Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J.K Rowling. Esta fantástica historia tampoco es de mi autoría, es una traducción AUTORIZADA del fic escrito por SenLinYu.
Traducción por Ileana Cs.
Beteado por Sunset82 y Paandreablack
Manacled
por SenLinYu
Capitulo 39
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Agosto 2002
Esa noche, ella y Malfoy se sentían cansados. Él no se inmutó mientras ella conjuraba el hechizo de limpieza, estuvo callado mientras aplicaba el analgésico y luego el ungüento.
—¿La chica Weasley sobrevivió? —preguntó abruptamente al levantarse.
Hermione lo miró sorprendida. Intentó adivinar por qué estaba preguntando. ¿Lucius quería una confirmación?
No se había vuelto a poner la camisa y estaba parado tan cerca de ella que casi podía sentir el calor de su cuerpo mientras la miraba. Sus ojos eran tormentosos, y cuando ella se quedó en silencio, su expresión titubeó brevemente.
—Entonces, asumo que lo hizo —dijo él, alejándose unos pasos y colocándose la camisa.
Hermione parpadeó.
—Sobrevivió. Aunque no porque tu padre no se haya esforzado —dijo ella en un tono amargo.
La expresión de Draco se endureció ligeramente.
—Espero que no me consideres responsable por las acciones de mi padre. Es evidente que he cometido suficientes pecados por mi cuenta —dijo él con voz tensa, mientras abotonaba rápidamente su camisa.
—Simplemente no sé por qué estás preguntando —dijo ella. Se sentía demasiado exhausta como para tener esa conversación.
—Tal vez te sorprenda, Granger, pero no tengo ningún deseo de ver a tus amigos morir.
Hermione no dijo nada. No sabía qué clase de respuesta dar ante ese comentario.
—Mi padre… —comenzó él y luego vaciló, su cara se volvió una fría máscara—. No importa.
Hermione se desplomó internamente. Necesitaba tener esta conversación con él. Estiró la mano y lo tomó de la muñeca. Él permaneció en silencio y volteó a verla, su expresión era hermética.
—Lo siento, la pregunta me tomó desprevenida. No te culpo por lo que hace tu padre. Es sólo que… —su voz se quebró levemente y lo apretó más de la muñeca—. Sé que no sientes más que desprecio por los Weasley… pero lo que él les está haciendo es horrible.
Malfoy guardó silencio.
—Lo lamento —dijo él—. Dudo que me creas, pero no… no hay razón para esta venganza.
—¿Estás en desacuerdo con él? —preguntó Hermione, estudiando su rostro cautelosamente.
Con su otra mano, tomó la de ella y liberó su propia muñeca.
—Si los culpara por la muerte de mi madre, no habría preguntado por la chica Weasley.
—Gracias por preguntar —dijo ella, mirando incomoda a la habitación—. Debe ser difícil para ti. Sé que admirabas a tu padre.
Draco se veía claramente incómodo con el rumbo que la conversación había tomado.
—Bien. Bueno… nos vemos después, Granger —dijo él, y se apareció sin decir otra palabra.
Hermione se quedó ahí por varios minutos, reviviendo la conversación antes de volver a Grimmauld Place.
Cuando llegó ahí, encontró su cuarto ocupado por Harry y Ginny. Se inquietó en el pasillo y subió a los pisos superiores de la casa. Al pasar por una de las habitaciones más pequeñas, vio un mechón de pelo rojo encorvado sobre una mesa de mapas. Se detuvo y golpeó la puerta suavemente.
—Hola Mione —dijo Ron distraídamente mientras movía las piezas por los mapas y luego se rascaba la cabeza distraídamente con la punta de su varita. Su expresión era tensa.
—¿Tienes un minuto? —preguntó.
—Seguro —Él metió la varita en su bolsillo trasero y la miró—. Sólo estaba repasando lo que ha estado sucediendo desde que me fui. Ha habido bastantes redadas mientras estuvimos afuera, debes haber estado ocupada.
