MOMENTANEA DEBILIDAD
Parte 1
Omegaverse
(Tobirama Senju X Izuna Uchiha)
No comprendía como había podido llegar a amar tanto a alguien a quien había odiado tanto. Y kami sabe la de veces que intentaron matarse el uno al otro… Y en cambio ahí estaban ahora, juntos, felices y sintiéndose plenos por tener a la persona amada al lado.
Observó a su bella pareja ahí tumbada en ese nido que meses atrás había realizado con mucho ahínco y mucha dedicación y amor. Sabe dios que él disfrutó de ver trabajar a Izuna tan concentrado y con esa pacífica expresión en su rostro...
...
El Uchiha había estado tarareando suavemente con su melodiosa voz profunda mientras colocaba las prendas en el nido, prendas que le había sustraído, ropa de cama de ambos y ropa del propio azabache. El bonito perfil de Izuna concentrado amasando el tejido para darle más esponjosidad. Un rostro sereno y que parecía irradiar su propio brillo, de vez en cuando se frotaba el leve vientre hinchado y sonreía feliz, sintiéndose pleno. Recuerda que se detuvo y soltó una suave carcajada.
–No es de buena educación espiar a alguien, Senju.
Sonrió al saberse descubierto, su omega siempre había sido un buen sensor. Salió de su escondite, se miraron unos segundos transmitiéndose todo el amor y cariño que se tenían.
¿Había dicho que no comprendía? Si, si que lo comprendía, cuando se quitó la máscara de odio que le había impedido ver con claridad, descubrió que Uchiha Izuna era alguien increíble, era lo mejor que le había pasado en la vida. Su pareja, su amor, su omega.
–Solo estaba controlando que un Uchiha no siguiera robándome.
Izuna se hizo el ofendido.
–No soy yo, es el cachorro. Él o ella me ha obligado. –Bromeó con su alfa, después de todo le había estado robando bastante ropa para fabricar ese nido.
Tobirama fue a arrodillarse junto a su pareja y le atrajo contra su cuerpo, abrazándole con fuerza y subiéndole en su regazo. Levantó su rostro poniendo dos dedos debajo su barbilla.
–Eres tu el culpable, Uchiha. Me has robado la cordura y me robas el corazón cada día, llevas robándolo desde ese día que te encontró Hashirama herido.–Unió sus labios con su omega en ese beso de amor, para luego unir sus frentes respirando el aliento del otro.– ¿Cómo se está portando nuestro cachorro?– Susurró con suavidad para no romper la magia.
– De momento muy bien, Tobirama. Pero también es aun muy pequeño– Llevó las manos de su pareja hacia su leve hinchazón, estaba de pocos meses.
...
Rememoró ese momento, aun lo veía dormir profundamente, ahora su vientre estaba muy abultado, signo de que le quedaba tan poco para parir y por ese motivo le habían dicho que Izuna estaba tan poco activo y descansaba tanto, guardaba energías para el parto. Se sintió satisfecho de observar a su pareja tan llena con su futuro cachorro, estaba deseando que el fruto de su amor naciera para poderlo abrazar mientras besaba y consentía a su omega. Sus dos tesoros en sus brazos.
Suspiró sintiéndose tan lleno de felicidad, el amor hacia su pareja y hacia su futura cría no le cabía en el pecho.
Con una suave sonrisa que mostraba su felicidad, se desnudó y se adentró en el nido, pegándose a la espalda de su pareja y abrazándoles a ambos al rodear el hinchado vientre de su azabache.
–Tobirama…– Ronroneó Izuna, arrebujándose más contra su cuerpo y soltando un murmullo satisfecho.
–Descansa, mi omega.– Le besó en la cabeza y le apretó en su contra, mientras sus manos acariciaban la tirante piel de ese vientre. Notó una suave patada de su cachorro como si le diera la bienvenida.– Hola a ti también mi bebé.
