A/N: Igual que el capítulo pasado, regresamos después de un mes. Mis vacaciones de Invierno me quitaron bastante tiempo para escribir, y a decir verdad, sospechaba que ni siquiera podría terminar este capítulo hasta antes de que este mes terminará.
Pero menos mal que se logró concluir.
Quiero comentar que hay un error de continuidad en el Fanfic desde el inicio que está siendo corregido lentamente. Actualmente la fecha en la cual está situada la historia es en el día seis de Noviembre de 1996, no en la estación de Primavera del mismo año.
Una disculpa por eso.
Pasemos a contestar reviews.
- NERO1002: Demasiado temprano para responder esa pregunta, prueba un año después. El legado de Muramasa aparecerá pronto, pero no en este Arco. ¿Aprenderá a fabricar familiares? Tendrá una mejor educación como magus que en canon en casi todos los aspectos. Con Ryougi, más temprano de lo que crees. ¿Con Tohno? Ya veremos.
- Axel466: Muchas gracias.
Y Shirou desarrollara varias a lo largo del tiempo.
- Dimihild: Hola, agradezco tus palabras. ¿De dónde las sacó? Mi alocada imaginación y notas que he tomado por años.
- orocontra2012: Pues aun no van por esa ruta, pero se tomaron un par de pasos hoy.
- GustavoIVS: Ya tenía la idea de emplear a los Touzaki en algún proyecto desde hace tiempo y cuando reflexionaba sobre cómo iba a ir este arco (Porque tuve que cambiarlo varias veces) pensé "¿Porque no?" así que aquí lo tengo.
Total, si de por si tenía en mente desarrollar de una manera más compleja las eventuales habilidades de Shirou en herreria tradicional, lo más lógico era utilizar algo que ya existe canónicamente.
dell XD: De Muramasa hay hasta en la sopa. ¿De Merlin? Bueno, eso es nuevo.
Bueno, terminado con eso, pasemos al capítulo.
Recuerden, hay otra nota del autor hasta el final.
AVISO Obligatorio: La serie de Fate, sus personajes y todo elemento del Nasuverse presente en lo siguiente no me pertenece. Es propiedad de Type-Moon.
Clave:
'Pensamientos.'
"Diálogo."
Especial
"Voz sobrenatural/Resaltado"
"Taumaturgia."
Í͕̟͓̈́͑ǹ͛͒co͎͉̍̐n̨̼͔̤̉ͮ͊c҉̘̪̟͉e̖͐b̬̝̪͢í̡ͣ̏̄̚bͤl̗͙͕̘͠ͅͅe̟̝͓̘̘͍̮ͤ̿͒ͯ̽̒̀ ̺͕̇ͪ
Fate/Awakening: Originless Blade Works
Capítulo Quince
"Hueso de la Espada"
Acababa de terminar de arreglar unos papeles de un caso cuando la secretaria le comunicó que quien había quedado de hablar con él en su oficina acababa de llegar. El detective entorno los ojos antes de comunicarle que podía dejarlo pasar, y se preparó para tener todo listo.
"Puede entrar." Dijo, tras escuchar a alguien tocando la puerta. Una vez que esta se abrió, revelando a la persona que estaba del otro lado, casi se estremeció debido a la apariencia de este.
El hombre, de cabello castaño y una expresión de lo más neutral en su rostro, fácilmente alcanzaba el metro noventa de estatura y por si eso no fuera poco, la casaca sacerdotal que llevaba puesta no disimulaba mucho la musculatura que yacía debajo de esta. De no ser por la ropa ni la cruz que llevaba puesta en un colgante, el detective hubiera creído que más que un cura, estaba lidiando con un atleta olímpico muy devoto a la cristiandad.
"Kotomine-san, supongo." Lo recibió cortésmente mientras juntaba ambas manos sobre su escritorio.
Los ojos del otro hombre se posaron en él de una manera que encontró muy inquietante, antes de responder. "Así es, Tokoya-san. Su secretaria tuvo la amabilidad de informarme que había accedido a reunirse conmigo para que le proporcionará algo de información sobre la situación del puerto."
Si es que el rostro del sacerdote no era lo suficientemente sepulcral, el tono de su voz se encargó de remarcar aún más aquella imagen en el subconsciente de Genki, quien resoplo.
"Si, eso dijo, Padre. ¿Qué es lo que sabe?" Alcanzó a preguntar, antes de que una sensación extraña lo invadiera de repente. Era como si un manto invisible hubiera sido colocado encima de él, y pareciera estar envolviendolo por completo a la par que lo adormecia. Sintió cómo sus párpados le estaban fallando, y lo último que alcanzo a ver fue como el sacerdote estaba hablando, pero ninguna de sus palabras alcanzaba sus oídos.
Kirei contempló sin ninguna emoción como el detective lucía ahora como una víctima de las hadas dada la expresión embelesada que llevaba su rostro y entonces se acercó hasta él, solo para colocar su mano derecha sobre su cabeza y recitar.
"Nam in multa sapientia multa est dolor;
et qui addit scientiam, addit et laborem. (Porque en la vasta sabiduría, yace también mucho dolor. Aquel cuyo conocimiento aumenta, también incrementa su pesar.)"
El Sacramento, extraído del Libro del Eclesiastés tenía varias facultades; el arrojar a uno adentro del mar de la mente desprotegida del objetivo con la clara intención de buscar información específica, o el plantar trozos de esta en la psique, era un hechizo predilecto de algunos miembros selectos de la Asamblea del Octavo Sacramento, pero no uno que estaba acostumbrado a emplear.
En esos momentos, lo único que tenía en mente por hacer era buscar todo lo relacionado al tema de interés y encargarse de plantar suficiente información falsa para dejar el caso cerrado. Un procedimiento estándar en situaciones así, después de todo.
Aunque no pudo evitar el recordar lo que había sucedido el día de ayer cuando había ido al sitio con el fin de inspeccionar su estado.
El lugar era francamente, un desastre. Más de una docena de contenedores, con al menos tres de ellos siendo de un tamaño bastante respetable, yacían destrozados al igual que los adoquines del suelo y dos de los postes de luz del sitio. A juzgar por las numerosas grietas en el suelo, estaba seguro de que si tuviera una vista aérea, buena parte del claro tendría la apariencia de una gigantesca telaraña.
Intentar negar las consecuencias del incidente era inutil a esas alturas, lo cual solo dejaba como opción el mantenerlo oculto bajo tapaderas, cosa que sería particularmente tediosa. Menos mal que había decidido matar dos pájaros de un mismo tiro.
Motivo por el cual no venía solo.
"Kirei." La voz de Rin lo sacó de sus pensamientos tras ser acompañada por un silbido bastante agudo que había aprendido ya a asociar con la brújula de energía mágica que la heredera Tohsaka llevaba casi siempre consigo.
Volteo hacia su costado izquierdo, donde estaba la niña sosteniendo el apartado mientras llevaba su característico ceño fruncido, esta vez enfocado a la brújula, cuya aguja giraba frenéticamente.
"Si hay firmas de restos de energía mágica aquí, bastantes de hecho." Comento la pelinegra, entornando los ojos apenas enfocaba su mirada en los alrededores.
"¿Y qué conclusiones puedes sacar a partir de lo que hay en la escena?" Le pregunto con la misma neutralidad de siempre. "Recuerda lo último que te enseñe."
Rin refunfuñó por lo bajo lejos del alcance de su oído antes de cerrar la tapa de la brújula y concentrarse en activar sus circuitos.
"Anfang." Recitó elegantemente, y casi al instante se manifestaron las líneas luminosas a lo largo de sus brazos, emitiendo un zumbido inquietante. Tomando control de su concentración, la enfoco en el mismo suelo y alzó una ceja mientras sus manos se estremecía levemente, como una clara señal de esfuerzo, Al cabo de varios minutos, Rin detuvo lo que estaba haciendo y desactivo sus circuitos antes de soltar un suspiro.
"¿Y bien?"
"Viendo los escombros y como todo parece venir desde abajo, alguien utilizó un hechizo del elemento tierra para crear un pequeño temblor en el lugar y otro para levantar barreras desde el suelo." Comento la pelinegra. "Me habías enseñado que los hechizos de interferencia natural dejan restos de energía de su elemento, solo tuve que comparar la que tengo yo de tierra también para darme cuenta."
"¿Eso es todo?" La pregunta fue casi como un ariete, y el no negó que disfruto como la niña se estremeció a modo de reacción, antes de continuar mientras negaba con la cabeza.
"También... Las quemaduras y restos de charcos viscosos me dicen que un hechizo de ácido se usó aquí,pero no puedo averiguar nada más." Añadió a regañadientes.
Él asintió a secas antes de volver a hablar. "Déjame cambiar un poco mi pregunta, Rin. ¿Hay algo más que puedas decirme aparte de lo obvio?"
Si la anterior pregunta había sido un ariete, esta había tenido toda la intención de golpear como un misil teledirigido a la niña, quien se paralizó de impotencia, antes de hacer visible su molestia.
