Albus se dirigía a las tierras de Roxane para reclamarlas a su nombre y al del rey Malfoy, en compañía de ambos hombres de la familia Zabini e Igor Karkarov; quien insistió en ir a algo "parecido" a una batalla puesto que se encontraba aburrido de no haber tenido una buena pelea en años.
El camino había sido pesado. Los soldados estaban desmotivados y solamente el temor que les producía traicionar a los reyes, era lo que los mantenía en pie. Afortunadamente no tendrían que soportar aquello mucho tiempo. Con Roxane fuera de juego, la ridícula idea de derrocar a los Malfoy desaparecería, y el pueblo podría vivir un nuevo periodo de paz.
Finalmente decidieron acampar a pocas horas de su destino para recuperar la energía, antes de tener que enfrentarse contra los posibles hombres que quisieran rebelarse. Si es que acaso había alguno con la locura suficiente como para luchar y morir por una causa perdida: Roxane ya estaba muerta.
- La princesa Anya estará encantada - Alardeaba Artemis con su futuro suegro, una vez instalados en el campamento - El lino de la zona es el mejor del reino.
- Es muy talentosa para coser trajes - Aseguró el rey de Dumstrang - Ya verás que te dispondrá las mejores prendas.
- Dudo que Artemis esté interesado en las habilidades de costura de la princesa - Se burló Albus, tomando un poco de vino.
- Nunca lo subestimen - Aconsejó Blaise Zabini - Tomen un consejo de alguien viejo: consíganse una mujer que sepa coser y cocinar. Todas se vuelven feas con la edad y todos los orificios terminan siendo lo mismo, pero el vestir bien nunca está demás.
Karkarov se atoró con el vino que estaba bebiendo por culpa de la risa, pero tras toser un poco logró respirar nuevamente para seguir carcajeando.
- ¡Nunca se habló con tanta verdad! - Exclamó el rey divertido - Con los años follar con tu esposa se vuelve una tortura, y sus funciones se vuelven bastante limitadas. Gracias al cielo existen las prostitutas y gracias a Dios soy viudo.
Albus lanzó una carcajada. Sentía que ya se encontraba más cerca del rey Karkarov y de Blaise Zabini en cuando a su opinión por las mujeres, y mucho más lejos de Artemis que perdía los ojos por cada muchacha guapa o de Scorpius que continuaba lamentando la partida de Atenea luego de tantos meses.
- Mujeres - Se burló Artemis - No podemos vivir con ellas, pero tampoco podemos vivir sin ellas.
- Vivir con ellas es fácil, hijo - Contradijo el rey - Solamente debes sacarlas de tu alcoba una vez que termines. Así no tendrás a nadie cogiéndote de las pelotas.
Continuaron burlándose del tema, logrando que Albus se sienta más a gusto con su compañía. Se sirvió otra copa de vino con intención de pasar una noche aún más amena, pero el sonido de un cuerno de guerra lo descolocó completamente.
- ¿Pero qué…? - Murmuró confundido.
Los nobles prendieron sus sentidos y se mostraron alertas. Un par de segundos después, nuevamente sonó el cuerno.
- Nos atacan - Dijo Blaise levantándose inmediatamente y siendo imitado por todos.
¿Es que acaso los hombres de Roxane tenían intenciones suicidas? La mayoría de sus soldados habían sido masacrados en el asecho al reino, y ahora querían seguir peleando contra un ejército de casi 5 mil hombres, brindados por Karkarov y los Zabini. Realmente no lo entendía, estaban pidiendo a gritos ser liquidados.
- ¡Formen a los hombres! - Ordenó Karkarov a sus caballeros.
Uno de los vigilantes de Zabini llegó corriendo para hablar con su amo.
- Mi señor, aproximadamente 500 hombres cabalgan desde el norte.
- ¿Norte? Las tierras de Roxane se encuentran al este - Señaló Albus confundido.
- Les haremos frente - Dijo Blaise tranquilamente - No tienen oportunidad.
Se dirigieron al lugar de batalla. Albus, quien no tenía tan buen manejo de la espada, era bastante acomplejado con su manera de pelear. Así que decidió mantener cierta distancia de la primera fila de alineación, solamente por si acaso.
- ¡Arqueros! - Gritó Karkarov - ¡Prepárense…! ¡Apunten…!
Los hombres levantaron los arcos y apuntaron las flechas hacia los pobres soldados que estarían a punto de ser masacrados.
- ¡Fuego!
Sin embargo, no fue Karkarov quien lo gritó, sino los hombres que se encontraban al final de la formación. Albus giró la cabeza y efectivamente pudo comprobar como algunas llamas se hacían cada vez más grandes, cerrándoles la salida.
- Idiotas - Aseguró Blaise - Solamente están garantizando su muerte.
- ¡Ataquen! - Ordenó Karkarov, para que los caballeros cabalguen hacia sus enemigos, los soldados se dirijan corriendo y los arqueros lancen las flechas que tenían.
Sus enemigos subieron los escudos para protegerse de las flechas, pero los soldados y caballeros ya casi llegaban hacia ellos.
- ¡Nos atacan! - Exclamaron los hombres de los costados
- Mierda - Murmuró Albus al darse cuenta de que se encontraban completamente rodeados.
