Con sus mejillas rojas y la respiración agitada, la joven se encontraba postrada sobre la gran almohada de la cama que circunstancealmente le tocaba ocupar en aquel recinto despoblado.
Sus esponjados cabellos castaños habían quedado aún más desordenados por culpa de las traviesas manos de su esposo. Los besos que él había repartido en su piel le hacían arder placenteramente sus estigmas y eso solo le dificultaba más el poder aquietar su impetuosa necesidad de volver a estar entre sus brazos.
Madame Pomfrey ingresó nuevamente a la enfermería, con su semblante más relajado. Se acercó a la castaña con una bandeja pequeña en sus manos, en la cual llevaba una poción febrífuga y un par de vasos.
— Siéntate un momento ,niña— le pidió seria la medimaga a la joven.
Hermione le hizo caso sin decir ni una palabra. No sabía que decir después de que madame Pomfrey la viera con Remus muy entretenidos durante su corta ausencia, demasiado corta para el desagrado de la joven...
— Es hora de la poción para bajar tu fiebre — le explicó Poppy mientras servía en uno de los vasos aquella sustancia levemente espesa, para luego entregárle el vaso en las manos.
Hermione bebía de a pequeños sorbos la fuerte poción, bajo la atenta mirada de la medimaga.
— ¿ Desde cuando lo saben? — le preguntó directamente Pomfrey.
— No entiendo... ¿ a qué te refieres, Poppy? — respondió la castaña entre los sorbos que le daba a aquella interminable poción.
— Me refiero a ti y a Remus, ¿ desde cuando saben que son el uno para el otro?, o dicho en los términos de los hombres–lobo, que son compañeros de vida...— habló tranquila Poppy.
Hermione no pudo evitar atragantarse con la poción al escuchar las palabras de madame Pomfrey. Al parecer, ella sabía sobre los hábitos lobunos.
— No tiene caso que me mientas, porque estudié la naturaleza de los hombres lobo, en vista de que debía brindarle atención médica a Remus, cuando él era un niño. No estudié de manera exhaustiva las conductas lobunas, pero sí lo suficiente , creo yo...
La medimaga miraba con seriedad a la castaña. Hermione no sabía dar una respuesta precisa, mientras pensaba en qué responder, se limpiaba con la mano sus labios.
Poppy solo esperaba una respuesta al mismo tiempo que servía un poco más de la poción para bajar la fiebre, ya que la castaña había derramado algo al atragantarse con ella.
— Sucede que... no hace mucho que... Iniciamos y ni siquiera hemos hablado sobre eso...— se sinceró la joven.
— No es necesario que lo hagan. Me refiero a que hablen sobre lo que son, porque está más que claro — le dijo Poppy — Mira, niña, te tengo que advertir algo: Si no tomas los recaudos necesarios, tendrás asegurado un embarazo en el primer encuentro que tengas con Remus, porque los hombres lobo, buscan marcar lo que es suyo por decirlo de algún modo... y una de las maneras que tienen es asegurándose que su hembra tenga a su descendencia.
La cara de Hermione era un poema que Poppy supo leer y tomarlo con humor.
— Claro que, si... a ti no te molesta tener un ejército de minis Lupin y minis Granger brincando alrededor de ustedes dos, entonces está bien...
— No me molestaría, para nada— respondió la castaña mientras jugaba con el vaso entre sus manos — Pero... No sé si las condiciones están dadas para eso. Me refiero a que se aproximan días aciagos para nuestra comunidad,cada día que acontece la guerra se vuelve inminente... No creo que sea un buen momento para ello— le explicó la castaña con algo de tristeza.
Poppy asintió con su cabeza. No había duda de que la joven era consciente del contexto y mostraba una madurez bastante amplia para la edad que tenía.
— En ese caso querida, me veré obligada a proveerte de una poción anticonceptiva. Porque una vez que Remus te clave los dientes, no habrá freno, ni hechizo, ni maleficio que los detenga a ustedes dos.
— ¡ Poppy! — dijo azorada la castaña.
