Cada tarde,el licántropo se presentaba en la enfermería puntualmente. En la mesita de luz que se encontraba al lado de la cama de Hermione,nunca faltaban las flores que Remus le regalaba.
Tampoco faltaba la vigilancia de la medimaga Poppy Pomfrey cuando la castaña recibía a su puntual visita.
Los días de la semana fueron transcurriendo con tranquilidad, hasta que Hermione se recuperó satisfactoriamente.
El domingo por la tarde, la castaña estaba recogiendo sus cosas para retirarse de la enfermería completamente saludable.
— Voy a extrañar nuestras conversaciones matinales — le dijo Poppy.
— Yo también, Poppy .— le respondió Hermione — Pero siempre puedo volver a visitarte.
— Ah, no te preocupes... Pero cuando Remus y tú esperen a su primer bebé ,quiero ser yo la que te asista en todo, ¿Si?.— le dijo la medimaga muy convencida.
— Poppy...— quiso replicar la castaña con algo de tristeza en su mirada.
— No discutas, en cuanto me entere de que esperan a su primera cría, iré de inmediato a dónde sea que estén para atenderte ,y yo seré tu partera. No acepto un no como respuesta.
Hermione agachó su mirada. De sobra sabía que la situación no era la más propicia para tener un bebé y el recordarlo la entristecía. Ni siquiera sabía si sobreviviría a la guerra, ni tampoco si su esposo lo haría y eso la atormentaba hasta en sueños. De verdad No quería pensar en ello...
— No te preocupes ,querida. Todo va a estar bien.
— De eso nadie tiene la seguridad, Poppy... ,Y lo sabes— le respondió Hermione con angustia en sus ojos.
La medimaga tomó de manera maternal el rostro de la castaña, dedicandole una mirada apacible.
— Habrá tiempo para todo lo que quieras hacer, Ya lo verás. Recuérdalo todos los días, cada vez que te desanimes. ¿ Me prometes que lo harás?
— Lo prometo ,Poppy.— le respondió la castaña.
— Dilo ahora mismo, así sabré que lo recordarás.
— Tendré tiempo para hacer todo lo que quiera hacer— dijo obedeciendola sin mucho ánimo, pero se sorprendió al sentir algo de alivio en su corazón al decirlo, cómo si el solo pronunciar esas palabras le inyectara esperanza.
— Así está mejor— dijo la medimaga poniendo sus manos en la cadera.
Remus se presentó una vez más como lo había hecho cada día de esa semana. Quería ayudarla a cargar sus cosas y acompañarla hasta donde ella lo necesitara.
Poppy que miraba hacia la puerta, lo vió ingresar y con algarabía le saludó:
— ¡ Ah ,Remus! Viniste justo a tiempo. Hermione ya puede rehacer su vida estudiantil normal. La gripe que tuvo ya quedó en el olvido.
— Que bueno ,Poppy — le respondió el licántropo mientras dirigía una mirada amorosa a su esposa.
— Bueno ,ya pueden retirarse y comportarse como lo que son: dos animales en un celo permanente.— les dijo la medimaga agitando sus manos como si estuviera ahuyentando algo molesto.
La castaña no sabía dónde ocultarse , mientras que Remus ya estaba acostumbrado a las frases intrépidas de madame Pomfrey.
— Gracias por lo que nos toca ,Poppy. — le dijo Remus con una sonrisa.
— De nada— le respondió ella con su habitual descaro.
— ¿Estás lista?— le preguntó Remus a su esposa.
Hermione le sonrió ,y asintió con su cabeza.
— Bien, yo llevaré esto— le dijo su esposo tomando el pesado bolso con sus pertenencias— ¿ Qué traes aquí que lo hace tan pesado?.
— Libros — le respondió con una sonrisa — El hecho de que me haya enfermado, no significa que deba descuidar mis estudios.
La medimaga y el licántropo se rieron porque pasara lo que pasara ,ella no dejaba de ser una persona disciplinada.
— Hasta luego, madame Pomfrey — le dijo Hermione abrazando a la medimaga.
Poppy le correspondió el abrazo. Se había encariñado con la castaña el tiempo que habían pasado como paciente y medimaga. Además de que estaba feliz de queella fuera la compañera de Remus a quién conocía y había atendido desde que había sido un pequeño.
— Cuidate, no te desabrigues y alimentate bien. En cuanto tenga la poción anticonceptiva te la haré llegar.— le dijo la medimaga como si fuera un secreto.
Hermione solo asintió con su cabeza y se paró al lado de Remus, quien se había colgado al hombro el bolso de la castaña.
— Bueno, vayanse que tengo trabajo por hacer.— les dijo Poppy fingiendo rudeza.
— Te veré en un par de semanas — se despidió Remus.
Remus abrazó a su castaña por los hombros y juntos salieron de la enfermería.
Al llegar a los pasillos, tuvieron que separase para que nadie los viese, y luego divulgarán por todo el colegio lo que en realidad... ,Sí eran.
Ambos estaban felices de tenerse cerca ,aunque no pudieran tocarse. A propósito caminaban de forma lenta para alargar el recorrido.
— Remus, hay algo que tengo que... decirte.— soltó la castaña sin saber como empezar a explicarle lo del ritual de las cadenas.
— Yo también ,tengo que decirte algo— le confesó él, sin saber tampoco cómo explicar que en el colegio circulaba un rumor sobre él y su "amante". Más los problemas que le estaba generando Nymphadora...
— Remus... ¿ qué tienes?¿ por qué te ves tan preocupado?— le dijo su esposa que estaba siendo invadida por su miedo más recurrente: que él la abandonara.
— No es nada, es... Verás... Severus vió la marca que tú me dejaste en el cuello, ¡ no te asustes!, él no tiene idea de que fuiste tú, pero lo conozco y sé que él no es una persona que se quede "masticando" la intriga por mucho tiempo. Seguramente estará tratando de averiguar quién es mi "amante" . Después de que él lo divulgara por todo Hogwarts, el mundo entero no hace otra cosa más que hablar sobre eso en estos momentos.
— ¿Sobre que tienes una "amante"? — preguntó divertida la castaña.
— Sí — respondió con sus mejillas sonrosadas.
— Y... ¿ a ti te gusta que yo sea esa amante?.— le preguntó seductoramente.
El licántropo detuvo su andar para mirarla a los ojos y decirle con total honestidad todo lo que sentía por ella.
— Tú significas mucho más que eso para mí. Eres mi compañera de vida, no hay ni habrá ninguna mujer que pueda igualarte y tampoco reemplazarte. Nadie mas que tú puede ocupar ese lugar en mi vida. Eres el complemento mío y del maldito lobo que llevo en mi interior y si no estás a mi lado... No tengo motivos para seguir viviendo.
— No digas eso, No hables así. Yo siempre estaré a tu lado, sin importar nada. Porque yo tampoco tendré vida si no estás conmigo Remus. — le confesó Hermione al borde de las lágrimas.
Remus miró en todas direcciones buscando un aula vacía hasta que encontró una. Tomando a Hermione de la mano la llevó hasta allí, donde se ocultaron.
Remus dejó caer el bolso en el suelo estrepitosamente y se lanzó a los brazos de su esposa para devorarle los labios con suma urgencia. Él enrolló sus brazos alrededor de la diminuta cintura de su castaña y la apretó contra su cuerpo.
Sentir su cuerpo tan ajustado al de él la hizo gemir irremediablemente.
Remus ahogó con sus besos esos provocativos sonidos que ella emitía.
Enloquecida por el deseo se subió a él aferrándose con sus piernas al cuerpo de su esposo. Remus la sujetó por sus muslos sin dejar de besarla y la cargó hasta un pupitre, sentándola con delicadeza.
Sin querer hacerlo detuvo sus besos para advertirle.
— No empieces ,amor...— le rogó Remus mientras acariciaba la mejilla de su esposa.— Aquí no podemos y no tienes idea de lo dolorosa que es la frustración para mí...
El licántropo trataba de regularizar su respiración, pero no lo conseguía. Sentir la suavidad de los muslos de su castaña bajo sus manos,le hacían querer aventurarse más y tocarla por debajo de la falda.
Ella solo suspiraba por las caricias atrevidas que Remus le propinaba.
— Remus... — gimió ella llamándolo con la mirada
Él no se hizo esperar y volvió a atacar los labios de su compañera. Se contuvo de no tomarla en ese mismo lugar, pero esa tarea se le estaba volviendo casi imposible...
La joven aprisionó a su esposo entre sus piernas, aferrándose a él de forma apasionada. Besándolo con la misma intensidad que él lo hacía, mientras le quitaba el saco a tirones.
Remus era consciente de lo que ella hacía y del peligro que corrían de ser descubiertos allí... Pero aún así no la detuvo, su deseo por ella no era algo fácil de sobrellevar.
El saco del licántropo cayó al suelo. El sweater de la joven tuvo el mismo destino después de que su esposo se lo quitara con premura.
