Todo reconocible de Obey Me! es propiedad de sus creadores y la franquicia de Shall we Date? NTT - Dating Sims de NTT Solmare Corporation.
Los personajes originales y algunas cuantas licencias creativas son de mi autoría.
Nota:
Bueno, no sé si siga giandome escena por escena y dialogo tras dialogo del juego, pues esta vez fue más extenso y tardado. Ya hay varias chicas (en wattpad) que han hecho lo de traducir los capitulos al español, dialogo por dialogo. Aunque por la historia de los siete Lords lo valía, creo yo, pero ya le añadí un poco más de mi intervención y como quisiera que MC participara más en, creo que terminaré cambiando las cosas un poco más de la cuenta. De todas maneras, de entre todo lo que puedo escoger para escribir en este Fandom, dudo mucho que un Long-Fic que sea paralelo al juego en sí mismo sea lo mejor, pero al menos lo estoy disfrutando.
Obey Me! The Charmed One
Lección 02 – La casa de las Lamentaciones
Mientras iban caminando Lorelei no dijo nada. Seguía pensando distraídamente en lo que había pasado antes de su llegada a Devildom, al mismo tiempo iba observando el lugar. Le recordaba vagamente su visita a Toledo, España… Hacía tantos veranos atrás que había ido de viaje a aquel lugar.
—Ugh, no puedo creer esto. ¿Cómo puedo tener tan mala suerte? ¿Por qué soy yo quien tiene que hacerse cargo de la humana? Es una ofensa a mi persona —iba refunfuñando Mammon, hasta que finalmente se detuvieron ante una casa enorme que efectivamente parecía una mansión sacada de una historia de terror—. Ese maldito bastardo… ¿En serio cree que puede obligarme a hacer lo que quiera? —continuó maldiciendo, ahora refiriéndose en específico a su hermano mayor—. Solo para aclarar… No es como que Lucifer me asuste, ¿entendido? Solo acepté ser tu niñero porque… tú sabes... uhm… Como sea, no importa, solo quiero que quede claro que no me asusta, ¿entiendes?
—¿Uhm? Vale, la verdad es que no me importa —contestó Lorelei, prestándole más atención a la casa que a su acompañante.
—¿Qué? Oh, ahora te lo estás buscando… ¿Qué falta de respeto es esta? —recriminó—. Aunque ahora que lo pienso, me sorprende que tengas el valor de hablarme así. ¿No tienes miedo? O sea, soy un demonio, ¿entiendes eso? —preguntó, algo más tranquilo.
—Sí, lo sé, pero… No, no tengo miedo —contestó con seriedad y volteó a verlo—. Tampoco le tengo miedo a la muerte o a que me mates, si me quieres matar lo harás y ya, sé que no tengo oportunidad y no me humillaré ni suplicaré por clemencia —añadió con naturalidad, encogiéndose de hombros como si aquello fuera lo más obvio del mundo.
—…Hmph. Eres una humana extraña, te concederé eso… —replicó Mammon, observando directamente a los ojos a aquella chica la cual no parecía estar mintiendo—. …Ugh, lo que sea. Continuemos.
El demonio abrió las rejas de la entrada y tranquilamente se adentraron en la mansión. El vestíbulo era hermoso, amplio y elegante, con un tapiz victoriano, candelabros, pinturas enmarcadas en cuadros tallados, dos dragones de piedra adornaban las columnas de las escaleras. Aquello era un sueño hecho realidad. Había visitado castillos antes y estado en edificios que ostentaban la opulencia de sus dueños, pero nunca había llegado a soñar con vivir en un lugar así, no era algo que se pudiera costear.
—Esta es La casa de las lamentaciones. Se puede considerar uno de los dormitorios de la RAD —explicó Mammon—. Bueno, no es un dormitorio más, si no el que está reservado para los miembros del consejo estudiantil. Lucifer, Asmo, y los demás siempre aprovechan cada oportunidad para insultarme. Me llaman rastrero, ambicioso y de más… pero al igual que ellos soy un miembro del consejo, uno de los siete soberanos. En otras palabras, soy importante, MUY importante… —comenzó a alardear, pero Lorelei apenas y le ponía atención por estar admirando el lugar—. Así que no pienses que soy un demonio común y corriente. Yo no soy como esos plebeyos que vimos en el camino… Por cierto, Diavolo es el más importante aquí. Él tiene su propio castillo, por eso no vive con nosotros —continuó hablando—. En pocas palabras, aquí vivimos únicamente los siete soberanos… aunque ahora vivirás tú también.
—¿Por qué no me dieron habitación con los otros estudiantes de intercambio? —preguntó curiosa, sin obtener respuesta.
—Bueno, vamos a tu habitación. Te la mostraré… —declaró, comenzando a caminar a la segunda planta—. ¡Anda! O te voy a dejar atrás —le advirtió—. Mira, escucha bien. Si quieres sobrevivir en el Devildom, debes de escucharme con atención. Si un demonio va a atacarte, ¡corre! Eso o vas a morir de verdad….
—¿Qué te parece esto? Yo te voy a matar, Mammon —habló de repente un chico de cabello azul, tez pálida y ojos amarillos. Posiblemente otro de los hermanos demonios que no había tenido la fortuna de conocer previamente.
