Life decisions
Summary: Quién diría que un atropello fortuito podría acercar nuevamente a Quinn y Rachel - Si parece un ángel – soltó Rachel mirándola tirada en el suelo – con las alas rotas y todo lo demás también roto. Faberry Au, no Beth.
Descargo de responsabilidad: no poseo derecho alguno sobre el show y/o sus personajes, sólo la de esta historia que tiene perfecto sentido en mi cabeza y en todo aquel o aquella que decida compartirla conmigo.
Capítulo I: ¿De dónde salió?
La fiesta, las celebraciones estuvieron buenas, de eso hasta que ya no.
Rachel lo había logrado en grande, ella se convirtió en actriz y cantante en New York y no solo cualquiera, sino de las mejores, obteniendo a sus 24 años su primer Tony y luego el otro, no obtuvo aún un Oscar, pero por ese camino iba, nominada dos veces al mismo.
Rachel lo estaba haciendo bastante bien por la vida, tal como soñó desde muy pequeña, básicamente desde que pudo hablar y caminar.
Por esos momentos, ella estaba llevando a cuestas una exitosa obra de teatro, seis veces a la semana de presentación, hora y media de actuación, una vida de recuerdo con sus amigos y conocidos, con la gente que disfrutaba de sus obras.
Su presencia impactante, su talento un derroche, nadie tenía objeción de eso.
Ella estaba de lo más feliz, su sueño se estaba haciendo realidad, ser inmortal atravez de sus obras, alcanzar a las estrellas y con gran persistencia, pensaba ella: una estrella en la pasarela de la fama.
Nadie tenía objeción de aquello, ella era una maravillosa actriz.
Pero tanto como lo que se veía, era también mucho más lo que no se veía.
Rachel estaba saliendo con Jesse St James, ambos se conocieron en el club Glee en su secundario, ellos se apoyaron mutuamente para surgir juntos, ahí nació su amor, la pasión. Oh boy, que los actores de teatro eran de los más apasionados, vivían intensamente desde los pequeños momentos a los más grandes.
Su relación era intensa, alguna vez fue muy buena, en algún punto hubo tanto amor como pasión, pero ya eso quedaba en el pasado.
Su competición también intensa.
Ellos a pesar de estar saliendo seguían compitiendo uno con el otro, y eso en un primer momento los ayudó a superar, a crecer, pero después ya no.
Uno empezó a sabotear al otro, no lo suficiente, sino lo necesario para mantener al otro ligeramente por debajo de su ala, no lo suficiente para acabar con su carrera.
Aquello empezó así, hasta que todo se desbordó.
Rachel no era alcohólica, no era drogadicta, al menos esa droga no era la suya.
La suya era el teatro, el trabajo, actuación y más actuación, más a veces ocurrían "desbalances" en su vida como ella solía decir.
Ocurrió un jueves, así, la última noche de su gran obra.
Rachel fue recibida con aplausos totales, todos de pie, muchas rosas, mucho amor, mucha exuberancia, mucha pasión.
Una ronda de aplausos, varios minutos seguidos, todos con gran intensidad.
Rachel estaba en su elemento, ella estaba de lo más feliz.
Jesse le aplaudía desde bambalinas, el celoso de no ser ella, de no estar en su lugar. Él había compartido la obra con ella, más no llegó a resaltar como ella y eso le estaba pudiendo mal esa noche.
Rachel con su sonrisa marca Berry, una sonrisa impresionante e impactante, con una reverencia final dio por terminada esa noche y el cierre del telón.
- Ahhhhhhhhh ¡ - gritó aplaudiendo entre saltitos de lo feliz que estaba – mi amor ¿me viste? ¿Lo viste? – preguntó sonriente.
- Por supuesto que lo vi, fuiste impresionante, nada menos que eso – dictó Jesse dándole un beso apasionado ahí mismo, más que nada porque podía y quería, como si con aquel beso, quisiera que recordaran eso y no la gran noche de su novia.
- Claro que estaba impresionante, soy Rachel Bárbara Berry después de todo – soltó emocionada, soltándose de su agarre para ir a su camerino a cambiarse el precioso vestido que tenía de la obra.
Rachel sonriendo al pasar por los pasadizos, sonriendo ante los halagos de los otros actores, incluso haciendo una pequeña reverencia, Jesse asentía detrás de ella, como si la prolongación del éxito lo tocase y no sólo a ella.
