CARTAS A LADY JUPITER

PASIÓN

Debido a que estaba iniciando la Golden Week, había mucho tráfico en la autopista de Tokio a Odawara, por lo que en más de una ocasión, tuvieron que pasar largos minutos para que el auto de Andrew avanzara, sin embargo, tanto para él como para Makoto, estar en compañía uno del otro era tan agradable que no les importó, pues aprovechaban para besarse y tontear diciéndose cosas subidas de tono.

Casi tres horas después, llegaron entonces a su destino, donde al reunirse con Rei y Darien en el Castillo Odawara, dejaron los besos y arrumacos, tratando de adoptar una actitud de simple cordialidad, aunque a la vista de cualquiera era más que evidente la atracción que sentían el uno por el otro, pues ella adoptó el papel de su guía turísta personal, y él de su fotógrafo particular, ya que dado que llevaba una cámara profesional, no sólo comenzó a sacar fotos de los paisajes más emblemáticos, sino que también se tomó el atrevimiento de tomarle una primera foto cuando la miró embelesada apreciando las flores del jardín del castillo.

—¡No! — Exclamó Makoto tratando de hacerse la ofendida, aunque su risa delató que no era así.

—¿No te gusta tomarte fotos? — preguntó él, que entonces cayó en cuenta de que en su perfil de Line ella siempre tenía foto de cualquier cosa menos de ella misma.
—No me gusta como salgo. No soy muy fotogénica.

Los labios de Andrew se curvaron en una sonrisa, provocando que ella se sonrojara.

—Pero si eres más hermosa de lo que imaginé— Comentó él

—¿Cómo qué me imaginaste si apenas ayer nos conocimos?— preguntó ella desconcertada.

Andrew cayó en cuenta de que el comentario podía delatarlo, así que rápidamente trató de arreglarlo.

—Le pregunté a Darien si eras bonita y me dijo que sí, pero eres más que eso.

—Gracias— Respondió Makoto tímidamente.

—Ve la fotografía.

Makoto se acercó a él, y entonces en la pantalla de la cámara de Andrew se vio a sí misma. Era una foto de medio cuerpo, donde ella salía de perfil mirando sonriente los botones de los cerezos de Sakura que acababan de brotar en uno de los árboles.

— Tienes buena mano— Comentó ella.

—Un poco, pero también ayuda tener una modelo tan bella.

Después de esa primera foto vinieron muchas más en las que Andrew retrataba a Makoto sin que ella se molestara, y en un par de ocasiones, personas que pensaban que eran una pareja de novios se ofrecieron a tomarles fotos juntos, oferta que ellos aceptaban sin aclarar que no había tal relación.

Tras salir del castillo, recorrieron junto con Rei y Darien otros lugares como el cementerio de Hojo Ujimasa y Hojo Ujiteru, el museo Machikado, entre otros de renombre, y finalmente, luego de cenar ramen en un restaurante tradicional, emprendieron el regreso a Tokio, donde antes de partir, Rei le pidió a Makoto que le avisara cuando llegaran a la ciudad.

De regreso a Tokio, los besos y arrumacos no se hicieron esperar cada que un semáforo se ponía en rojo; aunque también estuvieron charlando, pues Andrew debía fingir no conocer ya de sobra sus intereses, gustos y aficiones; mientras qué él, aunque le hablaba con honestidad, omitía detalles que lo pudieran delatar.
Dos horas después, finalmente estuvieron de nuevo en Tokio, y al llegar al departamento de Makoto, él apagó el auto.

—Me encantó pasar tiempo contigo— Le dijo él entrelazando su mano derecha con la izquierda de ella— ¿Trabajas mañana?

—De 12:00 del medio día a 6:00 de la tarde— Respondió ella

—¿Te puedo invitar a salir mañana después de tu trabajo?

Makoto lo miró y sonrió.

—Ya teníamos una cita. ¿No te acuerdas que ayer en el bar quedamos en que te iba a invitar a cenar mañana en agradecimiento por las bebidas de ayer? Y espero mañana si me dejes pagar la cuenta.

Andrew sonrió ante el comentario de ella y llevó una de sus manos al rostro de Makoto.

—Los ingleses no aceptamos que las señoritas paguen la cuenta, menos si es una que nos interesa tanto.

Makoto iba a protestar, pero Andrew la calló con un beso en los labios al que no pudo resistirse, y ella entreabrió su boca para encontrarse con la humedad de su lengua.
Cuando la falta de aire los obligó a romper la unión de sus labios, él comenzó a besar una de sus mejillas, dejando un sendero de húmedos besos desde su mandíbula hasta su cuello, embriagándose de aquel aroma a rosas que le excitaba tanto y que estaba presente desde la primera carta manual que ella le mandó.
Makoto gimió al sentir los besos de él en su sensible piel y sus manos grandes deslizándose desde su cintura hasta sus caderas.

Todo en Andrew le excitaba: Su voz aterciopelada con marcado acento británico susurrándole lo mucho que le gustaba al oído, el sabor de sus besos, su afrodisíaco aroma.