—¡Dah! ¡Levi! —se sorprendió el aludido, dando un pequeño salto hacia atrás—. Oh… Uh… Escucha esto, humana. Este es Leviathan, el Avatar de la Envidia. Es el tercero de nosotros. Ya que su nombre es complicado, simplemente le puedes llamar Levi como el resto… ¿Sí? Continuemos —dijo con intención de continuar caminando.
—Me gusta decir Leviathan —comentó Lorelei, recordando las historias de lo que ese nombre representaba: El gran monstruo de la mitología, la bestia bíblica que era una especie de dragón marino… En el culto satánico, Leviathan era uno de los cuatro príncipes según la biblia satánica. Aunque viéndolo bien… No, ese tipo no era lo que imaginaba. Era lindo, sí, pero no se imponía de la misma forma que Lucifer.
—Mammon, devuelve mi dinero… ¡Después arrástrate a un hoyo y muérete! —le gritó a su hermano mayor.
—Oh, vamos. Ya te dije que te lo devolvería, solo necesito un poco más de tiempo… ¿Y por qué quieres que me muera después de pagarte? Eres un poco cruel conmigo, Levi —se defendió el aludido.
—¿Necesitas más tiempo? ¿Cuánto más? —se quejó, visiblemente enojado.
—Un poco más, ¿está bien? Un poco más significa un poco más —replicó Mammon, avanzando como si nada por el pasillo y olvidándose por completo de Lorelei, quien solo observaba en silencio.
—¡Me has dicho lo mismo durante doscientos años, Mammon!
—¡Ey, no! No han sido doscientos años, han sido doscientos sesenta, ¡haz las cuentas bien, Levi! —dijo, pese a que eso sólo hizo enojar más al Leviathan.
—Increíble. En serio, Mammon, eres un…
—¿Un qué? ¿Un maldito rastrero? ¿Es lo que vas a decir? —le interrumpió.
—Eres un rufián y un desperdicio de espacio —le atacó, elevando ligeramente la voz.
—¡Ey! Vamos, eso es ofensivo, no tienes por qué ser tan duro conmigo…
—Me da igual… Sólo quiero que me devuelvas mi dinero —insistió Levi—. Necesito colección especial en Blu-Ray de El viaje a Devildom: La historia de una chica demonio y su compañero reacio. La tirada de primeras copias incluye boletos promocionales para un evento especial adicional.
—No tengo idea de qué estás hablando, Levi, pero no importa, porque ahorita no tengo dinero para darte. ¿Cómo se supone que te pague si no tengo dinero?
—Entonces, ¿me dices que te estás negando a pagarme? —reprochó el susodicho.
—¿Qué? ¿Estás buscando pelea? —cuestionó Mammon, acercándose disimuladamente a Lorelei quien ya no les ponía atención y en su lugar estaba observando el arte de sus alrededores—. Escucha humana. ¿Recuerdas mi consejo sobre los ataques de demonios? Bueno, es hora de que observes mi consejo en práctica… entre que mueras tú o yo, te toca morir, porque no seré yo quien muera —declaró, empujando a la chica contra su hermano menor.
—¡Un momento! Pensé que el consejo era que o corriera o muriera… ¡No! ¡Maldición! —gritó Levi, tomando a Lorelei para que no se golpeara contra él, mientras observaba como Mammon se escapaba corriendo—. ¡Mammon! Ese bastardo… huyó y te usó como distracción. Prácticamente te sacrificó —refunfuñó, apartándose de ella.
—No sé qué ha sido eso, pero… —Lorelei se iba a quejar, pero Levi no parecía estarle prestando atención.
—¡Tengo una idea! ¿Estás disponible no?... Bueno, no importa. En cualquier caso, vendrás conmigo —declaró sin esperar respuesta.
La chica iba a protestar de nuevo, pero su móvil comenzó a sonar. Por un segundo miró los mensajes con la esperanza de que fuera Lucifer preguntando por su bien estar, pero en su lugar se topó con textos de Mammon:
Mammon: Oye, de repente recordé que tengo unos asuntos que resolver. Así que, si necesitas algo, pídeselo a Levi.
Mammon: [Emoticono de diablito que guiña el ojo]
Mammon: Oh, y para asegurarme… No vayas a andar de soplona. No le vayas a contar esto a Lucifer.
Mammon: [Emoticono de cuervo enojado]
Lorelei: [Emoticono de cuervo enojado]
Mammon: [Emoticono de cuervo temblando]
Lorelei ya no respondió, sino que guardó el móvil en su bolsillo y después se dejó llevar por Levi. La verdad sí había pensado en quejarse, pero no iba a ganar nada. Así que se dejó llevar por Levi hasta lo que parecía ser la habitación de este. La decoración no era lo que esperaba, aunque era increíble. El acuario y la tecnología la había dejado sin palabras.
—¿Quieres saber porque me cercioro de que nadie esté cerca al cerrar la puerta? Pues, ¿por qué crees? ¿No es obvio? Imagina lo que pensarían si se dan cuenta de que te invité a entrar a mi habitación. Una humana que ni siquiera luce como una otaku, si no como una normie… ¿Sabes lo que la gente diría si se entera? —dijo repentinamente, soltándole toda aquella explicación que Lorelei no había pedido.