Le estaba dando una mirada penetrante. Hermione bajó la mirada.
—Estoy segura de que ves la estrategia —dijo ella en voz baja.
—Kingsley está usando los horrocruxes para mantener a Harry fuera del campo de batalla.
Hermione asintió brevemente.
—Entiendes por qué, ¿no?
La expresión de Ron se endureció aún más cuando se encogió de hombros y asintió.
—No sirve de nada arriesgarlo en una escaramuza cuando lo necesitamos para el golpe final. Sí, lo entiendo. Eso no significa que me guste. Y algunas de éstas… —Sacó unos pergaminos y los miró—. Son prácticamente misiones suicidas. No me había dado cuenta de cuán a lo seguro ha estado jugando Kingsley referente a Harry. Al ver lo que hará cuando nos vayamos por unas semanas… —Se interrumpió mientras miraba enojado los informes —. ¿Cuáles fueron exactamente las tasas de bajas mientras estuvimos fuera?
Hermione abrió la boca para responder y él la interrumpió.
—No necesito que me lo digas. Puedo ver lo números aquí mismo. Carajo, es jodidamente increíble. Si Kingsley estuviera aquí, lo golpearía.
Su rostro se volvía de color escarlata de la rabia.
—Ron, ya no podemos darnos el lujo de ir a lo seguro —dijo Hermione con nudos en el estómago mientras pensaba en la cantidad de ojos que había cerrado durante las últimas semanas y el nuevo refugio hospitalario en el que había ayudado a Bill a colocar los escudos protectores —. No creo que te des cuenta de lo agotados que están nuestros recursos. ¿Cuántos años crees que la bóveda de Harry puede alimentar un ejército? El ala del hospital se está quedando sin recursos. Europa está siendo bloqueada bajo el control de Tom. La única opción que nos queda es tomar riesgos. Y no podemos arriesgar a Harry.
Ron guardó silencio. Hermione pudo ver los músculos de su mandíbula trabajando mientras él seguía apretando y soltando.
—Necesitamos encontrar los horrocruxes —dijo él finalmente. Hermione dejó escapar una respiración baja y profunda que había estado conteniendo ansiosamente y asintió.
—Lo estamos haciendo —dijo ella—. Tom y Harry son las piezas claves. Ideológicamente, los mortífagos son demasiado diversos. Es el poder de Tom lo que mantiene al ejército unido. Si podemos matarlo, permanentemente, debería haber suficientes luchas internas para que la Resistencia tome ventaja.
—Supongo que ese es el lado positivo de los delirios de inmortalidad de Tom, ni siquiera se está molestando en preparar a un sucesor —dijo Ron imperturbablemente mientras miraba otro informe de la misión. Hermione pudo ver su propia firma en la parte inferior; verificando a los heridos, calculando las pérdidas en números limpios e impersonales—. Aunque no dudo que los Malfoy pensarán que son los primeros en la fila ahora que Bellatrix está muerta. Malditos psicópatas.
—Tienes que convencer a Harry de que los horrocruxes son la primera prioridad —dijo, mirando a Ron con atención—. Especialmente ahora, después de lo de Ginny. Me preocupa que sólo quiera ignorarlos.
La expresión de Ron se tensó.
—Sí —dijo en voz baja.
Hermione se acercó vacilante.
—Ron, espero que lo que dije en la reunión de anoche no te haya hecho sentir que fue tu culpa. Salvaste a Ginny. No pensé que fuera apropiado retener la información, pero no fue mi intención lastimar divulgándola.
—Está bien —dijo con rigidez—. Hiciste lo correcto.
—Lo siento…
—No lo hagas. Realmente no quiero hablar de eso —dijo con una voz temblorosa que no permitía discutir.
Los ojos de Hermione recorrieron su rostro, reconociendo la tensión alrededor de sus ojos, el escarlata tiñendo sus orejas mientras su rostro se ponía tan pálido que sus pecas sobresalían como gotas de sangre.