Rachel entró a su camerino seguido de su novio quién cerró la puerta, Rachel se empezó a desvestirse quedando en ropa interior, Jesse se sentó en un sillón a verla.
- Quiero hacer el amor aquí mismo – soltó ella sintiéndose infinita.
- Lo siento bebé, hoy no, me duele la cabeza – se quejó él y ella hizo una mueca al entenderlo.
- No has brillado hoy tanto como yo, por eso estás molesto – le dijo conociéndolo perfectamente.
- ¿Pero qué dices? – soltó enojándose – si estás en ese pedestal es por mí, mi personaje te hace resaltar.
- Resalto porque soy una maldita gran actriz, por eso, por mi talento, no porque el tuyo me favoreciera – soltó ella ubicando a Jesse
- Perra engreída y desagradecida, eso es lo que eres – soltó él y ella jadeó ante lo dicho.
- Retíralo ¡ - le exigió.
- Nada de eso – sentenció él checando su celular y mensajeando por el WhatsApp a por si tenía suerte esa noche con alguna de sus "amigas ocasionales".
- Pobre infeliz – añadió ella enojándolo más, que sólo se quedó un rato más antes de salir de ahí dejando la puerta abierta, sólo para obligarle a ella a cerrarla. Gesto que detestaba Rachel.
Ella cerró la puerta ante un ayudante de bambalinas que se quedó casi visco al mirarla semidesnuda.
Rachel era muy bella, hermosa, con una belleza exótica que es única, deslumbrante.
Ella se cambió y con ello se fue a la fiesta que seguía a la obra, una gran fiesta en una mansión, mucho alcohol y drogas diversas.
- Solo alcohol – objetó ella varias veces sin despejarse de su asistente Robin, quién le vigilaba la copa, las amistades, los sinsabores, él le cuidaba bajo todas las condiciones habidas y por haber, él hacía muy bien su trabajo.
Robin era un chico guapo, 30 años, atlético, de cabello castaño, tez clara, ojos marrones, sonrisa hermosa.
- Incluso el aguantarme – soltó Rachel riendo y él asintió divertido, no era tan difícil el aguantarle, era muy fácil el amarla, Rachel era una gran jefa, sólo que a veces tenía excesos y de esos él le tenía que cuidar, muchas veces de ella misma, más que nada.
Como, por ejemplo, en la mitad de la noche, casi siendo la 2am, Jesse muy borracho se acercó a ella, y ambos se pusieron a tomar mucho más, él no pudo prohibirle nada, más si le cuidaba.
Así él checó que un par de veces Jesse quiso deslizarle una que otra píldora y Robin se la ingenió para botar el trago, derramarlo, inventando muchas excusas para ello, él se aseguró que Rachel solo tomara alcohol y nada más.
- Si te bota una vez más el trago, lo hago mierda – sentenció Jesse junto a Rachel.
Ella se rió ajena a lo que quería hacer su novio, que era que ella provocase alguna escena que demerite la gran obra que había hecho, sólo para disminuirla, sólo lo necesario.
Ambos tenían una relación de lo más tóxica, eran conscientes y no les importaba nada.
Jesse con el pasar de las horas, pudo deslizarle alcohol y más alcohol mezclando estos para alterarle, más no pudo deslizar ningún tipo de pastillas, Robin estuvo al tanto.
- Acércate a mí y te parto la cara – soltó Jesse cogiéndolo del cuello en un particular acercamiento.
Robin levantó las manos pidiendo paz, él era cinturón negro, podía humillar cuando quisiera a Jesse, más no quería hacerlo ahí, no quería provocar una escena provocando eso mismo que estaba queriendo hacer Jesse con Rachel.
- Vámonos de aquí – pidió Rachel levantando su copa, ella estaba hasta su límite, había bebido casi su peso en alcohol, había reído mucho, disfrutado mucho, ya era hora de que regrese a casa.
- Adiós Jesse – se despidió ella de su novio sin ganas de seguir con el drama en su departamento, saliendo del brazo de Robin hacia el estacionamiento interno de la mansión.
Robin le abrió la puerta y ella se montó en su range rover, Robin la conduciría a casa con éxito, o eso pensaba él.
La fiesta, las celebraciones estuvieron buenas, de eso hasta que ya no.
Él condujo cerca de media hora y todo iba normal, hasta que Rachel se empecinó en querer conducir – señorita Berry por favor – pedía Robin sin descanso, ella quería conducir, Rachel estaba bebida, la desgracia podía caer en cualquier segundo.