"¡¿Para qué me preguntas lo que ya sabes entonces, sacerdote falso?!" Protesto, muy para su entretenimiento. El temperamento volátil de la joven ciertamente nunca dejaba de parecerle divertido.
"Si no eres capaz de ver por debajo de lo sutil, mucho me temo que he fracasado como tu tutor." Respondió, imperturbable por fuera, pero sonriendo de oreja a oreja por dentro. "¿Estás realmente segura de que no hay nada más que puedas ver aquí o el fracaso será compartido?"
"Ughh, algun dia..." Musitó Rin, poniendo los ojos en blanco mientras volvía a activar sus circuitos mágicos.
Se cuidó de contener la ligera risa que hubiera sacado a relucir en la privacidad, mientras daba una pequeña caminata por los alrededores, teniendo los brazos cruzados a sus espaldas. Había pasado un buen tiempo desde la última vez que le había tocado visitar una escena así... De hecho, los últimos ejemplos que podía recordar en su mente, yacían en aquel enigmático y revelador evento de casi tres años atrás.
La sensación de un escalofrío recorriendo su espalda cuando aquellas memorias se manifestaron en su mente fue tan esperada como placentera, permitiéndole disfrutarla por un par de minutos.
Hubiera cerrado los ojos para mantener la concentración, de no ser porque un objeto tirado a poco más de un par de metros desde donde estaba llamó su atención. El ejecutor de la Iglesia se agacho sin problema alguno sobre los adoquines destrozados y extendió su mano derecha hasta tomarlo, solo para después levantarlo con el fin de poderlo inspeccionar de cerca.
Y lo hubiera hecho, de no ser porque Rin pareció escoger ese preciso instante para llamar su atención.
"Encontre algo mas." Anuncio.
Kirei guardó el objeto en un bolsillo dentro de su casaca antes de levantarse y voltear hacia la pelinegra. "¿Qué cosa?"
Desde ahí, pudo ver como Rin mordía su labio inferior antes de responder, algo perpleja. "Hay restos de una explosion de energía mágica en el centro, concentrada en un solo sitio y encima elemental también."
¿Oh? Eso se le había escapado, aunque no era como si él hubiera estado analizando por medios mágicos el sitio. Se limitó a asentir antes de preguntar.
"¿Qué elemento?"
"Rayo."
Aquello hizo que se detuviera por un momento, antes de caer en cuenta de que este era catalogado como una variante del clásico Fuego según varios de los sistemas de pensamiento mágico.
Eso podría deberse a que las dos fuerzas son similares pero diferentes, el fuego y la electricidad son formas y fuentes de energía. Ambos son destructivos en un estado incontrolado. Ambos emiten luz. Ambos son símbolos de vida: el relámpago de darla y el fuego de salvarla. Ambos son símbolos de poder. Ambos se han utilizado como símbolos de la ira divina. Ambos se han utilizado para representar avances tecnológicos. El rayo es directo pero corto, el fuego se toma su tiempo. Los rayos pueden prender fuego a las cosas y el fuego utilizado correctamente puede generar electricidad.
"Hay algo más." La manera en como lo dijo Rin llamó particularmente su atención, parecía casi... Indignada. Bueno, más que de costumbre.
Alzando una ceja y asintiendo, a manera de indicarle que podía seguir hablando fue suficiente para que la pelinegra continuará.
"Alrededor de la firma... Hay muchas cenizas, pero en ellas veo cristalitos rojos muy pequeños... Creo que son trozos de un rubí." Le informo, y fue entonces que él pudo comprender el porqué del aumento de nivel a su indignación.
Taumaturgia de Joyas, Jewelcraft. La especialidad de los Tohsaka. Un intruso usando algo de la misma escuela justo en su territorio y en su ausencia era una afrenta bastante grave bajo estándares de los magi, según tenía entendido.
"Kirei... Quiero saber quiénes fueron los que se metieron en mi ciudad a hacer esto." Prácticamente exigió Rin.
Por primera vez, él sintió que quizás este deber suyo de tener que asegurar el entrenamiento de la hija de su Maestro fallecido, podría ser incluso aún más divertido.
Una pena que los Tohsaka jamás se alinearian por completo bajo la égida de la Santa Iglesia, sería el doble de entretenido el moldearla como una Ejecutora.
Finalmente, terminó no solo de extraer la información que buscaba, sino de también implantar la historia más convincente que había elaborado luego de pasar casi toda la tarde anterior reflexionando al respecto.
"Hubo una explosion de gas en el subterraneo que alcanzó un contenedor con un fuerte agente corrosivo." Le sugestiono al detective, con la cabeza aun en las nubes. "Por fortuna, no hubo ninguna casualidad, ni tampoco testigos."
El hombre asintió sin ser capaz de oponer resistencia, y Kirei se permitió el que el fantasma de una sonrisa se posara sobre sus labios antes de retirarse del lugar. No sin antes haberse asegurado de eliminar todos los rastros de su breve estadía en el sitio, cosa que no le tardó más de veinte minutos.
"Hmm, me pregunto si aquel restaurante chino de Miyama está abierto a estas horas." Comento para así una vez que estuvo fuera y alejado por varias calles de la estación.
De igual manera se dirigía hacia el otro lado de Fuyuki con el fin de poder continuar con su deber. Jefe entre este, la auténtica investigación. Para Kirei, no era ningún misterio el evento principal; un grupo de magi se habían aprovechado de la ausencia de Rin y la suya para poder conducir alguna treta en la zona, que había concluido de manera siniestra en los muelles.
No hubo ninguna casualidad, otra mentira. Pues había encontrado los restos aplastados de un cadáver debajo de un contenedor, cuya mitad superior habían ido a parar a uno de los charcos de ácido y en consecuencia, estaba ahora horriblemente corroída.
Una autopsia, aún con medios extremadamente especializados, sería un gasto de recursos y encima inutil, pues. Así que era menester buscar desde otro lado.
La información obtenida de la mente del detective era poca cosa, por lo que había que dirigirse a la otra cara de la moneda, el submundo de la ciudad, que a veces veía más cosas que el luminoso, y se encargaba de mantenerlas muy bien en secreto.
Mientras caminaba, recordó también otra posible pista que tenía. Había dejado el objeto en la Iglesia al no serle de utilidad en la andanza, pero tendría que investigar lo que pudiera de este o enviarlo con alguien que pudiera decirle más acerca de este.
Una baratija bastante curiosa para haber sido encontrada en medio de un campo de batalla entre magi. La mitad de su costado izquierdo mostraba graves quemaduras que casi habían hecho que la hoja sucumbiera a disolverse, pero el resto lucía relativamente intacto sin contar un par de rasguños.
Al final, su forma única y aquel anillo en el pomo delataron lo que era. Un kunai olvidado.
¿Y quien había sido el dueño, se preguntaba?
xXx
Las agujas eran algo que le provocaba terror a los niños, sin lugar a dudas. Kohaku lo había aprendido al ver las reacciones de su hermana menor ante una inyección, y tampoco podía negar que la sensación de una punta de metal, por muy diminuta o instantánea que fuera, perforando su piel por menos de la milésima de un segundo, era incomodo.
Sobraba decir que cuando aprendió del viejo curandero que aparentemente existía toda una práctica milenaria que consistia en colocar varias de estas en partes estratégicas del cuerpo con el fin de estimular el flujo de energía interna para un mejor bienestar, no pudo evitar sentir una fascinación casi morbosa.
Aun si no entendía del todo qué era eso que sentía al respecto.
La pelirroja se mantuvo en silencio mientras veía como Sougen insertaba cuidadosamente otra de las agujas cerca del antebrazo de Naomi. La mujer de cabello negro estaba tendida boca abajo sobre una especie de divan plano en el centro de la habitacion, y lucia bastante tranquila.
... A pesar de tener alrededor de unas siete agujas en otras partes de su cuerpo.
Los ojos color ámbar de Kohaku se entornaron un poco, otorgándole a la pelirroja un semblante algo más preocupado mientras veía como su maestro repetía la misma acción, pero ahora justo en la corona de la cabeza de Naomi.
De no ser porque había pasado una parte de su tiempo libre durante la semana pasada leyendo sobre los efectos de la acupuntura, se sentiría el triple de perpleja ante el hecho de que había gente en el mundo con una fijación bastante extraña por imitar a los erizos de mar.
Algo que nunca diría en voz alta, desde luego.
Aunque últimamente, parecía que las personas a su alrededor verdaderamente estaban mal de la cabeza.
"Entonces solamente trabajaré en lo que conozco. Se las instrucciones ya de lo mágico y solo necesito entrenar una y otra vez lo demás. ¡Puedo empezar cuando quiera!"
'Niño tonto.' Pensó Kohaku, aguantando las ganas de poner sus ojos en blanco. ¿Porque no podía entender que lo que quería hacer estaba más allá de sus facultades? ¿Que acaso lo que le había pasado no había sido suficiente? ¿Porque insistia en arriesgarse?