—¿Eres un Otaku? —repitió, observando los alrededores y notando los pequeños detalles que lo delataban.
—¿Me estás juzgando? ¿Piensas que eres mejor que yo? ¡No te atrevas a burlarte de los Otakus! Escucha bien, porque esto te sorprenderá, pero no importa que tan normie te creas, todo mundo tiene un poco de Otaku. ¡Todos tienen un poco!... Bien, quiero decir, supongo que no soy realmente una persona en el sentido estricto de la palabra, pero… pero eso está fuera de lugar —declaró Levi, visiblemente alterado y enojado con ella, pese a que la chica no había dicho nada.
—Está bien. Eres Otaku, ¿felicidades? —dijo, ladeando la cabeza y mirándole confusa—. Mira, no te estoy juzgando. Al contrario, me parece interesante que te sientas seguro con tu personalidad —añadió, encogiéndose de hombros y distrayéndose un poco en la estantería de libros que tenía Leviathan en su habitación. La mayoría eran títulos que no conocía, pero uno en particular llamó su atención: La historia de los siete gobernantes: El despertar del señor de las sombras.
—¿Qué ocurre, humana? ¿Qué estás mirando? —cuestionó Levi, acercándose para mirar lo mismo—. Oh, ese es el libro de La historia de los siete gobernantes. ¿También eres una fanática?
—Uh, no los conozco, pero suena interesante…
—¿Disculpa? ¿No conoces LHSG? —dijo utilizando el acrónimo de la historia—. ¿Y te llamas a ti misma humana? ¿Qué tan despistada eres? ¿Cómo no la puedes conocer?
—¿Disculpa? —replicó con el mismo tono—. Esto no es algo que se lea en el mundo humano y te lo dice alguien que tiene una carrera en filosofía y letras. Es verdad que no conozco todo y que no he leído todo lo que hay, pero si fuera tan relevante como lo haces ver, al menos conocería el nombre o el de su autor…
—¡Tonterías! El hecho de que no conozcas LHSG es prueba suficiente de que has estado desperdiciando tu vida. Así que te haré un favor y te enseñaré —comenzó a decirle sin prestarle atención a la información que acaba de dar. Lorelei ya estaba acostumbrada a que nadie le importaran sus títulos, finalmente había escogido una de las carreras más inútiles, pero no por eso dejaba de frustrarle—. Presta atención…
—Claro —bufó Lorelei. Aunque sí le interesaba saber, no le gustaba aquella actitud.
—La historia de los siete gobernantes, conocida también como LHSG, es una serie de novelas escritas por Christopher Peugeot. Es una épica heroica que abarca 138 volúmenes, y una de las series de fantasía más leídas en el mundo entero. Incluso hay una versión teatral, una serie animada y películas. Ha sido traducida a 182 idiomas diferentes. En los años de 1990s la versión teatral fue un desastre, principalmente porque añadieron personajes que no pertenecían a la historia original. En su momento yo estaba como: Esta producción necesita irse a un hoyo y ser enterrada. Pero después en el 2015 salió otra versión y fue increíble. ¡Más que increíble! Si me lo preguntas, la primera versión demostró que meter innecesariamente a una segunda protagonista femenina para que Henry tuviera una pareja era una mala idea. Una cosa innecesaria e inútil. Lo que Henry necesita es un amigo que lo entienda, no una pareja, y en la versión de 2015 lo supieron hacer. Además, el elemento principal de la historia es que cada uno de los gobernantes es único a su manera. Todos ellos son interesantes de una forma peculiar. Eso es lo que los hace tan geniales, la razón por la cual la historia es asombrosa. ¡Asombrosa he dicho! —concluyó emocionado. Se notaba que le apasionaba el tema.
—Suena bien…
—Los gobernantes son todos hermanos… El mayor es el Señor de la Corrupción. Al principio no da la impresión de ser tan malvado, pero siempre está tramando y planificando en secreto. El segundo mayor es el Señor de los Bufones, un bribón que haría cualquier cosa por dinero. El tercero es el Señor de las Sombras, un tipo inquietante y solitario. El cuarto es conocido como el Señor de las Máscaras. Sus mascaradas son muy sofisticadas y de alta alcurnia. Es un miembro sobresaliente de la sociedad aristócrata, pero bajo esa fachada es un monstruo insensible. El quinto es el Señor de la Lascivia, el cual siempre está pensando en el sexo y el placer. El sexto es el Señor de las moscas, y siempre está pensando en comida. El séptimo de ellos es el Señor del Vacío. Él es raro… nunca sabes que es lo que está pensando —continuó con la narración—. La mayoría de las personas siente afición por el mayor, el Señor de la Corrupción. Todo mundo siempre habla de lo magnifico que es, pero no yo. A mí me gusta más el tercer Señor… Claro que también me gusta el protagonista, Henry. Él es tan genial como el tercer Señor —aclaró con sobresaliente orgullo—. El segundo señor es un bribón total, un caso perdido, un degenerado sin remedio que vive en la extravagancia y la indulgencia. Siempre está causándole problemas al tercer señor. Él tiene unos cerdos mágicos que pueden poner cerditos de oro sólido, los cuales él atesora. Entonces, Henry habla con los cerdos y utiliza su poder de persuasión para convencerle de que le deje uno de esos cerdos de oro sólido. Entonces, los lleva con el tercer señor y se lo entrega como regalo… Wow, o sea, ¡son tan buenos amigos! Lo puedes sentir. ¡Su amistad es conmovedora! ¡Te pueden hacer llorar! —siguió hablando emocionado—. Oh, y hay una escena realmente asombrosa en la que los dos se demuestran su cariño y respeto mutuo, y luego se dan un coque de manos. ¡Sencillamente me encantan! ¿Sabes? Me gustaría tener un momento así con alguien. Me gustaría ser como el tercer señor. Quizá soy un inadaptado solitario como él, pero somos muy diferentes, porque él tiene un amigo tan increíble como Henry… —comentó eso último con un tono de nostalgia.
