N/T Nada me pertenece. Ésta es una traducción-adaptación del relato "Severus Snape and the Art of War" del maravilloso escritor en lengua inglesa CypressWand. Si os animáis a leerlo en su idioma original, encontraréis más de 20 relatos suyos en FFN y AO3, de lo contrario, encontraréis más relatos suyos traducidos en mi página. Ésta es mi aportación para que conozcáis sus magníficas historias.

Es un relato largo, pero actualizaré nuevo capítulo todos los días pares. Gracias por leer y espero que me perdonéis si no os parece perfecta, pues no soy una profesional de la traducción.

Y un apunte sobre la misma. Como ya sabréis, en inglés no existe el tratamiento de usted (o vos), así que mi criterio general para emplearlo en la traducción ha sido usarlo cuando el personaje se refiere a su interlocutor por su apellido o su título, y el tratamiento de tú cuando lo llama por su nombre de pila. Admito críticas si en algún momento no os parece adecuado, así como de cualquier otro aspecto de la traducción que pueda ayudarme a mejorarla.

N/A Esta historia contiene:

-Contenido sexual

-Consumo de drogas

-Escenas violentas, incluido maltrato

-Juramentos

-Una tonelada de referencias al rock de los '70 que se ajusta específicamente con el período de tiempo

-Hechos históricos mezclados en la historia

-Un progreso lento y natural de la relación

-Un comienzo lento. La historia realmente comienza a desarrollarse después de los primeros 20 capítulos

-TEPT relacionado con la guerra

Esta historia NO contiene:

-Crítica de personajes

-Escenas de violación

-Gore

. . . . . . . . .

El Pez Dorado de Horace Slughorn

'Mírame…'

Los ojos verdes que una vez pertenecieron a Lily estaban mirando fijamente los suyos.

¿Era preocupación lo que veía en esos ojos? ¿Lástima?

Por qué mierda importaba siquiera.

El veneno de la serpiente estaba corriendo por sus venas, bañando su cuerpo deshecho con un fuego invisible que le recordaba a la Maldición Cruciatus. Una maldición que había sentido a menudo a manos del Señor Tenebroso. El dolor no había sido nada comparado con la muerte de Lily. El dolor no significaba nada para él ahora.

Los recuerdos comenzaron a derramarse de él mientras sentía el vidrio frío de un frasco de poción siendo presionado contra su rostro. Sólo podía esperar que el crío de Potter fuera lo suficientemente inteligente para comprender la importancia de los recuerdos que estaba entregándole.

No es que nada de eso importara ya. El muchacho estaba destinado a morir pronto, había sido tanto una bendición como una maldición ser el portador de malas noticias una vez más. Qué paradoja que tuviera que hacerlo una vez más en los últimos momentos de su propia muerte. Como si la muerte fuera el legado de su vida extendido como una repugnante enfermedad venérea.

Cerró los ojos. Su mente estaba deslizándose hacia la inconsciencia. Ya no era consciente de los tres estudiantes que estaban arrodillados a su lado, tratando de detener en un débil intento el sangrado de la herida de su cuello. La sangre ya había llenado sus pulmones, manchado sus manos, y corrompido su mente.

Qué extraño. Había esperado que la completa oscuridad lo rodeara, pero en cambio todo era brillante. ¿Había vida más allá de la muerte después de todo?

Si hubiera podido gemir, lo habría hecho. Lo último que deseaba era una continuación de su ya miserable existencia.

Sus ojos habían comenzado a adaptarse a la luz, y lo primero que apareció ante sus ojos fue… ¿una pecera?

Puso los ojos en blanco y dejó escapar un suspiro. Ni su madre, ni algún ser divino, ni siquiera el maldito Dumbledore había aparecido para guiar su camino. En cambio, estaba varado y abandonado en algún lugar etéreo ¿con un jodido pez – pez dorado?

Su escepticismo se había convertido en curiosidad. Puso las manos alrededor de la pecera. La pecera parecía mucho mayor en sus manos de lo que inicialmente pensó que era. ¿O eran sus manos de algún modo más pequeñas que antes?

'¿Pip?' le susurró al pececillo. ¿Eres tú?'

'¡Veo que encontraste a Francis!' dijo una voz jovial, familiar, detrás de él.

Severus casi dejó caer la pecera, atrapándola justo antes de que se hiciera añicos contra el suelo. Ante él estaba parado una versión mucho más alta, y mucho más joven del…

'¿Profesor Slughorn?' su voz le sonó pequeña. Incluso infantil.