No tardaron en quedarse dormidos en profundidad sintiéndose pleno al tener a su manada entre sus brazos.
….
Todos esos momentos los atesoraba Tobirama en su memoria.
Si, sus inicios no fueron buenos… Pelearon a muerte, casi mató a Izuna por confiarse el Uchiha demasiado en su técnica ocular y no supo nada más de él, le creyó muerto. Y así hasta que un día lo encontró su hermano.
Según le contó Hashirama, había visto a Izuna ayudar a una mujer omega de ser violada, peleó con ferocidad y consiguió vencer al pequeño grupo de cuatro que había intentado tal atrocidad. Al ver que el Uchiha salvaba a dicha omega, los Senju no tuvieron que hacerlo ellos y revelar su posición. Pero uno consiguió huir… Y pronto el Uchiha fue rodeado por un grupo de treinta shinobis del clan Kaguya, habían acampado cerca de donde sus compañeros estaban intentando abusar de la indefensa fémina. Aunque Uchiha Izuna era muy fuerte, no por nada era el segundo al mando de su clan, algo iba mal. Los hombres del clan Senju que estaban siguiendo a los Kaguya, informaron a Hashirama de la situación… Su hermano actuó sin pensarlo.
Izuna Uchiha aun tenía secuelas de la profunda herida que le causó en su última pelea. El Senju no lo pensó más y llevó al herido azabache a la fortaleza, era allí donde tenía más recursos para ayudar al inconsciente pelinegro.
Horas más tarde, Hashirama y él, que fue obligado a ayudar a su mayor, consiguieron salvarle la vida al pequeño Uchiha. Descubriendo en el proceso, que el azabache tenía un motivo para poseer esas delicadas facciones y esa delgada morfología, era un omega… Fue toda una sorpresa, el maldito Uchiha lo había disimulado muy bien hasta la fecha.
Un día y medio más tarde el azabache despertó.
–Ni te muevas… Y mejor que no intentes nada, Uchiha. –Amenazó él colocando una katana en su cuello y consiguiendo que el debilitado omega no intentara nada.
–Mátame ya, Senju. No se a que narices esperas…– No se había movido, pero la mirada de rabia por verse retenido por él, ahí estaba. Una mirada que no mostraba temor por estar en inferioridad.
–¡Basta ya! Los dos.– Hashirama había entrado en la estancia, con unos boles que desprendían olores fuertes. –¿Cómo te sientes Izuna-san?
Más el Uchiha, tan terco como él solo, no abrió la boca.
–Contesta, desgraciado. Encima de que te ha salvado…– Le gruñó.
–Tobirama, déjalo. Si no se siente cómodo contestando puede no hacerlo– Miró luego al azabache– Pero si quieres irte de aquí cuanto antes, necesito saberlo para poderte ayudar a sanar.
–Tsk… Me duele y me tira la zona abdominal.
Hashirama había levantado las manos mostrándole que no llevaba nada para herirle, y que así el Uchiha no se mostrara tan reacio a dejarse tocar.
–Necesito ver como va la herida y poner el ungüento. Tenías una herida muy profunda y llena de pus. Déjame ver que no se haya vuelto a infectar, por favor. –Miró de nuevo autoritario al albino– Ni una palabra, Tobi.
Izuna había asentido y el moreno prosiguió. Tras muchos minutos en silencio, mientras el líder Senju descubría la herida cosida y la limpiaba bien de nuevo.
–¿Por qué me has ayudado, Senju Hashirama?¿Por qué has ayudado a tu enemigo?
–No os considero enemigos, Izuna-san. Pero os empeñáis en pelear contra nosotros en vez de pactar la paz… Y nosotros nos defendemos. –Pasó el paño húmedo por la blanquecina piel, el Uchiha aunque mostraba la tensión en su rostro, no se quejó ni una sola vez. Era fuerte.– Te he ayudado porque he visto que lo necesitabas y estaba en mi mano hacerlo. Así de simple. ¿Por qué con esa herida estabas peleando?