- Oh vamos, sabes que puedo – decía ella.
- Aunque las calles estén desiertas, está ebria señorita Berry.
- No hay nadie por aquí – dicto ella y de verdad no había nadie cerca, eran las 3am, estaban pasando por un barrio de clase media, no había nadie conduciendo.
- Está bien – cedió Robin después de la pedida número cuarenta de querer conducir de Rachel, sin poder prolongarlo más.
- Yeiiiiiiii – se alegró ella con un gritito de felicidad plena. Rachel era de lo más adorable 24x7.
Robin se bajó del auto y Rachel se acomodó en el lugar del conductor.
Ella estaba alcoholizada pero no tanto como había estado una hora atrás, eso esperaba Robin.
- Estoy muy feliz Robin, mis sueños se están haciendo realidad – le dijo con gran sonrisa y él asintió igual de grande.
- Usted lo está logrando – acotó él muy feliz por su jefa, ella era muy buena jefa, tenía sus defectos, uno de los más grandes con nombre y apellido, Jesse Sant James – y si me permite decirlo – inició él, Rachel lo miró asintiendo – usted lo puede hacer mejor que el señor Jesse, no sé si se dio cuenta hoy de eso.
- Me di cuenta – acotó Rachel conduciendo.
- Él estuvo toda la noche tratando de humillarla, drogarla, para que haga una escena.
- Oh me di cuenta Robin, eh hiciste un gran trabajo también.
- Entonces señorita, perdone que se lo diga, ¿Por qué se conforma con él? Usted lo puede hacer mejor – se quejó él – sé que usted me paga por mi trabajo, pero también lo haría si no lo hiciera, yo sólo quiero cuidarla y que usted sea feliz.
- Oh Robin, lo soy, y sé que podría hacerlo mejor, más lo de Jesse es como "confianza, cariño" hay historia entre ambos.
- Se está conformando con él señorita Berry – dijo el hombre joven, en sus treinta años con una pequeña sonrisa.
- Sí, me estoy conformando con él – soltó ella con una mueca. Robin no insistió más, al conocer tan bien a su jefa, ella debía tomar esa decisión sola.
Ella condujo un momento más y es ahí cuando casi ocurrió la tragedia.
Ella después de pasar por una zona oscura, seguía hablando con Robin, ella lo miró sólo un segundo de lado cuando todo ocurrió casi a cámara lenta.
Un fuerte golpe, tres gritos al unísono, un cuerpo volando y rompiendo su parabrisas, un cuerpo cayendo detrás del auto, el sonido del frenar súbito y luego el silencio impoluto.
Rachel acababa de atropellar a una mujer, tal como lo vió en ese instante.
- Mierda, mierda, mierda – soltó asustada con un agarre de muerte al timón, con sus nudillos blancos por la presión ejercida.
- Quítese quítese – pidió Robin saliendo del auto y entrando por la otra puerta al lugar del piloto – a un lado, a un lado – le pidió, acomodándose como si él hubiese estado manejando desde un inicio y no Rachel, ella se corrió acomodándose en el lugar del copiloto, mientras Robin con un paño limpiaba las huellas de ella del timón, para poner las suyas, mirando a todos lados frenéticamente, por si hubiera un testigo.
- Ayyy mierda, Robin ¿Qué ha pasado? – preguntó Rachel repitiéndolo como un mantra - ¿Está muerta? – preguntó aterrada mirando por el espejo retrovisor.
Robin descendió del auto y Rachel también a pesar que él le pidió que no, a ella quitándosele de sopetón la ebriedad, todo por el gran susto.
Ambos casi corrieron detrás del auto para ver a la mujer que acababan de tropellar.
- Si parece un ángel – soltó Rachel mirándola tirada en el suelo – con las alas rotas y todo lo demás también roto
Una mujer rubia, con todo su cabellito disperso, de tez clara manchada por la sangre que se empozada en un charco debajo de ella, su pierna rota, las costillas también apostaba Robin.
Su tobillo estaba en tres partes doblado irregularmente.
Ningún acto de un contorsionista que hubiera visto antes Rachel le preparó para esa escena y eso que trabajó con muchos.
- Maldita sea ¡ - soltó él, Rachel vomitó.
