Capítulo 21
1
El doctor, Proctor, salió del ala de urgencias vistiendo nuevamente su ropa de trabajo y una bata blanca—¿Familia Ketchum? —llamó, esperando encontrar a los padres del muchacho.
Había muchas personas en la sala, esperando las noticias sobre Ash, no los conocía, pero podía imaginar el parentesco que tenían con él. La mayoría eran adolescentes, seguramente sus amigos, una mujer de edad avanzada, su abuela, y una señora de cabello pelirrojo, de quizá solo un poco menor que él, su madre.
Todos voltearon a ver al doctor cuando pidió hablar con algún familiar, pero solo la señora pelirroja y de blusa rosa se levantó junto con un chico alto de gorra y chaleco rojos. El chico de gorra amarilla con negro que encontró la noche anterior también se levantó, pero la señora le detuvo y le pidió que se quedara allí, solo ella y el más alto irían. El chico de sudadera roja quiso refutar, pero la misma chica de coletas que estaba a su lado lo detuvo y pareció convencerlo de obedecer a su madre, aunque en su rostro se notó que no estaba conforme con la decisión.
El chico que caminaba al lado de la mujer debía ser el tercer hermano de Ash y del chico que conoció brevemente anoche. Proctor no estaba muy inmerso en el mundo de los entrenadores Pokémon y batallas, no eran de su interés y conocía muy poco, pero por la conversación que había tenido con el equipo quirúrgico, dedujo que era el hermano del que tanto se había hablado como el próximo campeón de la región, Red, y de ser así entonces la señora que se acercaba junto a él sería la madre de los tres chicos.
La señora era atractiva, aunque se notaba cansada, aunque era obvio tomando en cuenta que debería estar desesperada por la condición de su hijo. Su curveado y voluminoso cuerpo, y lo lindo de su rostro hicieron que Proctor se interesara en ella, pero las condiciones no eran las adecuadas como para abordarla y tratar de seducirla, pues para empezar era una mujer casada, se notaba por la argolla en su mano, y esto siempre era la primer cosa que Proctor miraba en una mujer que pasara de los treinta. Y en segunda, sus hijos estaban junto a ella, no quería causar una riña de celos dentro del hospital, y en tercera, uno de sus hijos era el chico que recientemente operó.
—Soy su madre, Delia Ketchum ¿Usted operó a mi hijo? —preguntó la señora, a lo que Proctor le respondió afirmativamente— ¿Cómo está él? Dígame—
Ella se oía agobiada. Una madre siempre va a estar pendiente de un hijo, tenga la edad que tenga o esté donde esté, ella pudiera ser la única persona en el mundo que se mantenga unida a su hijo hasta que una de las dos vidas se extinga, y una madre siempre querrá que la vida de su hijo sea la que perdure. Y esta mujer frente a él, pareciera querer dar su propia vida con tal que hijo sobreviviese, pero él sabía que no sería necesario.
Cabía resaltar que Proctor odiaba tratar con este tipo de cosas, darles la noticia a los familiares después de la operación y esa no era su actividad favorita, podía ser tedioso y aburrido. Tener que tratar con el llanto y depresión de las familias de aquellos que no sobrevivieron, o escuchar las miles de formas distintas que alguien tenía para agradecer, todo eso le resultaba tedioso, por eso mismo delegaba la responsabilidad a la enfermera, y aunque ella se había ofrecido a comunicarle la noticia a la familia, Proctor optó por decírselos él mismo.
—Puede estar tranquila señora, su hijo está fuera de peligro—
Apenas dijo esto, la señora pareció haber recuperado el alma que en algún momento se le había escapado esperando alguna mala noticia. Sus ojos se abrieron por completo y pareciera que su boca iba a dibujar una sonrisa, pero estaba esperando a que él continuara, pero sin duda sus primeras palabras le habían quitado un enorme peso de encima.
—¿Lo dice enserio? —el chico a su lado fue quien más emocionado se mostró, apenas escuchó la noticia sonrió como si hubiese visto algo divino y maravilloso.