— Pero así es. ¡No exagero! — dijo con sinceridad la medimaga — Ten, bebe un vaso de agua, si ya terminaste con la poción. Es necesario que te hidrates.
— Gracias, Poppy — respondió la joven, mientras aceptaba beber un poco de agua. Después de todo le venía ideal para pasar la amargura de la poción.
— Antes de que Remus se fuera... ¿Él dijo algo? ¿ dejó algún mensaje para mí?— le preguntó a la medimaga.
— Ah, sí. ¡Casi lo olvido!, me pidió que te dijera que mañana vendrá a visitarte de nuevo.
Una sonrisa amplia se dibujó en el rostro de Hermione, haciéndola resplandecer de felicidad.
— Pero, no cometeré el mismo error que cometí hoy — le advirtió Poppy — Dejaré que te visite, pero los estaré vigilando. ¡De eso no tengas dudas!
— Poppy, no va a volver a ocurrir. Lo prometo...— por un momento sintió que estaba hablando como su esposo...
—Probablemente no cumpla con lo que estoy prometiendo — pensó para si Hermione.
— Sabes que Poppy, mejor sí, vigílanos. Porque en este sentido, tanto la palabra de Remus como la mía no es confiable.
— ¡ Y que lo digas niña!— exclamó la medimaga soltando una carcajada— Bueno, acuestate y descansa querida. Así cuando Remus regrese mañana a visitarte, te encuentre en mejor estado.
Hermione sonrió y obedeció a madame Pomfrey.
— Ya sabes, si necesitas algo o te sientes mal, Me llamas ¿si?. Igualmente Dentro de ocho horas regresaré para darte el refuerzo de la medicación — le dijo Poppy mientras le ayudaba a acomodarse en la cama.
— Está bien, gracias Poppy — le respondió la castaña, que ya volvía a mostrar cansancio.
La medimaga se retiró del lugar permitiéndole a la castaña descansar en la soledad de la enfermería...
Tres amigos que habían sido expulsados de la enfermería con métodos poco ortodoxos...
Caminaban distraídamente rumbo a su sala común. Uno de ellos resplandecía en los opacos pasillos del castillo gracias a su reciente cabello teñido de rosa chicle, que brillaba con fluorescencia.
Harry y Ginny tenían su ojos puestos en aquella cabellera rosada del muchacho que caminaba en medio de los tres.
De pronto la pelirroja soltó una pregunta que rondaba en su cabeza desde el momento en que el profesor Lupin se había aparecido en la enfermería y con un ramo de flores para Hermione...
— Harry, ¿ Qué sucede entre Hermione y el profesor Lupin?, ¿ ellos son...pareja?.
Harry sintió como si le hubieran dado una docena de bofetadas. Estaba sin saber hasta que punto explicar sin delatar a su hermana.
— ¡ Ah, lo sabía!, ¡¡no puedo creer que sea el profesor Lupin su enamorado!!— dijo enloquecida la pelirroja — ¡¿ Desde cuándo Harry?! ¡ dílo!— le exigía mientras zarandeaba a Harry tomándolo de las solapas de su túnica.
Neville miraba y escuchaba casi sin poder procesar aquella información; ¿Hermione y Lupin?, nunca ni siquiera en delirios se le hubiera ocurrido creer que su profesor más querido y su amiga Mione ( que siempre lo salvaba de apuros), podrían tener un romance.
— Chicos no me miren así — dijo en un tono serio Harry — No puedo decirles nada, eso es asunto de ellos dos y supongo que lo aclararan cuando así lo prefieran. Eso es todo lo que voy a decirles— espetó el moreno.
— Sostén mi caja Neville — le pidió Ginny mientras estrellaba la colorida caja en la panza del pelirosado — ¡¡ Aahhhhh!!, ¡ esto es tan romántico! Profesor y alumna— chilló sin poder contenerse la pelirroja llevando las palmas de las manos a sus mejillas — Hermione se lo tenía bien guardado ¿ eh?. Ahora entiendo cuando Poppy le dijo algo sobre "tareas extra" al profesor Lupin, seguro que Mione las cumple al pie de la letra.— decía con doble sentido Ginny sin prestar atención a los gestos y señas que le hacían sus dos amigos para que girara a ver a quién tenía detrás de ella...