De pronto, personas imitando erizos de mar ya no le parecía una locura tan grande comparada con los delirios del pelirrojo que consideraba su amigo.
Y si bien ella no se consideraba ninguna experta en lo que se supone que hacían los amigos, estaba más que segura que dejar que uno caminara alegremente a una ruta donde seguramente saldría lastimado o peor, no estaba entre esas cosas.
En fin, un dilema molesto para la pelirroja.
"Kohaku-chan." La voz del curandero la sacó de sus pensamientos, obligándola a alzar levemente el rostro y adoptar nuevamente su expresión normal, para poder así encarar a su maestro.
"Sensei." Habló tímidamente mientras asentía, a modo de indicar que lo había escuchado.
El curandero alzó una ceja, pero igual continuó. "¿Qué es lo que hace la acupuntura según lo que se cree y lo que hace realmente?" Le pregunto.
Kohaku entorno sus ojos antes de buscar en su mente la respuesta entre las memorias de lo que había leído últimamente. Recordaba fragmentos de esta, claro, pero también quería estar un poco segura antes de contestar.
"Hmm." Empezó al cabo de unos segundos. "Lo que se cree es que las agujas al ser clavadas en una parte del cuerpo, causan que la energía de este cambie ligeramente su flujo, aliviando cosas como el dolor."
"¿Y lo segundo?" Pregunto nuevamente Sougen.
"Las agujas en realidad solo sirven para que uno pueda canalizar su propio Qi a través de estas con el de que alcance el punto del Sistema Meridiano, y pueda alterar el flujo del Qi de la persona, permitiéndole a uno manejarlo a medida que va colocando mas agujas." Respondió Kohaku, aliviada en parte de que hubiera logrado memorizar todo eso.
Sougen asintió, complacido. "Muy bien. ¿Y recuerdas cuántos grupos de puntos meridianos hay en un sistema?"
"Son dos." Esa si era una de la que estaba bastante segura. "Los doce primarios y los ocho asombrosos, ¿no?"
"Serían ocho extraordinarios en realidad, pero si." Le corrigió Sougen antes de invitarla a acercarse un poco más, algo que la pelirroja obedeció casi al instante. "Ahora, los doce primarios son..."
Aprender de la lectura era difícil, especialmente porque había muchas cosas que no entendía. Pero con el maestro al lado, Kohaku había encontrado más fácil el poder absorber el conocimiento.
Se mantuvo en silencio, solo asintiendo ocasionalmente, mientras Sougen le contaba sobre los órganos a los que estaban asociados los meridianos, y también una traducción al japonés algo más legible que la de los libros, en chino.
El Sistema Meridiano era en realidad otro de los muchos nombres que se le daban a los Circuitos Mágicos en Asia. Según tenía entendido, oficialmente ese término seguía siendo usado por la gran organización de China así como la del país.
Lo mismo iba para el Ki/Qi, otro nombre para denominar al Od, pero cuyo significado poseía una importancia mucho mayor en la cultura, incluso en campos alejados formalmente de casi todo lo mágico.
Eventualmente, terminó por retirar las agujas y dejar a la mujer reposar aún en el diván, mientras le instruia a la pelirroja el caminar afuera de la habitación.
"Eres una niña muy poco emotiva, Kohaku-chan." Comentó Sougen neutralmente. "Se puede notar mucho cuando estás alterada por algo. ¿Que ocurre?"
La pelirroja mordió su labio inferior, viendo que a ese punto, era bastante inutil seguir con la estrategia de la negación. El curandero era de las pocas personas en las que creía el poder confiar por una parte, mientras que por otra, dudaba si debía de hablar de más...
Tan confuso, tan molesto. Otra de las razones por las cuales se había acostumbrado a ser tan retraída, con el fin de lidiar con sensaciones así.
Sin embargo, al final ganó esa punzada de culpa, y terminó por confesar.
"Shirou tiene una loca idea de meterse en lo que su padre está haciendo para poder ayudarlo."
Y entonces vio como Sougen se limitó a parpadear un par de veces, como si estuviera intentando procesar lo que acababa de escuchar, antes de soltar un suspiro y menear con la cabeza.
"Kiritsugu Emiya si que tiene una suerte de perros." Comentó secamente, antes de añadir. "Irónico, cuando el traerlo con nosotros en esta excursión es justamente parte de un plan para mantenerlo lo más humanamente posible alejado de ese drama."
"... ¿Plan?" Kohaku entorno sus ojos al escuchar eso. "¿El papa de Shirou fue quien acordó esto contigo?" Fue entonces como recordó que él y ese hombre habían pasado unos minutos lejos de Shirou y ella.
"En realidad, no. Makihisa fue quien me contactó a petición de Emiya para esto." Reveló el curandero, causando que los ojos color ámbar de la pelirroja se abrieran de par en par.
"... El no estaba mintiendo." Kohaku musito, recordando bien lo que Shirou había confesado como la principal razón de porque estaba aferrado a aquella loca idea. "Su padre hizo ese acuerdo para mantenerlo a salvo."
Apenas alcanzó a divisar algo de sorpresa en el rostro del curandero antes de que esta se tornara en resignación, y alzó una ceja en respuesta a ello, lo que le valió el recibir un resoplido de exasperación. "Vaya que Shirou-kun te tiene demasiada confianza para decirte algo tan delicado como eso."
Fue toda la confirmación que Kohaku necesitaba. "¿Entonces es verdad?"
Sougen suspiro y no dijo nada por unos segundos, antes de por fin sacarlo por completo. "Makihisa mismo me contó que una de las condiciones del acuerdo entre el y Kiritsugu consistia en que el primero garantizaria la protección de Shirou-kun en caso de que pase lo peor, es cierto."
Entonces reparó en que la pelirroja parecía tener la mirada perdida, e intentó llamar su atención.
"¿Kohaku-chan?"
La oji ambar parpadeo, antes de sacudir su cabeza y fruncir el ceño, con la sombra de la molestia bien presente en su rostro.
"No entiendo como ese niño... Agh." Se quejó nuevamente antes de intentar suspirar.
"Tuvieron una discusión entonces cuando te conté eso. De ahí tu estado de humor actual." Comentó Sougen, finalmente dejando en claro cómo era la posición de Kohaku.
"Es que no se en que cabeza cabe que quiera seguir metiéndose en eso cuando... cuando." Kohaku titubeo con algo de duda, antes de volver a sacudir la cabeza. "Tenía una herida en el labio ayer, yo se la cure como me enseñaste con ese hechizo." Admitió, muy para la breve sorpresa de Sougen. "Pero lo que me contó que le pasó... Ugh. ¿Porque me siento tan mal por eso?"
"Estás preocupada por Shirou-kun." Señaló Sougen de la nada. "Como te despediste de él en la estación hace unos meses y las pocas veces que preguntaste por él fueron una cosa. ¿Pero esto? Se nota bastante lo mucho que te agrada."
"¿Que significa eso?" Pregunto Kohaku, sorprendiendose de lo defensiva que sonó casi al instante, algo que no pasó desapercibido con el curandero.
"Nada, solo que a tu madre le hubiera gustado ver eso." Admitió de una manera más conciliadora, antes de añadir. "Y sobre tu dilema con Shirou-kun. No lo conozco lo suficiente para saber que va por su cabeza, pero ten por seguro de que es muy poco probable que vaya a poder hacer algo, cuando su padre y Makihisa vayan a realizar sus planes con él lejos. Si bien tiene la facultad de utilizar taumaturgia, sigue siendo un niño."
Eso tenía sentido, lo concedió Kohaku, pero aun así dudaba mucho que Shirou se diera por vencido, y más aún viendo que ahora acababa de descubrir una habilidad bastante... Única, por así decirlo.
"De todos modos, va a estar casi siempre supervisado por un adulto. Continuo Sougen. "Si estás preocupada por él, lo mejor que puedes hacer es distraerlo por su propio bien."
'¿Distraerlo?' Pensó Kohaku, imaginando a su amigo pelirrojo haciendo levitar una espada antes de dispararla contra una pared, mientras ella alzaba un letrero con un número que indicaba su calificación. '¿Cómo se supone que haré eso?'
"Es bueno que hayas hecho un amigo." Sougen añadió. "Viendo que Hisui-chan supo conectar bien con los hermanos Tohno..."
El curandero se detuvo antes de suspirar, no notando como la expresión de la pelirroja había cambiado levemente.
"Y hablando de ellos, es probable que mañana tengamos que ir al internado de Akiha-chan para su chequeo médico mensual."
La expresión molesta de Kohaku disimuló bastante bien la de la sensación que se había apoderado de ella en aquellos instantes apenas escucho eso.
xXx
"¿Que es una espada?"
La pregunta vino de la nada y fue recibida con el alzamiento de una ceja, causando que el hombre soltara un suspiro, mientras mantenía ambas manos sobre el pomo del arma que apuntaba contra el suelo.
"¿Que es una espada?" Repitió la pregunta.