No sabía si el pelinegro respondería, no esperaba nada de él… Pero le sorprendió contestando.
–En mi clan no somos expertos curanderos, me estaba muriendo… Soy un guerrero, un shinobi, y no quería morir en la cama, no quería morir de esa forma tan patética, postrado sufriendo al podrirme por dentro. Quería tener una muerte honorable… Vi a la omega ser capturada y los seguí, no iba a permitir que la violaran, que fuera de esa casta no significa que deseara ese abuso. Quise ayudarla y lo conseguí.
Se calló agotado por el esfuerzo, aun seguía débil. Su cuerpo había estado peleando contra las fiebres, la infección, la pérdida de sangre y el dolor.
Tobirama se quedó escuchando el intercambio de palabras entre su hermano y el Uchiha, nunca habían hablado con el azabache excepto para intercambiar algunas pullas durante sus peleas, pero ahora lo escuchaba y veía que no era el monstruo sin corazón ni alma que creía. Le observó y analizó hasta que el pelinegro se durmió de nuevo agotado.
Su hermano había sonreído y le había puesto una mano en la frente al Uchiha.
–No tiene fiebre, eso es buena señal.– Le terminó de poner la olorosa pomada de hierbas en la herida antes de cubrirla con un nuevo paño limpio– Estaba tan agotado y tan débil, y todo y eso eliminó a bastantes de ese clan. Es resistente y orgulloso, peleó a base de terquedad y tenacidad.
Chistó y se levantó.
–Hubiera sido mejor que le remataras donde le encontraste– Soltó antes de salir de ese cuarto, aunque no era eso lo que sentía realmente respecto a esa situación. Estaba "feliz" de que su hermano salvara al Uchiha y de que éste hubiera sobrevivido a ese ataque que le realizó y le dejó malherido, no había querido causarle tal herida, y menos la muerte.
A medida que fueron pasando los días, el Uchiha fue fortaleciéndose y estando cada vez más fuerte. Y, como parecía que a ese terco le gustaba llevarle la contraria, se portó de forma respetuosa y educada, mostrándose agradecido con Hashirama y hablando con su hermano de temas que no comprometieran a ninguno de los dos clanes. Incluso ellos empezaron a hablar, algunas veces lanzándose pequeñas pullas que buscaban molestar al otro, pero que realmente les hacia gracia. Luego pasaron a comentar viejas batallas entre ellos, puntos de vista, técnicas, posibles mejoras, jugaban a juegos de estrategia… Cada vez pasaban más tiempo hablando y cada vez disfrutaban más y más de la compañía del otro, Hashirama a ese punto ya les dejaba solos.
Cuando el Uchiha ya estuvo bien para partir, se despidieron en la puerta… Más parecía que él era incapaz de dejar marchar al azabache y el otro parecía incapaz de irse.
–Izuna…– Miró esos brillantes ojos negros.– Yo… Que tengas buen viaje de vuelta a tu clan. Cuidado por el camino.
Vio la pequeña decepción en la mirada del pelinegro.
–Gracias, Tobirama Senju. Ha sido un placer compartir este tiempo contigo, lo digo en serio.– Sonrió un poco– Nos volveremos a ver… Espero.
Se giró para marcharse y empezó a andar, refrenando las ganas de girar a mirar al otro, aunque falló y le miró por un par de segundos, sonriendo con tristeza y volviendo a fijar su vista al frente.
Tobirama levantó el brazo como si quisiera sujetarle y detenerle.
–Izu…– Pero se calló y bajó la mirada.
–¡Tsk! Que tontos sois ambos.– Negó Hashirama al ver a ese par de idiotas.– Ni él deseaba irse de tu lado, ni tu deseabas que se fuera. ¡Idiotas!
–¿Y qué quieres que haga? Voy, le detengo, le digo que quiero que sea mi omega, que quiero marcarlo y unirme a él y le traiga de vuelta?– Reviró los ojos.