—aún es muy temprano para emocionarse. Todavía debe estar en observación, pues no sabemos realmente cuando despertará… pero sí. Si no ocurre nada más, sobrevivirá—
La señora dio un suspiro de alivio y cubrió su boca con sus manos por educación frente a él. Sus ojos mostraron muy pocas lágrimas, seguramente de felicidad al saber que su hijo podría continuar con su vida y pareciera que ella volvió a recuperar el motivo para continuar con la suya.
Delia le agradeció, y Proctor podía jurar que casi saltaba y lo abrazaba gracias a la adrenalina que aumentó en su organismo con rapidez. Sin duda alguna estaba aliviada por la noticia y se emocionó gracias a él. ¿Esto era lo que se había perdido delegando la responsabilidad a las enfermeras?
—como dije. Todavía hay que esperar a ver cómo responde en las próximas horas y no sabemos si despertará pronto o tomará tiempo, así que estén preparados cualquier nuevo diagnostico que tengamos—
—¿Podemos pasar a verlo, doctor? —ella preguntó.
—todavía no. Lo están preparando y pronto lo dejarán en una habitación. La enfermera les avisará cuando sea el momento—
La señora Ketchum volvió a agradecerle, y he allí una de las razones por las cuales odiaba dar los resultados de las operaciones. ¿Cuántas veces habían sido ya? Por eso, él siempre trataba de evitar comunicarse con los familiares, luego terminaba siendo un festival de agradecimientos y bendiciones que llegaron a cansarle luego de tantos años en esta profesión.
Proctor les pidió que descansaran un poco, que comieran y se preocuparan por ellos mismos, debían hacerlo, no debían preocuparse más por el muchacho pues pronto volvería con ellos.
Luego de haber dado la noticia, Delia y su hijo mayor regresaron con las demás personas que los acompañaban, y todos ellos parecieron tener la misma respuesta que la señora, todos parecieron alegres y casi a punto de estallar en llanto por la emoción. El doctor sonrió para si, quizá, a veces valía la pena ver la reacción de los familiares. Luego de darles un vistazo, volvió a su oficina.
A Proctor le habían adecuado una oficina para él y pasó a ella después de hablar con la familia Ketchum. La oficina era sencilla, escritorio con silla para él y para los pacientes que llegasen allí, incluso había un pequeño librero con libros médicos que podría necesitar consultar, fue una oficina rápida de crear, pero era ideal para el poco tiempo que iba a estar allí. Sobre su escritorio todavía permanecía la información sobre el paciente que había recabado para estudiar su historial antes de la operación.
Proctor llevaba horas sin dormir, pero el escaso descanso no había sido impedimento para llevar acabo la intervención. Después de la operación, la enfermera que cubría el turno le recomendó ir a su hotel y descansar, se lo merecía luego de haber llevado tal operación de exitosa manera, ella se había ofrecido a comunicarle a la familia la noticia y encargarse del paciente a partir de aquel punto, pero Proctor prefirió irse a aquella oficina improvisada para analizar la situación, todo lo que había pasado aquel día, sobretodo la verdadera razón del increíble éxito en la operación de Ash Ketchum cuando todo apuntaba, de primera instancia, que ni siquiera debía haber sobrevivido a la caída.
Tomó toda la información del chico que tenía sobre su escritorio, historial médico de él y de sus familiares, radiografías tomadas de forma rápida y urgente, todo lo que se supiese del chico fue buscado con rapidez, y Proctor solamente buscaba algo que apuntara alguna anomalía en él que alguien haya señalado, pues su cuerpo, cuando lo vio, no parecía haber sufrido una caída de varios kilómetros de altura.
