In vitro
Cuando Inuno dijo que su, gente, trabajaba en los discos que habíamos traído de las instalaciones de Madigan, había asumido que se refería a yokais. Cuando le seguimos a la habitación que había convertido en el paraíso de los amantes de la tecnología, sin embargo, el chico de cabello negro que sonreía a su ordenador era humano. Y parecía tener unos diecisiete años.
- Soy un genioooo - dijo el adolescente con voz cantarina. Luego se dio la vuelta, sonriendo al yokai egipcio de cerca de cinco mil años.
- ¿Quién es tu papi, Inu? - Lejos de ofenderse, Inuno se acercó y ejecutó perfectamente un apretón de manos de estilo callejero con toque de dedos, choque de puños y una palmada arriba-abajo final.
- Eres un genio - estuvo de acuerdo solemnemente.
- ¿Usaste a un adolescente para rescatar información lo suficientemente sensible para provocar una guerra mundial? - No pude permanecer en silencio más tiempo.
- La mayoría de los yokais son más lentos para adoptar la tecnología que los ciudadanos corrientes de la tercera edad. Tai es leal, y ha estado escribiendo códigos desde antes de que aprendieras cómo mandar mensajes de texto. - Inuno me dirigió una mirada tolerante.
- No te preocupes, caramelito, sé cómo estarme callado. Además, Inu es uno de mis principales. - El chico me sonrió. Inuyasha elevó una ceja ante el comentario de, caramelito, pero lo dejó pasar.
- De acuerdo, Tai, muéstranos lo que tienes. - Como si un interruptor hubiera sido activado, el adolescente pasó por completo a los negocios.
- Tuve que arreglar todo esto porque los discos estaban tan quemados, que los archivos estaban fragmentados. Entonces pasé de lo que Inu me dijo que no necesitaban, como los resultados del genoma y los registros de los experimentos. Muchos de ellos están… -
- ¿Intactos? - interrumpí. Podrían no ayudarnos a encontrar al respaldo de Madigan, pero podrían ser útiles para la comprensión de Moroha. Un gruñido.
- Lo están ahora. De todos modos, vamos a lo bueno. Deben haber tenido cámaras por toda la habitación donde ella se encontraba, porque este archivo - sus dedos volaron por el teclado.
- …tiene las mejores imágenes de tu pequeña Godzilla en acción. - La pantalla del ordenador se llenó con una imagen distorsionada, como si el vídeo hubiese pasado por una trituradora y vuelto a unir después. Aun así, Moroha era fácil de identificar. Era la niña con el cabello negro hasta los hombros que encaraba a un hombre que la apuntaba con una pistola.
- …no… me… hgs… - venía a través de sonidos indistinguibles.
- La calidad del sonido es pésima, pero si lees sus labios, está diciendo que no quiere dispararle - dijo Tai. Más sonido gorgoteó del vídeo, entonces un borrón de acción. Si no hubiese sido yokai, habría necesitado cámara lenta para ver a Moroha lanzarse hacia delante y esquivar la bala que le disparó el hombre, antes de barrerle las piernas y clavarle el codo en la garganta.
- Eso fue ella cuando se le dijo que lo neutralizara - añadió Tai sombríamente.
Sabía que mataría gente, pero saberlo y verlo eran dos cosas diferentes. No había dudado ni un segundo y nada cambió en la expresión de la pequeña cuando dio un salto y se puso en posición de firmes, impávida al cuerpo convulsionando en agonía a sus pies. Una niña que pudiera mostrar tal desapego mientras quitaba una vida me heló el alma. Parecía no tener conciencia de lo que había hecho. Por otra parte, ¿cómo podría? Todo lo que recibió como respuesta fueron unas pocas palabras de elogio de Madigan por su celeridad. Estaba en el vídeo, también, mirando a Moroha desde detrás de una pared de cristal. Era todo lo que podía hacer para no golpear la pantalla cuando la distorsión se despejó lo suficiente para ver su expresión solapadamente complacida.
¿Sería posible que Moroha desaprendiera todos los comportamientos violentos y desalmados que Madigan le había enseñado? Incluso si lo fuera, ¿podría estar demasiado conectada con el uso de sus habilidades para ocultarlas para siempre y pretender ser humana, como tendría que hacer si la mantuviéramos oculta y a salvo? Después de todo, a menos que estuviera encerrada en una celda toda su vida, Moroha estaría fuera en público en 165 algún momento. Una exhibición de fuerza sobrehumana o velocidad frente a la persona equivocada, y el secreto saldría a la luz. En la pantalla, Madigan despidió a Moroha.
Una puerta oculta chirrió al abrirse y la niña desapareció a través de ella. No lanzó siquiera ni una mirada al cuerpo detrás de ella. Yo estaba tan abrumada por las probabilidades en contra del reacondicionamiento de Moroha en una niña un tanto normal que me llevó un segundo entender el comentario de Tai.
- Este viejo podría ser el que están buscando. - Alguien apareció detrás de la pared de cristal donde Madigan había estado observando a Moroha.
