A partir de este capítulo, he ido organizando con cuidado lo que se vendrá en los próximos capítulos, todo fríamente calculado, ah JFIOSDFJIDO he estado pensando en varias cositas para lo que se vendrá más adelante y no puedo caer en cometer algún tipo de error argumental hehe que arda troya.


[ Al compás de la melodía ]

Capítulo 7

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Usualmente, luego de haber estado en compañía de algún integrante de su reducido círculo familiar y contando, además, con una decepción más por parte de ellos dentro del saco, así como lo fue en el caso de la noche anterior, era casi un hecho que al día siguiente su estado de ánimo no sería el más simpático de todos. Su madre lo llamaba "tiempo de calidad en familia", pero para él no era más que un suplicio tener que resistir verse envuelto en aquella burbuja de felicidad y amor en que sus padres creían vivir... era repugnante.

Sin embargo, en esta ocasión, el inicio de semana de Naruto fue protagonizado por el entusiasmo que en su interior estuvo luchando por resguardar desde que se levantó esa mañana, emoción que hizo lo suficientemente llevadera su jornada escolar hasta que fuera momento de partir hacia aquel sitio que por mucho tiempo fue odioso para él y por una vez podía darse la libertad de decir que sentía genuinos deseos de asistir.

Una vez que la campana de término de clases se hizo oír por los pasillos del espacioso edificio, aquellas positivas emociones que estuvieron aflorando en él comenzaron a crecer al punto de hacerle aún más complicada la labor de mantenerlas ocultas, lo cual quedó indudablemente en evidencia para quienes yacían a su alrededor.

–Pareces muy contento... –Comentó Gaara, sacando así a Namikaze momentáneamente de su trance.

–¿Eh, qué?

–Bueno, es que has estado bastante tranquilo y sonriente durante todo el día... o al menos eso me parece.

Al momento en que tal comentario aportado por Gaara se abrió paso hasta sus oídos, Naruto hizo ademán de intentar disimular la alegre mueca formada por la comisura de sus labios, era cierto que su comportamiento estaba siendo más amigable que de costumbre, pero tampoco creyó que acabaría viéndose expuesto de tal manera ante aquellos a su alrededor... Gaara era un chico de pocas palabras, rara vez abría la boca para decir algo y cuando lo hacía tendía a dar en el punto justo de la conversación, la presente ocasión era un ejemplo claro de ello y aunque no estaba haciéndole algún tipo de pregunta como tal, sabía que el susodicho debía de estar esperando alguna contestación concreta y esclarecedora que diera justificación a su inusual actuar.

En los breves momentos en los que se vio ocupado pensando en una respuesta convincente para la inquisitiva frase de su amigo de rojizo cabello, los ojos de Namikaze notaron el familiar vehículo que yacía estacionado frente a la entrada de la institución, aguardando a que subiera para retomar así su rumbo habitual.

No le tomó demasiado tiempo pensar en hacer uso de dicho hecho para zafarse de la situación a la que Gaara dio lugar y sin una mínima pizca de vergüenza respondió. –Ah, ya están esperando por mí, aquí los dejo. –Sin dejar espacio a ningún tipo de contestación, Naruto aceleró el paso hacia el dichoso vehículo tras aquella fugaz despedida, mientras que tanto Gaara como Shikamaru se limitaron a observarlo desde las lejanías, esperando a verlo partir.

Ahora que no contaban con la compañía de Namikaze, Shikamaru dejó caer su atención sobre el delgado muchacho a su lado. –¿Y tú? ¿Qué hay de ese repentino interés por su actitud?

–Mmm... –Observando el inocente e inexpresivo rostro de Gaara, Nara aguardó por la respuesta que parecía estar siendo formulada. –Es que no es muy recurrente verlo así de amigable cuando se toca el tema de la música, siempre está quejándose y maldiciendo.

–Sigue siendo mejor que tener que escucharlo escupir mierda al aire durante toda la tarde con una cara de perro rabioso. Hay que dejarlo ser.

Si bien estaba fingiendo ignorancia al respecto, Shikamaru era lo suficientemente conocedor de los motivos que llevaron al comportamiento de su rubio compañero adoptar aquellos ligeros cambios que Gaara, por ejemplo, parecía tan interesado en oír y podría haber alimentado su curiosidad haciendo uso de tan solo unos cuantos segundos. Sin embargo, no le hacía mayor ilusión la idea de ir de chismoso por ahí en temas donde no tenía nada que tocar, no era asunto suyo, por lo que la breve, pero reveladora conversación que tuvieron el otro día durante el receso se la guardaría para sí mismo, dejándole así a Namikaze la oportunidad de comunicar lo que deseara cuando realmente lo quisiera.

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Desde el instante en que dejaron a sus espaldas la institución en la que pasaba la mayor parte de su día, Naruto procuró no dar señal de la existencia de su amigable estado de ánimo en la expresión de su rostro para así evitar alguna situación similar a la que se desató con Gaara con anterioridad, ya que cabía la posibilidad de que Iruka, su chofer, pudiera verlo por medio del espejo retrovisor, por lo que buscó distraerse mirando a través de la ventana a su lado con tal de hacer un poco más ameno el tiempo que les restaba de trayecto y no era precisamente poco.