Si ella presionaba, él explotaría.
Hermione sintió que su corazón se hundía.
—Está bien. Bueno, te dejaré para que lo revises —dijo, volviéndose para irse.
Subió las escaleras con paso lento.
La cantidad de temas que evitaba con Harry y Ron para no pelearse con ellos había creado lentamente un abismo.
Intentando seguir concentrada. Seguir en la misión. Todos esos problemas personales y discusiones los pospondría para otro día. Asumiendo que la guerra terminara y tuvieran la oportunidad de lidiar con todo sin comprometer su enfoque y arriesgar la vida de alguien.
Pero la guerra se había prolongado durante años.
Ahora, apenas sabían cómo hablarse entre ellos. Había tanto resentimiento tácito. Tantas cosas que habían esperado demasiado tiempo para ser dichas. Cada desacuerdo era sobre mil cosas más que simplemente el tema en cuestión.
La idea de que alguna vez pudieran regresar y arreglarlo todo parecía imposible.
Tal vez había habido una oportunidad antes de Malfoy. Pero ahora…
Hermione se sentía casi segura de que había cruzado una línea de la que nunca la dejarían regresar. Para ellos, la magnitud de la traición dañaría las cosas de forma permanente.
Sólo el pensarlo hacia que le costara respirar.
Se encontró en una sala de práctica. Fue y posicionó sus pies bajo un armario que utilizaban para guardar equipo y comenzó a hacer abdominales hasta que sus músculos se sintieron como si hubieran sido inyectados con ácido.
Había descubierto que la rutina de ejercicios de Draco era una excelente forma de canalizar el estrés, la frustración y la culpa. Nunca tuvo la intención de decírselo, pero deseó haber empezado a ejercitarse hace años. Los síntomas físicos del estrés no podían ser suprimidos con oclumancia. Encauzarlo todo en el ejercicio era una excelente forma de quemarlo todo.
El aumento de endorfinas después era una ventaja adicional.
Después de hacer tantos abdominales que apenas podía despegarse del suelo, rodó y comenzó a hacer lagartijas. Era pésima en ellas, pero también estaba decidida. Estaba determinada a trabajar duro para ejercitarse tantas veces seguidas como Draco le había indicado.
Estaba empapada en sudor y se sentía como si le hubieran golpeado con un hechizo de cuerpo de gelatina cuando terminó todas las diversas repeticiones. Sólo estaba haciendo un cuarto de la cantidad que debería hacer, pero por fin se las había ingeniado para hacer todos las diferentes rutinas.
Bajó tambaleando por las escaleras y se quedó dormida en el asiento junto la ventana.
Cuando despertó a la mañana siguiente, todo su cuerpo protestaba. Cada parte de ella le dolía. Se escabulló por las escaleras al baño y tomó una larga ducha antes de que alguien más se levantara.
Esa noche revisó cuidadosamente la lista mental de lo que necesitaba para el procedimiento de Draco. Compró una botella barata de tequila, en caso de que él decidiera que quería algo. Dudó que alguna vez hubiera probado el alcohol muggle, y decidió que merecía sufrir si elegía ignorar su consejo de llevar el suyo.
Mientras empacaba varias pociones, sintió a alguien traspasar las guardas de su armario de pociones y se volteó para encontrar a Harry parado de manera incómoda detrás de ella.
—Hermione —dijo él, sólo encontrando su mirada por un momento antes de bajar la vista.
—¿Sí? —dijo ella cautelosamente, deslizando unos cuantos viales en los bolsillos de su bolsa.
—Yo… —comenzó él, y luego se detuvo.
Ella miró su reloj. Había quedado de ver a Draco en siete minutos.
—¿Ginny te mandó? —dijo ella, con un ligero malestar en su voz. Incluso antes de que Ginny y Harry comenzaran a tener relaciones, Ginny se había encargado de obligar a Hermione y a Harry de hacer las paces después de que peleaban.
