*DISCLAIMER: Los personajes y serie no me pertenecen, son propiedad de la mangaka Rumiko Takahashi. Únicamente el fanfic y su trama son de mi entera pertenencia. No se aceptan copias, adaptaciones y/o plagios. Muchas gracias.
*SUMMARY: A la hora de escoger "¿Dulce o travesura?" Kagome escoge "dulce", dejando implícita la ternura propia de la pareja en cada una de sus viñetas y drabbles. Porque octubre es conocido por ser un mes aterrador... Aterradoramente dulce.
DAY 1:
''Cepillar''
—¡Ahora sí! —Felicitó— ¿Ya ves que no ha sido tan malo?
—Keh.
Kagome rodó los ojos y no respondió. Inuyasha había disfrutado del baño con agua caliente, estaba implícito en su rostro relajado y en el tiempo extra que se había tomado para asearse, pero sabía que jamás lograría hacer que lo admitiera en voz alta. Por ahora le bastaba con saber que había conseguido relajar al huraño hanyou.
—¿Quieres secarte el pelo?
—¿Secar qué?
—Sí, hace frío —añadió—. No pretendes quedarte con el cabello húmedo tan tarde, ¿cierto? Te enfermarás.
—Keh, los hanyous no nos enfermamos, tonta. No somos tan débiles como para...
La calidez de los dedos femeninos enredándose con los suyos lo obligó a guardar silencio y dirigir la mirada hacia sus manos con gesto interrogante.
—¿Qué...?
—Es suficiente. ¿Sabes cuánto tardará en secarse tu cabello al aire libre, Inuyasha? Usarás el secador —sentenció.
Tuvo ganas de replicar, pero prefirió callar al ver que si su cabello continuaba escurriendo probablemente mojaría la alfombra del cuarto de la colegiala. No le importaba mojar su propio ahori y kosode, estaba acostumbrado, pero le parecía de mal gusto dejar el suelo humedecido por culpa de su terquedad. Por esta vez la dejaría salirse con la suya. Se dejó guiar silenciosamente hasta su escritorio donde lo instó a sentarse en su extraña silla y sus orejas se crisparon en cuanto escuchó el sonido del secador. No le agradaba, pero el rostro tranquilo de Kagome le decía que todo estaba bien. Más de una vez la oyó susurrar que en su época usaba eso a menudo, especialmente en invierno. La tensión de su cuerpo pareció esfumarse en cuanto un agradable cosquilleo recorrió su columna producto del cambio de temperatura. El viento cálido era soltado directamente sobre su cuero cabelludo y hacía contraste con el frío que había estado molestándolo hasta hace unos segundos. Sin darse cuenta se relajó y disfrutó de la satisfacción que le producían los dedos femeninos cerca de sus sensibles orejas.
—¿Está muy caliente?
—No...
—Dime si te quema.
—Vale.
Sus ojos se cerraron con tanta paz que casi creyó que podría dormir. Sin necesidad de abrazar su espada o buscar un árbol alto y frondoso en el cual esconderse. Las caricias sobre su cabellera eran distribuidas con tal cariño que lo último en lo que podría pensar era en que algo los atacaría. Simplemente se dejó llevar y por algunos minutos ninguno pronunció palabra. Kagome estaba demasiado centrada en no dejar que el aire ingresara en sus orejas y él estaba sumido en un trance del que no tenía intención alguna de despertar. Así habrían seguido de no ser porque el curioso aparato dejó de hacer escándalo a la vez que el aire caliente dejó de apaciguarlo.
—Ya está —la oyó susurrar y volteó a mirarla con un gesto que mezclaba la confusión con la indignación—. Ya puedes levantarte —añadió.
—¿Eso... Es todo?
—¿Eh? Tu cabello ya está seco, Inuyasha —señaló—. Si lo seco más, podría dañarlo.