Al principio, lo único que pude distinguir era a un hombre de unos cincuenta años, supongo que eso era viejo para un adolescente, con cabello canoso de la misma altura que Madigan, aunque más corpulento. Inuyasha dejó escapar un silbido cuando la imagen borrosa se aclaró y se pudo distinguir su cara. Ahogué un grito, reconociéndolo también. Tai sonrió.
- Eso pensaba. Lo he visto antes en televisión. Igual que la mayor parte de América. -Richard Trove era un exjefe de personal de la Casa Blanca y actualmente asesor político.
No podías cambiar de canal durante las últimas elecciones presidenciales sin encontrarte con él, pero solo había una razón que pudiera pensar por la que estaría en una instalación secreta subterránea viendo una niña tri-especies, fruto de la ingeniería genética, ejecutar a algún pobre chico comando. Era el respaldo en la sombra de Madigan. Dudamos de que hubiera alguien por encima de Trove, aunque para estar seguros, Denise cambió a una réplica de él y entró a la celda de Madigan. Al igual que con Don, Madigan le reconoció al momento y parecía encantado de hablar con él.
Después de muchas horas mayormente sin sentido, recogimos suficientes cositas para convencernos de que el último responsable era Richard Trove. Había estado en activo cuando la operación de Don comenzó, y aunque había dejado el gobierno desde entonces, era ampliamente conocido que era el poder detrás de muchos de los actuales senadores y al menos un antiguo presidente. Además, era lo bastante rico para financiar las operaciones de Madigan por sí mismo si no quería pasar los gastos a través de un político marioneta. Después de investigar un poco, Tai descubrió que Trove estaría en la ciudad de Nueva York este fin de semana para una cena política de recaudación de fondos. No sabíamos dónde estaría después de eso, lo que significaba que tenía que elegir entre ir detrás de él o de Moroha.
Trove ganó puesto que ya teníamos dos yokais y un fantasma rastreando a Moroha. Le enviamos un mensaje a Ian con la información que Timmie había transmitido sobre su potencial localización, entonces aportamos una astronómica cantidad de dinero para conseguir reservas para la cena de recaudación de fondos. Finalmente, fuimos de compras. A quince mil dólares el plato, no podíamos aparecer en vaqueros y camisetas. Dos días más tarde, nos registramos en el Waldorf Astoria en Park Avenue. A las 7:00 de la noche siguiente, estábamos en la cola para entrar al Gran Salón de Baile. La seguridad era estrecha ya que se esperaban más de unas pocas prominentes figuras políticas. Sin problema; Inuyasha tenía varios alias que habían sido ciudadanos respetuosos de la ley durante décadas. Todo lo que hizo falta fue que Tai hackeara unas pocas bases de datos para actualizar las fotos, y tener un falsificador de confianza que imprimiera los documentos, y Voilá.
- Sr. y Sra. Charles Tinsdale - le dijo Inuyasha al agente del servicio secreto que comprobaba los invitados a la cena.
Luego le entregó su invitación y su cartera, el nuevo carné de conducir mostrado hacia fuera. Después de que fueran verificados, pasó a través del detector de metales, la luz verde confirmando que no llevaba armas encima. Me sorprendió no tener que quitarme el magnífico collar de diamantes y los pendientes que Izayoi me había prestado, o mi anillo de boda, antes de pasar por la máquina. Otro agente del servicio secreto me hizo vaciar mi pequeño bolso de mano, sin embargo, sólo revelando el labial, el polvo compacto y mi móvil. Sonreí aceptando el bolso de vuelta antes de enlazar mi brazo con el de Inuyasha. Bien, estábamos aquí para matar a alguien, pero no íbamos a ser tan obvios.
Entonces atravesamos la planta principal del Gran Salón de Baile. La extravagante habitación dorada de tres pisos estaba bañada en un suave resplandor azul que lentamente cambiaba a púrpura, naranja, entonces rosa conforme pasábamos por las mesas profusamente decoradas. Altos puestos con velas y rosas intercalados entre ellas, su forma recordándome los legendarios árboles Truffula del Dr. Seuss. Las flores y los candelabros reflejaban los diferentes tonos de las luces continuamente cambiantes, añadiendo una hermosa luminiscencia al ya elegante ambiente. Pasamos a un par de senadores y congresistas que reconocí de C-Span, pero además de un educado asentimiento o sonrisa no les presté ninguna atención.
También intenté dejar fuera sus pensamientos ya que la mejoría de sus ciudadanos no era lo que pasaba por sus mentes. Lo que se deslizó a través de mis 167 barreras eran diferentes variaciones del mismo tema, ¿quién eres y qué puedes hacer por mí? Con algo de celos, odio y lujuria por medio. En cambio, hasta que Trove llegara, elegí centrarme en mi marido. El traje de Inuyasha era gris y de corte ajustado y su cabello rizado estaba de vuelta a su natural y profundo castaño. Estaba contenta de que se hubiera librado del blanco; traía demasiados malos recuerdos. En lugar de estar bien afeitado, se había permitido una delgada capa de barba sombreando su mejilla y mandíbula, dándole un toque duro a sus perfectamente perfilados rasgos.
