Harry Potter pertenece a JK Rowling.
Star Wars pertenece a George Lucas (y a Disney)
Harén de Harry.
HP: Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma Patil y Susan Bones.
SW: Aayla Secura, Ahsoka Tano y Maris Blood.
Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...
Dos jóvenes esperanzas, se encontrarán en un futuro, mientras que aprenden como es el mundo, y el ambiente en el cual les ha tocado vivir.
Uno de ellos, será entrenado como un Jedi, guardianes de la paz, pero la oscuridad crecerá lentamente, en su interior.
En otro, conocerá el secreto de la magia, y de La Fuerza de luz y oscuridad.
01: El Destino de la Fuerza.
Harry Potter, era un niño de unos escasos cinco años, que solo había conocido el maltrato y el mal, del que era capaz la humanidad. Siendo representada, por sus tíos Vernon y Petunia Dursley, así como su primo Dudley.
Era obligado a limpiar la casa, barrer, podar el césped, cocinar, entre otras muchas tareas.
Era obligado a cocinar para sus tíos y su primo, y fue corregido, cuando la comida quedaba salada o insípida, así que aprendió con el tiempo.
Pero este maltrato, estaba justificado...
O al menos, eso se decían Vernon y Petunia, quienes sabían que su sobrino poseía magia, al igual que sus padres.
Petunia, al no poseer magia, no había podido entender a su hermana, llegó a desear ser como ella, pero no podía. Ni tampoco, tenía forma de pertenecer a ese mundo.
Vernon, siempre había odiado a aquellos que eran distintos. Pero, principalmente, odiaba la magia, debido a que era un poder muy grande, era algo que él no podía utilizar, y temía a lo que su sobrino podía llegar a hacerle. Solo imaginar, que pudiera transformarlo en algo indefenso, o que pudiera atacarlo sin él poder detener ese ataque, le aterraba, y decidió atacar primero, minar su confianza y las posibilidades del niño, de hacerle algo, a futuro.
El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio y el odio lleva al sufrimiento.
Harry se preguntó, si ese era su destino. Estar atrapado por siempre, en esa casa. Por siempre, ser el sirviente de sus tíos y su primo.
¿Siempre tenía que ocurrirle cosas raras?
Cuando tía Petunia solía llevarlo a la peluquería, en la noche, su cabello volvía a crecer. Cansada de eso, ella misma lo trasquiló, menos un mechón, para tapar la cicatriz en su frente, pero, a la mañana siguiente, pasó exactamente lo mismo: su cabello creció.
Cuando se enfadó con su profesor, por regañarlo al no haber llevado su tarea (Dudley se la había quitado, y la presentó como suya), hizo que el cabello de su profesor, se volviera rosado.
Cuando tía Petunia intentó ponerle un viejo y sucio saco, el cual era marrón y estaba manchado, este se encogió, hasta no ser más grande que un guante (afortunadamente, tía Petunia no lo regañó)
Pero, no siempre era por cosas raras. También lo era, por ser mejor que Dudley, y tener mejores notas que él, en el colegio. Aunque bueno, eso no era específicamente muy difícil de lograr.
O a veces, sabiendo ellos, que los padres de Harry poseían magia, y que claramente él también la poseía, entonces querían... extirparle la magia.
Afortunadamente, jamás lo lograron.
O hubieran muerto, de forma enfermiza, a causa del Obscurus, que se podría haber formado, a partir de la magia desencadenada, de Harry.
A causa de los maltratos que recibía en el hogar de sus tíos, él trataba de pasar el menor tiempo posible en esa casa. Especialmente, solía escapar de Dudley y de sus amiguitos: Pierce y Connor.
Al enterarse de que esos dos niños vendrían, al día siguiente, para el cumpleaños de Dudley, tomó una decisión muy tonta: Ya que la alacena era usada, para guardar cosas, (además de que él dormía allí), tomó los implementos de acampada, de su tío Vernon: La carpa arma-fácil, (que compró en un infomercial, y jamás utilizó).
La linterna de acampada.
Las piedras de pedernal, para encender el fuego.
