Disclaimer: Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, yo solo he creado esta historia sin más fin que el entretenimiento.

Fotografías

La luz de la primavera entraba por la ventana, calentando su habitación con los intensos rayos del sol del mediodía. Kagome se encontraba dentro, haciendo limpieza de las cosas que ya no iba a necesitar ahora que había terminado por fin el instituto.

Habían pasado tres años, tres largos años, desde el día en el que había vuelto a través del pozo para no volver nunca más atrás en el tiempo.

Kagome suspiró ante el recuerdo, algo que los que la conocían ya se habían acostumbrado a verle hacer. Nadie se había atrevido a comentarlo, pero la tristeza que Kagome portaba consigo desde aquel entonces la hacía parecer como si solo estuviera viviendo media vida.

En cierto modo así era.

Se quedó contemplando las cajas que había a su alrededor. Parecía que había terminado ya, así que se puso en pie y se dispuso a bajar las escaleras para ir a comer con su familia.

Souta y el abuelo todavía estaban en el salón, pero su madre ya estaba poniendo la mesa.

—Ah, Kagome —llamó la señora Higurashi en cuanto la vio entrar por la puerta de la cocina—. ¿Tienes algo que hacer después?

—No —dijo Kagome tras pensarlo por un momento—. ¿Necesitabas algo?

—Mira —dijo su madre mientras rebuscaba en los bolsillos de su falda—. Llevé ayer a revelar las fotos de tu graduación y otras que teníamos todavía en la cámara. Me dijeron que podía pasar a recogerlas hoy, pero no voy a poder ir. ¡Ah! —exclamó cuando encontró lo que había estado buscando—. Me dieron este resguardo cuando las pagué. ¿Podrías ir tú a por ellas? —terminó con una amable sonrisa.

—Claro.

Kagome se guardó el papelito y fue a llamar a Souta y a su abuelo para que pudieran empezar a comer.

El mediodía pasó con tranquilidad, como habían transcurrido los mil noventa y nueve días que llevaba en su época. Habló con su familia entre bocado y bocado, procurando mantener una expresión alegre para no preocuparlos mientras su mente vagaba de vez en cuando en dirección al pozo.

Desde que había terminado el instituto se descubría haciendo eso cada vez más a menudo. Intentaba suprimir esos pensamientos, pero no siempre lo conseguía. Vivir en el templo en el que se encontraba la puerta (ahora inservible) al pasado y el lugar donde había conocido (aunque en otra época) al amor de su vida tampoco ayudaba.

Pero Kagome siempre había sido fuerte y, por muy triste que se sintiera, no iba a rendirse.

Justo en eso pensaba cuando volvía a casa, con el paquete de fotos en la mano y un álbum nuevo. Había decidido animarse organizando sus recuerdos como siempre le había gustado hacer.

Como vio que las fotos de su graduación parecían estar mezcladas con las que habían quedado en la cámara de la vez anterior, decidió empezar a ordenarlas haciendo montoncitos. Algunas le sacaron carcajadas, sobre todo cuando vio las de su último festival de deportes escolar; otras, le hicieron sonreír con cariño, como aquellas en las que salía vistiendo una yukata o el kimono de sacerdotisa.

El kimono de sacerdotisa… Cada vez que se lo ponía notaba un pequeño pinchazo en el corazón. En otro tiempo era poco habitual verla con él, pero a medida que su abuelo se había hecho más mayor, se había visto obligada a ayudarle con el templo y aquel era un uniforme necesario.

Siguió ordenando las instantáneas pulcramente hasta que solo quedó una. Su mano tembló al cernirse sobre ella.

—Inuyasha… —susurró con voz temblorosa.

Allí, frente a ella, se encontraba la imagen de la persona que había echado tanto de menos durante los últimos años.

-x-

—Venga, Inuyasha. Pórtate bien —dijo Kagome con voz tranquilizadora mientras intentaba que Inuyasha se estuviese quieto.

—Ni hablar. ¿Has visto esa cosa? Estoy seguro de que esa luz hace algo, no puede estar de adorno —dijo el medio demonio mientras trataba de mantenerse fuera del alcance de la colegiala de quince años.

—El flash no hace nada, Inuyasha. Solo es una foto. Te he enseñado muchas, sabes que son inofensivas —intentó razonar ella.

—Feh —resopló él mientras se cruzaba de brazos y le daba la espalda.

Kagome se lo quedó mirando con incredulidad. Ella solo quería una simple foto con él, pero no había forma de convencerle.

Se acercó a su hermano y le indicó en un susurro que le quitara el flash a la cámara. Aún había luz suficiente para que saliera bien la imagen sin tener que usarlo. Le dio unas cuantas instrucciones más a Souta y, tras recibir su asentimiento, apretó los puños con decisión.

Iba a salirse con la suya.