Nadie podría saber quién era, pero su mayor desventaja estaba en que era inolvidable una vez que lo habías visto. Como gesto simbólico por disfrazarme, me había teñido el cabello, eligiendo el negro por mis oscuras intenciones. Había sido recogido en un complicado moño que le había llevado al estilista del hotel una hora conseguir. Lentillas azules cubrían mis ojos grises como el metal de una pistola, y mi vestido era de un susurrante color rosa, el revestimiento y encaje superpuestos solo unos tonos más rosados que mi pálida piel. El color recatado no se ajustaba a mi estado de ánimo, pero estaba tratando de mezclarme, no de destacar usando un rojo de te voy a dejar bien muerto. Los camareros pasaban con vino, champán y lujosos entremeses.
La cena no era hasta dentro de una hora y Trove no había aparecido todavía, así que Inuyasha y yo tomamos un poco de champán mientras charlábamos con quien se acercaba a nosotros, usando nuestra tapadera de ser una pareja rica recién trasladada desde Londres. Nadie preguntó por qué Inuyasha era el único con acento inglés. De hecho, yo apenas estaba hablando aparte de recibir cumplidos por mi aspecto. Mi feminismo se sentía ultrajado mientras mi practicidad estaba agradecida. Era difícil ver a un dulce vacuo como una amenaza. Nuestro plan había sido mezclarse hasta alcanzar a Richard Trove una vez que llegara, maniobrar para llevarle a una de las alcobas privadas y mostrarle nuestros ojos verdes hasta que nos dijera si tenía otras instalaciones secretas, entonces hacer que Inuyasha telequinéticamente exprimiera su corazón hasta que cayera.
Sin ningún alboroto y una autopsia mostraría una vieja y simple parada cardíaca. Sucede todos los días, nada que ver aquí, amigos. El problema era que resultó haber más en Trove de lo que revelaba el vídeo. La sala de baile estaba llena de cientos de invitados, perfumes, colonias, y lociones para después del afeitado superpuestos con el aroma de la comida, el olor corporal, el alcohol y el humo de los que se lo permitían. El resultado fue una cornucopia química que se hizo tan espesa, que no me di cuenta del otro olor de inmediato. 168 Inuyasha lo hizo. Todo su cuerpo se tensó justo antes de que su aura se cerrara de golpe con fuerza suficiente para echarme a patadas de sus emociones.
- ¿Qué pasa? - susurré.
- Demonio. – Su respuesta fue baja, resonante y llena de odio helado.
Cuando seguí la mirada de Inuyasha, mi pesimismo no se sorprendió al encontrar al final a Richard Trové. Esa ola familiar y repugnante de azufre penetró a través de los otros olores cuando el pulido hombre mayor con la apariencia de Jack Kennedy comenzó a andar en nuestra dirección. La gente alrededor de Trove no parecía consciente del olor que emanaba de él, y debía haber escondido los puntos rojos de su mirada debajo de lentillas. Una parte de mí estaba salvajemente divertida de que un demonio hubiera logrado engañar a Madigan y hacerle creer que era humano todo este tiempo, pero el resto se preguntaba qué diablos íbamos a hacer.
Los demonios no podían ser hipnotizados y aún tenía que conocer a uno que estuviera de acuerdo en venir tranquilamente. Trove se fijó en mi cuerpo primero. Sus ojos se detuvieron sobre él como si mi vestido se hubiera vuelto de repente transparente. Cuando por fin arrastró su mirada hacia mi cara y vio que lo que estaba haciendo había sido observado, sonrió con encantadora picardía del tipo "me atrapaste". Entonces su sonrisa se desvaneció mientras me miraba. Sus ojos se estrecharon y articuló una palabra que no necesitaba escuchar para saber que me había reconocido. Higurashi. Hasta aquí había llegado lo de hacerlo sin ningún alboroto.
Más rápido que una llamativa cobra, el poder de Inuyasha destelló, envolviéndose alrededor de Trove. El famoso político se detuvo en seco, una expresión extraña arrugando sus facciones. Entonces Inuyasha se deshizo del agarre invisible a su alrededor con todo el odio que sentía por los demonios. Teniendo en cuenta que uno lo poseyó el año pasado y casi obligó a Inuyasha a matarme, eso era importante. Debajo de ese maltrato, todo el cuerpo vibró, Trove no debería haber sido capaz de respirar, y mucho menos dar un paso. Sin embargo, hizo ambas cosas, y su extraña expresión se convirtió en éxtasis.
- Eso hace cosquillas justo en los lugares correctos - ronroneó en su viejo acento de chico texano.
Mi mandíbula cayó. Del poder que emanaba de él, Inuyasha no estaba teniendo problemas de rendimiento. ¿Cómo es que Trove aún venía hacia nosotros? Inuyasha debía estar preguntándose lo mismo. Duplicó la dosis y se niveló a Trove. La posterior explosión de energía fue como una bomba apagándose. Los humanos en la habitación pueden no haberlo sentido, pero a mí me sacudió hacia atrás con la fuerza suficiente para enviarme contra el camarero detrás de mí. Aterrizamos en un montón de champagne y vidrio roto, y, aun así, Trove seguía intacto. ¿Cómo es que hace esto? mi mente gritaba. ¡Inuyasha había utilizado menos energía cuando hizo levitar una docena de guardias a través de una red de láser! Trove estaba solo a un par de metros de distancia ahora. Cogí un trozo de cristal roto por instinto para tener cualquier arma disponible. Entonces se me cayó. No tenía latido de corazón, así que era un demonio corpóreo, no un espíritu demoníaco que poseía humanos. Como tal, solo una cosa podría matarlo, apuñalando sus ojos con un hueso de demonio. Y no teníamos ninguno.