Lorelei se quedó en silencio al no saber que decir. No había que ser demasiado inteligente para deducir que sea quien fuese que hubiera hecho aquella historia, se había inspirado en ellos siete. Hasta el nombre lo decía, ¡ellos siete eran los gobernantes del infierno! Leviathan era totalmente la inspiración para ese tercer señor y no dudaba que todos amaran al mayor por obvias razones. Lucifer tenía un atractivo inherente…
—Pues… —balbuceó.
—¡Mira esto! ¿Ves ese pez dorado que está en el tanque de aquí? —le interrumpió Levi—. Se llama Henry. Me gusta tanto LHSG que no me pude resistir a la idea de nombrarlo como el personaje principal de mi historia favorita. Aunque realmente no puedo chocar las manos con un pez, ¿verdad? —dijo para sí mismo—. El autor original de LHSG, Christopher Peugeot, es humano, ¿sabes? Es por eso por lo que me das tanta envidia en estos momentos…
—Imposible, nunca había escuchado de él —insistió de forma testaruda. Aunque era una posibilidad, aquella era un área que le gustaba demasiado como para que se le hubiera escapado una historia así, ¿cierto? O al menos Levi la hacía sonar importante.
—¡Arg! ¡Eres imposible! Los humanos son tan afortunados de tener cosas increíbles y no les ponen atención. Pueden incluso subscribirse a plataformas de anime que les permiten ver todo lo que quieran cuando quieran, pueden ir a Akihabara cuando quieran, ¿por qué sólo ustedes pueden disfrutar de ello? Quiero decir, el concepto de placer originalmente viene de nosotros los demonios, ¿sabías? Nosotros lo introducimos a la especie humana. Entonces, ¿por qué no podemos disfrutar también de lo mismo? Algo de retribución no nos vendría mal. Quiero decir, quiero poder ir a los Japanese Maid Café también. Quiero escuchar como las doncellas me reciben como si fuera su señor, mientras ponen salsa de tomate en mi comida con forma de corazón. Quiero experimentar toda esa magia. Quisiera hacer cosplay de Henry, y luego ir al centro de Akihabara, o quizá debajo de uno de esos edificios en Tokio que tiene forma de triángulo invertido. Una vez que esté ahí, quiero actuar como el todo poderoso Henry y decir el conjuro que va con el gran final. ¡Quiero gritarlo desde lo más profundo de mi pecho!... De hecho, ¿sabes qué? ¡Quiero ser Henry! —declaró energéticamente.
Lorelei no podía creer que ese chico hablara tanto, aunque lo entendía. Ella también a veces quería ser alguien más, aunque no quería ser la protagonista de los libros que leía, sino la villana.
—Temo que eso no es posible… Aunque entiendo —respondió, sonriendo ligeramente.
—Lo sé, pero, aun así, puedo fantasear todo lo que quiera, ¿no? —suspiró y luego carraspeó un poco—. Lo siento, creo que estoy hablando demasiado. Incluso me duele la garganta.
—Tranquilo, pasa —contestó, mirando los demás títulos de los libros de aquella serie.
No lo pudo evitar, pero se preguntó si el autor conocía personalmente a los hermanos demonios y si al leer esa historia encontraría datos que le ayudaran a conocer mejor a los tipos con los que ahora iba a vivir. No, aquello era una mentira a medias. El único que le intrigaba era Lucifer. El todo poderoso ángel caído.
Se mordió el labio inferior… Un clavo nunca sacaba otro clavo, ¿por qué ahora estaba pensando en él? Tenía un problema y ese no era el momento para pensar en aquellas cosas. Además, era ridículo pensar que un demonio se fuera a fijar en ella. Era casi lo mismo que tener una relación con su profesor, con el director de su comité…
—Claro. Ha sido suficiente —la voz de Leviatahn la hizo volver a la realidad—. Por alguna razón me ha deprimido un poco el tema. Así que, como sea, no te traje para hablar de eso —siguió hablando el chico—. No creo que te dañe saber lo que ya has de saber: Mammon es un bribón sin remedio. Es muy importante que lo entiendas. Lo diré una última vez. Mammon no tiene remedio y no vale la pena. ¡Es un maldito bribón! Le presté dinero hace tiempo, y ahora quiero que me pague, pero como el bribón que es, sé que no lo hará —gruñó frustrado— Desearía poder forzarlo a hacer, pero, aunque es un maldito inútil, Mammon es el segundo mayor y yo soy el tercero. No importa cuánto me esfuerce, sé que no puedo luchar contra él… —comentó.