Remus volvió a abrazarla y a recorrer la silueta de su esposa con las manos. La fina tela de la camisa que ella llevaba puesta le permitía sentirla mejor, pero no lo suficiente...
Avanzó sobre ella tomándola de su cintura y besándola con violencia. Sin poder evitarlo, el licántropo frotó contra la intimidad de su castaña la creciente excitación que estaba ocurriéndole dentro de sus pantalones...
Aquel libidinoso roce les generó a ambos una calurosa descarga en las estigmas de las cadenas. El solo sentir aquello les arrancó a ambos gemidos que hicieron eco en aquella aula abandonada.
Por un momento ,ambos detuvieron sus besos, pero no rompieron su estrecha proximidad.
Los ojos ambarinos del licántropo estaban ensombrecidos de deseo y no se apartaban de los ojos de la castaña. Las respiraciones agitadas chocaban entre si sin control.
El instinto de Remus lo empujó a repetir aquella fricción que solo era separada por las telas de las ropas que llevaban puestas. Provocando que Hermione gimiera arqueando su espalda. Deleitando la vista de su esposo.
En el rostro de Remus se dibujó una lasciva sonrisa lobuna. Él No sabía que le daba más placer ,si el hecho realizar ese contacto tan íntimo, aún siendo interrumpido por la ropa o el poder ver a su compañera contorsionarse de placer con cada roce que él realizaba.
Haciendo acopio de autocontrol, el licántropo decidió torturar un poco a su Hermione, deteniéndo aquellos libidinosos roces. Dándole únicamente besos suaves en sus labios y en la piel de su delicado cuello.
— Remus... — protestó Hermione sintiendo que aquellos besos no la saciaban.
— Mmmm...— respondió él mientras estaba dándole una suave succión en el cuello para no dejar evidencias.
— Ah... Mm más, por favor... — le suplicó sollozando y gimiendo.
— ¿ Más, qué? — le preguntó jugando con ella. Mirándola a los ojos fingiendo no entender.
En respuesta ella resopló molesta, apretándolo entre sus piernas y atrayéndolo de la corbata. Lo miró con sus ojos de color chocolate llenos de necesidad.
Tuvo que dominarse a si mismo para no caer en su propia trampa, porque en aquellos ojos se podía leer el claro mensaje de lo que le suplicaban y él era capaz de complacerla en todo lo que ella quisiera, pero en vez de eso le dijo con todo descaro:
— No tengo claro aún que es lo que me pides...— la voz del licántropo había sonado ronca y agitada.
Presa de la necesidad por su esposo. Enrolló sus piernas alrededor de él e inició un frenético roce entre ellos, soltando gemidos que resonaron por toda el aula.
La voz de ella evidenciando lo mucho que disfrutaba sentir el bulto que se había formado dentro de su pantalón, lo sacó de quicio. La abrazó por la cintura sujetándola con firmeza y empujó contra ella con vigorprovocando que su compañera sintiera más placer.
Los empujes del licántropo eran vehementes y hasta un poco violentos. Estaba gustosamente sorprendido de verla arquearse y cerrar sus ojos para sentir mejor sus embestidas.
—Mirala...— le dijo Lunático a Remus entre jadeos y gruñidos en su interior — Es... Perfecta, te dije que es perfecta para nosotros... Es tan salvaje y fogosa... Ya no esperemos más ,humano,hagamosla nuestra...
Remus no se frenó y con una mano tironeó el cuello de la camisa de su esposa haciendo saltar los primeros botones. Dejando expuesto aquel cuello tan anhelado y el nacimiento de los pechos de la joven. Lascivamente la besó en esa tersa piel que había quedado desnuda después de su arrebato. Recorrió con su boca cada parte dejando marcas en sus pechos.
Las embestidas cobraban cada vez más fuerza, intensificando los gemidos de la joven, haciendo que el pupitre que sopprtaba el peso de la joven, crujiera por las sacudidas que los amantes le estaban haciendo.
Aquel simulacro de penetración le había obnubilado la razón a Hermione, solo podía cerrar sus ojos y arquear su cuerpo. El licántropo le estaba haciendo perder el juicio, no recordaba ni su propio nombre. En su mente solo estaba el nombre de Remus y su perfume que la embriagaba.
— Marcame...— le pidió su compañera completamente entregada.
—¿ Qué? — le preguntó Remus con la voz ronca. Dudando de haber escuchado bien.
— Quiero que me marques...— le pidió mirándolo a los ojos.
— Oh... ,Hermione, mi amor... No puedo hacerte eso... Esa marca jamás se borrará — le respondió tratando de no ceder a su petición.
— Por favor, Remus... Si no lo haces tú, otro lo hará — le manipuló la joven.
— ¡Jamás permitiré eso!. Eres mía. — rugió Remus con su mirada desencajada y sus dientes caninos mas sobresalientes que nunca.
La tomó entre sus brazos, para bajarla de aquel pupitre. La joven se sujetó a él y se dejó llevar. El licántropo la aprisionó contra una pared y se acomodó entre las piernas de su compañera, a lo que ella correspondió rodeándolo con las mismas y llevando sus brazos a la espalda de su esposo.
Así continuó aquel vaivén frenético entre ellos. Remus la sujetaba con un brazo por la cintura mientras que con su mano libre le tomaba el rostro. Le besó recorriendo su boca con la lengua sin dejar un espacio sin probar y sin decirle nada, ni tampoco deteniendo sus empujes ,el licántropo bajó hasta su cuello y la mordió, penetrando la piel de su hermosa compañera con los urgidos caninos haciéndola gritar de placer...
— Oh ,Remus... ¡Ah!... Mmmm— la castaña finalmente había emitido un sonido parecido a un ronroneo.
Los embistes continuaron erráticos y desenfrenados. Tanto que cualquiera que hubiera visto aquella escena, vreería que estaba sucediendo una verdadera penetración allí. Mas para la castaña fue suficiente con eso para hacerla sentir que se derretía en los brazos de su esposo. Había llegado a la cúspide del placer , sintiendo como su intimidad se humedecía copiosamente.
El cuerpo de la joven temblaba, no sabía lo que le había ocurrido, pero sí sabía que quería volver a vivirlo.
— Hermione, mi amor ¿ estás bien?— le preguntó con la voz ronca el licántropo. Deteniendo sus movimientos al sentirla tan vulnerable. Temía el haberla lastimado.
— Sí..., yo...— la castaña convulsionaba de gusto — No puedo describir...
Remus entendió que la había dejado satisfecha y eso le alimentó el ego, pero por otro lado se frustró, pues él aún no había alcanzado su propio clímax.
Remus sonrió de forma lobuna , dejando ver sus sobresalientes dientes.
— Me asusté, por un momento pensé que te había hecho daño. ¿ Te duele?— le preguntó mientras le acariciaba el rostro con dulzura.
— No... Solo arde, pero me gusta— le respondió ella tocándose donde había sido mordida.
Remus soltó un gruñido lujurioso y la besó suavemente en los labios.
Lunático que tenía los sentidos agudizados percibió el olor de la intimidad de su compañera y se lo hizo notar a Remus.
— Humano, siente eso... Ese aroma delicioso viene de ella, de entre sus piernas... Debemos beberla. Ella nos pertenece ahora, es nuestro derecho como esposo.
La castaña se sobresaltó al escuchar la voz grave y ronca de Moony en su mente.
— ¿ Qué... Quién? — le preguntó a Remus confundida.
— Es Lunático — le respondió intuyendo lo que sucedía.
— Hola ,mi indómita gatita— le saludó Lunático con una voz libidinosa provocando que la castaña se estremeciera al escucharlo. — Los ronroneos y gemidos que hiciste... Mmmm amé cada uno de ellos.—terminó de decirle logrando que Hermione se avergonzara súbitamente.
— ¡ Callate ,Lunático! — le ordenó Remus, no quería que molestara a su esposa con sus depravaciones.
El lobo soltó una risa canina que a Hermione le dejó la piel erizada.
— No te asustes, es normal que puedas escucharlo después de que...de que te marqué. — le dijo Remus con las mejillas rojas, mirándola con ojos melosos.
Se besaron con ternura, dulcemente se propinaban caricias en la espalda al abrazarse el uno al otro. De pronto el licántropo detuvo sus besos forzosamente.
— Creo que viene alguien... — Remus agudizó su oído sin dejar de abarazarla— Sí, alguien viene.— le confirmó algo nervioso.
— ¿ Y ahora qué hacemos?.— preguntó asustada la castaña.
Remus miraba en todas direcciones buscando una forma de escapar del inoportuno que se aproximaba dando pasos agitados y haciendo ondear algo en el aire.
— ¡Maldición!, es Severus — dijo Remus reconociendo ese caminar y el ruido de la túnica al agitarse en el aire.
Hermione lo miró asombrada por la precisión y agudeza que él poseía.
— No te preocupes. Quédate aquí , saldré un momento. — le pidió su esposo.
— Pero...— quiso replicar la castaña.