— ¿Hablaba de mí señorita Weasley?— preguntó el licántropo algo molesto.
Ginny giró sobre sus talones con rapidez.
— ¡No!, yo hablaba de otro Lupin. Señor...
El licántropo iba a decirle algo a la entrometida Weasley, cuando un sonoro ruido proveniente de los intestinos de Neville los interrumpieron ridículamente...
—¡Ay!, creo que mejor voy al baño. Me cayó muy mal el Metamorpho-Bubble — dijo un apremiado Neville encajándole de sopetón la caja a su profesor para que la sostuviera.
El docente, Harry y Ginny vieron como Neville corría mas rápido que una saeta de fuego en dirección a los baños. Los tres se miraron entre si algo incómodos por el repentino apuro de Neville.
— Em... Profesor ¿ no va a elegir un tótem como premio ? — dijo Ginny mientras recuperaba su caja y cambiando provechosamente de tema.
— No— respondió con seguridad el docente— No será necesario... Que tengan... Buenas noches— dijo el profesor Lupin al mismo tiempo que se retiraba rumbo a sus aposentos con sus mejillas rojas.
— Profesor Lupin — le llamó Harry.
El licántropo volteó para saber que querrían ahora...
— Tiene la camisa algo desprendida, señor — comentó un poco temeroso el moreno.
— Y le falta su corbata— agregó la pelirroja.
— Y también está despeinado — remarcó Harry.
— ¿Alguna otra observación que quieran hacerme?...— preguntó Remus.
Harry y Ginny lo miraron unos segundos para luego mirarse entre ellos y negar con sus cabezas.
— No, eso es todo profesor — dijo finalmente Harry.
— Bien, procuraré alinearme más entonces. Les agradezco sus buenos ojos— respondió Remus haciéndose el desentendido — Buenas noches. Saluden a Neville de mi parte.
— Claro profesor, que tenga buena noche— le saludó finalmente Harry mientras lo veía marcharse con su típico parsimonioso andar.
—¡ si cambia de opinión me avisa y yo le entregaré su tótem!— le gritó la pelirroja al ver que el profesor ya se había alejado un poco.
Remus sin voltear a verlos siguió caminando cansinamente, agitando levemente su mano a modo de despedida. Desapareciendo por un oscuro pasillo.
A la mañana siguiente Hermione se despertó con un mejor semblante, ya sentía una marcada mejoría, pero no iba a desobedecer a madame Pomfrey y no se exigiría demasiado hasta sentirse recuperada del todo.
Con lentitud tomó uno de los libros que Harry le había llevado en su bolso y se dispuso a leer en la cama para matar el tiempo. Al menos las horas asi pasarían más rápido, la ansiedad por ver a su esposo era mayor a cualquier sentimiento que pudiera tener en ese mismo momento.
Cierto licántropo sufría la misma ansiedad que su esposa. Al dictar sus clases estaba más pendiente del reloj que de sus alumnos, encima para colmo de males Lunático no era de mucha ayuda para promoverlo a tener paciencia
—Humano ¿ A qué hora vamos a ver a nuestra compañera?
—¿Ya son las 19:00 humano?
— ¿ A que hora vamos? ¡ quiero estar con ella!
—¿ya son las 19:00?
—¡Basta! ¡Lunático por favor! — le exigió Remus en su interior — Yo también estoy desesperado por verla, pero aún falta mucho para el horario de visitas y todavía me queda una clase que dar... ¡ Por Merlín ! ¡¿ Cuánto falta para las 19:00?! — se lamentó internamente Remus .
Lunático aulló en su interior como respuesta.
Cuando esperas algo con ansias las horas parecen ser siglos...
Afortunda y desafortunadamente las horas pasan...
El horario de visitas llegó y un licántropo que padecía ansiedad de separación de su esposa. Se encaminó a la enfermería para estar con su amada , sus pies caminaban con ligereza como escasamente solía hacerlo. Generalmente Lupin era un hombre de un caminar tranquilo que le daba un aire de alguien pasmado y perezoso, pero en estos momentos parecía como si le hubieran inyectado una poción energizante.