—¿El orden tiene algo que ver con su poder? —curioseó ante aquel comentario y recibió un cabeceo como respuesta.
—¿Quieres saber cuándo nos enemistamos Mammon y yo? … Bueno, es una larga historia, seguro. Te diré, humana. Una vez, hace mucho tiempo, Mammon ganó un premio en una campaña promocional de una tienda de abarrotes. Si comprabas algo te dejaban sacar un trozo de papel de una caja y ahí estaba escrito el premio que podías obtener. El premio que ganó Mammon fue una figura de Seraphina, algo que yo me moría por tener. Pero a pesar de que Mammon no tenía ningún interés en esa figurita, se negó a dármela. ¿Por qué te preguntas? Porque yo la quería… solo por eso. Esa fue la única razón para quedársela. Sabía que yo la quería y se negó a dármela para atormentarme —explicó y en su expresión se notaba lo mucho que le frustraba y molestaba recordar aquello—. Quiero decir, ¿qué tan extraño es eso? Así que deduje que Mammon iba a tratar a Seraphina como una pieza de basura, como cualquier cosa… Ni siquiera la iba a dejar en su empaque original, ¿qué iba a hacer si la sacaba del empaque? Se iba a arruinar por su culpa. Entonces decidí salvar a Seraphina, por lo que fui al cuarto de Mammon por la noche, y entonces, ¿adivinas qué vi? No lo vas a creer. Él no había abierto la caja… No era peor que eso. Ni siquiera la había sacado de la bolsa de la tienda. ¡La tenía arrumbada en un rincón! ¡En el piso! ¡Había dejado a Seraphina en el piso! ¡La reina de los elfos estaba en el piso! —exclamó indignado.
Lorelei sonrió y no supo que decir. Para tener la garganta seca, Leviathan hablaba demasiado y aquello ya parecía un soliloquio. Una parte de ella estaba interesada por saber más. Seguramente él estaría dispuesto a narrarle historias de sus hermanos. El único detalle es que le estaba hablando de los que no le interesaban.
—Ajá… —lo animó a continuar.
—Claro que Seraphina puede verse orgullosa y fría al inicio, pero una vez que la entiendes sabes lo sola que está, y entiendes que ella sólo quiere cariño, simplemente que no lo aceptará, ¡es tan linda! Y aun así Mammon la tiró en el piso, ¡la dejó abandonada en el piso! No podía creer que la hubiera dejado abandonada ahí por tres meses, cubriéndose de basura, una caja de ramen vacía, servilletas usadas y… y… ¿Cómo fue capaz? ¡Dejó a Seraphina como si fuera basura ahí! Fue tan desagradable y horrible verla ahí, que no me pude contener. Me llené de rabia y fui directamente contra Mammon, lo saqué de la cama, jalándolo de la pierna y lo azoté contra el piso con todas mis fuerzas. Aunque lo siguiente que supe es que ya no estaba ahí. Pasó muy rápido. Se movió con una increíble velocidad, me agarró y me estrelló contra la pared. Lo peor de todo era que estaba desnudo, ¡desnudo! —narró escandalizado.
Lorelei hizo una nota mental de aquello: Mammon dormía desnudo, por ende, era mejor no buscarlo en su habitación.
—Ajá —volvió a asentir para que él siguiera hablando.
—Mientras estaba perdiendo el conocimiento por la presión que ejercía en mi cuello, recuerdo que pensé: ¿Por qué duerme desnudo? Podría ponerse al menos ponerse algo de ropa interior… No recuerdo nada más después de eso —dijo, encogiéndose de hombros—. Y bueno, tú lo has visto por ti misma, ¿no? Nadie aparte de Lucifer y Beel tienen esa velocidad y fuerza. Sin embargo, digamos que una humana hace un pacto con Mammon y lo ata a sus órdenes, entonces a Mammon no le quedaría más opción que hacer lo que sea que esa humana le pida —sugirió con una amplia sonrisa.
—¿Ah? —Lorelei le miró y negó con la cabeza. Sabía a donde quería llegar Leviathan.
—Sí, eso significa que tú harás un pacto con Mammon y entonces le ordenarás que me devuelva el dinero que le presté, entonces no tendrá más opción que hacerlo —exclamó emocionado, como si aquello fuera un plan maestro.
—¿Por qué no se lo pides a alguien más? Yo no soy buena en esto… —se excusó—. No sé cómo hacer un pacto…
—Hacer un pacto con un demonio es fácil. No es tan complicado ni tenebroso como en las películas —explicó para convencerla—. El demonio se pone al servicio del humano para cumplir sus deseos a cambio de su alma, una vez que se cumple el deseo del humano el demonio se queda con su alma y ya…
—¡No le voy a dar mi alma a Mammon! —replicó la chica con molestia.