–¡Eso mismo, tonto! Y pensar que tu eres el listo de los dos…–Se fue dejando a su menor ahí plantado como espantapájaros. Si es que a veces Tobirama era lento y le exasperaba… Tanto le costaba luchar por su felicidad.
Aun se había quedado un par de minutos ahí plantado… Dudando como un indeciso, hasta que al final se había decidido. Saltó hacia delante con fuerza, persiguiendo lo que quería. Iba tras su presa, sonrió un poco ante su pensamiento… Tanto tiempo odiándolo y ahora lo deseaba a su lado.
Izuna por su parte estaba saltando de árbol en árbol, gruñó un poco con frustración. Debatiéndose entre lo que deseaba su corazón y lo que le dictaba el deber. Hasta que se detuvo… ¿Por qué tenía que escoger? Por una vez quería ser caprichoso, mirar para él, ser egoísta… Quería una vida feliz, quería dejar de pelear por todo. Sonrió y se dio la vuelta, deshaciendo el camino.
Abrió los ojos al ver al azabache yendo a su misma dirección, el Uchiha al verle sonrió ampliamente. Se detuvieron uno delante del otro.
–Uchiha…
–Senju…
Se sonrieron y se lanzaron a besarse y abrazarse, no necesitaban más palabras… Los buenos guerreros se entendían con sólo intercambiar una mirada entre ellos.
Luego de eso todo sucedió muy rápido entre ellos. Se marcaron mutuamente, se enlazaron, se casaron y en el primero celo del Uchiha concibieron al que sería su primer cachorro.
Casi todo fue perfecto, felicidad plena… Excepto por un Uchiha en especifico. Madara Uchiha se negó a su unión, intentando presionar a su hermano a no estar con "esa odiosa rata albina", más Izuna se mostró fiel a su terquedad y no claudicó en su deseo de formar una manada con él, por mucho que su mayor discutió para separarlos. No acabaron bien ambos hermanos azabache. Madara volvió al clan Uchiha, desterrando a Izuna del mismo. Recuerda que esa noche tuvo que consolar a omega, que aunque intentó mostrar que no se sentía afectado, él notaba a través del lazo como de devastado estaba su pareja.
Pero, Izuna era tan fuerte, tan tenaz, tan terco… Que en nada estuvo perfectamente y adaptado a la vida en el que era su nuevo clan, el Senju. Ayudando en todo lo que podía y peleando junto a ellos, hasta que su estado lo permitió.
…
Ese día Izuna se despertó inquieto, su nerviosismo era palpable, en sus movimientos, en su mirada, su agitación la sentía a través del lazo. El día había llegado. Ese día iba a nacer su cachorro, por eso estaba en ese estado.
Tobirama acarició su vientre notándolo mas tenso y mas bajo. Izuna se levantó siendo ayudado por él y empezó un andar por el cuarto del nido, no le dijo nada, sabía que eso era relajante para su omega y bueno para favorecer la colocación de la cría en el canal de parto. Cada cierto tiempo se tumbaba en el nido, cambiaba de lado y luego volvía a levantarse y a seguir caminando. Repitiendo el ritual una y otra vez.
–Lo siento…–Se excusó cuando era la tercera vez que repetía ese proceso –Es que me siento incomodo y tenso.
Sonrió enternecido, sabía que era normal que, sobretodo un omega primerizo en el parto, estuviera tan agitado y con los nervios a flor de piel, por eso él no pensaba apartarse de su lado. Se levantó para besarle en los labios y la frente, mientras sus manos acariciaban ese tenso vientre dándole un suave masaje. Su omega soltó un sonido satisfecho por su acción.