— Por favor ,amor— le rogó el dándole un beso en los labios — Solo será un momento, a lo mejor logro distraerlo para que no ingrese.
El licántropo salió del aula con naturalidad, como si nada estuviera sucediendo, parándose frente a las puertas del aula "vacía".
— Pero míra nada más... Si es mi amigo, el lobo enamorado.
— Hola,Severus,¿cómo estás? ;"Yo estoy muy bien, gracias por preguntarlo".— le dijo con ironía el licántropo.
— ¡ Por supuesto!, de otra manera no podía ser. A propósito de estar... ¿ Qué haces aquí tan misterioso?... — le preguntó con suspicacia el pocionista
— Paseaba.
— ¿ Paseabas?— preguntó el pocionista con esceptisismo.
— Sí, ¿ Acaso no puedo hacerlo?— le dijo Remus con tranquilidad.
— Sí ,por supuesto, solamente me llamo la atención tu nueva forma de vestir... Tu cabello está desaliñado al igual que tu ropa y ni hablar de tu... ¿A eso siquiera se le puede llamar corbata?.
Remus se quitó de un tirón lo que alguna vez había sido la única corbata que tenía.
— Si, bueno... Yo acostumbro vestirme así para pasear.
— Sabes que no te creo, ¿verdad, Lupin?.— le dijo Snape con el rostro lleno de comicidad.
— ¿ Qué escondes detrás de tu espalda, Severus? — le preguntó el licántropo percibiendo que el pocionista ocultaba algo...
— ¡¡Nada que a tu hocico le importe, Lupin!!— respondió nervioso y molesto el pelinegro.
— Sabes que puedo descubrirlo con mi olfato... ¿ verdad, Snape?— ahora era Remus el que ponía un rostro lleno de picardía, mientras se apoyaba con una mano en el dintel de la puerta, lo que le daba un aire relajado. Pero lo que en realidad hacia era obstruir el paso al aula donde su castaña estaba oculta.
— Bien, Lupin. Te propongo una tregua:— dijo Severus viéndose en las mismas condiciones que Remus— Haremos de cuenta que no nos hemos visto ni olfateado (en tu caso por supuesto). Yo no vi nada, no sé nada...
— Estoy de acuerdo. Yo no he olfateado nada y tampoco sé nada.— dijo Remus con suficiencia.
— Bien— respondió Snape sabiendo que podía confiar en el licántropo.
— Bien— replicó Remus.
— En ese caso volveré a reanudar mi recorrido— dijo el pocionista retirandose mientras ocultaba algo.
— Y yo a mi paseo— dijo Remus mientras ingresaba al aula donde escondía a alguien...
Remus abrazó a su castaña por los hombros y juntos salieron de la enfermería.
Al llegar a los pasillos, tuvieron que separase para que nadie los viese, y luego divulgarán por todo el colegio lo que en realidad... ,Sí eran.
Ambos estaban felices de tenerse cerca ,aunque no pudieran tocarse. A propósito caminaban de forma lenta para alargar el recorrido.
— Remus, hay algo que tengo que... decirte.— soltó la castaña sin saber como empezar a explicarle lo del ritual de las cadenas.
— Yo también ,tengo que decirte algo— le confesó él, sin saber tampoco cómo explicar que en el colegio circulaba un rumor sobre él y su "amante". Más los problemas que le estaba generando Nymphadora...
— Remus... ¿ qué tienes?¿ por qué te ves tan preocupado?— le dijo su esposa que estaba siendo invadida por su miedo más recurrente: que él la abandonara.
— No es nada, es... Verás... Severus vió la marca que tú me dejaste en el cuello, ¡ no te asustes!, él no tiene idea de que fuiste tú, pero lo conozco y sé que él no es una persona que se quede "masticando" la intriga por mucho tiempo. Seguramente estará tratando de averiguar quién es mi "amante" . Después de que él lo divulgara por todo Hogwarts, el mundo entero no hace otra cosa más que hablar sobre eso en estos momentos.
— ¿Sobre que tienes una "amante"? — preguntó divertida la castaña.
— Sí — respondió con sus mejillas sonrosadas.
— Y... ¿ a ti te gusta que yo sea esa amante?.— le preguntó seductoramente.
El licántropo detuvo su andar para mirarla a los ojos y decirle con total honestidad todo lo que sentía por ella.
— Tú significasmucho más que eso para mí. Eres mi compañera de vida, no hay ni habrá ninguna mujer que pueda igualarte y tampoco reemplazarte. Nadie mas que tú puede ocupar ese lugar en mi vida. Eres el complemento mío y del maldito lobo que llevo en mi interior y si no estás a mi lado... No tengo motivos para seguir viviendo.
— No digas eso, No hables así. Yo siempre estaré a tu lado, sin importar nada. Porque yo tampoco tendré vida si no estás conmigo Remus. — le confesó Hermione al borde de las lágrimas.
Remus miró en todas direcciones buscando un aula vacía hasta que encontró una. Tomando a Hermione de la mano la llevó hasta allí, donde se ocultaron.
Remus dejó caer el bolso en el suelo estrepitosamente y se lanzó a los brazos de su esposa para devorarle los labios con suma urgencia. Él enrolló sus brazos alrededor de la diminuta cintura de su castaña y la apretó contra su cuerpo.
Sentir su cuerpo tan ajustado al de él la hizo gemir irremediablemente.
Remus ahogó con sus besos esos provocativos sonidos que ella emitía.
Enloquecida por el deseo se subió a él aferrándose con sus piernas al cuerpo de su esposo. Remus la sujetó por sus muslos sin dejar de besarla y la cargó hasta un pupitre, sentándola con delicadeza.
Sin querer hacerlo detuvo sus besos para advertirle.
— No empieces ,amor...— le rogó Remus mientras acariciaba la mejilla de su esposa.— Aquí no podemos y no tienes idea de lo dolorosa que es la frustración para mí...
El licántropo trataba de regularizar su respiración, pero no lo conseguía. Sentir la suavidad de los muslos de su castaña bajo sus manos,le hacían querer aventurarse más y tocarla por debajo de la falda.
Ella solo suspiraba por las caricias atrevidas que Remus le propinaba.
— Remus... — gimió ella llamándolo con la mirada
Él no se hizo esperar y volvió a atacar los labios de su compañera. Se contuvo de no tomarla en ese mismo lugar, pero esa tarea se le estaba volviendo casi imposible...
La joven aprisionó a su esposo entre sus piernas, aferrándose a él de forma apasionada. Besándolo con la misma intensidad que él lo hacía, mientras le quitaba el saco a tirones.
Remus era consciente de lo que ella hacía y del peligro que corrían de ser descubiertos allí... Pero aún así no la detuvo, su deseo por ella no era algo fácil de sobrellevar.
El saco del licántropo cayó al suelo. El sweater de la joven tuvo el mismo destino después de que su esposo se lo quitara con premura.
Remus volvió a abrazarla y a recorrer la silueta de su esposa con las manos. La fina tela de la camisa que ella llevaba puesta le permitía sentirla mejor, pero no lo suficiente...
Avanzó sobre ella tomándola de su cintura y besándola con violencia. Sin poder evitarlo, el licántropo frotó contra la intimidad de su castaña la creciente excitación que estaba ocurriéndole dentro de sus pantalones...
Aquel libidinoso roce les generó a ambos una calurosa descarga en las estigmas de las cadenas. El solo sentir aquello les arrancó a ambos gemidos que hicieron eco en aquella aula abandonada.
Por un momento ,ambos detuvieron sus besos, pero no rompieron su estrecha proximidad.
Los ojos ambarinos del licántropo estaban ensombrecidos de deseo y no se apartaban de los ojos de la castaña. Las respiraciones agitadas chocaban entre si sin control.
El instinto de Remus lo empujó a repetir aquella fricción que solo era separada por las telas de las ropas que llevaban puestas. Provocando que Hermione gimiera arqueando su espalda. Deleitando la vista de su esposo.
En el rostro de Remus se dibujó una lasciva sonrisa lobuna. Él No sabía que le daba más placer ,si el hecho realizar ese contacto tan íntimo, aún siendo interrumpido por la ropa o el poder ver a su compañera contorsionarse de placer con cada roce que él realizaba.
Haciendo acopio de autocontrol, el licántropo decidió torturar un poco a su Hermione, deteniéndo aquellos libidinosos roces. Dándole únicamente besos suaves en sus labios y en la piel de su delicado cuello.
— Remus... — protestó Hermione sintiendo que aquellos besos no la saciaban.
— Mmmm...— respondió él mientras estaba dándole una suave succión en el cuello para no dejar evidencias.
— Ah... Mm más, por favor... — le suplicó sollozando y gimiendo.
— ¿ Más, qué? — le preguntó jugando con ella. Mirándola a los ojos fingiendo no entender.
En respuesta ella resopló molesta, apretándolo entre sus piernas y atrayéndolo de la corbata. Lo miró con sus ojos de color chocolate llenos de necesidad.