La medimaga Pomfrey, ya lo esperaba en las puertas de la enfermería y cordialmente le saludó.
— Buenas tardes Remus. Pasa— le dijo ella dándole acceso para ingresar a la enfermería.
— Buenas tardes Poppy — correspondió al saludo al mismo tiempo que ingresaba en aquel recinto— ¿Y Hermione?— preguntó automáticamente.
— Se encuentra mejor y le está esperando — le comentaba Poppy mientras caminaban hasta llegar a la enorme habitación donde se encontraban las camas para los pacientes.
Sentada en una de ellas, la joven castaña miraba en dirección a las puertas esperando ver llegar a Remus. Él pronto ingresó por aquellas puertas y las miradas de ambos se encontraron, la dulzura que emanaban de sus ojos era casi palpable. Tanto que Poppy se enterneció al verlos.
Remus fué directamente al encuentro con su Hermione. Se abrazaron por varios minutos como si no se hubieran visto por décadas...
Ignoraron la presencia de madame Pomfrey y se besaron profesándose todo el amor y la ternura que sentían el uno por el otro, pero la ternura paulatinamente se tornó en algo más pasional y vehemente.
Remus devoraba los labios de su esposa exigiendo más de ella, fervientemente era correspondido por su castaña. Ella se entregaba en cada beso, en cada suspiro y caricia que se propinaban urgidos por unirse en ese mismo instante.
El carraspeo de Poppy los detuvo un momento. El matrimonio miró a la medimaga esperando la reprimenda.
— Les recuerdo que están en la enfermería del colegio y no en una de las habitaciones del caldero chorreante...
Ambos guardaron silencio, ya estaban advertidos de que Poppy estaría allí para cuidar de que ellos no se salieran de su cauce.
Con un accio la medimaga atrajo una silla para Remus y le dió una orden contundente
— Usted se queda sentadito Aquí — le dijo indicando a la silla que depositó al lado de la cama — Voy a estar en el depósito de pociones medicinales, debo hacer un inventario para el profesor Snape. Pero, no se ilusionen porque no cerraré la puerta, así puedo verlos de tanto en tanto.
Remus hizo caso y se sentó donde le habían indicado, la verdad quería estar encima de Hermione, no al lado de ella. Pero al menos la tendría cerca y no podía quejarse
— Bueno... Los dejo para que hablen y todo lo demás...
Poppy ingresó a una habitación contigua a la que ellos ocupaban, dejando la puerta abierta para poder espiarlos de reojo mientras realizaba sus labores.
— ¿ Cómo te sientes?— le preguntó Remus.
— Mejor y ¿ tú cómo estás?— le correspondió Hermione.
— Loco por besarte — respondió sin contenerse.
La joven sonrió con sus mejillas rosadas y acarició con suavidad el rostro de su esposo. Él le atrapó la mano con las suyas para llevarsela a los labios y depositar en ella un lascivo beso.
El pecho de la castaña subía y bajaba con agitación al ver aquello.
— Te he extrañado todo el día —le confesó el licántropo. Refugiando la pequeña mano de la joven entre las suyas.
Hermione miraba su mano entre las de su esposo y con sutileza ella entrelazó sus dedos con los de él. Remus se sintió estremecer al realizar ese contacto tan propio de las parejas.
— ¿Tú, me extrañaste?...— preguntó angustiado.
— No— respondió ella — Yo te he necesitado todo el día.
El corazón del licántropo se renovó de escuchar aquello.
— Oh,Hermione— suspiró él antes de lanzarse a sus labios con fiereza, la sujetó por la nuca para intensificar el beso y enredar sus de dedos en el espeso cabello castaño de su amada.
— Sabes que estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano por contenerme y me dices eso— le habló entre besos y jadeos.
— Pero es la verdad... Te necesito, Remus — dijo desesperada mientras se repartían acalorados besos.
El licántropo comenzó a sentir un agradable ardor en las estigmas que misteriosamente habían aparecido en su piel y habían empezado a avanzar en su cuerpo con crueldad. Pensó que el tenerla cerca le hacía olvidar todo.