Pasados los minutos y una vez abajo del vehículo, se encaminó sin más hacia el salón con el pensamiento de aguardar ahí por la llegada de Jiraiya, quien le comunicó con anticipación que contaría con su presencia un poco más tarde de lo habitual debido a un repentino percance en su camino, nada serio.

–En ese caso sería mejor que suspendiéramos las lecciones de hoy. –Pensó, le habría gustado contestar al mensaje de su instructor haciendo uso de dicha oración, pero sabía que no conseguiría el efecto esperado al hacerlo. Jiraiya era un hombre firme, era prácticamente imposible hacerle cambiar de opinión, por lo que al intentarlo solo estaría dando cabida a falsas ilusiones.

De repente, Namikaze detuvo sus pasos al vislumbrar desde las afueras del salón a Sakura, quien no parecía haberse percatado en absoluto de su llegada, permaneciendo sentada frente al instrumento del que ambos hacían uso. Su instructor no yacía a su lado y ni mucho menos parecía estar merodeando por los alrededores, así que optó por aprovechar la oportunidad y se aproximó a hurtadillas hacia la joven muchacha, y una vez que la distancia entre ambos era mínima, posó su mano sobre su hombro para finalmente captar su atención, no obstante, la reacción que obtuvo resultó ser completamente opuesta a la que estaba esperando recibir.

En cuanto sus dedos entraron en contacto con su cuerpo, Haruno se sobresaltó de tal manera que un grito escapó a través de sus labios, el susto que manifestó fue tal que las partituras que traía consigo acabaron esparcidas por el suelo.

–T-Tranquila, solo soy yo... –Ni siquiera pudo darle un saludo del modo correspondiente, puesto que este se quedó a medio camino en su garganta al ver el efecto que sus acciones habían provocado en su acompañante. –Lo siento, no quería asustarte. Deja que recoja todo esto.

En el breve periodo de tiempo en que permaneció arrodillado sobre el piso, no demostró iniciativa alguna de romper el luego de que su encuentro tuviese un inicio tan curioso y Haruno parecía estar en una posición igual a la suya.

–Eh, aquí tienes. –Anunció, depositando aquella delgada pila de papeles directamente en las manos de Sakura, levantándose del piso para sentarse en el espacio vacío a su lado. –Lo lamento, en serio, no debí intentar sorprenderte de ese modo.

–N-No te disculpes, no te oí cuando venías... supongo que estaba un poco distraída, así que no te preocupes.

Quizás para cualquier otro aquellas oraciones no parecerían contener nada fuera de lo normal, pero se atrevía a decir que algo en ellas no encajaba, le causaban molestia. Sakura tenía un muy buen oído, era capaz de reconocer las pisadas de una persona con tan solo escucharlas y la distancia no era un limitante, eso se lo dejó en claro desde el primer momento, cuando se escabulló para reunirse con ella, quien le expresó con naturalidad el ser conocedora de su llegada al oír sus sigilosas pisadas por el pasillo desde los interiores del acomodado cuarto en que se hallaba. Teniendo eso en mente, se le hizo extraño que Sakura no se hubiera percatado con anticipación de que yacía aproximándose a ella desde sus espaldas, por más distraída que dijera estar.

No solo fue su justificación la que le causó ruido, si no también su comportamiento, puesto que tras analizar su reacción, cayó en cuenta que no solo resultó ser un simple susto momentáneo, lucía nerviosa y sus brazos yacían temblorosos, características que lo llevaron a suponer que su exagerada respuesta no mantenía relación alguna con su anterior accionar, si no más bien con algo externo.

–Ah... ¿Estás haciendo un receso de tus clases? –Preguntó el joven, de improviso.

–Las he acabado hace no mucho, pero al darme cuenta que ni tu instructor ni tu llegaban todavía, decidí quedarme un poco más. –Explicó. –Me gusta el ambiente que se cierne aquí dentro, cuando estoy completamente sola... es tranquilizador.

Pese a la extraña conducta que Sakura adoptó, se ahorró el hacer preguntas con tal de no hacerla sentir aún más incómoda de lo que ya parecía estar e inclusive intentó convencerse de que todas esas señales no fueron más que ideas suyas, que no había nada por lo qué preocuparse. Pero llegados a ese punto, indagar ya no era algo que solo quisiera hacer, se volvió una necesidad, algo estaba ocurriéndole a Sakura y no sabía qué.

–¿Qué tal te fue el viernes?

–¿Q-Qué? –Naruto se vio desorientado ante la repentina intervención de Haruno, ni siquiera recordaba haberla oído dirigirle la palabra en primer lugar, por lo que no sabía qué respuesta debía darle.

–No estuviste aquí el otro día porque dijiste que tenías asuntos escolares que atender.