Esta vez, Shirou se animó a responder tras entornar un poco la mirada. "Un arma, ¿no?"
Amakuni asintió antes de dedicarle una mirada grave al objeto. "Desde hace tiempos inmemoriales, la humanidad ha creado numerosos objetos para poder cumplir con sus necesidades, y de los primeros entre estos, no fueron otra cosa que las herramientas.
Cada una de ellas con un propósito en mente. Ya fuera para la cacería, el cultivo, la recolección o la artesanía, poco importa seguir dando ejemplos, porque como es normal, no se tardaron en convertir en armas."
El herrero hizo una pausa para tomar aire, comprobando que el pelirrojo estuviera poniendo atención al tema, y continuó.
"Aquí viene lo curioso. Porque de todas estas, hubo una sola que fue creada para combatir y solo para combatir. Es un símbolo intachable de la violencia, la paz y en ocasiones, ambas." Amakuni no se molestó en decir cual era, ya que hasta un niño como Shirou hubiera sido capaz de captar el mensaje. "La espada no tiene ninguna otra función útil aparte de eso. ¿La lanza? Pasó de ser algo con que mantener a raya a grandes bestias y derribar jinetes de sus monturas, a regresar a sus humildes orígenes como una herramienta rudimentaria, pero eficaz de pesca. ¿El martillo? A veces aplastaba armaduras, pero jamás ha dejado de ser algo que golpea con fuerza lo que quiere doblegar y lo moldea de acuerdo con lo que el portador desea. ¿El hacha? Partir carne y escudos debió de ser una faena dura, pero la labor de cortar la leña de los árboles es más importante."
Amakuni entrecerró los ojos solemnemente, antes de añadir. "¿Por qué te dije todo esto, quizás te preguntes? Es muy sencillo, porque antes que nada, supuse que debias entender que es el objeto del que buscas aprender."
Shirou asintió.
"Las espadas son antiguas, muy antiguas. Y desde hace casi dos mil años es que se piensa que han estado en este país." Regreso a narrar Amakuni. "Vinieron del occidente y fueron intercambiadas por oro y plata. Eran cosas de cuchilla recta y doble, que costaban demasiado preciado metal para ser fabricadas... Metal que encima se tenía que comprar a ellos, pero igual el resultado fue nuestras versiones de las espadas de la China y la Corea... Las llamamos Tsurugi y Chokutou.
Los años pasaron, y eventualmente se aprendió a desarrollar una parte del precioso metal. Hierro, hierro que no había que sacar de minas como hoy en día, sino que purificar de la arena de los ríos. A fuerza de fuego y carbón, se convirtió en buen acero, y eso permitió aumentar la producción de espadas." El herrero pareció sonreír enigmáticamente. "Una leyenda surgió en ese tiempo, una sobre cierto herrero al servicio del emperador.
Un día, él y su hijo, estaban parados en la puerta de su tienda, viendo a los guerreros del emperador regresar de la batalla. Aunque lo había hecho en ocasiones anteriores, el emperador no le dio al hombre ningún signo de reconocimiento. Habiendo considerado siempre estos gestos como una señal de agradecimiento por sus esfuerzos y arduo trabajo, el hombre de repente se dio cuenta de que casi la mitad de los guerreros que regresaban llevaban espadas rotas.
Decididos a hacer las cosas bien, él y su hijo fueron a recoger los restos de las espadas y las examinaron. Parecía que las principales razones de la rotura eran que las espadas se habían forjado incorrectamente y que los soldados habían golpeado con ellas objetos duros, probablemente armaduras u otras armas. Una vez más, el sutil pero audible desaire del emperador pasó por su mente. Los ojos del hombre se llenaron de lágrimas y se dijo a sí mismo: "Si van a usar nuestras espadas para tal corte, haré una que no se rompa".
Con este voto, él y su hijo se sellaron en la fragua y oraron durante siete días y siete noches a los dioses. Luego seleccionó el mejor mineral de arena de hierro que pudo obtener y lo refinó para convertirlo en acero. Trabajando sin descanso, los dos trabajaron en su aparentemente imposible tarea. Treinta y un días después, Él y su hijo salieron demacrados y cansados de la fragua con una espada de un solo filo con curvatura. Sin dejarse intimidar por los otros herreros, que creían que estaban locos, padre e hijo rectificaron y pulieron la nueva espada.
Durante los meses siguientes, El y su hijo continuaron con su trabajo, forjando muchos tipos de espadas mejoradas. En la primavera siguiente, hubo otra guerra. Los guerreros pasaron de nuevo con más de treinta y un espadas con hojas intactas. Cuando el emperador pasó, sonrió y dijo: "Eres un experto fabricante de espadas. Ninguna de las que has fabricado falló en esta batalla". El herrero se regocijó y una vez más sintió que la vida era plena y feliz."
El hombre se tomó un descanso, antes de revelar lo siguiente. "El nombre de aquel hombre era Amakuni Yasutsuna, y la espada que inventó, siendo la primera creada en esta tierra del sol naciente, se le llamó Tachi. De hoja larga y curvada, con un solo filo, es el padre de todas las demás espadas que vieron la luz a lo largo de la historia de este país. Wakizashi, Uchihagatana, Nodachi, Kodachi y finalmente... Katana." Terminó, señalando la espada que sostenía nuevamente.
"Ya habrá tiempo para que te hable de las demás, por ahora vamos a concentrarnos en esta de aquí." Fue entonces que la levantó cuidadosamente antes de caminar hacia un costado de donde había estado colgada anteriormente, lugar que ocupaba un pequeño cajón del cual extrajo un estuche.
De este, tomó otro objeto en el cual comenzó a introducir la espada antes de dejar a toda su hoja cubierta. Una vez terminado con eso, se volteo hacia Shirou antes de tomar a la katana enfundada por donde estaría la hoja. "¿Sabes las partes de una espada?"
Esta vez, el ojiámbar asintió con seguridad. "Practico un poco de kendou... Y aunque los shinai son distintos, ¿siguen siendo la misma cosa, no?"
"Kendou, ¿eh? Eso es bueno." Comentó Amakuni, antes de menear la cabeza. "Pero me temo que esto va a ser más específico, mira." Señaló al extremo inferior de la katana. "¿Sabes qué es esto?"
"Hmmm." Shirou entorno los ojos. "El mango."
"Así es, el Tsuka." Asintió el herrero, antes de señalar ahora a la punta misma. "¿Y esto de aquí?"
"El pomo." El ojiámbar no titubeo ni un segundo en responder, cosa que le valió una expresión de aprobación..
"Muy bien, muy bien. Aunque le decimos realmente el Kashira aquí, pero no importa." Amakuni meneo la cabeza, antes de pasar al otro lado. "Este anillo de aquí es de lo más obvio, la guardia. Se le llama Tsuba, y tiene encima otro más pequeño que llamamos Seppa, el espaciador. Y por supuesto, no podemos ignorar lo más importante."
Dijo, pasando su mano por la funda color ébano que cubría la hoja por completo. "¿Esto es?"
"Hmm." Shirou entorno los ojos nuevamente, mientras intentaba recordar la palabra para aquella cosa, que se le había escapado en esos momentos. Por más que intentó buscarla en su memoria, no logró dar con ella, y terminó por rendirse al encogerse de hombros. "No recuerdo como se llama. Solo sé que es el estuche de la espada."
"La Saya, lo que protege la espada y la mantiene guardada cuando no se le necesita." Sentenció de una manera conocedora. "La Vaina."
"La vaina." Repitió Shirou, memorizando aquella palabra, mientras veía como Amakuni tomaba desde el otro extremo al estuche.
Entonces, comenzó a retirarlo, exponiendo nuevamente la hoja, que emitió un ligero destello al ser expuesta a la luz. La vaina fue a parar al suelo, ajena a la atención de los dos, enfocada en la cuchilla.
"Y llegamos ahora a la mejor parte de todas." Comentó, descansando un dedo en el costado superior de la espada, justo encima de una línea que se extendía desde el extremo inferior, hasta a menos de un centímetro de la punta. "Este valle que ves aquí se le llama Hi, la ranura. Es el nervio de la cuchilla, y existe para volverla tanto ligera como más fuerte. Lo que yace a un costado suyo, por otra parte, es el Shinogi, la cresta media que determina el alcance del filo de la espada. Le sigue el Yokote, toda el área que compone la cuchilla más allá de esas dos partes donde descansan el Hada y el Hamon, el grano y la línea templada, son las figuras del metal que abrazan a la hoja y forman un patrón único."
"¿Hamon?" Shirou alzó una ceja.
"Un patrón formado por la mezcla del metal, puedes verlo aquí mismo." Le animo a acercarse Amakuni, señalando la hoja. Shirou concentró un poco más su mirada, y pudo apreciar como en efecto había una especie de formas vagas de nubes retorcidas en la superficie.