Revisó las radiografías del chico, sus costillas rotas, y sus brazos y piernas dislocados, sus huesos estaban rotos y fuera de lugar. Realmente le sorprendió que su cráneo no haya salido lesionado luego de la caída, su cerebro estaba intacto, sin ningún tipo de lesión, y no debió haber ocurrido pues en una caída como esta, se podría esperar una hemorragia. Y sus órganos, Proctor esperó encontrarlos prácticamente pulverizados, pero las radiografías mostraban que no había más que ulceraciones en ellos, ulceras cuyo tamaño era más pequeño que lo que parecían.
Proctor podía jurar que la operación fue rápida, por lo menos más de lo esperado para una situación tan delicada. Por la gravedad, había supuesto que iba a tener que usar barras de titanio para sus extremidades y algunas placas para su cabeza y cadera, podría jurar que algún momento imaginó que el 50% del cuerpo del chico terminaría siendo de metal y el resto humano, pero no fue así. Todo indicaba que sus huesos solo requerían de una recolocación nuevamente en su sitio, pues estaban completos y no destrozados como todo mundo había creído.
Todos sus historiales médicos decían que había pasado por muy pocas revisiones médicas y todas ellas mostraban un excelente estado de salud. El chico, prácticamente, nunca había estado en un hospital por alguna herida infligida, lo cual es extraño para un entrenador Pokémon, pues, en su experiencia, son el tipo de personas más propensas a accidentes provocados por Pokémon salvajes y propios.
¿Fue realmente él quien logró darle otra oportunidad de vivir al chico? ¿O fue algo más allá de su compresión? ¿Algún tipo de milagro? ¿la intervención divina fue lo que influyó o la intervención de lo más profundo del mundo inverso, acaso? ¿O acaso tiene algo que ver con el, igualmente, extraño historial médico de toda su familia?
Revisó el historial de sus hermanos mayores, las únicas ocasiones que llegaron a un hospital fue cuando niños y por heridas superficiales luego de los diez años, pero desde hace varios años atrás, quizá cuatro años, no habían vuelto a tener una cita médica.
El más cercano a haber tenido una emergería fue el mayor, pues había un reporte suyo diciendo fue atendido por supuestas heridas abiertas, pero al examinarlo, las heridas no sangraban por más grandes que estas eran. Se anotó como observación que dichas heridas parecieron cicatrizar rápido y no requerían más atención que un simple lavado para evitar infecciones. Al poco tiempo el chico volvió para una revisión, y su piel tenía la impresión de nunca antes haber sido lesionada.
La única excepción era su madre, quien pareció haber tenido una adolescencia un tanto conflictiva en cuestiones de salud, como un brazo roto que fue tratado con forme al procedimiento, y al acudir a las revisiones rutinarias mostraba el avance de recuperación promedio en cualquier persona. luego de eso, cuando adoptó el apellido Ketchum, pareciera haber ingresado por enfermedades comunes, pero todo en ella seguía siendo un historial común.
Pero como se dijo, la señora Delia Ketchum era la única excepción, pues las enfermeras que recabaron los historiales no encontraron ningún tipo de información médica del señor Ketchum, lo único que encontraron fueron sus datos, pero nada que indicara entrada y salida a un hospital, prácticamente su historial era inexistente.
Proctor no entendía que pasaba con Ash Ketchum y su extraño caso. Debió haber muerto, pero estaba vivo. Su cuerpo debía haber estado destrozado por fuera y por dentro, y estaba bien casi en un 60%. Ahora solo cabía esperar que despertara antes de 24 horas, en lugar de hacerlo en días, y que su recuperación fuese rápida, como si de un simple resfriado se tratase, pero realmente, esto último fue una extraña suposición… una muy extraña.
2
Todos querían saber lo que el doctor le iba a decir a Red y a Delia. Todos los chicos habían estado junto a ellos en todo momento y podía decirse que habían sentido lo mismo que ellos cuando vieron al doctor que atendió a Ash salir de la sala de urgencias y llamarlos. Desde su familia, sus amistades más viejas y sus amistades más nuevas, todos los que habían estado interesados por él estaban allí.