–A-Ah, eso... Todo fue bastante bien, creo. Ya sabes cómo es, no hacen más que ahogarnos en obligaciones.–Contestó, recordando la mentira que elaboró unos cuantos días atrás. –¿Qué hay de ti? ¿Sucedió algo interesante en mi ausencia?

Ahora que Sakura había introducido convenientemente aquel tema de conversación entorno a los acontecimientos desarrollados el pasado viernes, Naruto no dudó en hacer uso de dicha oportunidad para indagar un poco más, esperando hallar una respuesta para lo que estaba deseando saber.

Puede que la pregunta que formuló fuese bastante directa, pero no temió por los posibles efectos que sus palabras podrían llegar a tener, después de todo, probablemente, Sakura no era consciente de las verdaderas intenciones que tal interrogante traía consigo, para ella debía de ser solo una pregunta inocente hecha por un amigo.

No recibió una respuesta inmediata, según la expresión en su rostro, Haruno parecía estar pensando con cuidado en el contenido de las palabras que próximamente saldrían de sus labios y luego de haber aportado aquel corto, pero curioso silencio, Sakura se dignó a contestar. –Fue igual que el resto de mi semana, tuve mis clases particulares y las de música. Siempre es así, no hay nada que valga la pena contar.

Pese a la normalidad de su respuesta, los ojos de Naruto se dejaron caer sobre las manos de Sakura, las cuales yacían entrelazadas entre sí, ejerciendo una presión sobre ellas durante la transmisión de sus palabras, de inicio a fin. La ansiedad en Sakura era palpable y eso solo lo hacía sentirse aún más inquieto, reforzando la idea de que había algo por lo que estaba luchando mantener oculto.

No quería tener que hacer la vista gorda a las sospechas puestas sobre la mesa, necesitaba saber si estaba en lo correcto o no, así que se animó a sí mismo desde sus adentros a hablar con franquesa al respecto, pero toda esa convicción acabó siendo desmoronada al momento en que su celular comenzó a sonar desde su bolsillo, obligándole a contestar. Durante los breves segundos que le robó contestar esa llamada, Sakura permaneció a su lado sin emitir sonido alguno, imperturbable, a la espera de que esta fuese dada por finalizada.

–Era mi instructor, está en la entrada esperando a que abran el portón para poder ingresar.

–En ese caso será mejor que ya me vaya, sería un problema si llegara a vernos juntos. –Comentó. –Hasta luego.

–¡E-Espera un segundo, Sakura!

Namikaze llamó por el nombre de la chica con la esperanza de que respondiese asertivamente a su petición, que no se marchara, pero Sakura hizo oídos sordos a sus palabras y continuó hacia adelante, dejándole completamente solo en el interior de aquel salón.

La preocupación que Haruno estuvo demostrando desde el momento en que entablaron diálogo, de algún modo u otro, acabó siéndole contagiada. Si bien era cierto que dentro de tan solo unas pocas horas tendría la libertad de dejar su asiento para ir a encontrarse con ella tal y como han hecho en el trascurso de las últimas semanas durante sus recesos, habría preferido tener que ahorrarse la espera para dar respuesta a aquellas incógnitas que se alojaron en su conciencia, tales interrogantes habrían continuado desgastándolo, psicológicamente hablando, a no ser por las repentinas palmaditas de la mano de Jiraiya sobre lo alto de la cabeza del joven pianista, anunciando su llegada.

–Lamento la demora, ¿te hice esperar demasiado?

–Qué va. –Contestó, intentando dejar a un lado momentáneamente sus anteriores pensamientos para centrase en quien ahora le hacía compañía.

En lo que Jiraiya yacía ocupado alistando el material requerido para esa tarde, Naruto se aventuró en introducir la plática respecto a aquello que lo mantuvo absorto durante su fin de semana. –Estuve pensando en lo que dijiste el otro día. Querías que buscara piezas de música yo mismo ¿no es cierto?

–Así es, aunque solo si estás realmente interesado, claro.

–En ese caso, quiero que revises algo antes de empieces con cualquier cosa.

–¿Eh, ya tienes algo para enseñarme? –Jiraiya alzó la vista hacia su estudiante, inquisitivo, observando cómo este se hacía próximo a él con una carpeta entre sus manos. –Entonces sí prestas atención a lo que te digo, pero me dio la impresión de que no te convenció demasiado mi sugerencia, ¿por qué el cambio de opinión?

–Por nada en particular. Así que... ¿qué te parece?

El mayor se tomó unos momentos para ojear con cuidado el contenido de la carpeta de la que su alumno le hizo entrega. Para Naruto, aquel frío semblante por parte de su instructor solo lo orilló a imaginar lo peor de la respuesta que pronto recibiría, no obstante, al ver una risueña y satisfecha sonrisa acoplarse con su rostro lo alivió, siéndole de ayuda para disipar cualquier negativa sobre el tema en cuestión.

–¿Sabes una cosa?, Con esto que me has traído, creo que ahora tenemos algo mucho mejor que hacer.