—Eso no será necesario. No todos los pactos involucran el alma del humano. A veces el humano puede tener algo que el demonio quiera y así hacer un intercambio. Además, estoy seguro de que Lord Diavolo no permitiría que forjaras un pacto así con ningún demonio, ¿cierto? —dijo para tranquilizarla y efectivamente recordó que Lucifer le había explicado un poco de eso durante la reunión de bienvenida—. Así que solamente necesitamos darle algo a Mammon, algo que él quiera y lo vas a intercambiar. Es una forma de negociar el pacto que no te pone en riesgo, ¿no crees? Además, seguramente te servirá tenerlo a tus servicios. Digo, aun con lo detestable que es, sigue siendo un demonio poderoso.
—No lo voy a hacer, no me interesa… —dijo lorelei, manteniéndose firme en su posición.
—No me importa lo que opines —la interrumpió bruscamente Leviathan—. Lo que me importa es lo que yo ya he planeado y este plan no tiene fallo. Averiguarás lo que quiere Mammon y luego se lo ofrecerás a cambio de que haga un pacto contigo, punto.
Lorelei se le quedó viendo y volvió a negar.
—Olvídalo… No me interesa —declaró con firmeza y antes de que Leviathan dijera algo más, la chica escapó casi corriendo de la habitación.
Una vez estuvo en el pasillo, se dio cuenta de que no sabía hacia donde ir. Mammon no le había dado el recorrido completo y no sabía dónde estaba su habitación.
¡Genial! Bufó y siguió caminando por el pasillo, intentando volver al vestíbulo y no perderse en aquella enorme casa. Aunque ya que estaba ahí, admiraba los cuadros con curiosidad. Todos eran lienzos pintados a mano en cuadros tallados. Podía ver cada detalle realizado a la perfección y con ese toque artesanal que hacía que cada diseño, aunque parecido los unos a los otros, era único. Tan hermosos. Obras de arte de verdad. Complejas imágenes que representaban demonios y escenas del purgatorio. No lo iba a negar, le encantaba todo lo que veía. Era fascinante.
—¿Qué haces? —le cuestionó una voz que sonó familiar y al girarse se dio cuenta que era Satán—. ¿No deberías de estar instalándote en tu habitación?
—Mammon olvidó mostrarme dónde era… y me distraje hablando, escuchando —se corrigió enseguida— a Leviathan.
El demonio rubio le miró con curiosidad.
—Es raro que alguien use el nombre completo de Levi, ¿sabes? —dijo, a lo que Lorelei respondió encogiéndose de hombros—. ¿Y de qué hablaban? ¿O qué te decía?
—Me contó sobre La historia de los siente gobernantes —relató, omitiendo el resto de la conversación que había tenido con el tercero de los hermanos—. ¿Podrías decirme dónde están las cosas como mi habitación, el baño, la cocina…? —pidió con media sonrisa. Pese a las advertencias de Lucifer, Satán realmente lucía como un tipo centrado.
El aludido rio entre dientes y mirando alrededor, corroborando que sus hermanos no estaban cerca, accedió.
—Está bien, vamos —aceptó y comenzó a caminar por los pasillos—. Este es el vestíbulo, por acá está el comedor, donde desayunamos, comemos y cenamos —indicó, guiándola por una puerta y entrando a un salón donde había una mesa larga con varias sillas—. Por esa puerta se entra a la cocina y no, no tenemos servidumbre. Nos turnamos para hacer la comida —le explicó, siguiendo hasta el lugar mencionado. La cocina era rustica, pero ubicaba casi todo lo que ahí había. La estufa tal cual era un fogón y tenían horno de piedra. Nada que no hubiera visto antes.
—Necesitaré algo de ayuda aprendiendo a encender esto, pero se ve bien… —comentó, abriendo aleatoriamente las puertas de la alacena para observar ingredientes que no sabía identificar. Vale, quizá iba a necesitar también ayuda escogiendo cosas que no la fueran a matar.
—Sí, cuando te toque hacer comida, mis hermanos te pueden ayudar —le dijo sin mayor interés, saliendo de ahí para continuar el recorrido—. Tu habitación estará en el primer piso, aun lado de la de Beel. Las otras habitaciones están en el piso inferior, como la de Levi y Mammon. Las otras están en el segundo y tercer piso. Hay varios baños, pero como somos varios, nos lo dividimos —le explicó mientras salían de la cocina y andaban de vuelta al vestíbulo—. Este es el baño común de este piso —señaló, abriendo la para mostrarle lo amplio que era, tenía un espejo enorme y dos lavamanos, el retrete estaba al fondo, detrás de una pared que lo separaba del resto, ocultándolo a la vista y afortunadamente no había bañera sino una regadera, también separada por unas puertas de cristal opaco—. Aparte de este baño, hay otros dos de uso común, uno en la planta inferior y otro en el segundo piso que también compartimos la mayoría de nosotros, excepto Asmo y Lucifer. Ellos tienen baños privados en sus habitaciones —comentó con fastidio por el privilegio que disfrutaban sus hermanos—. Como sea, esta es tu habitación —indicó, parándose frente a la puerta correspondiente.
