? —insistió.

—Siendo sincera, me molestó que invitaras a Theodore a conocer a tu abuela y a mí nunca me hayas llevado a Francia. Y no me vengas con «ella vive en la parte muggle» porque sabes que no me importa esa mierda.

Después de que sus padres hubieran firmado el divorcio, cada una elegía con quién pasar las vacaciones. Mientras que Astoria se turnaba para estar un tiempo con su madre y otro, con su padre; Daphne siempre elegía ir a ver a la abuela Loretta a París. Y en las próximas vacaciones pretendía llevar Theodore Nott a pasar dos semanas en la capital francesa.

Theodore era una buena compañía. Tenía un humor negro que la hacía reír a carcajadas y no conocía lo que era el miedo, por lo que continuamente la arrastraba en una nueva aventura.

—¿Te molesta que lo esté viendo?

—Tú puedes ver a quien quieras. Solamente se me hace extraño que vayan a pasar juntos el verano cuando antes ni se hablaban.

—Theodore me ayudó en un momento donde estaba vulnerable. ¿Recuerdas que Adrian Pucey me enviaba notas el año pasado? —Pansy asintió—. Él me besó antes del Baile de Navidad y fue el peor primer beso de la historia. Y… también me tocó sin que me diera cuenta.

—¿Y por qué no me lo dijiste? —inquirió Pansy—. Soy tu amiga. Tu mejor amiga —se corrigió—. Debía saberlo. Yo debería haberte apoyado, no Theodore Nott. ¿Por qué no confiaste en mí?

—Estabas tan emocionada porque Malfoy te había invitado al Baile de Navidad que no quería…

Pansy apoyó su frente contra la suya y le colocó la mano en la nuca.

—Tú eres más importante que Draco. Primero estás tú; luego viene el resto del mundo. ¿Me escuchaste? Nunca más me vuelvas a ocultar algo así.

La convicción de sus palabras hizo una sensación cálida le abrazara el pecho.

Para romper con la tensión del momento y volver a la complicidad inicial, Daphne se llevó el cigarrillo a la boca y le dio una calada. Enseguida se arrepintió porque empezó a toser copiosamente. Pansy tuvo que golpearle la espalda para que mejorara. El cigarrillo rodó desde su mano hasta el borde del techo y cayó al suelo.

—Ahí se fueron cinco galeones —lamentó Pansy. «¿Cinco galeones? Warrington sí que sabe forrarse», pensó Daphne—. Definitivamente, fumar no es lo tuyo —agregó su amiga—. Mejor. El tabaco muggle es lo peor que existe. La próxima vez, le robaremos la pipa a tu madre.

—Como si no fuera a darse cuenta —contestó con ironía—. Jamás la pierde de vista. Hablemos de tu verano. ¿Verás a Malfoy?

—Supongo que saldremos un par de veces. Me llevará a la heladería del Callejón Diagon y tomaré el té con su madre en la mansión. Tienen pavos reales albinos en el jardín, ¿puedes creerlo?

—Si yo fuera un elfo doméstico, los sentaría en la mesa junto a ellos. No creo que se note la diferencia.

Pansy se rio de una forma que pocas veces hacía: una risa sincera y pura que brotó de su garganta.

Daphne notó que se había dejado crecer el pelo. Lo llevaba por debajo de los hombros y ligeramente ondulado. El primer botón de su camisa estaba desprendido y dejaba al descubierto parte de su ropa interior. Pansy llevaba un conjunto de encaje negro que contrastaba con su piel lechosa y carente de imperfecciones.

Al ver que sus ojos estaban fijos en su cuerpo, Pansy comentó:

—Quiero cambiar un poco mi estilo este verano. Mi madre dice que debo usar prendas más sugerentes si quiero llegar a algo con Draco.

Daphne pestañeó confusamente.

—Tenemos quince años. Ya tendremos tiempo para eso.

—Casi dieciséis —corrigió su amiga—. Tampoco quiero llegar virgen al matrimonio —agregó y medio sonrió—. Pero Draco no avanza, ¿sabes? Cuando estamos solos en nuestras rondas nocturnas, me acerco a él, coloco su mano en mi cintura y espero que me toque, pero no lo hace. Jamás lo hace. Ni siquiera cuando nos besamos.

—Quizás él sí quiere llegar virgen al matrimonio —especuló Daphne para levantar sus ánimos; no creía que Malfoy fuera así de puro—. Estás loca por él desde que tenemos once años, si ya lo has esperado todos estos años, ¿por qué tanta prisa ahora? —Pansy no respondió nada, pero Daphne lo comprendió todo—. ¡Estás caliente con Malfoy! Por eso estás desesperada por tener sexo con él.

Pansy se abalanzó sobre ella para cubrirle la boca con la mano. Las dos rodaron por el techo hasta la cornisa. Cuando parecía que estaban a punto de caer, Daphne la sujetó de la cintura y la estrechó contra su cuerpo.

Se quedaron en silencio durante unos minutos. Sus ojos se fundieron en la mirada de la otra, se acercaron lentamente y, sin saber muy bien cómo, terminaron enredadas en un apasionado beso.