"Hay quienes le ponen más atención a eso, e incluso graban sus propios patrones ahí." Comentó el herrero. "Finalmente, están las tres últimas partes. El borde afilado o Ha, la vértebra del lado opuesto o Mune, y la punta misma de nuestra espada, Kissaki. ¿Crees haber podido memorizar todas las que nombre?"
"..." Shirou tragó saliva, antes de asentir luego de un par de segundos.
"Vamos a probarlo entonces." Sugirió Amakuni. "Intenta recrear otra vez a Junichiro... Pero, ten en mente lo que acabas de aprender." Añadió de la nada.
Perplejo, Shirou se encogió de hombros, no viendo alguna razón por la cual no hacer caso. Pasó su mano sobre la espada, antes de disparar el martillo en su cabeza.
"Trace on."
Los treinta circuitos se activaron de golpe, permitiéndole ver la espada por completo, gracias a la visión interna del Análisis Estructural, el cual concentro tanto como pudo sobre la forma del arma, todo mientras nombraba en su mente las partes.
'Kashira.' Pensó, apenas sus ojos reposaron en el pomo, solo para dirigirse ahora hacia el otro lado. 'Tsuka, Tsuba, Seppa.' A medida que decía los nombres, una imagen fiel de las partes se manifestaba al lado de la imagen que tenía. Sus ojos fueron más allá de la guardia y el separador, yendo a parar a la hoja, la cual fue sometida a un juicio de lo más intenso.
Hizo extender una lámina de metal desde la guardia, la cual burbujeó como si se tratara de mercurio, incapaz de tomar una forma específica.
'Metal, es hierro... No, es acero.' Recordó, forzando a la imagen a enderezarse a la par que una ranura se manifestaba sobre esta, siendo coronada por una ligera plataforma que terminaba en el borde. 'Hi, Shinogi, Yokote.'
Entonces la superficie palpitó y vio millares de agujeros manifestándose sobre esta, antes de acomodarse con el fin de formar la fantasmal silueta de una nube sobre la hoja. 'Hamon, Hada.'
Inconscientemente, la mano derecha de Shirou se cerró, apretando el puño ligeramente, en perfecta sintonía con el borde tornándose afilado en conjunto con la espalda formando una curva, y la punta alzándose. 'Ha, Mune, Kissaki.'
La imagen en su cabeza era ahora completamente idéntica a la que estaba viendo, pero era solo el primer paso. Soltando los dedos de su mano, se concentró en inyectar energía mágica en la imagen, rellenándola como si se tratara de un molde, como plastilina manipulada por sus dedos.
En el aire, la copia apareció, luciendo algo transparente, pero poco a poco su forma comenzó a adquirir una tonalidad más brillante. Shirou realizó un gesto que la acercó a él, e hizo pasar su mano libre por encima, aplicando así el último paso.
Reforzamiento. El rellenar las cavidades con más energía mágica, y permitirle a la ilusión volverse algo realmente contundente. La habilidad que le daba un pase a la idea de trascender su límite y convertirse en una espada capaz de cortar.
Emitiendo un par de chispas, una segunda réplica de la espada de los Touzaki yacia ahora al lado de la original.
Shirou jadeo por el esfuerzo, y se aseguró de desactivar sus circuitos, luego de sentir algo de ardor procedente de ellos. Emitió un suspiro, y miró su nueva proyección con sentimientos encontrados.
Se veía igual, eso de por sí era obvio... El problema era que la sentía exactamente igual que la vez anterior.
Amakuni por su parte, dio un par de pasos hacia atrás mientras blandía su espada, y la alzó, decidido a repetir el mismo proceso. Fue entonces que la dejó caer con un mandoble nada contenido.
CLANG!
Para sorpresa de Shirou, esta vez la Junichiro fue repelida por la copia, que a pesar de tambalear un poco en el aire incluso cuando Shirou intento mantenerla fija en su lugar, no lucía signos de haber recibido un daño tan intenso como la vez anterior.
"Wow..." Fue lo único que salió de sus labios.
"Hmm." Amakuni inspeccionó la proyección con ojos expertos y murmuró algo para sí antes de asentir con aprobación. "Tal y como lo sospechaba. De alguna manera, tener una mejor idea de lo que copiaste te ayudó a crear una copia más fuerte."
"¿Solo por saber los nombres de las partes de la espada?" Preguntó Shirou, extrañado.
"Los nombres tienen poder. Son lo que le da más fuerza a las imágenes que tiene uno de algo." Respondió Amakuni, mientras dejaba las dos espadas, la verdadera y la falsa, en una repisa.
Por alguna razón, Shirou pensó que eso que había dicho no hablaba del todo de lo que estaban haciendo.
"Hmm, Touzaki-san, ¿puedo hacerle una pregunta?" Hablo Shirou.
"Acabas de hacerlo." Señaló el herrero, causando que el pelirrojo casi se mordiera la lengua, antes de escuchar. "¿De qué se trata?"
"Estaba pensando..." Musito, antes de aumentar un poco el tono de su voz. "Usted dijo que las espadas solo existen para pelear... ¿Eso quiere decir que antes en Misaki, había mucha guerra para que su familia se dedicara a esto?"
Amakuni resopló, antes de reír abiertamente. "Emiya-kun, hace más de ciento cincuenta años, era muy común ver revueltas por aquí de una u otra forma. Campesinos descontentos por los impuestos, pandillas de samurais renegados que se desquitaban con la plebe común y la bonita guerra civil que se tuvo que hacer para modernizar el país. La demanda de espadas no faltaba, creeme."
Escuchar aquello hizo que Shirou tragara saliva y asintiera. Era de esperarse.
"Pero esa no fue la verdadera razón por la cual los Touzaki nos metimos en el arte de la herrería." Añadió Amakuni, causando que el ojiámbar alzara ahora la cabeza, con perplejidad.
El herrero asintió, complacido consigo mismo mientras envainaba la espada de su familia. "Te había dicho antes que la herrería y la magia estaban conectadas, muy conectadas. Eso es por muchas cosas, pero hay una en particular que es la que nos interesa." Reveló de manera intrigante antes de continuar. "En el pasado, y desde hace milenios, existen historias de espadas magníficas con poderes mágicos, es difícil encontrar un país que no haya tenido al menos un ejemplo de esas."
"¿Espadas mágicas?" Shirou alzó una ceja.
"Si, mágicas." Repitió Amakuni. "Este país no es la excepción. Vamos, que una de las llamadas regalías divinas que simbolizan a la familia imperial es la más famosa." Entonces meneó la cabeza. "Los Touzaki en particular hemos estado obsesionados con una que no es de aquí, sino que de China. Una espada milagrosa, forjada por un herrero de hace más de dos mil quinientos años, cuyo poder era tal que meramente sacudirla le permitía a uno partir incluso una montaña. La Hazanken, la llamamos." Asintió con reverencia.
"Hazanken." Repitió Shirou, mientras intentaba imaginar una espada capaz de realizar tal proeza.
"Esa es la razón por la cual mi ancestro quedó embelesado por la fabricación de espadas, e instruyó a su hijo y nieto a continuar con el arte." Continuo Amakuni. "El avanzar una y otra vez con aquel objetivo en nuestro corazón. El volver devotos nuestros cuerpos, mentes y almas en aquel ideal, por muy imposible que parezca. El aspirar a algún día crear una espada más que capaz de rivalizar con la implacable Hazanken. Esa es la razón del porqué de nuestra herrería, Emiya-kun. Ese es nuestro propósito."
'Propósito...' Aquel término hizo que Shirou entornara sus ojos nuevamente.
xXx
"Es menester encontrar otro sitio y terminar el ritual lo antes posible." Argumento con un tono que dejaba opiniones contrarias paradas en seco la anciana, cruzándose de brazos en el proceso mientras le dedicaba una mirada severa al castaño.
"Yakou-dono, la entiendo." Respondió de manera conciliadora Masao, esforzándose por no perder la paciencia. "Pero por lo que puedo ver, sus circuitos están ardiendo pese a estar siendo desactivados. Pienso que seria mucho mas prudente tratarlos antes de proceder con ese..."
Fue interrumpido de golpe por la matriarca, y la discusión continuó. Ajeno a ello, Kaburagi resopló, mientras le echaba una mirada a los restos del ritual, aparentemente fallido. Se había intentado repetirlo en consecuencia al fracaso de la noche anterior, pero el resultado había sido aparentemente el mismo.
Por lo que había entendido, había un límite muy marcado de energía ambiental que se podía extraer desde aquel punto de la Línea de Ley, el cual no era suficiente para estabilizar el Riñón de Fuujin sellado dentro de Yukinobu.Y la consecuencia por el momento, era una agonía bastante intensa desde su interior. ¿Quién lo diría?
Mientras contemplaba el sitio con una expresión distraída, sintió a su vez una punzada en su pecho que le obligó a reprimir una ligera expresión de dolor. Reconocía esa sensación, la reconocía muy bien.
No se trataba de otra cosa que de aquel geias en particular obligándolo a responder a su deber.