'Ah, sí, mi querido muchacho. Me alegra volver a verte.' Slughorn le palmeó el hombro tranquilizándolo. Él levantó la vista hacia el profesor, aferrando con fuerza la pecera, sin querer arriesgarse a otro casi accidente.

'Señor, ¿dónde estamos?' Una vez más, su voz sonó pequeña. Por un segundo se preguntó por qué, pero no podía molestarse con tales cuestiones por ahora.

Slughorn le sonrió, 'Creo que sería más fácil si tú me dijeras dónde estamos.'

La luz comenzó a desvanecerse ante ellos, y se encontró parado junto a la ribera de un río.

Slughorn miró alrededor como si no estuviera muy seguro de qué estaba mirando. '¿Dónde dijiste que estamos, Severus?'

'En la ribera del Támesis en Cokeworth. Me crie aquí.'

El rostro de Slughorn cayó ante la vista. La orilla estaba en el mismo estado pobre y desaliñado que Severus la recordaba. Sucia y contaminada de todos los desperdicios que producía la fábrica al otro lado del río.

'De todos los lugares, ¿por qué éste?' preguntó Slughorn.

'Solía bajar aquí todo el tiempo con…' Se mordió el labio y bajó la mirada al pez dorado en sus brazos. Pip había sido un regalo de Navidad de Lily. El primer regalo de Navidad que le habían hecho nunca. Ella le había dicho que era para que le hiciera compañía los días que ella no estuviera cerca. Tener cerca a Pip había sido un gran consuelo.

'¿Te gustaría sentarte?' Slughorn le dirigió una mirada compasiva, como si comprendiera lo que pasaba por su mente.

Se sentaron bajo un roble. El mismo donde él y Lily se habían sentado juntos tan a menudo, ocultándose del caluroso sol del verano. Puso la pecera frente a él sobre la hierba y la miró durante un rato, tratando de dejar que todo calara.

'Pensé que era Francis por un momento,' dijo Slughorn finalmente, 'pero ahora veo que no lo es.'

'¿Quién era Francis?' preguntó Severus.

'Un pez que Lily me regaló, después de enterarse de que mi esposa había fallecido.' Slughorn miró con nostalgia el pez de Severus. 'Encontré una pecera sobre mi escritorio una mañana, con sólo un poquito de agua dentro. En la superficie había un pétalo de lirio. Mientras observaba, se sumergió, y antes de llegar al fondo se transformó en un diminuto pececillo.' Lágrimas habían brotado de sus ojos mientras rememoraba el recuerdo. '¿También murió este pequeño, la noche que Lily…?'

Severus sacudió la cabeza. Un nudo había comenzado a formarme en su garganta. 'Pip murió el verano después de mis TIMOs, a manos de mi padre.'

No podía creerlo de sí mismo. Después de años de lidiar con la muerte y la desesperación, estaba comenzando a ponerse sentimental por un estúpido pez dorado.

'¿Usted también murió, en la batalla?' dijo Severus para cambiar el tema de conversación.

Slughorn asintió. 'Aunque no me importa mucho. He vivido una vida larga y feliz, al contrario que tú.'

'No estaba pidiendo su compasión,' dijo Severus con desprecio.

Slughorn ignoró su comentario. 'Tú y Lily. Sé que como profesor se supone que no debes tener favoritos, pero vosotros dos hacíais una pareja bastante divertida.'

Severus puso los ojos en blanco. 'Lily y yo nunca fuimos pareja.'

'Claro que vosotros dos actuabais como una,' Slughorn se rio entre dientes. 'Justo como mi esposa y yo solíamos ser. Ella también fue una chica Gryffindor, al igual que Lily.' Slughorn cerró los ojos como si estuviera tratando de recomponerse.

'Me rompió el corazón ver cómo tu amistad con ella se había destrozado. Me habría gustado verte casarte con ella. Parecíais buenos el uno para el otro.'

'Un poco tarde para eso, ¿no?' preguntó Severus con sarcasmo.

'No tanto, Severus, no tanto.'

'¿Qué demonios se supone que significa eso?'

'Significa que tienes una oportunidad, Severus. Puedes seguir adelante, como yo lo hice, o volver atrás y arreglar las cosas.'

'No lo comprendo del todo.'

'Significa, Severus, si no te importa que cite a William Blake, que en el universo hay cosas que se conocen, y cosas que se desconocen, y entre ellas hay puertas.'