- Hay que hacer algo – pidió Rachel limpiándose la boca con el pañuelo que le alcanzó Robin, haciendo ella una llamada, número uno en su discado de llamada rápida, sólo para cuando lo necesitara.
- ¿Aló? – del otro lado contestó él.
- Finn te necesito – soltó Rachel
- Rachel – susurró él habiendo perdido contacto con ella desde hace muchos años - ¿Dónde estás, estás bien? Son más de las 3am, tienes suerte que esté de guardia – preguntó de sopetón.
- Estoy en la ciudad Finn, bajo el puente, apenas saliendo de la isla, frente a esa torre de helado que tanto te gustaba, ¿Recuerdas? – soltó ella.
- Oh sí la recuerdo, espérame, ya voy – soltó él nunca olvidando una referencia ella hacia una comida deliciosa.
- No podemos hacerlo, no podemos esperarle señor Hudson – pidió Robin explicando la situación, para después devolverle el teléfono a su jefa.
- Rachel vete de ahí, yo me encargo, después hablamos – pidió y ella a regañadientes dejó al ángel en el piso.
A los minutos apareció una ambulancia y Finn en su carro de policía, él siendo capitán para ese momento.
- Un atropello y fuga – dijo su adjunto – está viva apenas – soltó arrodillado a su lado.
Finn guardó silencio, él aún no viendo de todo el accidente, sabía que Rachel era inocente o tenía que serlo, por lo que decidió callar y ayudarle, protegerla, tal como juró en su momento, al ella ser su amor eterno.
Los paramédicos subieron a la mujer atropellada y la llevaron a la asistencia médica más cercana, la cuál era una clínica privada.
…
Pasaron horas de una angustia tremenda.
Rachel ese día se fue a su departamento, declinando a la propuesta de Jesse de ir por ella excusándose en su comportamiento para negarle la entrada a su casa, junto a Robin, ninguno de los dos durmió nada, ella se duchó, cambió, tomó demasiado café, lo mismo le pidió a Robin quién no se despegó de su lado en ningún momento.
Ellos así esperaron a por la llamada de Santana desde la clínica.
Rachel estaba de lo más nerviosa, fue muy difícil calmarle, casi imposible.
Horas angustiantes.
Cerca de las 7am, Santana, doctora de turno en esa clínica le llamó, a ambos, Rachel tenía el celular en altavoz, estando sólo los dos juntos en su departamento.
- ¿Berry?
- Santana por favor, por favor dame una buena noticia – rogó ella.
- Eres una imprudente de mierda – le regañó ella – sabes las muchas veces que te he dicho que no manejes así. Hasta que la mierda te alcanzó, ¿Ahora aprenderás a hacerme caso?
- Lo sé Sanny, lo sé, por favor no me regañes ya me siento como mierda, sólo quiero saber ¿Está viva? – pidió a por buenas noticias.
- Ella está viva, apenas, tiene un traumatismo moderado a grave en la cabeza, dos costillas rotas, todo el lado derecho magullado hecho mierda, su tobillo está roto en tres partes, enyesada desde la punta del pie hasta la rodilla, la muñeca rota también enyesada.
- ¿Está viva?
- Está viva – susurró Santana y Rachel soltó una gran exhalación que no sabía que contenía.
- ¿Qué sabe del accidente? – preguntó Robin.
- Sigue sedada, acaba de salir de cirugía, será interesante determinar qué recuerda. No hay persona que no te reconozca Rachel, eres una de las mujeres más queridas del medio y más reconocidas de éste lado del charco.
- Yo estuve conduciendo, yo – dijo Robin defendiendo a su jefa.
- Si bueno, eso es lo que ocurrirá con seguridad, de saberse algo – sostuvo Finn en comunicación con ellos, que junto a Santana había escuchado todo.
Robin se estaba ofreciendo para tomar la culpa y los cargos judiciales y penales de haberlos.
Que gran asistente.
Rachel negaba con la cabeza, no quería eso, Robin asentía, él estaba dispuesto a proteger a su jefa.
- Todo depende de lo que ella recuerde cuando despierte - sostuvo Finn y Santana mirándose.
- Ayyy mierda – se quejó Rachel.
La noche se le venía encima.
…
Nota:
- Hola, bienvenidos, estoy escribiendo ésta historia Faberry, aún no sé cuántos capítulos tendrá. Se los diré cuando acabe de escribirla, por el momento, está en proceso.
- Déjame saber lo que piensas.