'Ugh... ¿Por qué ahora?' Pensó, antes de dar la vuelta hacia una de las partes del complejo del templo, terminandose por adentrar en uno de los pasillos que eventualmente le condujo a una habitación relativamente vacía, con la excepción de una ofrenda diminuta en una esquina.
La punzada se intensificó, causando que se llevara la mano derecha hasta su pecho y apretara los dientes, mientras alzaba la izquierda a la par que murmuraba un par de palabras. Un pulso de energía mágica brotó de su cuerpo, y salió desplegado hacia las paredes, antes de convertirse en un triple campo delimitante que mantenía los sonidos emitidos en la estancia dentro de su área.
"Tsk." Resoplo, mientras empleaba un hechizo más, enfocado en la detección de posibles medios de espionaje. Luego de la desventura de Fuyuki, estaba claro que iba a tener que actuar el doble de cauteloso desde ahora. El solo recuerdo de esa situación se terminó por mezclar con la hecatombe de sus expectativas del porqué de la llamada, y solo pudo sentir un escalofrío recorriendolo de pies a cabeza, marcado por una expresión de pánico.
Era tiempo de enfrentar la música.
Camino hasta la pared más cercana, donde apoyó su mano y comenzó a murmurar otra vez, dejando que varias líneas luminosas se extendieran a lo largo de esta, como una especie de red fluorescente. Red que poco a poco se fue acomodando hasta formar un círculo mágico con un hexagrama estampado en el centro.
Casi de inmediato, una de las puntas se iluminó, y la acción fue repetida por un sigilo en medio que a ratos le recordaba a cuatro pares de cuernos acomodados lado a lado, cuyo contorno emitió un aura carmesí.
"Kaburagi." Se dirigió a él una voz que brotó del sello.
Voz que el traficante identificó de inmediato. "Señor Wagner."
"Hace dos días que se esperan noticias tuyas. ¿Cuál es el motivo de tal tardanza?" Le interrogó a secas la voz, yendo directamente al punto.
Kaburagi apretó el puño de su mano izquierda, mientras escogía cuidadosamente sus palabras, como si estuviera a punto de dar una caminata a través de un campo minado.
"Hubo complicaciones, Señor Wagner. Complicaciones imprevistas que me impidieron reportar lo sucedido días atrás, y encima me he visto forzado a asistir a mis asociados más cercanos del país." Respondió, antes de añadir. "Ese asunto aún no está resuelto, mis manos están atadas."
"¿Complicaciones?" La voz aumentó ligeramente su tono, llegando hasta lo cavernoso. "Lo sucedido con esa familia de Houjutsushi cuyo único rasgo destacable es que conservan un remanente tan valioso como ese puede esperar. Reporta de inmediato lo que sucedió."
No era una pregunta.
Un paso en falso y a nada de hacer detonar la primera mina. Kaburagi sudo frío mientras veía sus cartas y seleccionaba la que parecía ser la más prometedora, por no decir segura.
"La petición de la Señorita Tiffauges está hecha. El Proyector de Éter junto con el objeto que envió han sido instalados y están en el fondo del Rio Mion." Confirmó Kaburagi, antes de intentar mejorar su posición.
Pero la voz pareció detectar su inseguridad porque nuevamente, fue directo hacia la yugular.
"¿Y el Riel Observador?" Pregunto de manera inflexible.
Directo a la segunda mina, entonces.
"... No tuve tiempo de instalarlo por las complicaciones." Admitió finalmente el traficante, sintiendo una oleada de grima invadiendolo. "Las cabezas con sus respectivos Ojos Místicos están conmigo, pero..."
"Desperdiciaste una oportunidad de oro para poder instalar este artefacto en la Línea de Ley." Le recriminó la voz. "¿Acaso estás intentando granjearte la cólera de los Seis, Traficante?"
"N-no, Señor Wagner." Negó profusamente Kaburagi, sabiendo que ese escenario era más que posible. "He trabajado arduamente para ustedes desde hace un año, esto no se repetirá."
"No tendrás oportunidad alguna de dejar que se repita si tu excusa no es convincente, Kaburagi." Sentenció inflexiblemente la voz. "Habla ahora."
Reconociendo que muy posiblemente esa era la única muestra de misericordia que la voz le iba a ofrecer, Kaburagi la tomó sabiamente.
"Todo sucedió hace unos tres días, en Tokyo. Cuando un hombre se me acercó de incógnito con la intención de adquirir armamento modificado. Le enseñé algunas de las muestras elaboradas por nuestra benefactora mutua y conseguí abrir un acuerdo de venta." Comenzó a narrar Kaburagi, antes de llegar a lo complicado. "Sin embargo, los Yakou lo reconocieron como alguien en su lista negra y enlistaron mi ayuda para asesinarlo. Pero no terminó bien, estaba ya en Fuyuki cuando me enteré y por azar del destino... Ese hombre no solo me siguió la pista... También vivía en Fuyuki y fue el responsable de la complicación de la que hablo."
"¿Quien es ese hombre?" Exigió la voz de inmediato.
Kaburagi trago saliva, antes de responder. "Kiritsugu Emiya."
xXx
En la India, había escuchado una vez que estaba dentro de un restaurante, a un hombre relatarle a otro una anécdota bastante curiosa. Un pariente suyo; primo, hermano o lo que fuera, jamás había sido especificado, salió de casa para comprar pan, pero se distrajo ayudando a una anciana a cruzar la calle, y eso lo condujo hacia un banco que estaba siendo atracado solo para que posteriormente tuviera que perseguir a uno de los asaltantes luego de que este le robara la billetera.
Y de ahí, sería toda una serie de desventuras a lo largo de la ciudad, que eventualmente culminarian con el regresando a la casa, sin el pan.
Waver finalmente podía decir que sabía cómo se sentía aquel sujeto después de un par de años, porque el paralelismo que veía entre la anécdota y lo que había ocurrido durante aquella semana no era la cosa más sutil del mundo.
Imaginaba que se estaba metiendo en algo turbio cuando se abalanzó a la búsqueda de lo que habían profanado de James, pero que lo llevara a un traficante asiatico y a la conspiracion de un clan de mestizos entre hombre y demonio para erradicar esa condición de sus cuerpos era ya pasar la raya.
Se limitó a terminar su té en silencio mientras escuchaba como Kiritsugu y Makihisa discutían algo sobre una de las ramas familiares de los Tohno, en específico, justamente a la que habían enviado a Shirou para mantenerlo alejado del epicentro de intrigas entre los tres.
"Huesos. Usan sus huesos y los de otros en la herrería." Dijo Kiritsugu, alzando una ceja.
"Un arte rara vez practicado en estos tiempos, pero que siempre tiene demanda en cualquier mercado mágico." Sentenció Makihisa. "Herramientas, catalizadores y códigos místicos. El Buro del Onmyou y la Mansión Espiral pagan buen precio por las comisiones que les piden. Es justamente otra de las razones por las cuales junto a los Saiki, no se van a desprender nunca de esta maldición."
"¿Los Saiki siguen vivos aún después de lo que hiciste?" Preguntó perplejo Kiritsugu, granjeando la curiosidad de Waver al respecto.
Makihisa por el contrario, ignoró aquella pregunta. "Hallar ese par de Ojos Puros aceleraría las cosas para mi, pero es solo el primer paso de muchos. El contenido del pergamino ha de ser descifrado por completo con el fin de que el elixir tenga oportunidad de ser elaborado."
"¿Descifrado por completo?" Waver finalmente decidió intervenir. "¿Cómo es eso? ¿Quiere decir que no está traducido del todo?"
El magnate negó con la cabeza. "No, exactamente. Cuando se lo consulte a Saitou Reiroukan luego de pagarle a cuanto lingüista me pudiera traducir el pergamino, el se quedo completamente en shock por que según sus palabras 'Esto era lo más complejo y avanzado que había visto en toda su vida'."
"... Entonces de ahí la decisión de usar un Caster, quien no fue nada menos que el Padre de la Alquimia Moderna, y llamado a veces uno de los últimos grandes Archimagos, Paracelsus." Recordó Waver. "¿La parte de los Ojos Puros estaba en un espacio legible?"
"En parte, si. Pero era algo que se sabía ya por otras fuentes." Confirmó Makihisa. "Estoy casi completamente seguro de que algún remanente del progreso del Servant estaba en manos de Reiroukan antes de su aseinato y el robo de los objetos, pero tengo la sospecha de que dar con ello sera mucho mas dificil."
"... ¿Y cuál es tu plan si no lo encuentras?" Le cuestiono Kiritsugu.
"Tengo un hilo con la hija mayor de los Aozaki al que pienso acceder como sobra en ese caso." Respondió Makihisa con calma.
Esas palabras hicieron que Waver se pusiera pálido mientras pensaba. 'Y una de las Designaciones de Sellado más infames, encima. Lo que faltaba.'