Todos querían tener noticias sobre el avance en la operación y el estado del chico, pero a la vez, a algunos les daba miedo saberlas, pues tenían aquella extraña sensación donde deseaban que el tiempo se prolongara y no supieran el resultado dentro de un buen tiempo pues temían que no fuesen de su agrado, querían más tiempo para prepararse para el resultado final, pero eso que deseaban no iba a pasar.
Cuando Delia y Red se levantaron, Gold también quiso ir con ellos, pero Delia no lo permitió. No era justo para él, pues también era familia directa del chico y era de los más preocupados, pero quizá fue lo mejor pues él no podía controlar sus impulsos cuando se enojaba o se frustraba, tendía actuar efusivamente en toda ocasión y Delia lo sabía, quizá por eso fue que prefirió que solo ella y su hijo mayor fuesen los primeros en oír las palabras del doctor.
Delia y Red eran las mejores opciones, no solo por ser la familia de Ash, sino porque eran los que mejor se controlaban. Pero todos querían estar alrededor del doctor y escuchar el avance de Ash. Todos menos Kimberly. La señora pudo levantarse y justificarse como la abuela del chico, aunque no lo fuese, Delia no iba a impedírselo y la anciana lo sabía, pero la modestia de Kimberly la mantuvo sentada en su sitio y esperar junto a los demás, pero, realmente, temía que la noticia que se le diese fuese la peor de entre todas. Era una anciana, ella lo sabía, ya no podía soportar las fatalidades como antes, su corazón no soportaría otra ola de tristeza sumada a la angustia que había estado sintiendo los últimos días. Si la operación resultaba un fracaso, ella podría acompañar a su nieto favorito en su encuentro con el legendario ser de la muerte.
Todos guardaron silencio cuando Delia y Red quedaron de frente al doctor. Este sujeto no mostraba mucha emoción en su rostro, de hecho, se podía decir que era casi inexpresivo solo podía notarse el cansancio en su rostro, pero eso no les ayudaba a suponer la magnitud de la noticia.
Ruby era el único que desconocía al chico, solo estaba allí por su prima quien se negaba a alejarse de su amigo, pero realmente ¿le importaba tan poco la salud de este entrenador tanto como lo manifestaba? Pues para él, bastaba con decir que en parte era cierto. No conocía al chico, no sabía nada de él ni siquiera su apariencia. Era un entrenador Pokémon, todo lo contrario a lo que él hacía, no estaba inmerso en ese mundo de las batallas Pokémon volviendo al chico un desconocido para él. Para Ruby, la empatía que sentía por él era la misma que sentía por cada paciente hospitalizado allí, no iba a afectarle en nada más allá que un momento lastimoso por él y su familia.
Pero si bien, Ruby no lo conocía, su prima sí. En los pocos días que habían vuelto a pasar juntos él y Dawn, le hizo darse cuenta que este chico, Ash, había ocupado su lugar correspondiente en la vida de Dawn, había estado con ella, la había instruido y la había apoyado, cosas que Ruby siempre procuró proporcionarle a la chica. Notó que ella preferiría estar con Ash en lugar de él si le diesen la opción de elegir, esto le provocaría celos al coordinador de ojos rojos, quien estaba acostumbrado a acaparar toda la atención de ella, pero podía dejar pasar esto, solo porque su prima estaba complacida con su amigo. Ruby concluyó que, Ash tenía algo que lo diferenciaba de él, pues el entrenador no ocultaba sus buenas acciones desinteresadas bajo una falsa actitud egoísta como él lo hacía, su buen corazón le permitía hacer cosas buenas por su prima y que ella lo quisiese por estas. Dawn era quien estaba preocupado por Ash, y Ruby estaba preocupado por Dawn, así que Ash debía salir bien del quirófano para que su prima favorita estuviese tan alegre como siempre.
Cuando Delia cubrió su boca con sus manos, y Red mostró una mirada estupefacta e impresionada, todos parecieron haber parado sus respiraciones y el corazón de algunos latió lentamente.