Intentaron hacerles frente. La estrategia del rey era derrumbar a los 500 hombres del frente y abrirse una salida para volver a tener la ventaja.
Albus peleaba como podía, clavando su espada desde su caballo a los soldados que pasaban por debajo. Claramente no era tan letal como Artemis, cuyo manejo de la lanza era envidiable. Justo cuando estaban a punto de romper la barrera de los 500 hombres, dos jinetes enemigos aparecieron.
Uno se encontraba con una armadura entera y con un casco puesto, el otro por el contrario solamente tenía la cota de malla. Artemis apuntó la lanza contra el segundo jinete, quien evitó el primer golpe y pudo devolver el golpe abriendo una herida en el hombro izquierdo de su enemigo. Sin embargo, el segundo golpe de Artemis fue más certero y dio de lleno en el cuello del jinete.
- ¡NO! - El grito del primer jinete se escuchó sordo a causa del casco. Llevó su caballo contra Artemis para vengar a su amigo, pero Blaise se interpuso en el camino.
¡Pam! Chocaron espadas, peleaban de manera bastante pareja. Pronto Artemis se vio libre de los soldados con los que se enfrentaba y pudo cabalgar hacia su padre para ayudarlo… Demasiado tarde, tras sacar una ensangrentada espada del estómago de Blaise Zabini, el jinete continuó peleando contra los soldados que lo asaltaban.
Albus intentó ayudar. Cabalgó para respaldar a su amigo, pero otro caballero lo envestía y se vio obligado de bajar del caballo, antes de que éste caiga sobre él. Vio alrededor, y comprobó que los estaban rebasando. Tenían que hacer algo rápido o los hombres de Roxane ganarían… ¿Los hombres de Roxane?
Pudo divisar que los soldados contra los que peleaba tenían el emblema del fénix en sus armaduras. Eso significaba que…
- ¡Son hombres de mi tío! - Exclamó Albus - ¡Hombres de Bill Weasley!
¡Por Dios! ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Seguramente Louis o su tío se encontraban por allí. Eso significaba que eliminándolos a ellos, sus hombres ya no tendrían por quien luchar y regresarían a su hogar, ¿pero dónde…?
- ¡Encuentren a Bill o Louis Weasley! - Ordenó Albus - ¡Y asesínenlos!
El jinete ya se enfrentaba a Artemis, esquivando los ataques de la lanza por fortuna y coincidencia. Sin embargo, su amigo tenía una herida considerable en el hombro, lo que le impedía manejar la lanza de forma ambidiestra como solía hacerlo para obtener ventaja. Así, el jinete logró dar un golpe con su espada a la armadura de Artemis, y derribarlo contra el suelo.
- ¡Su majestad! - Exclamó alguien cuando el rey Karkarov había caído del caballo. El rey se levantó y asesinó rápidamente al culpable de ello.
Ante tal grito, el jinete giró la cabeza y dejó a Artemis en el suelo sin importarle si vivía o moría, ahora tenía un pez más gordo. No, no podía permitirlo, Karkarov era una pieza clave para mantener la paz. Albus corrió hacia él para detenerlo, afortunadamente ya casi no habían soldados cerca, solamente cadáveres alrededor. Todos los hombres se concentraban en la batalla de los costados, habiendo dejado el flanco norte casi despejado.
Levantó su espada y apuntó hacia el jinete que ahora se movía a pie, justo antes de poder dar el golpe, éste dio media vuelta y se enfrentó a él con demasiada rapidez y habilidad como para poder vencerlo. A los pocos segundos se encontraba en el suelo, tal y como Artemis.
- ¡Aaah! - Gritó Karkarov al levantar su espada contra el jinete que lo amenazaba.
Logró darle un golpe en el estómago con tanta fuerza que Albus pensó que sería suficiente para derribarlo. Sin embargo, la armadura del jinete lo protegió lo suficiente, logrando que devuelva el golpe el cual el rey logró cubrir con un poco de esfuerzo. Unos minutos después, Karkarov volvía a golpear el estómago del jinete logrando que esta vez sí cayera; sin embargo, éste se arrodilló rápidamente e hizo una maniobra para que el rey cayera, dejando su espada a centímetros del rostro del rey de Dumstrang.
- Ordena a tus hombres detenerse - Dijo una voz sorda saliendo del casco del jinete.
El rey, humillado, gritó que se rendían. Poco a poco, los hombres que quedaban a pie dejaron caer sus espadas dando la victoria a los hombres con las insignias del fénix.
Albus no lo entendía, ¿Por qué su tío o su primo no habían aparecido en toda la batalla? No se perderían la oportunidad de recibir toda la gloria. Aquello no tenía sentido.
Fue entonces que obtuvo su respuesta. El jinete de pie, puso las manos sobre el casco y se lo sacó con cansancio. Una cabellera rubia peinada en una trenza, una frente llena de sudor, unos ojos verdes brillantes, una nariz respingada salpicada por apenas unas cuantas pecas, unos labios rosas y delicados.
- ¡Encierren a los prisioneros! - Ordenó Dominique Weasley - ¡Y tráiganme el cuerpo de Caradoc Dearborn! ¡Hemos ganado!