Latas de conserva, compradas la semana pasada y estaban allí, para alguna eventual calamidad, y había tantas, que seguramente, jamás se percataría, de que faltaban un par de ellas.
Tomó aquellas cosas, y decidió irse al bosque, aunque fuera solo algunas horas, o un único día.
Le gustaba escapar al bosque, pues sus tíos nunca pensaban que estaría allí, y si al día siguiente, lo encontraban trabajando diligentemente, entonces no tendrían por qué enfadarse.
Pero la suerte le sonrió, cuando sus tíos decidieron dejarlo, mientras que ellos llevaban al zoológico a Dudley, y a sus amiguitos, avisaron que luego, se irían a la finca de la madre de Pierce y que él no debía de incendiar la casa, en esos cinco días, o estaría en graves problemas.
A él lo abandonaron en la casa, y su tío ni siquiera colocó el candado.
Solo le advirtió, con darle una golpiza, si es que acaso, al volver, la casa estaba en llamas, o algo así.
Así que Harry pudo escapar, cuando sus tíos se fueron. En realidad, no quería estar en la casa.
Y solo fueron necesarias algunas horas, para tomar fuerzas, paciencia y esperanza.
No era la primera vez, que iba a ese bosque. Se volvió una costumbre, luego de que un amigo de la familia, los invitara a un paseo, a mirar animales allí, y desde entonces, era algo que solía hacer.
Le gustaba la soledad.
La paz.
Cuando llegó, y comenzaba a buscar un lugar para acampar, decidió colocar la tienda, cerca de un rio que curiosamente era de agua potable, ¿Cómo era posible?, no lo sabía, pero incluso había una placa sobre el medioambiente, que decía que ese lugar, era una maravilla de la naturaleza.
Entonces, mientras preparaba sus cosas, vio dos estelas de humo negro, y escuchó el ruido de un choque, corrió en dirección a donde sonó aquello.
Cuando llegó, dos personas usaban espadas luminosas y combatían entre ellos.
Podía escuchar el sonido del metal y un segundo sonido en el aire, que no pudo identificar.
Cada vez que movían sus espadas, un haz de luz de colores, quedaba detrás.
El hombre de cabello negro, tenía una túnica negra y café, tenía en sus manos una espada con un aura escarlata.
La mujer de cabello blanco, piel pálida, tenía una túnica amarilla y tenía una espada de aura verde.
El hombre hizo algo con su brazo, como si la hubiera empujado, de no ser porque la mujer, estaba a varios metros de él...
Harry vio incrédulo, como la mujer, salió volando, golpeando su espalda contra un árbol.
Ella se recuperó a gran velocidad, y corrió hacía él, blandiendo su espada, solo para desenfundar una segunda espada, y proseguir su ataque, contra su enemigo.
El hombre en un momento, alargó su mano y liberó rayos, haciéndola gritar de dolor, y comenzar a retorcerse, la espada cayó de la mano de la mujer, la cual estaba a punto de morir, a manos del hombre.
― ¡DETENTE! ―Escucharon de repente. Los rayos del hombre cesaron y los gritos de la mujer, igual. Ambos se giraron, viendo a un niño, acercándose a ellos. ―No. ¡No la mates!
Ambos se miraron y luego miraron al niño, quien corrió y se colocó frente a la mujer, para que el hombre dejara de atacarla. ― ¡Niño, vete! ―gritó la mujer.
―No. Y él ya no va a lastimarte.
―Niño... ―trató de advertir la mujer.
―No sé dónde me meto. Sí, ya lo noté, señora ―dijo el niño desconocido, quien se fijó en algo. ―Pero él no seguirá lastimándola. ―El hombre y la mujer, bajaron la mirada, siguiendo la del niño, el hombre había recibido un corte, en el abdomen, la herida fue cauterizada, por parte del arma de la mujer, y por la bajada de la adrenalina repentina, solo hasta ahora, el hombre notaba el ardor de la herida, cayendo al suelo, y recostándose en el árbol.