Hermione detuvo sus besos un momento para poder mirarlo, él quiso protestar, pero las manos de la joven le acariciaron amorosamente el rostro, pasando sus dedos con suavidad por las cicatrices que llevaba producto de sus transformaciones mensuales.
Remus se quedó inmóvil, ella no mostraba ningún tipo de rechazo hacia él, o era muy afortunado o ella muy ciega...
— ¿ Quieres que pare? ¿ te molesta?— le preguntó al verlo tan paralizado.
— No me molesta y ¿no debería ser yo el que pregunte eso? — respondió con su sonrisa lobuna.
Hermione soltó una pequeña risita por la ironía suave tan propia de su esposo.
— Hermione, hay algo que debo decirte— le habló poniéndose algo serio.
— Te escucho — le respondió su castaña mientras regresaba sus manos con las de él.
— No sabría como empezar...— le dijo dubitativo mientras entrelazaba sus manos con las de su esposa— Siento miedo de como lo tomes, pero hace poco lunático me... Hizo notar que tú eres la compañera que todos estos años esperamos y eso significa que...
— Significa que yo te pertenezco y tú me perteneces— terminó de decir ella tironeando de él para besarlo.
Entre besos Remus pudo hacer la pregunta que nacía irremediable en su mente.
— ¿Desde cuándo lo sabes?— preguntó mientras tomaba el rostro de su esposa con ambas manos, esperaba una respuesta.
— ¡Demasiado cerca!— gritó Poppy que justo había detenido sus labores para vigilarlos.
Remus se separó de ella y volvió a sentarse en la silla para guardar las aparaciencias
— Lo sé desde hace poco tiempo y no me voy a oponer a nada de lo que quieras hacerme... — le respondió su castaña con una mirada pícara.
— Por favor ten piedad de mí — le suplicó a su esposa en voz baja — Me Estoy esforzando para no sobrepasarme contigo.
Hermione vio sus ojos y notó en ellos una tormenta de sentimientos, tal vez era mejor no tentarlo más, además Poppy los observaba cada tanto, lo que les impedía continuar...
La joven metió su mano debajo de la almohada y sacó de allí la corbata de Remus.
— Ayer... Te la olvidaste— le dijo mientras se la acercaba.
Remus la tomó, su corbata estaba bien doblada. La miró y sonrió con picardía.
— ¿ Ah, la olvidé?, porque ¿sabes? Yo recordaba que tú me la habías quitado de un tirón y luego la revoleaste por algún lugar.— le dijo juguetonamente.
Hermione carraspeó algo avergonzada y se removió en la cama inquieta.
— Recuerdas mal— se apuró en decirle ella.
El licántropo se rió por la imagen tierna que ella daba al incomodarse. Hermione no tenía idea de cuanto él amaba sus arrebatos, sus atrevimientos y su falta de habilidad para mentir.
Cariñosamente Remus le acarició las mejillas y con delicadeza la atrajo para darle un beso mas casto y dulce. Fué correspondido del mismo modo. Con la misma delicadeza que él le brindaba, Hermione lo besaba.
Los minutos fueron pasando y ambos aprovechaban cada descuido de madame Pomfrey para besarse.
Lamentablemente para ellos una hora no era suficiente y el reloj de la enfermería les indicaba que el horario de visitas ya estaba próximo a finalizar.
— Quédate, quédate conmigo — le suplicó Hermione como un secreto sobre sus labios.
— Sabes que no puedo— le dijo antes de volver a besarla y tomarla por la cintura— Que más querría yo que quedarme contigo y besarte toda la noche.
El matrimonio se abrazó con fuerza. Sabían que pronto entraría Poppy para dar por terminada la visita.
Al separarse de su Hermione; Remus se dispuso a colocarse la única corbata que tenía ( casi todos sus alumnos le habían hecho notar su falta durante el día, ¡cómo si el no lo supiera!).
La castaña ladeó su cabeza al verlo alistarse y mordió su labio inferior en un gesto de deseo por él. Un gesto que Remus no pasó por alto.
