Disclaimer: Lo que diré a continuación, ya deben saberlo: Ningún personaje de Marvel me pertenece. Esta historia es un medio de entretenimiento sin fines de lucro para su creadora. Bla-bla-blá.

Advertencia: Fanfiction Angst. Puede incluir contenido sensible. Referencia a abuso sexual de menores implícita, representaciones gráficas de violencia y referencias implícitas a trastornos metales.

Cronología: Basada en el universo cinematográfico de los Vengadores. Posterior a Civil War y Homecoming.

ADVERTENCIA: No estaba dentro de mis planes, pero he pensado al respecto últimamente, y debo advertir aquí por una referencia explicita a un trastorno alimenticio. Ya que Peter tiene una relación emocional (culpa) con la comida, podría ser considerado así (aunque no busque perder peso de forma voluntaria). Este capítulo aborda este punto y tiene descripciones explicitas al respecto. Procedan con precaución si la temática es sensible para ustedes. Una disculpa si la advertencia ha llegado tarde para algunos de ustedes.


XXVI: Si puedes soltar la miseria.


Cuando Peter vio el Audi negro aparcado en la acera frente a la entrada de Midtown High, supo con certeza que sus planes para ese día estaban perdidos.

Nada estuvo fuera de lo usual aquella mañana. Despertó intentando sofocar los recuerdos de su pesadilla, el aliento caliente rozando su cuello y las manos robustas colándose por su ropa. Se tragó las náuseas e ignoró el cansancio producto del sueño perdido a causa de su mala noche. Se empujó con fuerza fuera de la cama; caminó a la escuela con un café y un par de pop-tarts en su estómago. Su examen de química fue más fácil de lo que esperaba. Se sentó durante una hora en su clase de gimnasia, gracias al justificante que obtuvo días atrás. Observar al resto de su clase correr sin aliento hasta obtener la aprobación del entrenador Sullivan era divertido cuando no tenías que hacerlo tú mismo. Además, ahorraba energía y no llegaba tan hambriento al almuerzo, lo cual era una ventaja en sí. Sus fondos se redujeron tanto que se culpó por ser tan permisivo al inicio del año gastando tanto en comida. Necesitaba guardar algunos dólares para después. Las calles son duras, más si no tienes unos cuantos billetes para cubrirte. Así que una bolsa de frutos secos y barritas de granola debían ser suficientes. Ned y él tenían planes para ir a buscar chatarra tecnológica después de clases, con la feria de ciencias a la vuelta de la esquina y sus calificaciones siendo apenas decentes, necesitaba darle un empujón a su perfil si aspiraba a obtener una beca universitaria. Si bien Ned no la necesitaría, parecía entusiasmado con la repentina ambición de Peter de ir a las competencias estatales. Si se esforzaba lo suficiente, podría impresionar a un reclutador con su perfil.

Peter estaba optimista, pese a las circunstancias. Pero su buen humor se esfumó cuando su profesora de artes le informó que, con un breve mensaje de la dirección, tenía permiso para salir de clases temprano y atender su "emergencia familiar". Peter no tenía familia, de cualquier forma. Así que concluyó que Vanessa, Jin o el empleado en turno encargado de Fundación Septiembre, debió llamar a pedir una salida anticipada.

Peter: "Hey, tengo que ir a casa ahora."

Ned: "¿Estás bien?"

Ned: "Por dios, ¿está Tony bien?"

Ned: "¿Alerta Vengadora?"

Ned: "¿ES EL CAPITÁN AMERICA?"

Peter: "No lo sé aún. ¿Te veo mañana?"

Ned: "Bieeen"

No mentía. No tenía idea que era lo que necesitaba Tony. Siendo honesto, ni siquiera sabía si estaba en el país. La última vez que le vio fue un poco más de una semana atrás, en la madrugada, cuando sangraba de la cabeza y buscaba hielos como si fueran oro. O algo mejor que el oro. Seguramente Tony ni siquiera estaba interesado en el oro, él tenía demasiado dinero para eso. En perspectiva, ¿para qué necesitaría a un chico huérfano de Queens? Ni siquiera se contactó luego de su incidente en su clase de gimnasia. No iba admitir en voz alta que aún seguía doliendo, pero convenció a su mente que era lo mejor. No quería más problemas y quizá, si era un poco más discreto, Tony lo olvidaría por un segundo, lo suficiente para huir lo más lejos posible.

Con esa idea en mente, se apresuró para salir lo más rápido que pudo.

El Audi hizo parpadear un par de veces los faros antes de avanzar y desaparecer por la avenida. El móvil vibró en la bolsa de su pantalón.

Desconocido: Junto al café de la calle 89.