Tuvo que dominarse a si mismo para no caer en su propia trampa, porque en aquellos ojos se podía leer el claro mensaje de lo que le suplicaban y él era capaz de complacerla en todo lo que ella quisiera, pero en vez de eso le dijo con todo descaro:
— No tengo claro aún que es lo que me pides...— la voz del licántropo había sonado ronca y agitada.
Presa de la necesidad por su esposo. Enrolló sus piernas alrededor de él e inició un frenético roce entre ellos, soltando gemidos que resonaron por toda el aula.
La voz de ella evidenciando lo mucho que disfrutaba sentir el bulto que se había formado dentro de su pantalón, lo sacó de quicio. La abrazó por la cintura sujetándola con firmeza y empujó contra ella con vigorprovocando que su compañera sintiera más placer.
Los empujes del licántropo eran vehementes y hasta un poco violentos. Estaba gustosamente sorprendido de verla arquearse y cerrar sus ojos para sentir mejor sus embestidas.
—Mirala...— le dijo Lunático a Remus entre jadeos y gruñidos en su interior — Es... Perfecta, te dije que es perfecta para nosotros... Es tan salvaje y fogosa... Ya no esperemos más ,humano,hagamosla nuestra...
Remus no se frenó y con una mano tironeó el cuello de la camisa de su esposa haciendo saltar los primeros botones. Dejando expuesto aquel cuello tan anhelado y el nacimiento de los pechos de la joven. Lascivamente la besó en esa tersa piel que había quedado desnuda después de su arrebato. Recorrió con su boca cada parte dejando marcas en sus pechos.
Las embestidas cobraban cada vez más fuerza, intensificando los gemidos de la joven, haciendo que el pupitre que sopprtaba el peso de la joven, crujiera por las sacudidas que los amantes le estaban haciendo.
Aquel simulacro de penetración le había obnubilado la razón a Hermione, solo podía cerrar sus ojos y arquear su cuerpo. El licántropo le estaba haciendo perder el juicio, no recordaba ni su propio nombre. En su mente solo estaba el nombre de Remus y su perfume que la embriagaba.
— Marcame...— le pidió su compañera completamente entregada.
—¿ Qué? — le preguntó Remus con la voz ronca. Dudando de haber escuchado bien.
— Quiero que me marques...— le pidió mirándolo a los ojos.
— Oh... ,Hermione, mi amor... No puedo hacerte eso... Esa marca jamás se borrará — le respondió tratando de no ceder a su petición.
— Por favor, Remus... Si no lo haces tú, otro lo hará — le manipuló la joven.
— ¡Jamás permitiré eso!. Eres mía. — rugió Remus con su mirada desencajada y sus dientes caninos mas sobresalientes que nunca.
La tomó entre sus brazos, para bajarla de aquel pupitre. La joven se sujetó a él y se dejó llevar. El licántropo la aprisionó contra una pared y se acomodó entre las piernas de su compañera, a lo que ella correspondió rodeándolo con las mismas y llevando sus brazos a la espalda de su esposo.
Así continuó aquel vaivén frenético entre ellos. Remus la sujetaba con un brazo por la cintura mientras que con su mano libre le tomaba el rostro. Le besó recorriendo su boca con la lengua sin dejar un espacio sin probar y sin decirle nada, ni tampoco deteniendo sus empujes ,el licántropo bajó hasta su cuello y la mordió, penetrando la piel de su hermosa compañera con los urgidos caninos haciéndola gritar de placer...
— Oh ,Remus... ¡Ah!... Mmmm— la castaña finalmente había emitido un sonido parecido a un ronroneo.
Los embistes continuaron erráticos y desenfrenados. Tanto que cualquiera que hubiera visto aquella escena, vreería que estaba sucediendo una verdadera penetración allí. Mas para la castaña fue suficiente con eso para hacerla sentir que se derretía en los brazos de su esposo. Había llegado a la cúspide del placer , sintiendo como su intimidad se humedecía copiosamente.
El cuerpo de la joven temblaba, no sabía lo que le había ocurrido, pero sí sabía que quería volver a vivirlo.
— Hermione, mi amor ¿ estás bien?— le preguntó con la voz ronca el licántropo. Deteniendo sus movimientos al sentirla tan vulnerable. Temía el haberla lastimado.
— Sí..., yo...— la castaña convulsionaba de gusto — No puedo describir...
Remus entendió que la había dejado satisfecha y eso le alimentó el ego, pero por otro lado se frustró, pues él aún no había alcanzado su propio clímax.
Remus sonrió de forma lobuna , dejando ver sus sobresalientes dientes.
— Me asusté, por un momento pensé que te había hecho daño. ¿ Te duele?— le preguntó mientras le acariciaba el rostro con dulzura.
— No... Solo arde, pero me gusta— le respondió ella tocándose donde había sido mordida.
Remus soltó un gruñido lujurioso y la besó suavemente en los labios.
Lunático que tenía los sentidos agudizados percibió el olor de la intimidad de su compañera y se lo hizo notar a Remus.
— Humano, siente eso... Ese aroma delicioso viene de ella, de entre sus piernas... Debemos beberla. Ella nos pertenece ahora, es nuestro derecho como esposo.
La castaña se sobresaltó al escuchar la voz grave y ronca de Moony en su mente.
— ¿ Qué... Quién? — le preguntó a Remus confundida.
— Es Lunático — le respondió intuyendo lo que sucedía.
— Hola ,mi indómita gatita— le saludó Lunático con una voz libidinosa provocando que la castaña se estremeciera al escucharlo. — Los ronroneos y gemidos que hiciste... Mmmm amé cada uno de ellos.—terminó de decirle logrando que Hermione se avergonzara súbitamente.
— ¡ Callate ,Lunático! — le ordenó Remus, no quería que molestara a su esposa con sus depravaciones.
El lobo soltó una risa canina que a Hermione le dejó la piel erizada.
— No te asustes, es normal que puedas escucharlo después de que...de que te marqué. — le dijo Remus con las mejillas rojas, mirándola con ojos melosos.
Se besaron con ternura, dulcemente se propinaban caricias en la espalda al abrazarse el uno al otro. De pronto el licántropo detuvo sus besos forzosamente.
— Creo que viene alguien... — Remus agudizó su oído sin dejar de abarazarla— Sí, alguien viene.— le confirmó algo nervioso.
— ¿ Y ahora qué hacemos?.— preguntó asustada la castaña.
Remus miraba en todas direcciones buscando una forma de escapar del inoportuno que se aproximaba dando pasos agitados y haciendo ondear algo en el aire.
— ¡Maldición!, es Severus — dijo Remus reconociendo ese caminar y el ruido de la túnica al agitarse en el aire.
Hermione lo miró asombrada por la precisión y agudeza que él poseía.
— No te preocupes. Quédate aquí , saldré un momento. — le pidió su esposo.
— Pero...— quiso replicar la castaña.
— Por favor ,amor— le rogó el dándole un beso en los labios — Solo será un momento, a lo mejor logro distraerlo para que no ingrese aquí.
El licántropo salió del aula con naturalidad, como si nada estuviera sucediendo, parándose frente a las puertas del aula "vacía".
— Pero míra nada más... Si es mi amigo, el lobo enamorado.
— Hola Severus ¿ cómo estás? ;"Yo estoy muy bien, gracias por preguntarlo".— le dijo con ironía el licántropo.
— ¡ Por supuesto!, de otra manera no podía ser. A propósito de estar... ¿ Qué haces aquí tan misterioso?... — le preguntó con suspicacia el pocionista
— Paseaba.
— ¿ Paseabas?— preguntó el pocionista con esceptisismo.
— Sí, ¿ Acaso no puedo hacerlo?— le dijo Remus con tranquilidad.
— Sí ,por supuesto, solamente me llamo la atención tu nueva forma de de vestir... Tu cabello está desaliñado al igual que tu ropa y ni hablar de tu... ¿A Eso siquiera se le puede llamar corbata?.
Remus se quitó de un tirón lo que alguna vez había sido la única corbata que tenía.
— Si, bueno... Yo acostumbro vestirme así para pasear.
— Sabes que no te creo, ¿ verdad, Lupin?.— le dijo Snape con el rostro lleno de comicidad.
— ¿ Qué escondes detrás de tu espalda, Severus? — le preguntó el licántropo percibiendo que el pocionista ocultaba algo...
— ¡¡Nada que a tu hocico le importe, Lupin!!— respondió nervioso y molesto el pelinegro.
— Sabes que puedo descubrirlo con mi olfato... ¿ verdad, Snape?— ahora era Remus el que ponía un rostro lleno de picardía, mientras se apoyaba con una mano en el dintel de la puerta, lo que le daba un aire relajado. Pero lo que en realidad hacia era obstruir el paso al aula donde su castaña estaba oculta.
— Bien, Lupin. Te propongo una tregua:— dijo Severus viéndose en las mismas condiciones que Remus— Haremos de cuenta que no nos hemos visto ni olfateado (en tu caso por supuesto). Yo no vi nada, no se nada...