―No se muevan. ―Les ordenó, mirando primero a uno, y luego al otro. ―Y no intenten matarse, hasta que vuelva. ―Tras esas órdenes, se fue, por algunos instantes. Volvió, con unas hojas de una planta, y tomó la manga cortada, de la túnica de la mujer, deshaciéndola y usándola como vendajes, para ambos. El hombre, se quitó su manga derecha y la deshizo, en tiras, entregándola al niño, quien le sonrió, y le permitió vendar sus heridas. Les entregó sus armas, y ambos supieron, sin comentarlo, que no era para que volvieran a intentar matarse, sino para usarlos como bastones, siguieron al niño, hasta una cueva. ―Podemos quedarnos aquí, hasta que se curen.
La mujer se presentó como Sheda Obaset, miembro de un grupo de guerreros, denominados como Caballeros Jedi, una organización guardiana de la paz, y usaban algo denominado como La Fuerza, del lado luminoso
El hombre se presentó como Darth Kaft, miembro de un grupo de guerreros, denominados como Lores Sith, ellos solían hacer lo que querían, pero era muy común acabar siendo terroristas o incluso esclavistas de planetas enteros, y usaban La Fuerza, del lado oscuro.
Ambos le contaron, que no pertenecían a la tierra.
Que existía vida en otros planetas, y en otras galaxias.
¡Incluso había humanos, quienes habían abandonado la tierra, en naves espaciales, hace ya varios milenios y migrado a otros planetas!
―Ambos usamos La Fuerza ―dijo Darth Kaft. ―Pero, en lados opuestos.
―Los Jedi son los guardianes de la paz, en la galaxia. ―Dijo Sheda, quien inconscientemente, le recitó al niño, el Código Jedi. ―Usamos nuestro poder para defender y proteger, nunca para atacar a otros. Respetamos a los seres vivos, de cualquier forma. Sirven a otros, en vez de gobernarlos, por el bien de la galaxia. Los Jedi buscamos mejorarnos a nosotros mismos, a través del conocimiento y el entrenamiento.
― ¿Y usted, señor Kaft? ―preguntó el niño, mirando maravillado al hombre, preguntándose como era su grupo, que usaban espadas rojas.
El hombre le enseñó una sonrisa. ―La paz es una ilusión, sólo hay pasión. De ella consigo fortaleza, con la fortaleza, obtengo poder, con el poder obtengo la victoria, y con la victoria mis cadenas se rompen. La fuerza me liberará.
―Las emociones, te llevarán por el camino de la oscuridad, Harry ―dijo Sheda.
―Ya claro, porque lo natural, es actuar como robots, al igual que usted ―le picó Kaft.
Sheda frunció el ceño. ―Obviamente no. También somos seres sensibles...
―Pero solo a la Fuerza. ―Dijo Kaft, sonriendo burlón. ― Ustedes son muy cuadriculados.
Sheda suspiró. ―Los Jedi tratamos de mantener nuestras emociones, a raya, pues las emociones pueden nublar el juicio, tratamos de tener una perspectiva de... "¿Cómo afectarán mis acciones, a los demás?", tratamos de no inmiscuirnos en un problema, a no ser que, verdaderamente este sea muy necesario, o que dañe a alguien.
―Son egoístas ―dijo Kaft. Sheda le miró. ―Harry, ¿prefieres ser libre y hacer lo que quieras, o acatar órdenes?, ¿si un...? ―Kaft se dio cuenta, de que Harry nunca había salido de la tierra. Lo pensó un momento. ―Si una ciudad, es gobernada por un tirano... ― Sheda lanzó una tos, que sonó como "Los Sith" ―Y tienes el poder, para liberar a ese pueblo, ¿lucharías, o lo dejarías seguir su camino?
― ¡Nosotros los Jedi jamás...!
― ¿Y qué me dices de los mil años de esclavitud de los Mandalorianos? ―preguntó Kaft, sonriente. ―Creo Harry, que puedes llegar muy lejos.
― ¿Cómo? ―preguntó el niño.
― ¿Viste, cuando ella me mandó a volar y viceversa? ―preguntó Kaft, Harry asintió.