Peter asiente, como si su remitente pudiese ver su gesto. Cruza la calle con prisa y dobla la esquina en la calle 89. No hay rastro del Audi, así que continúa caminando, esperando encontrar a alguien, cuando el sonido del claxon llama su atención. El auto está en uno de los callejones contiguos al café. La placa indica que es uno de los autos de Tony. Traga saliva mientras se interna en el callejón antes de llegar a la puerta. Respira aliviado cuando ve el rostro de Happy en el espejo y el asiento trasero vacío.

—Hey Happy.

El hombre no le da un saludo de vuelta, solo asiente. Busca alguna muestra de molestia en sus rasgos, pero no la encuentra. Su ceño está fruncido, como si estuviese cansado o preocupado por algo que Peter no termina de entender. Sabe que tiene que ser discreto y evadir cualquier indicio de relación entre él y Tony, pero nunca imaginó que llegarían a ese punto. Usualmente es suficiente encontrarle en el estacionamiento de la escuela. Suspira, resignado, mientras Happy lo lleva fuera de Queens. No tiene que adivinar a donde se dirige ya que el camino es opuesto a la zona del departamento en Malba. Conoce la ruta al complejo, a pesar de las pocas ocasiones que lo ha visitado.

—Oye Happy…¿sabes si… ocurrió algo? —intenta Peter, cuando abandonan la zona residencial para integrarse a la autopista.

—El jefe quiere verte —musita de forma seca de vuelta. Sus ojos se fijan en él desde el espejo retrovisor durante unos segundos más de lo necesario, antes de volver la vista al frente.

—¿Son los Vengadores? Porque no tengo mi traje conmi…

—Sólo necesita verte —repite Happy, pero no hay fastidio en su voz. Solo cansancio.

Peter asiente nervioso, y se hunde en el asiento impecable del auto. Happy no suele tener largas conversaciones con él, de cualquier forma. El suave zumbido del motor y la calefacción obscenamente cómoda lo mecen durante unos minutos, donde su cuerpo cansado y débil se ve tentado a tomar una siesta. Sin embargo, su mente no deja de barajear razones por las cuales Tony necesite verlo con tanta urgencia. No es como si lo hubiese necesitado antes con la misma premura. Tamborea sus dedos contra su pierna con impaciencia. ¿Y si era sobre Frank? Debió visitarle hace mucho tiempo. La culpa pincha en su estómago como una daga. ¿Encontró la ubicación de los Vengadores prófugos? No le sorprendería, a decir verdad, teniendo a Visión con él. Aun así, necesitaría más elementos. Ha pasado un tiempo desde que salió a patrullar, y teme no estar a la altura de la situación. Se aferra a la esperanza de que, en un atisbo de piedad, Tony le devuelva el traje.

Cabecea un poco contra la ventana el resto del viaje.


Los ve apenas doblan el pasillo. Están hablando entre sí, y hay un gesto de preocupación en ambos. Rhodey cubre su boca con la mano, mientras asiente a lo que sea que Tony está susurrándole. Es el primero en verle, por supuesto. Parece darle un aviso discreto a Tony y ambos giran hacía él. La conversación se termina, y claro que es así, considerando que podría escucharlos aún desde el vestíbulo sí se lo proponía. Aferra su mano con fuerza a la correa de su costosa mochila. Por primera vez desde que Tony lo atrapó, siente que algo se trata por completo de él. No sobre los Vengadores prófugos o los Acuerdos.

—Hey Peter.

—Coronel —responde con timidez, recibiendo una mirada significativa del hombre. —Quiero decir… ¿Rho-Rhodey?

Rhodes sonríe, satisfecho.

—Sr. Stark —saluda Peter.

Tony está observándole, con un gesto que raya en la desaprobación. Pero esta vez es distinto a la última vez, después del ferry. Peter nunca había recibido esa mirada de Tony: como si estuviera leyendo lo que piensa en cada gesto. Como si por primera vez desde que le encontró, lo notara.

Asiente a modo de saludo, y nada más. No necesita ser observador para saber que ambos saben algo que él no.

—¿Cómo estás amigo? —pregunta Rhodey, detectando la tensión entre todos.

—Yo eh…bien.

—¿Cómo está Ned? —intenta de nuevo.

—Él…consiguió un poster de Máquina de Guerra —la sonrisa de Rhodes se ensancha. —Sólo, no le diga que se lo dije.

—Es un buen chico —concluye Rhodes. —Ambos lo son, ¿no es así Tony?

Tony estrecha su mirada sobre su amigo, y la sensación de estar ignorando algo enorme ahí mismo le incomoda. Una conversación silenciosa entre ambos se desarrolla por unos segundos.

—Lo averiguaremos —espeta, sin ninguna emoción en su voz.

Rhodes eleva sus manos al aire, como dándose por vencido.