—Sí —dijo él torpemente, metiendo las manos en sus bolsillos. La mandíbula de Hermione se tensó.
—Bueno, puedes decirle que hablamos. Está bien, sin resentimientos. Estoy segura de que sólo estabas cansado y cuidando de tu mejor amigo —dijo Hermione en un tono despectivo, mirando su reloj de nuevo.
Harry no dijo nada, y Hermione comenzó a rodearlo para irse. Él la agarró del brazo.
—Hermione —dijo él con firmeza —. Lo siento, y no sólo porque Gin me mandó. Crucé la línea. Me encontraba enojado por lo alterado que estaba Ron, y me desquité contigo. Cuestioné cómo trataste a Ginny y a Ron, incluso cuando sé que tu prioridad siempre son tus pacientes. Lo siento por eso.
Hermione se detuvo y miró a Harry, con una expresión hermética.
Era una disculpa por insultarla y dudar de ella como sanadora. No era una disculpa hacia ella.
Él estudió su rostro por varios segundos.
—Eres… una de mis mejores amigas —él añadió.
Hermione sintió que algo dentro de ella se desvanecía. Como si tuviera una llama en su corazón que abruptamente se apagó y la dejó en la oscuridad.
Las palabras eran… un pensamiento secundario. Algo que decir porque lo había dicho antes. Porque era lo que se suponía que le tenía que decir.
Sintió que su mandíbula temblaba.
Lo miró. Algo se reflejó en su rostro porque Harry se acercó repentinamente y la abrazó con fuerza.
Ella se aferró a él por un minuto.
—Lo siento. Realmente lo siento —le dijo él hundido en su cabello, su voz amortiguada.
Ella intentó recomponerse. No tenía tiempo ni capacidad para las emociones en ese momento.
Cerró sus manos en puños y tembló por un instante mientras le devolvía el abrazo, antes de forzar sus barreras mentales volver a su lugar. No había espacio para Harry dentro de ellas.
—Sólo estoy cansada. Estuvo bien que cuidaras a Ron. Estabas en lo correcto, no estaba pensando en él cuando mencioné el tema —Se apartó de los brazos de Harry—. Eres un buen amigo para él.
Harry la miró cuidadosamente.
—¿Soy un buen amigo para ti?
Hermione lo vio a los ojos.
—El mejor —respondió ella con voz firme—. Siempre serás mi mejor amigo.
El rostro de Harry se relajó.
—Ginny dice que quiere poner a prueba su rostro en un bar muggle, así que algunos vamos a salir esta noche. Pomfrey dice que no estás de turno, ¿quieres venir?
El corazón de Hermione se aceleró por un latido y luego se estancó.
—No puedo —dijo ella—. Le prometí a uno de los refugio hospitalario que iría esta noche para hacer revisiones e inventario. Ya voy tarde.
—Oh… claro. Sólo quería preguntarte —dijo Harry.
—Diviértanse.
Harry asintió.
—Iré a decirle a Ginny.
Ella asintió y lo vio alejarse. Cuando se fue, cerró la puerta de su armario de pociones y se quedó por un minuto intentando controlarse.
Dejó salir varias respiraciones fuertes por la nariz y luego pateó el zócalo hasta que el dolor de los dedos de los pies se volvió punzante.
No podía llorar. Tenía que realizar un procedimiento complejo de sanación. No había espacio en su cabeza para emociones. No tenía tiempo para llorar por Harry.
Presionó sus labios hasta convertirlos en una línea y trató de enfocarse.
Después de un minuto se las arregló para calmar el torbellino. Oprimiéndolo en el fondo de su mente. Esperó hasta que su respiración se calmara, entonces salió caminando de Grimmauld Place, sonriendo y saludando a todos los que iban a Londres.
Iba cuatro minutos tarde cuando entró en la cabaña. Draco apareció un minuto después.