Kiritsugu no mostró ninguna reacción más notable aparte de limitarse a cruzar los brazos. "En ese caso, podemos comenzar a planear cómo seguirle el rastro al traficante en base a lo que hablamos ayer."
xXx
"Eso fue lo que pasó, básicamente." Terminó de narrar por fin el traficante ante el círculo mágico, cuyo brillo no perdía ni por un segundo su ominosa aura.
"Un elemento externo a nuestras operaciones, termino por intervenir porque no supiste ponerle rienda a esos practicantes de Houjutsu, entonces." Recrimino Wagner, no sonando nada remotamente impresionado por el hecho. "Esto será enviado al círculo principal y revisado inquisitivamente, Kaburagi. Ten por seguro que el resto no será tan misericordioso como yo una vez que les toque pasar la sentencia."
Kaburagi apretó los dientes, ignorando las indirectas de la voz, quien no había terminado ya con su papel.
"Kiritsugu Emiya. Cazarrecompensas profesional, empleado por la misma Torre del Reloj un par de años para ciertas operaciones delicadas. Se le creía muerto o desaparecido en acción hasta ahora, hmm." La voz, distorsionada por el hechizo, de Wagner casi parecía adquirir un tinte de interés. "¿Una coincidencia que haya intervenido en esto quizás? Será algo que tendrá que ser registrado para la posteridad."
"¿Señor Wagner?" Pregunto, no sabiendo si la voz estaba hablando para sí misma o con el.
"¿Hmm? ¿Sigues ahí?" Wagner resoplo, o al menos, eso le pareció creer a juzgar por el tono. "En ese caso, lo olvidaba. Consultaré la opinión de algunos de los demás, demorara poco más que unos minutos. Mientras tanto, te dejaré una simple tarea para el porvenir."
"¿En qué consiste?" Kaburagi casi podía sentir una sonrisa mezquina en el rostro de la persona.
"El suero que te entregue. Comienza a suministrarlo a los fracasos de magi que tienes bajo tu poder." Ordenó sin miramientos.
"... Señor Wagner, solo uno de ellos sobrevive, y está lisiado." Señaló Kaburagi, perplejo a la par que hacía un intento por no sentir pena por sus fallecidos subordinados.
"Usa a ese último entonces. Una sobredosis de ser así, solo asegúrate de tener el cuerpo a la mano cuando uno de nuestros especialistas vaya a recogerlo." El destino de la pobre víctima de sus experimentos no le era de importancia alguna, como todo buen magus, así lo pensó Kaburagi, limitándose a asentir.
"Se hará, Señor Wagner."
"Excelente. Y traigo nuevas; el consejo ha decidido otorgarte un pequeño plazo." Anunció Wagner, sorprendiendo un poco al traficante. ¿Había sido tan rápida la decisión de ellos?
"... Lo agradezco mucho." Asintió, a modo de reverencia.
"No lo hagas aun, Kaburagi." Wagner le tumbó el alivio casi al instante. "Apenas hayas terminado tus asuntos con estos, es menester que te dirijas lo más rápido que puedas hacia Hawai."
"¿Hawai?" Repitió el traficante, completamente extrañado por el destino. "¿Pero por qué ahí?"
"Si estás imaginando unas vacaciones de lujo en las islas paradisíacas, vete olvidando de ellas." Respondió Wagner, casi con sorna. "No, irás a reunirte con algunos representantes de nuestros buenos socios americanos."
Aquella oración bastó y sobró para que Kaburagi se quedara paralizado en donde estaba. Habían muy pocos grupos de los que estaba enterado que poseían tal relación con ellos en el país norteamericano, y por su bien, prefería normalmente permanecer millas lejos de cualquiera de los ejemplos.
"Están deseando desde hace tiempo el expandir su influencia por el pacifico. Y Hawai es tan solo la punta de lanza hacia los mercados de Oceanía, que eventualmente los conducirán hacia Asia. Necesitarán de tus servicios para poder tener un comienzo exitoso." Sentenció Wagner, ajeno a la incomodidad de Kaburagi. "Tienes dos meses para presentarte en una de las direcciones que te llegara en uno de estos días. En caso de que no lo hagas..."
La voz no terminó la oración, teniendo la intención de dejar a la imaginación del oyente el tórrido destino que le iba a deparar en caso de que fallara en su propósito.
"Lo entiendo, Señor Wagner." Se cuidó mucho de escupir apenas selló la conversación.
"Me parece excelente. Limpia tu pizarra, Kaburagi, nosotros no damos terceras oportunidades."
Y con esas palabras, el círculo mágico perdió su brillo y comenzó a desvanecerse, hasta terminar como una marca medio quemada en la pared, que al cabo de unos minutos terminó por desintegrarse también, dejando a su conjurador mirando hacia el vacío con el semblante preocupado.
'Eso pudo haber salido peor, mucho peor.' Pensó, estremeciéndose. Tenía un ultimátum, si, pero no era algo a lo que no podría sobrevivir si tenía cuidado. Y al menos habían tenido la decencia de darle suficiente tiempo para poner sus asuntos en orden en el país antes de llevarlo con esos carniceros.
Escapar tan pronto y lejos como pudiera paso por su cabeza un par de veces, pero el traficante sabía bien que si ellos se molestaran en invertir un par de recursos en rastrearlo, lo lograrian sin muchos problemas, y sus momentos finales serían un auténtico suplicio.
Con esos pensamientos en mente, fue que salió de la estancia donde se encontraba de vuelta al patio, topándose con la anciana.
"Kaburagi-san." Se dirigió a él la matriarca de los Yakou. "Mucho me temo que vamos a tener que requerir de sus recursos nuevamente." Declaró la mujer.
El traficante reprimió las ganas de poner los ojos en blanco, sabiendo que no lo iba a conducir a ningún lado.
"¿Qué es lo que necesita, Yakou-dono?" Pregunto.
"Más cristales de maná. Tantos como tenga en reserva." Exigio Akane, causando nuevamente que los colmillos de la molestia se clavaran en el traficante.
"No tengo ninguno en Tokyo. Los que traje esta noche eran todos los que estaban a la mano." Respondió, conjurando paciencia desde quien sabe donde.
"¿Ninguno? Dudo mucho que tal producto no se encuentre en alguna otra parte de su alcance." Fue la gélida reacción de Akane, a la vez que alzaba una ceja.
'Es lo que acabo de decir, viejo murciélago del averno.' Penso Kaburagi, abriendo la boca para recalcar lo que acababa de decir, antes de recordar algo.
"Ahora que lo pienso, hay un pequeño almacén en el bosque aledaño a la región donde estoy seguro de que hay algunos." Comentó, reprimiendo la molestia cuando la mujer inquirió al respecto de una manera el doble de exigente.
"¿En dónde?"
"Muy a las afueras de Souya, y a un par de kilómetros de Misaki, me parece. Justo dentro del campo natural de ese internado famoso que hay por ahí."
xXx
"Diganle a Makihisa que los pasen a dejar a la clínica a eso de las doce de la tarde como mínimo. ¿Entendieron?" Les informo Sougen a lo que los dos asintieron. El curandero suspiro antes de murmurar algo por lo bajo de lo cual apenas se pudo entender una especie de alusión a un inquilino o algo así. "Muy bien, tengan una buena noche. Los veo mañana."
Y terminó por dar la media vuelta y marcharse, dejando a los dos niños en el pórtico. Shirou noto la mirada de su amiga clavándose en él de reojo y volteo para verla solo para que ella evadiera rápidamente su mirada, causando que alzara una ceja, algo perplejo por esa actitud.
"Hmm. ¿No deberíamos entrar?" Le sugirió, obteniendo como respuesta el que Kohaku parpadeara antes de asentir levemente y abrir la puerta. Los dos niños la atravesaron, y no tardó la pelirroja en cerrarla. Sin embargo, seguía sin emitir palabra alguna.
"Kohaku." La ojiámbar volteo a verlo, inclinando ligeramente su cabeza a la izquierda. "¿Te encuentras bien?" Le preguntó Shirou, algo inquieto por la actitud que estaba tomando.
"... Si, estoy bien." Respondió ella, antes de dar media vuelta y comenzar a caminar con pasos no muy lentos. "Iré a hablar con Hisui-chan. Te veo luego."
Al cabo de unos segundos, se perdió a la distancia tras adentrarse en uno de los pasillos del otro lado de las escaleras principales, dejando a Shirou solo justo en el umbral de la entrada de la mansión.
Desde que habían salido de la casa de los Touzaki, Kohaku había actuado de una manera bastante distante. Casi como las primeras veces en las que había interactuado con ella.
Shirou no era tonto, estaba casi seguro de que esa pequeña conversacion que por poco se habia vuelto una pelea, tenia mucho que ver con como estaban ahora.
¿Pero que se supone que debía de hacer? No tenía ninguna experiencia con niñas de su edad ya que Fuji-nee por obvias razones, no contaba. Y hablando de eso, ignoro la punzada que le golpeó al recordar a la castaña.
'Ugh.' Se quejó mentalmente. '¿Por qué tiene que ser todo tan difícil?'