—Llámame si necesitas ayuda para saberlo —sugiere él. —Ahora, tengo que ir a atender el llamado de nuestro secretario favorito. Así que, los dejo con sus asuntos.

Peter lo observa casi como rogándole que se quede, lo cual ignora sin piedad.

—Cuídate Peter —se despide Rhodes, y parece hablar de algo más serio que solo una despedida.

Tony le da una mirada a su amigo, antes de que se marche y los abandone en el pasillo. Peter teme volver con Tony, pero cuando lo hace él ha comenzado a caminar sin decir más.

—¿Sr. Stark? —titubea Peter, intentando alcanzarle.

—Quiero que conozcas a alguien —declara sin mirarle. No hay emoción en su voz ni en su rostro, pero puede escuchar los latidos del corazón de Tony cabalgando frenéticos dentro de su pecho. Le recuerda al ritmo en el que palpitaba cuando hablaba por teléfono con el Secretario Ross. La tensión está escrita en los músculos rígidos de su cuello, y Peter comienza a juguetear con las correas de su mochila en respuesta. ¿Esto tiene que ver con Servicios Sociales? ¿Quizá alguien ya se interesó en… en él? Quiere preguntar más. Muere por hacerlo, y la duda lo está matando, pero teme que solo lo arruinará más.

Recorren el ala oeste del complejo. Peter ha estado aquí antes, puede recordar, a pesar de lo distinto que luzca con el personal trabajando allí. Es la gente de Fury, sospecha. Por la severidad de sus gestos y sus miradas grises que ni siquiera lo notan. Algunos reconocen a Tony, pero pasan de largo de él. Seguro que el millonario debe tener cierta fama sobre su carácter. Entonces, cruzan un par de puertas automáticas, y el olor a lejía lo golpea.

No se sorprende, sin embargo.

Todo está impoluto, pero hay menos personas aquí. Parece más silencioso que la sección que acaban de abandonar. Su cuerpo se estremece ante el frío. Tony se adelanta a través de una sala de espera y cruza un portal sin llamar antes. Están dentro de una oficina amplia con un ventanal hacia campo abierto. Hay una sala enorme, con tres sofás de tres plazas y una mesa central de cristal brillante. Tras el imponente escritorio vacío, se encuentra un cubículo de cristal ahumado. Todo perfectamente ordenado, cómo si nadie lo usara. Cuando vuelve en sí, nota a Tony esperándole en la puerta del cubículo, como si fuese obvio que debería estar allí.

—Buenas tardes, tú debes ser Peter.

No tiene tiempo de reaccionar de forma correcta. Está allí, observándole con sus ojos rasgados y una sonrisa amplia. Su cabello azabache estilizado hacia un lado y una bata blanca impecable.

—Soy el Dr. Min, asistente de la Dr. Cho —hace una pequeña reverencia y Peter gira de inmediato hacia Tony, buscando una explicación. —Comenzaré a tomar algunas muestras e iniciar algunos escaneos mientras ella llega, ¿te parece bien?

Su boca se ha secado y puede sentir que ha perdido toda la sangre en su rostro. Vuelve con Tony, pero ni siquiera está observándole. Parece interesado en admirar la camilla y el resto de aparatos médicos que hay alrededor. No entiende nada en absoluto. Tony ni siquiera lo buscó el día que se desvaneció en gimnasia. Ni siquiera lo ha visto desde entonces. No puede evitar sentirse un idiota por creer que no se enteraría eventualmente. Claro que está molesto, debe de estarlo. Quizá tiene una tonelada de pendientes más importantes de los cuales ocuparse, en lugar de estar allí, acompañando al adolescente huérfano para que le realicen un chequeo médico. Tony le dio un techo y comida, y Peter le ha pagado con problemas.

Por supuesto que debía estar furioso.

—¿Qué…

El Dr. Min está observándole, confundido.

—Iré por un café —informa Tony. —Avíseme si necesita algo, doc.

No vuelve siquiera a mirarle. Peter no entiende lo que ocurre y el Dr. Min parece comprender su incertidumbre.

—Sólo te haremos algunos chequeos de rutina, Peter.

—Pero yo no… —su cabeza intenta procesar la situación. Porque esto realmente está ocurriendo y no es ninguna broma o pesadilla. —Yo estoy…estoy bien.

—El Sr. Stark me solicitó que revisara que todo esté en orden. —Explica el Dr. Min, mientras da la media vuelta para colocarse un par de guantes quirúrgicos. —Prometo que solo serán un par de pinchazos y algunos escaneos rápidos.

Su cuerpo está congelado aún junto a la puerta.

—Puedes sentarte mientras tanto —le anima él.

