*DISCLAIMER: Los personajes y serie no me pertenecen, son propiedad de la mangaka Rumiko Takahashi. Únicamente el fanfic y su trama son de mi entera pertenencia. No se aceptan copias, adaptaciones y/o plagios. Muchas gracias.
*SUMMARY: A la hora de escoger "¿Dulce o travesura?" Kagome escoge "dulce", dejando implícita la ternura propia de la pareja en cada una de sus viñetas y drabbles. Porque octubre es conocido por ser un mes aterrador... Aterradoramente dulce.
DAY 4:
''Culpa''
—¿Estará bien?
—Sí, no es nada.
—¿Segura?
La señora Higurashi se volteó hacia el ojidorado mientras sostenía el termómetro con una mano y arropaba a su hija con la otra. Le sonrió enternecida al ver su mirada plagada de preocupación. Era tan tierno.
—Segura.
—Pero...
—No es nada, Inuyasha. Solo es un resfriado. Kagome estará bien.
—Pero tiene treinta y nueve de fiebre...
—Sí, es normal —susurró con calma. Era madre y había pasado por demasiados médicos como para saber cuando algo era grave o no—. Solo necesita reposar, comer liviano y tomar sus medicamentos.
—¿Solo eso?
—Sí.
—¿Está segura?
—Muy segura, querido.
La mujer se levantó antes de dejarlo pronunciar una palabra —o una pregunta— y depositó en sus manos un cuenco con agua y hielos, mientras en la otra le dejaba un par de tabletas que a Inuyasha le resultaron familiares.
—Debe tomar estas pastillas cada doce horas. —Indicó y tuvo ganas de reírse al ver la confusión plagar los ojos del chico. Él no sabía nada de horarios o relojes así que le señaló el reloj en el buró y añadió:— Es cuando la aguja pequeña llegue al ocho. Debes dárselas dos veces al día.
—De acuerdo.
—Y si tiene mucha fiebre puedes bajársela con estos paños húmedos. Si el hielo se derrite puedes ir a buscar más a la cocina o pedírmelo, ¿sí?
—¿Usted no estará en casa?
—Oh, claro que sí —respondió y se sonrió—, pero soy madre y debo cuidar del abuelo, de Sota y atender el templo.
—Ya veo...
—Además, estoy segura de que querrás cuidarla en persona.
Inuyasha se quedó sin aliento. Por la forma en que la mujer le guiñó el ojo supo que todo lo anterior eran puras excusas. Una madre siempre encontraría el tiempo necesario para cuidar de su hija, pero ella había leído en su mirada que lo que realmente quería era cuidarla él mismo y le había concedido su peculiar deseo. Inclinó la cabeza con respeto hacia ella a modo de despedida, pero sobre todo como muestra de gratitud por dejarlo vigilarla.
La alegre mujer mimó una última vez la cabeza de su hija y salió del cuarto dispuesta a cocinar. Hoy habría trabajo extra al tener que cocinar para su familia, para una hija enferma y la máquina de tragar que era el joven. Lo mejor sería que empezara cuanto antes.
En cuanto la puerta se cerró, Inuyasha dejó todo lo que le habían dado sobre el escritorio y se arrodilló junto a la cama de la azabache mientras la inspeccionaba silenciosamente con la mirada. Se sentía afligido. Todo había sido su culpa. Kagome no estaría en ese estado si no la hubiera hecho bañarse en el río junto a Sango o le hubiera permitido hacerlo de noche y dormirse con el cabello húmedo. Debía prestar más atención a esas cosas. A veces se le olvidaba que Kagome era humana. Su deber era protegerla. Ya sea de demonios, de humanos o enfermedades... Y había fallado en esto último.
La sintió removerse y sus orejas se irguieron al escucharla toser secamente. Con una rapidez casi desesperante le alcanzó el vaso de agua que su madre había dejado para ella hace unas horas y se lo ofreció. La mirada cansina se encontró con sus ojos acongojados y otra punzada de culpa lo invadió.
—¿Estás bien?
La chica asintió en silencio mientras le devolvía el vaso casi vacío y se volvía a recostar con clara dificultad. Estaba muy débil. Era solo un resfriado, pero en su época no era una enfermedad para tomar a la ligera, por lo que sentía que su corazón saldría volando en cualquier momento debido al estrés que cargaba.
—¿Cómo te sientes?
—Mejor... Creo... —Susurró con dolor. Mierda, sentía su garganta tan adolorida que incluso tragar saliva la hacía quejarse.
Mientras Inuyasha se debatía sobre si darle el medicamento ahora —a pesar de ir contra los horarios de la señora Higurashi— o ir a buscar más agua, pudo percatarse del evidente temblor que azotaba el cuerpo de la colegiala.
«¿Desde cuándo está temblando?», pensó. No pudo encontrar una respuesta certera y eso, en parte, le preocupó.
—¿Tienes frío? —Se aventuró a preguntar.
—Sí.
—¿Mucho?