- Parece tener un derrame desagradable, señorita - dijo Trove en un tono conversacional.
- Permíteme ayudarte. - El demonio me tendió la mano, inclinándose. Antes que su piel rozara la mía, Inuyasha lo arrastró de vuelta. Por alguna razón insondable, su telequinesis no pareció afectar a Trove, pero su puño funcionaba bien.
- No. La. Toques. - Cada palabra silbó con enemistad.
La gente a nuestro alrededor comenzó a susurrar detrás de sus manos. Hombres musculosos con cables pegados a sus orejas comenzaron a empujar a través de la multitud. Agentes del servicio secreto, sin duda. Trove les dirigió una sonrisa, levantando las manos tanto como el agarre de Inuyasha se lo permitía.
- Todo está bien, amigos. Como solía decir cuando era joven, no es una fiesta hasta que algo se rompe. - Luego bajó la voz y le dijo a Inuyasha.
- Si no quieres que empiece a matar gente inocente, tienes que dejarme ir. - Inuyasha le devolvió la sonrisa, pero no aflojó el agarre que tenía en los brazos de Trove.
- ¿Una habitación llena de políticos? La tengo. - Me levanté, tirando al camarero conmigo sin apartar los ojos de los dos hombres.
- Inuyasha. No. - Aparte que no todos los políticos merecen ese destino, sus familias estaban aquí también. Eran personal del hotel, y además de eso, periodistas. Si las cosas tomaran un letal giro sobrenatural, estaría en todas las noticias antes de que pudiéramos contenerla.
- Creo que tomé demasiado champán. Cariño, ¿me llevas a tomar un poco de aire? - le dije de una manera avergonzada, entrelazando mi brazo con el de Inuyasha. Estaba tan tenso, su carne se sentía como acero debajo de mi tacto. Traté de tirar de forma discreta, pero no se movió. Los agentes del servicio secreto, que habían comenzado a alejarse por la declaración de Trove, regresaron. Por sus pensamientos, estaban a punto de entrar en acción.
- No aquí - dije en voz baja, cuando Inuyasha seguía sin moverse. Luego, más fuerte a Trove.
- ¿No le gustaría acompañarnos? - El demonio sonrió, mostrando los dientes tan blancos, que debe habérselos blanqueado profesionalmente.
- Por supuesto. - Luego miró sus brazos donde Inuyasha seguía sosteniéndolo, levantando una sola ceja gris.
- Después de ti, compañero. - Por fin, Inuyasha lo liberó, le contestó con un destello de sus colmillos demasiado breve para ser llamada una sonrisa.
Subimos las escaleras hasta el segundo nivel del gran salón de baile, donde muchas menos personas estaban reunidas. Trove se removió con un gesto de impaciencia cuando un escolta del servicio secreto trató de acompañarlo, lo que aumento mi cautela. Claro, él no tenía ni idea de que sabíamos cómo despachar un demonio, pero ¿por qué lo hizo parecer como si tuviera prisa por dejarnos a solas? Solo una razón se me ocurrió: Tenía la intención de matarnos. Despiadado, escoger un lugar público para hacerlo. Sabía lo que éramos, y los yokais solo mueren de forma desastrosa, no es que tuviera intención de morir esta noche. Una vez establecidas las miradas indiscretas, la máscara de encanto de Trove desapareció, y tuve una visión de la persona real que había debajo. Decir que era como mirar a los ojos de una bestia era un insulto a los animales.
- Golpéame con más de ese delicioso poder, ¿quieres? Se siente tan bien… casi me corrí. - le dijo a Inuyasha con voz sinuosa.
- ¿Qué clase de demonio eres? - le pregunté sobre el gruñido de Inuyasha.
- Un Ornias - respondió Trove, sorprendiéndome. Realmente no había esperado una respuesta.
- Es por eso por lo que mi poder no funciona en ti. Tu tipo absorbe energía y se alimenta de ella. – Inuyasha dejó escapar un resoplido fuerte.
No sabía que existían los demonios de absorción de energía, pero solo había tenido experiencia con algunos. La primera había marcado a Denise, el segundo poseyó y casi mató a Inuyasha, y el tercero había intentado empeñar mi alma a cambio de información. Decir que no me agradó su tipo era un eufemismo.
- Tengo que drenar la fuerza de vida de más de una docena de humanos para absorber una décima parte de lo que me acabas de dar. Quiero sentirlo una vez más, que es una de las razones por la que todavía están vivos. - Trove se estremeció en lo que parecía un recuerdo dichoso.
- ¿Crees que puedes matarme? Eres bienvenido a probarlo. - Una pequeña sonrisa peligrosa curvó la boca de Inuyasha.