Peter asiente casi con terror, mientras deja su mochila junto a la camilla. Revisa, nervioso, la puerta donde Tony desapareció. Su vista se fija allí la siguiente media hora, durante la cual el Dr. Min pincha su brazo dos veces –como prometió– para extraer muestras, toma sus signos vitales y demás lecturas médicas. El proceso le recuerda a su visita a la enfermería. La mirada profesional y neutra del Dr. Min es inamovible. Lucha para leer algo a través de su expresión, pero parece estar aún mejor entrenado que la enfermera de su escuela. No hay ni un gesto que revele nada, y quizá porque aún no ha visto la peor parte. Puede escuchar el ritmo de la respiración del médico aumentar un poco cuando lo sube a la báscula. Peter no gira hacia abajo ni por error. No quiere ver el tamaño del problema al cual se enfrenta. Sus manos están sudando en este punto, y le toma unos segundos reaccionar al llamado de Min.

—…para que puedas cambiarte. —Su mente se conecta demasiado tarde a la conversación. El resto es ruido blanco en su mente.

—¿Perdón?

El Dr. Min sonríe con amabilidad.

—La bata junto a ti —repite con paciencia. —Iré a dejar las muestras al laboratorio, cerraré un minuto para que puedas cambiarte.

Peter parpadea.

—Lo siento, yo solo… ¿por qué yo…?

El doctor parece comprender de inmediato.

—Es para hacerte una especie de… tomografía. —Informa, como quien comenta el clima. —Algo parecido a ello. Hace años que dejamos de hacerlas, lo que hacemos es un poco más sofisticado.

Asiente. La última parte funcional de su cerebro comprende qué, con la tecnología de Helen Cho, la medicina occidental parece de la edad de piedra. De cualquier forma, Peter no está muy familiarizado con las tomografías. Alguna vez escuchó que Ben necesitó una. Sólo recuerda el rostro angustiado de May. Sospecha que debió ser por lo costosas que eran.

Min abandona el cubículo con un clic tras de sí. Peter entiende que más que por privacidad, el cierre es por seguridad. Tony sabe que podría intentar escapar. Intentarlo, solamente, porque está en uno de los complejos con más seguridad del país. Si, un intento sería patético. Se vuelve hacía la bata que Min le dejó. Es blanca y está planchada de forma perfecta. La desdobla con sus manos temblorosas. Puede notar que es demasiado corta. Las mangas también lo son. Es una de esas batas de hospital abiertas por la espalda y ridículamente expuesta. Un escalofrío le recorre la espalda. Nadie, además de sí mismo, ha visto su cuerpo bajo las capas de ropa que siempre insiste en llevar.

Cierra los ojos un segundo, intentando recordar como lucen. Se sorprende cuando nota que, ni siquiera se ha molestado por echar un vistazo últimamente. La incertidumbre está alojada en la boca de su estómago y jura que puede devolver lo que sea que aun quede en él. Inhala profundo, antes de incorporarse para quitar sus pantalones. Caen con una facilidad infame hasta el suelo. Luego retira su enorme y desgastada sudadera. Continua con las dos capas de ropa térmica hasta que su torso queda desnudo. Puede sentir la ligera brisa del aire acondicionado rozando su piel desnuda.

Se estremece.

Pero no abre los ojos. Busca a tientas la bata e intuye con sus manos el camino a seguir para entrar en ella. Un minuto después, está listo. Abre los ojos con lentitud, soltando un suspiro tembloroso. Puede ver a su cuerpo fundido en un blanco brillante; ahí están: la piel fina y pálida marcando sus rodillas, que lucen enormes, en comparación con sus piernas. La imagen lo golpea tan duro, que apenas nota que está hiperventilando. Su mirada viaja con desesperación a sus brazos. La historia allí es similar: sus venas apenas y son visibles a través del velo de su piel. Puede leer los huesos con facilidad. Sus muñecas son enormes y nudosas. Sus bíceps se han ido y solo hay piel tirante marcando los ángulos de sus huesos. La piel en extremo seca se tensa desde su antebrazo hasta su axila. Es solo piel y huesos. La bata parece enorme alrededor de su cuerpo. Ni siquiera se atreve a mirar su abdomen.

Se abraza como una reacción instintiva. Como si eso evitara que el resto viera su cuerpo. Como si eso lo hiciera desaparecer de ese lugar.

Dios.

¿Cómo pudo dejar que le ocurriera esto?

Oh Dios.

Tony lo matará.

Él lo hará.

—¿Listo?

El Dr. Min está de vuelta. Su mirada es bondadosa y neutra. No parece aterrado por verle. O quizá ya lo hizo, pero Peter estaba tan sumido en su propia mierda que ni siquiera lo notó.

Peter asiente, enviando la humedad de sus ojos hacía atrás.

—¿Estás bien?