Él la miró.
—Casi pensé que me habías dejado plantado —dijo irónicamente.
—Alguien quería hablar y no tenía una excusa para escaparme —dijo ella al tiempo que conjuraba una pequeña mesa y comenzaba a sacar suministros médicos de su bolsa.
Malfoy la vio trabajar en silencio por un minuto.
—Eres un hospital ambulante —dijo él.
—Tengo que serlo.
Lo arregló todo en el orden en que lo necesitaría y conjuró una de las sillas.
—Será más fácil probar tu destreza en una silla que en una camilla —dijo ella—. Deberás quitarte la camisa por completo.
Él comenzó a desabotonarla mientras Hermione ordenaba los suministros y los revisaba cuidadosamente una última vez.
—Hay dos formas de sanar incisiones tan profundas como las tuyas —dijo ella, alzando la vista hacia él—. Sin dolor, pero la cicatriz en el tejido del músculo puede resultar en limitaciones en la movilidad de tus hombros a largo plazo. O con dolor, para asegurarnos que el tejido cicatricial no se forme de alguna manera que pueda interferir en tu destreza. Supongo que elegirás la última.
Él asintió, mirándola con detenimiento.
—Puedo usar encantamientos para aliviar el dolor en las incisiones que no estoy curando, pero no puedo usar ninguna opción que reduzca tus sensaciones o no serás capaz de decirme si el tejido cicatricial se está formando apropiadamente. Esto va a doler.
—Soy consciente —dijo él con tono duro.
Hermione sacó el tequila y lo puso en la mesa.
—El alcohol ayuda. Asumiendo que no te emborraches por completo, te ayudará a que el dolor sea manejable sin reducir la sensación en tus hombros a un grado que interfiera con la sanación. Este es un alcohol muggle llamado tequila. Era lo más barato. No tengo mucho presupuesto para comprar alcohol.
Sacó Filtro de Paz.
—Una doble dosis de poción calmante también sirve. Estar tenso no ayudará.
Le entregó a Draco un vial grande de la poción calmante y lo vio tomársela.
—¿Listo? —dijo ella. No se había sentido tan nerviosa al realizar un procedimiento de sanación en mucho tiempo.
Él se sentó a horcajadas en la silla y ella comenzó.
Hizo crecer una sección del tejido cicatricial con mucho cuidado e hizo que él rotara su hombro por completo, extendiéndolo y estirándolo. Él sintió un tirón. Ella lanzó un hechizo para ayudar a relajar el tejido, pero seguía tirando. Tenía que cortar parte de él y hacerlo crecer nuevamente.
Parte por parte.
La sangre fluía de las otras runas por el movimiento que continuamente las sacudía.
Ella colocó el tejido cicatricial en cuatro runas antes de que Draco finalmente colapsara y conjurara sin varita una botella de whisky de fuego añejado.
Ella no dijo nada, hizo una pausa mientras él quitaba el corcho con los dientes y luego tragó por varios segundos, luego lo dejó firmemente al lado de la botella de tequila y dejó caer la cabeza en el respaldo de la silla.
—Mierda, mierda, mierda —dijo entre dientes.
—Lo siento —dijo ella incomoda, colocando la mano suavemente sobre su hombro mientras comenzaba a trabajar de nuevo.
—Ahórratelo, Granger —dijo él gruñendo. Su rostro estaba pálido, y estaba sujetando el respaldo de la silla tan fuerte que sus nudillos estaban blancos.
Bebió entre cada runa después de eso.
Para cuando empezó en su otro hombro, él se estaba moviendo continuamente por el mareo y padecía los primeros síntomas de la embriaguez.
—Puta mierda —gimió él en voz baja—. Siempre dije que eras una completa y absoluta perra. No tienes que demostrármelo.
Hermione presionó sus labios firmemente, indecisa entre sentirse ofendida, divertida o compasiva.
—La perra que te cura —dijo ella.
Él se rio.