Debajo de nosotros, los ricos y los poderosos siguieron mezclándose, sin darse cuenta de lo cerca que estaban de la muerte. Si Trove dejara su acto humano y fuera hacía Inuyasha, nadie estaría a salvo en la inminente lucha. No teníamos ningún hueso de demonio, y los poderes de Inuyasha solo hacían que la criatura se hiciese más fuerte, pero no iba a dejar que le hiciera daño a mi marido. De sus palabras y la rabia que emanaba de los escudos de Inuyasha, no lo veía a punto de agitar la bandera blanca.
- ¿Por qué apoyaste a Madigan en sus intentos de crear tri-especies de súper soldados? Normalmente, nuestra clase no se mete en los negocios de los demás. - Mi voz era enérgica. Ya sea que el demonio respondiera o no, no me costaba nada preguntar. Trove llevó su mirada ámbar lejos de Inuyasha el tiempo suficiente para caer sobre mí de una manera que me hizo esperar un rastro de sonrisa donde aterrizo.
- ¿Ya sabes lo mucho que odio a los yokais? - preguntó en tono conversacional.
- Lo único más repugnante son los comedores de carne, y aunque sus razas se acercan una o dos veces, simplemente no van a llegar y destruirse unos a otros. - Traté de no mostrar mi sorpresa cuando lo comprendí. Madigan no tenía ni idea del riesgo que corría mezclando el ADN de yokai y de demonio en un ser humano para crear una nueva subespecie. Trove, sin embargo, sabía exactamente lo que iba a suceder. La guerra resultante había sido su intención desde el principio.
- ¿Pensaste que habías encontrado una manera de resolver nuestro problema de paz? Lamento decepcionarte. – Inuyasha dejó escapar una risa burlona baja.
- Mi gente estaba aquí primero. - La voz de Trove perdió su acento tejano suave, revelando una entonación gutural y un acento que nunca había oído antes.
- Entonces llegó tu raza - escupió.
- Los seres humanos eran tan fáciles de dominar, pero no nosotros. Y como han protegido su preciado alimento de nosotros, nos han llevado casi a la extinción, obligándonos a ocultarnos por milenios, hasta que ninguno podía recordar lo cerca que había llegado el fin para mi pueblo. La única razón por la que sé lo que pasó es porque yo estaba ahí. - Me pregunté por qué nos estaba diciendo esto. A los demonios no les importaba si entendíamos sus motivaciones. ¿Qué esperaba?
- Por último, en 1400, onis y yokais comenzaron a pelear uno contra el otro. Tal sorpresa darse cuenta de que todo lo que tenían era una chica francesa mestiza y la amenaza que era ella. Lástima que Juana fue sacrificada tan rápidamente. Ella casi causó que sus razas se aniquilasen entre sí. - Trove se encendió.
- Y más de seiscientos años más tarde, otro mestizo apareció - resumí.
- Debes haber pensado que el infierno había concedido una Navidad. - Trove sonrió de una manera que parecía realmente divertido.
- Junto con los avances de la ciencia, lo hice. Cuando me enteré de que Don había descubierto otro mestizo, dejé todo por ti, Kagome Higurashi. Invirtiendo dinero en el departamento que tu tío fundó y asegurándome de que Madigan seguía ocupado experimentando con tu material genético incluso después de que Don lo despidió. ¿De qué otra forma iba a garantizar mi éxito si, como Juana de Arco, morías antes de tu realización? - Sus revelaciones estaban empezando a recordarme las clásicas películas del villano: monólogo.
Sospechando las emociones de Inuyasha, estaba preocupado por eso, también. Trove debía tener una razón para esto. ¿Estaba haciendo tiempo, esperando que llegaran refuerzos demoníacos? Fue entonces cuando me di cuenta de que Inuyasha estaba maniobrando junto a una de las altas ventanas con vistas al paisaje urbano. Nuestra salida si la necesitábamos. Como si leyera mis pensamientos, Trove echó un vistazo a la ventana, a continuación, sacudió su mano.
- Son mis invitados, pero como ya he dicho, no quiero hacerles daño. Yokai o no, quiero que vivas, Kagome. De lo contrario, te habría matado hace mucho tiempo. ¿Sabes cuántas veces alguno de los míos estuvo sobre tu cuerpo inconsciente después de que regresaras de una de las misiones de tu tío? - Ante mi mirada sobrecogida, sonrió, mostrando los dientes de horario estelar de nuevo.
- ¿El nombre de Brad Parker te suena? - Sí, pero no podía recordar quién… ¡espera!
- El ayudante de laboratorio que trabajaba para Don. Lo maté hace años, después de que traicionó a su padre. - Inuyasha lanzó un gruñido. Ahora me acordé de quien era Brad. El día que Inuyasha lo asesinó fue también el día que conoció a Don y me reveló que mi jefe era realmente mi tío. Después de eso, la muerte de un asistente de laboratorio era casi incidental.
- La codicia de Parker sacó lo mejor de él, pero eso es común en su tipo. Además, ya había servido a su propósito. - Trove se encogió de hombros.
- ¿Transportar su sangre a Madigan después de que Don lo despidió? - El tono de Inuyasha fue de desprecio.