Peter asiente, pero sus dientes castañean. De pronto, tiene mucho frío. Demasiado. O está tan nervioso por lo que sigue que ni siquiera puede controlar sus espasmos.

—Solo…tengo frío —murmura, con vergüenza.

El médico asiente, antes de alejarse hasta una de las encimeras. Abre una de las puertas y extrae una manta que luce demasiado colorida para pertenecer al hospital.

—No sé dónde guardan las mantas aquí, pero puedes usar la mía.

—Oh no…yo no…

—Está bien, es solo un minuto —le asegura Min.

Peter asiente y se deja envolver. Cualquier cosa que lo ayude a desaparecer estará bien. Más que bien.

Los pasillos son demasiado largos para su gusto. Por suerte no ve a nadie por allí. Todos parecen haber desaparecido en ese momento. Cuando entran a la habitación donde lo examinarán, el aroma a café y colonia lo golpea incluso antes de encontrarlo. Su estómago se aprieta un poco más. Echa un vistazo a la esquina, donde Tony está sentado, con sus piernas cruzadas, un café en su mano y su tableta en la otra.

Entonces su mirada se eleva. Sus gafas no ocultan el instante en el que la incredulidad, seguida de la conmoción, invaden su semblante. Es apenas una fracción de segundo, antes de que la aparente y forzada calma vuelvan a sus facciones. Peter se vuelve con el Dr. Min, antes de seguir soportando la mirada inquisitiva de Tony.

—Sube por aquí, por favor.

Es una plancha metálica enorme, rodeada por aros metálicos y hologramas que, en conjunto, conforman un cilindro bastante surrealista. Peter obedece sin quejarse.

—Necesito que te quites la manta un momento —le informa el médico. —Prometo que no tardaré.

Puede sentir que está rogando a través de sus ojos húmedos. Se aferra por un último segundo al tejido suave que cubre sus brazos y su espalda, antes de devolverla a su dueño. El latido del corazón de Tony está en sus oídos, corriendo con desesperación. Puede escuchar la respiración del genio volviéndose superficial y pesada mientras se siente expuesto ante el par de hombres. El frío lo golpea, y se deja caer sobre la fría camilla de acero.

Cierra los ojos, y ruega por que las lágrimas que están atrapadas en sus ojos se sequen.


Su primera impresión fue, que Helen Cho era la antítesis del Dr. Min. Ambiciosa, perspicaz y metódica. Peter solo la había visto en la portada de un par de revistas de ciencia. Era una institución en el uso de nanotecnología en la medicina aplicado a la cirugía y el trasplante de órganos. Fue su tecnología con la cual se creó el cuerpo de Visión. Trabajaba ahora para el gobierno surcoreano y estadounidense para desarrollar proyectos clasificados de uso militar. Al menos, hasta donde sabía.

Helen Cho era la Tony Stark de la medicina.

Intentó no tomarse personal la frialdad de sus preguntas y como parecía tratarle como un experimento, más que como un ser humano. Podía ver la fascinación en su mirada mientras indagaba sobre sus poderes, su sentido arácnido y la forma en que su cuerpo se mimetizó con sus habilidades luego de la picadura. Era el mismo brillo que encontraba en la mirada de Tony cuando trabajaba en alguno de sus proyectos. No dudo en responder, porque si Tony confiaba en ella, él también podía hacerlo. Incluso cuando las preguntas se tornaron incómodas, Peter continúo.

Se lo debía a Tony. Era lo mínimo que podía hacer luego de todo lo que le hizo pasar.

—No lo sé aún —confiesa Peter. —Es…a veces cuando estoy muy estresado o… sólo ocurre.

—¿Crees que ante una crisis nerviosa tu cuerpo genera una sobrecarga sensorial? —indaga Cho.

Duda un segundo.

—Hum…quizá.

Ella asiente y continúa anotando en su tableta holográfica.

—Tiene sentido, de alguna forma. En un ser humano sin mejoras, el sistema de alarma descalibrado desata una reacción de lucha o huida, tu cuerpo podría hacer lo mismo en un intento de salvaguardarte. Sólo que tus sentidos son por mucho, más agudos y precisos. Poner todos los sistemas al límite. Eso sería benéfico en teoría, lamentablemente tus sentidos sufren daño al aumentar la sensibilidad, lo que ocasiona un colapso inminente. Un arma de dos filos —explica la Dra. Cho.

Peter asiente sin mucho ánimo. Su conclusión era la misma, pero nunca lo dijo en voz alta. Era vergonzoso admitir que la causa de su sobrecarga sensorial era porque no podía dejar de pensar. Era simplemente irrisorio.

A su lado, Tony parece estar escuchando todo solo como un espectador más. Desde que regresó de la tomografía, no ha vuelto a decir nada más allá de lo necesario. Ni siquiera se ha girado a mirarlo. Es como si estuviese allí solo porque es su tutor y es una responsabilidad más.