Blue y Crystal, quienes mejor conocían a aquellos dos. Ellas podían identificar cada facción de sus rostros y cada movimiento, pero ese momento que ellas también esperaban angustiadas, un vistazo a los rostros de la madre y su hijo no bastaría para saber si fue una buena noticia o una mala, pero el hecho que Delia no se desplomara a llorar, les dio un poco de esperanza que Ash todavía seguía con vida. Pero sin duda, la que hacía un mejor trabajo interpretando las acciones de las personas era Blue, quien notó que las comisuras de los labios de Red estaban elevándose poco a poco a la vez que sus pupilas se dilataron por un instante, era común verlo en él, todos los días desde que se conocían, pero en ese momento, ese gesto significaba mucho.
Delia se vio emocionada, tanto que todos podían jurar que saltaría a los brazos del doctor para abrazarlo. Fue entonces cuando todos se impacientaron, estaban comenzando a imaginarse las palabras del doctor, estaban imaginándose el resultado de la operación, e imaginaban que sería algo bueno, pero querían oír la confirmación de sus especulaciones tan pronto como fuese posible.
Cuando el doctor se retiró, y Delia y Red se volvieron a acercar a ellos, todos se acercaron para escucharlos. La señora de cabello rojo los miró y les sonrió, aunque sus labios temblaron por un momento, y sus ojos se llenaron de unas pequeñas lágrimas, pero eso no impidió que pudiera decirles.
—él sobrevivirá—
Y fue cuando la señora se permitió a si misma llorar, derramar lágrimas solo porque su hijo estaría pronto junto con ella nuevamente. Había llorado de desesperación, y ahora lo hacía por felicidad.
3
Dawn no podía creerlo, bueno, en realidad había sido lo que más había estado deseando, pero aún así, el haberlo escuchado fue fantástico. Ash sobreviviría.
Todos en aquel lugar sintieron el mismo entusiasmo que ella. Gold sujetó el cuello de su hermano mayor, alegre por la noticia e implorándole por más información.
—¿Cuándo podremos verlo? — dijo el chico de ojos dorados.
—todavía tienen que hacerle estudios, pero cuando esté listo en una habitación se nos avisará—
Dawn escuchó un suspiró y al buscar la fuente, era Kimberly, quien masajeaba su frente con sus dedos pulgar e índice como si, finalmente, la angustia hubiese abandonado su mente. Su cuerpo parecía más relajado y hasta un tanto encorvado, contrario a la postura rígida que siempre tenía.
—tenía razón Kimberly. Su nieto es muy fuerte, él iba a salir de esto—
Al lado de la anciana, estaba Crystal queriendo tranquilizarla luego de aquella ola de emoción, y en algún momento, Kimberly volteó a verla y le agradeció.
Cuando Crystal notó que era observada por Dawn, volteó a verla sin dejar de sonreír. Ash tenía razón, Crystal tenía ese encanto natural de una buena hermana mayor o una madre, pues solo bastó una mirada y una sonrisa parecía decirle que todo lo malo había pasado finalmente, y que ya no había nada de que preocuparse. Sin duda, era una chica que podía consolarte y decirte algo tranquilizador sin siquiera decírtelo con palabras, solo le bastaba una mirada llena de esperanza.
Dawn buscó a Blue, ella estaba al lado de Delia, y al igual que Crystal, estaba tranquilizándola y animándola. Se veía tan imperturbable como siempre, de hecho, Dawn podía jurar que en ningún momento de aquellos días había perdido la calma y la paciencia. Quizá, esa era su mayor cualidad, como lo dijo ella, a veces tenía que ser el pilar fuerte cuando todos parecían haberse desmoronado. Quizá, no sería tan malo ser como ella en algún punto de su vida.
La coordinadora sintió una mano en su hombro derecho, al voltear a ver, era Brock.
—todo va a estar bien, Dawn. Tienes que estar lista cuando Ash despierte pronto— no le dijo nada extraordinario, realmente, dijo lo que supuso que diría una figura fraternal. Pero agradeció que se lo dijera, había necesitado que alguien le dijera algo similar, era lo único que quería escuchar.