- Fallaste, amigo. Ninguno de sus experimentos funcionó salvo uno, y estará muerta una vez que la encontremos. - Me estremecí a pesar de que sabía que Inuyasha no tenía la intención de matar a Moroha. Trove no pareció creerle, tampoco. Su sonrisa se ensanchó.
- No vas a matar a esa niña. Ella no te dejará. - ¿Estaba jugando la carta de la debilidad femenina? Enderecé mis hombros, haciendo que mi expresión y voz parecieran duras.
- ¿Poner fin a una vida para salvar a millones de personas? Sin lugar a duda. La chica se muere. - Trove chasqueó la lengua mientras teñía de rojo sus ojos ámbar.
- ¿Qué está pasando en el mundo cuando alguien quiere matar a su propia hija? - Al oír la palabra "hija", un rugido comenzó en mis oídos.
- No lo creo. A diferencia de los hombres, las mujeres sabemos si hemos tenido hijos, con toda la cosa del embarazo y el trabajo de parto. – Me obligué a volver, riendo como si hubiese dicho una broma.
- Oh, ciertamente nunca has estado embarazada. Pero, sin embargo, A80 es tu preciosa hijita. - dijo Trove con desdén, con los ojos brillando cada vez más. Inuyasha lo tenían por el cuello antes de que pudiera reaccionar, su pálida mano apretando hasta que el cuello del demonio se rompió con un audible sonido. Todo lo que Trove hizo fue una mueca de dolor.
- … ausando… escena… - trató de decir.
A pesar de que estábamos en el rincón más alejado de la parte más desierta del segundo nivel de la sala de baile, en cualquier momento, sería claro que pasaba más que una charla privada. Y de repente estaba desesperada por escuchar lo que el demonio tenía que decir incluso mientras me recordaba a mí misma que no podía ser posible.
- He dicho déjalo ir - le pedí a Inuyasha.
- Él está atormentándote para su propia diversión - gruñó Inuyasha. Le di un tirón en su brazo. Duro.
- Dije déjalo ir. - Inuyasha lo dejo caer. Trove se tambaleó ante un tirón agudo lateral que chasqueo su cuello de regreso en su lugar.
- Tócame otra vez, y voy a hacer esto - dijo entre dientes. El demonio desapareció por espacio de unos instantes antes de reaparecer de nuevo en el mismo lugar. La única evidencia de su notable hazaña fue un aumento de olor a azufre. No estaba de humor para comentar su truco de fiesta.
- ¿Cómo puedo ser la madre de esa niña si admites que nunca estuve embarazada? - Trove echó una mano a través de su grueso cabello, instalándolo de nuevo en su lugar después que la manipulación brusca de Inuyasha lo había revuelto.
- ¿Como digo?, los avances en la ciencia. Con toda la patología que Don ordenó cuando empezaste con él, no fue nada para Brad Parker, deslizar dentro medicamentos para la fertilidad. Era más difícil para él extraer los huevos durante las veces que volviste de una misión inconsciente, pero cuando lo hizo, nunca te diste cuenta de las marcas de agujas después. Con todas tus otras lesiones, ¿por qué lo harías? En total, Parker anotó sobre unos cien huevos. Todos fueron fertilizados e implantados en madres sustitutas, pero solo uno sobrevivió hasta el final. - Entonces el demonio se acercó, sonriendo.
- Madigan se impacientó con la baja tasa de éxito de su fecundación in vitro, por lo que solicitó a tu tío para que te reprodujeras. Eso hizo que lo despidieran, y Don te monitoreo más de cerca. Parker sabía que no podía arriesgarse a más extracciones, así que después de unos años, encontró otra manera de hacer dinero traicionándote con tu padre. -
- Estás mintiendo. Estás mintiendo. La niña que vi tenía que ser de diez años, por lo menos. Empecé a trabajar para Don hace menos de ocho años. - Forcé las palabras a pesar del torbellino emocional que hacía difícil estar de pie, dejarle hablar. Entonces mi columna vertebral se puso rígida, y dije de nuevo.
- A80 cumplió siete años el mes pasado. Solo le tomó a la sustituta de cinco meses para llevarla, y las hormonas de crecimiento se encargaron del resto. Madigan quería ver lo que su nuevo juguete podía hacer, y una vez que añadió ADN oni a su composición genética, hizo nacer a A80. - respondió Trove.
Ese tornado volvió a arrasar mi equilibrio. Cinco meses. Ese fue el tiempo que mi madre me había llevado, y había estado completamente desarrollada al nacer. Si me hubieran dado hormonas de crecimiento y una dosis adicional de ADN nomuertos, podría haber parecido años mayor de los siete años, también. Inuyasha agarró mi brazo cuando mis rodillas empezaron a ceder a pesar de mi determinación a no comprar nada de esto. Los demonios mienten, me recordé. Incluso si lo que Trove dice era científicamente posible, eso no hace nada de ello cierto.
- La impaciencia de Madigan también lo hizo obsesionarse contigo - continuó Trove alegremente.