Quizá es así.

—Bien, solo necesito algunos datos de tu dieta para poder realizar una estimación de tu tasa metabólica. Tony cree que podrías compartir ciertas similitudes con el metabolismo de Steve Rogers. —Si ella pudiese frotar sus manos, lo haría en ese momento. Realmente está motivada a descubrir cada detalle de como su cuerpo trabaja. —¿Cómo es tu dieta actualmente?

Peter traga con dificultad.

—¿Perdón?

—Quiero decir, ¿qué es lo que usualmente comes?

El corazón de Tony vuelve a taladrar en sus tímpanos con fuerza. O quizá es el suyo. ¿Debería mentir? Sería totalmente inútil en este punto. Han sido demasiado profesionales al no mencionar nada sobre su cuerpo, pero no son estúpidos. Moja sus labios secos un par de veces, antes de responder.

—Yo em…

—¿Desayuno? —demanda enseguida Helen, lista para teclear la información.

—Es…algo así como…cereal.

—¿Un tazón?

—Sí. Solo uno —traga saliva. —O quizá un café y un par de pop tarts.

Helen lo observa como si estuviese hablando otro idioma.

—Un par de tostadas con un montón de azúcar —comenta Tony con frialdad desde que volvieron de la tomografía. —Calorías vacías demasiado deliciosas, si me lo preguntas.

Helen asiente con rapidez.

—¿Tomas algún almuerzo en la escuela?

Peter tararea con sus dedos contra sus piernas. Articula un par de veces, antes de confesar:

—Una o…do-dos barritas de granola. Quizá un…una bolsa de frutos secos.

El sonido de los dedos de la doctora chocando con fuerza contra la pantalla táctil se siente como si escribiera su condena.

—¿Y después?

—Solo eso. A veces un sándwich de queso cuando regreso al departamento después de clases. Y un yogurt y alguna fruta para la cena.

Helen no eleva su vista, continúa trabajando sin inmutarse.

—¿Te sientes satisfecho con ello?

No. No lo está nunca ha decir verdad. Pasa la mayor parte del día ignorando los tirones de su estómago exigiendo por más. Pero son cada vez menos dolorosos, conforme su cuerpo se acostumbra a la ingesta. Los mareos son cada vez menores y su vista se nubla menos conforme se adhiere a su dieta. Solo es cuestión de esperar a que su metabolismo se adapte y se ralentice. Nunca dejará de doler, pero mejora un poco cada vez. Nada comparado con su hambre insaciable cuando podía devorar una pizza grande entera él solo para pasar a estar famélico cuarenta minutos después.

—Yo…

Puede sentir la mirada de Helen esperando.

—No…no lo estoy, quiero decir.

Espera que la tormenta del tecleo de Helen continúe, pero no lo hace. Cuando eleva la mirada, encuentra el intercambio de miradas entre la doctora y Tony.

Ellos lo saben.

No son idiotas.

No puede evitar sentirse desnudo, expuesto ante el par de adultos. Aun cuando está de vuelta en su ropa.

—Bien Peter, tengo que hacer algunas anotaciones extra, pero tengo todo lo que necesito —concluye Cho. —Gracias por tu tiempo Peter.

—Friday, lleva al Sr. Parker a la cocina común. Tengo algunos asuntos que ver con la Dra. Cho —ordena Tony a su IA. Aún ahora, no está mirándole.

Peter asiente, toma su mochila con torpeza en su hombro y se escabulle fuera de la oficina en silencio.


Es más fría de lo que recuerda. Aún más silenciosa que cuando estaba aquí. Pese a que la gente de Fury está de vuelta en las instalaciones, el ala habitacional del complejo continúa desierta. La mayoría de sus antiguos habitantes continúa prófugos, mientras el resto prefiere usar sus propias casas para vivir. Quizá Visión ronde por allí de vez en cuando. El ajedrez en la mesa de la sala de estar le dice que ha estado allí hace poco. Sólo el motor suave de la nevera rompe el silencio. Se traga las náuseas mientras espera. Friday no ha dicho una palabra más desde que el ascensor lo dejó allí. Retuerce sus manos con fuerza mientras repasa cada segundo de las últimas tres horas.

Está jodido.

Lo sabe y sería estúpido negar lo que está haciendo. Cuestiona cuanto pueden saber y deducir con la información que tienen. Se preguntarán porque Peter está matándose de hambre de forma voluntaria. Barajearan las posibilidades. ¿Sospecharán ya que planea fugarse en cuanto lo envíen al sistema? Mastica la idea con interés. Tanto la Dra. Cho como Tony nunca han estado en la calle. No hasta donde sabe. Tampoco tienen un metabolismo atroz que demanda cantidades abismales de alimento. Sería difícil deducir que, la intención de mantener su metabolismo hipoactivo es una herramienta más de sobrevivencia. Es obvio concluir que no podía costearse una alimentación adecuada en la calle, pero bajo la protección de Tony, ya no debería ser un problema.