Inuyasha estaba demasiado ocupado enfurruñándose como para prestar atención a lo que ella tramaba, así que Kagome aprovechó su oportunidad y se lanzó rápidamente hacia él mientras Souta se posicionaba delante de ellos.

La acción fue tan rápida que al hanyou no le dio tiempo a procesarla del todo y únicamente acertó a mirar a Kagome con una ceja alzada mientras ella sonreía con los ojos cerrados, oyendo en ese mismo instante el clic de la cámara.

—Pero ¿qué…? —dijo Inuyasha vacilante ante la repentina acción de la chica.

Kagome se rio disimuladamente, pero él oyó perfectamente cómo decía:

—Tengo mi foto.

-x-

Kagome sonrió con nostalgia al recordar toda la escena que había dado lugar a aquella imagen. La tomó con dulzura entre sus manos, con cuidado de no dejar huella sobre la lustrosa superficie del papel fotográfico, y la colocó en su lugar favorito en el álbum. Se había dado cuenta de que, cada vez que lo abría para colocar los grupos de imágenes, tendía a desplegarse siempre empezando por un mismo lugar y decidió que ese era el lugar ideal para sus fotografías favoritas.

Así, cada vez que quisiera animarse, podría verle a él. Sería lo primero que vería. Iba a ser una alegría muy agridulce, pues ya nunca más iba a poder verlo en persona, pero era el recordatorio de uno de los mejores instantes de su vida.

-x-

Al día siguiente fue al pozo.

Sus recuerdos de la época antigua se habían desatado después de ver su foto. Era incapaz de seguir reteniéndolos.

No quería retenerlos.

Quiero verte, Inuyasha. Su mano se apoyó en el borde del pozo mientras se concentraba en su imagen y cerraba los ojos con fuerza, intentando no llorar.

De repente, sintió una pequeña y cálida brisa que le llegaba desde abajo. Se detuvo, intentando no crearse falsas esperanzas. Pero al abrir los ojos allí estaba. El cielo. Un cielo azul casi sin nubes que parecía darle la bienvenida.

Sintió antes que vio a su madre acercándose a ella. Su breve intercambio de palabras hizo que se le tranquilizara un poco el corazón, que había empezado a martillear con fuerza al entender lo que estaba ocurriendo.

Momentos más tarde se encontraba atravesando el tiempo, un viaje que había tardado mil cien días en volver a hacer.

Cuando sus pies tocaron el fondo de tierra del pozo, su mente voló por última vez a la fotografía que había colocado en aquel álbum. ¿Lo vería otra vez? ¿Seguiría igual que siempre? ¿Y si…?

El crujido de una tela al deslizarse por la abertura del pozo la sacó de su ensimismamiento y levantó la mirada para ver la mano con garras que había llegado para recibirla.

La tomó como si su vida dependiera de ello y notó que la levantaba por los aires. Mientras el rostro de Inuyasha aparecía en su campo de visión, no pudo evitar pensar que aquella fotografía no era más que un recuerdo deslucido de su persona. Aquella imagen no había conseguido capturar su fuerza, su energía y mucho menos la intensidad de su mirada dorada.

Pero todos sus pensamientos desaparecieron cuando sus pies encontraron un punto de apoyo. Esbozó una pequeña sonrisa.

—Inuyasha, lo siento… ¿Me estabas esperando?

—Kago… ¡Tonta! ¿Qué has estado haciendo? —dijo mientras la rodeaba con fuerza con los brazos.

En ese momento, mientras lo abrazaba, Kagome supo que había encontrado su hogar y que, aunque ya no tuviera las fotografías de años atrás, ahora todos sus recuerdos junto a él vivirían por siempre en su memoria.


Nota de la autora:

¡Hola a todos!

En primer lugar, debo avisar de que este fic participa en el reto Diario de amor... Cien relatos feudales del foro ¡SIÉNTATE! Sí, habéis leído bien, «cien relatos». Me he venido arriba y quiero intentar hacerlos todos. Quiero reunir en un mismo fic todos o casi todos los relatos que vaya haciendo de este reto y este capítulo va a ser el primero, que se corresponde con el tema #3 - Guardar una foto o retrato.

En principio, van a ser one-shots sin relación, aunque puede que algunos los transforme en una historia de varios capítulos (un capítulo por situación, para seguir las normas), pero en ese caso avisaré. Además, no siempre van a estar ubicados en la misma línea temporal, pero procuraré dejar las pistas necesarias para que sepáis más o menos en qué momento de la serie va cada uno.

Por último, quiero dar las gracias por todo el apoyo que me disteis en el one-shot que publiqué la semana pasada, porque de verdad que no me lo esperaba y me hicisteis muy feliz.

Espero que os haya gustado este primer one-shot, estoy deseando saber qué opináis de él.

¡Hasta la próxima!