— Estoy de acuerdo. Yo no he olfateado nada y tampoco sé nada.— dijo Remus con suficiencia.
— Bien— respondió Snape sabiendo que podía confiar en el licántropo.
— Bien— replicó Remus.
— En ese caso volveré a reanudar mi recorrido— dijo el pocionista retirandose mientras ocultaba algo.
— Y yo a mi paseo— dijo Remus mientras ingresaba al aula donde escondía a alguien...
Remus regresó al aula con su castaña.
Ella estaba colocándose el sweater, suponiendo que el profesor Snape irrumpiría en cualquier momento, y no quería que la viera con la ropa hecha girones , más las marcas que su esposo le había hecho.
Apoyado en la puerta, el licántropo trataba de aquietar su respiración, tenía la camisa por fuera del pantalón, sus cabellos castaños estaban despeinados y sus ojos ambarinos se encontraban más ensombrecidos que antes.
— ¿ Qué haces?— preguntó con voz ronca, sobresaltando a su esposa.
— Temí que Snape entrara y ... No quería que me viera semi vestida. — le respondió con la vergüenza embargándola.
— Ven aquí. — le pidió Remus, mirándola conintensos ojos.
Ella corrió un poco, hasta llegar a él y lanzarse a sus brazos. Remus la recibió estrechándola por la cintura, besándola nuevamente con deseo. Jamás se cansaría del sabor de los labios de Hermione.
— Tu olor me está enloqueciendo... — le confesó el licántropo. — Será mejor que te acompañe hasta el retrato de la dama gorda, antes de que nos descubran.
— Está bien, creo que actuamos sin pensar...y... ¿Remus?...— dijo ella sintiendo como su esposo la acariciaba por debajo de la falda y deslizaba sus manos por la suave piel.
— Ve afuera tú primero... Necesito un momento para tranquilizarme— le pidió con la voz ronca y su respiración entrecortada.
— Claro... — le respondió ella un poco sonrojada.
La castaña salió del aula con calma. El pasillo estaba vacío, daba las gracias de que así fuera. En ese momento ella fue consciente de lo que habían estado haciendo y en el lugar en dónde estaban. Podrían haber sido descubiertos tranquilamente y era seguro que hubieran tenido problemas, además en medio de todo su arrebato de pasión se habían olvidado de bloquear la puerta y poner un hechizo insonorizador, los ruidos que ellos habían hecho habrían podido ser escuchados por cualquiera que pasara por allí.
Los mismos minutos que Hermione necesitó para tomar consciencia de sus actos, fueron los mismos que necesitó Remus para bajar su excitación.
Completamente alineado y cargando con el bolso de su esposa, salió de aquella aula abandonada, que había sido testigo de como un licántropo marcaba a su hembra, para que ningún otro se atreviera a querer tomarla. Ahora ella le pertenecía sin restricciones y Remus lo tenía muy claro y eso significaba solo una cosa: Que si alguna vez, había tenido control sobre si mismo y sobre la bestia en su interior , después de morderla, ya no lo recuperaría más...
— ¿Vamos? — le preguntó devorándola con la mirada.
Ella asintió con la cabeza y una tímida sonrisa.
Mientras caminaban en dirección a la torre de Gryffindor, Remus pensaba que era increíble el contraste entre aquella indomable castaña que había estado con él, en esa aula abandonada y la joven de mejillas sonrosadas y mirada tierna que caminaba a su lado en ese momento. No sabía cual faceta de ella le gustaba más, lunático por supuesto estaba encantado con la Hermione osada y salvaje que había demostrado que era en la intimidad...
—¿Te sientes bien?— le preguntó Remus con su voz que recobraba paulatinamente su tono habitual.
— Sí, ya no me arde— le respondió ella tocándose la mordida.
La joven sintió una punzada de excitación al recordar lo placentero que le había resultado sentir aquella mordida. Trató de disimularlo, pero su olor la delató.
Lunático, que estaba atento a su compañera percibió ese aroma inconfundible y le habló sin tapujos.
— Cuando la luna me libere, te poseeré sin compasión...
Los gruñidos de lunático resonaban claros en la mente de Hermione, era muy extraño sentirlo, escucharlo y entenderlo. Claramente Remus también lo hacía, ya acostumbrado a lidiar con el insurrecto lobo interno.
— Tendrás que acostumbrarte a escucharlo. Solo tú puedes hacerlo, además de mí por supuesto.— le explicó a Hermione.
— ¿Es por qué me marcaste?— le preguntó intuyendo la respuesta.
— Sí. Al haberte marcado, estableciste un vínculo con Lunático también. Es por eso que lo puedes escuchar, siempre que me tengas cerca, claro.
— Entiendo... — le dijo ella sin salir de su asombro.
— Eres deliciosa, el olor que proviene de ti me encanta. Estás en celo, casualmente yo también lo estoy...
— Tú vives en ese estado, Lunático — le dijo Remus molesto a su lado animal. Dejando que Hermione escuchara por primera vez una discusión entre ellos.
— Estoy hablando con mi hembra, tú no te metas, humano.
— ¿Siempre pelean así? — preguntó Hermione divertida.
— Sí — respondieron ambos al unísono.
Hermione rió con gracia encantando a los dos por igual. Definitivamente era ella la indicada para las dos partes de un mismo ser...
Al llegar a las escaleras que conducían al retrato de la dama gorda. La castaña se paró en el primer escalón para mirar de frente a su esposo.
—¿Segura de que quieres que te acompañe solo hasta aquí? — le preguntó él con timidez.
— Sí, no te preocupes. Esperaré a que las escaleras cambien de lugar para subir. Me dejarán en el lugar exacto, así que no habrá problema. Aquí hay muchas miradas y...ya sabes.
— Está bien. Yo quisiera acompañarte, pero tienes razón... podrían descubrirnos. — le dijo él cabizbajo.
Ella alargó su brazo para tomar la correa de su bolso y liberar a su esposo de la carga. Él la miró con sus ojos ambarinos amorosos, tratando de no tirarse encima de ella para que no se fuera. Ese lugar era muy concurrido por los alumnos que iban y venían por aquel pasillo.
La delicada mano de la castaña rozó el pecho del licántropo innecesariamente al quitarle el bolso de su hombro. Dedicándole una sonrisa bella y picarona.
— No te vayas. Hay tantas cosas de las que podemos hablar — le mintió Lunático a su compañera.
—¿ Y Desde cuando a ti te interesa conversar?— le preguntó Remus conociendo las intenciones del lobo.
La castaña soltó una risita pícara, pensando en que Lunático era muy atrevido.
La llegada de Lavender Brown, al mismo lugar en dónde el matrimonio hablaba, los interrumpió poniendolos nerviosos a ambos. La rubia de ridículos rizos pasó mirándolos con sospecha en sus ojos, pero " docente y alumna " simularon hablar de asuntos académicos.
— Bueno... En ese caso me alegra saber que la enfermedad que le había afectado no le ha impedido estudiar para sus exámenes, señorita Granger.— le dijo Remus actuando el papel de un preocupado profesor por las calificaciones de su mejor alumna.
Lavender ralentizaba sus pasos al subir por la escalera, solo para escuchar la conversación de ambos, mientras pasaba al lado de ellos.
— Buenas tardes, señorita Brown. — le saludó un amable Remus.
— Buenas tardes, profesor... — soltó Lavender con una fingida sonrisa y desdén en sus ojos— Hermione... — saludó a la castaña pronunciando el nombre con asco.
— Hola, Lavender. — saludó Hermione sin mala intención.
La rubia continuó subiendo la escalera casi a la misma velocidad que un caracol. Quería escuchar a como de lugar la conversación de" la alumna y el profesor ". Ella no se tragaba la pantomima que ambos estaban haciendo allí.
— Entonces lo veré en clases, profesor. — le dijo la castaña mirándolo a los ojos.
Lavender llegó maldiciendo al final de la escalera y para poder espiarlos tomó un camino diametralmente opuesto al que debía tomar. Se ocultó tras de un muro, esperando a que dijeran algo que los comprometieran.
Lunático, que había olfateado el odioso olor de Lavender, se molestó porque quería sentir el aroma de su castaña y la repugnante rubia no se iba del lugar.
— Continúen con su pésima actuación, porque la intrusa de olor nauseabundo Está escondida, escuchando todo.— Les advirtió a Remus y a su castaña.
Hermione y Remus se miraron a los ojos con algo de temor, ambos sabían que Lunático se refería a Lavender. Continuando con su simulación se despidieron tristemente:
— Sí, nos veremos en clases, señorita Granger. Espero que le vaya bien en los exámenes de esta semana. Y Que tenga una buena tarde.— le saludó con gran gentileza el licántropo.
Remus extendió su mano a la castaña a modo de un cordial saludo. Ella le correspondió de la misma forma y se dieron un apretón de manos, como si fueran unos solemnes amigos.
— Usted también, profesor. — le dijo ella.