- No quería esperar a que A80 madurada lo suficiente como para producir sus propios óvulos, y sus intentos para sintéticamente replicar su tri-naturaleza meramente resultó en miles de sujetos de prueba muertos. Estoy acostumbrado a esperar, por lo que unos años más no significaban nada para mí, pero entonces tuviste que atacar su compuesto y darle a la mocosa una oportunidad de escapar. Es por eso por lo que estás aquí, ¿no? ¿Para ver si sé dónde está? No lo sé, pero no te voy a detener de buscarla. De hecho, quiero que la encuentres. Una vez que lo hagas, por favor, ejecuta pruebas para verificar que todo lo que he dicho es verdad. - Hizo una pausa para darme una mirada tolerante.
- Si es así, ¿por qué nos dices esto? - Me atraganté.
El demonio se limitó a sonreír, y con brutal claridad, lo entendí. Ahora que Moroha estaba fuera de su alcance, necesitaba que supiera que era mi hija. Era su seguro que arriesgaría todo para mantenerla con vida, y junto a mí, Inuyasha y sus aliados. El demonio quería guerra, y no podía tener una si nadie estaba dispuesto a luchar. Bueno, Trove acababa de darme algo por lo que me matarían y moriría, como él estaba contando. Probablemente había estado esperando que nos mostráramos esta noche, para que pudiera soltar la sopa. Si no lo hubiéramos hecho, podría habernos buscado, sin saber que teníamos los medios para matarlo.
Lástima que no hubiéramos traído el cuchillo de hueso. En este momento, nada me encantaría más que empujarlo a través de sus ojos para regodearme sobre la manera horrible que había utilizado, y aún intentaba utilizar, a una niña que podría ser mía. Con lo cerca que estaba de pie, sentí el teléfono de Inuyasha cuando vibró en su bolsillo. Lo ignoró, y unos segundos más tarde, el mío se encendió en mi pequeña bolsa apretada. Trove miró abajo con una sonrisa de complicidad.
- Es posible que desees responder esa. Es importante. - Antes de que pudiera responder, desapareció.
- ¿Qué tan malo es? - Fueron las primeras palabras de Inuyasha cuando entró en la casa de su corregente. Inuno se deslizó hasta la entrada, con una expresión sombría mientras extendía un iPad.
- Demasiado malo - dijo simplemente. Inuyasha tomo la tableta.
Una mirada a la pantalla explicó la llamada urgente de Inuno. A pesar de nuestra conmoción por la revelación de Trove, habíamos volado hasta que estábamos agotados, entonces condujimos en auto para llegar aquí. Ahora sabíamos que Trove simplemente no había estado esperando a que Inuyasha y yo nos presentáramos en la recaudación de fondos. Él había estado preparado para ello. ¡YOKAIS ENTRE NOSOTROS! gritaba el titular de la página Web. Más contundente, cuando Inuyasha se desplazó, eran las páginas y páginas de informes de situación sobre los experimentos de Madigan, completa con vídeo que mostraban 178 una niña de ojos brillante asesinar a varios completamente crecidos ante una orden. Dado que los discos duros se habían frito, solo una persona habría tenido esta información, aunque por supuesto, el nombre del ex jefe de la Casa Blanca no estaba en ninguna parte en los documentos.
- Trove… Mientras estaba hablado monótonamente, no éramos los únicos estando de lleno en el pleno alcance de los experimentos de Madigan. ¡Así que era alguien con los ojos y una conexión a Internet! - siseó.
- Más sitios están apareciendo como teorías de conspiración y criptozoólogos posteando nuevamente la información. Tai está tratando de tirarlos rápidamente para retardar la progresión de la información, pero… hay demasiados. - dijo Inuno en acuerdo sombrío.
Para ilustrar su punto, Inuno minimizó esa página y abrió una nueva. NO ESTAMOS SOLOS, PERO NO POR QUIEN CREÍAS, el nuevo titular anunció, seguido por un amplio informe de patología en la naturaleza tri-especies de Moroha y que había hecho la fusión posible. Estaba demasiado devastada incluso para maldecir cuando Inuno abrió sitio tras sitio lleno aún de más información destinada a inflamar las relaciones oni y yokais. Estaba en lo cierto; ya era demasiado tarde para contener esto. Se había esparcido como un virus, tal como pretendió Trove.
Por supuesto, la mayoría de la gente que viera estos documentos escaneados no sabría quién era el espécimen A1, y creían que la fecundación in vitro a partir de un huevo medio-yokai se traduciría en un niño cuarto-yokai que había sido capaz de absorber ADN oni en su genética. Quiero decir, yo era la muestra A1, y todavía me costaba creerlo. Lanzado en el hecho de que la mayoría de los humanos no saben que los yokais o onis existían, y la reacción, a juzgar por los comentarios, era la burla abierta. Pero el problema no eran los humanos, quienes pensarían que todo esto era un engaño. Eran todos los demás los que sabrían que no era así. Al final, Inuyasha devolvió la tableta a pesar de que todavía había estado leyendo con una creciente sensación de perdición.
- Necesitamos… - Comenzó, luego se detuvo abruptamente cuando una pelirroja delgada con belleza de muñeca de porcelana abrió la puerta principal sin llamar.
- ¿Necesitas qué? - preguntó Ayame fríamente. No gemí en voz alta, pero estaba cerca. ¿Un Guardia de la Ley irrumpiendo? Las cosas habían ido de horribles a trágico.