—Tengo una duda —habló Lorelei, abriendo la habitación y observándola con curiosidad —. ¿Qué será de mis cosas? ¿Mi ropa? ¿Mis pertenencias? No es como que haya traído una maleta… —murmuró, volviendo a recordar el accidente de auto.
—Creo que Lucifer y Diavolo pensaron en eso. En tu armario encontrarás un uniforme, ropa de todo tipo, interior, para dormir, para cambiarte, lo esencia, supongo —dijo encogiéndose de hombros sin darle mayor importancia—. Como ellos mismos dijeron en la reunión, si necesitas algo se lo puedes pedir.
Lorelei le escuchó y encontró sentido en sus palabras, pero se sentía extraña ante la idea de tener cosas que no eran propias, que no había comprado o escogido. ¿Le quedarían? ¿Se le verían bien? ¿Qué más daba? Estaba en el infierno.
—Gracias… —alcanzó a decir, pero Satán ya se estaba alejando por el pasillo, dejándola sola en la habitación.
La chica entró y cerró la puerta tras ella. Comenzó a curiosear cada rincón, pero no había mucho más de lo que se veía a simple vista. Satán tenía razón, en el armario y los cajones había ropa que se veía más o menos de su medida. El uniforme era igual al que les había visto a los hermanos y tenía la opción de usar un pantalón igual que ellos o también había disponible unas faldas, tanto largas como cortas. Aunque no todo era de su gusto o estilo, tenía opciones para escoger lo que mejor se le acomodara, incluso en la ropa interior.
Sin pensarlo demasiado comenzó a probarse algunas cosas, seleccionando lo que pensaba podía ser su ropa de diario. Luego se preguntó si en las otras habitaciones para los demás estudiantes humanos había la misma selección. Sonrió al espejo, observando cómo le quedaba el camisón para dormir, pero antes de que se lo quitara para seguir probándose el resto de las prendas, tocaron a su puerta.
—¿Se puede? —se oyó una voz masculina y conocida. Seguramente era alguno de los hermanos, pero todavía no los sabía identificar—. ¿Lorelei? —insistió, dando otros pequeños golpes.
—¡Adelante! —dijo sin pensar en que todavía estaba en camisón.
La puerta se abrió y al otro lado apareció Lucifer.
—¿Cómo te encuent…? —la pregunta murió cuando el demonio notó lo que la humana llevaba puesto—. ¿Vuelvo más tarde? —ofreció, arqueando una ceja y cerrando la puerta tras él.
—No, está bien —negó, acomodándose los lentes y pretendiendo que acomodaba la ropa que seguía en su cama—. Solo miraba lo que tenía disponible ya que no tengo mi ropa de siempre y me cercioraba de que me quedara. Es todo. Ya me dieron un recorrido por la mansión y conocí a Leviathan, quien me contó sobre La historia de los siete gobernantes, y aquí estoy. Todo bien. Probándome los uniformes para mañana… —le contó con una sonrisa amable—. ¿Y qué hora empiezan las clases?
Lucifer la seguía mirando y se bufó un poco con aquella pregunta.
—¿Eso es todo lo que quieres saber?
—Es importante, ¿no? —asintió Lorelei.
—Las clases comienzan a las ocho y terminan a las dos de la tarde. Tenemos un descanso a medio día y hay bastante flexibilidad mientras cumplas con tus deberes —respondió—. Desayunamos alrededor de las siete y media, quien prepara el desayuno se levanta a las siete o seis. En la RAD puedes comer en la cafetería y comer lo que quieras al salir de clase. Como todos estamos ocupados durante el día, no solemos comer juntos, pero sí cenamos, siempre, a las seis o siete, depende cuanto se tarde quien prepare la cena. Mammon te explicó que nos turnamos, ¿cierto? —preguntó, acercándose un poco para hablar mejor y no encontrarse en extremos opuestos de la habitación.
—Claro —medio mintió pues en realidad había sido Satán quien se lo explicó.
—Bueno, esta noche me toca a mí, por eso volví temprano —comentó Lucifer—. Suelo trabajar hasta más tarde, pero Diavolo dijo que sería una buena idea que tuvieras una buena experiencia…
—Veo —asintió, fijando su vista en él—. ¿Quieres que te ayude a cocinar? —se ofreció tras meditarlo un poco. Su corazón latía con fuerza, sentía miedo, pero también se sentía atraída. Suspiró ante la idea retorcida. Repentinamente recordó a su exnovio, Frederic… Ellos solían cocinar juntos antes de que todo se fuera al carajo por su culpa, por dejar que las cosas se retorcieran con el profesor, el Dr. Nicholson.
—De hecho, era justo lo que iba a pedirte, pero tengo la impresión de que quieres preguntar algo desde que despertaste —respondió el demonio, suavizando su expresión.
—No morí, ¿cierto? … Recuerdo que estaba en mi auto y tuve un accidente antes de aparecer aquí, ¿cómo? ¿Por qué? —quiso saber.