El pulgar del docente acarició lascivamente el dorso de la mano de la castaña, sin dejar de mirarla a los ojos.
Ella tragó saliva al ver esa mirada, que ya reconocía e interpretaba con facilidad. Al soltarse las manos, ambos se acariciaron con delicados roces imperceptibles, para el ojo no adiestrado en registrar ese tipo de detalles.
Los dos se miraron a los ojos y se separaron sin ánimos. Y con tristes sonrisas, se despidieron en silencio, tomando cada uno el rumbo que les correspondía...
———— o ————
A la mañana siguiente la castaña se preparó con esmero para iniciar un nuevo día de clases, en la primera hora tenía examen de transfiguración con la profesora McGonagall y en la tarde el examen del profesor Snape. Pero Hermione no tenía ni un ápice de preocupación, estaba más que lista para ser evaluada. Arreglándose más que de costumbre ( porque en el gran comedor vería a Remus), se dio ánimos para comenzar el día y salió de la habitación con todo su ímpetu y energía por delante.
Caminando feliz y entusiasta ingresó al comedor con una sonrisa. De pronto una pelirroja con el rostro horrorizado se dirigía a ella batiendo los brazos como si estuviera escapando del diablo, pero a juzgar por el rostro del terror de su amiga parecía sucederle algo peor que eso.
— Mione...— le dijo Ginny con voz chillona— Estoy en problemas. Necesito que me ayudes.
— Eso puedo ver... Y ¿Harry y Neville?.— le preguntó ansiosa, porque hacía mucho que no veía a sus otros dos amigos. La última vez que los había visto fue cuando jugaron a "¿Quién es el cazador?".
— Seguro deben estar con las sabanas pegadas todavía. No te preocupes, no tardarán en aparecer.— le dijo la pelirroja tranquilizandose un momento.
De pronto la mirada ambarina del licántropo que desayunaba en la mesa de los profesores se clavó en la bella castaña que hablaba con una efusiva Ginny.
— Hermione estoy frita con papas. Deje unos Metamorpho-Bubbles en la charola de los bombones para que Snape comiera uno en su desayuno y... ¿me estás escuchando?. — replicó molesta la pelirroja.
Ginny volteó para mirar lo que distraía a su amiga Mione y se encontró con el profesor Lupin que parecía desnudar a su amiga con la mirada. El licántropo le hizo un guiño a Hermione provocando que ella se sonrojara y sonriera esquivando la mirada.
Ginny miró en todas direcciones verificando que otros no hubieran visto lo que ella. Ya que habían muchos rumores en el aire...
— Mione, vamos afuera. Necesito que estés concentrada. Hay muchas cosas que te perdiste de la semana pasada, mientras tú estabas de vacaciones con Poppy en la enfermería.— le decía a su amiga mientras la sacaba del comedor a la rastra.
Las dos amigas no se alejaron mucho del lugar. Se sentaron en el ventanal que estaba enfrente a las puertas del gran comedor separado por un amplio pasillo.
Ginny obligó a la castaña a sentarse en un reborde del ventanal mientras la pelirroja permanecía de pie con los brazos cruzados al mejor estilo Molly Weasley.
— Bien guardadito te lo tenías, ¿eh?— dijo la picara pelirroja.
Hermione supuso de lo que Ginny hablaba y solo pudo esquivar la mirada de su amiga con un fuerte sonrojo en su rostro.
Ginny rió a carcajadas sin dejar de mirar a su amiga.
— ¿Cual era el problema en el que te habías metido, Ginny? — preguntó Hermione cambiando de tema.
— ¡Ah, sí!. Quise darle al murciélago grasiento los Metamorpho-Bubbles haciéndolos pasar por bombones, pero tu amorcito,Lupin, con su enorme narizota, le advirtió que no los comiera. Luego vi como ambos hablaban muy tranquilos y después de eso ¡¡Snape me dirigió una mirada fulminante!!. ¡¡ A mi!!— le contó todo a Mione, al borde de la histeria.
— Si que estás en problemas, amiga.— le dijo Hermione con el rostro preocupado.
— ¿Crees que tu amante le haya dicho que fui yo?— le preguntó la atemorizada pelirroja.
—¡¿ Qué dices?!. ¡No!.— se apuró en contestar la castaña.— Y él no es mi amante, Ginny.
— "Si,claro,como no, y yo soy Sir Cadogan montado en un poni"...
Hermione boqueó para decir algo, pero nada salió de su boca. No tenía argumentos para esgrimir, a menos a que le contara toda la verdad a su amiga, pero no en un pasillo concurrido...
— Ya todos saben que el profesor Lupin tiene una "mujer de miel" esperándolo en su habitación. — le contó la pelirroja.
— ¿ Mujer de miel?— preguntó frunciendo su ceño.
— Sí, asi es como le llaman los magos a las amantes — le respondió Ginny — Y así es como te llamó Lavender en clase de Herbología. La muy perra insinuó que esa mujer, eres tú.
Hermione se llevó la palma de su mano para contener un gritito de terror. Si las cosas seguían a ese ritmo el amor secreto entre ella y Remus seria descubierto inexorablemente...
— ¡ Pero no te preocupes!. Porque Harry y Neville te defendieron a capa y espada— le tranquilizó la pelirroja guiñándole un ojo— Negaron todo, y dijeron que ella decía eso porque te tiene rencor.
— Yo... La entiendo... Debe estar molesta aún conmigo por lo que les hice a ella y a Ron en clases de D.C.A.O.. Ciertamente les debo una disculpa, ahora me siento un poco culpable por lo que les hice...— dijo cabizbaja la castaña.
— ¡Ay, Mione!, ¡¿ por que eres demasiado buena y piadosa?!. No tienes que disculparte de nada. Ella y mi hermano se lo tenían merecido. Además no es por eso que lo hizo.
— ¿ Y qué otra razón tendría para hacer lo que hizo?— preguntó Hermione confundida.
— Lavender está despechada, porque Ron terminó con ella la semana pasada. Él le dijo que ya no la quería más, porque está enamorado de ti.— le explicó Ginny poniendo una cara de pocos amigos.
— Pero yo no tengo interés en él — dijo con sinceridad la castaña.
— Lo sé, a ti te tiene loca el lobito— dijo con picardía la pelirroja — ¡ Ah!, y hablando de lobitos. Tengo que entregarte esto.
Ginny sacó de entre su túnica una cajita amarrada con un fuerte lazo de color dorado. La cajita se sacudía frenéticamente y emitía ruidos amortiguados.
— Ten, lo puse allí, porque cada día que pasa, ¡se pone más insoportable!.— le dijo Ginny, depositando la pequeña caja en las manos de la castaña.
Hermione tiró del lazo y de un empujón el tótem de Remus salió aullando de allí. Los ojos ambarinos del lobito la miraron y jadeó de alegría. Saltando a su mano con velocidad escapó de su prisión de cartón y corrió por el brazo de Hermione hasta llegar a su hombro y lamió su rostro cariñosamente.
La castaña rió al sentirlo, el pequeño lobito le hacia cosquillas con su diminuta lengua.
— Ya me imaginabaque contigo se calmaría — dijo Ginny cruzándose de brazos.
El pequeño lobitofrotaba con su hocico cariñosamente la mejilla de la castaña.
— ¿Me lo puedo quedar?. — le preguntó Hermione tomándolo con una mano y acariciándolo con la otra.
Ginny miraba como el problemático tótem se volvía dócil en manos de su amiga.
— Yo te ruego que te lo quedes. ¡Este desgraciado no paraba de hacer ruido y de generar alboroto dentro del tablero!.
— ¡Ay, Ginny!, pero si es tan tierno y bonito, ¿ cómo dices eso?.— le replicó con dulzura la castaña.
— Si, querrás decir que contigo es tierno. Porque mira lo que me hizo tu bonito cuando lo puse en la caja— Ginny le mostró el dedo mordido por el tótem.
Hermione se rió al ver como se molestaba Ginny con el pequeño muñequito. Pero luego de unos segundos la preocupación se apoderó de su mente.
— Herms, ¿ qué pasa?— preguntó la pelirroja, sabiendo que su amiga se estaba preocupando por algo.
— Temo que nos descubran... Dumbledore peleó mucho en el Ministerio para que Remus recuperara su puesto de trabajo y... Si todos se enteraran, probablemente se quedaría sin trabajo otra vez...y por mi culpa...
— Herms, ¡Herms!, calmate ¿ si?. Eso no va a pasar. De hecho hay algo más que no sabes— le comentó Ginny mientras tomaba por los hombros a su amiga.
La castaña la miró intrigada. ¿ Tantas cosas habían ocurrido en una semana?.
—Tonks se enteró lo de la "mujer de miel" del profesor Lupin y desde entonces, se aparece aquí para averiguar quién es esa mujer. Le hizo un escándalo cuando vió que tenía un chupón en el cuello y días después, empezó a hacer apariciones sorpresivas con dos aurores más para requisar los aposentos de tu amado y encontrarte. Claro que ella ignora que eres tú. Tenías que haber visto la cara de Dumbledore cada vez que ella se aparecía de sopetón, se molestó mucho con ella y Snape ponía una cara de bobo cada vez que la veía... Jamás lo he visto tan felíz a ese amargado. En verdad disfruta fastidiando a los demás, ¿eh?...