Claro que también estaba la otra cuestión.

Un poco más vergonzosa, pero menos peligrosa para sus planes futuros. ¿Podría ser que…

El ascensor se desliza hasta el piso y las puertas corren con suavidad. Puede escuchar los costosos zapatos de Tony avanzar con decisión hasta donde se encuentra. No tiene el valor para mirarle, así que decide observar con vehemencia la encimera de la cocina. Sus pasos se detienen.

Un suspiro.

—Cuando Vanessa Jun me dijo que tenías un reporte escolar, esperaba que fuera porque habías explotado algo en tu clase de química —es seco y duro cuando lo declara. Una especie de confesión de alguien decepcionado. —Pero luego la señorita Hugues me dejó muy en claro lo preocupada que estaba porque al parecer, no te estaba alimentado adecuadamente.

—Lo siento —murmura Peter, forzando a las lágrimas regresar tras sus ojos.

—Mírame cuando te hablo, Parker.

Su boca está pastosa y reseca. Humedece sus labios antes de elevar la vista de vuelta a Tony. No lleva sus gafas está vez, así que puede ver sus ojos inyectados de sangre y los profundos cuencos en los que se hunden. Hay decepción y rabia. Puede leerlas con facilidad. Se detiene al otro lado de la isla de la cocina, extendiendo sus brazos y apoyándose sobre ella.

—¿Puedes explicarme porqué has decidido actuar como si no pusiera un maldito plato de comida frente a ti? —sisea Tony sin rodeos.

Peter abre la boca, sosteniendo su aliento un segundo como si hubiese recibido un golpe que no esperaba.

Quizá así fue.

—Yo no… Sr. Stark de verdad…

—¿Por qué te aferraste a llegar hasta… —Tony se detiene un segundo para tomar una gran bocanada de aire. Quizá es demasiado para decirlo en voz alta. —Creí que serías más listo que esto.

—Sr. Stark…

—¿Sabes el daño que te estás provocando? —Tony está mirándole como si hablara con un completo desconocido. Quizá lo hace. —Estoy muy interesado en entender hasta donde considerabas parar, ¿sería hasta que tus huesos se quebraran al chocar contra el mobiliario? ¿o hasta que tu corazón estuviera tan debilitado y cayeras frito en medio de una clase?

Su pecho se encoje con dolor, cómo si intentara protegerse de las palabras de Tony. Sus mejillas están húmedas ahora por las lágrimas que ni siquiera había notado.

—No… —alcanza a susurrar con sus labios temblorosos.

—Confíe en ti, Parker —escupe Tony, arrastrando sus palabras. —Te di el espacio que creía necesitabas. Podías haber hablado con…

—¿Con usted? —lo interrumpe Peter con su voz quebrada. Algo dentro de él está mezclando la vergüenza con la rabia. —¿Cuándo su agenda estuviera como… libre?

El rostro de Tony se enrojece y parece estar mordiendo su lengua. Se arrepiente enseguida de sus palabras, cargadas de un rencor desconocido.

—Lo siento. De verdad lo siento. Sé que lo arruiné —confiesa enseguida Peter. Cubre sus ojos con los talones de sus manos unos segundos, un esfuerzo absurdo por dejar que las lágrimas deben de brotar. —No fue mi intención. Lo juró. Solo…es solo que usted me acogió y pagó mi matrícula y... mi metabolismo es como…a veces necesito tanta comida y es horrible…duele, duele demasiado tener hambre y nunca para… solo quería que se detuviera y no podía… era la única forma de…de vivir allá afuera…no lo sabía, no sabía que pasaría esto y… y yo no… no quería, no quería ser una carga.

La figura de Tony se pierde en una mancha a través de sus lágrimas. Cubre su rostro con sus manos porque está siendo tan patético. Tony lo echará, él lo sabe. No necesita un adolescente problemático e histérico con él. Y está bien, no podría vivir con la culpa corrompiendo su conciencia todos los días. Todo su cuerpo tiembla como si el dolor intentara romperle los huesos con cada espasmo. Está tan cansado de todo esto. Sólo quiere tumbarse en el suelo y llorar hasta dormirse. Hasta que su alma se seque y no quede nada en él.

Si Tony lo quiere, él se irá. No hará pasarle esto a su mentor. Está cansando

—Niño…

—¡Lo siento! —escupe con histeria, temblando violentamente. —¡Lo siento, yo no quería…!