–Tranquilo, es normal. Hashirama y la matriarca nos lo dijeron. –Lo abrazó llevando ahora sus brazos a su espalda baja, que también masajeó con suavidad. Ahí ya si que oyó un suspiró de satisfacción por parte del azabache –Estaré contigo para superarlo juntos. No te dejaré…
Más unos sonidos en la puerta, un fuerte llamado, cortaron sus palabras. Izuna en sus brazos se tensó y erizó soltando un fuerte gruñido. Era un omega a punto de dar a luz, lo que le convertía en muy territorial. Le besó en la frente para calmarle.
–Ahora vuelvo…–Sino fuera porque necesitaba que su pareja estuviera lo más tranquila posible para las largas horas de parto que le esperaban, ya estaría maldiciendo y gruñendo hacia el que había osado molestarles.
Salió cerrando la puerta de la habitación del nido con suavidad y subió las escaleras hecho una fiera. Abrió con fuerza.
–¿Qué mierda sucede? Mi pareja estará de parto en breve…–Espetó con malhumor hacia la inesperada visita. Uno de los guerreros de la fortaleza.
–Lo siento mi señor, pero Taro y Shinpei no han vuelto del mercado. Tendrían que haber vuelto hace horas…
–¿Has informado a Hashirama?–Podría ocuparse su mayor, él tenía que estar con su omega.
–El señor Hashirama está en los terrenos del sur. Por la incursión de los renegados del clan Uma… Se ha llevado a buenos guerreros y los que quedan están en sus puestos de vigía o son demasiado inexpertos para mandarlos solos.
"Mierda"
Apretó los puños en rabia… Menudo día habían escogido esos malditos renegados para atacar sus tierras de más al sur. Justo ese jodido día donde su mayor preocupación era para con su Izuna y el nacimiento de su primogénito. Maldijo en un gruñido gutural.
Cerró la puerta y volvió al cuarto del nido viendo a Izuna dar su ¿trigésima vuelta quizás?
–Ha sucedido algo y Hashirama no…
–Ve, alfa. Estaré bien.–Viendo que parecía querer negarse –Sabes que esto puede tardar horas antes siquiera que empiece a dilatar para expulsar… Y después serán horas de parto. Tienes tiempo de volver a tiempo para ayudarme y estar con nosotros.
Se miraron y los labios de su omega se curvaron lentamente en una traviesa sonrisa.
–No por nada eres el shinobi más veloz, ¿No?
Se acercó a besar a su azabache. Izuna era el mejor.
–Dile a nuestro pequeño que no salga hasta que no vuelva–Susurró contra esos sensuales labios que nunca se cansaba de besar.
–Yo se lo diré, pero sabes que puede haber sacado mi terquedad. –Le besó de nuevo –Ves rápido.
Salió de la fortaleza luego de armarse y aplicó su jutsu, por suerte había marcado la carreta de suministros. La encontró medio carbonizada y siendo desvalijada, con lo poco que se podía aprovechar, por los animales salvajes que huyeron nada más notarle. Pero podía dar por perdidos los suministros que habían conseguido intercambiar.
A partir de aquí rastreo el chakra de los dos hombres, encontrando el chakra de uno de ellos. Se dirigió hacia la zona.
Shinpei estaba muerto, alguien lo había cortado por la zona abdominal. Un corte que tenía mucho parecido al que él le había realizado a Izuna cuando eran enemigos y lucharon por última vez. Shinpei había intentado taponar la herida y había caminado unos kilómetros antes de morir desangrado. Le puso una de sus marcas y lo envolvió con su capa para evitar que fuera devorado por los carroñeros.
Siguió para encontrar el chakra de Taro, según eso el guerrero estaba aun vivo, aunque cada vez lo sentía más debilitado.
Al final lo encontró, sujetándose el pecho y respirando con dificultad.
–Mi señor… Lo sien-to coff coff… No fuimos rival… coff coff–Un chorro de sangre fue expulsado por su boca –Para él…
–Shh, no hables. Te llevaré al clan. –Le aplicaría las nociones básicas de chakra sanador.
Puso sus manos encima de la herida.
–U…Uc… Coff. Ha sido… Él… Uchiha Ma-Mada-ra.