—Dadas las circunstancias, debíamos tener una coartada para justificar tu ausencia en el mundo humano. El accidente fue real, pero te protegimos y teletransportamos aquí —comenzó a explicar, mirando la confusión en el rostro de la humana—. En tu lugar dejamos un Golem hechizado que se parece a ti y que estará en coma durante un año. Ya nos hemos hecho cargo de los detalles, tus cosas se quedarán en tu apartamento, Diavolo pagará la renta como parte del programa y utilizaremos las conexiones que tenemos en el mundo humano para hacer que todo parezca una obra de caridad por tu presunta situación. No debes de preocuparte por las facturas del hospital ni nada. Todo está cubierto.
—Así que cuando vuelva al mundo humano, ¿todos pensarán que estuve en coma y hospitalizada por un año? —cuestionó, más confundida que antes.
—¿Querías otra historia? —cuestionó Lucifer, enarcando una ceja.
—Supongo que es mejor eso a que piensen que fui secuestrada o algo… Después me pedirían explicaciones y seguramente me meterían al psiquiatra si explico que estuve estudiando en el infierno —reflexionó en voz alta—. Aunque, ¿a quién engaño? Los únicos que notarán mi ausencia serán los de la universidad y ni siquiera serán todos, seguro más de uno se alegrará —añadió con amargura al caer en cuenta de eso.
—¿Y tu familia? ¿Amigos? —preguntó Lucifer pues no esperaba ese comentario. Había leído el expediente de los estudiantes de intercambio y si bien Lorelei era descrita como una chica independiente que vía sola y se dedicaba completamente a sus estudios, recordaba que tenía familiares vivos en su historial.
—Nadie que importe, ni a quien le importe, con quien no me haya peleado, han pasado años desde que cruzamos palabra por última vez —murmuró más para sí misma que para el demonio frente a ella—. Da igual, no es importante ahora. La universidad puede esperar o se puede ir al demonio… bueno, no de forma literal —rio un poco y robó una sonrisa burlona de Lucifer con el comentario final.
—Entonces, ¿vamos a cocinar? —insistió, cambiando de tema y enfocándose en lo principal.
—Claro, vamos —aceptó, comenzando a caminar hacia la puerta.
—¿No te quieres cambiar? —la detuvo y fue él quien se adelantó hacia la puerta—. No creo que sea cómodo estar en pijama mientras cocinas. Aunque te queda bien… Te espero en la cocina —añadió y salió sin más, dejándola a solas en la habitación para que se cambiara de ropa.
Lorelei se quedó pensando mientras se arreglaba. Una parte de ella se sentía feliz con aquella respuesta. Para lo mucho que le importaba, podían darla por muerta en el mundo humano. De no ser por todo aquello, seguramente ella misma hubiera tomado la decisión de estrellar el carro a ciento cincuenta kilómetros por hora contra un muro de contención.
Cogió uno de los vestidos que le habían dejado en el nuevo guardarropa y finalmente bajó para preparar la cena junto a Lucifer. No hablaron demasiado, por no decir que nada. Sin embargo, disfrutó la compañía, aprender a utilizar las cosas de la cocina y seguir las indicaciones, mientras también escuchaba explicaciones de los ingredientes y comida que estaban utilizando.
—Huele bien —comentó al cabo de varios minutos, acercándose a la hoya del estofado e inhalando los vapores de la comida—. En verdad huele delicioso —insistió con una sonrisa.
—Es algo muy sencillo —respondió Lucifer, mientras devolvía los cuchillos a su lugar—. Aunque me sorprende que Beel no haya aparecido ya —comentó, volteando a ver hacia la puerta. No le disgustaba la tranquilidad, pero se le hacía extraño que ninguno de sus hermanos hubiera interrumpido en todo ese rato. La humana era dócil y servicial. Casi podía decir que había sido una buena elección escogerla…
Cuando volteó a verla, notó que Lorelei estaba lavando los trastes sin que se lo pidiera. Era algo de sentido común, sobre todo si acababan de cocinar y ensuciar bastantes utensilios, pero dada la naturaleza holganza de sus hermanos, aquello era inaudito y sorprendente para él.
—¿Qué? ¿Estoy haciendo algo mal? —preguntó preocupada al notar que Lucifer la miraba. La expresión que puso debió de ser lo suficientemente graciosa como para robarle una suave risa al demonio.
—No es nada de eso… Continua —la animó y sacó de su bolsillo su D.D.D—. Le avisaré a mis hermanos que vengan para cenar —informó y mandó un mensaje a un grupo recién creado en el que incluían a la humana.
Cumplir los deseos de Diavolo nunca era fácil, menos cuando dependía de una humana inexperta, pero al menos Lorelei no daba señales de ser problemática. La miró de nuevo de reojo. La chica seguía lavando con tranquilidad, sin quejarse ni protestar. Sonrió a medias. Podía acostumbrarse a tener a alguien así en casa.
Nota final:
Solo quería añadir que me sorprende que haya una Seraphina mencionada en la historia, porque sé que hay una MC llamada Seraphina, de cabello rosa y morena, toda linda a decir verdad, emparejada con Lucifer y el arte de esa chica me encanta.
Tiene cosas lindas y sexys por si la quieren buscar en Instagram como obeyme_seraphina o también como kireis_corner en Twitter