—Peter —Tony está elevando de nuevo su voz. Se obliga a sí mismo a intentar respirar con normalidad, y no como si tuviese que luchar por cada bocanada de aire. Su nariz congestionada y sus ojos desenfocados por la humedad se vuelven con Tony. Sigue allí, no se ha movido ni un centímetro. Su respiración tiembla en cada exhalación y se obliga a tranquilizarse.

Dios, está siendo tan patético.

—Desde el primer momento en que llegaste bajo mi techo decidí que haría todo lo que estaba en mis manos para procurar tu bienestar —declara Tony con decisión. No hay rabia, pero sigue siendo duro. —Y escúchame bien Peter: mientras estés bajo mi protección voy a darte todo lo que necesitas y quizá, mucho más que eso. Así que de ahora en adelante yo decido que necesitas y hasta cuanto es suficiente. No quiero una sola palabra de ti diciéndome que es necesario y que no lo es. No eres una maldita carga para mí. Fue mi decisión mantenerte conmigo y nada de lo que hagas me hará que me arrepienta de ello. Eres mi responsabilidad y me aseguraré de jamás vuelva a faltarte nada en absoluto, ¿quedó claro?

Peter asiente, atónito.

Tony le da un último vistazo, con el semblante inexpresivo y la mirada inyectada en rojo, antes de darse media vuelta y desaparecer por donde vino.


¡Hola de nuevo!

Dios, hay mucho de nuevo desde entonces. El capítulo anterior lo escribí previo a ver NWH, ¿qué les pareció? ¿También gritaron mucho en la sala de cine como yo? Ha sido todo un acontecimiento y de verdad aun no puedo creer todo lo que ocurrió allí. Espero que la hayan disfrutado tanto como yo.

Deseaba entregarles este capítulo antes de Navidad, pero he estado ocupada intentando mantener un poco de contacto humano y salir de mi habitación un poco más. No es la mejor época para abandonar a mi terapeuta y postergar el inicio de mi tratamiento psiquiatrico, y ahora entiendo eso de que, las afecciones mentales empeoran en invierno. Lo dicen muy en serio. Estoy luchando incluso para las cosas más simples como salir de la cama o comer. Así que estoy aquí hasta próximo aviso -y cuando mi situación financiera mejore para buscar comenzar de nuevo con otro terapeuta que me ayude más allá de solo decirme que "sobrelleve" las cosas-. Afortunadamente mi salud física a tenido una ligera mejora, y espero que venga a más.

Bien, ya sé lo que dije. Viene más consuelo, amor y dulzura para Peter. Olvidé decir que la paquetería con la dulzura no llegó así que solo pude darles un poco por aquí, pero sí. Peter va a obtener la ayuda que necesita, aunque a Tony le va a constar un poco aprender a dársela.
Y sí, ya sé que están pensado: Tony fue un idiota con Peter. Al final del día es un ser humano, y está muy enojado (no con Peter, vamos). Se va a arrepentir de su comportamiento en este capítulo, pero para ello, ya veremos más adelante.

Por último, comentarles que esta historia fue nominada para participar en la categoría "Best Homeless" de los premios "Irondad Creator Awards 2022" en su versión en inglés "If you can bear it" traducida por Xiao_Sangni en Ao3. Así que, si gustan apoyar, vayan a la cuenta de Tumblr - irondad-creator-awards ( : / / irondad-creator-awards. tumblr . com copien y eliminen los espacios) y votar por aquí: : / / docs . google forms / d / e / 1FAIpQLSfJeHuvpBktBpE_XHiCK42koi_WbhxMMTlwqhFucJbZr2dX_g/viewform .

Si quieren apoyar en las otras categorías, en la cuenta de Irondad Creator Awards en Ao3 podrán encontrar en sus colecciones a los nominados a las otras categorías (y descubrir otras joyas del mundillo Irondad) por acá: users / Irondad_Creator_Awards / collections

Muchas gracias por sus reviews:

St. Yukiona: ¡Hey! Muchas gracias por tus reviews. Me ha encantado ver tu reacción en los primeros capítulos, y que de verdad disfrutes esta historia. Intento darle un tinte más realista a la historia. Creo también que, es una buena forma de desahogo también, de vez en cuando. Muchas gracias por tu review y tus palabras. Actualmente me es complicado incluso seguir actualizando.
También soy tía, y parte de mi vivencia como adulta con dificultades está aquí, en la forma en que Tony tiene una crisis en el baño y diez minutos después vuelve y da su mejor cara a Peter como si nada ocurriera. La forma en que deseamos proteger y mantenernos fuertes frente a quienes no merecen el caos que vivimos. Bienvenida a bordo, espero poder leerte por aquí con frecuencia.

¡Hasta la próxima!

Bethap