Al final había hablado tan bajo que solo pudo leer el nombre de sus labios. Labios que dejaron de moverse incluso para respirar. Le aplicó masaje cardiaco, pero fue en vano.
¿Por qué Madara había atacado el carro de suministros y a esos dos shinobis? El Uchiha no se había llevado nada. Solo había atacado y matado a esos dos pobres hombres.
Abrió los ojos al sentir el aguijonazo del lazo que compartían con su omega, había bloqueado un poco lo que sentía en la marca para poder concentrarse y encontrar a esos dos cuanto antes, pero ahora la sentía bien claro. Izuna sentía miedo y dolor.
Se transportó a la aldea, los guardias levantaron las espadas hasta que vieron que era su segundo líder. Invocó a los dos cuerpos.
–Ocuparos de notificar a sus familias para que puedan velarlos y ocuparos de darles sepultura.
Corrió a su hogar, tras ver que su orden era acatada.
No notaba a Izuna, quizás ya había parido y estaba descansando o… desmayado del esfuerzo. Entró en su hogar a la carrera.
–¡IZUNA! –Abrió la puerta que le conduciría a la habitación del nido y le asaltó un aroma a sangre. Si debía haber tenido a su cachorro ya.
Iba a bajar por las escaleras, cuando un pinchazo le detuvo, no comprendía ese dolor. Miró hacia su esternón y vio como una espada le sobresalía.
–¿Qué?– Entre giró la cabeza y lo vio, esos ojos llenos de odio, esos ojos rojo sangre. Esos ojos que reconocía tan bien...
–Me lo quitaste una vez, ahora te lo que quitado yo.
Desclavó la espada de su cuerpo y le dejó caer al suelo. No le había matado, no quería que su sufrimiento terminara tan rápido. Sonrió al verle cerrar los ojos y entonces había desaparecido con un sunshin no jutsu, ya no necesitaba nada más de ese lugar.
No podía moverse, el maldito de Madara le había metido en un genjutsu y lo único que pudo hacer es verle marcharse desde el suelo mientras caía en la negrura al quedar inconsciente.
Un nuevo flujo de chakra cortó el efecto del genjutsu. Abrió los ojos de golpe sintiéndose algo desubicado, su hermano estaba a su lado.
–¿Hashirama que ha…?– La mirada de su hermano le decía que había ocurrido algo terrible y todo llegó a su memoria –¡Izuna! Estaba de parto…
–No te levantes, Tobi. He cerrado la herida, pero has perdido mucha sangre.
–¡Suéltame, hermano!–Su mayor le ayudó a levantarse, acusó la falta de sangre al sentirse algo mareado, pero consiguió estabilizarse.
Notó más movimiento en su casa, sobretodo en el sótano… Donde su omega había hecho el nido. Gruñó cabreado por esa intromisión en su hogar. ¿Por qué no notaba a Izuna? ¿Por qué su omega no echaba a esos de su espacio?
Caminó decidido para bajar las escaleras.
–No vayas, Tobirama, por favor.
Observó a su hermano, analizando esa cara entristecida y esos ojos humedecidos y rojos por el llanto y sus propios ojos se llenaron de lagrimas.
–No… No… No es cierto.
Camino decidido siendo seguido por el mayor.
–¡Fuera de aquí! ¡Éste es el nido de mi omega!–Ordenó a los Senju que estaban por allí.
Estos bajaron la cabeza afectados y se marcharon, entonces lo vio. Una sábana blanca cubría algo en el que era el nido de su omega. Una sábana que se había empapado de sangre… Soltó un suave llamado que no fue respondido, y sollozó comprendiendo. Caminó como autómata hacia ese cuerpo cubierto.
–Tobirama… No te hagas esto…– Rogó una última vez su mayor.
Más no lo escuchó, con manos temblorosas descorrió la sábana y lo vio. Su Izuna estaba más pálido de lo común, y al tocarlo estaba tan frío.