No respondió, pero su cuerpo temblando era evidencia suficiente de que sí, moría de frío. Podía notar la forma en que sus pálidos dedos se aferraban al pesado edredón a la vez que la joven se esforzaba por tapar cada uno de los agujeros por los que entraba el aire para así poder retener mejor el calor. La vio tapada de pies a cabeza hecha un ovillo sin dejar de temblar y, para peor, sin poder conciliar el sueño por el frío que la embargaba. Inuyasha miró dubitativo el vaso casi vacío en su mano, pasó entonces a mirar las pastillas y, por último, la puerta del cuarto. Ninguna de las cosas que la señora Higurashi le había dado servía para proporcionarle calor a Kagome, por el contrario, eran para refrescarla, pero se veía incapaz de ponerle un paño húmedo en la frente cuando la veía temblando como a una hoja.
«¿Qué mierda hago?», meditó.
Ponerle otro edredón encima no era una opción porque no sabía en dónde guardaban los cobertores extra y le daba vergüenza preguntar. Mandarla a ducharse con agua caliente tampoco lo era porque, además de desnudarla y hacer que tuviese más frío, no se veía capaz de ayudarla a bañarse sin meterse en un buen lío. Ni hablar de colocar alguno de esos aparatos que cambiaban la temperatura del ambiente porque Kagome le tenía terminantemente prohibido tocar cualquier electrodoméstico en su hogar desde que tuvieron aquel incidente con la cocina y la cucaracha. ¿Entonces?
—Hace mucho... Frío...
Aquel susurro lanzado al aire, casi como un pedido de ayuda, hizo que la alerta roja en su interior se detonara e hizo lo único que su instinto le decía: acompañarla.
Dejó su espada sobre el escritorio y se apresuró a colocar el seguro en la puerta. Esa era una de las pocas cosas que había aprendido a manejar en la época de Kagome porque, a pesar de que sus intenciones eran totalmente puras, era mejor prevenir que lamentar. No deseaba miradas indiscretas o pensamientos malintencionados.
Se quitó el haori y abrió su kosode lo suficiente como para que la piel caliente de su pecho quedase en contacto con el cuerpo de Kagome sin llegar a tornarse morboso... Aunque incluso él debía admitir que de por sí la situación ya lo colocaba en una muy mala posición.
Antes de que sus propios pensamientos y prejuicios terminaran por acobardarlo se metió en la pequeña cama de la colegia, se colocó junto a la pared y atrajo el cuerpo somnoliento hacia él. La sintió suspirar con placer al tener una fuente de calor y se abrazó a él casi por inercia. Aún tiritaba, pero cada vez tardaba más en temblar, su respiración se acompasó gradualmente y al poco tiempo supo que se había dormido profundamente.
Se sentía bastante abochornado por la situación, pero había sido su culpa que la azabache se encontrara en ese estado. Era su deber remediarlo, incluso si terminaba tan sonrojado como en ese momento. Además, no era tan malo. Al menos por unos minutos podría relajarse, dormir y vigilarla de cerca, tal y como deseaba. Aspiró el aroma de su cabello antes de cerrar los ojos con tranquilidad, una tranquilidad que solo esa época y la mujer entre sus brazos lograban brindarle. Solo esperaba despertarse y encontrarla mejor.
«Recupérate pronto, Kagome...»
Solo un poco mejor... Con eso sería feliz.
FIN
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''Uno está enfermo''
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¡VOLVÍ! Con omicrón, ¡pero volví! Las notas de este drabble serán algo... extensas, pero ya están acostumbrados a eso, ¿cierto? Por eso los amo c:
Lamento enormemente mi abrupta desaparición, ya muchos están enterados de la situación gracias a mi página de Facebook y les agradezco inmensamente su comprensión. Quiero que sepan que me ha costado horrores volver, demasiado tal vez. No solo por la universidad, el trabajo y un sinfín de responsabilidades sino porque cada vez me siento más y más desconectada del fandom. Siendo sincera: ya no me produce la más mínima pizca de gracia o emoción... Y la secuela no ha hecho más que alejarme. Estos drabbles que subo son con el único fin de agradecerles por su genuina preocupación durante estos meses, y ni hablar de su grata compañía a lo largo de todos estos años. No, no me estoy despidiendo, odiaría tener que decirles adiós en algún momento, pero creo que es necesario que sepan que su querida autora no se siente muy bien, al menos no tanto como debería. Continuaré actualizando en la medida de lo posible hasta finalizar este reto y subir los otros one-shots que tengo escritos desde el año pasado. ¿Qué haré luego? No tengo la más pálida idea, pero espero que este reto logre reconectarme con mi pasión para continuar comunicándome con ustedes. Hasta entonces disfruten de lo que podrían ser mis últimos proyectos del fandom. No olviden nunca cuánto los quiero y como siempre me gusta decirles... ¡Nos leemos pronto!
P.D.: En serio nos leemos pronto, esta semana espero traer los siguientes drabbles. ¡Cuídense! :D
14.10.21