¡Lo deseaba ya!

—¿Quieres entrar a mi departamento? — Se atrevió ella a preguntarle.

—¿No le molestará a tu amiga?— Preguntó él, pues recordaba que en las cartas le había dicho que vivía con la que apodaban Lady Venus.

A Makoto por un momento le desconcertó que Andrew supiera que no vivía sola cuando ella no recordaba habérselo dicho, pero estaba tan excitada que quería que la hiciera suya en lugar de averiguar como se había enterado

—No volverá hasta pasando la Golden Week— Jadeó Makoto

—Vamos— Respondió Andrew. Y es que si bien podía llevarla al hotel donde se estaba hospedando, su cuerpo clamaba por unirse a ella que no pudo resistirse a aceptar.
Cuando Andrew bajó del auto, fue a abrirle la puerta, y al salir ella del carro, caminaron tomados de la mano hacía el departamento.

Al llegar frente a la puerta, mientras ella intentaba abrir, él la abrazó por detrás, acariciando la piel desnuda de su cintura que no alcanzaba a cubrirle el top, mientras hundía su nariz en el cabello castaño para embriagarse de su aroma.

Makoto estaba tan excitada, que las manos le temblaban al tratar de abrir la puerta, y entonces él se las quitó de las manos.

—Deja lo hago yo, honey—Le susurró al oído, y Makoto con sólo escuchar su voz aterciopelada y sentir su lengua acariciando el lóbulo de una de sus orejas, sintió que se le erizaba la piel.

Con facilidad, Andrew abrió la puerta del departamento, y apenas ella se apartó un poco de su lado para darse media vuelta y quedar de frente, él la tomó de la cintura y unió sus labios a los de ella, besándola con fiereza.

Makoto, excitada por lo arrollador de aquel beso, enredó sus dedos en el cabello de su amante, y abrió sus labios permitiendo que la lengua de él se abriera paso en su boca para enredarse con la suya.

Sin siquiera esperarlo, de pronto Andrew la arrinconó contra la pared, y Makoto ahogó un gemido en sus labios cuando sintió las manos grandes de él deslizándose bajo su top, acariciando con una mano la sensible zona entre su espalda y su derriere, mientras la otra mano comenzaba a torturar sus excitados pezones.

—No pares—Suplicó ella

—Y no pienso hacerlo—Respondió él mientras le deslizaba el cierre de la minifalda que cayó a sus pies.

Andrew se apartó un poco de ella para ayudarla a liberarse de la blusa; y entonces ella tiró de la camisa de él, provocando que algunos botones salieran disparados en todas direcciones en su intento de desvestirlo.

—Te la coseré— Jadeo ella cerca de su boca.

Al caer la camisa de Andrew al piso, un sonrojo apareció en el rostro de Makoto al ver el cuerpo de Adonis de su amante, y después, con nerviosismo, llevó sus manos a su cinturón, desabrochandolo y después soltando el botón para liberar la tensa zona que encerraban. Cuando el pantalón de Andrew terminó en el piso junto con el resto de ropa, los ojos de Makoto se ensancharon al ver el portentoso miembros oculto bajo el boxer negro.

—Tranquila, honey—Le susurró Andrew al percatarse de su mirada— Sólo quiero darte placer, así que vamos a llegar hasta donde tu quieras— Le aclaró, y de nuevo se fundieron en un beso apasionado.

Sin saber en que momento, Andrew la levantó contra la pared, y ella instintivamente lo rodeó con sus piernas, deseando que él apagara aquel fuego que parecía consumirla por dentro.

—¿Dónde está tu habitación?

—Puerta a la derecha… al fondo del pasillo— Jadeó ella

Cuando llegaron al dormitorio que estaba iluminado sólo por la luz de una lámpara, él la dejó de espaldas sobre la cama, y tras despojarse del boxer, también tiró de la pequeña braga color verde esmeralda que cubría la intimidad de ella, provocando que sus mejillas enrojecieran y temblara de anticipación ante lo que venía.

—Te ves tan adorable cuando ten sonrojas—Le susurro él tumbándose encima de ella y frotando su rígido miembro contra su ardiente sexo.

Ella sintió que enrojecía, pero antes de que pudiera decir algo, él tomo sus labios, besándola con ferocidad mientras sus dedos fuertes comenzaban a recorrer su piel, provocando en ella sensaciones placenteras que hasta entonces no había experimentado con ningún otro hombre.

Cuando se vieron interrumpidos a ceder ante la falta de aire, los labios de él siguieron su camino cuesta abajo, dejando un sendero de húmedos besos desde su mandíbula hasta su cuello, lamiendo y mordisqueando de vez en cuando hasta llegar al nacimiento de sus excitados pezones, donde se detuvo para torturar a su amante, lamiendo y mordisqueando uno de ellos, mientras con una de sus manos acariciaba y frotaba el otro, provocando que ella gimiera deliciosamente.

