Día 3
La corte imperial
Hinata miró las calles de la ciudad a través de las cortinas de su carruaje, tratando de almacenar en su memoria aquellas imágenes, sabiendo que había una posibilidad de no volverlas a ver en lo que le quede de vida.
El carruaje se detuvo cuando llegaron al palacio, su asistente la ayudó a bajar y pese a que no estaba acostumbrada a que la atiendan, debido al volumen de su vestido tuvo que permitir aquello.
Aquel imperio liderado por los Uchiha se veía prospero, el grupo de eunucos que la esperaban para conducirla al interior de la sala era excesivo, se preguntaba si aquello era normal o una forma de presumir ante su propia nación, caminó despacio como se suponía debería hacerlo y mantuvo la mirada altiva aunque todo su rogara por huir.
El anuncio de la llegada de la princesa Hinata Hyuga fue voceado por un hombre con ímpetu, el salón lleno de hombres mayores inclinaron la cabeza como un saludo de respeto, al final del pasillo sentado en un trono de dorado, el emperador.
Cada paso dado por Hinata se sintió más pesado, recordó claramente las palabras que la emperatriz madre le indicó la advertencia antes de enviarla a la tierra vecina, incluso si no era nadie, representaba una nación, cualquier error que cometiera seria visto como un error de su patria, no como la torpeza personal de una princesa.
Hizo una reverencia ante el emperador, que amablemente le pidió ponerse de pie al instante.
—Espero el viaje haya sido cómodo para usted, lamentablemente mi hermano no ha podido llegar antes que usted, le pido paciencia para empezar con los rituales de boda.
Hinata asintió ante las palabras escuchadas y se mantuvo firme mientras escucha las palabras de alabanza a su belleza, nada de eso importaba, incluso los días de ventaja antes de que su prometido llegara no servían de nada, desde el momento en que llegó a ese palacio no era diferente de una prisionera, todos podían referirse a ella como princesa, pero solo era la mercancía entregada como tributo de paz entre las dos naciones.
Sola en su cuarto se pondrá llorar, desde que tuvo uso de razón supo que algún día su padre la usaría como moneda de cambio, no era hija de una concubina principal, su padre nunca le brindó más allá de un par de miradas incomodas en los escasos momentos en que estaban en el mismo lugar, con el tiempo, al ver como sus hermanas menores se casaban con hombres poderosos se preguntó si acaso tenía una esperanza de ser feliz en la jaula de oro donde había nacido, pero entonces el príncipe Uchiha había vencido en la guerra y para evitar más disturbios la ofrecieron en un matrimonio de alianza por la paz.
En un principio sería una de las concubinas del emperador, con su título de princesa podría ser una concubina principal, pero Itachi Uchiha era un hombre astuto y con el don de la palabra que poseía cambió el acuerdo a ser la primera esposa de su hermano menor , una persona sin mucho conocimiento pensaría que Itachi era amable, ser la primera era un rango más alto que ser una concubina, pero una concubina del emperador tendría hijos príncipes, mientras que la esposa de un príncipe solo tendrá parientes de príncipes.
Su padre se enojó con ella como si tuviera algo que ver en la decisión, no se había encontrado siquiera con ella en persona para argumentar su aspecto promedio.
Días después, de acuerdo a lo acordado el hermano menor del emperador llegó a la ciudad, pero siguiendo las tradiciones no vieron hasta el día de la boda.
El día de la boda llegó más rápido de lo esperado, las asistentes asignadas al palacio le colocaron un traje con el símbolo Uchiha, a partir de ese día era el único símbolo que podía portar, se sorprendió un poco al ver las decoraciones, su padre le había advertido el natural menosprecio entre ambos clanes, por lo que ver tanta opulencia para su ceremonia no iba con la idea que tenia de aquella familia.
Cuando volvió en si tenía que mirar al novio a los ojos, levantó la cabeza y sus ojos se encontraron con una mirada oscura y profunda, su corazón latió fuerte contra su pecho, olvidó respirar por un momento, hasta que una de las asistentes le indicó que debía seguir al siguiente protocolo, antes de bajar la mirada algo avergonzada por quedarse fijamente a su esposo pudo ver una sonrisa irónica del otro lado.
La ceremonia continuó con un Sasuke divertido por la actitud de su nueva esposa y una Hinata roja hasta las orejas.
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Notas de la autora: En un principio me dije que trataría de hacer los días que más pudiera, sin presionarme, me sorprende ver cómo voy tres días seguidos de este reto, espero seguir así hasta el final.