De sus ojos había salido sangre, lo mismo que de otras heridas de su cuerpo.
–Izuna…–Sollozó con fuerza mientras le abrazaba.–¿Que te han hecho?
Su hermano se arrodilló a su lado
–Le han quitado los ojos… Y le han… Le han matado, Hashirama–Las lágrimas caían sin control por sus mejillas.– No tenía porqué matarle… No tenía porqué hacerlo. ¡Era su hermano, maldita sea!
–Lo siento. Me enteré hace unos días que Madara estaba perdiendo visión por tanto usar el sharingan, que necesitaba unos nuevos ojos… Pero nunca imaginé que iría a por los de Izuna.
–¡NO TENIA QUE MATARLE!–Gritó de nuevo mientras acunaba a su pareja.
–Izuna peleó con fiereza –.Levantó la vista, ante las palabras de Hashirama, reparando en las paredes y notando los claros signos de pelea en ese sótano. –Todo y su estado y condición luchó con esa fuerza que le caracterizaba. Tu omega era increíble, Tobi. Luchó hasta el final.
Luego de observar las paredes miró a su mayor buscando una explicación por sus palabras.
–Estaba en labores de parto cuando fue atacado.
¡Su cachorro!
–¿Donde está? ¿Donde está nuestro pequeño?
Hashirama negó
–Murió ahogado en el canal de parto. Intenté… Lo intenté, pero… Llegué tarde.
Apartó más la sábana descubriendo el corte en el bajo vientre de Izuna y justo en el lado derecho, acurrucado contra el cuerpo de su pareja, el cuerpecito sin vida de su cría.
–Mi pequeño cachorrito…–Lo levantó y se lo llevó contra el cuello acurrucándolo allí y oliendo esa cabecita poblada de pelusilla blanca.–Míralo Hashirama… Es tan bonito, habría sido tan perfecto. Mi niño–Miró el cuerpo de su pareja– Nuestro niño Izuna, nuestro primogénito.
Se tumbó al lado de su pareja y puso a la cría entre los dos.
–Déjanos solos un rato hermano. Quiero despedirme de mi manada.
Ese día fue el más triste de mi vida, me arrebataron mi felicidad. Mi corazón murió con Izuna y nuestro bebé.
...
Fuimos al clan Uchiha a buscar venganza contra Madara, pero el muy cabrón no había vuelto al clan luego de lo que hizo. Pactamos un tratado de paz con el que era el nuevo líder Uchiha, tal como hablábamos con mi omega y construimos una aldea de forma conjunta, Konoha.
Mi hermano fue su primer líder, escogido por votación.
Unos años después supimos otra vez de Madara Uchiha, cuando atacó la aldea.
–Iré yo, Tobirama.
–¡Él me lo arrebató todo! Tengo derecho a ir yo a matarle.
–Tu no estás a su altura… Además, es una orden.
Hashirama volvió victorioso de su pelea contra el Uchiha, herido y muy agotado, pero había ganado. Aunque eso no me reportó la paz que pensaba, yo era el que necesitaba matar a ese desgraciado.
Poco después subí al poder como segundo Hokage y mi hermano se retiró, viviendo tranquilo y disfrutando de sus nietos hasta su pronta muerte.
Quiero creer que fui un buen líder para las personas de Konoha, creando el hospital, la academia y otras mejoras. Nunca volví a casarme o a marcar a otro omega, ni siquiera busqué contacto carnal con nadie… Pues nadie era como mi amado Uchiha.
Y ahora aquí me tenéis, en cuanto haga éste último sello voy a morir, llevándome conmigo a los hermanos Oro y Plata. Por fin podré reunirme con mi omega y mi primogénito.
–Espérame mi amado, pronto estaré con vosotros.
Y con una plácida sonrisa realicé el último movimiento de manos. El que daría inicio y final a esa poderosa técnica que cree años atrás. Por fin los volvería a ver...