A Hermione no le hizo ni un poco de gracia que Tonks hiciera todo aquello. No iba a admitirlo, pero en su interior se le estaban arremolinándo unos feroces celos...
— Pero ¡anímate, Herms!. Porque después de todo eso, el mundo entero cree que es Tonks esa mujer y no sospechan nada de ti. Pero igualmente, tienes razón en preocuparte, amiga... Yo que tú abro bien los ojos porque para mí la colorida ¡¡quiere quitarte el macho!!.
— Lamento interrumpir su filosófica conversación sobre machos, señoritas— habló Snape sobresaltando a las dos chicas.
Hermione escondió en su bolsillo al tótem de Remus y trató de simular tranquilidad. Mientras que Ginny empalidecía cuatro tonos.
— Weasley, acompañeme al despacho del director Dumbledore y en cuanto a usted, Granger, diez puntos menos para Gryffindor por holgazanear— soltó Snape mientras se retiraba con la pelirroja en apuros.
Antes de perderse de vista de la castaña.
Ginny miró con horror a su amiga, la saludó con la mano yangustia en la mirada. A lo que Hermione le correspondió de la misma manera...
Sentada en el reborde del ventanal, la castaña se había quedado allí muy pensativa. Por un lado rogaba, que a Ginny no la despellejaran viva ;y por otro, estaba masticando la bronca que empezaba a sentir por Nymphadora Tonks. Estaba celosa... Demasiado celosa...
Ya antes había sentido celos, pero estos no tenían comparación. Sentía que era capaz de pulverizar a la que se atreviera siquiera a respirar el aliento de su esposo. Bufó un par de veces molesta sin percatarse de que sus amigos Neville y Harry, se acercaban a ella para saludarla.
— ¡ Herms! — gritó eufórico Harry, mientras se acercaba a su amiga con una franca sonrisa.
Neville también le saludó alegre ,con una sonrisa en su carita regordeta.
Harry la abrazó y ella le correspondió. Hacía casi una semana que no se habían visto.
— Nos alegra que ya estes mejor, Herms. — le dijo Neville con su cabello que había vuelto a la normalidad.
— ¿ Cómo estás, Neville? — le preguntó Hermione con una gran sonrisa.
— ¡Mejor!, gracias. La semana pasada me la pasé entablando una estrecha amistad con el inodoro por culpa del Metamorpho-Bubble. — le comentó el distraído muchacho, mientras se daba palmaditas en su barriga, que por cierto había quedado bastante flaca.
— ¿ Y tú? — le dijo Harry con picardía — Por lo que sé, tan mal no te has sentido...
Neville soltó una risa pícara. Estaba claro que Harry hablaba sobre las marcas que ella había dejado en el cuello de su esposo.
— Amm...— dijo la castaña tomando un tinte rojo en sus mejillas.
Los dos se rieron y le codearon a modo de broma.
— ¿ Vamos a desayunar?. Estoy muerto de hambre — le dijo Harry a sus amigos.
— Si ,yo también — asintió la castaña.
— Claro, seguro Ginny ya debe estar desayunando — dijo Neville esperando ver a su amiga en el comedor.
— Eh..., No — respondió Hermione con algo de pena por la pelirroja .— Ginny se fué con el profesor Snape al despacho de Dumbledore...
— ¿ Que pasó? — preguntó Neville asustado.
— Sucede que Ginny prácticamente quiso envenenar a Snape con un Metamorpho-Bubble. Trató de hacerlo pasar como un dulce más en la charola de los bombones y parece ser que Remus le advirtió que no lo comiera ,e intuyo que el profesor Snape se percató de que fué ella la que intentó jugarle esa bromita.
Ambos chicos pusieron una cara de angustia al escuchar aquello.
— ¡ Y yo que contaba con eso para zafar del examen de esta tarde!— dijo Harry lamentándose del fracaso de la operación " bombones de fruta".
—¡ Te dije que debíamos haberla hecho desistir y tú insististe en que continuara con esa mala idea!— le reclamó Neville a Harry.
— No te pongas así, Neville. Además, todos se hubieran beneficiado si Ginny lo hubiese logrado. — se defendió el moreno.— Ni modo, desayunemos seguro luego nos enteraremos del castigo de Ginny.
Harry caminó en dirección al comedor y Hermione lo siguió, al ver que Neville no los seguía, ella volteó para preguntarle amablemente:
— ¿ Vienes ,Neville?.
El muchacho negó con su cabeza.
— Luego, ahora me iré a esperar a que Ginny salga de la oficina de Dumbledore para desayunar con ella. — le respondió con una tenue sonrisa a su amiga.
— Claro, está bien. Nos vemos luego, entonces — le respondió Hermione con amabilidad.
La castaña entró nuevamente al Gran comedor y se sentó enfrente de Harry para desayunar.
Sentía sobre ella la mirada del licántropo, con disimulo Hermione correspondió a esa mirada. Los dos se sonrieron con discreción, pero sus ojos los delataban seriamente.
— Mione,— le llamó Harry — Disimula.
La joven se dio por aludida y tuvo que esquivar la mirada del licántropo y concentrase en desayunar.
— Hay muchos rumores en el colegio, y no creo que quieras dar motivos para que confirmen algunos de ellos. — le explicó en voz baja su hermano.
Hermione carraspeó suavemente y le respondió.
— Algo de eso ya me ha contado Ginny. — la castaña comenzó a servirse zumo de calabaza para beber.
— Sí, y creo que los dos deberían evitar verse en público, al menos por un tiempo. Hasta que pase la novedad del chisme.— le sugirió Harry.
A la castaña no le gustaba mucho esa idea. Ella quería estar con Remus la mayor parte del tiempo. Y él no sentía diferente de Hermione. El licántropo también necesitaba estar con ella aunque no se lo hubiera dicho, pero con todas las demostraciones que le había dado no quedaban dudas de ello.
Después de que ambos hermanos desayunaran y se pusieran al día con los sucesos ocurridos la semana anterior , se dirigieron hacia el aula de la profesora McGonagall. Durante el trayecto se reencontraron con Ginny y Neville.
La pelirroja lloraba con su rostro entre las manos y Neville la consolaba dándole un abrazo por los hombros.
— Ya, ya. Yo te ayudaré — le consolaba Neville — Vamos a desayunar ,y después de eso, te ayudaré.
— ¡Ginny!— le habló la castaña — ¿ Qué sucedió?.
— ¡ Snape!— chilló entre sollozos la pelirroja — ¡Me dió el castigo más asqueroso! — soltó un sollozo más — Me va a poner a limpiar los baños del ala Slytherin del castillo... Y...y...— la pelirroja hundió la cara en el pecho de Neville y el muchacho la abrazó protectoramente.
— Sin magia— terminó de agregar Neville.
— ¡ Yo no pienso tocar las heces de esos asquerosos idiotas!— soltó de golpe la pelirroja en un arranque de coraje— ¡Buscaré la forma de zafarme de esta!, tal vez si le juego otra broma a Snape...
Harry y Hermione sonrieron y suspiraron rodando sus ojos. ¡La pelirroja era incorregible!.
— ¡ No,Ginny!, no más bromas.— le dijo serio Neville, tanto que asustó a sus tres amigos. Mirando a los ojos de la pelirroja le habló — Prefiero limpiar los baños de todo el castillo al estilo muggle, incluso prefiero limpiarlos con la lengua si eso deja contento a Snape. Pero por favor, ya no te metas en problemas ,Ginny.
Harry retrocedió unos pasos... ¿Qué estaba sucediendo allí?. Algo en su interior le hizo saber que no era nada alentador para él...
La pelirroja lentamente se soltó del abrazo de Neville. La mirada firme de su amigo le había hecho estremecer.
Hermione sintió incomodidad. Se sentía sobrar en aquella escena y bien sabía lo molesto que era eso. Con inteligencia logró salir de la situación.
— Chicos, ustedes no han desayunado aún, ¿verdad?...— Hermione secaba con su mano el rostro de Ginny.
— No— respondió la confundida pelirroja.
— Y ¿ por qué no van ?. Aún faltan como unos... cuarenta minutos antes de que empiecen las clases.— les alentó la castaña mientras tomaba del hombro a Harry — Nosotros iremos al salón de la profesora McGonagall para hacer un repaso antes del examen. ¡Nos veremos luego,chicos!.
Hermione llevó a Harry a los empujones por el pasillo. Cuando vio que sus dos amigos ya habían ingresado al Gran comedor. Los dos hermanos se autorizaron a hablar sin tapujos.
— ¡¿Qué rayos fué eso?!— preguntó molesto el azabache — ¡Neville es un traidor!.