Si tan solo tuviera alguien con quien... Sus ojos se abrieron de par en par al caer en cuenta entonces que de hecho, sí que había alguien con quien podía hablar sobre eso.
¿Pero dónde estaría Kiritsugu a esas horas? Tendría que buscarlo.
Asi que comenzo a caminar sin rumbo fijo, hasta ir a parar a la sala mas cercana, donde se encontro a un hombre de pelo negro, leyendo el periodico.
"Hola, Waver-sensei." Saludo Shirou, antes de que el joven levantara la vista del papel y parpadeara antes de mirarlo.
"Shirou." Respondió Waver con algo de sorpresa. "'¿Ya regresaste de visitar a esa familia de herreros? Ni te escuche entrar."
"¿Ah?" Shirou parpadeo a su vez mientras ladeaba su cabeza hacia un costado. "¿Cómo sabes a dónde fui?"
"... Tu padre me lo contó." Señaló Waver como si fuera la cosa más obvia del mundo. Algo que el pelirrojo comprendió al instante, y le causó el reír nerviosamente.
"¿Como te fue?" Waver pareció detectar su incomodidad e hizo un esfuerzo para disiparla, muy para su alivio.
"Oh, pues el padre de la familia, Amakuni-san, me habló sobre las partes de una katana y también me contó que su familia tiene la ambición de crear una espada poderosa, como una que su ancestro escucho de una leyenda china llamada Hazanken." Comentó Shirou, animadamente. "¡Dijo que esa espada podía cortar una montaña entera como si fuera una barra de mantequilla! ¿De verdad existen cosas así en el mundo?"
Waver lució increíblemente incómodo ahora por un par de segundos antes de acomodarse mejor en su asiento, y responder. "Bueno, no estoy familiarizado con ninguna espada llamada así y menos de Asia oriental... Pero sí que hay muchas leyendas de espadas poderosas en todas partes del mundo. En Gran Bretaña justamente tenemos la que quizás es la más famosa de todas, la Excalibur."
"¿Ekusukariba?" Repitió Shirou, casi mordiéndose la lengua al intentar decir ese nombre. "Ah, espera. También descubrí algo que puedo hacer con mis proyecciones. ¡Mira! ¡Mira!"
"Wow, wow. Tranquilo, tranquilo." Intento calmarlo Waver con un gesto de manos, pero el pelirrojo había activado ya sus circuitos magicos y estaba en el proceso de terminar una de sus muestras de gradación de aire: Un pequeño dardo, identico a los que habia estado usando la primera vez que lo vio practicando aquella actividad.
Sin embargo, Waver sospechaba que este había sido sujeto al mismo tratamiento que la cuchilla singular que había usado contra el traficante en el muelle.
"¿Y bien?" Pregunto.
Solo para que los ojos de Shirou emitieran un brillo momentáneo, que se intensificó una vez que este dejó caer el dardo hacia el suelo.
Pero en vez de aterrizar, el pequeño proyectil se detuvo a poco menos que diez centímetros de la superficie de madera y se mantuvo estático en el aire antes de comenzar a alzarse, ante el asombro de Waver, quien no tardó en reparar como se trataba de Shirou quien estaba guiando su trayectoria a través de su mano derecha.
"Genial, ¿no?" Comentó Shirou, antes de detener el dardo en el aire. "Pude hacerlo con una espada que proyecte. Es como si no pesara nada."
"... Telequinesis." Respondió a su vez Waver antes de menear la cabeza. "No, pero es parecida... Aunque... Ugh, eres una caja de sorpresas, niño." Comento con algo de desgano mientras resoplaba.
"¿Telequinesis?" Pregunto Shirou, alzando una ceja. "¿Es un tipo de taumaturgia o algo así?"
"Hmm, no. No exactamente." Respondió Waver antes de tomar aire para elaborar un poco más. " Existen los Psíquicos, aquellos que tienen una mutación, una habilidad anormal obtenida como resultado de que su cerebro pueda comprender un "canal", una percepción de la realidad que no es nativa de los humanos. Es un tipo diferente de misterio que la taumaturgia, aunque de naturaleza similar.
Es una forma de interferencia de la naturaleza que para un psíquico es tan natural como respirar. A diferencia de la taumaturgia, que se puede enseñar y practicar, la habilidad inherente es una necesidad absoluta. Los poderes psíquicos son la última habilidad de los humanos, que se han convertido en una existencia independiente de la naturaleza."
Waver se detuvo para tomar aire, y añadió. "Ya conociste una de ellas; los Ojos Misticos. "
"... ¿Son como super poderes entonces?" Preguntó Shirou, mientras dejaba que la proyección se disipara en el aire. "¿Cada quien tiene uno y lo puede desbloquear?"
"Por muy cruda que sea la alegoría, son más o menos así." Le aclaro Waver antes de menear la cabeza. "No se sabe exactamente si cada persona tiene algo como eso en alguna parte de ellos...Pero si hay casos donde hay personas que sufrieron accidentes graves, y que como secuelas, desarrollaron habilidades clasificadas dentro de ese campo. La telequinesis es una de las más comunes, y consiste en básicamente poder mover objetos con la mente."
"... " Shirou se limitó a señalar a donde había estado su protección, mientras lo miraba confundido, causando que Waver soltara otro suspiro.
"La telequinesis aplica para cualquier objeto. Según me cuentas, tú sólo puedes hacerlo con tus proyecciones. Y es ahí donde te puedo decir porque son parecidos." Viendo como el pelirrojo estaba esperando que continuara, Waver se lo revelo.
"Cuando creas una proyección, estableces algo llamado un lazo psíquico. Es invisible, indetectable e intangible para ti, pero tu mente sabe que existe y por medio de sus circuitos mágicos, lo atraviesa y transporta tu voluntad hasta el objeto, permitiéndote manipularlo a tu gusto." Término Waver antes de asentir. "Aún así, acabas de descubrir algo bastante útil para tu repertorio de taumaturgia, felicidades."
"Wow... ¡Muchas gracias por la explicación, Waver-sensei!" Agradeció Shirou, antes de recordar otra cosa que necesitaba hacer. "¿Sabes dónde está Kiritsugu, por cierto?"
El joven parpadeó, antes de encogerse de hombros. "Pues salio hace como una hora con Tohno-san para ver una propiedad donde ustedes dos se van a quedar durante su estancia, no deberían de tardar mucho."
"Oh." Shirou frunció el ceño antes de sacudir su cabeza. "Gracias de todos modos, hasta luego." Se despidió, recibiendo una inclinación de cabeza en respuesta, mientras el caminaba fuera de la sala en dirección hacia las escaleras, las cuales subió lentamente hasta llegar al segundo piso.
Makihisa-san le había dado un cuarto de huéspedes bastante acogedor, al cual lo había conducido Kohaku la noche anterior luego de terminar de ver aquella película de dinosaurios. Ella se había ofrecido, ya que Hisui al parecer había quedado algo conmocionada por las escenas de los velociraptores, y Shirou sospechaba que muy probablemente había desarrollado un ligero miedo a las lagartijas a raíz de ello.
Volvió a fruncir el ceño al pensar en su amiga pelirroja y cayó en cuenta de que mañana igual pasaría una parte del día con ella, y probablemente en compañía de Hisui también. Todo eso olía como una receta perfecta para un plato lleno de incomodidad.
"Ugh... Necesito hablar con Kiritsugu, de seguro él sabrá decirme que hacer. Es un hombre adulto, ¿que tan dificil seria para el contarme cómo arreglar las cosas con Kohaku?"
El ojiámbar no tenía manera de saberlo, pero kilómetros fuera de su posición, Kiritsugu estornudo de la nada, causando que Makihisa se sobresaltara desde donde estaba parado.
A/N: Este capítulo es algo corto, pero cubre todo lo que necesita a mi parecer. Calculo que le restan unos tres capítulos más al arco, incluyendo el epílogo y que no debería de tomar más de un mes terminarlos, lo cual es un alivio.
Si bien no tuve mucho tiempo de escribir durante las vacaciones, si tuve una oportunidad de revisar mis notas y esbozos de la estructura del Fanfic; y finalmente conseguí armar una secuencia más ordenada a mi óptica.
La historia en sí está dividida en tres partes. La primera incluye tres arcos más que van a acelerar enormemente la trama, sacándonos del paso de caracol en el que estamos. Porque vamos, más de 200,000 palabras y apenas en el segundo (tercer) arco argumental es ya inverosímil.
Si todo sale bien en este 2022, habremos terminado toda la primera parte de manera satisfactoria, la cual tiene una fecha de 1999. Y ya para ese entonces, Originless Blade Works tendrá una fundación muy sólida para aventurarse más del pequeño Japón y hacia el resto del mundo.
Y hablando de eso, quizás cambie el nombre de la historia… El problema es que el otro que se me ocurre, sería un spoiler algo sutil, pero un spoiler al fin y al cabo.
En fin, los dejo hasta un par de semanas. Espero hayan disfrutado el capítulo.
Sukracharya 18/01/22