—Aparentemente.
Él no habló de nuevo excepto para responder a sus preguntas sobre el tejido cicatricial hasta que ella terminó y luego limpió toda la sangre de su espalda.
Aplicó con delicadeza varios analgésicos y una capa final de una poción cremosa para ayudar al nuevo tejido a que se afirmara correctamente. Las cicatrices se veían de un rojo inflamado.
Miró su reloj, era pasada la medianoche. Había tomado más tiempo del que había creído.
—Muy bien —dijo ella—. Terminé.
Malfoy suspiró de alivió y tragó lo último de whisky de fuego antes de empujar la segunda botella vacía en la mesa, al lado de la primera.
Se quedó quieto por varios segundos como si estuviera recuperando la compostura. Entonces ladeó la cabeza y vio el tequila.
—¿Qué demonios es esto? —preguntó, tomando la botella por el cuello e inspeccionándola.
No parecía tener síntomas de embriaguez. No mascullaba las palabras y sus manos permanecían firmes. Hermione nunca había visto a alguien beber tanto alcohol sin que le afectara externamente.
Era aterrador lo controlado que era.
—No lo bebas. Costó demasiado barato. Acabas de beber cien galeones de alcohol añejo. No lo arruines con eso.
Él no parecía querer escuchar. Lo destapó, lo olfateó y luego tomó un pequeño sorbo. Lo escupió inmediatamente al suelo.
—¡Qué mierda! Esto es barniz. ¿Ahora me estás envenenando, Granger?
—Pensaba en ello como un castigo si hubieras elegido no creerme y no hubieras traído el tuyo —dijo Hermione con ironía—. Me dijeron que sabe mejor si lo consumes con sal y una rodaja de limón.
—¿Te dijeron?
—No bebo mucho, especialmente no en el mundo muggle —le recordó Hermione.
—Ni siquiera sabes lo que compraste —su boca seguía torcida, como si no pudiera quitarse el sabor de la lengua.
—Simplemente opté por algo que no fuera caro y tuviera un alto contenido de alcohol —dijo ella.
—No debería sorprenderme. Tu idea de emborracharte es beber oporto y pretender ser un troll bajo un puente —dijo él, riéndose levemente.
Hermione puso una expresión amarga mientras terminaba de empacar los suministros. Rebuscó en el interior de su bolsa y maldijo para sus adentros. Había olvidado traer poción para la sobriedad. Lo tenía en su lista mental, pero se le había pasado por alto cuando Harry apareció.
—Bueno, terminé. ¿Estás bien para aparecerte? —preguntó ella, mirándolo con atención. No creía que lo estuviera.
Él pareció considerar la pregunta por varios segundos. Inclinando la cabeza de un lado al otro y alzando una ceja.
—No creo que sea medicamente aconsejable —dijo por fin.
Ella suspiró aliviada. No habría tenido ni idea de qué hacer si él hubiera insistido en que estaba sobrio. Se preguntó si habría sido capaz de aturdirlo si él no se lo permitía.
—Bien, bueno, ¿quieres que conjure una cama para ti? Soy bastante buena con eso —preguntó ella.
—¿Estás ansiosa por irte? —dijo él, poniéndose de pie y dándole una mirada penetrante. No parecía estar borracho en lo absoluto—. ¿Tienes a alguien esperándote?
La pregunta la tomó desprevenida. Parpadeó y pensó en todos los demás en un bar sin ella.
—No —respondió, negando con la cabeza.
—Tampoco yo —anunció él. Luego, con un movimiento de la mano, sin varita y sin pronunciar palabra, hizo aparecer otra botella de la reserva de Ogden—. Vamos a beber.
Ella lo miró. No había anticipado que la noche fuera en esa dirección.
Tenía que estar ridículamente borracho. Con la cantidad de whisky de fuego que había tomado, se debió haber vuelto insensato.
—No creo que sea una muy buena idea —dijo ella, deslizándose hacia la puerta.