―La Fuerza, es una energía presente en todos los seres vivos. ―Dijo Sheda, quien se dio cuenta de lo que planeaba Kaft. ―Con el entrenamiento adecuado, aquellas personas que sean "Sensibles a la Fuerza", como cualquiera de nosotros tres, podemos llegar lejos. Te enseñaré a hacer levitar objetos ―extendió su mano derecha, e hizo levitar un par de piedras. ―Podrás correr, saltar, volar, hacer levitar, empujar, y demás. Los Jedi, como ya te lo he dicho, usamos el lado luminoso de la Fuerza, el cual está ligado a los ideales de la bondad, la benevolencia y la curación. Los seguidores del lado luminoso nos esforzamos por vivir en armonía con el mundo que nos rodeaba, actuamos con sabiduría y lógica antes que con ira y precipitación. Para alcanzar la armonía con el lado luminoso de la Fuerza, a menudo meditamos para despojarnos de nuestras emociones; en particular de emociones negativas como la agresión, la ira, y el odio, pues se pensaba que traían la aceptación del lado oscuro. La compasión y el coraje, nutren al lado luminoso.
―Los Jedi dejan de lado las emociones. Los Sith vemos aquellas cosas, que siempre estarán con nosotros. El sufrimiento, el dolor y la oscuridad, tratamos de controlar y aceptar que las cosas malas, que ocurren a nuestro alrededor.
―Y cometen genocidios o esclavitud, a menudo ―murmuró Sheda.
―Señora Sheda... ―pidió Harry, lo último que necesitaba, era que ellos dos volvieran a atacarse. Sentía que debía de ayudarlos, aunque fuera, a que se curaran.
―Maestra, para ti, mi joven Padawan ―dijo la mujer, sorprendiendo a Harry, quien miró incrédulo a la mujer, ¿ella pretendía entrenarlo, para ser un Caballero Jedi?
―Maestra Sheda, el maestro Kaft no la interrumpió, está siendo usted muy grosera ―dijo Harry. La cara que se le quedó a Jedi, hizo que el Sith rompiera en una carcajada infernal.
― ¿Por dónde iba...? ―se preguntó Kaft, haciendo memoria.
―Aceptar las cosas malas, que ocurren a nuestro alrededor. ―Dijo Harry.
―Para la filosofía Sith, la Fuerza no niega el libre albedrío, sino que ella misma lo fomenta al dotar de poder a sus usuarios –aunque paradójicamente, los usuarios del Lado Oscuro tendemos a ser cada vez más paranoicos, y esclavos de sus pasiones. –Esto podría resolverse alegando que sólo aquellos usuarios con una voluntad férrea, pueden usar prolongadamente los poderes del Lado Oscuro sin sucumbir a sus efectos autodestructivos. ―Dijo el Sith. ―Así, la misma Fuerza es un cruel método de selección natural, alimentándose de las voluntades débiles y recompensando a las fuertes. Las emociones, tanto positivas, como negativas, te harán poderoso.
―Debes de controlar todos tus impulsos y emociones ―eran las enseñanzas de Sheda.
Pronto, ambos habían acordado entrenar a Harry, pues no solo era Sintiente a La Fuerza, sino que claramente, el niño estaba en un estrés constante, y podría acabar hiriendo a alguien o a sí mismo, usando la Fuerza inconscientemente.
Pero sus métodos de entrenamiento, eran muy distintos.
Sheda entrenó a Harry en la meditación y el autocontrol. Le enseñó a formar estrategias, y a no entrar en conflicto, a no ser, que fuera extremadamente necesario.
Kaft entrenó a Harry, de forma física, enseñándole a luchar mano a mano, creando rusticas pesas, con rocas o metales, y haciéndolo realizar flexiones de brazo, correr, flexiones de pierna y demás. Enseñándolo a luchar.
Un niño: mágico.
Un niño: sintiente de La Fuerza.
Un niño: que desconocía su pasado.
Un niño: que lo único que deseaba, era encontrar algo de aceptación o cariño.
Un niño: que deseaba desesperadamente, una mano amiga.
Un niño: que haría suyos el lado lumínico y oscuro de la fuerza.
La magia lumínica y oscura.
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(N/A: Sí, ya sabemos que hablamos de la mismísima ciudad de Londres, pero finjamos que existe un bosque, no muy lejos de un barrio urbano, como Surrey)