A Dawn dejó de importarle lo que Red decía sobre la conversación con el doctor. Dejó de importarle los demás a su alrededor. Lo único que le había estado importando, ya lo había obtenido, ahora sabía que Ash iba estaría bien.
Sintió como su corazón pareció haber tenido un vuelco, y que todo su ser había caído a sus pies. Su mente se había desvanecido por completo, fue el momento más relajante que había tenido en aquella semana. Todas sus preocupaciones, finalmente se habían ido, y ahora ella podía estar tranquila finalmente.
Sintió otra mano en su hombro izquierdo, era Ruby quien la miraba sonriéndole— parece que esta noche podrás dormir mejor, Dane— ni siquiera le importó que no dijera bien su nombre o que su comentario no fuese tan agradable por la situación. Pero tenía razón, ya podía estar bien.
4
Oak estaba en su cocina, con un vaso de agua en una mano y un par de tabletas de un conocido fármaco para el dolor. Tomó ambas tabletas y tomó el agua para que el medicamente pasara por su garganta fácilmente, a sus años, ya no era tan fácil deslizar algo por su garganta usando solo su saliva.
Fue un día, o más bien, días problemáticos. La gran mayoría de los Pokémon de Ash Ketchum habían perdido el control, y habían comenzado a actuar salvajemente en un lugar donde la mayoría de Pokémon restantes habían nacido allí, nunca habían estado en estado salvaje, y quienes lo estuvieron alguna vez, habían dejado aquella parte de sus vidas.
Hubo batallas, fue atacado junto con sus trabajadores, y hubo daños colaterales con otros Pokémon y con el área. Pero al menos, ya se habían tranquilizado, por completo, hacía poco.
Su cuerpo estaba adolorido, esperaba que las tabletas fuesen suficientes para aliviar el dolor físico. Tuvo que pagar extra a sus trabajadores por sus esfuerzos para tranquilizar a los Pokémon más peligrosos. Y para colmo, no pudo realizar apuntes del comportamiento de los Pokémon, deseó haber tenido a su asistente Crystal, o de sus nietos, Gary o Dalia, pero al no estar, solo contaba con su memoria, la cual ya comenzaba a fallar y de la cual no podía confiar tanto.
Volvió a salir de su casa. estaba cansado, quería dormir y a la vez quería estar despierto, pues había tantas cosas por hacer, como tratar de recuperar sus recuerdos de aquellos días y anotarlos para después analizarlos. Y la otra razón, quería estar pendiente en caso los Pokémon volvían a su comportamiento errático y desastroso. El comportamiento extraño de los Pokémon de Ash fue, sin duda, algo que nunca antes había visto, pues se trataba de un grupo selecto, y no en todos los Pokémon del rancho. Debía estar aquel comportamiento, pues, solo podía suponer que se debía a una especie de vínculo entre ellos y su entrenador.
Oak miró en la dirección donde, mucho más adelante, todos los Pokémon del chico se quedaron, mirando hacía la casa del chico, sin moverse y sin hacer más. en aquellos días, solo la mitad de los Pokémon habían hecho aquello, se podía decir que solo los más tranquilos. Pero, de una forma tan brusca, el resto de Pokémon que habían estado peleando y causando daños al resto de los habitantes del rancho, simplemente dejaron lo que hacían y se dirigieron al mismo lugar, y allí se quedaron mirando a la misma dirección. Todos parecían estar esperando algo, quizá, a que su entrenador volviese.
Quizá debía llamar a la casa de los Ketchum, aunque era muy tarde, todos debían estar dormidos, pero quería obtener respuestas para este acontecimiento tan extraño. Quizá Delia podía decirle donde estaba su asistente, quizá podía decirle donde estaban sus hijos, y donde estaba Ash, quien parecía ser la razón de este, y quizá otros acontecimientos extraños.