—Vamos, Granger —dijo él en tono engatusador y caminando hacia adelante, acercándose a ella con botella en mano. Seguía sin camisa—. La pequeña sanadora solitaria de la Orden. Intenta beber en otro lado que no sea el cauce de un arroyo.
Hermione chocó contra la pared al intentar alejarse de él. Él se cernía sobre ella y ella inclinó su cabeza hacia atrás para mantener el contacto visual. Él le sonrió con suficiencia.
—Deberías sentirte privilegiada. Difícilmente bebo con alguien. Nunca me embriago delante de nadie. Es una pésima idea. La oclumancia se vuelve mala; ralentiza los reflejos. Pésima idea.
—Ya dijiste eso —puntualizó Hermione, deslizando su mano tras su espalda, intentando encontrar la perilla de la puerta.
—¿Lo hice…? —él parpadeó—. ¿Ves? De alguna forma… cuando se trata de ti… —suspiró y apoyó la frente en la parte superior de su cabeza. Hermione se quedó paralizada por el asombro.
Él alzó la mano que tenía libre y le acarició la mejilla levemente con la yema de los dedos. Deslizando el pulgar a lo largo de su pómulo. La respiración de Hermione se atoró en su garganta.
—Inspiras pésimas decisiones. Hay algo sobre ti que no puedo entenderlo —él alzó la cabeza y retrocedió lo suficiente para mirarla—. ¿Qué te hace tan especial?
Hermione encontró la perilla de la puerta y la giró, intentando abrir la puerta. No se movía. Bajó la mirada y encontró la punta del zapato de Draco haciendo presión contra la misma.
Levantó la vista y él le sonrió.
—Vamos, Granger. ¿Dónde está tu valor Gryffindor? —dijo él, con voz grave, venía desde el fondo de su garganta y sonaba ronco—. Toma un trago conmigo. Incluso te diré Hermione.
Ella se estremeció ante el sonido de su nombre saliendo de aquellos labios. La manera cortante y directa en la que solía hablar había desaparecido. Estaba siendo terriblemente juguetón, como un kneazle con un gnomo entre sus garras.
Intentó abrir la puerta de nuevo. Parecía que él se acercaba cada vez más. Apenas había espacio entre ellos. Podía sentir el calor de aquel pecho desnudo en su rostro. Los ojos de él estaban entrecerrados, pero brillaban mientras la miraba.
El ritmo de su corazón comenzó a acelerarse. Estaba a punto de pedirle que la dejara ir, de decirle que la estaba asustando.
Abrió la boca para hablar, pero luego se detuvo.
Debía quedarse.
Draco Malfoy se estaba entregando en una bandeja de plata.
Si había estado esperando por una entrada, era esta. La oportunidad nunca se repetiría. Incluso él estaba admitiendo que estaba cometiendo un error; que era un riesgo.
Quedarse era un riesgo para ella, le susurró un rincón de su mente. Se estremeció un poco y lo ignoró.
Tenía que hacerlo.
Intentó no ser muy evidente sobre su cambio de parecer.
—No tengo miedo —dijo ella, alzando la barbilla y quitando la mano de la perilla de la puerta.
Él le sonrió.
—¿En serio?
—En serio —dijo ella, dando un minúsculo paso hacia él. Apenas y había espacio para moverse.
Tomó la botella de Ogden y la evaluó. Estaba etiquetada como una reserva de ochenta años. Sacó el corcho y la olió.
Tenía poco aguante, pero dudaba que pudiera fingir que bebía. Draco se daría cuenta.
Y necesitaba el valor. No tenía idea de lo que un Draco Malfoy con inhibiciones reducidas haría. La idea la hizo sentir un terror helado.
Encontró su mirada divertida mientras tomaba un trago.
Uno de ellos estaba en una bandeja. La pregunta era simplemente quién.
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NdT: Las amo, nos vemos pronto.
*19 de enero de 2022*