Severus lo consideró por un momento, tratando de procesar la información que había recibido. '¿Por qué querría regresar a esa maldita guerra? ¿No he hecho ya suficiente?'

'¿Quién dijo nada de regresar a la guerra, Severus?'

'Toda mi vida giró alrededor de esta guerra,' la voz de Severus se elevó. '¿Cuál sería la diferencia?'

'Como dije,' respondió Slughorn con calma, 'no es la guerra a lo que regresarías.'

'Mi madre se marchó. Lily se marchó. Demonios, incluso la mayoría de mis amigos Mortífagos se marcharon. No me queda nada a lo que regresar.'

'Tienes todo a lo que regresar, Severus, porque tienes una opción.'

Severus frunció el ceño. 'Todavía no lo comprendo del todo.'

'Sígueme.' Slughorn se levantó y caminó hasta la orilla del río mientras Severus seguía su ejemplo.

Tanto como las turbulentas aguas lo permitían, el reflejo de Severus mostraba el rostro de un hombre joven, más que el rostro gastado y cetrino al que se había acostumbrado. También fue la primera vez que notó que vestía una camisa marrón que le quedaba grande con vaqueros de apariencia raída. Cosas que no había llevado desde que era adolescente.

Levantó la mirada hacia Slughorn. '¿Qué me ocurrirá si regreso?'

Slughorn sacudió la cabeza. 'Incluso si lo supiera, no te lo diría. Es tu elección, y sólo tu elección.'

'Necesito un poco de tiempo para pensar.'

Slughorn asintió comprendiendo y volvió a sentarse bajo el roble, mirando contento el pequeño pez dorado.

Tenía la oportunidad de regresar. De volver a ver a Lily. De volver a ver a su madre. Incluso podría cambiar el curso de la historia.

Una hoja había caído del roble y se posó suavemente ante él sobre la superficie del río, dejando pequeñas ondas mientras se iba a la deriva corriente bajo. Todo lo que haría falta era cambiar una única acción. Una única palabra. Una única idea.

Se dio la vuelta para mirar a Slughorn, que ahora estaba acunando la pecera en sus manos.

'¿Cómo regreso, profesor?' preguntó Severus.

Slughorn parecía satisfecho. 'Si deseas venir conmigo, todo lo que tienes que hacer es atravesar el claro, pero si deseas regresar, tendrás que entrar en el río.'

Severus gimió. 'No sé nadar.'

'No se supone que debas hacerlo.'

Su mirada estaba fija en la de su viejo profesor. '¿Está diciéndome que tengo que ahogarme?'

'Morir es tan fácil como quedarse dormido. Vivir, sin embargo,' Slughorn se encogió de hombros, 'no tanto.'

'Jodidamente fantástico,' dijo Severus con desdén. 'Aquí estoy, apenas muerto una hora, sólo para morir otra muerte dolorosa con el fin de volver a vivir.'

Slughorn rio. 'Parece un poco un paradójico, ¿no?'

Severus se puso en pie, respiró hondo, y exhaló. 'Cuide bien de Pip por mí, ¿lo hará?'

'¿Estás seguro de que no quieres llevarla contigo?'

'Los peces no se ahogan, ¿verdad?'

Slughorn rio y pareció encantado. 'Por supuesto, querido muchacho. Creo que a mi esposa le encantaría.'

Sin otra mirada atrás, Severus vadeó en el agua fría. Ya estaba metido hasta la cintura cuando Slughorn lo llamó, 'Severus.'

Miró alrededor para ver al hombre parado en el borde del claro, la pecera metida bajo el brazo. 'Si me ves, al otro yo, por favor, ve a una de mis fiestas, ¿lo harás? Le gustaba tenerte cerca.'

Severus asintió, 'Lo prometo.'

Con un pequeño saludo, Slughorn desapareció a través del claro. Severus se adentró hasta que sus pies ya no tocaban el fondo del río y se permitió dejar que la corriente lo llevara. Exhaló, expulsando todo el aire que pudo de los pulmones, y se hundió bajo la superficie del agua. Una respuesta natural de pánico surgió en su interior, pero la reprimió dejando que los recuerdos del pasado fluyeran a través de él mientras se hundía lentamente hasta el fondo.

La sensación de opresión en el pecho fue dolorosa cuando sus pulmones estuvieron hambrientos de oxígeno, pero el dolor se liberó en cuanto se deslizó en la inconsciencia.

La muerte por ahogamiento no era tan mala después de todo.