Los labios de él siguieron marcando su piel, dirigiéndose hacia el sur de su cuerpo, besando la piel de Makoto y haciéndole descubrir otros lugares de su anatomía donde no imaginaba que se pudiera sentir placer al ser tocada. Cuando la boca de Andrew llegó al final de su vientre, él se sacó el boxer, arrodillandose frente a ella, entre sus piernas, y entonces comenzó a acariciar y besar sus muslos. Aquello era demasiado placentero para Makoto, pero ella sintiendo que en cualquier momento se desbordaría de placer, trato de cerrar las piernas.

—¿No te gusta?—Cuestionó él.

—Me gusta mucho, pero nunca me han…—Jadeó ella—No soy virgen pero nunca…

Makoto se avergonzó al reconocer que había prácticas sexuales que no había experimentado, pero él le sonrió con ternura.

—Todo de ti me encanta, preciosa—Susurró él mientras recorría su cuerpo con la mirada—Quiero que estés preparada para mí.

Makoto se sonrojó ante las palabras de Andrew, y entonces dejó de resistirse para entregarse al placer que su amante le provocaba. Al sentir la calidez del aliento de Andrew en su intimidad, su cuerpo tembló de anticipación y se mordió los labios para reprimir un gemido, pero cuando la lengua húmeda de él se deslizó por todo su sexo y se abrió paso entre sus pliegues, atormentando su clítoris, la mente de Makoto se nubló, provocando que sintiera explotar de placer a cada segundo.

—¡Basta!— Gimió Makoto sintiendo que se desbordaría de placer en aquel momento, sin embargo, su cuerpo temblando y sus manos aferradas al cabello de su amante incitándolo a seguir, decían lo contrario.

Makoto sintió como Andrew incrementaba los movimientos de su lengua sobre su sensible sexo, y entonces, gimió descontroladamente cuando la fuerza del orgasmo sacudió su cuerpo.

—¡Me encanta tu sabor!— Le susurró él mirándola a los ojos.

Andrew comenzó a besar las zonas de su cuerpo donde había descubierto que le provocaba placer, pero Makoto, queriendo corresponderle por haberle dado el orgasmo mas delicioso que había tenido hasta entonces, se sentó sobre la cama y lo atrajo hacia ella, besándolo con ardiente necesidad que él correspondió . La pasión de nuevo se apoderó de sus cuerpos con intensidad, y cuando volvieron a su punto álgido y ya no podían más, Andrew se hundió en su sexo, provocando que ella se tensara.

—¡Dios, eres tan estrecha!— Exclamó él mirándola a los ojos— ¿Te estoy lastimando?

—¡No te detengas!— Suplico ella enredando sus piernas alrededor de él para incitarlo a seguir.

Lentamente, Andrew comenzó a hundirse en su interior, arrancándole suaves jadeos que se convirtieron en fuertes gemidos cuando intensificó sus movimientos.

—¡Te siento tan dentro!—Gimió ella entre besos mientras acompañaba las embestidas de él, moviendo sus caderas.

—¡Eres increible!—Jadeo él a escasos centímetros de su boca.

Cuando Andrew sintió las primeras convulsiones de Makoto, aceleró su vigoroso ritmo; y tras varias acometidas, el placer estalló dentro de sus cuerpos, provocando que gimieran y jadearan con fuerza.

Mientras recuperaban la cordura, sus cuerpos siguieron unidos, compartiendo jadeos y respiraciones agitadas; y vibrando aún por la fuerza del orgasmo, Andrew se separó del cuerpo de Makoto, tumbándose a su lado. Por un instante, Andrew contempló sus ojos cerrados y sus labios hinchados a causa de sus besos; entonces, llevó una de sus manos al rostro de ella, acariciando suavemente una de sus mejillas, y los orbes esmeraldas de Makoto se abrieron. Tras mirarse unos instantes, sus labios se unieron en un tierno beso, y él tiro de ella, atrayéndola a su cuerpo para abrazarla.

Tras unos cuantos besos, finalmente ella se quedó dormida entre sus brazos, y entonces él se percató de que la media luz que iluminaba la oscura habitación provenía de la lámpara en forma de rosa eterna que él le había mandado por paquetería intuyendo que sería de su agrado. Así mismo, se dio cuenta de que a un lado de la lámpara había un pequeño cofre de madera dentro del cual había varios sobres, en los que él reconoció las cartas manuales que le había estado mandando; y sus labios se curvaron en una sonrisa al pensar que quizá ella correspondiera a sus sentimientos que habían nacido mucho antes de que se encontraran en persona.

Bueno, pues estos dos ya se dieron, ahora sólo falta que Makoto se entere de que Motoki y Andrew son uno solo. ¿Cómo reaccionará? Creo que si yo fuera ella me encabronaría al saber que lo supo desde el principio y tardó para decirlo, pero ya veremos, jaja.

HospitallerKnighter, Aracox, Clarissa de Shields, Nancy Sau Acosta; muchas gracias por leer esta historia.

Unos dos capítulos más y ya se termina.

Edythe