Tal vez a él no le importara tener puntas florecidas o resquebrajadas, pero su orgullo de mujer le impedía dejar un cabello en mal estado. Especialmente uno tan sedoso y único como el del peliplata. Mientras enredaba el cable del secador y se apresuraba a guardarlo en una gaveta pudo ser consciente del ligero cambio en el rostro del ojidorado. Creyó que secarlo cuanto antes sin perder tiempo sería lo mejor, que se sentiría aliviado en cuanto apagara el aparato que seguramente le hacía daño a sus sensibles orejas, pero no fue así. Inuyasha permanecía estático mientras la miraba con una expresión que no alcanzaba a terminar de descifrar.
—¿Te sientes bien?
—Sí, es solo que...
—¿Qué?
—No, nada.
Pero Kagome no pasó por alto la decepción que se hizo presente en su voz mientras se apresuraba a levantarse de su asiento. ¿Tal vez había estado equivocada? ¿Tal vez él sí había disfrutado de ese momento donde solo eran ellos dos?
Miró su escritorio y encontró el peine con el que cepillaba su cabello todas las mañanas. Sonaría tonto de su parte si volvía a sacar el secador una vez que lo había guardado. Expondría a Inuyasha y le haría saber de forma indirecta que se había dado cuenta de sus verdaderas intenciones.
«Lo único que lograría con eso es que se encerrase más en sí mismo», razonó.
Empuñó el peine y con su otra mano acarició tímidamente la mano del peliplata, mismo que se detuvo instantes antes de recostarse sobre la mullida cama.
—¿Qué sucede?
—¿No quieres... Que te cepille?
—¿De qué hablas?
—Digo, no... No quieres que se te formen nudos en el cabello, ¿cierto? —El aludido arqueó una ceja, pero sus orejas viradas completamente hacia ella le indicaban que le prestaba absoluta atención— Te revolví mucho el cabello y eso hace que se formen nudos, por eso es importante peinarlo luego de secarlo —explicó.
No hizo falta pronunciar más palabras. Inuyasha se dejó guiar mansamente de vuelta al asiento del escritorio donde se sentó como si supiera que volvería a sentirse igual de relajado que antes. Si bien nunca se había molestado en peinarse era un hecho que sentir las manos de Kagome sobre su cabeza lo hacían sentir querido y fuera de peligro, como si no hubiera nada que temer. Incluso si ella era una sacerdotisa y él un hanyou.
Kagome mentiría si dijera que no se había divertido cepillando al peliplata. Su melena era tan abundante y sedosa que fácilmente podría ser la envidia de varias mujeres de su época. Se sentía halagada al saber que ese tipo de cercanía solo se la permitía a ella. Claro, solo si no había espectadores cerca. Estaba segura de que si estuvieran abajo con su familia o en la fogata con sus amigos las cosas serían completamente diferentes, pero por fortuna entre esas cuatro paredes él parecía sentirse contenido y a gusto. Lo suficientemente a gusto como para permitirle hacerle un par de trenzas y reírse con ella por lo infantil que se veía.
Definitivamente de ahora en más aprovecharía cada una de sus visitas a su época para mimarlo de esa forma tan especial. Una forma tan única que casi parecía un lenguaje... Un lenguaje que solo Inuyasha sabía hablar y Kagome escuchar.
FIN
¡Bienvenidos al Flufftober! Un reto de la página de Facebook "Es de fanfics" donde debo escribir fluff —ternura— durante 31 días. Quienes me siguen hace tiempo saben lo que esto significa: crear mini-tramas a medida que ustedes me pidan continuaciones de los drabbles/one-shots, por lo que algunas historias estarán relacionadas entre sí y otras no. Así que nos divertiremos durante todo el mes porque amo jugar con ustedes :D
Lamento mucho no haber actualizado ayer, pero salí súper tarde del trabajo y cuando llegué a casa eran la una de la mañana. No quería hacer que leyeran tan tarde, así que preferí esperarme hasta hoy para actualizar. Prometo ser lo más puntual posible con mis actualizaciones c:
¡UN BESO ENORME Y NOS LEEMOS MAÑANA!
P.D.: A partir de mañana colocaré los prompts que me tocó representar. Hoy me tocó: ''A cepilla el cabello de B''. Espero que les haya gustado c:
¡Un saludo especial a Jessyca Taishon que se recupera de una cirugía! ¡Te deseo una muy pronta recuperación!
29.9.21