- Ayame. Bienvenida. - dijo Inuno, su tono ahora suave como la mantequilla helada.
Ella le lanzó una mirada que decía que sabía que era tan bienvenida como un caso de herpes enconado, pero asintió en el saludo. La guapa pelirroja podía aparentar tener la misma edad que Tai, pero era mayor que Inuno y casi tan poderosa. También tenía todo el peso del consejo del gobierno yokai detrás ella. Para que se presentara sin previo aviso pocas horas después de la fuga significaba que estaban tan asustados como Trove había esperado. Sin importar lo que pasó, tenía que matar a ese demonio por todo lo que había hecho. Cuando la mirada de la Guardián de la Ley aterrizó en mí, por un segundo, me pareció ver compasión en sus ojos verde salvia. Antes de que pudiera estar segura, lo que sea que fuera se desvaneció, dejando nada más que voluntad de granito.
- Sabes por qué estoy aquí. El consejo ya se ha pronunciado, y su decisión será inapelable. Dime dónde está la niña. Debe ser ejecutada de inmediato. - afirmó.
- ¡Es una niña que no pidió por nada de esto! - estallé. Su mirada medida no vaciló.
- Ni tú lo hiciste, según los documentos publicados, por lo que no estás bajo arresto por traición. - Avancé hacia adelante hasta que la mano de Inuyasha en mi brazo me detuvo.
- ¡¿Me estás diciendo que el consejo lo habría considerado traición si hubiera tenido un bebé a sabiendas de ser un mestizo?! - Ahora estaba segura de que la simpatía cruzó el rostro de Ayame.
- La gente como tú y yo no elegimos nuestro destino. Si no lo sabes ya, sin embargo, con el tiempo, aprenderás. Ahora, dime dónde está la niña. - Una nota nostálgica tiñó su voz, y sus características se endurecieron una vez más.
- No lo sé. –
Incluso si no fuera mi hija, aunque le había sido lavado el cerebro más allá de la reparación y que nunca tuviera éxito en ocultarse, no podía condenarla a muerte por responder con la verdad. Moroha se merecía lo que nunca le habían dado antes. Una oportunidad. Sabía lo que estaba arriesgando, haciendo esto, pero ¿qué otra opción tenía? Tal vez fue la fe que me hizo creer que Dios no permitiría a nuestras razas destruirse unos a otros por no matar a un niño por el delito de ser diferente. Entonces miré a Inuyasha, notando cuán fuerte había cerrado su aura y cuán pétreas sus rasgos estaban. No me miró, tampoco. Su mirada era toda para la Guardiana de la Ley, cuya mirada creció incisiva. Mi alma parecía aspirar una bocanada de aire temerosa. Haré lo que sea para protegerte, había jurado. ¿Traicionaría la ubicación de Moroha con el fin de detenerme de salvarla? Podría costarme la vida, y ambos lo sabíamos. No lo hagas, pensé, deseando desesperadamente que aún pudiera leer mi mente. Por favor, Inuyasha. No.
- Si estás buscando a la niña… - dijo con una voz plana, su poder congelando mi boca cuando comencé a interrumpirle.
- …comienza con Richard Trove. Es el demonio que financió su creación. En cuanto a Madigan, llévatelo contigo cuando te vayas. No hemos reunido nada útil de él. Tal vez tengas mejor suerte. - Luego le dio la espalda, despidiéndola efectivamente.
Todavía no podía hablar ya que no había quitado su mordaza telequinética, pero Ayame no sabía eso. Me di la vuelta hacia él, agarrando su mano para transmitir el agradecimiento que las palabras no cubrirían de cualquier modo. Inuyasha apretó de regreso, una promesa silenciosa que estábamos juntos en esto. Ahora realmente sentí que teníamos una oportunidad. Juntos, habíamos sido capaces de hacer cosas increíbles.
- ¿Te das cuenta de lo que sucederá si el consejo descubre que estás mintiendo? - Ayame dejó escapar lo que sonó como un suspiro.
- dejame adivinar ¿Vamos a ser condenados a muerte? - Inuyasha miro por encima del hombro con un encogimiento de hombros.
- Nada menos. Si deseas revisar tus respuestas, puedes hacerlo ahora, sin repercusiones futuras. Te doy mi palabra. - dijo brevemente.
Al igual que un trozo de cinta arrancada, sentí el poder de Inuyasha dejar mi boca. Me dio la oportunidad de retractarme si elegía. Por un momento, vacilé. El recuerdo de él arrugándose en mis brazos todavía estaba fresca e indeciblemente horrible. Nunca quería experimentar eso otra vez, pero si íbamos tras Moroha, podría dar lugar a la muerte de Inuyasha. Podría haber leído el miedo en mi mirada. O tal vez era mi olor lo que me traicionó. Muy lentamente, trajo mis manos a su boca y las besó.
- Te quiero, Gatita - respiró en contra de mi carne.
- Te dimos nuestra respuesta, Ayame. Ahora, si no te importa, cierra la puerta detrás de ti cuando te vayas, se mete el chiflón. - Luego las dejó, girándose para darle a la Guardián de la Ley una mirada dura.
Continuara…