— Harry, ¡Neville no es un traidor!. Tú lo conoces al igual que yo, y sabes que él no es así. — le regañó Hermione.
—¡ Pero tú lo viste!...— Harry boqueaba molesto tratando de tomar aire y miraba los cuadros para distraerse.
— Sé lo que estás sintiendo, Harry. No sé si algo de lo que te diga pueda resultar un consuelo para ti, pero sincerate contigo mismo. Jamás trataste a Ginny como si fuera alguien especial para ti y ahora no tienes derecho a reclamar, al menos no a Neville... Él la trata como ella lo merece.
— Sí, lo sé... — admitió el pelinegro.
Ensilencio los dos caminaron hasta llegar al aula de la profesora McGonagall y se pusieron a repasar para el examen. Harry estaba desconcentrado y la castaña ya no sabía qué hacer para llamarle la atención. Le contó chistes, le hizo bromas y hasta quiso molestarlo diciéndole que había notado como miraba a Nugüa.
El pelinegro tosió al escuchar el nombre de la enigmática dama china, pero negó con su cabeza. Estaba encaprichado con Ginny...
Finalmente la castaña se dió por vencida y volvió a su libro. Después de todo ella sabía que Ginny solo era eso para Harry, un capricho...
Durante la hora de la profesora McGonagall ,el examen escrito transcurrió en un silencio absoluto. La bruja caminaba entre los pupitres revisando que nadie se pasara de listo y quisiera copiarse o enviarse mensajes con tinta invisible para que solo el destinatario pudiera leer.
Furtivamente Harry le echaba miradas fulminantes a Neville haciéndolo poner más nervioso de lo que ya estaba por causa del examen.
"Para variar", la castaña se levantó de su asiento para entregarle el examen a la profesora. Siendo ella la primera en terminarlo. Había sido realizado con sapiencia, era más que evidente que merecía un sobresaliente.
Con una mirada rápida la animaga le hizo una revisión y con una leve sonrisa de aprobación, le dijo a la castaña:
— Muy bien, puedes retirarte, Hermione. — le autorizó la profesora.
Hermione recogió sus cosas y antes de salir por la puerta, la profesora McGonagall le anunció algo:
— Señorita Granger, antes de que se vaya...
— ¿Si ,profesora?— preguntó la castaña volteando a ver a Minerva.
— El profesor Dumbledore, quiere que se presente en su despacho después de que usted se haya desocupado de sus obligaciones. Pidió expresamente que esta tarde vaya a verlo para informarle algo muy importante que pudo averiguar para usted. Es todo lo que él me ha pedido que le comunicara.
— Oh...— respondió pensativa — Muchas gracias, profesora McGonagall. Hasta luego. — terminó de decir marchándose del aula.
La castaña iba sumida en sus pensamientos caminando por los pasillos tratando de descifrar que querría decirle el director, pero una idea aterradora para ella surcó su mente provocándole que sudara frío. ¿ Y si Dumbledore ya lo sabía ?... Ella sacudió su cabeza para esfumar ese pensamiento de su mente. ¡Debía estar concentrada para rendir el examen escrito del profesor Snape!.
Una fuerte mano la jaló de la túnica, haciéndola entrar bruscamente en un aula vacía. La castaña pestañeo varias veces, hasta encontrarse con la mirada ambarina de un desesperado licántropo.
— Hola...— le saludó Remus con una sonrisa lobuna.
Hermione le dedicó una mirada predadora y con el caminar de un felino se acercó a el, hipnotizandolo con sus movimientos. El semblante de ella era serio...
Remus se estremeció al verla y sentirla acercarse a él... ¿ en qué momento habían intercambiado el lugar de "presa y cazador" y él no se había enterado?.
El siguiente movimiento de su compañera no se lo esperó. Ella lo empujó dejándolo caer en un asiento de ese salón. Remus tragó grueso al darse cuenta que lugar estaba ocupando en esa situación...
En su interior Lunático estaba sumiso como un cachorro indefenso.
La castaña se subió a horcajadas encima de Remus, levantando levemente su falda para acomodarse mejor sobre sus piernas y permitiéndole ver parte de sus muslos.
El licántropo se excitó con solo ver aquello... Lunático jadeaba en su interior.
Ninguno de los dos iba a moverse mientras su dueña estuviera en la posición de dominante.
La castaña paseó sus manos por el pecho del licántropo, deslizandolas por encima de la camisa hasta llegar a su nuca arrancándole varios gruñidos de gusto al darle esa placentera tortura.
Remus estaba perdiendo los estribos , con brusquedad la tomó de la cintura y la jaló haciéndola sentar sobre su erección. Ambos gimieron , lunático aullaba en el interior de Remus resonando profundamente también en la mente de Hermione.
— No juegues así conmigo ,hechicera... — le suplicó Remus con la voz grave y ronca.
— Te lo mereces...— jadeó ella mientras disfrutaba de sentirlo.
Ella lo besó en los labios de la forma más osada y fogosa. No recordaba nunca en su vida haber sido besado antes así.
Remus estaba encantado de la juguetona e inquieta compañera que tenía encima suyo. Hundió su nariz en el cuello de ella para sentir ese perfume dulce y suave de su piel. Bien puesto tenía el sobrenombre de " mujer de miel" a su parecer, Ella era su perdición...
Después de haber logrado lo que deseaba la castaña se levantó de encima de su profesor y lo dejó con la sangre ebulliendo en sus venas.
Agitado la miró con protesta en sus ojos.
— ¿ Me vas a dejar así?. — le preguntó con ojos suplicantes.
— Sí — le respondió ella alejándose de él y tomando su portafolio para salir de allí.
— ¿ Por qué?... ¿ por qué me haces esto?...— le preguntó agitado y empezando a sentir el dolor de la frustración en su zona baja.
— Porque te lo mereces, ya te lo he dicho — le repitió la castaña acercándose a la puerta.
— Sí, entiendo que me estás castigando por algo... ,Pero quiero saber qué es. — le dijo mientras se paraba del asiento y se acercaba a ella dando pasos largos.
— No me dijiste lo de Tonks— soltó molesta.
— No lo consideré importante. Después de todo, ella solo me generó problemas a mí... — le respondió no muy convencido de sus palabras.
— Mmm...— respondió ella inundada por los celos.
En el rostro del licántropo se dibujó una sonrisa ladina. Acercándose a ella, recuperando su lugar de predador le habló con una voz ronca:
— ¿Estás celosa?— sus palabras eran arrastradas y amenazadoras. Con lentitud se acercaba a Hermione preparándose para capturarla.
Percatándose de ello, la joven retrocedió sus pasos hasta chocar su espalda contra la puerta buscando a tientas el picaporte. Pero los movimientos de su esposo fueron ágiles y la apresó contra la puerta, sujetándola por las muñecas la besó hambriento hasta dejarla sin aire.
La dejó respirar y soltó una carcajada canina que la hizo temblar.
— ¡ Suéltame!— le ordenó ella molesta y excitada a la vez.
— Dame un beso ,y te dejaré escapar, mi celosa gatita— le respondió Remus muy divertido.
Ella dio un resoplido molesta, pero iba a darle aquel beso que él pedía. Por su parte Remus no se lo iba a dejar fácil...
Cada vez que Hermione intentaba besarlo ,él la esquivaba para depositarle suaves besos en las mejillas, en la comisura de sus labios y en su cuello. Llenándola de una exquisita frustración, así como ella había hecho antes con él.
Ella paró sus intentos por besarlo y protestó el que jugara con ella.
— ¡No es justo!— chilló la castaña.
— Pero ¿sí es justo cuando tú me lo haces a mí?— le replicó Remus.
Ella esquivó la mirada ambarina dejando expuesto su cuello...
Remus llevó su boca hasta allí, donde la había marcado y sin solapar su lujuria lamió las marcas de su compañera, haciéndola gemir.
— Bésame— le pidió el licántropo después de haberla escuchado emitir ese hermoso quejido.
Ella acercó sus labios con lentitud, esperando que en cualquier momento él la esquivara, pero no lo hizo...
Hermione se apropió de los labios del licántropo, devorándolos hambrienta. Degustando el sabor de su esposo de manera desesperada, y posesivamente le mordió el labio inferior a su esposo.
Remus ,retrocedió después de recibir ese mordisco. La miró con diversión en los ojos y soltando una risa lobuna le dijo:
— Lunático ,tenía razón, eres salvaje... — Remus se relamió los labios y quiso asirla para desnudarla allí mismo. Le enseñaría modales a su salvajita...
Pero Hermione reaccionó rápido y salió del aula a toda prisa abandonando allí a su enloquecido esposo.
— ¡¡Arrrg, la haremos pagar !!— se quejó de frustración Lunático — Ya verá esa gatita lo que tengo en mente para ella.
Remus se sentó en una mesa, acariciandose el labio dónde había sido mordido. Estaba enloquecido por ella.
El amor entre ellos dos era pasional, salvaje,posesivo y animalesco por describirlo de algún modo, ambos eran tal para cual...