— ¿ En qué estás pensando Hermione? — preguntó con un rostro picarón.
— ¡ En nada!... En realidad pensaba que no sabes hacer el nudo de la manera correcta — le dijo de forma distraída.
La castaña había tendido su trampa...
— Me imagino que tú si sabes...
— Pues... Mejor que tú sí
Remus alzo sus cejas ante la castaña orgullosa que se erguía frente a sus ojos ambarinos.
— Entonces enseñame ¡ oh gran experta!
Y la presa cayó en la trampa...
— Será un placer. — le respondió ella arrodillándose en la cama para estar casi a su altura.
Remus se quedó quieto, parado frente a ella mirándola como se esmeraba en armar el nudo de su corbata. Los delgados dedos de ella se movían ágiles y apenas lo rozaban, se sentía arder. No entendía como ese simple roce podía enloquecer lo tanto.
— ¿ Terminaste?— le preguntó con una voz ronca.
— No— le mintió ella.
Hermione llevó sus labios al cuello de sus esposo y lo besó haciéndolo suspirar sonoramente. Escucharlo resoplar fue encantador para ella, la inundó de una osadía que ignoraba poseer.
Tirando de su corbata lo atrajo más hacia ella para besarle el cuello una vez más.
Remus tuvo que poner una mano en la cama para no caer encima de ella. Al poco tiempo sintió los labios de su esposa pasearse por su cuello, sintió sus besos y luego algo que no se esperó de ella nunca... Hermione le estaba dando un chupón.
Remus jadeó al sentir como lo succionaba y soltó un rugido cuando ella le mordió de manera suave. Ese era el lenguaje de lunático...
El licántropo la detuvo para mirarla con sus perdidos ojos ambarinos y sin decir nada la besó en los labios con vehemencia, disfrutando de lo que era suyo. Posesionado por lunático, Remus mordió el labio inferior de su castaña, lejos de dolerle Hermione gimió de placer.
La medimaga se asustó al escuchar aquellos sonidos que solo los amantes emiten cuando se entregan. Temía encontrarlos en una situación indecorosa... Pero afortunadamente solo habían estado besándose, aunque segundos después de aliviarse vio como la castaña le quitaba el saco a su profesor y el no ponía resistencia alguna.
— ¡Bueno! ¡ Bueno! — dijo la medimaga dando aplausos para llamar la atención y para cortar la atmósfera ardiente que ambos habían armado— ¡ Se acabó el horario de visitas!. Remus es hora de que te retires.
El licántropo se abrazó más a su esposa y gruñió sin poder evitarlo.
—¡¡ A mí no me gruñes!! ¿ entendido?— le dijo con autoridad la medimaga.
— Lo siento Poppy — se disculpó él con sinceridad.— Me despediré de Hermione y me iré.
— Rapidito, rapidito— le apuró Pomfrey dando chasquidos.
Remus la abrazó con fuerza rodeándola por la cintura, pegó su frente a la de ella y con voz suave le habló.
— Volveré para visitarte mañana ¿ Está bien?.
— Sí — le respondió ella haciendo una cara infantil de reproche.
— No me pongas esa cara, volveré mañana. Te traeré flores.
— Yo no quiero que vuelvas mañana, quiero que te quedes.— replicó la castaña.
— No empieces, no caeré en esta trampa. Dame un beso, asi podré irme contento.— le pidió con suavidad su esposo.
Hermione lo besó amorosamente amándolo en cada suspiro que él soltaba. La lengua de su esposo se paseo por el labio que él le había mordido haciéndola sobresaltarse, pero no se quejó. Se dejó hacer hasta que él decidió parar.
— Así cicatrizará mas rápido— le explicó a su esposa mientras le acariciaba el carnoso labio con el pulgar— Hasta mañana, Hermione.
— Hasta mañana— respondió con una sonrisa triste.
Remus abandonó la enfermería escoltado por la medimaga que le hablaba enérgicamente de algo que Hermione no logró alcanzar a escuchar.
La castaña dormiría
Una noche más en soledad en aquella enfermería. Acompañada solo por los recuerdos que en su piel ardían.
